Fuego Para Hablar De Dios

  • November 2019
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Tesoro: ¡Fuego para hablar de Dios! [volver al sumario]

¡Si hay algo que llama la atención de la gente y hace que preste atención y se fije en lo que decimos o hacemos es el entusiasmo! La palabra entusiasmo viene de la palabra griega «entheos», que significa «posesión divina». ¡Es decir, que entusiasmo significa literalmente «Dios en nosotros»! ¡Por eso, la persona verdaderamente entusiasta es la que actúa y habla como si estuviera poseída por Dios! La Palabra de Dios nos dice: «Todo lo que te viniere a la mano para hacer, ¡hazlo con todas tus fuerzas!» (Eclesiastés 9:10) La Biblia nos dice también: «¡Nunca te falte entusiasmo, mantén tu fervor espiritual sirviendo al Señor!» (Romanos 12:11) ¡El Señor espera de Sus hijos que sean obreros ardientes y dispuestos de todo corazón, llenos de un deseo fogoso de agradarle y servirle! ¡Entusiásticamente! No sólo eso: ¡Jesús dijo que los cristianos indiferentes, tibios y desganados le revuelven literalmente el estómago! Les dice: «Conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras una de las dos cosas, frío o caliente! ¡Pero como eres tibio, no eres caliente ni frío, te vomitaré de Mi boca!» (Apocalipsis 3:15,16,19) ¡El Señor quiere y necesita seguidores fogosos, ardientes y entusiastas que le amen más que a nada o a nadie en este mundo! ¡Discípulos decididos a seguir a Jesús con todas las consecuencias porque saben que han encontrado la Verdad! ¡A todo fervoroso seguidor de Dios le debe impulsar la misma compasión apremiante que motivó a los apóstoles, los mártires y prácticamente a todo gran hombre o mujer de Dios a lo largo de la historia! ¡De hecho, es la misma motivación irresistible que debe motivar a todo hijo de Dios en todo lo que hace, todo lo que diga y en todas las partes adonde vaya, y que el gran y fanático apóstol Pablo resumió en las siguientes célebres palabras que han brotado resonando del corazón de todo verdadero cristiano en toda buena obra que haya realizado, y por las que ciertamente está dispuesto a dar la vida; «¡El Amor de Cristo me apremia!» (2a a los Corintios 5:14) ¡Independientemente de que te falten talentos, capacidades o dones naturales, si verdaderamente le entregas tu corazón al Señor y dejas que El te inspire y dirija tu vida — obedeciendo la Palabra de Dios y dejando que El viva en ti y por medio de ti para que en tu corazón arda su Amor— El se podrá servir abundantemente de ti haciendo que seas una bendición para muchos! Esta es una decisión crucial que debe tomar todo cristiano: ¡entregarse y someterse verdaderamente por entero al Señor y estar dispuesto a ser un siervo fogoso, entusiasta y «ardiente» del Dios vivo! ¡O negarte al Señor, cejando en tus convicciones temeroso de apartarte de lo establecido, de diferenciarte del resto del mundo escéptico para que los demás no te desprecien ni consideren una especie de «fanático» o «extremista»! La Biblia dice: «¡Cada uno dé como se proponga y decida en su corazón!» (2a a los Corintios 9:7) El gran misionero pionero David Livingstone, cuando aún era joven, tuvo que afrontar esta decisión, y anotó en su diario: «He descubierto que no tengo ningún talento intelectual extraordinario. ¡Pero este día he decidido ser un cristiano fuera de lo corriente!» Se «propuso en su corazón» entregarse de lleno al Señor, y decidió ser un entusiasta de la Verdad. ¡Y lo fue! ¡Llegó a ser uno de los más grandes misioneros de todos los tiempos! El célebre historiador Arnold Toynbee, dijo: «La apatía sólo se puede superar con el entusiasmo, y el entusiasmo sólo se puede suscitar con dos cosas: primero, un ideal que tome por asalto la imaginación; y segundo, un plan claro y comprensible para llevar dicho ideal a la práctica.» ¿Qué mayor ideal puede tener cualquiera que llevar la salvación eterna y la vida eterna en el Cielo a un mundo perdido y agonizante que sucumbe sin ellas? ¿Y puede haber un «plan comprensible» mejor para cualquiera que el que el propio Jesús dio a sus seguidores, «id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura»? (Marcos 16:15) ¡Como cristianos, deberíamos ser los hombres más entusiastas del mundo entero! El apóstol Pablo fue uno de los grandes entusiastas de Dios. Ya antes de su conversión, dio grandes muestras de entusiasmo, aunque con un ideal y un plan erróneos, ya que era fanáticamente anticristiano. ¡Pero en cuanto se convirtió, se volvió un fanático entusiasta del bando bueno! ¡Y casi sin ayuda

de nadie se ocupó de divulgar el cristianismo por todo el Imperio Romano! ¡Cuando otros vieron su total dedicación y entusiasmo por el Señor, se llenaron también de fuego para predicar la Palabra de Dios! ¡No había nada que pudiera apagar el entusiasmo de Pablo! El mismo dice: «Cinco veces he recibido de los judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces me han azotado con varas, una vez me han apedreado, tres veces he padecido naufragio, una noche y un día he pasado como náufrago a la deriva en alta mar, y viajado constantemente. ¡En peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en el mar, peligros en la ciudad, peligros en el campo, peligros entre falsos hermanos! Me he esforzado y fatigado, he pasado muchos desvelos, he pasado hambre, sed y escasez de comida; he tenido frío y he estado desnudo.» (2a a los Corintios 11:24-27) ¿Dejó Pablo que dichas dificultades y obstáculos fueran un impedimento para él? ¡Nada de eso! ¡Continuó sirviendo a Dios a pesar de las muchas penalidades o dificultades con que se encontraba! ¡No hay nada que detenga al hombre que está lleno de entusiasmo y fuego ardiente para servir a Dios! ¡Continuará pase lo que pase, porque sabe que está haciendo lo que debe, por una causa justa y por Aquél que siempre tiene razón! Entonces, ¿de dónde podemos sacar tanto entusiasmo e inspiración que nos llene la vida de fuego y fervor por el Señor? ¡Del Espíritu Santo de Dios! La Biblia dice: «Nuestro Dios es fuego consumidor» (Hebreos 12:29), y en repetidas ocasiones compara su Espíritu con un fuego o con llamas de fuego. (Ver Hechos 2:3,4; Apocalipsis 4:5 y Mateo 3:11) ¡Así que, si quieres ser un entusiasta del Señor lleno de su fogosa inspiración y ungimiento, no tienes más que orar pidiéndole que te llene de poder con el poder de su Espíritu Santo! ¡Y lo hará! (Ver «El espíritu del Amor», página 281.) Alguien le preguntó en cierta ocasión a un gran hombre de Dios cuál era el secreto de su éxito, y éste le respondió: «¡Me lleno de fuego predicando y el mundo acude a verme arder!» ¡Pero si no tienes fuego, si tu cristianismo es algo frío, como bloques de hielo sin vida, sin calor ni ardor, nunca inspirarás a nadie a nada! El que no tiene fuego no puede calentar a los demás. Eso es lo que pasa con la mayoría de las iglesias en la actualidad: en lo que se refiere a lo material, lo tienen todo al parecer. ¡Pero han fracasado rotundamente, porque han perdido el Espíritu! ¡Les falta el ungimiento, el poder, auténtica emoción, carisma místico capaz de conmover! ¡Se les ha extinguido el fuego y están muertos! ¿De qué sirve la caldera de la calefacción cuando se apaga el fuego? ¡Queda fría y oscura y no sirve para nada. Tiene todo lo que necesita para funcionar; sólo le falta el fuego. En algunos países, si la caldera está apagada, fría y oscura, toda la casa está helada. Y, lamentablemente, eso es lo que ha sucedido con la mayoría de la iglesias. Sus pastores, predicadores, profetas y líderes han perdido el fuego, no tienen ninguna emoción, ni espíritu, ni ungimiento ni poder. ¡Como se ha apagado el fuego, toda la casa está helada, congelada y sin vida, en medio de formalismos que no tienen el Espíritu! ¡Brrrr! Es como la anécdota que contó en una ocasión el célebre evangelizador Billy Sunday: Un hombre conocido en su pueblo por ser ateo acudió corriendo a toda prisa a una iglesia que ardía, ávido de ayudar a los demás a apagar las llamas. Un vecino que lo vio, exclamó asombrado: «¡Esto es algo desconocido en usted! ¡Nunca le he visto ir a la iglesia!» Y el ateo le dijo: «¡Es que hasta ahora nunca había visto fuego en una iglesia!» ¡Ja! ¡Si estás lleno de fuego, el mundo acudirá a verte arder! ¡Pero si estás muerto, frío y sin vida, jamás atraerás a nadie a tu mensaje sobre el Señor y su Amor! ¡Si te falta entusiasmo, si no tienes fuego, da igual lo «bien» que sepas testificar o cuántos versículos de la Biblia sepas citar. ¡Si no tienes fuego, no será sino un montón de hielo frío y sin vida, una serie de datos sin calor ni ardor! Jamás le contagiarás a nadie tu fuego. Sólo conseguirás confundir y apagar a la gente. Reconozcámoslo: ¿cuál es nuestra misión como cristianos? ¡Testificar el Amor y la Verdad del Señor a los demás! ¡Y si quieres testificar en forma efectiva tienes que prenderte, dejar «brillar tu luz delante de los hombres!» (Mateo 5:16) ¡Tienes que estar vivo, poner todo tu corazón y entusiasmo si quieres mostrarles a los demás que lo que tú tienes con Jesús es mejor que lo que ellos tienen sin El! ¡Aunque sólo estés testificando a una persona, tienes un público, tienes que estar vivo y lleno de fuego, y será mejor que lo aproveches o no vas a causar mucha impresión! ¡La gente juzga al Señor por lo que ve y oye en tu forma de testificarle! Claro que testificar no es «actuar», hacer una actuación ni fingir. ¡Cuando testificas, estás representando y tratando de

mostrar la Verdad a los demás! ¡Pero si simplemente te pones a hablar de teología y perorar sobre la Biblia citando versículos como hacen muchos de la iglesia —bla, bla, bla como si fueran palabras sin sentido o un poemita aprendido en la escuela— de esa manera jamás ganarás a nadie! ¡Mientras que si haces todo lo posible por infundirle emoción, efecto, dinamismo, fuego y convicción a lo que dices para que realmente sea efectivo, obtendrás resultados! ¡Las palabras de los escribas y fariseos eran muy cultas, pero secas y muertas y sólo eran causa de muerte! ¿Por qué? Porque únicamente decían lo que les salía de la cabeza. ¡Pero Jesús hablaba lo que tenía en el corazón, lo que daba el Espíritu, y eso daba vida y conmovía a los oyentes, El no intentaba complacerles los oídos, sino que les llegaba al corazón! Decía: «¡Las Palabras que Yo os digo son Espíritu y son vida!» (Juan 6:63) ¡Ahí está la diferencia! ¡No puedes prender un fuego en el corazón de otro hasta que esté ardiendo en el tuyo! ¡Así que, por el amor de Dios y por el de los demás, pídele al Señor que te llene el corazón de fuego mediante el poder de Su Espíritu Santo, que te llene de Su Amor, el cual te apremiará a transmitir ferviente, sincera y ardorosamente ese Amor a los demás! William Booth, el valeroso testificador y ganador de almas que fundó el Ejército de Salvación, dijo: «¡Si no hago mi trabajo de salvar las almas de los hombres con brío y entusiasmo casi al punto de la locura, nadie se fijará en mí, y mucho menos creerá lo que digo ni sacará provecho eterno de ello!» ¡Sabía que el mundo había visto bastantes supuestos cristianos tibios, fríos y faltos de sinceridad, y que la única manera de inspirar y atraer a los demás a su mensaje sobre el Señor era mostrarles la Vida y la Luz de Dios llenándose de fuego y «haciendo brillar su luz»! Era evidente que el presidente Abraham Lincoln de los EE.UU. estaba hastiado de cristianos tibios cuando exclamó: «No me gustan los sermones cuidadosamente preparados. ¡Cuando oigo predicar a un hombre, me gusta verlo actuar como si estuviera defendiéndose de las abejas!» ¡Ja! ¡Claro que no sólo debemos ser entusiastas en nuestra predicación y cuando les ofrecemos el Evangelio a los demás, sino en todo lo que hacemos! «¡Todo lo que te venga a la mano para hacer, hazlo con todas tus fuerzas!» (Eclesiastés 9:10) ¡La Biblia nos dice que toda tarea que se nos presente la hagamos de todo corazón, como para el Señor y no para los hombres! (Efesios 6:5,6) ¡Cualquier cosa que hagas, hasta las tareas más humildes, la puedes hacer con alegría, lleno de vida y entusiasmo! Como dice un himno espiritual negro: «¡Todo lo que te venga, con ilusión lo has de hacer, con ese algo especial que te hará vencer! ¡Pelar papas, lavar ropa, limpiar al bebé, necesitas ese algo que te hará vencer!» ¡Si oras, recurres al Señor y le pides a El que te inspire, y haces las cosas como para El, El te dará esa chispa divina de ungimiento, que hará que toda tarea resulte maravillosa y le dará entusiasmo, atractivo, vida, belleza y alegría! ¡De modo que si quieres ser entusiasta, lo primero que tienes que hacer es orar pidiéndole al Señor que te llene y te inspire con Su Espíritu! ¡Y entonces tendrás que hacer tu parte después de orar y emprender tus tareas de todo corazón, tanto si te sientes inspirado como si no! ¡Los grandes compositores y artistas de la historia no siempre se sentaban a escribir música porque se sintieran inspirados, sino que recibían su inspiración mientras trabajaban. La historia demuestra que Beethoven, Bach, Mozart y otros emprendían la tarea que tenían entre manos con la misma regularidad con que un contable o un oficinista hace sus cuentas todos los días. No perdían el tiempo esperando que les llegara la inspiración, ¡pero cuando ponían manos a la obra, les venía la inspiración! ¡Se ha dicho que el triunfo se compone de un 10% de probar y un 90% de empujar! ¡O sea, que tú tienes que hacer tu parte! ¡Muchos cristianos se quedan cruzados de brazos esperando que Dios lo haga todo por ellos, pero generalmente el Señor nos exige a nosotros que obedezcamos y hagamos lo que sabemos que El quiere que hagamos primero, y entonces, El nos dará el ungimiento y la inspiración! Lo mismo que los leprosos que curó Jesús en la Biblia; antes de curarlos les ordenó que fueran a presentarse al sacerdote, ¡y dice la Biblia que mientras iban fueron limpiados! (Lucas 17:14) ¡Tuvieron que ir y dar el primer paso, y entonces Dios obró el milagro! De modo que aunque no siempre estés totalmente seguro de qué es lo que tienes que hacer o incluso de cómo lo tienes que hacer, ora, reconoce al Señor y haz luego lo mejor que puedas por obedecer lo que sí sabes que es su voluntad. ¡Ponte a hacer lo que crees que El quiere que hagas y El te guiará! ¡El barco tiene que estar en marcha primero para que pueda funcionar el timón! A veces es como representar un papel en el teatro. ¡Pero si sabes que Dios quiere que hagas una cosa o que seas de cierta manera, y «representas» ese papel con mucha emoción y

convicción, entonces el Señor te puede inspirar y puedes convertirte realmente en lo que estás representando, en esa creación de Dios! ¡Pero el primer paso tienes que darlo tú! ¿Eres tú entusiasta? Tu trabajo, testificación, forma de cantar o lo que sea, ¿tienen el poder y el fuego de Dios? ¡Si no, son obras muertas? ¡Y tampoco infundirán fuego a nadie! ¡Que Dios te ayude a tener el fogoso poder del Espíritu de Dios en todo lo que hagas! ¿Amén? ¡Entusiasmémonos con el fuego de Dios orando ferviente y fielmente, leyendo ávidamente su Palabra y dejando que su Verdad y su Espíritu nos inspiren, haciéndonos comprender las cosas tan grandes que Dios quiere hacer por medio de nosotros y con nosotros! ¡Y luego hagamos nuestra parte poniendo todo el corazón en cualquier tarea que podamos hacer por Jesús y por los demás! ¡Vamos! ¡Incendiemos el mundo con el fuego de Dios e iluminemos los corazones de los hombres en todas partes para que se arrepientan! «¡Esta pequeña luz, yo la haré brillar!» ¿Y tú? ¡Llénate de fuego hoy mismo por Dios! ¡Mañana podría ser tarde!

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