5 de diciembre de 1884 Llegamos primeros al incendio de la vinería «La Damajuana tricolor» gracias a nuestros caballos «Don Guillo» y «Cucho» y nos cupo el honor de ser los únicos extinguidores del incendio. El mismo día se produjo una explosión de pólvora en casa de don Arturo Villarroel en Bascuñán Guerrero N° 23. Murieron 3 mujeres y un niño quedó herido. Se dió la alarma pero la explosión no causó incendio. Arístides Pinto Tte. 1° (El dueño de casa donde se produjo la explosión fue llamado el General Dinamita en la Guerra del 79 por su valor y pericia para desconectar las minas y explosivos peruanos). «CORCELES EN GRAN CARRERA». Extracto del Libro Diario de Oficiales - Dgo. 20 dic. 1885) «A las 12 ¼ P.M. salimos del Cuartel en dirección a la Plaza de Armas punto de reunión para concurrir a un ejercicio extraordinario i combinado de todo el Cuerpo que debía tener lugar en la Quinta Normal. Después de algunas evoluciones en el centro, el desfile partió por la calle Catedral. Abría la marcha la banda del batallón Buin 1º de Línea, seguían las autoridades, la 1ª y 2ª la banda de Artillería 3ª y 4ª, banda del batallón Cívico N°1, la 5ª y la 6ª banda de policía, 7ª y 8ª, alrededor de la laguna de la Quinta se principió un ejercicio simultáneo, poniendo cada Compañía 4 pitones i entrando con jemelos a la isla del centro mientras en la Alameda de los Cipreses i al costado de la laguna nueva se preparaba una combinación de escalas y mangueras. Habíamos trabajado más de dos horas cuando recibimos orden de desarmar con autorización de una hora de descanso («un lunch» nos esperaba en el restaurante), estábamos recogiendo el material cuando se avisó incendio en el centro de la ciudad. Fué una frenética carrera en que participó el Cuerpo con todo su material. La Quinta tomó por la Alameda de Matucana, Agustinas, Miraflores y llegó hasta el incendio que era en la calle Santo Domingo. Ardían las casas de la señora Barra de Larraín, de la familia Pinto Agüero, de los Prieto Walthom, y otras. La bomba eligió el lugar más adecuado pero el gallo con las mangueras tardó en llegar porque el caballo se gastó a mitad de camino y hubo que ayudarlo con el carro del carbón. Cuando llegó el gallo pudimos armar el otro costado y defender las casas vecinas que ya humeaban. La bomba dió agua desde las 4 ½ P.M. hora en que llegamos, hasta las 11 P.M. en que nos retiramos después de un trabajo abrumador. Una manguera que le prestamos a la 4ª quedó aplastada hasta el día siguiente. Los voluntarios de la 5ª después de un largo ejercicio i haber tenido que hacer a escape una jornada de más de una legua, trabajaron con tal entusiasmo i decisión que quedará el recuerdo de que esta vez como siempre se han sabido portar «como quintinos». Los maquinistas no merecen menos aplausos que los voluntarios del gallo, ellos también llevan «leva verde» i esa es suficiente recomendación. W. Silva Palma Teniente 1° Don Ismael Valdés Vergara dice en su historia que esta jornada fue una de las más duras que ha tenido el Cuerpo. El Oficial de Guardia celebra también el trabajo de sus compañeros en los incendios de la casa de prendas «La Bola de oro», en el Convento de las Monjas Agustinas y en otros, pero se queja de su puntualidad eximiendo de su amonestación sólo a los señores Carlos Rogers, José Pedro Alessandri, Carlos Matta, Nicolás Montt, Juan Infante y a los dos hermanos Vila. Anota que «el Capitán perdió su farol en el Convento de las monjas: hoi procederá a buscarlo».
EL COLERA A fines de 1886 aparece a esta lado de Los Andes, en la localidad de Santa María, la mortal epidemia del cólera que había azotado a la Argentina causando miles de muertos. El pánico se apoderó de las poblaciones y los que pudieron emprendieron largos viajes de huída. El miedo, que se propagó más rápido que el contagio de la peste, provocó, según Ismael Valdés Vergara, el mismo efecto que un naufragio. Todos pensaron en sí mismos y muy pocos en los demás. En los dias más críticos, en los primeros momentos del espanto y de la consternación, el Cuerpo de Bomberos se ofrece al Presidente Balmaceda. Este acepta los servicios ofrecidos y nombra al Superintendente don José Francisco Vergara miembro de la comisión a la que el Supremo Gobierno encargó la dirección del servicio sanitario. Cuando el cólera llegó a Santiago y flageló los barrios más pobres de la ciudad, exterminando familias enteras, se veían los uniformes de los bomberos en los lugares de más peligro. El Cuerpo estableció una guardia permanente en los depósitos de agua potable. Condujo los enfermos a los lazaretos. Ayudó a la policía haciendo guardias nocturnas desde los sábados hasta los lunes en los extramuros de la ciudad para impedir el acceso del pueblo a las tabernas, pues se creía que la ebriedad facilitaba el contagio. Este fue el trabajo bomberil más incomprendido por los coléricos. Se transformaron las «golondrinas» en ambulancias, pero cuando estuvieron listos estos carruajes y sus caballos y arreos, no se encontró a nadie que sirviera de cochero a pesar de los buenos sueldos ofrecidos. Los Bomberos ocuparon los pescantes hasta que volvió la confianza a los conductores habituales. Durante los cuatro meses que el cólera asiático azotó a Santiago, la Quinta Compañía tomó a su cargo el barrio del Matadero. Los Comandantes del Cuerpo señores Emiliano Llona y Alberto Berton informan finalmente al Superintendente sobre la labor realizada: ochenta y tres veces se solicitó al cuartel General trasnsportar enfermos a los lazaretos, buscar médicos y medicinas, etc. El informe dice que «desde el 15 de enero de 1887 hasta hoy no se ha bebido sino agua cocida y se ha quemado constantemente azufre en el patio interior y en el de las cocinas. El gasto de estas medidas suma $70. Se recomienda al Superintendente la actuación del Cuartelero General Nicanor Castro y los Comandantes expresan que «no hacemos mención de los importantes trabajos especiales organizados por los voluntarios de la Quinta compañía, dando una función para reunir fondos para las víctimas de la epidemia y otra para solaz y entretenimiento de los habitantes del 4° Cuartel donde hacían guardia de policía, por haber sido servicios que no se rozaban con esta Comandancia». Para prestar estos servicios tan diferentes al trabajo de incendios los quintinos tuvieron que vencer su natural repulsión a la enfermedad y a la muerte. Sus sentimientos seguramente eran los mismos que estampó años antes el oficial de Guardia en el Libro de Novedades cuando falleció el voluntario don Alberto Montt víctima de otra epidemia. Dice el Teniente 2° Godofredo Holzapfel:» Toda la Compañía asistió al cortejo fúnebre. Todos iban tristes y conmovidos: ya por la tan sensible pérdida de nuestro malogrado compañero; ya porque esta terrible enfermedad que nos ha llevado a nuestro amigo, nos puede conducir el día menos pensado al mismo lugar». La función de beneficio a la que alude el informe de la Comandancia, que organizó la Quinta en el Teatro Municipal con la colaboración de un grupo de damas, produjo $ 1.229,70, suma que indica el gran éxito obtenido. La Compañía acordó distribuir esos fondos de la siguiente manera: Cuatrocientos pesos a la señora Enriqueta Pinto de Bulnes para las viudas y huérfanos de San Felipe. Cuatrocientos pesos a la señora Rosa Aldunate de Waugh para la Olla del Pobre de Santiago, y cuatrocientos veintinueve pesos setenta centavos al Intendente de Santiago para las víctimas de la epidemia. Se acordó enviar notas de agradecimiento a los señores Watters y Laurence que fueron las dos personas que más ayuda prestaron en la organización de la fiesta, y a las señoritas que colaboraron se acordó agradecerles sus servicios en forma personal.
El secretario de la Quinta, don Nicolás Montt, dice en la Memoria Anual de 1887 que los cuatrocientos pesos que se entregaron a doña Rosa Aldunate fueron el fondo primitivo con que se formó la Olla del Pobre en Santiago. Agrega el señor Montt que habiéndole correspondido a la Quinta el barrio del Matadero en las guardias de la ciudad pensó que lo más práctico era reunir a la numerosa población de aquel barrio proporcionándole entretenimientos cultos y educativos que le alejaran la idea de entregarse a sus excesos habituales. Al efecto se preparó un variado espectáculo en el mismo matadero al cual concurrieron millares de personas del pueblo, reinando a pesar de esta enorme aglomeración de gente el orden más completo, y obteniéndose resultados moralizadores. Los gastos de esta fiesta, bastante crecidos, se sufragaron con erogaciones particulares de los voluntarios. La prensa publicó la siguiente descripción de la función popular que organizó la Quinta en el matadero el 6 de marzo de 1887: «De agradables recuerdos será siempre para los vecinos del matadero que en número superior a ocho mil personas asistieron a la fiesta ofrecida por la 5ª compañía de Bomberos. El local elegido fue una parte de la extensa calle de la elaboración de corderos, que abarcaba un espacio de más de ciento cincuenta metros, adornado con gallardetes. En el estremo poniente de dicha calle se improvisó un proscenio engalanado con telas de los más vivos colores y una bandera con el número cinco flameaba a gran altura. Desde antes de las 3 P.M. la concurrencia comenzó a invadir el local de la fiesta, que a las 4 de la tarde se hizo estrecho para contenerlo pues muchos, para observar todavía mejor los espectáculos, se instalaron en los tejados. A la hora anunciada en el programa se dió comienzo a la fiesta con la Canción Nacional tocada por las bandas de Granaderos a Caballo y de Batallón Buín 1° de Línea. La conclusión del himno patrio, fue recibida como siempre, con vivas y hurras que atronaron los aires, confundiéndose con las detonaciones de los voladores que se lanzaron en gran cantidad. La alegría se hizo general en hombres i niños cuando el pirotécnico señor Hijinio Morales elevó un hermoso globo, de cuya red pendía un canastillo que mediante una mecha que fue encendiéndose poco a poco, se abrió a cierta altura esparciendo papeles de colores, que contenían impresas saludables advertencias para combatir el flajelo del cólera i consejos relativos a la hijiene personal. Con estos preliminares de la función, la concurrencia fue en aumento, habiendo momentos en que la fuerza de Artillería de Granaderos y policía, no era suficiente para contener a la jente porque todos a porfía trataban de tomar un buen lugar, pero luego se calmaron los ánimos, merced a los esfuerzos de los Bomberos de la 5ª Compañía, de los administradores del matadero y atentas maneras de la tropa de línea. Acto continuo levantaron el telón del improvisado teatro y en el proscenio aparecieron todos los miembros de la 5ª y uno de ellos dio una conferencia sobre las reglas que cada uno debía adoptar para precaverse del cólera usando un lenguaje más sencillo. Vino en seguida una divertida pantomima que podría titularse «los gigantes», mui bien desempeñada por dos voluntarios de la 5ª que hizo reir bastante por lo característico del traje y las máscaras. Terminó esta primera parte de la función con la escena del Inglés enano «Mister Poco Tiempo in Chile», salpicada de chistes y ejecutada con suma gracia por el voluntario señor Luis Zegers, que mantuvo a la concurrencia en una constante hilaridad. Así mismo fueron mui celebrados los títeres, pero cuando la alegría se hizo más espansiva y franca fue al comenzar los cantos y bailes populares y sobre todo al presentarse el minero Feliciano, que esta vez se esmeró en lucir su ajilidad tanto en la zamacueca y la paloma, como en otros ba iles de chicotes. Se elevó un segundo globo, se quemaron algunas piezas de fuegos artificiales y voladores y minutos antes de las 7 terminó la función con el himno de Yungai, tocado por las dos bandas de música ya mencionadas que abrieron la marcha hasta la calle Franklin, en donde los voluntarios de la 5ª Compañía de Bomberos despidieron a la concurrencia, retirándose todos en el mayor orden. Tal ha sido en resumen la fiesta de la 5ª Compañía de Bomberos. En el mismo local del Matadero tuvo lugar en la noche una comida para los organizadores de la fiesta, en la que reinó toda confianza y se pronunciaron entusiastas brindis».
Del album de los recuerdos copiamos este programa que contrasta con el anterior, a pesar de que los actores fueron los mismos: FUNCION ORGANIZADA POR LA 5ª CIA. DE BOMBEROS, EN EL TEATRO MUNICIPAL A BENEFICIO DE LAS VICTIMAS DEL COLERA PROGRAMA Primera Parte 1°- Gran obertura de Juana de Arco, por la orquesta de jóvenes aficionados. 2°- Le lac, de Niedermeyer, cantado por la Srta. Elena Sánchez. 3°-Variaciones sobre un Aire Ruso, para violoncello, ejecutado por el voluntario Enrique Benoist Benedetti con acompañamiento de piano. 4°- Yo vivo et ´amo, duo de campaña, cantado por la Srta. Clara Swinburn y el Sr. Ried. 5°- L´Alba, barcarola de Rotoli, cantada por la Srta. Rosa Rojas. 6°- Der Freyschustz, de Weber, gran obertura a dos pianos, ejecutada por la Srta. Cesárea Reyes y el Sr. Enrique Arnoldson. 7°- Ritorna Vincitor, aria de Aída, cantada por la Srta. Nieves Fernández. 8°- Obertura de la Muda de Portici, ejecutada a dos pianos por cuatro profesores. Segunda Parte 1°- Marcha de Bocaccio, por la orquesta de jóvenes quintinos. 2°- El juguete cómico: «La Hoja de Parra» Del poeta español don Manuel Carrión, ejecutada por seis voluntarios de la 5ª Compañía. REPARTO Doña Concepción Evarista Mister Fox Julio y dos Chulos Tercera Parte Obertura de la orquesta. Cosas de negros o los Christie Minstrals de la 5ª Compañía. 1.- The Comptown Races 2.- Home sweet Home 3.- The Midshipmite 4.- Upidee, Upide 5.- The blue Alsacian Mountains 6.- Zamacueca 7.- The golden shippers. La crítica teatral sobre este acto fue muy alentadora: se anota que la parte más ingeniosa y espiritual del programa fueron «las cómicas escenas de los Christie Minstrals, bajo la dirección del señor Gustavo Ried». «Todo había sido ideado con particular ingenio. La escena del Minstrals preso por un policía en un palco de primer orden para ser llevado al proscenio, fue de un feliz y sorprendente efecto. La concurrencia contribuyó involuntariamente con su sorpresa a dar realce a esa cómica escena. Las canciones y coros de los negros, así como sus actitudes, mantuvieron a los espectadores en una franca y constante hilaridad». «Fiestas de este género serán recordadas siempre con particular agrado. La Quinta Compañía de Bomberos ha tenido una feliz iniciativa y cuenta en su seno con distinguidos aficionados al arte musical». Otro diario publica que «los inteligentes aficionados hicieron reir mucho al público con la representación de la graciosísima petipieza «La Hoja de Parra» de Manuel Carrión. El señor Ismael Valdés desempeñaba el papel de don Julio, de Mr. Fox hacía don Guillermo Swinburn, de doña Concepción, el señor Roberto Alonso, de Evarista don Cirilo Vila. Los otros papeles fueron desempeñados por los señores Green i Zegers».
MUERTOS EN ACTOS DEL SERVICIO - 1887 A la lista que abrió con su muerte Germán Tenderini en 1870 y siguió Adolfo Ossa en 1876, se agregan el 19 de marzo de 1887 dos voluntarios de la Tercera Compañía. Estos dos, hombres jóvenes y trabajadores, sostén de sus familias, fueron Luis Johnson y Rafael Ramírez, que fallecieron a causa de las heridas recibidas en el incendio ocurrido dos días antes en la calle San Miguel N° 11 (hoy calle Fontecilla esq. Alameda). El ayudante de la Quinta Samuel Rodríguez Cerda, anota que en ese incendio la Compañía dió agua durante dos horas y regresó al Cuartel a las 4 P.M. Que asistieron 23 voluntarios y que al final del incendio hubo que lamentar un accidente en que tres compañeros de la Tercera quedaron muy mal heridos por un derrumbe siendo atendidos ahí mismo por el cirujano de la 5ª Dr. Torres. Dos días después el mismo oficial de guardia estampa su sincero dolor y condolencia al señalar que de los tres heridos sólo sobrevive uno. Fueron sepultados el 20 de marzo y a sus solemnes funerales concurrió todo el Cuerpo. En el Cementerio despidieron sus restos don Julio Bañados Espinoza y nuestro Director don Benjamín Dávila Larraín. Posteriormente el Director Sr. Dávila planteó en el seno del Directorio la necesidad de ir en ayuda de las familias de los mártires y en el acta de la sesión de la 5ª Cía. encontramos sus palabras agradeciendo el concurso que con este fin le prestaron los quintinos. El Sr. Dávila deja constancia que a la participación de ellos se debió en gran parte el éxito de la benéfica obra. El quinto mártir del Cuerpo de Bomberos de Santiago fue el francés Arturo Glaziou quien llegó a Chile en 1890 y se incorporó a la Cuarta Compañía, la Pompe France. Era un hombre osado y generoso, condecorado por acción distinguida por la Societé de Canotiers de Burdeos y también por el gobierno francés en reconocimento de sus valientes campañas en el continente africano. Glaziou no alcanzó a tener en Santiago más amigos que sus compañeros de bomba porque muy poco tiempo después de su ingreso a la Cuarta cayó de una alta escala, destrozándose el cráneo y pereciendo instantáneamente. Esto sucedió en el incendio de los almacenes Muzard, Estado esq. de Moneda, el 16 de enero de 1892. Nuestro ayudante Alberto Acuña relata esta desgracia y el incendio llenando varias páginas del Libro de Guardia. Dice que a la 1 A.M. principió un violentísimo incendio en los Almacenes Muzard. Que la Quinta fue la primera en llegar y se encontró con que las llamas amenazaban ya la casa de tres pisos situada al frente, que habitaba don Patricio Larraín Gandarillas y que las colindantes a los almacenes, habitadas por los señores Munita e Infante principiaban a arder. Las llamas, agrega, «formaban arco y producían un calor tan sofocante que impedían la pasada por la calle Moneda. Sin embargo por ese túnel de fuego se logró armar dos pitones de 3/4 cortando el incendio por el lado oeste de la casa del Sr. Larraín. Otro pitón se situó en el techo de la casa al lado oeste de los almacenes, donde se contuvo el fuego junto con los pitoneros de la Segunda. Subieron por la escalera más grande de la Octava Compañía que la colocó ahí «con la presteza que la caracteriza». «Mientras tanto en la calle Estado el fuego amenazaba la casa del Sr. Casanueva. Por ahí armó la Cuarta y cuando el incendio estaba dominado, después de muchas horas de trabajo, se vio aparecer a uno de ellos que bajaba por la escalera. A la altura del segundo piso perdió el equilibrio y cayó de cabeza a la calle. Fue don Arturo Glaziou quién murió entre sus compañeros a los pocos instantes. Pasado el peligro, regresaron al Cuartel a las 11 ½ A.M. Al funeral vino una delegación de voluntarios de la Tercera Cía. de Valparaíso formada por Roberto Délano, Ricardo Wessel, David Luco y Andrés Ivol. El Sr. Comandante les ordenó formar con las otras delegaciones de Valparaíso pero de regreso al Cuartel los autorizó a formar con la Quinta». La experiencia recogida en los incendios de los primeros años aconsejó, por seguridad de los voluntarios, usar cascos más sólidos y resistentes. Los primitivos eran muy pesados y quebradizos. El fundador Guillermo Swinburn regaló a sus compañeros 50 cascos de moderna fabricación y el secretario don Ignacio Santa María anota que «el obsequio fue aceptado en medio de aplausos i hurras», tomándose el siguiente acuerdo: «La compañía acepta los cascos que ha puesto a su disposición el Sr. Swinburn, los que tendrán de color bronce el extremo superior de la cresta i al frente el número cinco de bronce».
Lo que publicó «El Ferrocarril» respecto al incendio del 8 de mayo de 1877 refleja una situación que se repitió muchas veces, afortunadamente sin consecuencias fatales para la Quinta durante el siglo pasado: «Los Bomberos de la 3ª i de la 5ª que estaban dentro de la casa del señor Salcedo corrieron el serio peligro de ser todos aplastados. En efecto, uno de los tabiques del segundo piso de la casa incendiada se desplomó de improviso i fué a caer en el patio tomándolo por completo. Si los Bomberos no escapan tan lijero habrían quedado sepultados bajo aquel enorme peso de ladrillos i de maderos encendidos. Tenían en ese instante el pitón de la 5ª los voluntarios Vicente Rogers e Ismael Valdés i cuando se acercaba el Capitán Gustavo Ried para hacerlos retirar, se desplomó el tabique salvando los tres por milagro. El pitón quedó completamente achatado. No menos i tal vez igual peligro corrieron los voluntarios Ignacio Santa María , Alberto Bravo i Teniente 2º cuando subidos a la muralla se mantenían apagando los escombros i cayó otra de las murallas en su misma dirección». EL CANJE DE SERVICIOS - 1889 En 1889 la Bomba «Cousiño y Agustín Edwards» comunica a la «Arturo Prat» que, en sesión del 25 de Febrero de ese año, acordó por unanimidad que «todo miembro perteneciente a la Quinta de Santiago y que se encuentre de paso en Valparaíso, gozará de todas las prerrogativas que concede nuestro Reglamento». Se oficializaba así la gran amistad que unía a los miembros de ambas Compañías desde los primeros años de nuestra fundación. Pero la situación planteada no tenía precedentes en la Institución y apresuradamente se hizo la consulta al Directorio del Cuerpo de Bomberos de Santiago. La respuesta del máximo organismo bomberil se leyó en la sesión que la Quinta celebró el 13 de abril de 1889 y en ella el Directorio aceptaba «las concesiones recíprocas que se otorguen las diversas Compañías de Bomberos de la República». En la misma sesión se acordó que los miembros de la Tercera de Valparaíso gocen de los derechos y prerrogativas que el Reglamento acuerda a los de la Quinta, siempre que asistan a los actos del servicio activo. Estos actos son aquellos en que se use el uniforme. Los oficiales a quienes correspondió establecer ese primer tratado de amistad y de trabajo recíprocos fueron los siguientes: Valparaíso
Santiago
Don Roberto Pretot Freire Carlos García Ledezma Ricardo Escobar Cerda Manuel Luco Roberto F. Délano Jorge E. Garland Sixto Antonio Riofrío Enrique del Río Don Benjamín Dávila Larraín Ignacio Santa María Arístides Pinto Concha Alfredo Campbell Vicuña Ricardo Reyes Solar Victor Körner Andwanter Alfredo Infante Costa Samuel Ossa Borne
Director Capitán Secretario Teniente 1º Teniente 2º Teniente 3º Teniente 4º Ayudante Director Capitán Teniente 1º Teniente 2º Secretario Tesorero Maquinista Ayudante
En 1889, año del Canje, la Quinta cumplía 16 años y su hermana la Tercera 36 años. La Tercera tenía en sus filas 95 voluntarios y 71 auxiliares. La Quinta tenía solamente 52 voluntarios. Ese año el personal de la Tercera debió asistir a 44 llamados y el de la Quinta concurrió a 28 incendios, 8 alarmas, 7 ejercicios y 14 academias. En ambas ciudades sirvieron reciprocamente los voluntarios de canje.
Los quintinos fueron invitados a la inauguración del nuevo Cuartel de la Compañía hermana, edificio considerado como el mejor Cuartel de Bomberos del país y cuyo mobiliario de refinado gusto fue costeado por las cuantiosas donaciones de sus voluntarios. La nómina, por antigüedad, de los voluntarios de la Tercera, era en el año de 1889 la siguiente: Fundadores Señores: Daniel Carson Antonio Barrena Exequiel Vargas Angel R. González Honorarios Señores: Pedro González M. Salustio Beeche Valentín Navarro Alfredo Cox Federico Navarro Julio Saavedra Santiago Ross José A. Verdugo Elías Riofrío José Luis Salvatici Guillermo C.Wicks Santiago Crichton Manuel de T.Pinto Guillermo Garnham Sótero A.Rojas Luis E. Pradel Dámaso Toro Julio Aguayo Alberto Riofrío Isidro L.Garcia Carlos 2ºLorca Jorge B. Lebert Gustavo Ducasse Roberto Pretot Marcos A. Delpiano Lorenzo Titus Daniel Bianchi Agustín R.Edwards Carlos García Ricardo M. de Ferrari Remberto Vega Antonio Asenjo Enrique García Manuel Luco Dr. Guillermo Middleton Marcial Zegers Activos:
Rafael Guarda Eduardo Lorca Dgo. E. De Sarratea Juan E. Clark Zenón Urbistondo Juan G. Saerle Juan B. Otazo
Activos:
Exequiel González Ramón Ramírez Manuel de Sarratea Carlos Rodríguez Lincoln Luco Jorge 2° Kaitel Agustín 2º Solari Francisco Parodi Jorge 2º Garland Numa Marlet Joaquín Babra Emilio Martínez Dr. N. Martínez Agustín A. Pacheco Aquiles G. Court Blas Vergara Eduardo Vergara Florencio Pellicer Luis Verdugo Roberto F. Délano Carlos Moris Alberto Jeanneret Santiago Campbell Santiago Simms José Luis Castro Julio Blest Carlos J. Martín Enrique Schults Ramón Valdivia Jorge Lorca Manuel Benítez Florencio Chacón Carlos Van Buren Enrique Fisher Sisto A. Riofrío Arístides Almeida Carlos E. Burton Roberto Barroilhet Carlos E. Wessel Julio Acuña Juan Stuven Ricardo Wessel Luis E. Rodríguez Federico Ross Alejandro C. Chapman J. Guillermo Kerr Angel Guarello Eduardo Frías
Sin poder referirme en particular a todos estos amigos que ganó la Quinta al establecer el Canje de Servicios, destacaré solamente que el más antiguo de los honorarios, don Pedro González Miranda, Director y Capitán de la Tercera, aportó a ella un numeroso contingente familiar que la sirvió lealmente a través de los años y que uno de sus hijos, don Héctor González Otaequi, ha dado a la Quinta a cinco de sus descendientes, entre ellos los Capitanes Mario y Alvaro Gonzáles Bazán. La Tercera compañía de Bomberos de Valparaíso fue fundada el 13 de octubre de 1854 en el barrio del Almendral. Don Matías Cousiño importó de Norte América y donó la primera bomba a palanca con que trabajó la entonces llamada la Bomba del Almendral. Su hijo don Luis Cousiño Squella fue el primer Director y el señor Edmundo W. Sartori fue el primer Capitán. La juventud del Director, veinte años, causó el alejamiento de algunos fundadores que manifestaron no querer ser dirigidos por un imberbe; sin embargo su buen tino y el entusiasmo del Capitán llevaron a la Tercera a un alto nivel de eficiencia. La compañia se denominó « Cousiño y Cachapoal» y adquirió en 1869 una potente bomba a vapor Merryweather que era capaz de arrojar mil galones de agua por minuto a una altura de doscientos pies, y más de mil quinientos pies de mangueras. Otros grandes benefactores tuvo la Tercera en los señores Agustin Edwards Ossandón y Agustín R. Edwards Ross: a este último debió la bomba que fue apodada como la «vieja Cucha» para distinguirla de la «nueva Cucha», ambas magníficas máquinas a vapor fabricadas por America Fire Engine Co. Desde 1879 la Compañía se llamó como hasta ahora:»Cousiño y Agustín Edwards». Su lema, adoptado al fundarse la Compañía, es «Uno para todos y todos para uno». En 1914 recibió de su generoso voluntario, don Carlos Van Buren, una bomba automóvil fabricada en Alemania por la Benz. En 1927 el mismo voluntario le regaló otra nueva de la misma marca. La Tercera de Valparaíso soportó terribles persecusiones durante la Revolución de 1859. Su Director era entonces don Angel Custodio Gallo Goyenechea, hermano de don Pedro León Gallo, Jefe de la revolución. Fue tomado preso junto al Capitán y al Teniente. El Secretario huyó al Perú. En el Libro de Guardia se anota lo siguiente el día 3 de Febrero de 1859: «Tenemos que lamentar la desgracia de la pérdida de uno de los miembros de la Compañía que ha sido extraído hoy de la Casa del Cónsul Americano. También hay otros que están ocultos, de los cuales ya no tenemos esperanza alguna, para que nos acompañen en nuestros trabajos y fatigas. Que la felicidad y buena estrella los acompañen por doquiera que se encuentren». En plena revolución murió el voluntario don Domingo Espiñeira y las autoridades de Gobierno no permitieron a la Tercera reunirse a enterrar a su compañero. Los funerales se efectuaron ocultamente de noche y los acompañantes se vieron obligados a alumbrarse el camino con chonchones. De aquí nació la costumbre tan típica de Valparaíso y que aún mantiene, de enterrar a los bomberos de noche, alumbrando el camino al cementerio con antorchas. Durante el bombardeo de Valparaíso por la escuadra española la Tercera tuvo destacada actuación. Un párrafo del Libro de Guardia dice «... por consiguiente, las tres horas del bombardeo toda la gente se mantuvo en el Cuartel, observando un orden y disciplina admirables, a pesar de la píldoras que nos mandó don Casto, a saber: una de 68, una de 32 y una granada que felizmente no dañaron más que las paredes». Cuando en 1863 lo fundadores del Cuerpo de Bomberos de Santiago pensaron crear una sola Compañía acordaron imponer a ésta, provisoriamente, el mismo Reglamento de la Tercera Compañía de Valparaíso, idea que se descartó al reunirse personal suficiente para crear un Cuerpo de varias compañías y adoptándose, en consecuencia, el Reglamento General del Cuerpo de bomberos del puerto. Este hecho revela el prestigio de que gozaba ya en 1863 la Compañía que en 1889 brindó su amistad a la Quinta de Santiago y abrió a los jóvenes quintinos las puertas de la hermosa Perla del Pacífico.
LA REVOLUCION DEL 91 Y LA QUINTA Antecedentes En 1891 el floreciente territorio nacional fue partido por una profunda grieta. Repentimente los chilenos quedaron separados por el barranco que los dividió. Nadie pudo quedarse al medio, permanecer neutral o ser árbitro de la contienda. La guerra civil había comenzado y hubo que definirse. Los quintinos se sumaron a la oposición al gobierno cuando éste se convirtió en dictadura, pero habían sido adictos a Balmaceda en los primeros años de su gobierno. Recordemos solamente que el presidente Santa María fue siempre el gran amigo de la Quinta; aquí servían sus hijos y sobrinos, durante su período una docena de quintinos llegó al Parlamento. Fue Santa María quien apoyó a Balmaceda y logró que obtuviera 324 votos de electores de Presidente sobre un total de 330. Las causas y origen de la sangrienta contienda han sido y siguen siendo interpretadas y enfocadas de muy diferentes maneras. Nos limitaremos a ver las consecuencias que ella tuvo para el trabajo bomberil y la actuación de la Bomba Arturo Prat en esos difíciles días. En 1891 ingresaron a la Quinta quince voluntarios, tres de ellos antes de las batallas decisivas y doce cuando aún se celebraba el triunfo. 174 175 176 177 178 179 180 181 182 183 184 185 186 187 188
Elías de la Cruz Labarca Isidoro Huneeus H. Carlos García Cross José Fabres Pinto Alberto Sánchez Urmeneta Guillermo Yungue G. Santiago Mac Lean Alvaro Ovalle D Gonzalo Lamas García Carlos Gana G Alfredo Jhonson G Santiago García Huidobro Luis Montes Valdés Juan E. Ortúzar Ossa Ramón Olavarrieta Vidal
19 julio 1891 19 julio 1891 19 julio 1891 08 Diciembre 1891 08 Diciembre 1891 08 Diciembre 1891 08 Diciembre 1891 08 Diciembre 1891 08 Diciembre 1891 08 Diciembre 1891 08 Diciembre 1891 08 Diciembre 1891 08 Diciembre 1891 08 Diciembre 1891 08 Diciembre 1891
Ellos fueron los novatos o «chupes» que trabajaron en ese año trágico en que como dijo el secretario Carlos Olavarrieta en su Memoria Anual, se pretendió humillar al Cuerpo de Bomberos y la guerra, la cárcel y la persecución dejaron a muy pocos para formar la guardia alrededor del estandarte de la Quinta. Hubo ese año 30 incendios, la mayoría enormes. El personal debió acudir también a 5 alarmas, 7 ejercicios, 11 academias, 8 reuniones y 10 funerales, sin contar las Junta de Oficiales y trabajos rutinarios. Desarrollo del conflicto Al producirse el rompimiento entre el Presidente y el Congreso, se embarcan en la escuadra sublevada los representantes de ambas ramas del Congreso: Ramón Barros Luco por la Cámara de Diputados y Waldo Silva Palma por el Senado. El Gobierno ordena apresar a los parlamentarios y se reprime duramente toda oposición. Enrique Valdés Vergara es nombrado Secretario General de la Escuadra y se embarca en el Blanco. La Quinta compañía de Bomberos había elegido como Director para el año 1891 a don Ismael Valdés Vergara y como Capitán a Arístides Pinto Concha. La primera sesión que celebró la compañía en 1891 debió presidirla el Teniente don Eduardo Fernández Julio por ausencia del Capitán, quien se habia ido al norte y del Director buscado por la policía al suponérsele en conocimiento del plan subversivo de su hermano el Secretario de la Escuadra. En esta sesión, de fecha 9 de enero, se lee una carta del Director manifestando que no puede asistir a la reunión por que «le ha cabido la honra de ser perseguido por Balmaceda» a quien llama entre otros calificativos «Tirano de la Moneda».
La sala acuerda eximirlo a él y a cualquier otro voluntario perseguido o apresado por la Dictadura de las obligaciones que tengan para con la Compañía. En la misma sesión un grupo de veinte voluntarios pide la separación de Teodoro Bravo Cevallos, impetuoso partidario del gobierno, pero el Teniente 1º que actúa de Director accidental, expresa que la Compañía no puede juzgar el caso y que será la Junta de Disciplina la que resuelva. El Fundador don José Alberto Bravo avisa que el gobernador de Buin le ha secuestrado los caballos de la Quinta que tenía a talaje en su fundo y que gestionará su devolución. La Compañía acuerda guardar estos caballos en la Quinta Normal de Agricultura si es que puede rescatarlos. Se acuerda facilitar el cuartel a los voluntarios y a sus amigos para reunirse, ya que han sido clausurados todos los clubes. El trabajo de incendios se hizo más pesado porque el gobierno prohibió tocar la campana del Cuartel General, temiendo producir alarma en la población y porque se había dicho, con o sin fundamento, que la «Paila» anunciaría la rebelión de la ciudad. También se cortó el servicio telefónico del que algunos bomberos disponían. Esta prohibición hacía que los bomberos se encontraran con inmensas hogueras a su tardía llegada a los incendios. Protestaron firmemente pidiendo la derogación de la medidia. El 27 de enero se declaró un incendio pequeño en la Moneda y la Guardia de Palacio corrió al Cuartel de la Quinta a dar aviso. En esta ocasión la protesta fue de hecho y leemos en el Libro de Guardia la anotación del Teniente 2° don Rafael Prado «Anoche a las 10 ¼ se declaró un amago de incendio en la Moneda. La fuerza de policía quiso sacar la bomba pero no fue entregada por no haberse tocado la campana de incendio». Sin embargo, los bomberos continuaron saliendo a incendios con campana o sin ella: así lo demuestran las anotaciones de los días siguientes que corresponden a siniestros ocurridos en la calle del Bretón, en la calle Dávila, de la Cañadilla, en Moneda y Cienfuegos, en la Casa de la Pólvora al norte del Cerro Blanco, en la calle Puente, de la Maestranza , Monjitas, Mercado Central, etc. En todas las descripciones se nota mayor trabajo y menor número de asistentes. Esta situación hizo crisis en el incendio del 4 de junio, derogándose la prohibición de tocar la «Paila» al día siguiente. En la descripción de ese incendio dice el Oficial de Guardia que la asistencia del personal ha sido regular por encontrarse muchos voluntarios «de vacaciones». «A las 2 ¼ A.M. se declaró el incendio en el edificio de la Unión Central y la bomba se colocó en la 1ª acequia de la calle Ahumada, atacando el fuego con dos pitones de 3/4, uno por la calle Ahumada y otro por la de Moneda. El fuego no permitió a nuestros voluntarios permanecer en la calle Ahumada, retirándonos a Moneda para defender la imprenta del Independiente y el Orfeón Francés». «A pesar de nuestros esfuerzos el fuego nos derrotó de los tejados del Independiente obligándonos a tocar retirada en dirección al edificio de los señores Bravo. Atacamos el incendio hasta las doce del día, hora en que se nos dió un descanso para seguir trabajando hasta las 10 ¼ de la noche. Tenemos otra descripción de este incendio en las cartas que la señora Leticia Alfonso envió a Iquique a su marido, el director de la Quinta, las que últimamente han sido publicadas por uno de sus hijos. De esa correspondencia extracto algunas frases: «El único reproche que tengo que hacerte es haberte ido sin manifestarme tus intenciones». «Piensa en que tu mujer te acompaña en todo momento y que cuánto hagas será una satisfacción para ella y un ejemplo para tus hijos», «Todos debemos contribuir en la medida de nuestras fuerzas a la salvación de esta patria tan querida y tan desgraciada». En carta del 10 de mayo le avisa que han tomado preso a Benjamín Dávila, Gustavo Ried, Carlos Rogers y otros. «A ninguno dejan ver por nada, ni siquiera mandar un papel o comida». «...cuanto deseo saber si has conseguido tu objeto de sacar los restos del pobre Enrique». (Alude aquí al Secretario de la escuadra Enrique Valdés Vergara, muerto cuando las torpederas del Gobierno hundieron al Blanco. Este suceso movió a don Ismael a embarcarse para reemplazar a su hermano, y la Junta del Gobierno Revolucionario le encomendó el mismo cargo).
«Los presos están siempre lo mismo; de Benjamín, Gustavo, C. Rogers y Holley se casi todos los días; no tienen esperanzas de salir». En carta del 4 de junio le dice: «hoy ha habido aquí un incendio espantoso: se ha quemado el Banco Santiago, Unión Católica y todo el interior de la casa de Fernández por la calle de Agustinas, todo el costado de la calle de Ahumada y hasta la mitad de la cuadra por la calle Moneda. El fuego se comunicó al Hotel de los Hermanos y se quemó íntegro, y la primera casa de la señora Bravo con los correspondientes almacenes». «Esto no había pasado jamás aquí, pero en los tiempos que corren de nada se puede extrañar: cumpliendo las órdenes de los bandidos en cuyas manos estamos, no se tocó la campana sino cuando ya todo era una hoguera». «Hoy vi pasar a un bombero de la Quinta, pero te aseguro que se me saltaron las lágrimas porque se me figuró que eras tú. Cuándo te veré?». Junio 8: «De Benjamín Dávila se sabe que está bueno cumpliendo todavía el castigo impuesto por los bandidos». De José Alberto Bravo le cuenta que «da lástima verlo porque su madre agoniza y no ha podido abandonarla para servir a la causa». Después de ese gran incendio, que arrasó el centro de Santiago, el Gobierno autorizó al Cuartel General, como ya se ha dicho, para dar la alarma por medio de la Campana. Era Ministro del Interior el señor Julio Bañados Espinoza, bombero que fue cinco años Secretario General del Cuerpo hasta 1888, en que las Compañías eligieron en su reemplazo a don Ismael Valdés Vergara. Quizás si los antecedentes bomberiles del principal Ministro de Balmaceda lo movieron a derogar la orden de su antecesor. También podría atribuírsele a él, el ofrecimiento de soltar a los quintinos presos bajo compromiso de honor de no combatir al gobierno. Así recobraron su libertad todos menos Benjamín Dávila que se negó a suscribir compromiso alguno. Después de cuarenta días de prisión don Benjamín Dávila fue trasladado a su casa donde continuó bajo arresto. En agosto se agravaron las relaciones del Cuerpo con el Gobierno porque el General Orozimbo Barboza ordenó la ocupación del Cuartel General en que funcionaban casi todas las Compañías y las tropas del Buin, al mando del Comandante Camus, tomaron posesión de los cuarteles el 14 de Agosto. Don Anselmo Hevia Riquelme, Comandante del Cuerpo de Bomberos, se entrevistó con el General Barboza a fin de aclarar la situación pero éste lo recibió con las siguientes palabras: «Vea señor Hevia Riquelme: Ud. si hasta ahora no ha caído preso es por inconvenientes diversos, pero sepa Ud. que yo le tengo ganas desde hace tiempo i que estoi dispuesto a pegarle un balazo antes de que Ud. me lo pegue a mi. A los opositores hay que darles con hacha. Hemos terminado». El Comandante Hevia se retiró y comunicó el resultado de la entrevista al Superintendente quien citó de inmediato a reunión de Directorio en el Cuartel General ocupado por las tropas. Se les impidió la entrada y el oficial a cargo de la ocupación se negó a conversar con el Superintendente. En esa situación el Teniente de la Quinta, señor Fernández, que había concurrido a la citación en reemplazo de su Director y de su Capitán, invitó al Directorio a reunirse en el Cuartel de la Quinta, único que permanecía libre. En esa dramática sesión, en el pequeño salón de reuniones de la Quinta, el Directorio de la Institución acordó: 1. Declarar en receso el Cuerpo mientras duren las actuales dificultades que se le han creado. 2. Pasar una nota al Sr. Intendente de la Provincia poniendo en su conocimiento la situación del Cuerpo en vista de los atropellos cometidos». Al día siguiente, 17 de agosto, era apresado el Comandante Anselmo Hevia y confinado a Cauquenes. Se dictó orden de prisión para el Secretario General. Sr. Enrique Silva Yávar. Don Juan Fleischman, Vice Comandante, tomó el mando del Cuerpo y llegó a un arreglo con el Intendente de la Provincia Sr. Cerda Ossa. El 18 de agosto envió una circular a los Capitanes de Compañías ordenando regularizar las labores y comunicando que los oficiales y maquinistas podían ingresar al Cuartel General y sólo en caso de incendio los voluntarios. Agregaba que la alarma de incendio se daría como siempre por la campana del Cuartel General, finalmente recomendó tener la mayor prudencia con la fuerza armada que ocupaba el cuartel.
La Quinta, por disciplina, acató la orden pero su Jefe, que en ese momento era el Teniente Fernández Julio, expresó ante el Directorio y el Vice comandante que a la Compañía no le satisfacía en absoluto el arreglo de la situación en circunstancias que el Comandante estaba preso. En esos días no hubo incendios y la atención de todos se concentró en la matanza de Lo Cañas y en el fusilamiento posterior de los detenidos. El día 22 de reúne el Directorio del Cuerpo en el Cuartel de la Quinta a tratar problemas de vida o muerte para la Institución. Asiste en representación de la Compañía el mismo Teniente quien anota en el Libro de Guardia, con fecha 23 de Agosto, cual fue su posición en el debate y la resume diciendo que «si la 5ª moría, moría en su Cuartel». ANOTACIONES EN EL LIBRO DE GUARDIA DE OFICIALES 24 de Agosto: «Hoy a las 2½ pm. desocupó el Cuartel General la fuerza del Ejército del Dictador». Samuel Rodríguez, Teniente 2°. 26 de Agosto: A los funerales del cirujano de la Octava Compañía concurrió una comisión compuesta por los voluntarios: Juan de Dios Valdés, Elías de la Cruz, Carlos Izquierdo, Guillermo Blest Gana, Isidoro Huneeus y Pedro J. Contador. 29 de agosto: A las dos de la mañana se declara un incendio en Matucana con San Pablo. Trabajamos hasta las 4 ½ A.M. hora en que se dió retirada. ¡Viva Chile! Hoy a las 8 am. se ha publicado un bando en el cual el Dictador declarándose derrotado entrega el mando supremo al General don Manuel Baquedano. «La victoria alcanzada por las fuerzas constitucionales en las batallas de Concón y Placilla han asegurado definitivamente en la República el réjimen de la Constitución». «Como un timbre de honor para la 5° Compañía de Bomberos dejo constancia de los voluntarios que han prestado sus servicios en el ejército constitucional: Director: Capitán: Teniente 2°: Ayudante:
Ismael Valdés Arístides Pinto Rafael Prado Manuel Fernández Waldo Silva Alfredo Infante Juan E. Infante Nicolás Montt Ricardo Reyes Pío Puelma Besa Carlos Altamirano Talavera Jorge Barceló Lira Ignacio Saavedra R. Luis Matta Pérez Carlos Vives B. Alberto Acuña Enrique Gana Carlos García Cross
Debo dejar constancia que don Samuel Greene renunció a la Compañía para incorporarse al ejército revolucionario». Saqueo: A las 11 ¼ am. la campana del Cuartel General llamó a los voluntarios para que prestaran sus servicios en apaciguar al pueblo que saqueaba las casas de los partidarios del Dictador.
Cuerpo Armado: Se armó al Cuerpo para hacer servicio de policía en el barrio central. Nos corresponde el 1er. Cuartel. Incendio: A las 51/2 P.M. se declaró un incendio en la calle San Diego, casa de don Manuel F. Díaz. Nuestra Cía. logró sofocar el fuego a las 6 P.M. Domingo 30: Continúa la Cía. haciendo guardias armadas. Lunes 31: A las 4 ½ P.M. de hoy llegó S. E. el Presidente de la Junta de Gobierno y algunos de sus Ministros. Le tocó el honor al gallo de la Compañía de traer desde la estación y detrás del coche del Gobierno al Secretario de la Escuadra y nuestro Director don Ismael Valdés y al Mayor Holley, Ayudante de Campo del Comandante del Canto. Sin otra novedad. Samuel Rodríguez Tte. 2º Martes 1º de Septiembre: continúo con la Guardia a causa del mucho trabajo que ha tenido la compañia con las guardias armadas. Miércoles 2: Se está adornando el frente del Cuartel con guirnaldas y coronas. NOTICIAS DE VALPARAISO La noche del 28 de agosto de 1891 fue llamada «La Noche Triste» por los habitantes de Valparaíso. En Placilla fue derrotado el ejército gobiernista y sus jefes, los generales Alcérreca y Barboza, acribillados a tiros y sablazos por la caballería opositora. Las turbas mataron , incendiaron y saquearon aprovechando la huída de las autoridades y fuerzas de policía. Los Bomberos porteños y en especial los de la Tercera Compañía cumplieron una peligrosa y agotadora labor restableciendo el orden. La Tercera había perdido a dos de sus voluntarios: Enrique García Ledezma en la batalla de Huara y Eusebio Guerra en la de Concón. Fue también una de las más perseguidas por el régimen dictatorial. QUINTINOS EN LAS BATALLAS DECISIVA CONCON Y PLACILLA En Placilla se dió la última batalla, la decisiva. El Comandante en Jefe, Coronel don Estanislao del Canto, dice en el parte Oficial: «Las ventajosas posiciones que con toda energía tomaron en la altura dos Compañías del Reg. Esmeralda, hasta dominar el flanco derecho dictatorial, decidieron la suerte de la jornada». Es coincidente el parte del Jefe del Estado Mayor Coronel Körner, al informar que la llegada del Esmeralda, 7º de Línea Constitucional, decidió la batalla. Los Capitanes que mandaron las dos compañías mencionadas fueron los bomberos de la Quinta Samuel Greene y Jorge Barceló, y el mayor que los mandó a ambos en el campo de batalla fue Arístides Pinto Concha, quien también los dirigió en los incendios de Santiago. Concón precedió a Placilla. En sus «Recuerdos de 1891», editados en 1944, relata don Ricardo Cox que en Concón, apenas apareció en la ribera plana y descubierta del río Aconcagua la primera Compañía, mandada por el Capítán Barceló Lira, la artillería enemiga situada en la cumbre de los cerros, al sur del río, rompió sus fuegos contra ella. Las granadas pasaron por encima de los soldados de Barceló y se enterraron en el fango haciendo explosión bajo tierra. ¡Estas no hacen nada! Exclamó el mayor Pinto Concha volviendo la cara hacia todo el regimiento y sonriendo. ¡Estas no hacen nada! Volvió a repetir. Como iba a caballo, habló como de lo alto de una tribuna y lo escuchó hasta el último hombre del regimiento. No toda la tropa había logrado sobreponerse al terror causado por esta primera andanada.
Muchos soldados habían desaparecido entre los matorrales próximos. Cuando la segunda andanada llegó, ya no tomó de sorpresa a nadie y entonces los soldados repetían las palabras confortantes del mayor Pinto Concha: «¡Estas no hacen nada!» y como protegiéndose tras un invisible escudo, avanzaban diciéndose unos a otros «No hacen nada, no hacen nada»! Sin embargo, las bajas del Esmeralda, 7° de Línea Constitucional, alcanzaron a un tercio de su contingente. La Compañía de Barceló recibía y hacía un fuego terrible sobre el enemigo y éste iba y venía alentando a sus tiradores y vigilándoles el alza de los rifles. A las 4 de la tarde se avanzaba sobre los cadáveres de los soldados enemigos. Tenían éstos también el Nº7 en el Kepi. Se habían encontrado los dos regimientos Esmeralda, y como decían los soldados, ahí se formó el 77. A las 5 conquistaron la altiplanicie verde del cerro, sembrada de muertos y heridos del 7º de Línea gobiernista. Tomaron allí cien prisioneros a quienes trataron con respeto. En ese momento aparecieron algunos oficiales del 3º de Línea, reclamando para sí los honores de la victoria. La disputa violentísima de los jefes victoriosos, iniciada en el mismo campo de batalla, continuó en Santiago donde le puso término el Coronel Körner reconociendo los mejores méritos del Esmeralda. El quintino Rafael Prado Campbell Teniente del Regimiento Esmeralda quedó herido en el campo de batalla. En esa misma acción murió el voluntario de la primera Cía. de Bomberos de Santiago don Fernando García Huidobro quién peleó con el grado de Mayor de Ejército. La noticia del triunfo de las armas constitucionales llegó pronto a Santiago. A las 8,30 de la mañana del 29 de agosto todo el primer patio de la Moneda, las escaleras que conducían a la sala de Gobierno y las antesalas de ésta, habían sido materialmente invadidas por el pueblo que vivaba estruendosamente a los vencedores y pedía venganza con los vencidos. Esta explosión de rencor colectivo se ha denominado después como la «cargada popular» y se temió que se resolviera en una matanza general. Sin embargo las masas se fraccionaron en grupos de saqueadores que destruyeron y robaron las casas de los personeros del régimen caído pero respetaron sus vidas, conformándose con castigarlos en sus bienes. La mayoria de las bandas o grupos de saqueadores siguieron a cabecillas que conocían los domicilios de los Balmacedistas y los dirigían agitando una campanilla. La nueva casa que se estaba construyendo el Presidente Balmaceda se salvó porque alguién escribió en su pared «Para el Coronel del Canto». Los desmanes continuaron durante tres días. Veamos como Enrique O. Barboza, hijo del General don Orozimbo Barboza Puga, recuerda los sucesos del 29 de agosto que presenció, siendo niño, desde su escondite: «Amanecía. En la Plaza de Armas un regimiento, al son de clarines y tambores, proclamaba el bando del Presidente Balmaceda, anunciando haber entregado al General don Manuel Baquedano el mando supremo de la nación. «No sufro por mí sino por mi Patria y por mis amigos», exclamó al entregar su dimisión. Y se fue tranquilo, confiando en que el General Baquedano con su autoridad y las fuerzas de que disponía, haría respetar las propiedades de los vencidos. !Vana esperanza¡ Hombres y mujeres de los suburbios, salidos quién sabe de dónde, llamados no se sabe por quién, pero respondiendo a un mismo fin de pillaje y de devastación, formaron masas enormes. Frente a la Legación Española, nuestro refugio, en la esquina de Merced y San Antonio, había una Botica y Droguería de un balmacedista. No se quién era. La ví saquear, a través de las persianas en que me había colocado mi curiosidad de niño. A los niños nos preocupaba ver el desfile de los que volvían de los saqueos, camino hacia el barrio ultra mapocho, llevando lo que habían podido obtener. De pronto, uno de nosotros exclamó: ¡Miren, ahí llevan la cuna de la Corita!
Entre una mujer desgreñada y un roto harapiento, llevaban en efecto, la cuna de mi hermanita, traída por la Casa Prá y regalo de su acaudalado padrino de bautismo. En el interior de la cuna iban muchas cosas menudas, para aprovechar el viaje. Ya no cabía duda ¡También nuestra casa había sido saqueada!. Mi madre desde temprano habia pensado en salvar nuestra casa. Al efecto, valiéndose de Arturo Rosales, que galantemente había ido a ofrecernos sus servicios, como bombero que hacía la guardia cívica, se dirigió por medio de una carta al General Baquedano, que había sido su padrino de matrimonio, amigo íntimo de mi padre y su compañero de armas querido y respetado. Aunque nuestro hogar se hallaba ubicado en Teatinos y Alameda, en la misma manzana de la Moneda, pensó mi madre no estaría de más escribir a Baquedano pidiéndole que lo hiciera resguardar. El General, parece que atendió el pedido, pero fue en vano. La turba que saqueó la casa fue tan grande, fue tal el ímpetu de los asaltantes, que el jefe del piquete de soldados de línea que la resguardaba, según me contó años después, no tuvo más que retirar su tropa al último patio y no pretendió hacer una resistencia que consideró inútil. Y el populacho enfurecido, ávido de pillaje, invadió la casa. Se llevaron casi todo. Los muebles eran arrojados por las ventanas. El piano de cola del salón, no pudiendo sacarlo, fue despedazado a barretazos. Los médicos habían prescrito a mi padre que bebiera champagne para su diabetes y sabedores de ésto, y de que el sueldo de general no daba para tales gastos, habían casi colmado la despensa de cajones don Claudio Vicuña, don Adolfo Eastman, el Presidente Balmaceda y otras personalidades pudientes. Los saqueadores no tuvieron tiempo para abrir esos cajones y repartirse su contenido: los golpeaban contra el suelo o la pared, produciéndose la quebrazón de las botellas y bebían el champagne que chorreaba por las rendijas. Todo esto pasaba en un momento, en la esquina de Delicias y Teatinos, mientras en la calle de Delicias y Morandé, otra turba saqueaba la casa del General Velásquez, que yacía en cama con una pierna fracturada. El Presidente de la República, el Presidente electo, don Claudio Vicuña, doce ministros o ex ministros, siete senadores, seis municipales, tres ministros de corte, ocho altos funcionarios, treinta y dos diputados, veintiún generales o coroneles, etc., vieron devastados sus hogares de la mañana a la noche. Nuestra Quinta de San Bernardo también fue saqueada. Los dos chilotitos o mampatitos y mi potranquita alazana quién sabe quién se los llevó con mi cabrita regalona.Y mis cajas de soldados de plomo desaparecieron también». La Quinta trabajó incansablemente restaurando el orden, más que con los fusiles que se le entregó, con la presencia de sus vistosos uniformes. La guardia en la cárcel fue suspendida sólo en los primeros días de septiembre en que pudieron reintegrarse a sus labores propiamente bomberiles. Episodios El 8 de septiembre los bomberos fueron invitados a ocupar un puesto de honor en el Tedeum de la Catedral. Ningún quintino asistió. El 16 de septiembre se reúne la Quinta en un gran banquete a recordar lo que a cada uno le ocurrió en esta guerra. Se invitó al coronel Körner, Jefe del Estado Mayor Constitucional. El Menú, al estilo de aquellos tiempos, está escrito en francés y en su cubierta una alegoría muestra la Bomba de la 5ª en una nave de guerra. Bajo la inscripción: «La Quinta Compañía de Bomberos a sus voluntarios que como buenos ciudadanos en las filas del ejécito y de la escuadra Constitucional han contribuído a la salvación de la patria», se anotan los nombres de los 19 que combatieron. Se les regaló también una medalla conmemorativa pero sin derecho a lucirla en el uniforme.
El Menú, que por su magnitud debe haber compensado a los festejados de sus anteriores privaciones, lo inserto a continuación para estímulo de nuestras actuales comisiones de Casino que se vanaglorian de poder proporcionarnos un buen «plato único» MENU Potage Purés de volaille á la Saint-Hubert Releve Chand-froid de perdreaux a la Castillane Hors- d’’oeuvres variés Poisson Corbine en turban sauce aux huitres a la Duperré Amontillado Entrees Granadins de veau truffés a la Victorienee Supréme de chapons aux pointes d’asperges PanquehueTintos Medicis Canapés de fois de volaille aux champignon Legumes Asperges en branches sauce Romaine Petits-fois nouveaux a la Parisienne Punch a la Romaine Roti Dinde rotie au cresson Salade Macédoine Entremets Savarins sauce au rhum Desserts Compote de fruits Torte Napolitaine Biscuits de Savois Petits gateaux assortis
Vins Urmeneta i Macul Blanco
Jerez Umeneta Subercaseaux
i
sauce
Madére
Urmeneta Subercasaux i Panquehue Carbenet Champagne Heidsicq Monopole Licores surtidos Cigarros puros Rotschild Partagas Panetelas Upman
Las celebraciones menudearon en Santiago. Entre las invitaciones al Director de la Compañía cuyos Menú se conservan en el álbum de recuerdos, figura una de la Junta de Gobierno, otra al baile en los salones del Congreso, otra en honor del Ejército y la Marina constitucionales en la que se anotan todas la acciones de la guerra civil: Pisagua, Zapiga, San Francisco, Huara, Pozo Almonte , Iquique, Quintero, Concón y Placilla. En el Libro de Guardia el ayudante anota que el 11 de noviembre de 1891 a las 12,30 P.M. la policía avisó que se veían llamaradas en la calle Dieciocho. La campana del Cuartel General dio la alarma y al llegar la Quinta al lugar señalado se dio cuenta que el resplandor venía del parque iluminado del Palacio de la familia Cousiño. La llegada de los bomberos interrumpió la feérica fiesta y seguramente se prestó a jocosos comentarios, pero la Quinta ganó un decidido colaborador con la incorporación a sus filas del voluntario don Luis Cousiño. Este fue aceptado en la sesión de abril de 1892 y se distinguió por su maestría en el manejo de los caballos. Muchos altos personeros del régimen depuesto fueron detenidos y encarcelados. El Director de Prisiones encargado de su custodia fue un quintino.Sobre este aspecto extracto las siguientes anotaciones de los libros de la Compañía. 28 de Septiembre de 1891. «A las 7 P.M. se dió la alarma de incendio en el 5º Cuartel. El fuego se había declarado en la Cárcel Pública en uno de los salones en que están detenidos los reos de la Dictadura.
Nuestra bomba dió agua momentos antes que lo hiciera la Primera Compañía. Se trabajó una hora i media gastándose un poco más que las dos carboneras». A ese incendio no concurrió el voluntario don Nicolás Montt encontrándose muy cerca. La Junta de Oficiales lo cita y él explica que como Director de Prisiones no se sintió obligado a trabajar en el incendio por atender a los deberes de su cargo. La Junta considera que si como Director de Prisiones tenía deberes que cumplir también los tenía como bombero, y acuerda anotarle su falta. En esa misma Junta de Oficiales se juzga al voluntario Avalos por su conducta en el incendio de la Cárcel. Dice el acta que se presentó en estado intemperante e insultó en inglés al voluntario Swinburn provocando cierto escándalo. La Junta acordó pedirle la renuncia como voluntario de la Compañía. DE 1892 A 1899 Los voluntarios que ingresaron a la 5ª después de la Guerra Civil y hasta 1899 fueron: 189 190 191 192 193 194 195 196 197 198 199 200 201 202 203 204 205 206 207 208 209 210 211 212 213 214 215 216 217 218 219 220 221 222 223 224 225 226 227 228
Rodolfo Errázuriz M. Salvador Sánchez Julio Laso Jara Quemada Luis Cousiño Talavera Gustavo Adolfo Holley Guillermo Aguirre Carlos Velasco Lavín Jorge Matte Gormaz Rafael Prats Bello Guillermo Morandé A. Gonzalo Vergara B. Alfredo Vergara G. Pedro Fernández Carlos Valdivieso Vidal Felipe Solar A. Juan Matte Baeza Alberto Vial S. Anselmo de la Cruz Labarca Isidoro Larraín S. Daniel Rioseco Carlos Rogers Palma (Libro Vd) Carlos Fernández Formas Manuel Fernández García Luis Montes Valdés Emilio Marchant Lecaros Enrique Blanco S. Jorge Saavedra Rivera Esteban Huidobro H. Pedro Huidobro Luis Sota Alvarez Roberto Opazo V. Adolfo Ovalle D. Adolfo Baeza E. Osvaldo Rengifo Rodríquez Carlos Cruchaga Tocornal Alfredo Rioseco B. Horacio Montes V. Leonel Bascuñán Sta. María Carlos Swinburn Urmeneta (Libro Verde) Joaquín Bascuñán Pinto
08 abril 1892 08 abril 1892 22 abril 1892 22 abril 1892 10 mayo1892 13 junio 1892 07 mayo 1893 07 mayo 1893 07 mayo 1893 07 mayo 1893 07 mayo 1893 07 mayo 1893 07 mayo 1893 07 mayo 1893 07 mayo 1893 07 mayo 1893 08 spt.1893 08 spt.1893 24 mayo1894 30 oct.1894 12enero1895 07 julio 1895 07 julio 1895 07 julio 1895 07 julio 1895 07 julio 1895 04 agosto1895 04 agosto1895 04 agosto1895 04 agosto1895 13 oct.1895 12 abril1896 12 abril1896 12 abril1896 03 mayo1896 03 mayo1896 11 oct.1896 11 oct.1896 11 oct.1896 12 mayo1897
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Sergio Ossa Borne Alberto Baeza E. Carlos Henríquez A. Diego Swinburn Urmeneta(Libro Verde) Rafael Lorca P. Manuel Torres Boonen(Libro Verde) Manuel Marchant Lecaros Arturo Lorca P. Rafael Bascuñán Pinto Federico Frías Collao Enrique Donoso Urmeneta Ernesto Infante Tagle Rafael Olea Besoaín Arturo Sota Alvarez
02 oct.1897 02 oct.1897 16 oct. 1897 13 abril1898 13 oct.1898 13 oct.1898 14 abril 1899 14 abril 1899 14 abril 1899 14 abril 1899 04 mayo 1899 04 mayo 1899 09 julio 1899 08 oct.1899
Desde 1892 y hasta fines de 1899, la Quinta trabajó en 282 incendios, concurrió a 150 alarmas, practicó 211 ejercicios y academias, 70 veces acompañó al Cementerio los restos de sus compañeros del Cuerpo de Bomberos y los de sus propios miembros y 77 veces se reunió en sesión. El detalle anual de los principales actos del servicio es el siguiente: AÑOS
1892
Incendios 32 Ejercicios 10 Academias 14
1893
1894
1895
1896
1897
1898
1899
56 12 15
29 8 16
38 8 15
42 13 19
29 7 15
33 8 21
23 6 24
La 5ª renueva sus bombas en 1892 y 1895. La Bomba fundadora iba a cumplir veinte años de servicio y aún funcionaba perfectamente. Sus maquinistas le habían prodigado los mejores cuidados. «Sufrían cuando alguna pequeña sombra empañaba el brillo de sus bronces». Pero se debía prevenir alguna falla por antigüedad y los quintinos acordaron encargar otra nueva a la misma fábrica inglesa. La diferencia más notoria fueron sus ruedas de acero en reemplazo de las ruedas con rayos de madera que dieron tanto que hacer a los maquinistas, pues había que protegerlas con sacos mojados del calor del fogón. La nueva Bomba, financiada por los voluntarios, tenía una potencia de 750 galones por minuto y llegó a Santiago en vísperas de pascua el 23 de diciembre 1892. Costó mucho trabajo bajarla del carro en la estación y montarla sobre sus ruedas de acero. A las 5 P.M. se le engancharon los caballos y fue conducida al Cuartel en medio de la alegría de los voluntarios. Se le guardó dentro de la Universidad porque en el estrecho Cuartel no cabía otra pieza de material mayor.
El 1892 la Quinta Compañía adquiere una segunda bomba «Merryweather». Aparece en primer plano junto a la bomba fundadora.
El 1º de enero de 1893 se despidió la Bomba fundadora haciéndola funcionar por sus viejos maquinistas, en un ejercicio en la Alameda. Entre ellos estaban Montes, el primer maquinista; Bravo, que ese día asistía como Comandante del Cuerpo; y Dávila, que subido sobre ella dio la despedida a la antigua Bomba América. Al mando de los Fundadores estaba Carlos Rogers.
El Director don Ignacio Santa María, Vice Superintendente electo para ese año, entregó la Bomba América al Director de la Novena don Aniceto Izaga, quién la recibió para su Compañía fundada seis meses antes. Se hizo funcionar la nueva bomba y se practicó con ella un ejercicio combinado con los voluntarios de la Novena, que desde ese dia manejarían la «preciosa herencia». Estuvieron presentes nuestros amigos de la Tercera de Valparaíso al mando del Tte. 1° don Jorge Garland. Asistieron también los Directores y Capitanes de todas las Compañías y algunos personajes bomberiles como don José Besa y don John Firth, Superintendente de los Bomberos de Tacna. En correcta formación todos acompañaron a dejar la bomba en el Cuartel de la Novena, terminando la caminata en el Restaurant de la Quinta Normal. La rapidez con que esta nueva bomba liviana entraba en acción y la potencia de 750 galones por minuto permitieron escribir al Teniente 1° don Manuel Fernández, el 20 de julio 1893, que lo ocurrido esa noche era excepcional y en los anales de la Compañía no se registraba un hecho parecido. Lo que pasó fue que hubo 4 incendios ese dia y tres de ellos casi sumultáneamente: «A las 2 A.M. el fuego apareció en la calle Dieciocho esq. de Diez de Julio propiedad del Sr. José E. Renard. La Quinta armó 2 pitones en el patio y uno en el tejado. Terminábamos de extinguir el incendio y serían las 3 ¼ cuando grandes llamaradas se divisaron en el camino de Cintura. El Comandante envió a la 5ª. Efectivamente se quemaba una posada de coches de don Luis Altamirano. La marcha al lugar del incendio fue muy difícil por la mala pavimentación de las calles como por el mucho barro que hay en ellas. Se armaron dos pitones arrojando el agua sobre fardos de pasto seco impidiendo que el fuego se propagase a los edificios vecinos. En esta tarea nos encontrábamos a las 4 1/2 A.M. más o menos, cuando se nos ordenó recoger el material y acudir a la calle Rosas esq. de Riquelme. Como en el caso anterior, el desarme se efectuó rápidamente i con toda presteza emprendimos la marcha, llegando al incendio del interior de la casa ocupada por don Horacio Argomedo. Regresamos al Cuartel a las 6 A.M. En todo nos acompaño el voluntario de la 3ª de Valparaíso don David Luco H. Alarma: A las 9 P.M. se dio la alarma en el tercer Cuartel. Nuestra Compañía acudió con prontitud a Huérfanos y Merced pero no había fuego. Si más novedad M. Fernández G. Teniente 1° En 1895 se cambió esta bomba a la firma Merryweather por otra aún mejor, del mismo tipo «Greenwich», pagándole una diferencia de cien libras esterlinas. Ese mismo año el experimentado ex maquinista don Nicanor Montes Santa María, para probar una mejora ideada por él, regaló 8 tiras de manguera de lona y goma que tenían un mayor diámetro que las usadas hasta entonces. Con autorización del Directorio se adaptó en la bomba una pieza diseñada por él y se obtuvo un resultado felíz porque con la misma presión los chorros de los mismos pitones alcanzaron una mayor altura superior entre diez y quince metros a los antiguos. En la memoria Anual de la Quinta se anota que «el entusiasta voluntario señor Montes ha comprometido la gratitud de la compañía i ha hecho al Cuerpo un importante servicio». Con esta bomba trabajó la Quinta el resto del siglo y los primeros años del 1900. Nuevo Cuartel - 9 agosto 1893. El gobierno de don Jorge Montt Alvarez cedió una propiedad fiscal ubicada a los pies de la Moneda, pared por medio con la antigua Tesorería Fiscal, para que sirviera de Cuartel a la 5ª Compañía. Se transformó y reparó el ruinoso edificio y se adoquinaron sus patios. El viejo Cuartel construído por Urmeneta y Rogers fue ocupado por la Sexta compañia. La
antigua Iglesia de San Diego era demolida y una de las calles de ese nombre, la que llamaban la Vieja de San Diego, se llamaba ahora Arturo Prat. La calle Angosta tenía el nombre de Serrano. El Directorio del Cuerpo apuró el traslado de la Quinta y antes de que todo estuviera preparado se inició la mudanza. El 9 de agosto de 1893 se abandonó el primitivo local que al día siguiente ocupó la Sexta. Se alquiló una golondrina y en ésta y en el carretón del Cuerpo cupo todo el sobrio menaje de la Compañía. El 15 de agosto se inauguró oficialmente el nuevo Cuartel con un ejercicio y competencias muy interesantes en el Club Hípico. El programa de estas competencias y sus premios fue el siguiente: 1.- Competencias de cocheros Distancia, 100 metros. La prueba consiste en recorrer dicha distancia en el menor tiempo i salvando en zig-zag cuatro postes de ida i vuelta. Será preferido el competidor que derribe el menor número de postes, aunque tarde mayor tiempo en recorrer la pista. Habrá una competencia con la bomba i otra con el gallo. 2.- Competencia de maquinistas Distancia, 30 metros. Una sección de cuatro voluntarios en competencia con otra de igual número procederá, dada la señal de partida, a ensillar i enganchar los caballos, recorriendo en seguida 30 metros i dejando la bomba en actitud de dar agua. Será motivo de preferencia el menor tiempo empleado en dicho movimiento i la mejor expedición en el trabajo. 3.- Competencia de gallo Los tenientes 1º i 2º elegirán alternativamente una escuadra de once voluntarios que competirán entre sí, ejecutando el movimiento que se les indicará, en el momento mismo de la competencia por el jurado respectivo. Serán motivos de preferencia los mismos que se indican para la sección máquinas. Jurado 1° Prueba José A. Bravo Ignacio Santa María Guillermo Swinburn
2° Prueba Nicanor Montes Enrique Benedetti Benjamín Dávila L.
3° Prueba Gustavo Ried Waldo Silva P. Ismael Valdés V.
Recompensas 1ª Prueba.- Para cada uno de los cocheros de la máquina i del gallo, una huasca. 2ª y 3ª Prueba: para la sección vencedora, un pañuelo de incendio a cada voluntario. El mejor cochero de la bomba resultó ser Carlos Fernández Vial (el huaso), 2º Alberto Sánchez Urmeneta y 3ºCarlos Izquierdo. Los mejores como cocheros del gallo fueron Carlos García, Luis Cousiño y Carlos Velasco. En la 2ª competencia ganaron. S. Huidobro, G.A. Holley, E. Ortúzar y R. Olavarrieta. En la 3º ganó el equipo del Teniente 2º Julio Laso Jara-Quemada. Entregados los premios se ofreció a las familias que habían asistido un modesto refrigerio. El ejercicio que había comenzado a las 9 ½ A.M. terminó a las 4 ½ P.M. Anotaciones sobre caballos. A las 8 A.M. de la mañana de hoy me comunicó el cuartelero que el Calchón había amanecido triste e hinchado. Por lo que dí orden que se llevara donde el veterinario sin pérdida de tiempo. Desgraciadamente al llegar allá se cayó muerto. Muchas fueron las diligencias que se practicaron a fin de sacar un buen precio por él, pero nadie se interesaba; encontróse por fin un particular que pagó la suma de dos pesos por el caballo muerto. Sergio Ossa Borne Teniente 1º
La pareja de caballos el Chiclán y el Calchón sirvieron en la bomba más de cinco años. El gallo era arrastrado entonces por el Little George, caballo de fuerza excepcional y de gran alzada. Cuando llegó el caballo que reemplazaría a el Calchón el ayudante don Luis Sota escribe en el Libro de Guardia: «Hoy llegó el caballito nuevo al Cuartel, es mulatito. Comenzó por romper una jáquima». «Hoy lo mandamos al Colegio» (al amansador). «Hoy no fue a estudiar». «Ayer como hoy fue a clases». REPARTICIÓN DE PREMIOS 1898 La repartición de premios tuvo este año especial realce. El Cuerpo de Bomberos de Santiago había cumplido 35 años de existencia y la Ilustre Municipalidad confirió un premio a los fundadores de la Institución y acordó premiar en el futuro a todos los voluntarios que enterasen 35 años de servicios. De la Quinta sólo don Carlos Rogers recibió esta distinción. Se le reconocieron los diez años que fue voluntario en Valparaíso antes de fundar la Quinta Compañía de Santiago. Asistió al acto el Presidente de la República don Federico Errázuriz Echaurren, el Ministro del Interior don Carlos Walker y otras altas autoridades. Ante un teatro repleto de público hablaron dos personajes que pocos años antes se habían combatido duramente, ambos fueron igualmente aplaudidos por los miembros de la Institución que así olvidaba el sangriento conflicto que los dividió en 1891. Los antiguos enemigos que ahora se reunían nuevamente en las filas del Cuerpo de Bomberos fueron el Superintendente don Ismael Valdés Vergara quién para combatir la Dictadura abandonó su familia, sus comodidades y arriesgando su vida se embarcó al norte en la carbonera de una nave; después de meses de sacrificios y peligros entró victorioso en Santiago. El otro orador fue el bombero don Julio Bañados Espinoza, ex Ministro del Interior del derrocado Dictador, su hombre de confianza, a quién le dirigió una histórica carta antes de quitarse la vida y a quién nombró depositario de su testamento político. El señor Bañados contestó el discurso del Superintendente en que éste rememoró en elevados conceptos la actuación de la Institución en el pasado conflicto. Dijo el Sr. Bañados en partes de su discurso: «Señores. Dominado por amargas decepciones, herido por los quebrantos de una existencia tormentosa y vacilante en medio de los graves problemas que suelen cubrir nuestras fronteras, nuestro crédito, nuestra organización política y nuestras fuentes de producción, he sentido soplar más de una vez en el alma el cierzo helado de angustioso pesimismo, y han brotado en el fondo de mi ser, crueles dudas acerca de la estabilidad, de la grandeza y del porvenir de este Chile que todos tanto amamos. Pero, luego estudio el Cuerpo de Bomberos que marcha a la vanguardia de todas la instituciones que son hijas del esfuerzo individual, y entonces, al verlo tan abnegado en el trabajo, tan resuelto en la brecha, tan desprendido en el servicio de sus semejantes, y tan unido en su personal, la fe renace, la esperanza mueve robustas alas, se tornan en factores de resurrección lo que estimaba signos de agonía y de muerte; y contemplo de nuevo a Chile con medios, elementos y potencia moral sobradas para resistir y vencer las crisis que son el tributo obligado en la formación de las nacionalidades». «A BENJAMIN DAVILA LARRAIN ACOMPAÑA EL CARIÑO Y GRATITUD DE LA 5ª COMPAÑIA DE BOMBEROS» Estas palabras, grabadas en una placa de bronce que la Quinta colocó en la tumba de su fundador, fallecido el 25 de mayo de 1899, resumen los sentimientos y dolor que embargó los corazones de sus compañeros y amigos. Ellos dijeron que ese 25 de mayo sería recordado como una fecha de luto para la compañia porque en él se extinguió esa existencia tan útil y cesó de pensar su cerebro productor. Fué verdaderamente un fiel y constante servidor de la Quinta cuyos servicios se iniciaron en el año 1873 cuando, joven voluntario, desempeñó el cargo de Tesorero, de Secretario, de Teniente y de Maquinista, para continuar como hombre maduro sirviéndola con el mismo amor y mucha más experiencia desde el puesto de Director.
Siete años dirigió a la Compañía siendo su mandato el más largo que se registra en el siglo pasado. Compartió su tiempo entre la dirección de la Quinta y otras muy variadas actividades que se pueden conocer en detalle en la corona fúnebre, libro de 240 páginas, que la Compañía acordó imprimir en memoria suya. La corona fúnebre muestra un retrato del señor Dávila Larraín, que es el mismo que figura en la Historia de Chile de Encina que lo destaca como uno de los hombres más progresistas y emprendedores de su tiempo. El libro fue confeccionado por una comisión formada por los voluntarios Juan Matte, Carlos Altamirano y Luis Sota, y en ella se insertan los discursos y artículos de prensa escritos en memoria del Sr. Dávila. Los numerosos homenajes que le rindieron como fundador de la Quinta Compañía de Bomberos, como Presidente de la Soc. de Fomento Fabril, de la Liga Protectora de Estudiantes Pobres, como Fundador de la Escuela Profesional de Niñas, del Instituto Técnico Comercial, Escuela Práctica de Electricistas, Escuela de Dibujo de Valparaíso, Escuela Profesional para Obreros, etc., se pueden resumir en lo que de él dijo don José A. Alfonso del Barrio: «Benjamín Dávila fué un amigo del pueblo, no de palabra, como hay muchos, sino de acción, de obra, como hay pocos. EL LIBRO VERDE El Libro Verde es el registro en que se inscriben los hijos y nietos de los voluntarios de la Quinta. La inscripción se efectúa durante la «fiesta de los niños» y a esta ceremonia debe concurrir, además del pequeño solicitante, un padrino, voluntario nombrado por el padre del niño, quien se compromete a instruirlo para que en el futuro llegue a ser un buen quintino. La creación del Libro Verde y su reglamentación datan de 1890 y el beneficio que reportó a la Quinta este sistema ideado por los fundadores se pudo apreciar muy pronto con el ingreso de jóvenes dispuestos a servirla con el mismo entusiasmo y dedicación de sus progenitores. El Libro Verde quedó entregado a la custodia de un Guardián encargado de anotar en él las inscripciones. Fue costumbre designar como Guardián del Libro Verde al quintino que tuviese más hijos registrados en sus páginas. Don Ismael Valdés Vergara, con cinco hijos voluntarios de la Quinta, mantuvo hasta su muerte y desde la creación del Libro Verde el cuidado de este tradicional registro. Existe también un registro auxiliar en el que se anotan los descendientes directos de ex voluntarios de la compañía. Ha sido costumbre en la Quinta no rechazar o «bolear» a ningún inscrito que postule a ingresar a sus filas como voluntario. De los centenares de inscritos han salido eminentes servidores. El primero de ellos fué un hijo del fundador Carlos Rogers Gutiérrez. Fue toda una ceremonia la entrada a la Quinta de este retoño que abría en 1895 el paso a una segunda generación. Además del joven Carlos Rogers Palma, durante el siglo pasado, ingresaron los inscritos en el Libro Verde: Carlos y Diego, hijos del fundador Swinburn, que además eran nietos del fundador Urmeneta. Simpáticas fiestas se sucedieron con la llegada de esta segunda generación y sus programas que aún se conservan exteriorizan la alegría con que fueron recibidos. Uno de esos programas, el correspondiente al ingreso de Carlos Swinburn Urmeneta dice: «Hay que pasar por alto las emociones de don Guillo al verse reproducido en la labor activa del bombero; el discurso de don Guillo al regalar su levita vieja al neófito; las reflecciones de éste al observar que le queda estrecha, etc., sólo puede quedar constancia de la siguiente frase: si no imitas a tu padre y si reculas te pego un bofetón a lo gringo». En 1898 ingresa Manuel Torres Boonen cuyo padre, el fundador y primer cirujano de la Quinta don Tomás Torres, ya había fallecido diez años antes. A su bautizo como bombero asistió su madre quien siempre acompañó a la Quinta en sus alegrías y pesares. Otros tres «Libro Verde» se incorporaron a las filas antes de terminar el siglo. Ellos fueron Rubén y Oscar, hijos del fundador don Benjamín Dávila y César Valdés, el primero de los cinco hijos que le dió a la Quinta el Guardián del Libro Verde. Veamos como lo describe el 30 de septiembre de 1900 en el Libro de Guardia, el ayudante de entonces Manuel Torres Boonen: Ejercicio: A las 8,30 A.M. se encontraba reunida la Compañía en la Alameda esquina de Vicuña Mackenna y con las dos banderas a la cabeza nos dirigimos en formación a la casa de don Ismael Valdés Vergara, quien hizo la entrega oficial de los voluntarios del Libro Verde, señores Rubén y Oscar Dávila Izquierdo y César Valdés Alfonso. Hecho esto el Sr. Valdés Vergara nos invitó a tomar un espléndido cholate bajo un bosque de árboles en los cuales había colocado chistosos
letreros alusivos al acto. Después nos dirigimos al Cuartel en busca del material con el cual nos encaminamos al Parque Cousiño donde tuvo lugar un lucido ejercicio para bautizar a los recién entrados». Los hermanos Dávila «recién entrados» prestaron tales servicios a la Compañía que llegó a decirse que habían emulado dignamente a su señor padre. Desde comienzos del presente siglo siguen incorporándose a las filas nuevos inscritos en el Libro Verde cuya lista se inicia con los hijos del Fundador Ried, con los del Superintendente Ignacio Santa María, con los del Tesorero General Juan Matte y tantos otros que aumentando constantemente en número aseguran a la Quinta el respeto a sus tradiciones. AÑOS 1900 A 1910 N° Reg. 243 244 245 246 247 248 249 250 251 252 253 254 255 256 257 258 259 260 261 262 263 264 265 266 267 268 269 270 271 272 273 274 275 276 277 278 279 280 281 282 283 284
NOMBRE Gustavo Ried Silva Joaquín Bascuñan Pinto Ernesto Velasco Olea Alberto Acuña Valdivia Osvaldo Renjifo Rodríguez Ruben Dávila Izquierdo(Libro Verde) Oscar Dávila Izquierdo (Libro Verde) César Valdés Alfonso (Libro Verde) Joaquín Valenzuela Larraín Samuel Salcedo Solar Carlos Gormaz S. Joaquín Ureta G. Ismael Valdés Alfonso ( Libro Verde ) Guillermo de Agüero Herboso Carlos Rogers Palma (Libro Verde Reincorporado ) Victor Mac-Lean Gabler Héctor Holley Ovalle Luis Tagle Salinas Enrique Zañartu Eguiguren Carlos Nebel Fernández Juan E. Ortúzar Ossa Sergio Ossa Borne Domingo Sutil P. Arturo Eguiguren P. Germán Ossa P. Enrique Tagle Rodríguez Manuel Echeñique T. Vicente Aguirre Errázuriz Ernesto Balmaceda Bello Marcos G. Huidobro Huidobro Emilio Tagle Rodríguez Ramón Zañartu Eguiguren Gonzalo Herreros Ortúzar Camilo Infante Valdés José Luis Cerda García Roberto Matta Tagle Roberto Pérez Ruiz Tagle Alberto Ried Silva (Libro Verde) Isaac Prieto Adler Aliro Parga Ríos Rafael Barahona San Martín Jorge Rodríguez Altamirano
Fecha de Incorporación o Reincorporación 11 enero 1900 21 septiembre 1900 21 septiembre 1900 21 septiembre 1900 21 septiembre 1900 21 septiembre 1900 21 septiembre 1900 21 septiembre 1900 12 octubre 1900 08 Noviembre 1901 08 Noviembre 1901 08 Noviembre 1901 08 Noviembre 1901 08 Noviembre 1901 08 Noviembre 1901 08 Noviembre 1901 08 Noviembre 1901 30 noviembre 1901 30 noviembre 1901 30 noviembre 1901 30 noviembre 1901 30 noviembre 1901 30 noviembre 1901 08 Diciembre 1901 08 Diciembre 1901 16 diciembre 1901 07 enero 1902 14 abril 1902 14 abril 1902 14 abril 1902 14 abril 1902 06 julio 1902 22 agosto 1902 22 agosto 1902 22 agosto 1902 13 octubre 1902 08 diciembre 1902 08 diciembre 1902 11 enero 1903 12 julio 1903 12 julio 1903 31 julio 1903
285 286 287 288 289 290 291 292 293 294 295 296 297 298 299 300 301 302 303 304 305 306 307 308 309 310 311 312 313 314 315 316 317 318 319 320 321 322
Ernesto Bertrand Vidal Luis Desmadryl Quiroga Miguel Cerda Semir Jorge Rogers Palma (Libro Verde) Ramiro Valdés Smith Gaspar Toro Barros Vicente Avalos Dávila Ernesto Ried Silva (Libro Verde) Jose Luis Cerda García Harold Knutt-Ekwall Roberto Barceló Lira Alfredo Santa María Sanchez (Libro Verde) Claudio Vila Silva Rodolfo Sotomayor B. Gustavo Mora Pinchet Guillermo Huidobro Alfredo Rioseco Brito Marcos Huidobro Huidobro Alfredo Lea-Plaza Jencquel Luis Desmadryl Quiroga Humberto Muñoz Alberto Valdés Alfonso (Libro Verde) Roberto Yávar Rodolfo Ide H. Abel Coo Tagle Juan Bell B. Guillermo Chadwick Ortúzar Demetrio Moreno Sanfuentes Nibaldo Correa Barros Hugo Lea Plaza Jencquel Jorge Gaete Rojas José Luis Borgoño Barros Oscar Fernández Dávila Arturo Varas Olea José Luis Santelices Santaño Gustavo Rodríguez A. Roberto Ovalle Aguirre José Forteza Gomiz
17 agosto 1903 17 agosto 1903 17 agosto 1903 12 octubre 1903 13 enero 1904 11 abril 1904 11 abril 1904 10 junio 1904 26 octubre 1904 08 diciembre 1904 06 enero 1905 27 marzo 1905 21 mayo 1905 14 julio 1905 14 julio 1905 08 diciembre 1905 09 abril 1906 09 abril 1906 09 abril 1906 08 junio 1906 08 junio 1906 08 diciembre 1906 11 abril 1907 15 abril 1907 05 noviembre 1907 13 noviembre 1907 08 diciembre 1907 10 enero 1908 13 abril 1908 15 abril 1908 15 abril 1908 14 octubre 1908 14 octubre 1908 11 Abril 1910 11 Abril 1910 14 Julio 19010 14 julio 1910 08 diciembre 1910
En este período los quintinos debieron concurrir a quinientos cuarenta y tres incendios y a los actos de servicio que se detallan a continuación: Actos de servicio en 1900 a 1910 AÑO 1900 1901 1902 1903 1904 1905 1906 1907 1908 1909
Incendios Ejercicios Academias Funerales Reuniones 35 40 63 61 64 52 60 45 62 61
8 5 7 7 6 10 12 15 9 13
14 17 14 10 6 6 9 22 10 7
8 19 12 14 9 3 9 7 11 10
10 12 8 10 11 10 8 9 9 11
1901.En el primer año de este siglo, al amanecer del día 19 de septiembre, mientras la población de Santiago todavía celebraba el aniversario patrio, las compañías del Cuerpo de Bomberos trabajaban apagando un gran incendio declarado en la calle Estado. Una muralla se desplomó súbitamente arrastrando y aplastando en su caída a varios voluntarios de la Séptima. Uno de éstos, Emilio Grunenwal, falleció al poco tiempo a consecuencia de las heridas recibidas. Dejó en difícil situación a su madre de quien era su único apoyo. Los voluntarios de la Quinta que trabajaron en ese incendio junto a los compañeros caídos resolvieron ir en ayuda de la madre de Grunenwal y organizaron una función teatral en su beneficio. La función se hizo en el Teatro Municipal y fue similar a las que antes organizaran los antiguos quintinos. Actuaron nueve voluntarios activos entre los que figuraron algunos hijos de los fundadores Ried, Swinburn y Valdés. Interpretaron una pieza cómica del autor Román Vial, titulada CHOCHE Y BACHICHA. Esta iniciativa solidaria de los jóvenes quintinos se vio coronada por el mismo éxito que alcanzaron sus progenitores en anteriores obras benéficas. Este acto de solidaridad bomberil quedó estampado en una medalla conmemorativa que acuñó la Quinta Compañía para recaudar fondos en beneficio de la familia del mártir. Un ejemplar fue donado al MUSEO por el voluntario Hernán Holley Merino, en recuerdo de su padre quien actuó en la función benéfica. Uno de los grandes incendios ocurridos en los primeros años del siglo inspiró al voluntario Harald Knut Eckwald, pintor sueco, quien pintó la escena que presenció al llegar al incendio de una barraca de maderas. Tituló su hermoso cuadro «Primeros momentos» y lo regaló a la Quinta donde aún se conserva. Entre otros cuadros con motivos bomberiles que hay en el Cuartel, hay uno de la bomba a vapor en que se destacan los caballos lanzados «en gran carrera» pintado por Alberto Ried. Este múltiple artista atribuyó a Thomas Somerscale, quién vivía en 1891 en Santiago, un cuadro que representa el mayor incendio de ese año y que donó a la Quinta uno de sus voluntarios. LOS INCENDIOS VAN AUMENTANDO DOS HERMANOS SE QUEMAN A LA MISMA HORA LIBRO DE GUARDIA - 31 - Marzo 1902 Minutos después de la 1 ½ A.M. se declararon dos incendios en la Alameda de las Delicias. Uno en el edificio N° 1769, ocupado por la paqueterÍa de don Aniceto García; el otro a cuadra i media de éste en la esquina con Doce de Febrero, ocupado por una tienda de propiedad de don Balbino García, hermano del otro damnificado. Nuestro material llegó sin novedad al lugar del siniestro, situándose la bomba en la acequia norte de la Alameda frente al N° 1769. En los primeros momentos se estiraron 6 tiras colocando el pitón (7/8") en la vereda. Luego se agregaron dos tiras más i se introdujeron en el patio. A las 3 ½ recibimos orden de retirarnos. Al incendio de la esquina de Doce de Febrero no asistimos. Gustavo Ried Silva Ayudante En esos años todo el peso del trabajo recayó sobre la nueva generación. La primera bomba automovil de la Quinta Compañía. Fue también la priumera bomba automóvil de Sudamerica. Fotografía del año 1904. Apareceen primer plano el fundador don Guillermo Swimburn Kirk, y a su lado conduce la bomba su hijo el Maquinista primero.
Se distinguen especialmente los hijos de los viejos fundadores. Están en la primera línea contra el fuego y sufren estoicamente sus consecuencias. Fracturas y quemaduras no los arredran y también asumen las tareas administrativas. Junto a ellos trabajan con el mismo vigor y entusiasmo otros quintinos que también serán a su vez sustituídos por sus hijos. En este período ingresan al servicio de
la Compañía algunas de las más relevantes figuras bomberiles que aunque no hayan dejado descendencia en ella deben su permanente recuerdo al mérito de sus propios actos. Los quintinos debieron responder con trabajo y disciplina al honor de contar entre sus filas al Superintendente de la Institución, al Tesorero General don Juan Matte y a los segundos Comandantes señores Carlos Olavarrieta y Carlos Valdivieso. Carlos Olavarrieta fue herido gravemente estando al mando del Cuerpo en el incendio del 21 de abril de 1905 y falleció desempeñando el cargo en 1908. Sirvió con tal dedicación a la Institución que descuidó por completo su situación particular. En esta primera década del siglo la Quinta vuelve a ser, como en sus orígenes, una compañía joven, con una incontrastable mayoría de voluntarios activos que le imprimen con su vitalidad y entusiasmo un acelerado ritmo de progreso. Vemos en los libros de oficiales como toman el mando activo voluntarios con escasos años de servicio. Manuel Torres, ayudante titular aparece en los incendios como Capitán accidental teniendo dos años de antigüedad. Rubén Dávila es elegido en esta década Capitán titular. Oscar Dávila cae herido en acto de servicio, siendo ya oficial de mando. Los hermanos Valdés Alfonso, Swinburn Urmeneta, Lea Plaza Jencquel, Ried Silva, ocupan todos cargos de responsabilidad y trabajo. Alfredo Santa María, Luis Desmadryl, Héctor Holley, Gaspar Toro y Jorge Gaete, demuestran desde su ingreso a las filas que la Quinta podrá confiarles muy pronto su administración y mando. Ernesto Ried Silva, Libro Verde, casi recién incorporado, sufre graves heridas en un incendio. Al mes siguiente la Compañía en sesión del 26 de octubre de 1904 toma conocimiento que el joven Ried no podrá levantarse de su lecho de enfermo por largo tiempo y a indicación de don Luis Sota se le confiere la calidad de Honorario. El procedimiento seguido según el Acta fue el siguiente: «El Director, poniéndose de pié, proclamó honorario de la Compañía a Ernesto Ried. Todos los voluntarios imitaron al Sr. Director (don Juan Matte) y tres entusiastas y sentidos HURRAHS!! confirmaron la proclamación que había hecho nuestro Director». Carlos Rogers Palma, primer inscrito en el Libro Verde, dice en 1904, cuando la Compañía lo eligió Capitán: «Había soñado con ser Capitán , es un puesto superior a mis fuerzas; pero ya que este sueño se ha realizado me esforzaré para no dejar mal puesto el nombre del Capitán Rogers». Cumplió su palabra en el breve lapso que alcanzó a ser el jefe activo de la Quinta. (Un ataque cerebral, en menos de dos días, lo llevó a la tumba). A pesar de su juventud el segundo Capitán Rogers alcanzó a ser Alcalde de Santiago y por sus méritos ciudadanos había sido reelegido para un nuevo período municipal. En el Libro de Guardia anota el oficial de semana con fecha 21 de julio 1905 que se ha suspendido el ejercicio a que había citado para ese dia el Capitán Rogers, debido a su repentina enfermedad. Al dia siguiente se lee: «La Quinta esta de duelo...! Un lúgubre y pesado manto flota sobre ella...! Perdió su Capitán ....! Una mortal enfermedad lo ha arrebatado de sus filas hoy a las 10, 45 A.M. Un pesar intenso embarga en estos momentos el corazón de todos su compañeros». En el Libro de Guardia se insertan numerosos recortes de prensa y discursos pronunciados en los funerales, cuya descripción resume el Teniente Pérez Ruiz Tagle señalando que fueron suntuosos, imponentes, dignos de un Capitán de la Quinta y de la persona de Carlos Rogers Palma Terminan las anotaciones de ese mismo dia con la descripción de un incendio que se declaró en Carmen y Diez de Julio en que corrieron serio peligro los voluntarios Rubén Dávila y Claudio Vila, sobre quienes se desplomó un tabique. LA BOMBA AUTOMOVIL En 1902 se debatía en la Quinta el proyecto de importar una Bomba automóvil. Le correspondió a la compañía, más bien a los jóvenes activos de la compañía, el honor de traer al país la primera bomba a motor.
Se dice que fue también la primera que hubo en el continente. Es muy posible que así sea, porque entonces las fábricas inglesas eran las más avanzadas en el período experimental con estas máquinas. Esto lo reconoció la firma Merryweather en un informe que le solicitó don Gustavo Ried con el objeto de desanimar de esta adquisición a sus jóvenes compañeros. Además de él, combatieron tenazmente la idea el Sr. Director don Juan Matte, el ex Director don Waldo Silva, don Carlos Izquierdo y otros; pero los activos dominaban por su número y aún aceptando que para aprobar la compra se necesitaran los 3|4 de de los votantes, lograron la aprobación del proyecto.
Caricatura que representa el espanto causado por la llegada de la bomba automovil a un hotel, que ofrece «piezas para alojados de media hora» y del bar, la bomba automóvil. En primer plano aparecen figuras bomberiles de principios de siglo y al centro la bomba a vapor de la Primera Compañía cuyos caballos se han empacados. Dibujo del quintino Alberto Ried Silva.
Los argumentos en contra fueron poderosos: 1º No tenían dinero. 2º Nadie en Chile sabía manejar o reparar ese tipo de máquinas. 3º Las calles carecían de buen pavimento y la bomba se rompería en cada salida. 4ºEn vez de un Cuartelero común tendrían que contratar un mecánico especializado. 5ºTodo el sistema vigente estaba basado en carros arrastrados por caballos. No tenía objeto que la bomba llegara con mucha anticipación si las mangueras y los bomberos iban a otra velocidad. 6º El aprovisionamiento de combustible iba a ser costoso, etc. Pero todos los razonables argumentos se estrellaron contra la voluntad decidida de una mayoría que habló de progreso, de futuro, y a sabiendas de que el que marcha adelante abriendo una senda se sacrifica más que el que lo sigue, se entregaron de lleno a conseguir los fondos para comprometer la importación. Encontraron una ayuda poderosa en el Superintendente, que aquilató la honra que le cabría a la Quinta si era la primera en aprovechar las reformas prácticas en pro del servicio y adelanto de la Institución. El Capitán don Santiago García Huidobro también acogió con entusiasmo la idea. Se acordó vender la bomba a vapor y negociarla con el Cuerpo de Bomberos de Caldera, vender todos los caballos menos el Ping-Pong que seguiría arrastrando el gallo, vender los arneses de patente y cuánto hubiese en el Cuartel que no fuese estrictamente necesario. Los voluntarios Guillermo Swinburn y Carlos Swinburn se encargarían de efectuar un beneficio entre la colonia inglesa. Se acordó ofrecer en arriendo las 3 caballerizas que quedarían desocupadas en $25.cada una, ofreciendo «todo servicio», y por último rifar un valioso juego de ajedrez regalado por Carlos Olavarrieta. La diferencia se pagaría entre todos incluyendo la minoría derrotada en la votación. Se pidió a la fábrica inglesa Merryweather que reforzara los ejes, antejuego y mecanismos, advirtiéndole el pésimo estado de las calles por las que tendría que correr la bomba. Se pidió que acompañara a la bomba un técnico inglés para enseñar su manejo. Este fue Mr. Osborn que llegó con ella al Cuartel el 20 de Mayo de 1904. Ahí fue visitada por «un sinmúmero de personas». El oficial de semana, que era el Dr. Manuel Torres anota el 21 de mayo: «La Quinta compañía se asocia al glorioso aniversario que hoy se celebra, haciendo votos porque la bomba recién adquirida preste los mejores servicios a nuestra Institución y la llene de gloria como el Héroe de Iquique, cuyo nombre lleva, llenó de gloria a nuestra Patria». El día 29 el Teniente R. Pérez anota que el automóvil salió del Cuartel, por primera vez causando justa sorpresa a todos los que pudieron ver los resultados de la primera prueba. Y al dia siguiente escribe: «El Chiclán fue rematado hoy en la feria en ciento doce pesos con gran sentimiento de todos los voluntarios de la compañía que han tenido que desprenderse
de él después de sus largos años de servicio, por el estado apremiante en que se encuentra la Cía. con la compra del automóvil». El 31 de julio se rifó un cuadro donado por don Enrique Swinburn. El boleto premiado correspondió a don Angel Custodio Arcos. 1° de Agosto: ¡Atención! Desde hoy ha sido entregada al servicio activo la bomba automóvil. Ruben Dávila Izquierdo Ayudante 13 de agosto de 1904 Se dió orden de comprar papelillos de arsénico para el caballo Ping-Pong que está enfermo de tos. Oscar Dávila Izquierdo Teniente 2° El domingo 14 de agosto la bomba hace su primera salida a un incendio en la calle Bascuñán Guerrero, que resultó ser un amago, pero dos días después rinde su primera prueba de eficiencia. Por los datos anotados por el ayudante Rubén Dávila es fácil comprender el orgullo bomberil que llenaría ese dia a los quintinos: Martes 16 Incendio A las 4 P.M. se declaró un incendio en la casa de la señora Adela Pérez de Balmaceda, Catedral esq. de Morandé. La Compañía llegó con su material con toda presteza. La bomba armó en la acequia poniente de Morandé al llegar a Catedral. Se armó primero un pitón que entró a la casa por una ventana del segundo piso. Luego se armó gemelo y un pitón por cada costado atacando el fuego en el hall del segundo piso de la casa. Se facilitó un costado de la bomba a la Primera Compañía mientras llegaba su bomba; después ocupó el mismo costado la Novena Compañía. Se usaron 16 tiras, 1 pitón de 3|4 y 3 de 5|8. Se pasó lista a las 10 ½ P.M. con asistencia de 8 honorarios y 23 activos. Rubén Dávila I. Ayudante Pero no siempre pudo llegar la bomba automóvil con tanta presteza a los incendios y en algunos casos ni siquiera llegó. En invierno patinaba peligrosamente en las embarradas calles. Los accidentes se sucedían con frecuencia. Al dirigirse al incendio en la Quinta Meiggs chocó contra un árbol y tuvo que regresar al Cuartel. En otro incendio de agosto patinó en el pavimento mojado y se sumergió en la acequia de la Alameda. El maquinista libró ileso pero la bomba estuvo varios días en reparaciones. En otro, la pasaron todas las bombas y gallos mientras se detenía a levantar presión. En junio de 1905 se le tronchó la barra que une las ruedas delanteras y permaneció en Estado y Merced expuesta durante horas a la «crítica del público impertinente». Pero cuando más notoria fue una de las tantas fallas mecánicas de la autobomba fue en diciembre de 1907 durante el desfile del Cuerpo en homenaje y despedida al Superintendente don Ismael Valdés Vergara, con motivo de su alejamiento del cargo después de 11 años de brillante desempeño. Desfiló todo el Cuerpo con todo su material desde la Plaza de Armas hasta el domicilio del Sr. Valdés en Vicuña Mackenna. Llegaron todas las bombas y gallos menos la máquina de la Quinta, a la que se le salió una rueda al comenzar el desfile.
La autobomba principió a ser denominada como el «auto-clavo» y se prestó a toda clase de chistes. La mayoría de los cuentos graciosos ( no muy graciosos para los quintinos) eran inventados por los mismos bomberos. Pero así y todo cuando los mecanismos funcionaban los maquinistas se daban el gusto enorme de pasar sin esfuerzo a los jadeantes caballos de la otras Cías. y esperarlos dando agua en las mejores ubicaciones del sitio amagado. En 1908 el ayudante don Aliro Parga Ríos anota que en el incendio de la Fca. de Galletas MacKay en Moneda y Maipú el material llegó con una rapidez asombrosa y la bomba dió agua 20 minutos antes que aparecieran las bombas a caballo, pudo salvar por eso la casa del Sr. Mac Kay contigua a la fábrica en que el incendio había tomado proporciones colosales por el fuerte viento sur y la acumulación de mucho material combustible. Agrega el Sr. Parga que la compañía fue felicitada por el Comandante y el público le brindó muchos aplausos. En 1912 recibe la Quinta su segunda bomba automóvil de origen francés, marca Mieusset, que reunía todas las exigencias requeridas para el servicio. Esta bomba estuvo prestándole a la 5ª espléndidos servicios por espacio de once años. La reemplazó la bomba automóvil marca MAN y a ésta la sucedió la Saurer el año 1930 que logró enterar 20 años al servicio de la 5ª. LA GRAN HUELGA DE 1905 El gobierno de don Germán Riesco Errázuriz se caracteriza por sus muchas obras de progreso; algunos lo llaman «Bella época» a pesar de que en ese período se producen las primeras huelgas de magnitud, fruto de la «cuestión social» agitada por primera vez por los políticos. En la primavera de 1905 faltó la carne de vacuno en la olla casera y el pueblo enfurecido salió a las calles a reclamarle al Presidente tan insólita situación. Los santiaguinos, aún asombrados por las primeras películas de cine mudo que se exhibían en la capital, vivieron desde el 22 de octubre una «semana roja» en que la ira popular destruyó monumentos, tranvías, postes de alumbrado y cuánto encontró a su paso. El Cuartel ocupaba entonces uno de los viejos edificios fiscales contiguos a la Moneda, en el sitio que hoy es la Plazuela de la Libertad. Colocando escalas en los muros interiores pasaron los quintinos a reforzar la guardia de Palacio. Desde las ventanas del cuartel vieron también cuando su amigo el Prefecto de Policía, Eugenio Castro recibía el primer peñascazo lanzado por la multitud. Vieron en seguida al Prefecto ordenar a sus fuerzas cargar sobre los manifestantes, vieron el espejeo de los sables y oyeron los alaridos de la masa en desbande. Era Capitán de la Quinta don Carlos Valdivieso y su Teniente 1° don Oscar Dávila, pero correspondió anotar estas novedades al Teniente 2º don Jorge Rodríguez, quien estaba de guardia y al ayudante don Alberto Ried, a quien le correspondió seguir con la guardia. Veamos como relatan los acontecimientos Rodríguez y Ried: «Octubre 1905. Domingo 22. «A la 1 de la tarde, más o menos, principió a llegar a la Alameda, frente a nuestro Cuartel, numerosa cantidad de gente, a pié unos y a caballo otros. «Se trataba de un gran desfile ante el Presidente de la República, con el objeto de pedir la abolición del impuesto que grava la entrada del ganado argentino a Chile. «Pudo notarse en esta especie de batallón obreros más o menos bien acomodados y gañanes descamisados. «Los directores de la manifestación, una vez llegados frente a palacio, pidieron la presencia del jefe de la nación. Impuestos por el Oficial de Guardia, que el Presidente se encontraba en su casa particular, se envió allá una comisión, que fue recibida por éste. «A todo esto la gran columna, iba de momento en momento estrechándose más en la plazuela de la Moneda, a causa de que la cabeza avanzaba esperando la vuelta de la comisión enviada y la cola hacía esfuerzos a su vez por imponerse de lo que pasaba más adelante.
«Los espíritus revoltosos, que los había bastantes, interpretaron como que el Presidente no quería presentarse en los balcones y se dió comienzo a una serie de insultos y desacatos contra la autoridad. «El sosiego y compostura en los manifestantes, se fue perdiendo por momentos, hasta que la turba inconsciente y no sujeta a bandera alguna, principió a descargar piedras contra los balcones de la Moneda, Estado Mayor y edificios colindantes. Aquello fue obra de un momento, todo quedó destruido». «La policía, en muy escaso número, que hasta ese momento había solo acompañado a los manifestantes, tuvo que entrar en acción para evitar los destrozos; se dio la primera carga, con ella los primeros heridos y fue esta al mismo tiempo la señal dada a las turbas para principiar la obra de devastación y pillaje a que estuvo entregada la ciudad durante dos días. «A las 4 de la tarde llegaban al Cuartel los voluntarios Sres. Alberto Ried y Claudio Vila y tuvieron inmediatamente que entrar a prestar servicios de cirujanos. Desde ese momento, el botiquín de la compañía funcionó sin parar. Momentos después llegaban el Director don Juan Matte, los oficiales y los voluntarios doctores Altamirano y Torres. «Como la cosa fuera en aumento y los heridos aumentaban, llegaron algunos practicantes de comisarías y voluntarios de la Sexta que con el bien provisto botiquín de su carro, siguieron en la cura de heridos. «Oficiales de policía y guardianes llegaban heridos con golpes de piedras y la gente del pueblo a sable. «Las curaciones desde el primer momento se hicieron con toda proligidad, remitiéndose los de mucha gravedad al hospital. «A las 6 de la tarde se habían reunido casi todos los voluntarios. Los doctores voluntarios de la 5ª Sres. Altamirano y Torres y el doctor voluntario de la 1ª Cía. Sr. Budge, trabajaban activamente. «A las 6 ½ llegaba al Cuartel, orden de la Superintendencia, para que concurriera la Cía. de «uniforme al Cuartel General a las 8 P.M. «Habían sido ofrecidos por el Sr. Superintendente los servicios del Cuerpo para resguardar el orden al Sr. Presidente, que nos aceptó. «Formados ahí y junto con el personal de las demás Cías. Se fue a la 1ª Comisaría, donde se nos armó de rifle Mauser, con su respectiva furnitura, bayoneta y 30 tiros a bala por cabeza. «Una vez de vuelta al Cuartel General se distribuyó al Cuerpo en el barrio central, «correspondiendo a la 5ª la calle de la Bandera, «Se dividió a la Cía. en dos patrullas que vigilaban de Catedral al Mapocho y de Catedral a «Alameda. «Se envió otra fracción al Cuartel para seguir atendiendo heridos. «Durante la noche el Cuartel fue custodiado por la policía que resguardaba al mismo tiempo el «edificio de la Tesorería Fiscal. «Se curaron durante el día el siguiente número de heridos: 3 oficiales de policía, 20 guardianes «y 25 individuos del pueblo. «Sin más novedad Jorge Rodríguez Altamirano Ten. 2º Acc. «Lunes 23 «A las 11 ½ se recibía orden de la Comandancia para ir a resguardar el Palacio de la Moneda, «quedando para resguardar el Cuartel los voluntarios honorarios, Gmo. Swinburn, Carlos «Izquierdo, Luis Sota y los cirujanos voluntarios Manuel Torres Boonen y Carlos Altamirano «Talavera.
«La guardia llevada a la Moneda quedó compuesta por 10 voluntarios armados, al mando del « «Cap. Sr. Pérez Ruiz Tagle. «Una vez allá se enviaron 5 voluntarios a custodiar la puerta que da a la calle Morandé y los «otros 5 a la puerta de Teatinos, con orden de no dejar pasar ni acercarse a las masas del «pueblo, intimidándoseles una vez y en caso de no obedecer hacer fuego. «A las 21/2 se relevó esta guardia por voluntarios de otras Cías. Y paisanos armados, «trasladándose la Cía. a la puerta principal de la Moneda, bajo las órdenes inmediatas del 2º «Comandante Sr. Prieto y del Sr. Oficial de Guardia. «A las 5 ½, hora en que se había disipado todo peligro de un ataque a la Moneda, recibió «orden la Cía. de regresar al Cuartel. «Durante el día se habían atendido en éste, los numerosos heridos que llegaban, agotándose «por completo a las 4 P.M. el botiquín de la 5ª así como el de la 6ª, se pidieron medicamentos «al Club Hípico, los que fueron enviados muy pronto. Piquete de voluntarios de la Quinta Compañía, armados de fusiles Minié, haciendo guardia al interior del Palacio de la Moneda, durante los días de la Gran Huelga ocurrida en octubre de 1905.
«A las 7 de la tarde, obedeciendo a órdenes de la Comandancia, formaba de nuevo la Cía. «para dirigirse al Cuartel General, con asistencia de los honorarios Gmo. Swinburn, Carlos «Altamirano, Carlos Swinburn, Luis Sota y Ernesto Ried y activos Sres.R. Pérez, A. Ried, C. «Valdés, R. DávilaG. Agüero, J. Rodríguez. H. K. Ekwall, S. Sosa, R. Matte, M. Cerda, G. Mora, «A. Santa María, C. Vila y R. Sotomayor y los ex voluntarios Sres. Ignacio Saavedra y Gustavo «Ried. En el Cuartel General se encontraba nuestro Director Sr. Juan Matte «Se dejó una guardia en el Cuartel para el cuidado de los heridos y el resto custodió la calle «de Ahumada, éstos divididos en dos patrullas mantuvieron la calle en perfecta tranquilidad «hasta la 1 de la mañana, hora, en que recibíamos orden de retirarnos, porque la llegada de la «tropa de línea hacía innecesario nuestro servicio. «Regresó la Cía. al Cuartel, donde dejó el armamento. «Durante el día se curaron otros 15 a 20 heridos, de esos uno que era de suma gravedad, «falleció cuando se le enviaba al Hospital. Igualmente fueron traídos al Cuartel 3 cadáveres, «los que fueron enviados a la morgue». «Como la noche anterior, quedó el Cuartel resguardado por tropa de policía. «Gastos de la semana: « 50 sobres en blanco $ 0.40 « 2 escobas 1.20 « Compostura caballeriza 2.50 « Pasto verde 0.70 « Carro 0.15 « $ 4.95 «Se entregó a las 10 A.M. al Tte. 1º de la 10 ª Cía. 2 rifles y 2 fornituras completas. «Sin más novedad entrego la guardia al Sr. Ayudante D. Alberto Ried. Jorge Rodríguez Altamirano Tte. 2º Acc. « Me recibo de ella Ried
«Martes 24 «Por orden superior impartida a la Compañía antes de retirarse la noche anterior, se le citó «para hoy a las 9 A.M. en el Cuartel. «La Compañía salió armada en dirección al Cuartel General de donde se trasladó poco «después a resguardar el orden en la calle Ahumada dividida en dos piquetes. «En esta situación i sin ninguna novedad pasó hasta las 12 horas en que regresó a su Cuartel «para recoger todo el armamento que aquí había i devolverlo de orden de la Comandancia al «Cuartel General. Se usó para estos fines de un carruaje proporcionado por el voluntario D. «Guillermo Swinburn. «A las 12 ½ la Cía. hizo entrega de todo su armamento y fue licenciada por la Comandancia en «gratos términos para los quintinos. «Me es grato dejar constancia de la inapreciable cooperación que le cupo a nuestro Director D. «Juan Matte en los días que acaban de pasar. «El Sr. Comandante lo tuvo a su lado durante todo el tiempo, para cargar juntos con toda la responsabilidad i para valerse de su opinión en los momentos más críticos. En vista de no haber ocurrido novedad en el orden de la ciudad i habiendo vuelto a esta la guarnición militar, el Cuerpo de Bomberos cesó en su misión poco después de mediodía. «El Sr. Capitán acc. ordenó que el personal estuviera listo al primer llamado, felizmente «durante el resto del día el caso no se presentó. «Sin más novedad Ried.» EL TERREMOTO DE 1906 A las 7.55 pm. del día 16 de agosto, un violento sismo derribó algunas casas en Santiago dañando casi todos los edificios. Esa noche se declararon 3 incendios. La ciudad quedó aislada y sin noticias del resto del país. Cuando se restablecieron las comunicaciones se supo que el epicentro del terremoto fue Valparaíso y que ahí los daños eran enormes y numerosos los incendios. El diario Las Ultimas Noticias había publicado un informe del Capitán de Corbeta don Arturo Middleton que basado en sus estudios sobre la Conjunción de Neptuno con la Luna señalaba con precisión el día y la zona afectada por el sismo. La gente criticaba el anuncio alarmista sin darle crédito hasta que fue sorprendida por el fuerte temblor y el tañido de la campana del Cuerpo de Bomberos. El antiguo cuartelero Nicanor Castro subió a la torre a tocar « la Paila « en pleno terremoto. Veamos como reaccionaron los bomberos al llamado del deber. Seguiremos al joven quintino Alfredo Santa María Sánchez, ingresado el año anterior a la Compañía, y de cuyos pasos fue testigo su hermano menor, nuestro compañero, ingeniero, ex Ministro de Estado, Domingo Santa María. La noche del terremoto se encontraba estudiando en casa y al sentir la campana se colocó el uniforme de bombero y salió corriendo hacia el Cuartel de la Quinta. El joven estudiante de derecho no regresó al hogar esa noche pues trabajó en la extinción de los 3 incendios que provocó el sismo. Cuando se conocieron los informes dramáticos llegados desde Valparaíso, el Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Santiago, don Ismael Valdés Vergara, dispuso acudir en su auxilio con una legión de voluntarios. Pidió 10 hombres por Cía. dispuestos a ausentarse de sus casas por el tiempo que fuese necesario y marchó con ellos al puerto. Entre los primeros en enrolarse estuvo Alfredo Santa María. En su casa le prepararon una maleta con sus efectos personales y algún alimento. Cargado con su propio bagaje el joven Santa María comprendió que no podía seguir el endemoniado tren de marcha que impuso a la delegación quintina
el jefe de ella y a orillas del accidentado camino abandonó su valija. Ese gesto de absoluto desprendimiento material, de espontánea generosidad y de sacrificio por el prójimo, retrata desde su inicio la vida del que llegaría a ser el más ilustre de los voluntarios. Otro quintino que publicó detalles de esa noche de incendios fue Alberto Ried, quién cuenta que llovía con tenaz persistencia y que al escuchar, en lo más violento del temblor, el tañido de la campana salió con sus hermanos, en medio de la sorpresa de sus padres y hermanas, corriendo hacia el Cuartel por la resbaladiza calle Teatinos. Ried relata que al llegar a Valparaíso después de la agotadora jornada fueron recibidos por un oficial que a manera de bienvenida les dijo que la consigna del día era:» hombre que sea sorprendido con una botella es hombre muerto». La Quinta envió a los siguientes voluntarios a Valparaíso: Carlos Swinburn Urmeneta, Ismael Valdés Alfonso, Guillermo de Agüero, Marcos García Huidobro, Luis Desmadryl, Alberto Ried, Alfredo Santa María, Gaspar Toro, Jorge Rodríguez Altamirano, Roberto Pérez Ruiz Tagle, Claudio Vila y Guillermo García Huidobro. Superando así el número solicitado por el Superintendente. Fue nombrado jefe de la delegación el maquinista 1º voluntario Carlos Swinburn Urmeneta quién informó a la Comandancia en los siguientes términos: RELACION DEL VIAJE DE LA COMISION DE LA QUINTA PASADA POR EL SR. CARLOS SWINBURN A LA COMANDANCIA. « La noche del 19 dormimos en Limache en el mismo carro que salimos de Santiago y hubo que desalojar a un señor que trató de quedarse ahí mismo, a pesar de no caber ni siquiera de pie y que llegó usando un lenguaje inconveniente, cuando ya todos estaban durmiendo. A las 5:35 am. nos pusimos en marcha por la vía férrea en compañía del Cuerpo, pero como la marcha de la cabeza fuera demasiado floja, para efectuar en buenas condiciones una marcha de resistencia como era aquella, pasé a tomar la punta con mi Compañía con la debida autorización del Capitán Ayudante Sr. Mansfeld, quién además me ordenó seguir tomando delantera en calidad de avanzada y tratar de tener preparado algo de comer para el resto del Cuerpo en población por donde pasábamos. A las 8 am. llegué con mi Cía. a Peñablanca, habiendo recorrido 16 kms. Allí pude hacer preparar en unos ranchos un poco de café y porotos, que estaban listos cuando llegó el Cuerpo media hora más tarde. A las 8:50 partimos en compañía del Cuerpo, tomándoles luego la delantera. El camino en esa parte estaba bastante malo, la vía hundida, los terraplenes rasgados y con bastante derrumbe de los cerros. Pasamos por Villa Alemana, puente y túnel de Las Cucharas, llegando a Quilpué a las 10.20 A.M. habiendo recorrido 12 kms. En esta forma se consiguió recorrer 7 kms. en 1 hora. En Quilpué encontramos que la familia Wood y el Sr. Ríos González (Subdelegado) esperaban al Cuerpo de Bomberos con diversos alimentos. El Cuerpo llegó ¾ de hora después. A las 11:45 am. partimos acompañados de 4 voluntarios de la 7ª Cía. llegando al Salto a la 1:15 pm. después de recorrer 10 kms. o sea un total de 38 kms. en 7 horas y 40 minutos incluyendo descansos. Toda la Compañía llegó en buen estado para seguir trabajando y con sus rollos. En el Salto encontré un tren de carga que había ido a buscar agua, así es que ordené al conductor y maquinista que esperara al resto del Cuerpo, lo que fue ½ hora después, salvo algunos rezagados que siguieron viaje más tarde. Momentos después llegábamos a Viña del Mar, donde aguardamos otro tren que venía del Salto con los rezagados, en el que continuamos viaje al Barón, llegando a las 4 pm. de allí nos dirigimos a la Gran Avenida recibiendo orden de la Comandancia, que se la trasmití a mi Cía. de no hacer la menor observación sobre los efectos de la ley marcial, bajo la cual está Valparaíso
Por la Gran Avenida nos dirigimos hasta llegar a la Plaza de La Victoria, donde esperamos órdenes del Gobernador de la Plaza Sr. Gómez Carreño, quién puso al Cuerpo bajo el mando del 2º jefe de la Plaza Sr. Schonemayer. Este jefe nos fijó como vivac el jardín que hay en La Gran Avenida frente a Bellavista. Ahí se nos ordenó armar una serie de pilastras, con los ladrillos de los edificios derrumbados, dentro de una gran pila que hay en ese jardín y cubrirla después con madera. Esta orden fue cumplida. Se nos dio después una carpa que armamos en dicho jardín y a la cual invitamos a los voluntarios de la 1ª y 9ª Cía. A las 7 ½ P.M. más o menos se declaró un violento incendio en el quinto piso del edificio situado frente a nuestro vivac. Recibimos orden, minutos después de salvar lo que pudiéramos del edificio, que estaba desplomado y ardiendo. Se procedió a descerrajar las puertas y se subió hasta el 4º piso principiando el salvamento, pero debido a que todas las murallas estaban rasgadas y desplomadas, luego se hundió el techo por lo cual el Capitán Ayudante San Román, nos dio orden de bajar resultando todos ilesos. En el edificio contiguo nos sucedió idéntica cosa, por lo cual hubimos de concretarnos a salvar las camas y equipajes del Gran Hotel, lo que se efectuó con todo orden y rápidamente no dejando nada que pudiera servir de abrigo. Se sacaron además las cortinas de las ventanas, abriendo éstas y las puertas a fin de evitar el calentamiento de los marcos de madera por reflexión, pues el fuego estaba aún calle por medio. Los vidrios estaban caldeados y era tal el tiraje que las ventanas y puertas había que abrirlas entre dos y acuñarlas para evitar que se cerraran. El que suscribe viendo la imposibilidad de contener el fuego, pidió al mayor Schonemayer dinamita para volar el edificio, pero se contestó que no se tenía. Después se procedió a sacar una cantidad enorme de mercadería, de una casa situada al lado del Gran Hotel y que se componía principalmente de pañuelos de reboso, mantas, frazadas, casimires, etc., todo lo cual se dejó en la Gran Avenida para abrigar a la gente menesterosa. Mientras tanto todos los edificios que estaban presa de las llamas, crujían y se derrumbaban con gran estrépito, toda una manzana era ya presa de las llamas, produciéndose grandes detonaciones a consecuencia de las materias inflamables o explosivas contenidas en las bodegas. La 7ª Cía. de Valparaíso había conseguido armar un pistón que estaba refrescando la manzana del lado Norte, pero como la presión no era suficiente su radio de acción era muy limitado y el fuego amenazaba saltar a esa otra manzana, en vista de lo cual esta Cía. pidió permiso para entrar con ese pistón hasta el medio del callejón entre los dos edificios que amenazaban derrumbarse, logrando así refrescar el edificio en su longitud cuando ya comenzaba a arder. Por el otro lado, la manzana del lado Sur, es decir donde se encontraba el Gran Hotel, principiaba ya a arder. Los esfuerzos del Capitán Ayudante, San Román y de los voluntarios Sres. Alberto Ried de la 5ª, Francisco Blanchetau de la 2ª y Ponce de la 6ª que subiendo hasta la mansarda y arrojando cuanto tiesto con agua encontraron en el Hotel fueron inútiles, la caldeadura del edificio era ya tan grande que momentos después ardía íntegro. En vista de la inutilidad de nuestros esfuerzos para poder contener el fuego, por la carencia absoluta de material, recibimos orden de retirarnos a descansar a las 3 am. del Martes. A las 7 am. volvíamos de nuevo al trabajo, armamos material por la calle Edwards, dándonos agua un bombín de una lancha de la Armada. Durante este trabajo se nos derrumbó la muralla de la calle de 3 pisos pasando por nuestras cabezas y salvando bajo el umbral de una de las puertas. A las 9 suspendimos el trabajo anterior, por quedar ya solo escombros. El resto de la mañana se ocupó en el transporte de víveres. Después de mediodía se envió una comisión de voluntarios de todas las Compañías a enterrar muertos, operación que duró todo el día.
A las 11 ½ P.M. cuando todos estaban rendidos por las fatigas del día, el Capitán Ayudante Sr. San Román dio orden de levantarse a la 5ª para apagar los escombros que amenazaban de nuevo propagar a la casa Saavedra Benard y Cía. Inmediatamente se comenzó a trabajar con las Bombas y material de la 3ª y 6ª Compañía de Valparaíso armadas en la Plaza Victoria y Malecón, respectivamente, logrando hacer desaparecer todo peligro a las 7 A.M. del Miércoles, hora en que recibimos orden de alistarnos para regresar a Santiago. A las 8 am. tomábamos el tren en el Barón dejando en el Puerto por asuntos particulares a los voluntarios Roberto Pérez y Guillermo Huidobro y en Viña del Mar al voluntario Ismael Valdés Alfonso. El viaje a pie hasta Villa Alemana lo hicimos sin novedad, almorzando en Quilpué. Al caer la tarde tomamos un tren lastrero que nos llevó hasta Limache, sin más novedad que haber tenido que obligar, el que suscribe, al maquinista de la locomotora llegar a dicho punto lo que se negaba a hacer alegando falta de agua en el caldero lo que resultó inexacto. Comimos en Limache, alojándonos después en un comedor de las casas de D. Alberto Cousiño. El Jueves a las 8 A.M. tomábamos el tren que nos trajo a éste, efectuando en el túnel de las Palmas el difícil trasbordo del Sr. Miguel Velasco que venía herido en una pierna, desde Limache. A las 4 ½ pm. llegábamos a Santiago sin más incidente que el que tuve con el maquinista del tren, por haber bajado la cuesta del Tabón en la parte llamada San Ramón, que está llena de curvas, con una velocidad media de 85 Kms. por hora, con grave peligro de ser volcado el tren, que venía repleto de señoras y niños huérfanos. En Santiago desembarcamos de nuevo al Sr. Velasco y también los 60 huerfanitos que venían de Limache. Momentos después entraba la Compañía formada por el medio de la Alameda hasta el Club de la Unión, de donde se retiraron los voluntarios después de hacerle presente el que suscribe que el mayor von Schonemayer le había encargado manifestarles se encontraba satisfecho de su trabajo y disciplina¡ C. Swinburn U. Maq.1º Agosto 1906 COMPETENCIA POR EL PREMIO PRESIDENCIAL - 1907 En 1906 fue elegido Presidente de Chile don Pedro Montt y Montt. Era voluntario honorario de la Sexta Compañía y había sido más de ocho años Secretario General del Cuerpo de Bomberos. Ofreció un premio a la Compañía de Agua que venciera en una Competencia de rapidez que se efectuó en el Parque Cousiño el 17 de Noviembre de 1907. El Comandante del Cuerpo ofreció otro Premio para las Compañías de Escala. Con mucha anticipación las diversas Compañías se prepararon a disputar los trofeos. Para las de agua consistió el movimiento en una carrera de gallos, en un recorrido de 100 mts. Se armaba en un grifo colocado al medio de la elipse y se botaban varios blancos, efectuando cambios de tiras y gemelos entre uno y otro para terminar con 4 pitones simultáneos cuyos chorros debían alcanzar a determinada altura. Equipos de 25 hombres y un caballo. Sorteo: última la Quinta. Todas las Compañías trabajarían con la poderosa bomba de la 11ª y con ella se habían practicado los ejercicios preparatorios. Parte la 11ª y en correcto movimiento pone 5 minutos y 53 segundos. Sigue la 1ª y al estallar el petardo el voluntario que manejaba el gallo le dio toda la rienda al caballo lanzándolo al galope. Se le cortaron los tiros al partir y se les arrancó el animal.
El personal no atinó a empujar el gallo y perdió la opción. La Segunda puso 5 minutos 34 segundos. La Décima tuvo problemas y no terminó el movimiento. Falló la bomba alimentadora de la 11ª y se reemplazó por la de la 4ª. Corrió la Cuarta y puso 4 minutos 40 segundos. La 9ª demoró 6 minutos 32 segundos. La 3ª tuvo una falla y desarmó. La 5ª (versión de O.Dávila I.). «Estalló el petardo y hábilmente manejado por Claudio Vila, el noble Ping Pong arrancó en loca carrera hacia el grifo. El personal en filas compactas tuvo que hacer un gran esfuerzo para seguirlo. La llegada a las tribunas fue magnífica; el público entusiasmado gritaba, aplaudía; el tiempo de esta carrera fue soberbio. En el movimiento final de 4 pitones bajó la presión y transcurrían segundos y segundos que parecían horas, y la presión no subía. Fue larga, fue desesperante esa espera, hasta que por fin los chorros tocaron la barra de los blancos y sonó el pito del Capitán. Tiempo 4 minutos y 50 segundos, llegamos a 10 segundos del ganador.» Entre las Compañías de escala triunfó ampliamente la 6ª y el Presidente demostró gran regocijo al ver ganar su Compañía. La 4ª ganó entre las de agua y su triunfo fue reconocido y celebrado por la 5ª en un famoso documento. Se dejó constancia de la victoria francesa en una servilleta firmada por todo el equipo de la 5ª y por los que asistieron a un banquete que reunió a los que más estrechamente disputaron los puestos de honor. Esa servilleta dio origen a periódicas fiestas en que cada 5 años cuartinos y quintinos fueron prendiendo en ella los correspondientes premios. La servilleta trajo la buena suerte en las competencias a ambas El «PING PONG» famoso caballo de la Quinta. en la foto aparece enganchado al compañías y salvo muy contadas ocasiones los trofeos han gallo porta mangueras frente al cuartel de Alameda. ido a adornar sus cuarteles. Un incendio ocurrido mientras la 4ª se encontraba en ejercicio destruyó la servilleta, hace esto muy pocos años y ese símbolo de una no interrumpida amistad y de una reñida lucha por los primeros lugares en las competencias generales fue renovado y reconstituído con las firmas de los que hoy compiten con tanto brío como en 1907. En 1907 el equipo quintino sufrió una pérdida de tiempo derivada de una falla mecánica pero recuperó parte del tiempo perdido con el esfuerzo de sus miembros y con la fuerza y velocidad de su caballo Ping Pong. Este compartió por cierto los honores del vice-campeón. El cariño hacia este noble animal se refleja en una relación hecha por el Oficial de Guardia en la que al describir un accidente lo libera de toda culpa al desbocarse y pareciera no importarle un ápice la suerte de su conductor aunque, como en este caso, fuese el Tesorero de la Compañía, hijo del Superintendente del Cuerpo y personalmente meritorio voluntario. Dice la relación del Tte. Pérez Ruíz Tagle: «Al salir al incendio, manejaba el gallo el Tesorero de la Compañía voluntario don César Valdés a quién se le desbocó el Ping Pong, siéndole imposible detener la vertiginosa carrera hasta la calle Bascuñán Guerrero donde gracias a los trabajos de asfalto trinidad se atajó en los rieles de los tranvías eléctricos, cortándoseles los arneses y saltando al suelo el voluntario. Se torció el eje y una pisadera. Es digno de anotar que en esta ocasión el Ping Pong que corría solo y guiado por su propio criterio (?) por no tener fuerza para manejarlo el voluntario Valdés, no se estrelló con ningún coche ni carretón,
encargándose el propio Ping Pong de librar su cuerpo y el gallo en cada caso de peligro, salvando todos los obstáculos con felicidad, salvo el último que le fue imposible por abarcar toda la calle y sin embargo, allí pretendió entrar al paseo o avenida central de la Alameda. Con esto se demuestra que la mayoría de los accidentes del gallo se debe muy seguramente a los inexpertos que lo manejan». DEVES Y VAN BUREN Valparaíso 30 de Enero de 1907. Los actos de servicio ofrecen peligro no solo en los grandes incendios. Ocurren también accidentes en prácticas y en los ejercicios. El accidente más lamentable sucedido en uno de estos actos, es sin duda, el que sufrió el personal de la 3ª Cía. de Valparaíso, con la que mantenemos canje de servicios desde l899. El trájico suceso costó la vida a don Rafael Devés Casanueva, Oficial de la 3ª, quién gozaba de general simpatía y afecto entre los voluntarios de la 5ª, por ser uno de los más asiduos asistentes a actos habidos en Santiago. Tenía 28 años y era corredor de la Bolsa de Valparaíso. En el mismo accidente pereció el voluntario don Alberto Van Buren, culto periodista de 24 años, cuya viva inteligencia alegró muchas reuniones de quintinos y tercerinos. El Secretario de la 3ª Sr. José María Lorca, en la memoria anual de 1907 relata así los hechos: «El 30 de Enero a las 8:30 pm. la Compañía se dirigió a la Av. Brasil esquina de Yerbas Buenas para practicar un ejecicio combinado con la 8ª Cía. Se debía trabajar en una escala automática importada hacía poco tiempo de Europa, por el Cuerpo y entregada a la 8ª. Instalada la escala en el centro de la calle Yerbas Buenas, entre Av. Brasil y Blanco, se estiraron mangueras hasta el primer tramo de ellas, dándose agua con toda regularidad. En seguida y una vez paralizada el agua, se extendió el tramo superior, dándole a la escala toda su altura, 21 mts. Para probar su resistencia, subieron 8 o 10 voluntarios de la 8ª, conservando ella perfectamente su equilibrio. Hecha esta prueba, se estiró nuestra manguera hasta la extremidad, tomando el pitón el voluntario don Alberto Van Buren, colocándose inmediatamente después de éste el Tte. 2º don Rafael Devés. Más abajo de la mitad de la escala estaban colocados los voluntarios Sres. Eduardo Abbott y Tulio Symon. Dióse agua en seguida, continuando el ejercicio con toda regularidad. Eran las 10 pm. Pero repentinamente vióse que la larga y elevada escala se inclinaba lentamente a la derecha. ¡Fue un momento terrible¡ Antes que saliéramos del estupor que a todos produjo la inclinación, la escala se desplomó violentamente, cayendo a los escombros del edificio destruído, situado a la derecha del sitio donde se encontraba armada. Entre la inclinación y la caída no mediarían más de 3 segundos, los cuales parecieron siglos, para los que contemplábamos esta espantosa escena. Inmediatamente un grupo numeroso de voluntarios se lanzó a los escombros para sacar a los compañeros que en la escala se encontraban. Abbott y Symon escaparon ilesos salvo ligeras magulladuras, debido a la parte en que estaban situados. Devés y Van Buren fueron extraídos inermes y con gravísimas heridas. Transportados a una carpa de la Av. Brasil, el primero falleció sin recobrar conocimiento instantes después. Van Buren fue atendido solícitamente por varios médicos que desde el primer momento consideraron el caso fatal. En medio de la consternación y del sentimiento más desgarrador, el cadáver de Deves fue transportado por voluntarios a la Iglesia del Espíritu Santo, donde el Sr. cura don Cristóbal Villalobos le dio piadosa colocación en la sacristía. Mientras tanto, el desgraciado compañero Van Buren se le transportaba en una camilla, con todo el cuidado que su estado requería a la casa del Sr. Julio Yung, situada en la calle Condell. Antes de llegar a la citada casa Van Buren expiraba.» La Quinta Compañía envió una delegación a los funerales de los mártires y en el cementerio habló en su representación el Dr. Manuel Torres Boonen quién dijo en parte de su discurso:
«Desgracias como las que hoy nos congregan, tienen la triste condición de conmover, no solo a los más cercanos a las víctimas, sino a la sociedad entera. ¡Como podré explicar, entonces, la impresión que la muerte de Rafael Devés y de Alberto Van Buren ha producido en el Cuerpo de Bomberos y especialmente en el ánimo de sus compañeros y amigos de la 5ª Compañía de Bomberos de Santiago¡ Antigua y sincera amistad nos ha ligado desde hace muchos años a la 3ª, y ambas Compañías han tenido esa sinceridad, porque nos han reunido no solo festejos y alegrías, sino porque juntos hemos llorado la desgracia común.» Rafael Devés y Alberto Van Buren tienen hoy junto a ellos a otros dos mártires tercerinos: Aníbal Cruzat y Manuel Urra. Su muerte ocurrió en un trágico accidente que sufrió la bomba de la Tercera camino de un incendio. Cruzat a quién los quintinos consideraban como a uno de los suyos trabajó en muchos incendios de Santiago. Fue integrante del servicio de guardia nocturna en numerosas ocasiones en que sus actividades lo trajeron a la Capital. En la última década era común oir decir a los jóvenes quintinos «en Valparaíso se me presentó un problema pero llamé al Cuartel de la Tercera y el Flaco Cruzat me ayudó a solucionarlo». Asistente asiduo a su cuartel ahí lo sorprendió el llamado de la muerte. Tripuló su bomba a la que con esmero prodigó siempre atenciones de experto maquinista y conducido por Manuel Urra emprendió la fatal carrera. No pudo elegir mejor carro para el viaje a la eternidad. En la admiración de su ejemplo de trabajo y sacrificio se une el recuerdo de Tercerinos y Quintinos. Desde que se estableció el canje han sido numerosos los voluntarios que al cambiar su residencia de ciudad han trasladado también, sus actividades bomberiles a la Compañía de su nueva residencia. En la Quinta se iniciaron como bomberos don José Fabres Pinto y don Rafael Barahona San Martín y como tercerinos , en Valparaíso, fueron Superintendentes de la Institución. Hoy los hijos de don Rafael Barahona sirven en ambas Compañías: Rafael Luis Barahona Stahr es el actual Superintendente de Valparaíso y en Santiago su hermano Jorge ha sido capitán y miembro de la Junta de Disciplina de la 5ª Compañía. Tercerinos fueron en sus primeros años don Luis Laulie Cabrera, Pedro Saez Yus, Rigoberto Polanco Fernández y tantos otros buenos servidores de la Quinta. Don Luis Laulie incorporó también a sus hijos René y Gastón y tuvo un nieto quintino: Fernando Moreno Laulie hijo del voluntario Mario Moreno Ruíz. Rigoberto Polanco, ex Capitán de la Quinta, ha traído también, en estos agitados días de Septiembre, la solicitud de incorporación de su hijo Marco Antonio, quién como inscrito en el Libro Verde, será pronto quintino. En el Libro Tradiciones Tercerinas escrito por don Guillermo Ernesto Meyer en el año 1934, se destaca a los siguientes voluntarios como a las grandes figuras tercerinas: Don Matías Cousiño Don Luis Cousiño Squella Don Edmundo Sartori Don Antonio Barrena Don Vicente Vidaurre Don Manuel Riofrío Don Manuel del Río Don Octavio González Reimundis Don Alfredo Cox Don Pedro González Miranda Don Salustio Beeche Los hermanos Juan y Mateo Clark
Don Juan Guillermo Searle Don Federico y don Valentín Navarro Don Pedro Joaquín Verdugo Don Ramón Toto Mazote Don Luis E. Pradel Don Carlos Lorca Prieto Don Roberto Pretot Freire Don Ricardo H. de Ferari Don Sixto Antonio y Elías Riofrío Don Daniel Bianchi Don Alberto Riofrío Don Carlos García Ledezma
Don Carlos García Ledezma, era en 1939, año en que el canje de servicios entre la Tercera y la Quinta cumplía medio siglo, el voluntario más antiguo. En ese aniversario la Quinta lo incorporó a sus filas en calidad de voluntario honorario. Recíproco honor recibió de la Tercera nuestro fundador don José Alberto Bravo. En 1954 nuestra compañía hermana cumplió un siglo de vida y de servicios a Valparaíso. Este centenario fue celebrado con gran solemnidad y una delegación de sesenta quintinos se trasladó al Puerto participando activamente en las fiestas centenarias. Mutuamente ambas Compañías confirieron la calidad de honorarios a los voluntarios que ya tenían el premio por 50 años de servicio. Se incorporaron a la Tercera los quintinos Gaspar Toro Barros y Oscar Dávila Izquierdo
y se incorporaron a la Quinta los tercerinos señores: Carlos David Finlay Montenegro, Guillermo Purcell Verdugo, Luis A. Jung Binge y Juan Enrique Lyon Sarratea. En 1970, al fallecer el último de los voluntarios pertenecientes, simultáneamente a ambas Compañías, se estimó conveniente por los Directores de éstas renovar esos nombramientos sin esperar para ello fechas conmemorativas. La Tercera incorporó a sus filas a don Jorge Gaete Rojas, a don Guillermo Matte Hurtado y a don Sergio Dávila Echaurren. La Quinta incorporó a don Benjamín Aguirre Amenábar, a don Guillermo Purcell Winter y a don Rafael Luis Barahona Stahr. Todos con una hoja de servicios bomberiles ejemplar, gozan del más alto prestigio en ambas Instituciones y de todo el afecto de sus compañías. HIMNO DE LA TERCERA DE VALPARAISO (Letra del tercerino, sr. Jorge Araya Jeria, escrita para las Bodas de Oro de la Tercera. Música del maestro Berg Floto). Compañeros a luchar La buena fama a conquistar Ya se siente la Campana Que al campo del deber nos llama De medio siglo seguir las tradiciones tercerinas; y siempre perseguir el cumplimiento de nuestra consigna Allá en medio del fuego violento, es cuando el tercerino está contento; acá unidos por franca amistad disfrutamos de santa libertad A trabajar, a trabajar sin descansar, sin descansar, que el fuego cunde por la ciudad Por la ciudad A recoger, a recoger el material, el material que ya nos vamos al Cuartel La unión y disciplina que en el Cuartel domina, es el secreto de nuestro poder. Por la pujanza fiera de toda la Tercera Hep, hep, hurra Hurra, hurra Hurra¡¡ EL HIMNO DE LA QUINTA Y SU AUTOR El autor de la «Quintina» fue Alberto Ried, uno de los artistas pertenecientes al consagrado grupo de «Los Diez». Escribió «El hombre que anda», libro de poemas ilustrado con sus propios dibujos, «Hirundo», «El mar trajo mi sangre». En París editó con prólogo de Ortega y Gasset sus «Veintiuna Meditaciones». En su último libro, «El llamado del fuego, dice que escribió la Quintina como un acto de amor, devoción y lealtad a su Compañía a la que no ha dejado, porque viejo, enfermo y semi-inválido concurre a su cuartel a rememorar su juventud y a soñar todavía alguna esperanza como en una nueva primavera. Y exclama: ¿Escucha como resuena en mi alma el alma de la canción¡
La Quintina Escucháis la voz del bronce que en la noche audaz retumba y de lo alto de la torre al que duerme en paz perturba. Es la voz de la campana Que imperiosa nos reclama... Corazón que aviva el golpe dentro del pecho se acelera y jadeantes y al galope corceles en gran carrera afanosos y altaneros arrastran humeante acero. A lo lejos roja aurora ensangrienta todo el cielo; es la hoguera pavorosa que incendia el hogar labriego; ¡Acudir a combatirla nos ordena la consigna¡ En la lucha tan incierta animosos trabajad y serpientes las mangueras palpitantes vencerán. ¡ Si una mano bien segura vigorosa las ayuda¡... De improviso todo calla Todo en calma vuelve a estar y de la casa salvada un ¡ Hurra¡ se oye gritar: ¡Es la Quinta siempre firme¡ ¡Es la Quinta siempre igual¡ En una época en que la poesía y la música eran aficiones muy generalizadas y en la que abundaban escritores y poetas hubo en la Compañía varios quintinos que le dedicaron sus himnos y canciones. Alberto Ried cuenta que su canción tuvo mejor acogida que otra de su compañero Gustavo Mora Pinochet autor del poema «Las Horas» muy recitado por las niñas de su tiempo. La canción de Ried fue definitivamente reconocida como el himno oficial de la Quinta en 1910, durante la capitanía de Rubén Dávila Izquierdo a quién, el mismo Ried define como uno de los capitanes más valerosos y decididos y que en los ataques bravíos era el más resuelto, a quién nada ni nadie lograba amedrentar ante el peligro. Muchos años de alegre cantar han grabado este himno en el corazón de los quintinos. TOMA DEL CUARTEL 28 - I V - 1908 Nuevo Cuartel Habiéndose tenido noticias de que el edificio que se nos había cedido para el Cuartel, había sido cedido por otro conducto al regimiento Carabineros, se resolvió tomar posesión de ese edificio inmediatamente, para cuyo efecto a las 9 am. de hoy se trasladó allá el material; por este motivo la bomba ha quedado fuera de servicio i seguirá así hasta que se asegure la posesión del nuevo Cuartel, situado al lado de la 5ª. El ayudante del Cuartelero se trasladó al nuevo local, donde seguirá al cuidado del material. Alberto Valdés Ayudante Jueves 30 de Abril Aún no se sabe si se queda la Compañía o no en posesión del nuevo Cuartel..
Alberto Valdés Ayudante Martes 5 de Mayo Quedó concedido definitivamente el local del nuevo Cuartel donde actualmente se encuentra el material. Está ubicado al lado del antiguo Cuartel en la Alameda entre Morandé i Teatinos. O. Dávila I. Por este medio, una toma en 1908, la Quinta se apodera del Cuartel que el Fisco le había prometido cuando la desalojó del edificio contiguo para demolerlo. Esperando este local debió volver al Cuartel en que se fundó. Hasta ese año de 1908 las mudanzas de Cuartel habían sido las siguientes: del construído al lado de la Universidad, en que estuvo 20 años seguidos, a un viejo edificio ubicado a los pies de la Moneda; vuelve al Cuartel primitivo y de ahí regresa nuevamente a las antiguas construcciones contiguas a la casa de Gobierno. INCENDIOS INTENCIONALES El constante aumento de los incendios, en los que ya se nota el incremento de siniestros de fin de año, registra en esta primera década del siglo un incendio intencional que llegó a comprometer gravemente las relaciones de Chile con Alemania. El Viernes 5 de Febrero de 1909, sin conocer aún sus consecuencias, el Oficial de Guardia de la Quinta señor Abel Coo Tagle anota que a las 2 P.M. el fuego apareció en la Legación Alemana ubicada en la calle Nataniel entre las calles del Instituto y Olivares. Señala que a pesar de la prontitud con que llegaron todas las bombas el fuego consumió rápidamente el edificio y se comunicó a las casas vecinas de material ligero. La quinta empleó todas las mangueras del gallo y envió a buscar más al Cuartel. Al día siguiente se trabajó apagando escombros. De la Legación Alemana los bomberos extrajeron un cadáver carbonizado irreconocible que tenía un anillo perteneciente al La bomba de fabricación francesa «Mieusset», fue la 5° máquina que tuvo la Quinta Compañía. Canciller Becker. El Barón von Boden, Ministro alemán, comprobó En la fotografía tomada en 1913, aparecen los maquinistas Luis Desmadryl que la caja de la Legación había sido robada y culpó a un modesto y Arturo Varas. Atras, el cuartelero y, de civil, el Cpaitán don Gaspar toro funcionario chileno del asesinato, robo e incendio. La situación Barros, convaleciente de fracturas sufridas en actos de servicios. diplomática era enojosa para Chile hasta que gracias al talentoso dentista Germán Valenzuela Basterrica se comprobó que el cadáver correspondía al acusado y el incendiario era el mismo Becker, quién al preparar su crimen no advirtió que algunas muelas de menos lo iban a delatar y llevar al cadalso. Al año siguiente Chile celebra el centenario de su Independencia y entre los regalos que recibió, se destacó como el más valioso, la monumental Fuente Alemana que hoy adorna el Parque Forestal. PERSONAL QUE SE INCORPORO A LA 5ª CIA. DESDE 1911 A 1920 323 Fernando Pérez Tupper 324 Alfredo Varas Olea 325 Guillermo Matte Hurtado 326 Luis Ossa Lorca 327 Oscar Sanfuentes Echeñique 328 Alberto Matta Tagle 329 Guillermo Sanfuentes Echeñique 330 Luis Gandarillas Pereira 331 Fernando Correa Barros
05 Junio 1911 05 Junio 1911 08 Diciembre 1911 12 Enero 1912 12 Abril 1912 12 Junio 1912 15 Julio 1912 15 Julio 1912 08 Diciembre 1912
332 Escipión Borgoño Barros 333 Raúl Sotomayor Eguiguren 334 Alfonso Toro Muñoz 335 Hugo Lea Plaza Jencquel 336 Manuel Gaete Rojas 337 Jorge Tupper Hunneus 338 Waldo Vila Silva 339 Alfredo Cruz del Pedregal 340 Francisco de la Cerda Zegers 341 Raimundo Guzmán Vergara 342 Osvaldo Larraín Larrañaga 343 Ismael del Pedregal Castillo 344 Pedro Mira Morandé 345 Octavio Larraín Larrañaga 346 Exequiel Salas Silva 347 Alejandro Manterola de Ferrari 348 Eugenio Matte Hurtado 349 Carlos Berisso Van Buren 350 Eduardo Pérez Covarrubias 351 Ernesto Hevia Mozó 352 Enrique Kaulen Sosa 353 Carlos Gómez Ugarte 354 Juan Escobar Williams 355 Carlos Hurtado Lavín 356 Lautaro Prieto Adler 357 Antonio Barros 358 Francisco García 359 Luis Laulie Cabrera 360 Domingo Santa María Sanchez 361 Carlos Larraín Torres 362 Roberto Larraín Torres 363 Ricardo Montaner Letelier 364 Santiago Pérez Covarrubias 365 Mariano Navarrete Ruker 366 Eduardo Aguirre Richardson 367 Víctor Valdés Alfonso 368 Benjamín Valdés Alfonso 369 Enrique Matta Figueroa 370 Alejandro Ossa Puelma 371 Javier Recabarren Valdivieso 372 Gustavo del Río Soto Aguilar 373 Jorge Saavedra Agüero 374 Fernando Valdés Sánchez 375 Leopoldo Díaz Garcés 376 Carlos García Huidobro Valdés 377 Ithel Stewart Phillips 378 Juan E. Matte Hempell 379 Tobías Barros Ortíz 380 Martín Navarrete Rücker 381 Luis Pizarro Espoz 382 Raúl Barahona Vargas 383 Armando Braun Menéndez 384 Carlos Rubio Domínguez 385 Horacio Arancibia Laso 386 Emilio Aldunate Phillips 387 Roberto Hurtado Olea 388 Pedro Gana Bezanilla 389 Jorge Tagle Jouanne
08 Diciembre 1912 08 Diciembre 1912 08 Diciembre 1912 08 Diciembre 1912 14 Abril 1913 28 Mayo 1913 28 Mayo 1913 28 Mayo 1913 28 Mayo 1913 05 Septiembre 1913 10 Octubre 1913 10 Octubre 1913 10 Octubre 1913 10 Octubre 1913 10 Noviembre 1913 08 Diciembre 1913 08 Diciembre 1913 08 Diciembre 1913 27 Diciembre 1913 13 Abril 1914 13 Abril 1914 13 Abril 1914 13 Abril 1914 13 Julio 1914 13 Julio 1914 13 Octubre 1914 13 Octubre 1914 22 Octubre 1914 14 Abril 1915 14 Abril 1915 12 Julio 1915 03 Septiembre1915 14 Abril 1916 14 Abril 1916 15 Octubre 1916 08 Diciembre 1916 08 Diciembre 1916 08 Diciembre 1916 08 Diciembre 1916 08 Diciembre 1916 08 Diciembre 1916 08 Diciembre 1916 08 Diciembre 1916 08 Diciembre 1916 08 Diciembre 1916 23 Mayo 1917 28 Septiembre1917 28 Diciembre 1917 08 Diciembre 1917 08 Diciembre 1917 08 Diciembre 1917 21 Diciembre 1917 11 Enero 1918 15 Abril 1918 15 Abril 1918 15 Abril 1918 15 Julio 1918 03 Enero 1919
390 Abelardo Pizarro Herrera 391 Alberto Delpiano 392 Máximo Humbser Zumarán 393 Samuel Ossa García 394 Daniel González Fernández 395 Santiago Pérez Covarrubias 396 Horacio Echegoyen Ballacey 397 Guillermo Aldunate M. 398 Manuel Vidaurre C. 399 Ernesto Goycolea 400 Guillermo Garcés 401 Wenceslao Díaz 402 Hernán Tagle Jouanne
03 Enero 1919 15 Enero 1919 14 Abril 1919 12 Mayo 1919 30 Mayo 1919 30 Mayo 1919 30 Mayo 1919 15 Julio 1919 01 Septiembre 1919 09 Abril 1920 31 Mayo 1920 31 Mayo 1920 28 Diciembre 1920
Desde 1911 a 1920 los quintinos debieron concurrir a setecientos noventa y un incendios y a los actos de servicio que se detallan : AÑO
1911
12
13
14
15
16
17
18
19
1920
Incendios Ejercicios Academias Reuniones Funerales
69 14 9 10 17
74 16 17 11 7
58 18 13 10 11
65 18 22 9 11
61 19 25 8 13
67 25 25 10 5
79 15 20 9 14
82 21 20 12 10
110 28 22 12 12
126 17 11 9 6
Sufrieron heridas en los incendios los voluntarios Jorge Gaete Rojas, Demetrio Moreno Sanfuentes, Gaspar Toro Barros (Capitán), Hugo Lea Plaza Jencquel, Alberto Valdés Alfonso, Waldo Vila Silva, Raúl Sotomayor Eguiguren, Manuel Gaete Rojas, Enrique Matta Figueroa, Fernando Valdés Sánchez, Ricardo Montaner Letelier y el Comandante Santiago García Huidobro. Las heridas más graves fueron sufridas por los voluntarios Sotomayor, M. Gaete, F. Valdés y Matta y la Compañía los exime de nuevos servicios nombrándolos voluntarios honorarios. Sin embargo antes de recuperarse de sus quemaduras y fracturas éstos declaran que no se acogerán a las prerrogativas que les otorga la calidad de honorarios y que continuarán sirviendo activamente a la Quinta en cuanto su salud se los permita. Representó a sus compañeros heridos en esa declaración don Enrique Matta, quién no dejó de servir a la Compañía ni cuando fue elegido Diputado por Santiago a la temprana edad de 21 años, ni cuando fue Ministro de Estado. Desde 1959 y hasta 1962 fue Director de la Quinta, su ejemplo hizo de su hijo Enrique Matta Rogers un entusiasta Capitán. A don Manuel Gaete Rojas, en reconocimiento a su sacrificio, además del título de Honorario, la Quinta le otorgó una medalla de oro. La Quinta comienza este período trabajando en condiciones muy difíciles. La bomba automóvil había sido prácticamente destruída por los malos pavimentos y accidentes y los voluntarios tuvieron que concurrir a los incendios solo con el gallo. Llegados al sitio amagado debían solicitar a otra bomba una salida de agua para armar sus mangueras. Como expresa en su memoria anual el Secretario Jorge Gaete, esta situación era deprimente y conflictiva y no se compadecía con el espíritu de la Quinta. Al resolver con que tipo de bomba se reemplazaría a la que se destruyó abriendo una senda de progreso con su peligroso caminar por las calles de Santiago revivieron, con mayor fuerza, los agitados debates. Algunos, los menos, quisieron volver a las bombas a caballo diciendo que la Quinta ya había pagado su cuota de sacrificio en aras del progreso y que todavía la ciudad no estaba preparada para la circulación de vehículos veloces y que esa velocidad era el mayor peligro para la vida de los voluntarios. Sin embargo se impusieron por segunda vez los que querían una nueva bomba automóvil que reuniera todos los adelantos alcanzados en ese lapso por las fábricas europeas y no adoleciera de los defectos mecánicos por los que se había bautizado jocosamente a la anterior como la bomba «auto clavo». Se eligió una bomba construída por la fábrica francesa MIEUSSET la que entró en servicio el 16 de Junio de 1912, fecha en que la Quinta la entregó al Directorio del Cuerpo.
Luis Desmadryl fue elegido Maquinista de la bomba francesa en reemplazo de Carlos Swinburn que lo fue durante toda la existencia de la máquina inglesa Merryweather. Se acuerda también importar un gallo automóvil que debió llegar en 1914, pero la guerra mundial desbarató esta negociación postergando tres años la llegada del primer gallo automóvil. Entre tanto los quintinos diseñaron y construyeron unos carretes para transportar mangueras que se adosaron a la bomba. Estos fueron los primeros «pollos» que tuvo el Cuerpo y se denominaron así por su semejanza en menor escala, con los gallos. Sin embargo lo voluminoso de las mangueras impidió que la bomba pudiera llevar la dotación necesaria. Continuó en servicio el gallo arrastrado por el ya viejo caballo Ping Pong. El Ping Pong sirvió durante varios años como único caballo en el Cuartel de la Quinta y por eso se le recuerda con gran cariño y se le prodigaron los mejores cuidados. Faltaba poco tiempo para que llegara el gallo automóvil cuando hubo que jubilar al Ping Pong. Se le dio un banquete de despedida con discursos y muchos brindis. El festejado comió un verde manojo de pasto en la cabecera de la mesa, con servilleta al cuello, antes de ser soltado en un potrero donde esperó el fin de sus días sin trabajar nunca más. A su muerte se recibió un pésame en la Compañía que entre otras cosas pintorescas decía: « Lamentamos comunicarles la muerte de ese compañero de Uds. que aunque no habló nunca en las sesiones siempre fue el primero en llegar a los incendios. El Tesorero César Valdés regaló una hermosa yegua y el ex voluntario don Félix A. del Solar un caballo, ambos reemplazaron los servicios del Ping Pong por corto tiempo pues en 1917 la Quinta recibe el gallo automóvil Hudson. El gallo fue bautizado «Dávila Larraín-Valdés Vergara» en homenaje a esos dos forjadores de la Quinta. El primer gallo automovil de la Quinta fue, «Hudson», que llegó de USA en 1917. Fue bautizado «DAVILA LARRAIN-VALDES VERGARA».
Se completó así la mecanización de todo el material mayor siendo la Quinta la que abrió y mostró un camino de progreso, no sin sacrificios, decepciones y hasta soportando burlas, pero en la década siguiente se vio a los más recalcitrantes seguir las huellas marcadas por el tan criticado «auto clavo». De los libros de tesorería y de los gastos de semana desaparecen las partidas, repetidas miles de veces y que hoy parecen tan lejanas de: pasto para los caballos, herrar y despalmar caballos, por amansa de caballos, papelillos para la tos de los caballos, carbón, velas, etc. y aparecen otros nuevos y usuales hoy, que reflejan una era de complicados mecanismos en que el hombre gasta menos esfuerzo personal y rinde mayor efectividad. SESION DE COMPAÑÍA En la primera sesión del año 1911 en que preside por primera vez el Director Oscar Dávila Izquierdo, solicita la palabra el Superintendente Ignacio Santa María y lo felicita efusivamente al verlo desempeñar el mismo cargo en que tantos años vio, durante el siglo pasado, a su padre don Benjamín Dávila. El nuevo Director le agradece sus elogiosas frases y le ruega espere hasta el término de su período para felicitarlo si es que lo merece. El período de Director de don Oscar Dávila se prolongó para bien de la Compañía durante veinte años y el Superintendente Ignacio Santa María ya no existía cuando el señor Dávila declinó definitivamente la última reelección. El Secretario de entonces don Jorge Gaete Rojas, anota que: «Toda la Compañía poniéndose de pie entonó el «FOR HE IS A JOLLY GOOD FELLOW» por el éxito del nuevo Director. En la misma sesión el Diputado Rafael Lorca agradece una nota que le envió la Quinta felicitándolo por un proyecto que presentó en la Cámara y que beneficia a los Cuerpos de Bomberos de la República.
EL CUERPO DE SALVAVIDAS DE VALPARAISO PREMIA A UN QUINTINO Esta institución, la más importante del litoral chileno y que tantas vidas ha rescatado de las olas embravecidas, acordó en 1913 premiar la acción salvadora de un voluntario de la Quinta cuyo valor fue calificado de heroico por los testigos presenciales. En la repartición anual del Cuerpo de Bomberos de Santiago se hizo presente el Cuerpo de Salvavidas de Valparaíso, entregando una medalla de oro al quintino José Luis Borgoño Barros quién, en el verano de ese año salvó en el mar, frente a Concón, a dos niños que se ahogaban lejos de la playa. Una estatua de la Virgen señala hasta hoy en el camino costero de Concón la latitud aproximada en que el quintino Borgoño Barros arriesgó su vida. La levantó en señal de agradecimiento a los designios divinos la madre de los jóvenes rescatados, doña Luisa Rojas Huneeus, esposa del Ministro de la Corte Suprema don Elías de la Cruz Labarca, secretario de la Quinta, cuyas memorias manuscritas relatan los trabajos de la Compañía en el siglo pasado. Una nieta y una bisnieta de don Elías han ayudado a otro secretario de la Quinta, a cumplir sus obligaciones en años recientes, pasando en forma manuscrita las memorias anuales en el libro respectivo. Constatamos esta ayuda femenina y familiar que facilita la lectura de las largas memorias en otras más recientes, una de ellas dice en su última línea: « Copió al libro Marcela Pérez de Errázuriz». Esa sola línea escrita en un libro quintino daría pie para escribir muchas páginas seguramente agradables a quienes han oído en sus hogares la conocida frase de sus mujeres: «Levántate que está sonando la sirena» y en cuyas palabras escuetamente se encierra un inmenso cúmulo de olvidados sacrificios y un apoyo fundamental a los bomberos voluntarios. LA BOMBA AUTOMOVIL Y EL MARTIR JOSE GABRIEL ROJAS En la madrugada del 3 de Noviembre de 1913 se declaró un incendio en la calle Franklin. Los vecinos de la calle San Diego vieron pasar la veloz caravana bomberil, primero los gallos, después las bombas y finalmente carruajes de todo tipo conduciendo a los bomberos. En esta carrera al incendio murió, al llegar a la calle Coquimbo, el auxiliar de la Sexta Compañía, don José Gabriel Rojas, quién se había colgado al gallo de la Primera Compañía. La bomba automóvil de la Quinta había pasado ya otras máquinas y pedía paso insistentemente al gallo del que pendía Rojas. Repentinamente éste se soltó y cayó al suelo. La bomba automóvil pasó sobre él y pudo detenerse a 10 metros del accidente. Murió instantáneamente ese buen servidor del Cuerpo de Bomberos y su nombre pasó a integrar la nómina de los muertos en actos de servicio. La Junta de Oficiales de la Quinta se reunió inmediatamente después del incendio para establecer el grado de culpabilidad que podía caberle al conductor. Se escuchó la declaración que hizo del accidente el voluntario don Jorge Gaete Rojas quién iba en su coche detrás de la bomba automóvil y vio como el gallo corría por los rieles de los tranvías y al salirse de ellos en brusco movimiento hizo caer al auxiliar que se le había subido en la parte trasera. Se estableció que el conductor de la Bomba automóvil no pudo evitar el atropello debido a las circunstancias que produjeron esa lamentable desgracia. La palabra del testigo presencial Gaete Rojas siempre ha merecido absoluta fe no solo a los quintinos. Ha sido el funcionario de más alto rango en el Ministerio de Justicia, completó una vida de trabajo como Notario Público y fue reelegido varios años como Secretario General del Cuerpo de Bomberos. Hoy el Director Honorario don Jorge Gaete Rojas es nuestro voluntario más antiguo. Conmovidos por la muerte que involuntariamente causó su máquina los quintinos abrieron una suscripción en beneficio de la familia de José Gabriel Rojas. En esta misma década mueren en actos de servicio Enrique Fredes de la Octava Cía. Alberto Reyes y Florencio Bahamondes de la Tercera y Alejandro Acosta de la Séptima. Los voluntarios Bahamondes y Acosta murieron a consecuencia de las heridas recibidas en el incendio de los Padres Franceses. EL PREMIO DAVILA En el año 1915 la Quinta acordó en sesión del 28 de Abril fijar las normas para la adjudicación de un premio a los voluntarios mejor preparados y eficientes en las labores bomberiles. Se acordó otorgarlo a un equipo o sección del personal que triunfara en un ejercicio de competencia interna. El premio se denominó «Dávila» en memoria del fundador don Benjamín Dávila Larraín, ya fallecido y que había sido el Director que durante más tiempo dirigió a la Quinta en el siglo pasado.
El premio consistió y consiste aún, en grabar los nombres de los integrantes de los equipos vencedores en un trofeo que donaron los hijos del fundador Dávila y en anotar este galardón en las respectivas hojas de servicio. Materialmente el trofeo es un gran escudo de plata que lleva adheridos en su alrededor varios escudos más pequeños en los que anualmente se inscribe la nómina del equipo ganador. El objetivo del premio Dávila fue mantener la preparación del personal en forma permanente ya que en esa época las Compañías no efectuaban regularmente Competencias Generales. En 1915, con gran entusiasmo, se disputó por primera vez el Premio Dávila y los voluntarios Jorge Gaete, Raúl Sotomayor, Manuel Gaete, Waldo Vila, Francisco de la Cerda, Eduardo Pérez, Ernesto Hevia y Roberto Larraín grabaron sus nombres en el escudo de plata. En los años siguientes nuevos nombres se van esculpiendo en el honorífico trofeo: Gaspar Toro, Guillermo Matte, Carlos Hurtado, Carlos Larraín, Ricardo Montaner, Ismael del Pedregal, Jorge Saavedra, Osvaldo Larraín, Eugenio Matte, Domingo Santa María, Alejandro Ossa y algunos que integran por segunda vez equipos vencedores. En esta forma la Compañía logró tener siempre eficientemente preparados a sus voluntarios lo que se demostró públicamente en las Competencias y Ejercicios Generales. EL PREMIO PRESIDENCIAL - 1916 El Presidente don Juan Luis Sanfuentes imitó al Presidente don Pedro Montt donando al Cuerpo de Bomberos un trofeo para premiar a la Compañía que resultara vencedora en una Competencia General. Esta se realizó en 1916 y despertó gran interés en las filas de la Institución. La Quinta tuvo especial motivo para querer destacarse como la Compañía más eficiente ya que poco tiempo antes sus mejores hombres no habían sido reelegidos en los cargos directivos del Cuerpo. Se iba a celebrar el Cincuentenario de la Institución y esa fecha encontraba voluntarios de una Compañía no fundadora sirviendo los cargos más importantes. El resultado de la elección atribuído a una Compañía de las más antiguas, provocó el alejamiento de los quintinos Ignacio Santa María del cargo de Superintendente, Santiago García Huidobro del de Comandante y Juan Matte del de Tesorero General. Además se retiraron como Inspector y Ayudante General Rubén Dávila y Jorge Rogers, respectivamente. Desde esa fecha la Compañía no tenía representantes en la oficialidad General. La citación a competir por el trofeo presidencial encuentra a la Quinta dirigida por los siguientes oficiales: Director: Capitán: Tenientes: Ayudante: Tesorero: Maquinista: Secretario:
Oscar Dávila Alfredo Santa María Jorge Gaete y Raúl Sotomayor Eduardo Pérez Alfredo Lea-Plaza Alberto Valdés Manuel Torres
La importancia que se le dio a esta competencia se refleja en la relación que de ella hace el mismo Director. ¡Con qué placer estampo esta anotación¡ Ha sido éste para la 5ª Cía. un día de profunda alegría i de íntima satisfacción. Hemos obtenido un grande i hermoso triunfo. La elipse del Parque Cousiño rebosaba de espectadores. El Cuerpo pasó revista ante el Directorio que ocupaba la tribuna oficial i la presentación i desfile de la 5ª dio ocasión a entusiastas manifestaciones de parte de la concurrencia. Había en los semblantes de los muchachos de la Quinta una expresión tal de decisión o energía, tenían tal conciencia de su fuerza i de su preparación i una voluntad tan determinada de vencer, que al mirarlos pasar se comprendía que ese grupo de hombres estaba resuelto a realizar un gran esfuerzo, disciplinado i homogéneo i que si el triunfo les era arrebatado sería por alguna fatalidad del destino, de aquellas ante las cuales debe inclinarse la voluntad del hombre. El team de la 5ª estaba moralmente preparado. Sabía que luchaba por las tradiciones i el prestigio de la Compañía i cada uno de sus hombres tenía inculcada hasta en la última fibra de su alma la voluntad de vencer.
Rápidamente se alistó el material i el Capitán Santa María, con el grupo de diez i seis voluntarios y los tenientes 1º i 2º, fueron a colocarse en el punto indicado, a 50 metros atrás del gallo. Hubo un momento de intensa expectación. No veían los muchachos el bellísimo panorama; para ellos no existía el público abigarrado i pintoresco que llenaba de manchas de luz i de color la superficie plana i gris de la elipse; ni veían tampoco la cordillera nevada que formaba un marco imponente a tan bello espectáculo. Nada de esto existía para ellos. Reconcentrados, recogidos sobre si mismos, esperaban la señal en medio de un profundo silencio.
Dr. Manuel Torres Boonen, sirvió a la Quinta como oficial desde 1900 hasta 1931 en que murió trágicamente. Fue Secretario General del Cuerpo más de 11 años.
Sonó por fin la señal del Comandante i el personal se lanzó en vertiginosa carrera hacia el material, i posesionado de éste, ejercitó con toda corrección, limpieza i rapidez los movimientos siguientes: armar 6 mangueras de 75 mm. Con pistón, agua i botar un blanco; armar gemelo sobre la 2ª unión i dos mangueras por costado (con el mismo material ya empleado), un segundo pistón, agua i botar otros dos blancos; desarmar, enrollar i regresar al punto de partida. Una salva de aplausos marcó el término del trabajo. La 5ª había demorado sólo 1´28 4/5´´. Ejecutaron después los mismos movimientos las demás Compañías, con los tiempos siguientes:
1ª - 1´34´´; 4ª - 1´34 3/5; 11 - 1´42 1/5; 10ª - 1´43 4/5; 2ª - 1´49; 3ª - 1´51 i 9ª 1´55. Nadie pudo arrebatar a la 5ª su hermoso tiempo. Un minuto veintiocho segundos y cuatro quintos fue el record del día. Oscar Dávila I. El secretario Manuel Torres anota en la memoria anual los nombres del equipo ganador y respecto al trofeo dice que adorna nuestra sala de sesiones «esperando otros trofeos que le vengan a hacer compañía». El equipo capitaneado por Alfredo Santa María, que abrió para la 5ª una senda jalonada de victorias en el deportivo campo de las competencias bomberiles estuvo formado por los hermanos Jorge y Manuel Gaete, Eduardo y Santiago Pérez, Guillermo y Eugenio Matte, César y Alberto Valdés, Carlos y Roberto Larraín y Gaspar Toro, Luis Desmadryl, Francisco de la Cerda, Waldo Vila, Ismael del Pedregal, Raúl Sotomayor, Ernesto Hevia y Osvaldo Larraín. DIARIO INTIMO DE LA QUINTA En 1915 don Oscar Dávila abrió este libro con la siguiente anotación: «Deseo que este libro sea el Diario íntimo de la Quinta para que en él se conserve el recuerdo de los días alegres i de las horas tristes. Quiero contribuir en esa forma a que se mantengan vivas e intactas nuestras viejas i queridas tradiciones de compañerismo, trabajo y disciplina.» La primera relación corresponde a un homenaje de los quintinos a don Ismael Valdés Vergara al término de sus funciones como primer alcalde de Santiago. Esa reseña es firmada por todos los voluntarios y en su párrafo final dice: « y las abandona dejando el más severo recuerdo de civismo. Valdés Vergara ha llevado a la alcaldía de Santiago la misma dedicación, la misma severidad, la misma honradez de toda su vida, las mismas que ha desarrollado, con su ejemplo y con sus actos en el seno de esta Compañía.» Ismael Valdés Vergara estampó en las páginas de este diario íntimo lo siguiente:»El amor, el concepto más divino del alma, irradia sus beneficios, como el sol, fecundando en el corazón, al calor de los ideales, los sentimientos que dirigen a la humanidad por la senda del bien, desde la caridad hasta el heroísmo, desde la dádiva del óbolo hasta el sacrificio de la vida. La amistad, purísima chispa del amor, que engendró a la Quinta Compañía de Bomberos, vive inalterable en su hogar, después de cuarenta años, con todos los esplendores de la primera juventud.»
Quién este pensamiento escribió, escribió también una notable carta a sus hijos que fue, en aquellos años, difundida en las escuelas del país. Copio de ese documento sólo la parte en que les da instrucciones sobre sus funerales: «Bien saben mis hijos que la idea de la muerte nunca me ha inspirado temor alguno. La veré aproximarse tan tranquilamente como en las tardes espero las noches. Quiero darles una última lección ordenándoles que hagan el entierro de mi cadáver con toda modestia, sin permitir ninguna de las manifestaciones del ritual ordinario de nuestra sociedad. Quiero que mi ataúd sea muy sencillo y que se conduzca mi cuerpo al cementerio en un carro modestísimo, sin ningún acompañamiento. Quiero que en mi tumba se respete el silencio que es el mejor La bomba «MAN», de fabricación alemana, fue la 6° máquina con que trabajó la Compañía. compañero de los muertos. Quiero, en una palabra, entró en servicio el 31 de agosto de 1923. que mi entierro no imponga a nadie la menor molestia». Y así como él lo ordenó, vestido con su uniforme quintino, el gran Superintendente Valdés Vergara, fue enterrado modesta y silenciosamente. COMPETENCIA AÑO 1919 En 1919 se efectuó una competencia general por el Premio Comandancia. El desarrollo del movimiento fue diferente a las dos competencias por los premios presidenciales. Las bases del torneo fueron dadas a conocer a las Compañías solo media hora antes de correr. La preparación del personal de la Quinta, demostrada anualmente en los Ejercicios Generales, le permitió al equipo quintino llevarse nuevamente el trofeo a su cuartel. De las tres competencias efectuadas hasta entonces se habían ganado las dos últimas y ocupando un honroso segundo lugar en la primera. En los diez años siguientes sólo hubo Ejercicios Generales. FIESTA DE LOS NIÑOS 1919 Desde 1900 no se celebraba la «fiesta de los niños» y esa buena costumbre se había echado al olvido. Un antiguo quintino, en cuya chacra se habían celebrado más de una de esas simpáticas fiestas, durante el siglo pasado, se encargó de reanudarlas invitando a la Compañía a disponer de su acogedora hospitalidad. Los quintinos agradecieron a don José Pedro Alessandri Palma las atenciones recibidas en ese día en que numerosos niños fueron inscritos en el Libro Verde. La fiesta de los niños continuó efectuándose regularmente cada 5 años y para la muy especial ocasión del 75º aniversario es don Guillermo Alessandri Altamirano quién recibe en la Chacra Santa Julia a los voluntarios y a las huestes infantiles de la Quinta. Hace algunos años nuestro compañero José Pedro Alessandri Fabres llevó al cuartel una hermosa estatua que perteneció a la casa familiar. Tenía la estatua un alto pedestal y el artístico conjunto había sido colocado por los Oficiales al centro del salón. Corta vida tuvo el pedestal porque sucumbió atropellado en una salida a incendio tipo «estampida» igual a las que se han llevado las puertas del casino. Hoy la estatua de La Pescadora regalada por nuestro ex Capitán se mantiene en lugar más seguro y a salvo de la velocidad con que los quintinos acuden al cumplimiento del deber. LA POLITICA NO DEBE PASAR EL UMBRAL DE LA QUINTA La pasión política llegó a un punto culminante en la campaña presidencial de 1920. Los ecos del «Cielito Lindo» también se escucharon en la Quinta donde, como en todas partes, había partidarios de ambos candidatos. Las fuerzas de Barros Borgoño y las de Alessandri estaban increíblemente equiparadas en todo Chile. Convenía a los intereses electorales del primero que la guarnición de Santiago fuese trasladada de la ciudad. Coincidió en esa fecha un golpe de estado en Bolivia en que asumió el mando una corriente reinvindicacionista del litoral de Antofagasta lo que obligó a Chile a reforzar sus guarniciones del norte. Enrique Matta Figueroa, voluntario de la Quinta y líder de la juventud alessandrista, redactó un manifiesto político que fue ampliamente publicitado en los diarios, titulado «EL PATRIOTISMO ES PATRIMONIO DE
TODOS LOS CHILENOS».El contenido de este manifiesto, interpretado al calor de la lucha política, causó un serio incidente en las filas quintinas y a Matta se le llamó antipatriota y algunos pidieron al Capitán que tomara con el voluntario Matta las medidas que el caso requería. Se encargó el asunto a don Ignacio Santa María quién era entonces el quintino más respetado por todos y de reconocido buen criterio. He aquí su veredicto que ha sido la norma de conducta seguida por los quintinos en las candentes situaciones que se crean por las encontradas convicciones políticas. Enrique Matta en carta del 11 de agosto de 1920 dice a don Ignacio Santa María que mantiene lo publicado en su manifiesto cuyos conceptos han sido mal interpretados y agrega textualmente: « En estos momentos en que el alma nacional palpita con el más puro patriotismo y que en cada chileno hay un corazón dispuesto al sacrificio en caso de verse comprometido el honor y la integridad nacionales, no sería yo el que negara el estar pronto para defender a mi país y acudir al llamado del deber porque soy chileno, porque soy quintino y porque amo a mi patria sobre todas las cosas.» Después de visitar a Enrique Matta y conversar detenidamente con él y con su padre don Enrique Matta Vial, el señor Santa María escribe al Capitán diciéndole en parte de su informe: yo quiero, mi querido Capitán, disipar toda nube, todo prejuicio, toda sospecha que se quiera llevar al patriotismo y a los sentimientos de chileno de Enrique Matta. Lo manifiesto a Ud. para satisfacción de los quintinos. Me pueden creer: soy patriota también, pero viejo y frío para apreciar la verdad de actos y cosas. Es tal mi certeza que si necesitara hoy de fiador para su patriotismo, que no lo necesita, no trepidaría yo en afianzarlo. Yo deseo y pido a mis compañeros demos, en absoluto, al olvido este incidente. Es lo que nos debemos unos a otros. Comprendo los calores de los 20 años, las exitaciones de la juventud y los anhelos vehementes de los que empiezan la vida. También los he tenido yo cuando tuve 20 años, y hoy que ya curso más de los sesenta, creo que alguna vez, con la más sana intención, pude no ser justo. Que los veinte años de los quintinos no olviden la experiencia de un compañero viejo. Yo no condeno, alabo la acción de la juventud, alabo las energías, alabo las actividades; pero digo a los jóvenes también que, EN EL UMBRAL DE LA QUINTA COMPAÑÍA DEBEN QUEDAR TODOS LOS CALORES DE LA CALLE, PARA QUE ADENTRO SOLO QUEDEN, COMO SIEMPRE LOS AMIGOS Y COMPAÑEROS UNIDOS POR LAZOS QUE NADA TIENEN QUE VER CON LA POLITICA. No debemos jamás olvidar que, si pedimos respeto para nuestras convicciones y para nuestras aspiraciones, los debemos en la misma medida a los que, con igual sinceridad y convicción nuestra, tienen propósitos y anhelos distintos. Yo deseo juventud enérgica y activa, pero justa y ampliamente tolerante para que no se perturben ni afecten los lazos de amistad y de santos propósitos comunes. Fdo. Ignacio Santa María PERSONAL QUE SE INCORPORO O REINCORPORO A LA QUINTA COMPAÑÍA DESDE 1921 HASTA 1930. 403 404 405 406 407 408 409 410 411 412 413 414 415 416 417
Enrique Montaner Letelier Alberto Matta Tagle Jaime Ossa García Alfredo Arancibia Laso Jorge Tagle Bennett Víctor Vidaurre Coo Javier Recabarren Valdivieso Ismael Jaras Barros Arturo Undurraga Prat Ramón Olavarrieta V. Justiniano Sotomayor P.C. Eduardo Serrano M. Ignacio Pérez Covarrubias Mariano Navarrete Rucker Carlos Hurtado Lavín
03 Enero 1921 12 Enero 1921 12 Enero 1921 15 Abril 1921 15 Abril 1921 15 Julio 1921 02 Octubre 1921 12 Octubre 1921 12 Junio 1922 13 Octubre 1922 13 Octubre 1922 13 Octubre 1922 08 Diciembre 1922 08 Diciembre 1922 08 Diciembre 1922
418 419 420 421 422 423 424 425 426 427 428 429 430 431 432 433 434 435 436 437 438 439 440 441 442 443 444 445 446 447 448 449 450 451 452 453 454 455 456 457 458 459 460 461 462 463 464 465 466 467 468 469 470 471 472 473 474 475
Jorge Vargas Molinare José M. Urmeneta Serrato Hernán Le-Bert C. Alberto Ossa Coo Héctor Hoyl Gutiérrez Ernesto Ossa Coo Alfredo Cruz del Pedregal Jorge Hoyl Gutiérrez Eduardo Fernández Fernández Fernando Ossa Coo Eugenio Carvallo Concha Eduardo Izquierdo Edwards Ismael Jara Santa María Jorge Salinas Lamas Carlos Mascaró Vildósola Jorge Borgoño Donoso Gustavo Vargas Molinare Eulogio Alemparte Robles Jorge Díaz Garcés Raúl Tagle Jouanne Leopoldo Díaz Garcés Renato Blanco D. Julio Bustamante D. Eduardo Fernández Fernández Ezequías Alliende Donoso Lorenzo Claro de la Maza Daniel Claro de la Maza Francisco Carabantes Luis Bustamante Pinto Marcial García Huidobro Carlos Tagle Abel Gacitúa Letelier Pedro Infante Díaz Valdés José Moreno Velasco Leonardo Mascaró Vildósola Enrique Tagle Zañartu Juan Gutiérrez Granier Fernando Santa María Raúl Clark Donoso Cornelio Saavedra Pinto José Olea Salinas Jorge Verdugo Dublé Ernesto Ossa Coo Guillermo Matte Hurtado Raúl Penjeam Pinto Gregorio Santa Cruz Serrano Fernando Lorca Cortínez Víctor Deformes Villegas Juan Duhart Doyharcabal Manuel Varas Romero Osvaldo Larraín Larrañaga Enrique Tagle Zañartu Jaime Edwards Pérez Mario Kappés Rocco Fernando Claro de la Maza Horacio Undurraga Prat Fernando Montaner Letelier Luis Tagle Jouanne
27 Diciembre 1922 23 Abril 1923 11 Junio 1923 11 Junio 1923 24 Agosto 1923 15 Octubre 1923 15 Octubre 1923 15 Octubre 1923 09 Noviembre 1923 09 Noviembre 1923 05 Diciembre 1923 28 Junio 1924 11 Enero 1925 24 Marzo 1925 24 Marzo 1925 15 Abril 1925 17 Junio 1925 15 Julio 1925 15 Octubre 1925 08 Diciembre 1925 09 Enero 1926 09 Enero 1926 16 Enero 1926 16 Enero 1926 12 Abril 1926 12 Abril 1926 12 Abril 1926 12 Abril 1926 05 Junio 1926 14 Septiembre1926 14 Septiembre1926 08 Diciembre 1926 17 Enero 1927 21 Marzo 1927 21 Marzo 1927 21 Marzo 1927 28 Marzo 1927 08 Junio 1927 08 Junio 1927 08 Junio 1927 11 Julio 1927 11 Julio 1927 26 Agosto 1927 26 Agosto 1927 26 Agosto 1927 09 Noviembre 1927 08 Diciembre 1927 10 Julio 1928 08 Diciembre 1928 08 Diciembre 1928 14 Enero 1929 11 Marzo 1929 15 Octubre 1929 08 Diciembre 1929 08 Diciembre 1929 08 Diciembre 1929 08 Diciembre 1929 08 Diciembre 1929
476 477 478 479 480 481 482 483 484
Sergio Rodríguez Bolados Patrik Thomas Moore Harmon Mario Hurtado Echeverría Alfredo Lea Plaza Sáenz Arsenio Molina García Moreno Enrique Urzúa Basoalto Alberto Ossa Coo Héctor Vidaurre Leal M. Carlos Villagrán Correa
26 Marzo 1930 14 Abril 1930 14 Abril 1930 14 Abril 1930 26 Junio 1930 26 Junio 1930 08 Diciembre 1930 08 Diciembre 1930 08 Diciembre 1930
Actos de servicio desde1921 hasta 1930 En estos diez años hubo mil trescientos sesenta y ocho incendios lo que da un promedio anual superior a ciento treinta incendios. AÑO
1921
22
23
24
25
26
27
28
29
30
Incendios Ejercicio Reuniones Academias Funerales
113 19 6 14 3
125 22 10 15 6
147 31 13 31 9
128 27 12 24 6
123 44 9 36 7
140 15 10 15 7
169 31 13 28 14
155 25 10 20 13
130 30 9 23 14
138 42 10 39 15
AÑO 1923 - EL MEDIO SIGLO La Quinta ha cumplido cincuenta años de vida y de servicios. Sus servicios son calificados por el Comandante del Cuerpo don Luis Kappés, quién dice ante el Directorio que, a su juicio, la Quinta Compañía es un ejemplo de trabajo y disciplina. Dando una hojeada a los libros tendremos una visión fiel de lo que aconteció en ese medio siglo quintino. Vivían aún cuatro de sus fundadores: Bravo, Ried, Rodríguez y Swinburn y según palabras de uno de ellos llegaban al medio siglo peinando canas y viviendo achaques pero siempre dispuestos a servir a la Quinta con el resto de sus fuerzas». En el curso del año hubo una renovación total en la Oficialidad: DIRECTOR Alfredo Lea Plaza CAPITAN Guillermo Matte Tte. 1º Domingo Santa María Tte. 2º Pedro Gana Secretario Daniel González Tesorero Benjamín Valdés Maquinista Horacio Echegoyen Ayudante Javier Recabarren
por Alfredo Santa María por Alberto Valdés por Pedro Gana por Javier Recabarren por Enrique Matta por Ismael del Pedregal por Luis Desmadryl por Arturo Undurraga
Ingresaron diez voluntarios; fallecieron dos; don Juan Thieroldt y don Alberto Delpiano y renunciaron dos: Justiniano Sotomayor y Abelardo Pizarro, ambos por no poder cumplir con las exigencias del reglamento de la Quinta, sin embargo su espíritu bomberil los llevó a incorporarse en otras Compañías. Ambos también fueron parlamentarios de partidos muy opuestos. Pedro Gana Bezanilla ganó el premio la Llave en estrecha disputa con Arturo Undurraga Prat que obtuvo el segundo lugar en el cuadro de Honor. El 21 de Abril se recibió en el cuartel la nueva bomba Man y entró en servicio el 31 de Agosto «después de cambiado por verde su color rojo». El gallo chocó dos veces, no hubo daños personales pero destruyó una carretela.
Se vendió en $ 90.000, el sitio adquirido en calle Amunátegui y se compró un local más adecuado para Cuartel en la calle Teatinos en $ 185.000. se inician los trabajos del nuevo Cuartel y terminan al año siguiente. El voluntario y arquitecto Alfredo Cruz del Pedregal, el Director y el Capitán se distinguen por su empeño de dar a los quintinos un cómodo cuartel. Se junta dinero para adquirir muebles. Este fondo se incrementa con un legado que dejó a la Compañía el fundador don José Alberto Bravo, con cuotas extraordinarias y con $ 1.190, que donó Guillermo Matte Hurtado y que correspondían a la bolsa del ganador de una pelea a tres rounds que sostuvo con el campeón de carabineros señor de la Barrera. Matte hace entrega de sus ganacias boxeriles en la misma sesión en que se confiere la calidad de honorario al voluntario Máximo Humbser y en que la Quinta acuerda pintar verde a su costa la bomba roja que le ha entregado la Comandancia. El premio Dávila fue ganado por un equipo de activos dirigidos por Ithel Stewart, maestro amateur de muchos deportistas entre los que se distinguió el corredor Manuel Plaza. Durante el año se mantuvieron cordiales relaciones con las Compañías de Santiago, Tercera de Valparaíso y Primera de Viña. Al Cincuentenario asistió una delegación de la Tercera de Valparaíso presidida por su Director don Carlos David Finlay y el Comandante don Rafael L. Barahona ex quintino y gran amigo de sus antiguos compañeros. La celebración del primer medio siglo de vida «correspondió a tan elevado aniversario» y fue costeada con cuotas extraordinarias y con el producto de una rifa de objetos donados por doña Leticia Alfonso de Valdés. Ciento cuarenta y siete incendios hubo en el año, uno de ellos interrumpió las fiestas. DON LUIS SOTA «CAPELLAN DE LA QUINTA» Hubo un voluntario que nunca aspiró a ocupar cargos de mando dentro de la Compañía y en más de una ocasión en que resultó electo se apresuró a renunciar. Sirvió a la Quinta durante sesenta años y se caracterizó por mantener las tradiciones de la Compañía. Sus compañeros lo llamaban « el capellán « y aceptando la comparación él declaraba que poseía un escapulario con los santos de su devoción y que se inspiraba en ellos. Esos «santos» eran algunos de los fundadores a quienes don Luis Sota Alvarez recordaba con veneración. Se incorporó a la Quinta el año 1895 y su ejemplar constancia en asistir a los actos de servicio le permitió ganar en propiedad el Premio «La Llave». Su figura se identificó más de diez años con la Llave de Plata porque en ese período ningún otro voluntario pudo obtener la propiedad de ese trofeo. En su ancianidad devolvió la valiosa Llave que tanto trabajo le había costado ganar, con esta inscripción: «A mi querida Quinta dedico este recuerdo que Ella me dio como premio cuando en tiempos mejores pude cumplir con mi deber.» El período de mayor actividad bomberil de don Luis Sota coincidió con la época de la primera bomba automóvil de la que fue uno de sus maquinistas. Simpáticas caricaturas de la época muestran a don Lucho Sota montando en el «auto clavo» luciendo la llave de plata en el cinturón de su uniforme. Solo el matrimonio pudo apartarlo algo de la Bomba y así se lo auguraron sus grandes amigos de la Quintinos de Santiago y Tercerinos de Valparaiso, se reúnen a celebrar medio siglo de amistad. Tercera de Valparaíso en estos versos que se leyeron en su despedida de soltero, de los que transcribo algunas estrofas:
AL DISTINGUIDO QUINTINO DON LUIS SOTA ALVAREZ «En su tumba de soltero» Vais a cerrar de vuestra vida actual la tuerca del soltero, con la Llave ganada en desigual combate de bombero. La que en un tiempo fue plateada Llave hoy se pondrá mohosa y al número del casco ¡ay¡ quien sabe le pasará igual cosa. Llamando a incendio, del guardián el pito a tu ventana oirás, pero casado, aunque te llame el pito verdad que no saldrás? Si indiscreción no fuera, yo os diría; que os guiaba algún móvil en cambiar por mujer la compañía de la bomba automóvil. Por todos mis compañeros de la Tercera de Valparaíso El más viejo. El «capellán» polemizaba sobre aspectos bomberiles y mantenía en las sesiones sus puntos de vista con gran energía. Una de estas polémicas se refiere al color verde distintivo de la Compañía. Se pretendió que la Quinta mantuviese en la bomba Man, recién importada en 1923, el color rojo original de fábrica, pero los quintinos se opusieron terminantemente al reemplazo de su tradicional color. En esta verdadera campaña el capellán no pudo estar ausente y de su actuación han llegado hasta nosotros fragmentos de sus cartas, que como era costumbre en él, escribía en versos. CARTA A DON SANTIAGO GARCIA HUIDOBRO. «Mi querido Comandante por haber estado enfermo pues que no como ni duermo no le dirigí al instante una protesta vibrante propia del quintino fiel. Al pasar por el Cuartel yo vi una bomba pintada en color de llamarada que me enrojeció la piel. Pensé que sería un sueño lo que tenía a mi vista...etc. Supe que la Compañía tomando a pecho la cosa tuvo sesión borrascosa como el caso requería esto demuestra que hoy día mantiene su tradición y la firme decisión de nunca arriar su bandera resistiendo a la Primera su embestida de espolón...etc. Así muy fácil sería trocar en comisaría
de bombero asalariado el Cuartel abandonado convertido en tumba fría. Glaucos son esos los ojos del quintino Comandante que siempre fue tolerante y a quién todos sus enojos le dieron los niños rojos. Como es posible que ahora, cuando se acerca la hora, del cincuenta aniversario se manifieste contrario al color que el alma adora. Como último argumento, de esos que todo lo prueban, le incluyo carta de Esteban, tan precioso documento le convencerá al momento, léalo Ud. sin tardanza, lo escribió con tinta verde color que nunca se pierde porque es de amor y bonanza y en la Quinta es de esperanza.
Foto del incendio ocurrido en el Palacio de la Moneda el 10 de julio de 1927. Aparece la Bomba «MAN» de la Quinta armando frente a la puerta principal y el carro porta escalas de la sexta Compañía. La bandera a media asta es por el duelo nacional de la catástrofe de Alpacatal.
Esteban García Huidobro quién había defendido en un principio la posición de su hermano Santiago termina la carta a que se hace mención diciendo: «... No extrañes la tinta verde Capellán de los Demonios, Verde el color de la Quinta y Yo soy Quintino, caramba¡» INCENDIOS EN LA MONEDA 1927 En 1927 hubo muchos incendios, especialmente los últimos días de Diciembre en que hubo dos y tres incendios diarios. El Palacio de Gobierno que ese año tuvo dos Presidentes, don Emiliano Figueroa y el Coronel Ibáñez, también recibió la visita de los bomberos en dos ocasiones. En el libro de guardia, con fecha 10 de Julio de 1927, anota el Teniente 2º don Julio Bustamante Pinto que el Cuerpo de Bomberos se encontraba formado rindiendo homenaje al paso del cortejo de las víctimas de la catástrofe de Alpatacal cuando se recibió la alarma de incendio en La Moneda. La bomba de la Quinta armó en el grifo más próximo a la puerta de La Moneda y armó cuatro pitones, uno por un balcón del segundo piso, dos en el tercer piso y el cuarto armado por el patio del Tribunal de Cuentas, trabajó primero en el segundo piso subiendo luego al techo. Asistieron 35 voluntarios y se trabajó durante dos horas y cuarto. Se rompieron tres tiras. Hasta aquí la relación del Teniente Bustamante Pinto. En una foto publicada al día siguiente, que es un acierto periodístico, se ve la calle aún desierta ya que toda la gente debe haber estado en los funerales de los cadetes de la Escuela Militar, la bomba de la Quinta ubicándose frente a la puerta principal y una densa columna de humo saliendo del edificio por los techos y ventanas que dan sobre la calle Moneda esq. Teatinos. Este incendio es el Nº 82 de los 169 que hubo ese año. En los libros de la Quinta se anotan no menos de diez llamados al Palacio de La Moneda. Personalmente recuerdo uno en el gobierno de don Gabriel González y otro en que no se dio la alarma y que la Guardia de Palacio llamó sólo a la Quinta a pesar de que el fuego había tomado gran incremento en las oficinas de prensa y del Ministerio del Interior. Este se produjo durante el gobierno del Presidente Frei Montalva. En 1927 además de los 169 incendios registrados hubo uno mediano en el mismo cuartel de la Quinta del que no se dio alarma. Nadie «llamó a los bomberos» y los que se encontraban en el Cuartel lo apagaron solos. Tuvieron incluso que destechar. En el libro de guardia se señala que el fuego apareció en el entretecho y hubo que levantar el zinc. Afortunadamente el amor propio y el cuartel se salvaron. Este pequeño siniestro a domicilio ocurrió casi a la misma hora en que fallecía uno de los quintinos más notables. El Comandante don Santiago García Huidobro.
AÑO 1930 El Secretario de la Compañía anota en la Memoria anual que 1930 es un nuevo eslabón de oro que se agrega a la sólida cadena que se ha forjado en 57 años de disciplinado trabajo. Lo más importante para los voluntarios fue la renovación de su material de trabajo. El 1º de Febrero entró en servicio la bomba SAURER con la que se reemplazó a la MAN. Además se recibió una moto bomba regalada por la sucesión de don Carlos Justiniano. Ese año cinco quintinos servían como oficiales generales: el fundador José Alberto Bravo como Superintendente; Alfredo Santa María, Comandante; Manuel Torres, Secretario General; Luis Desmadryl y Jorge Díaz Garcés como Inspector y Ayudante respectivamente. En la Compañía los siguientes voluntarios desempeñaban los cargos directivos y administrativos: Oscar Dávil, Director; Arturo Undurraga, Capitán; Guillermo Matte, Teniente 1º; Ezequías Alliende, Teniente 2º; Raúl Tagle , Ayudante; Jorge Borgoño, Secretario, Pedro Gana, Tesorero y Máximo Humbser, Maquinista.
Equipo de la Quinta que en 1935 ganó la competencia por el Premio «José Miguel Besoaín». Aparecen en la terraza del cuartel de Teatinos con el trofeo obtenido. Sentados: Jorge Díaz, Leonardo Mascaró, Teniente Primero Hernán Tagle, Teniente Segundo Marcos Serrano, Hernán Mascaró y Mario González. De pie: Héctor González, Leoncio Baeza, Sergio Avaria, Fernando Montaner, Ignacio Pérez, Hernán González, Gerardo Vidaurre, Alvaro González y Arturo Silva. Faltan en la foto, Javier Recabarren y Enrique Urzúa.
La SAURER fue bautizada el 21 de Mayo por Pbro. don Javier Valdivia. Bautizó también un nuevo estandarte quintino regalado por la familia Bustamante Pinto. Las madrinas de estas ceremonias fueron doña Mariana Walker de Bravo, doña Adelaida Izquierdo de Dávila, doña Leticia Alfonso de Valdés y doña Carmela Carvajal, viuda del héroe Arturo Prat. Por tercer año consecutivo gana La Llave y su propiedad definitiva el voluntario Fernando Santa María Valdivieso. Se les confiere el título de honorarios a los entusiastas voluntarios integrantes de la Guardia Nocturna señores
Ignacio Pérez Covarrubias y Gustavo Vargas Molinare. Ganaron el Premio Dávila: Gustavo Vargas Molinare, Jorge Díaz Garcés, Carlos Mascaró Vildósola, Fernando Montaner Letelier, Manuel A. Varas Romero, Horacio Undurraga Prat, Jaime Edwards Pérez y Mario Hurtado Echeverría. Los quintinos obtuvieron el segundo puesto entre las ocho compañías que compitieron por el Premio José Miguel Besoain. Actos de servicio habidos desde 1931 hasta 1940 AÑO
1931
32
33
34
35
36
37
38
39
40
Incendios Ejercicios Reuniones Academias Funerales
141 37 11 32 9
96 34 9 28 5
103 40 9 35 19
102 48 13 48 9
134 52 16 0 17
133 55 11 0 9
111 49 9 0 11
107 47 11 0 4
113 45 11 0 9
95 54 8 0 8
Observaciones: En este cuadro y siguientes no aparecerán más academias. La razón es que éstas se efectúan durante los ejercicios y se registran como un solo acto. También figuran menos incendios que en años anteriores y ello se debe a la clasificación que de ellos se hace: Incendios y Llamados de Comandancia y disminuye el número de incendios propiamente tales. Los llamados de Comandancia no se registrarán en estos cuadros aunque algunos de ellos han sido de gran magnitud.
PERSONAL QUE SE INCORPORO O REINCORPORO A LA QUINTA COMPAÑÍA DESDE 1931 HASTA 1940. 485 486 487 488 489 490 491 492 493 494 495 496 497 498 499 500 501 502 503 504 505 506 507 508 509 510 511 512 513 514 515 516 517 518 519 520 521 522 523 524 525 526 527 528 529 530 531 532 533 534 535 536 537 538 539
Eduardo Fernández Fernández Gabriel Vergara Vergara Raúl Tagle Vergara Sergio Rodríguez Bolados Ramón Vicuña Vergara Luis García Huidobro Guillermo Labbé D. Alejandro Undurraga Thompson Marcos Serrano Palma Cornelio Saavedra Pinto Jorge Lastarria Weber Mario González Bazán Mario Gross del Pedregal Carlos Tagle Zañartu Julio Aguirre P. Daniel Claro de la Maza Héctor González Bazán Alvaro González Bazán Hernán Mascaró Vildósola Alberto Ossa Coo Ricardo García Robatto Hernán González Bazán Víctor Santandreu Russo Arturo Silva Henríquez José A. Sotomayor P.C. José Necochea de la Cerda Eduardo Serrano Mathieu Luis Riveros Herrera Hernán Claro de la Maza Jorge Herreros Respealdiza Leoncio Baeza Rosales Hugo Lea Plaza Gaete Gerardo Vidaurre Luis García Huidobro G.H. Ramón Vicuña Vergara Fernando Morgan López de H. Eduardo Laso Preus Joaquín Tagle Shiell Juan Rivas Vial Luis Mackenna Shiell Sergio Avaria Penjeam Carlos Stuven Biggs Alfonso Santa María Santa Cruz Carlos Lea Plaza Saenz José de la Piedra Russo Hernán Holley Merino Gustavo A. Holley Merino Eleodoro Achondo García Z. Waldo Vila Silva Germán Siegel Jercken Eduardo Eyquem B. Héctor Vidaurre Leal M. Carlos Swinburn Herreros Hugo Lea Plaza Jencquel Carlos Soublette Bravo
08 Enero 1931 08 Enero 1931 03 Febrero 1931 03 Febrero 1931 11 Abril 1931 30 Mayo 1931 02 Julio 1931 14 Julio 1931 14 Octubre 1931 14 Octubre 1931 08 Diciembre 1931 29 Diciembr 1931 29 Diciembre 1931 13 Abril 1932 18 Mayo 1932 14 Octubre 1932 08 Diciembre 1932 08 Diciembre 1932 07 Abril 1933 07 Abril 1933 07 Abril 1933 14 Julio 1933 14 Julio 1933 14 Julio 1933 14 Julio 1933 14 Julio 1933 14 Julio 1933 14 Julio 1933 28 Septiembre 1933 08 Diciembre 1933 08 Diciembre 1933 08 Diciembre 1933 08 Diciembre 1933 08 Diciembre 1933 08 Diciembre 1933 12 Enero 1934 12 Enero 1934 11 Junio 1934 13 Julio 1934 13 Julio 1934 13 Julio 1934 15 Octubre 1934 15 Octubre 1934 21 Noviembre 1934 21 Noviembre 1934 21 Noviembre 1934 21 Noviembre 1934 15 Enero 1935 15 Enero 1935 28 Mayo 1935 28 Mayo 1935 28 Mayo 1935 28 Mayo 1935 28 May 1935 12 Julio 1935
540 541 542 543 544 545 546 547 548 549 550 551 552 553 554 555 556 557 558 560 561 562 563 564 565 566 567 568 569 570 571 572 573 574 575 576 577 578 579 580 581 582 583 584 585 586 587 588 589 590 591 592 593 594 595 596 597 598 599
Eugenio Laso Preuss Enrique Benítez Bunster Gustavo Valenzuela Rodríguez Ernesto Prieto Trucco Eleodoro Valdés Pereira Mario Gross del Pedregal Roberto Ugarte Urzúa Carlos Olivos Moreno Octavio Boccardo Kerr Horacio Vergara Garcés Alejandro Baird Pomar Alberto Ried Silva Ernesto Ossa Coo Sergio Dávila Echaurren Enrique Calvo Bobadilla Salvador Díaz Doll Ismael del Pedregal Sánchez Juan Luis Urrutia Prieto Juan Félix Bonilla Saravia Gabriel Gaete Vergara René Laulié Peña Gastón Laulié Peña Carlos Stuven Biggs Enrique Benítez Bunster Ricardo Swinburn Herreros Hugo Tagle Shiell Pedro Serrano Palma Luis E. González Rodríguez Augusto Gana Ehlers Jorge Carvallo Munizaga Raúl Carvallo Munizaga Jaime Egaña Barahona Carlos Melo Grez Francisco de la Cerda Sánchez Fernando Tagle Zañartu Mario Moreno Ruíz Athos Robinson Bourcet Jorge Alliende Donoso Rodolfo Vergara M. de la Plata Alfonso Larraín Infante Leoncio Baeza Rosales Patricio Puga Forteza Carlos García Ledesma Jorge Barahona Stahr Eduardo Fernández F. Alejandro Baird Pomar Eugenio Lazo Preuss Sergio Lazo Saldes Carlos Laeay Ehlers Alfredo Silva Echavarría Patricio Edwards Mackenna Eduardo Charme Figueiredo Mario Gana Ehlers Germán Prieto Villela Jaime Lea Plaza Saenz Vicente García Huidobro Portales Raúl Errázuriz Rozas Pastor Fernández Irarrázaval Hernán del Campo Orella
08 Diciembre 1935 08 Diciembre 1935 08 Diciembre 1935 08 Diciembre 1935 23 Diciembre 1935 13 Marzo 1936 13 Marzo 1936 13 Marzo 1936 13 Marzo 1936 14 Abril 1936 14 Abril 1936 16 Mayo 1936 16 Mayo 1936 16 Mayo 1936 15 Julio 1936 15 Julio 1936 08 Diciembre 1936 08 Diciembre 1936 18 Julio 1937 08 Diciembre 1937 15 Febrero 1938 15 Febrero 1938 22 Mayo 1938 22 Mayo 1938 14 Abril 1938 15 Julio 1938 22 Septiembre 1938 22 Septiembre 1938 22 Septiembre 1938 22 Septiembre 1938 22 Septiembre 1938 13 Octubre 1938 13 Octubre 1938 08 Diciembre 1938 08 Diciembre 1938 08 Diciembre 1938 08 Diciembre 1938 30 Diciembre 1938 27 Marzo 1939 27 Marzo 1939 27 Marzo 1939 27 Marzo 1939 04 Mayo 1939 21 Julio 1939 21 Julio 1939 21 Julio 1939 21 Julio 1939 11 Septiembre 1939 13 Octubre 1939 13 Octubre 1939 13 Octubre 1939 08 Diciembre 1939 20 Febrero 1940 20 Febrero 1940 20 Febrero 1940 20 Febrero 1940 15 Abril 1940 15 Abril 1940 15 Julio 1940
EL PREMIO DE ESTIMULO Este premio fue instituido por el Directorio el 6 de Agosto de 1930. Consiste en una suma de dinero que se da a las Compañías que en cada año cumplan mejor con las obligaciones que les señala el Reglamento General. Ese dinero destinado al cuartel va acompañado por un diploma. Se otorgó por primera vez este premio en 1931 y lo ganó la Quinta. En los muros de la secretaría de la Quinta faltan sólo tres diplomas en esta década. Eran Capitanes en los años que tan correctamente se cumplió con el Reglamento los señores Arturo Undurraga Prat, Jorge Borgoño Donoso, Ricardo Montaner Letelier, Máximo Humber Zumarán, Francisco de la Cerda Zegers en dos períodos y Leonardo Mascaró Vildósola. Los Ayudantes cuyo trabajo es tan decisivo en la obtención del Premio de Estímulo fueron en aquellos años los voluntarios Mario González Bazán, Octavio Boccardo Kerr, Víctor Santandreu Russo, Mario Moreno Ruíz, Jorge Barahona Stahr y Luis González Rodríguez. PREMIO JOSE MIGUEL BESOAIN Este premio a las Compañías ganadoras de los Ejercicios anuales de Competencia fue instituido en 1929 por don José Miguel Besoaín, voluntario de la Primera Compañía, quién prestó muy importantes servicios a la Institución y en el curso de los años dio a la Quinta grandes y numerosas ocasiones de alegría deportiva. Es una paradoja del destino que don José Miguel Besoaín haya vestido la cotona roja y que sus premios sean el mejor adorno de un cuartel verde. Hasta el año 1941 se efectuó anualmente la Competencia; luego se suspendió por economía de material durante la Guerra Mundial y desde 1946 se ha efectuado año por medio y con algunas suspensiones. En el primer período de doce Competencias la Quinta ganó 3 y en cuatro ocasiones obtuvo el segundo premio. En el período La bomba «SAURER»,séptima máquina con que trabajó la Compañía. actual en que se ha disputado once veces el premio José Miguel En la foto de 1932 figuran: Sentados; Jorge Borgoño, Eduardo Fernández, Besoaín y una el Premio Alfredo Santa María la Quinta ha Domingo Santa María, Guillermo Matte y Lorenzo Claro. pie: Eduardo Pérez, Leonardo Mascaró, Raúl Tagle, Ezequías Alliende, Mario ganado ocho veces el primer puesto, una vez el segundo, dos De Gross, Ignacio Pérez y el Capitán Máximo Humbser. veces ha llegado tercera y en la última, en que desarrolló el movimiento en el mejor tiempo, fue sancionada con un recargo de 5 minutos, clasificándose en los últimos lugares. QUINTINOS EN LA FORMACION DE OTRAS COMPAÑIAS Ha habido y hay en la Quinta voluntarios que han trabajado en la fundación de nuevas Compañías. Nos referiremos sólo a la gestión más afortunada y a la que tuvo un desenlace más insólito. No trataré en esta superficial reseña de los exitosos trabajos que en este sentido han efectuado los Superintendentes de la institución aunque ellos hayan sido o actualmente sean quintinos porque tales labores merecen una relación más profunda. La gestión más afortunada fue la del voluntarios Alberto Ried Silva que dio origen a uno de los Cuerpos de Bomberos más eficientes del país y que sirve a la extensa y poblada comuna de Nuñoa. En su acta de fundación se expresa que los vecinos de esa comuna, a invitación del señor Ried, se reunieron en la Alcaldía y se constituyeron en comité acordando la creación del Cuerpo de Bomberos. En esa Acta de Fundación del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, fechada el 27 de Mayo de 1933, se nombra el primer Directorio. Los cargos más honoríficos se asignan a las personalidades de la comuna y en los puestos de trabajo queda Alberto Ried como Comandante; Segundo Comandante Osvaldo Larraín Larrañaga con seis años de experiencia bomberil en la Quinta; otro ex quintino Carlos Larraín Torres es elegido Teniente 1º, Alberto Ried fue varios años Comandante y en los primeros años fue secundado por otros quintinos, Horacio Echegoyen Ballacey dirigió la 2ª Compañía. Ernesto Ried fue fundador y hasta el cargo de Ayudante fue servido por un miembro de su familia. Alberto Ried relata que visitó al acaudalado vecino don Pedro Torres que en sus mocedades había servido a la Quinta y éste al conocer las necesidades
del nuevo Cuerpo de Bomberos le regaló un automóvil marca Minerva que convirtieron en furgón. Ese anticuado vehículo fue el primer carro de transporte. Hoy la presencia de moderno material y eficiente personal en los incendios de Ñuñoa atestiguan que la gestión de Ried fue realmente afortunada. Nuestro compañero don José María Urmeneta nos ha relatado que en sus primeros tiempos de bombero, (en Diciembre recibirá un bien ganado premio por 65 años de servicios) en un pueblo del sur, se desempeñaba como jefe máximo de la única compañía de bomberos que existía en el lugar a la que había contribuído a formar y mantener. El grado de preparación del personal era una incógnita porque en la localidad no se habían producido incendios. Se iba a demoler una ruinosa propiedad municipal y nuestro activo Comandante convenció al alcalde para que le permitiera incendiarla para hacer ante el pueblo una demostración de la eficiencia de la bomba recién adquirida. Se practicaron ejercicios preparatorios en los que la bomba aspiró y expelió a satisfacción el agua de una acequia vecina. Se fijó de acuerdo con la autoridad municipal la hora del incendio. Este se produciría después de la misa parroquial. En la noche del sábado se dispuso materiales inflamables en la casa ruinosa. El párroco sin saberlo, dio la señal de incendiar con sus litúrgicas palabras ITE MISA EST con que despedía a los feligreses de la misa dominical. El ayudante corrió a aplicar las antorchas y se dio la alarma. Todo marchó bien y con extrema precisión y rapidez actuó la disciplinada compañía. El fuego había amainado y el Comandante recibía complacido los parabienes del vecindario. Ocurrió lo inesperado, alguien desvió o puso compuertas al agua de las acequias y estas se secaron. El Comandante ya no recibía las felicitaciones del vecindario. El secreto del incendio había trascendido y la hostilidad de los afectados se concentraba en nuestro Comandante. Anochecía cuando la bomba se retiró al cuartel y protegido por las sombras pudo salir del pueblo montado en su yegua Neblina. Uno de los muchos agregados que se han hecho a esta verídica historia dice que don José María, durante años envió sus cuotas por correo. Don José María Urmeneta Serrato con 65 años de bombero y algunos más de edad ha ganado recientemente un campeonato de cueca. A su vitalidad une un carácter bondadoso y alegre que le ha ganado la estimación de cuantos lo conocen. A su simpatía personal se une la de su señora doña Amelia Escuti Orrego a quien la Quinta le debe una de sus más bellas canciones. Ella es autora de la letra y de la música de numerosos Himnos oficiales que han sido adoptados por compañías de bomberos. En la Antología Bomberil que publicó el Cuerpo de Bomberos de Talca, en 1970 con motivo de su Centenario, aparecen poéticas composiciones de doña Amelia. CANCIONEROS Las fiestas de la bomba han ido variando con el tiempo y esta variación se nota y se aprecia en los menú impresos para cada ocasión. Los menú del siglo pasado son verdaderas obras de arte, algunos pintados a mano y otros de lujosas impresiones. El número de platos, la abundancia y calidad de los vinos, licores y cigarros fue reduciéndose hasta llegar a la sobriedad o escasez actual. Sin embargo la alegría y ánimo festivo de los antiguos quintinos se ha mantenido incólume. Así lo atestiguan los voluntarios más antiguos y ha contribuído a la tradicional alegría la costumbre de cantar en coro viejas canciones e ir incorporando otras nuevas. Para los aniversarios mas importantes se han impreso cancioneros en los que se consagran los cantos más en boga de cada época. El canje de servicios ha aumentado el repertorio con el intercambio de cantos en las fiestas comunes a ambas compañías. Las manifestaciones oficiales terminan con el himno de la Compañía y con el de la Tercera, quedando los asistentes en libertad de cantar lo que les venga en gana. El Comandante mártir don Máximo Humbser, que en los actos de servicio aplicaba una disciplina férrea, era partidario que el personal cantara en coro fomentando así su unión y amistad, cualidades tan necesarias en el trabajo bomberil. Regaló un magnífico piano rubricando su recomendación. El piano ha sido durante casi treinta años el acompañante de las festivas canciones y en él han desarrollado algunos voluntarios sus aficiones musicales los que con su constancia de estudiantes han torturado al paciente vecindario. El pianista más implacable de los últimos años ha sido Patricio García Huidobro quien fue también un celoso guardián de su conservación.
Se recuerda como a ingeniosos autores de canciones cuyas letras se referían a hechos recientes o se estaban desarrollando en ese momento a Luis González Rodríguez, Humberto Yañez Serrano, Arturo Silva Henríquez, Gustavo Vargas Infante, Carlos Lea Plaza Saenz y muy en especial a Alfredo Ossa Concha cuyas celebradas e irreproducibles canciones han hecho memorables a más de una despedida de soltero. Así como la afición musical de los quintinos del siglo pasado sirvió desinteresadamente a tantas obras de beneficio social así hemos visto, en los últimos años, a voluntarios de la Quinta llevar un poco de alegría a recintos educacionales u hospitalarios. En una de las relaciones del Libro de Guardia, refiriéndose a esa humanitaria labor, dice el Oficial: « los voluntarios de la Guardia Nocturna, guitarra en mano, también dejaron bien puesto el nombre de la Quinta». En una de las fotos que ilustran esa relación aparecen actuando ante numeroso auditorio infantil Martín Urrutia y Guillermo Bascuñán cuyas composiciones de inspiración patriótica tocan hoy todas las bandas militares. Los versos improvisados más espontáneamente son los que generalmente se siguen recordando. Por ejemplo las coplas que escribieron los afectados por una multa casi general que hizo aplicar el Capitán Leonardo Mascaró a los inasistentes a un funeral, en tiempos del recordado tesorero don Pedro Gana. Una de las estrofas dice: «Con los pesos el Esqueleto Gana, estas coplas felíz entonará: ¡Que se muera a diario algún bombero y la plata jamás nos faltará¡» De ese tiempo, unos cuarenta años atrás, también ha llegado hasta nosotros una que se refiere a las repetidas intervenciones de don Benjamín Valdés, censurando en sesión de Compañía a casi todos los oficiales. En la misma noche la censura tenía letra y música y todos cantaban «Pi-pido la palabra señor Director». En una reciente comida de día cinco los voluntarios honorarios con premio arriba de medio siglo, como Guillermo Matte Hurtado, Benjamín Aguirre Amenábar y Gustavo Vargas Molinare sorprendieron a sus compañeros con olvidadas canciones no registradas en los cancioneros. MANUEL TORRES BOONEN Hijo del fundador don Tomás Torres y médico como él, fue el cirujano titular de la Quinta Compañía a la que sirvió 33 años desempeñando muchos cargos de Oficial. Hacía ya once años que el quintino Manuel Torres era el Secretario General de la Institución cuando ocurrió su muerte, trágico acontecimiento que la prensa calificó de desgracia nacional y que causó a todos el más profundo dolor. Transcribo dos de los innumerables artículos publicados en el diario de la época y que dan una idea del inmenso afecto que Manuel Torres supo ganar entre quienes lo conocieron. DETALLES DEL ACCIDENTE QUE OCASIONO LA MUERTE DEL DOCTOR MANUEL TORRES BOONEN A las 4,30 del día 16 de Mayo de 1931, en un accidente urbano perdió trágicamente la vida, el Dr. Manuel Torres Boonen y el ex Presidente de la República don Emiliano Figueroa Larraín. El automóvil de propiedad del Dr. Torres Boonen, manejado por él mismo, corría de norte a sur, por la calle Benavente; a la altura de Gorbea, salía un automóvil del servicio público. La colisión fue tan brusca que causó la muerte al Dr. Manuel Torres Boonen y al Sr. Emiliano Figueroa Larraín. Tal es la noticia, terrible en su brevedad con que la ciudad de Santiago supo consternada la gran desgracia ocurrida. («Las Ultimas Noticias», del 8 de junio de 1931) DESDE CUALQUIER PARTE No hace todavía un mes que Santiago presenció una de las manifestaciones de pesar más sentidas de que hay recuerdo en los últimos años: Miles de miles de personas acongojadas acompañaron a su última morada, a los restos de Manuel Torres Boonen.
En los funerales formaron corporaciones humanitarias, sociedades científicas u obreras, instituciones de beneficencia, tropa del Ejército, pero más que todo fue el pueblo, el humilde pueblo, el que exteriorizó su pesar en la forma más sentida. Las lágrimas se asomaban a muchos ojos al paso del cortejo y su tumba quedó materialmente cubierta por una pirámide de flores, compuesta en gran parte de ramos modestos. ¿Fue el que murió un conductor de pueblos, un héroe guerrero o el paladín de alguna reforma trascendental? Nada de eso. Fue un médico de hospital, fue cirujano militar, también como tantos otros médicos son cirujanos militares y finalmente, fue bombero, como mil otros chilenos son bomberos. En los discursos que en el Cementerio pronunciaron representantes de todas las colectividades, algunos de los cuales fueron piezas oratorias de verdadero mérito, se ensalzó la labor de Manuel Torres en su carácter de médico, de amigo, de benefactor público, pero en esos discursos preparados de antemano, nadie pudo notar un hecho que es fundamental y que es profundamente educativo: que un médico de hospital, un cirujano militar y un miembro del Cuerpo de Bomberos, pudiera haberse hecho acreedor a la admiración, al afecto y a la gratitud de tanta, tanta gente. Y eso es lo que quiero hacer resaltar en esta crónica. Cuando se pone toda el alma al servicio de sus semejantes, cuando se da lo que se tiene sin pensar en la recompensa, cuando, como en el caso de Manuel Torres Boonen hay siempre una palabra optimista y una palmada de aliento para el amigo o simple prójimo, no hay necesidad de llegar a las alturas para elevarse por encima del nivel general y para merecer la gratitud y la estimación de sus conciudadanos. Por eso he titulado este artículo «Desde cualquier parte». Manuel Torres Boonen acudió siempre al lugar en que fueran necesarios sus servicios. Viajó a auxiliar a los heridos en la catástrofe del Alpatacal; en el terremoto de Talca mereció una especial felicitación del Ministro de Guerra don Bartolomé Blanche. El Gobierno de Francia lo condecoró por sus servicios médicos prestados durante la primera Guerra Mundial en el frente francés, mientras se encontraba comisionado por el Gobierno de Chile en esa Nación. En todas partes dejó el recuerdo de su actuación eficiente y generosa. La Quinta Compañía colocó en su tumba una placa con la siguiente inscripción: « A MANUEL TORRES BOONEN LO ACOMPAÑA EL CARIÑO DE LA 5ª COMPAÑÍA DE BOMBEROS». En sesión especial celebrada por la Compañía y a la que concurrió su hijo Manuel Torres de la Cruz y familiares, se le rindió el póstumo homenaje de los quintinos. Se adhirieron al íntimo dolor los ex voluntarios y amigos de la Quinta. Doña Carmela Carvajal v. de Prat dice»... ante la horrible desgracia que nos arrebató al inolvidable Manuel Torres... sírvase aceptar la querida Quinta la expresión de mi más sentido pésame en este duelo que nos es común.» Una calle recuerda su nombre en la ciudad. En la Quinta su figura se venera junto a la de otros grandes quintinos. Una corona fúnebre relata su vida y su muerte y en el archivo centenares de páginas muestran su trabajo de Secretario y Oficial. Hoy, en el rudo trabajo del bombero activo, uno de sus descendientes continúa la tarea iniciada hace un siglo por sus mayores. LA BOMBA Y EL CUARTELERO BERNARDINO FERRI No sólo la bomba América, bomba fundadora de la Quinta, o la primera bomba automóvil, merecen destacarse en forma especial entre las máquinas que ha tenido la Compañía. Veinte años de servicio a la ciudad dieron los quintinos tripulando la bomba SAURER, máquina de características muy bomberiles cuya sólida y verde estampa, perfilada contra las llamaradas de innumerables incendios se grabó muy hondo en la memoria de centenares de voluntarios. Abierta a las inclemencias del tiempo recibía y resistía a todo el que alcanzara a treparse en ella cuando « caían « los timbres de alarma. Era abordable por ambos costados y los voluntarios más veloces lograban ubicarse en los asientos que eran las tapas de los cajones en que se guardaban los pitones, gemelos, amarras, trifulcas y demás material menor. El resto ocupaba las pisaderas laterales y se sujetaba como podía para no caer durante el trayecto. Adelante cabían cómodamente sentados, además del conductor, tres voluntarios. Este asiento se reservaba al Capitán o a quién hiciere sus veces. A su lado tomaba colocación el primero que llegaba y éste era el encargado de tocar la bocina de dos voces o «papí» y también la campana. Cuando el incendio era lejos la bocina perdía su ritmo acompasado y el que la tocaba debía emplear sus dos manos dejando el cordel de la campana a los que iban a su lado o atrás. Los que iban atrás no sabían hacia donde se dirigían hasta que el resplandor del incendio se los anunciaba, porque la alarma se recibía por el teléfono
directo que contestaba el conductor y éste, Bernardino Ferri, único conductor de la Saurer y cuartelero de la Quinta por veinte años, jamás lo decía a menos que el Capitán lo emplazara a hacerlo. Bernardino había sido chofer de ambulancias antes de ser cuartelero de la bomba y tenía una memoria prodigiosa para conocer las calles y la ubicación de los grifos, por eso no hacía consultas ni aceptaba indicaciones en su recorrido. Era realmente eficiente en su labor y tenía clara conciencia de ello. Su mayor orgullo era colocar la Saurer en el mejor grifo del incendio. Su entusiasmo era contagioso y edificante y le granjeó el aprecio y respeto de todos los voluntarios. El decía que había visto «crecer» a muchos Capitanes conociéndolos desde su ingreso a la bomba, o como Ayudantes o Tenientes, pero siempre supo colocarse en su papel de cuartelero acatando disciplinadamente las órdenes de los oficiales por muy jóvenes que estos fuesen. En sus dominios reinaba el orden y el aseo más perfectos. El tercer piso del cuartel estaba excluído de su control y sólo subía al casino en las grandes ocasiones y por breves momentos, cuando su presencia era exigida para hacerlo partícipe de algún triunfo obtenido en las competencias. En la Memoria del año 1940 se anota que la bomba Saurer recorrió, en sus primeros diez años de vida 5.529 kms., que su turbina trabajó durante 570 horas, que consumió 11.563 litros de bencina y 302 litros de aceite. Durante esa década alimentó 2.032 pitones (dos mil treinta y dos pitones) y chocó una sola vez y en esa ocasión se comprobó que el conductor del otro vehículo, un carretón panadero, manejaba en estado de ebriedad. Estos datos oficiales señalan un increíble récord para un chofer de bomba que como Bernardino Ferri exigía a fondo su máquina, la que lanzada Alameda abajo se convertía en un verdadero bólido muy difícil de parar. Las grandes ruedas de fierro revestidas en goma no podían detenerse con la misma facilidad de un vehículo con neumáticos inflados. El conductor debía sortear los obstáculos que se le presentaban de improviso antes de lograr detenerse. Cuando el incendio era hacia abajo la carrera tenía un serio competidor. Este era el cuartelero de la Novena Compañía que manejando una máquina de la misma marca y año mantuvo un permanente duelo de velocidad. En los incendios del barrio alto, ( Providencia y Las Condes aún no tenían Compañías de Bomberos), ambas máquinas Saurer, igualmente pesadas, corrían con dificultad y la impaciencia de los quintinos y de su cuartelero se anotó jocosamente en unos versos que se refieren a un carro manicero que pasa a la Saurer cuando ésta se dirige a un incendio en Providencia. La simpática rivalidad bomberil apodó a la Saurer como la «cafetera de la Quinta» o el «Chalet Verde» porque según algunos parecía casa de dos pisos por su gran altura. El análisis de las minuciosas estadísticas de su prolongado período de trabajo muestran la gran potencia y efectividad de esa máquina y como no decayó en 20 años gracias a los cuidados de su único conductor y de sus experimentados Maquinistas. En su primeros diez años estos se llamaron: Jorge Díaz Garcés, Máximo Humbser Zumarán, Javier Recabarren Valdivieso, Lorenzo Claro de la Maza, Jorge Tagle Jouanne, Domingo Santa María Sánchez, Arturo Undurraga Prat y Francisco de la Cerda Zegers quién fue su Maquinista en varios períodos. A pesar de los grandes cuidados que todos le prodigaron a la Bomba Saurer se la expuso deliberadamente a correr el riesgo de ser destruída en una ocasión en que además de la propiedad incendiada estaban en peligro vidas humanas. Esto ocurrió en 1934, día 15 de Diciembre, en que un violento incendio se declaró en las oficinas de la Caja de Crédito Popular, ubicadas en Chacabuco y Romero. En esa misma esquina estaba el mejor grifo pero las llamas salían del edificio cubriendo la vereda y parte de la calle. Los gritos de las personas atrapadas en el incendio y su difícil situación no aconsejaban tomar otro grifo más seguro y lejano. La Quinta armó ahí mismo encargándose uno de sus pitoneros de refrescar constantemente la bomba, a fin de que no se incendiase. El calor del fuego le rompió el parabrisas y los vidrios de todos sus faroles. En pocos, pero decisivos instantes el agua dominó al fuego, no hubo desgracias personales y el Capitán de la Quinta don Jorge Borgoño Donoso fue felicitado por el Comandante. Se libró ese día la Quinta de haber perdido su bomba en un incendio, situación que aunque parece increíble también puede suceder en la realidad del trabajo bomberil. En 1936 la Saurer concurrió a dos actos que no fueron rutinarios. Uno fue su asistencia a un simulacro de bombardeo aéreo que se practicó en la ciudad y que concitó la curiosidad de toda la población. Los únicos perjuicios causados por los simulados ataques aéreos fueron algunas claraboyas rotas por las bombas que consistían en bolsas de tiza. Otra salida no rutinaria de nuestra bomba se efectuó con motivo de los homenajes que se rindieron a nuestro fundador don José Alberto Bravo al cumplir 90 años de edad. El antiguo Comandante y Superintendente era en esos años el patriarca de la ciudad y las festividades de que le hicieron objeto las autoridades de Gobierno contaron como era lógico con la asistencia de la Quinta. También concurrió la Bomba América como reliquia de la fundación de la Compañía y de la que el fundador Bravo había sido su constante maquinista. La bomba Saurer reemplazó a la bomba MAN y entre ambas hubo un corto período en que la Compañía prestó sus servicios con bombas de reemplazo y con una motobomba que regaló don Carlos Eduardo Justiniano. En 1932 se
vendió ésta a la Escuela de Aviación del El Bosque en $ 10.000, suma que se empleó en mejorar el mobiliario y la piscina del cuartel. INCENDIOS De los 1.135 incendios ocurridos en esta década, algunos fueron realmente impresionantes por su magnitud y peligrosidad. El Comandante don Alfredo Santa María, calificó uno de estos siniestros, el de la Planta de la West India Oil Co. ocurrido en mayo de 1939, como el incendio que a su juicio puso más a prueba la serenidad y valor de los Bomberos de Santiago. La Planta de la West India contenía en sus estanques millones de litros de petróleo y de gasolina y las llamas lamían los grandes depósitos cuando llegaron los bomberos. Los habitantes vecinos a la planta incendiada huían aterrorizados esperando la gran explosión. Los bomberos no perdieron tiempo en medir el peligro y armaron cuantos pitones pudieron con la mayor rapidez. El éxito dependía de que se pudieran refrescar las paredes de los estanques apagando simultáneamente el fuego que los rodeaba. El estallido de uno solo de esos inmensos depósitos de combustible podía causar una catástrofe de proporciones desconocidas. Después de tres horas en que todas las bombas lanzaron agua al máximo de su capacidad el incendio fue extinguido. En las fotografías que publicó la prensa se ve como el agua de algunos pitones se evapora por efecto del calor antes de llegar a los estanques y como para avanzar algunos bomberos deben ser pitoneados por otro compañero para resistir la elevada temperatura. Entre esas fotos hay una que muestra a un grupo de quintinos trepados en lo alto de uno de los estanques pitoneando el estanque vecino del que el humo y llamas dejan ver parcialmente los grandes carácteres en que está pintado el nombre de esa Compañía petrolera. Claramente se ve el rostro sereno del voluntario activo Carlos Lea Plaza Sáenz ayudado en su tarea por Mario Gross del Pedregal y Sergio Avaria Penjean. En otros pitones se puede identificar a los hermanos González Bazán, Jaime Egaña Baraona, Arturo Silva Henríquez y Hugo Tagle Shiell. Estuvieron presentes desde el momento de armar los activos de entonces Hernán Mascaró, Octavio Boccardo, Sergio Dávila, Jorge Carvallo, Luis González, los hermanos Holley Merino y otros que exigieron a la bomba Saurer entregar el máximo de su rendimiento. MARTIRES DEL CUERPO DE BOMBEROS DE SANTIAGO. EL 9 de Marzo de 1930 murió un voluntario santiaguino prestando sus servicios en otra ciudad. Puede decirse que es el primer mártir del CANJE DE SERVICIOS entre Compañías de diferentes provincias. LUIS AIXALA voluntario de la Décima Compañía del Cuerpo de Bomberos de Santiago murió trabajando en un incendio declarado en el cerro Bellavista de Valparaíso, junto a la Séptima Cía. de ese puerto. Su muerte enlutó a la colonia española de todo el país. El 14 de noviembre de 1933 la Undécima Cia. de Santiago concurre al incendio declarado en Alameda esquina de Libertad y en ese acto de servicio muere su voluntario ANTONIO SECCHI. Su muerte también enluta especialmente otra importante colonia extranjera residente en nuestro país. Antonio Secchi, mártir Nº13 del cuerpo de Bomberos de Santiago, era italiano. De esa misma nacionalidad fue Tenderini primer voluntario que pereció en acto de servicio. El 20 de noviembre de 1933, cuando aún no transcurría una semana de la muerte de Antonio Secchi, murió VICTOR HENDRICH voluntario de la Octava Compañía. Concurría al incendio declarado ese día en San Francisco esquina de 10 de julio y perdió la vida en un accidente que sufrió la bomba antes de llegar al sitio del siniestro. ALBERTO VILAR voluntario de la Novena Compañía murió el 12 de julio de 1941 en un llamado de comandancia, en Arturo Prat Nº1041.
GUILLERMO SANTAELLA voluntario de la Décima Compañía murió el 25 de enero de 1942, en el incendio de la calle Bandera esquina Moneda. Este segundo mártir de la Bomba España pereció en el mismo sitio en que dos años después caería nuestro compañero Augusto Salas. En 1933 la Quinta se preparaba a celebrar sus sesenta años de vida pero las recientes muertes de los mártires Secchi y Hendrych la impulsaron a suspender toda celebración aniversaria. El 8 de Diciembre falleció el ex Director y ex Capitán don Alfredo Lea Plaza Jencquel de quien dice la Memoria anual : «Fue uno de los hijos predilectos de la Quinta» Años más tarde la Compañía honró la memoria del voluntario honorario don Alfredo Lea Plaza acordando colocar su retrato en el cuartel. Esa distinción reservada hasta entonces, exclusivamente para los fundadores y para los más notables Oficiales Generales, se adoptó también para reconocer los grandes servicios que en vida prestaron los ex Directores don Rubén Dávila Izquierdo y don Francisco de la Cerda Zegers. En esta década se distinguen como Oficiales Generales varios quintinos. Don José Alberto Bravo como Superintendente hasta 1932. Don Alfredo Santa María completa en 1939, 15 años y 5 meses como comandante. Don Máximo Humbser colabora con él como segundo Comandante algunos años y lo sucede en 1940 como Comandante. Manuel Torres completa en 1931 más de once años como Secretario General. Como Inspectores o Ayudantes Generales sirven los quintinos Jorge Díaz, Luis Desmadryl, Mario González, Francisco de la Cerda, Hernán Tagle y Roberto Ugarte. EL COMANDANTE SANTA MARIA En 1939 don Alfredo Santa María había enterado quince años como jefe del servicio activo del Cuerpo de Bomberos. Había batido un verdadero récord de permanencia en tan delicado y sacrificado cargo. Hasta esa fecha el Comandante que más tiempo sirviera a la Institución era don Carlos Rogers Gutiérrez, quintino que el siglo pasado fue nueve años Comandante. La Institución le agradeció públicamente sus desvelos cuando cumplió cinco años en el cargo. Al cumplir diez se renovaron estos agradecimientos y en 1939, todos los voluntarios del Cuerpo quisieron expresar su reconocimiento al jefe que lo había conducido en forma tan satisfactoria y por tanto tiempo. La Municipalidad de Santiago, representando el sentir unánime de la ciudadanía, lo condecoró en sesión especial, se efectúo un gran desfile en su honor y se le ofreció un banquete en que las autoridades de gobierno y mil voluntarios le testimoniaron su aprecio y estimación . El acto se realizó en el Estadio Militar y fue presidido por el Intendente señor Rivera Parga y por el Superintendente don Luis Kappés. Don Alfredo Santa María agradeció el emotivo homenaje con un discurso cuyas primeras palabras fueron estas : «Guiado del ánimo de servir a la Institución acepté en 1924 las insignias del mando activo; pero jamás pensé que ellas iban a estar en mi poder durante tanto tiempo, porque la responsabilidad que ese mando impone, aconseja que esas insignias sólo se tengan por un limitado tiempo. De otra suerte como en más de una oportunidad lo he dicho, se destruye el progreso que en todo orden de actividad produce la renovación del factor hombre». La Quinta a pesar de reconocer el derecho a descanso tan merecido de su ilustre voluntario, lo eligió en 1940 como Director de la Compañía y le exigió aceptar el cargo. Don Alfredo Santa María, Director Honorario de la Institución, reemplazó en la dirección de la Compañía a don Oscar Dávila a quien se le había reelegido veinte veces como Director. En 1940 la Municipalidad de Valparaíso acordó premiar a los voluntarios de Santiago que habían acudido en su ayuda en el año 1906, con motivo del terremoto e incendios posteriores ocurridos en ese año. Muchos ya habían muerto, entre ellos el Superintendente don Ismael Valdés Vergara que organizó y ordenó la expedición de socorro. El jefe de la delegación de la Quinta don Carlos Swinburn Urmeneta había fallecido el año anterior. Sólo pudieron recibir el premio acordado unos pocos entre los que se contó el nuevo Director a quien recordamos en 1906 en un ejemplar gesto de sacrificio personal. Los quintinos también viajaron en 1940 a Valparaíso a los funerales del Superintendente don Rafael Luis Barahona San Martín, voluntario de la Tercera Cía. de Valparaíso.
Para el 65º aniversario de la Quinta habían venido a Santiago los tercerinos presididos por su Capitán don Benjamín Aguirre Amenábar. También concurrió una delegación de la Primera Cía. de Viña del Mar con la que manteníamos cordiales relaciones de amistad y canje de servicios. DEL CUARTEL DE TEATINOS Nº38 A NATANIEL 79 El viejo edificio en que la Quinta había instalado su cuartel fue constantemente refaccionado y convertido poco a poco en un confortable local. Los quintinos disfrutaron hasta de una piscina en esa céntrica ubicación, pero en esos años se iniciaron las construcciones del Barrio Cívico a las que dio gran impulso el Ministro de Hacienda don Gustavo Ross Santa María bajo el gobierno de don Arturo Alessandri Palma y forzosamente debieron vender el cuartel. La venta se realizó en 1937, en la suma $720.000.- Con ese dinero se compró un sitio en Alameda Nº 1340 del que se vendió la parte del fondo en $408.000.- pero no se pudo construir ahí por las exigencias de altura y la Compañía debió trasladarse provisoriamente a la calle Morandé frente a la Moneda. En 1939 iba a salir a remate una propiedad fiscal, con mínimum de $390.000.en Nataniel esquina Alonso Ovalle (nuestro actual cuartel ) y el Senador don Hernán Figueroa Anguita, Vice Superintendente en aquella fecha , presentó un proyecto en el Congreso consiguiendo la sesión de esa propiedad fiscal. Después de algunas vicisitudes el proyecto se convirtió en la ley Nº6551 promulgada el 5 de abril de 1940. El Directorio facultó al Superintendente para aceptar la transferencia de la propiedad lo que se hizo por escritura ante el notario don Luis Azócar de fecha 16 de Agosto de 1940. La construcción se inició el 1 de Octubre del mismo año bajo al vigilancia directa del Capitán don Francisco de la Cerda Zegers. Los planos aprobados fueron los presentados por los arquitectos Scroeder y Christensen. Ocho firmas constructoras entregaron sus propuestas adjudicándose el trabajo a la que presentó Neut Latour y Cía. por la suma de $ 953.317.Tres Directores tuvieron activa participación en el nuevo cuartel : Don Oscar Dávila Izquierdo, Don Alfredo Santa María Sánchez y Don Jorge Gaete Rojas. Con ellos colaboró desde el principio hasta el fin de la obra el mismo Capitán, don Francisco de la Cerda, a quien la Compañía reconoció sus grandes méritos eligiéndolo Director cuando se encontraba ya instalada en su recién construída casa.
Don Alfredo Santa María Sánchez. El voluntario ilustre de la Quinta aparece con uniforme de Comandante, cargo que sirvió por más de 15 años. Murió siendo Superintendente del Cuerpo.
INCORPORACIONES O REINCORPORACIONES DE VOLUNTARIOS DE 1941 HASTA 1950 En esta década hubo mil cuarenta y cinco incendios sin contar los llamados de Comandancia. AÑO
1941
42
43
44
45
46
47
48
49
1950
Incendios Ejercicios Reuniones Funerales
102 44 9 9
93 15 14 21
99 26 17 13
84 10 12 17
94 24 9 18
126 52 10 14
126 48 16 8
115 35 15 14
105 33 9 13
101 26 12 11
600 601 602 603 605 606 607 608 609 610 611 612
Víctor Piwonka Figueroa Augusto Salas Bravo Hernán Swinburn Herreros René Barahona Justiniano Ruperto Murillo Costa Jorge Ovalle Ortúzar Hernán Middleton Marchant Pablo Covarrubias Ortúzar Jorge Blanchard Moller Jorge Carvallo Munizaga Gustavo Alvarez Salamanca Swart Carlos Mujica Petri
03 Enero 1941 03 Enero 1941 15 Abril 1941 11 Agosto 1941 15 Octubre 1941 15 Enero 1942 15 Abril 1942 15 Abril 1942 15 Abril 1942 14 Julio 1942 14 Julio 1942 14 Julio 1942
613 614 615 616 617 618 619 620 621 622 623 624 625 626 627 628 629 630 631 632 633 634 635 636 637 638 639 640 641 642 643 644 645 646 647 648 649 650 651 652 653 654 655 656 657 658 659 660 661 662 663 664 665 666 667 668 669 670 671
Jorge Villaseca León Octavio Alvarez Salamanca Swart Alfonso Amenábar Ruiz Javier Mascaró Vildódola Roberto Urzúa Souper Jorge Aguirre Edwards Luis Oportot Trucco Mario Concha Pérez Canto Pedro Rengifo Echeverría Eduardo Holley Caces Mario Vial Rozas Roberto Calvo Badilla Gonzalo Rodríguez Sommers Augusto Salas Bravo Jaime Concha Lois Víctor Opazo Cocio Claudio Concha Lois Guillermo Alcalde Tuñon Fernando Bascuñán Smits Oscar Bascuñán Smits Fernando Bascuñán Smits Agustín Gutiérrez Valdivieso Julio Mery de la Vega Emilio Ossa Vial Julio Ortiz Baquedano Enrique Palma Nelson Luis García Godoy Mario Hurtado Echeverría Patricio Valdés Brain Alfonso Bascuñán Smits Manuel Ortiz Baquedano Edmundo Mascaró Vildósola Santiago Anguita Izquierdo Sergio Cruz Costa Luis Zanetta Saldes Eugenio Lazo Preuss Humberto Yañez Serrano Manuel Cousiño Saavedra Jaime de la Cerda Sánchez Raúl Valdivieso Bunster José Manuel Larraín Pardo Luis García Godoy José Pedro Alessandri Fabres Alvaro Rodríguez Valdés Enrique Urzúa Basoalto Gabriel Covarrubias Ortúzar Enrique Matta Rogers Alberto Izquierdo Moreira Jorge Blanchard Möller Carlos Rogers Cuevas Carlos Bezanilla Reyes Jorge Barahona Stahr Arturo Scroggie Alessandri Mario Gross del Pedregal Raúl Carvallo Munizaga Francisco Izquierdo Moreira Patricio Riesco Undurraga Fernando Ossa Carvallo Alfredo Ossa Concha
14 Julio 1942 10 Agosto 1942 21 Agosto 1942 21 Agosto 1942 14 Octubre 1942 14 Octubre 1942 8 Diciembre 1942 29 Diciembre 1942 15 Enero 1943 15 Enero 1943 28 Enero 1943 15 Abril 1943 15 Abril 1943 25 Junio 1943 25 Junio 1943 25 Junio 1943 25 Junio 1943 25 Junio 1943 12 Julio 1943 12 Julio 1943 09 Agosto 1943 14 Octubre 1943 14 Abril 1944 14 Abril 1944 29 Mayo 1944 29 Mayo 1944 29 Mayo 1944 29 Mayo 1944 29 Mayo 1944 04 Septiembre 1944 04 Septiembre 1944 11 Octubre 1944 11 Octubre 1944 11 Octubre 1944 11 Octubre 1944 13 Noviembre 1944 08 Diciembre 1944 11 Diciembre 1944 11 Diciembre 1944 09 Abril 1945 23 Abril 1945 13 Julio 1945 11 Julio 1945 15 Octubre 1945 15 Octubre 1945 08 Diciembre 1945 21 Enero 1946 08 Abril 1946 08 Abril 1946 15 Julio 1946 15 Julio 1946 14 Octubre 1946 14 Octubre 1946 08 Diciembre 1946 08 Diciembre 1946 08 Diciembre 1946 08 Diciembre 1946 14 Abril 1947 14 Abril 1947
Actual cuartel de la Quinta Compañía, ubicado en Nataniel Cox N°79. Foto tomada desde la calle José Alberto Bravo.
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Humberto Yañez Serrano Ventura Maturana Larraín Manuel de la Plaza Gumucio Javier Garretón Torres Mariano Ruiz Prieto Edmundo Rencoret Carvallo Fernando Vargas Middleton Fernando Bascuñán Smits Pedro Sáez Yus Ricardo Barroilhet Price Eduardo Guerra Kappés Jaime Godoy Godoy Benjamín Aguirre Nugent Santiago Webb Barros Hernán González Moreno Carlos Pérez Fernández Alfredo Silva Echavarría Eduardo Lafoy Aldunate Eduardo Swinburn Herreros Rafael Izquierdo Moreira Gerardo Wielandt Munita Gil Pinto Mienert Pedro Urmeneta Escuti Juan Ignacio García Figueroa Alberto Ossa Marín Hernán Ariztía Vergara Mario Zañartu Cristi Antonio Garcés Donoso Carlos Bezanilla Reyes Ventura Maturana Larraín Alvaro Fco. Hoyl Sotomayor Jorge Lavanderos Illanes Ricardo Illanes Edwards Julio Sánchez Ramírez Enrique Montaner Infante Gustavo Vargas Infante Patricio Calvo Stuven
14 Abril 1947 10 Julio 1947 10 Julio 1947 18 Julio 1947 08 Diciembre 1947 08 Diciembre 1947 08 Diciembre 1947 14 Enero 1948 14 Enero 1948 02 Marzo 1948 03 Mayo 1948 14 Junio 1948 14 Julio 1948 03 Agosto 1948 23 Agosto 1948 14 Octubre 1948 14 Octubre 1948 13 Enero 1949 13 Enero 1949 13 Enero 1949 12 Abril 1949 12 Abril 1949 12 Abril 1949 06 Junio 1949 20 Junio 1949 30 Septiembre 1949 30 Septiembre 1949 08 Diciembre 1949 19 Diciembre 1949 13 Abril 1950 13 Julio 1950 13 Julio 1950 07 Agosto 1950 07 Agosto 1950 08 Diciembre 1950 08 Diciembre 1950 28 Diciembre 1950
TRABAJO DE LOS VOLUNTARIOS HONORARIOS En esta década los voluntarios honorarios y los Oficiales sirvieron a la Quinta con una notable y ejemplar dedicación. Prácticamente absorbieron casi todo el trabajo de la Compañía. En 1941 el personal de la Quinta estaba compuesto por 65 voluntarios honorarios y 47 voluntarios activos. El Director de 1941 fue don Jorge Gaete Rojas quien fue elegido al año siguiente Secretario General del Cuerpo. Su brillante desempeño en ese cargo que sirvió más de cinco años le valió el nombramiento de Director Honorario de la Institución. El Capitán fue don Francisco de la Cerda Zegers de quien puede decirse que vivió para la Quinta, ya que hubo años en que no faltó a ningún incendio u otro acto de servicio obligatorio. Siendo Capitán ganó en propiedad el premio la Llave y con 0 faltas. En 1942 sucedió como Director a don Jorge Gaete y volvió a ganar por cuarta vez consecutiva el premio La Llave disputándolo estrechamente con los honorarios Manuel A. Varas y Leonardo Mascaró. En los años siguientes ganó este premio el voluntario honorario Manuel A. Varas. Sólo al fin de esta década pudo un activo inscribir su nombre en la Llave de Plata, éste fue el capitán Enrique Matta Rogers. En la Secretaría de la Compañía, servida por el voluntario activo Sergio Dávila quien fue elegido Teniente 2º, se desempeña desde entonces el honorario Eduardo Pérez Covarrubias.
El período de Secretario de Eduardo Pérez es el más largo registrado en la historia de la Quinta y se aproxima a los veinte años. Su entusiasmo y dedicación de servir ese cargo excedió sus obligaciones reglamentarias y formó un valioso archivo personal de documentos de interés bomberil. La tesorería era servida a principios de esta década por el activo Juan Luis Urrutia Prieto y en estos diez años se turnaron en el cargo sólo voluntarios honorarios. Ellos fueron Alvaro Gonzáles Bazán, Víctor Santandreu Russo, Ismael Jara Santa María quien había sido nombrado Honorario dada la gravedad de las heridas que recibió en un incendio ocurrido veinte años antes; y Marío Gross del Pedregal quien ha sido el maestro y guía de los jóvenes tesoreros que lo sucedieron. Finalmente el voluntario honorario Mario Moreno Ruiz que desde el cargo de ayudante contribuyó en gran parte a ganar para la Quinta el Premio de Estímulo. En los ejercicios de competencia los equipos de la Quinta tuvieron lucida actuación y en su mayoría estuvieron formados por antiguos honorarios. Entre éstos se destacó especialmente Ignacio Pérez Covarrubias. Su nombre figuró ininterrumpidamente en veinte competencias. La Quinta le rindió un especial homenaje de simpatía al tradicional «gemelero» regalándole un objeto de plata con el escudo quintino grabado. Los honorarios no sólo se distinguieron en este período como Oficiales, trabajaron también en los incendios a la par que los jóvenes activos. El 14 de agosto de 1944 se declaró un incendio en San Ignacio esquina Ñuble. El intenso frío de esa madrugada no impidió concurrir al sitio amagado a buen número de honorarios que abandonaron sus casas para ayudar a los activos en la extinción del siniestro. Uno de ellos, el más asiduo asistente no llegó. Fue encontrado muerto dentro de su automóvil cuyas luces encendidas rompían la espesa niebla. RICARDO MONTANER LETELIER murió de un ataque al corazón que lo sorprendió, vestido con su uniforme de trabajo, camino de un incendio al que nunca llegó. Su activa vida bomberil que no decayó en treinta años y en la que nueve veces fue elegido Capitán se extinguió en la soledad y oscuridad de la noche pero, aún hoy, continúa brillando como ejemplo de trabajo y cumplimiento de obligaciones voluntariamente impuestas. A Ricardo Montaner se le debe el haber recuperado nuestra bomba fundadora que estuvo 43 años ausente de nuestro cuartel. En 1936 el entonces Capitán Montaner logró ubicarla en una Compañía de Bomberos de provincia y viajó a adquirirla. Desde entonces la vieja Bomba América constituye la reliquia más preciada del cuartel quintino. Otros grandes ejemplos de abnegado trabajo lo constituían los comandantes de esos años. El Comandante Humbser y el Comandante Tagle, ambos voluntarios honorarios de la Quinta. La figura cumbre de esta década fue sin duda el quintino Alfredo Santa María. DON ALFREDO SANTA MARIA SANCHEZ SUPERINTENDENTE DEL CUERPO DE BOMBEROS. Hemos visto como don Alfredo Santa María después de servir quince años como Comandante vuelve a dirigir a la Quinta. Corto tiempo fue nuestro Director porque el Cuerpo lo designa nuevamente en otro alto cargo, el de Vice Superintendente y desde 1943 es elegido Superintendente. Su hoja de vida es tan notable que cualquier calificativo con que me refiriese a ella no reflejaría toda la magnitud de los servicios que prestó a la Institución. La Quinta puso en un marco la hoja de servicios de su ilustre voluntario y la colocó a la entrada de su sala de sesiones. Hace algunos años un joven esperaba el resultado de la votación en que se resolvía su ingreso como voluntario se entretuvo leyéndola y confesó que había estado a punto de retirar su solicitud de admisión porque nunca podría hacer algo parecido a lo que se anotaba del señor Santa María. Su profesión de abogado, de profesor de Derecho, en que destacó como Presidente del Colegio de Abogados, sin duda, le ayudó en las reformas transcendentales con que adaptó las estructuras de la Institución a las necesidades del servicio activo. El conocimiento de ellas y la experiencia práctica lo obtuvo trabajando como simple voluntario, como Capitán de la Quinta y después en esa insuperable etapa de tres lustros al mando de todas las compañías. Podemos imaginar a ese hombre de clara inteligencia, perceptivo, conocedor a fondo de sus hombres y de sus elementos recogiendo en mil
incendios la experiencia de sus errores o de sus aciertos y refundiéndolos en su mente dictar sus FAMOSAS ORDENES del Día. Su labor de mejoras en el sistema imperante se remonta a los años en que fue nuestro Capitán. Gracias a él la Quinta tiene el honor de haber sido la primera Compañía que estableció en su cuartel el Servicio de Guardia Nocturna, servicio sin el cual hoy no se concebiría una compañía bien organizada y muchas otras reformas que ahora nos parecen obvias. Don Alfredo Santa María no actuó nunca en el campo político a pesar de que muchas veces trataron de incorporarlo en esas lides. Aceptó la Alcaldía de Santiago para servir a la ciudad que tanto quiso y continuó compartiendo su tiempo en las obras benéficas como la Liga de Estudiantes Pobres de la que era Presidente y muchas otras en que volcaba sus filantrópicas inquietudes. El 8 de Mayo de 1946 había convocado a reunión de Directorio para las 19 horas. El Superintendente Santa María ya se encontraba antes de la hora de citación aprestándose a presidir la sesión cuando le sobrevino un ataque de angina. Alcanzó a llegar hasta las dependencias donde funciona el Policlínico del Cuerpo y ahí expiró a las 19.10 horas. En un instante la noticia de que el Superintendente había muerto antes de iniciar la sesión del Directorio y que su cuerpo se encontraba en la Comandancia circuló en todas las Compañías. En la Quinta la consternación fue indescriptible. Todo el personal se encontraba reunido porque precisamente esa tarde se recibiría en el cuartel el trofeo ganado en la competencia José Miguel Besoaín, efectuada el mes anterior en el Estadio El Llano. Se preparaba una alegre celebración del premio obtenido con tanto esfuerzo. Algunos ejercicios preparatorios se habían corrido bajo lluvias torrenciales y no se escatimó sacrificio alguno para ganar un nuevo Laurel para la Quinta. El destino quiso que el dolor truncara ese día propicio a las expansiones de la alegría, convirtiéndolo en una de las fechas memorables y desgraciadas de la historia quintina. El nombre de don Alfredo Santa María es recordado en nuestras filas al pasar lista en todo acto de servicio y se le designó como Voluntario Ilustre de la Compañía. Este honroso título le ha sido conferido únicamente a él por la calidad de sus servicios y no influyó el hecho de que hubiese desempeñado los dos más altos cargos de la Institución. Otros quintinos también fueron Superintendentes y Comandantes y en ambos cargos dejaron el recuerdo de una notable actuación. Ellos fueron don Carlos Rogers, don Ignacio Santa María (padre de don Alfredo) y don Alberto Bravo. En un homenaje a su memoria el parlamentario don Julio Durán expresó : «Para nosotros, la figura del jefe será siempre un símbolo, porque los símbolos no mueren, y junto al aullido de las sirenas, al crepitar de las llamas, al desorden en que se mezclan las voces de auxilio y de mando, estará allí, elevado en los techos, destacando su altiva figura, en un escenario de Averno, señalándonos el camino del deber y del honor». El senador don Hernán Figueroa dijo al presentar un proyecto para levantarle un monumento : «Creemos de toda justicia, como la única manera que tiene el legislador de expresar su gratitud hacia una Institución que tan relevantes servicios ha prestado y continúa prestando a la ciudad de Santiago, erigirle un monumento a este selecto servidor que por su obra llegó a identificarse con la Institución misma». El 6 de diciembre de 1954, el Presidente don Carlos Ibañez y su Ministro de Educación don Oscar Herrera promulgaron la Ley Nº11.752 en que se autorizó la erección de un monumento a don Alfredo Santa María, obra que aún no se realiza. CANJE DE SERVICIO DE LA PRIMERA CÍA. DE VIÑA En 1942 se canceló el canje de servicios que durante 18 años se mantuvo con la Primera Cía. de Viña del Mar. Nuestras cordiales relaciones fueron interrumpidas por acuerdo del Directorio del Cuerpo. Se registró un incidente entre Oficiales Generales de ambas Instituciones en un acto de servicio ocurrido en Santiago lo que originó el acuerdo cancelando la autorización que se había otorgado a la Quinta para establecer este canje. La Quinta transcribió la nota de la Secretaría General, sin mayores comentarios a sus amigos viñamarinos.
AMISTAD CON EL CUERPO DE BOMBEROS DE PANAMA Dos quintinos que en funciones diplomáticas estuvieron en Centro América fomentaron nuestras buenas relaciones con el antiguo Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Panamá. El Comandante de la Institución Panameña don Juan Antonio Guizado ofreció las mejores atenciones a los quintinos que llegaron a su país. Con ocasión de uno de los viajes que debió realizar nuestro voluntario honorario y miembro de la Junta de Disciplina don Carlos Henríquez Argomedo, árbitro de la demarcación de límites entre Costa Rica y Panamá, en representación del Presidente de Chile, escribe el señor Guizado a la Quinta diciendo : «El señor Henríquez es persona que por su cultura y atractivos se hace estimar de quien quiera que lo conozca y para nosotros los panameños tiene el especial interés de ser Bombero Chileno y nada menos que de la Quinta Compañía a la que hemos aprendido a estimar por el distinguido caballero don Jorge Saavedra Rivera, quien honró con su presencia el jubileo de Oro de nuestra Institución». EL CANJE CON LA TERCERA DE VALPARAISO Durante esta década se fortalece el canje de servicios con la Tercera Cía. de Valparaíso cuyos Capitanes Benjamín Aguirre Amenábar y Guillermo Purcell Winter vienen en diferentes ocasiones al mando de las delegaciones tercerinas. AUGUSTO SALAS BRAVO 18-V-1944 En sesión de Compañía celebrada el 3 de Enero de 1941 la Quinta aceptó como voluntarios a los jóvenes Augusto Salas Bravo y Víctor Piwonka Figueroa. Ambos se distinguieron por el entusiasmo con que comenzaban su vida bomberil. Augusto Salas debió alejarse de la Compañía cuando, en julio de 1942, sus obligaciones laborales lo trasladaron fuera de la ciudad. Al año siguiente trabajaba en las oficinas de Santiago de la Organización Kappés y solicitó su reincorporación a la Bomba en la que fue nuevamente aceptado. Varios quintinos lo conocían en su actividad de empleado de esa Organización en la que ya ocupaban cargos de importancia Leonardo Mascaró, Vicente García Huidobro, Mario Gross y Mario Gonzáles. Ellos pudieron apreciar mejor las cualidades de laboriosidad y corrección del joven quintino Augusto Salas. Este era un hombre muy ordenado y con su trabajo ayudaba a sus familiares. Había quedado huérfano y vivía con las hermanas de su padre. Era dirigente de la acción Católica y sus compañeros de bomba aseguran haberlo visto predicar en las calles igual que los protestantes. Sin embargo dentro de la bomba sus actividades se limitaron a cumplir sus obligaciones bomberiles. En cumplimiento de ellas sale de su casa un frío amanecer de Mayo en que el destino lo elige a él como la primera víctima que el fuego cobró a la Quinta. Los designios de Dios habían permitido que en mas de setenta años de rudo y peligroso batallar los quintinos salieran todos con vida en sus numerosos accidentes, pero la muerte acechaba y tantos años frustrada se vengó con los mas crueles tormentos. El joven apóstol de la fe católica murió como esos antiguos cristianos martirizados hasta la agonía. Agua hirviendo, fuego y golpes terminaron con Augusto Salas y el sintió sin quejarse, sin renegar de sus ideales bomberiles ni de su fe, como se extinguía su vida. RELACION DEL INCENDIO DEL 18 DE MAYO DE 1944 En el libro de Guardia el Tte. 2º don Carlos Swinburn Herreros anota la siguiente relación del incendio que costó la vida a nuestro compañero Augusto Salas Bravo: INCENDIO.- A las 5.10 de la madrugada se dio la alarma de incendio y se indicó como lugar amagado el edificio situado en la calle de Moneda esquina Sur Poniente de Bandera, ocupado por oficinas de profesionales en los altos y por negocios de fuente de soda, restaurantes y floristas en el primer piso. El fuego apareció en el segundo piso y la Compañía
armó 5 pitones: 2 por el techo, 2 por los balcones del segundo piso y el 5º por la escalera de madera que comunicaba el primero y el segundo. A las 6.10 A.M. se retiraron los pitones del techo, quedando solamente los tres restantes, con lo que se trabajó hasta la retirada de la Compañía a las 7 A.M. Asistieron 14 honorarios y 28 activos y el material empleado fue gemelo de 70X50; 2 de 50X50; 12 mangueras de 70, 19 de 50 y 5 pitones de 50. ACCIDENTE.- A las 5.50 de la madrugada, en circunstancias en que el incendio se encontraba casi dominado y el personal de la Compañía dedicado a la extinción de los escombros, se produjo de súbito el derrumbe de un techo en el interior del edificio y, como consecuencia de esto, sobrevino la desgracia que paso a relatar. En uno de los pitones que la Quinta tenía colocado en el interior del edificio se encontraban los voluntarios Luis Oportot y Oscar Bascuñán, situado este último en el acceso al segundo piso. Subía en dirección a ese pitón, por la escalera de madera, el voluntario Augusto Salas con el objeto de relevar al compañero Oportot, en cumplimiento de una orden recibida.
AUGUSTO SALAS BRAVO primer voluntario de la Quinta muerto en actos de servicio.
En el momento en que ascendía Salas por aquellas escaleras se produjo el derrumbe del techo sobre el descanso de la misma, arrastrando a aquel violentamente hasta el entrepiso, cayendo además, un gran estanque con agua, cuyo contenido se encontraba hirviendo debido al calor del incendio y que se vació sobre el cuerpo de nuestro compañero Salas, produciéndole atroces quemaduras. Con la presteza que el caso requería, se extrajo de entre los escombros al voluntario Salas, quien, con esa hombría y entereza que siempre lo caracterizaron, quiso trasladarse por sus propios pies, ayudado por dos de sus compañeros, hasta el carro de la Asistencia Pública, que se encontraba en los alrededores del siniestro. Los voluntarios Oportot y Bascuñán, que estaban en el 2º piso no sufrieron en toda su intensidad los efectos del derrumbe, recibiendo ambos solamente golpes y rasmilladuras, las que a Dios gracias, no alcanzaron la gravedad que era de temer. El Cirujano de la Quinta, doctor Ernesto Prieto Trucco, lo hizo trasladar a la Clínica Alemana y diagnosticó que la muerte de Salas era inevitable y que fatalmente ocurriría muy pronto. Se le hizo una transfusión de sangre, la que dio el Teniente 1º Fernando Montaner. El presbítero don Jorge Gómez Ugarte acudió a prestarle los primeros auxilios religiosos que Augusto Salas recibió en plena lucidez. A las 15.55 horas entregó su alma a Dios. Sus funerales se efectuaron el 20 de Mayo. Fue sepultado en el Mausoleo del Cuerpo. La Quinta le rindió los mayores honores e hizo imprimir una corona fúnebre en homenaje a su memoria. En esa memoria se insertan discursos y homenajes póstumos. A nombre de la Quinta habló el Director don Gaspar Toro Barros y el voluntario activo don Gustavo Holley Merino. A nombre del Cuerpo habló el Vice Superintendente don Guillermo Morales Beltramí. En representación del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, don Oscar Fernández y de la Tercera Cía. don Fabio Vío Valdivieso. El Alcalde don Galvarino Gallardo, el presidente de la juventud Católica don Antonio Recabarren, representantes de la Organización Kappés y Club Deportivo, también le rindieron emotivos homenajes. La Tercera de Valparaíso envió una delegación de 42 voluntarios y formaron 81 quintinos. Honda repercusión tuvo la muerte de Augusto Salas en toda esa gran familia quintina formada no solo por los que figuran en su lista como voluntarios en actual servicio, honorarios y activos, sino también por los que de una forma u otra han perdido el derecho de vestir la cotona verde. Siempre quedan ligados por el afecto a la Compañía que sirvieron y en
caso como este, de máximo dolor, acudieron presurosos a compartir el duelo quintino. El Secretario de la Compañía don Eduardo Pérez Covarrubias recibe una nutrida correspondencia la que prolijamente va agradeciendo y contestando. Cartas de hombres que pasaron por la Quinta y habían sido ya olvidados, otras de quienes la vida había colocado en lugares preferentes, todos se sienten heridos por el mismo dolor. Como dice uno de ello « todos estamos juntos a la vieja bandera de la Quinta». El voluntario Domingo Santa María Sánchez escribe :... « Ausente de Chile y del foco de amistad y afecto que es la Quinta esta triste noticia me ha llenado de pesar y me ha hecho desear ardientemente mi vuelta a la tierra querida... el sacrificio de Augusto Salas ha de reforzar nuestros sentimientos de amor hacia los demás, de cooperación y de unión, no sólo entre los quintinos sino entre todos los chilenos que seamos capaces de mirar el bienestar común antes de la conveniencia personal . ... Un muchacho como Augusto Salas que ofrenda su vida por una causa noble y justa es un ejemplo que seguir y será luminaria que marcará el rumbo de una institución como la Quinta». En el mismo incendio que causó la muerte a Augusto Salas sufrió quemaduras el más joven de los voluntarios. Emilio Ossa Vial, incorporado a la Quinta el mes anterior, asistía por primera vez a un siniestro de esa magnitud y de consecuencias tan lamentables y, creyendo que todos los incendios eran así , no declaró sus lesiones. Al día siguiente estas se habían agravado y fueron notadas por sus compañeros. El cirujano de la Compañía, Dr. Prieto, lo amonestó y le dio un largo permiso. Ese año de 1944 se incorporó a la Quinta un gran número de voluntarios, algunos obtuvieron con muchas asistencias sobrantes su premio de veinte años como Mario Hurtado Echeverría y Luis García Godoy. Otro Humberto Yañez Serrano ya tiene en nuestras filas a uno de sus hijos. Entró también el quinto de los hermanos Mascaró Vildósola y Jaime, uno de los cuatro hermanos de la Cerda Sánchez y Alfonso, el menor de los tres Bascuñán Smits. Algunos sirvieron corto tiempo como nuestro amigo Manuel Cousiño pero todos llegaron a la Quinta conscientes del peligro a que se expone el bombero voluntario y no se atemorizaron por la reciente desgracia. Muy al contrario, se dio el caso de Patricio Valdés Brain quien no conocía a nadie que le patrocinara su solicitud y, cuando aún no sepultábamos al Compañero caído, se apersonó al Capitán diciéndole : «Deseo incorporarme a las filas de la Quinta para llenar el hueco que ha dejado en ellas Augusto Salas». Patricio Valdés obtuvo la aceptación unánime de sus compañeros quienes desde ese día lo llamaron «EL HUECO» Valdés. Pocos años después este mismo voluntario casi deja otro hueco en las filas al perder el conocimiento en el techo de un edificio incendiado. Logró sacarlo por la telescópica Carlos Swinburn que iniciaba su primer período de Capitán. La lista de los Mártires del Cuerpo de Bomberos continúa con el nombre de RENE CARVALLO voluntario de la Primera Cía. muerto el 8 de agosto de 1946, a causa de las lesiones recibidas en el accidente que sufrió la máquina de su Compañía en la Av. Portugal esq. de 10 de Julio, cuando ésta se dirigía al incendio declarado en la Av. Matta esq. de Portugal. Ese mismo año sufrió un accidente del que se salvó milagrosamente el voluntario activo Javier Garretón Torres a quien le cayó un gran tabique encima sepultándolo totalmente. Sólo recibió algunas lesiones en el rostro al ser aprisionado contra el pitón que en esos momentos sostenía. En la misma Guardia Nocturna recibió atención médica de su padre el profesor don Alejandro Garretón, Ministro de Educación en el Gobierno del Presidente don Jorge Alessandri. Recordamos que en ese gobierno se promulgó la Ley 14.866 que instituye el Día del Bombero y ordena a los establecimientos educacionales efectuar actos cívicos conmemorativos. LA QUINTA CUMPLE 75 AÑOS DE SERVICIOS. Los tres cuartos de siglo se cumplieron el 7 de Diciembre de 1948. Esa fecha encuentra a la Compañía formada por 77 honorarios y 38 activos. Instalada adecuadamente en un cuartel que era entonces el más moderno de los que poseía el Cuerpo de Bomberos. La bomba Saurer continuaba prestando sus servicios en un magnífico estado de conservación. La unión y amistad entre todos sus voluntarios daba excelentes resultados en el trabajo bomberil y este ambiente de cordialidad y eficiencia movió a sus oficiales a celebrar dignamente su aniversario. El destino quiso que nada interrumpiera o impidiera, como otras veces, tal celebración y los actos conmemorativos revistieron gran solemnidad. Estos actos comenzaron el Domingo 5 de Diciembre con una romería a las tumbas de nuestros fundadores y de los grandes servidores de la Compañía. En la tarde se efectuó la fiesta de los niños y las inscripciones en el Libro Verde. La Chacra Santa Julia de la familia Alessandri fue nuevamente el escenario de la alegría infantil.
El lunes 6, después de haber cumplido con los antepasados quintinos y con los futuros hombres que nos reemplazarán en las filas, se invitó a las señoras y novias a participar en una fiesta en el cuartel y a la que asistieron más de cuatrocientas personas. El martes, día del aniversario, se efectuó una sesión solemne presidida por el Director don Gaspar Toro Barros. Después de él habló el Director de nuestra Compañía de Canje don Norberto Ladrón de Guevara y el Director Honorario don Jorge Gaete Rojas. A la nómina de los oradores oficiales se agregó sorpresivamente el antiguo voluntario don Luis Sota, quien donó a la Quinta la llave de Plata ganada a principios de siglo. Al banquete oficial que siguió a la sesión solemne asistió la totalidad de los quintinos, algunos ex quintinos, los voluntarios de la Tercera de Valparaíso, autoridades bomberiles y directores y capitanes de todas las compañías. Después de nuestro Director habló el Superintendente de Santiago y los Superintendentes de Talca y de San Felipe que eran los ex quintinos Dr. Athos Robinson y el Diputado Abelardo Pizarro. El doctor Robinson se reincorporó después a la Quinta y fue nuestro permanente Cirujano. Puso término a las festividades con un discurso memorable el quintino Sergio Dávila Echaurren. Grupo escuela: El Directorio dispuso que la Comandancia dictara anualmente cursos de especialización a los voluntarios. Cada Compañía debía enviar tres representantes a este GRUPO ESCUELA. Los primeros quintinos que siguieron este curso fueron Carlos Lea Plaza, Mario Gross y Agustín Gutiérrez. Al año siguiente concurrieron Mario Hurtado, José Pedro Alessandri y Alvaro Rodríguez. A su vez los quintinos transmitieron los conocimientos adquiridos a algunas industrias que solicitaron su cooperación. Fueron de utilidad sus enseñanzas especialmente en Cía. Manufacturera de Papeles y Cartones de Puente Alto, industria que había sufrido varios incendios y que formó con su personal una brigada bomberil que hoy cuenta con gran organización contra el fuego. En agradecimiento esa industria donó a la Quinta una considerable suma de dinero para que se gastara en la celebración del 75 aniversario. Regalos y donaciones 1948. El Secretario anota en la memoria anual que la Quinta fue favorecida con más regalos que en ninguna otra ocasión de su historia en ese año de 1948. En cuatro páginas detalla los objetos que sus voluntarios donaron a título personal o a nombre de las Empresas en que trabajaban. ACCIDENTES EN 1949 En 1949 la Quinta sufrió dos desgracias causadas por accidentes de tránsito. En uno murió Enrique Tagle Zañartu voluntario muy querido por todos sus compañeros y que se distinguía por su intachable caballerosidad y simpatía. Sus restos se velaron en el cuartel en cumplimiento a sus últimos deseos. En el otro accidente solo se registraron perjuicios materiales pero estos daños los recibió la bomba que fue embestida por un tranvía. Ese accidente determinó su reemplazo por una nueva máquina aunque la Saurer fue reparada y siguió sirviendo en perfectas condiciones. El 19 de Noviembre de 1950 el Cuerpo de Bomberos reemplazó las antiguas bombas SAURER de la Novena y Quinta Cías. y las máquinas de la Primera y Trece Cías. todas por bombas MACK. Despedida a Sauer. El 7 de Diciembre de 1950 se bautizó en el cuartel la nueva Bomba Mack. En la misma ceremonia se despidió la vieja Bomba Saurer. El capitán Alvaro Gonzáles Bázan dijo en esa ocasión : «La hoja de servicios de la Saurer es larga y brillante. La recibimos el 1º de Febrero de 1930 y con ella pasamos a tener la máquina mas potente del Cuerpo de Bomberos. En estos veinte años le ha tocado actuar en 1.180 incendios en los que ha trabajado largas horas. Puedo mencionar con orgullo el incendio de la fabrica YARUR en que la Saurer trabajó ininterrumpidamente durante 72 horas». Efectivamente, en ese incendio se pudo comprobar la gran resistencia y solidez de nuestra bomba. Tres días con sus noches la turbina no cesó un instante de alimentar los pitones con que se inundaban los grandes depósitos de algodón. A los voluntarios se les daba permiso por turnos para ir a descansar y al regresar encontraban a la Saurer funcionando con la misma regularidad del primer día. También fue admirable la resistencia del voluntario Raúl Errázuriz Rozas quien
no pidió permiso para retirarse a descansar durante los tres días. Sus compañeros lo llamaron «El hombre-bomba» por su récord igual a la Saurer. Otros servicios. El 26 de Enero de 1946 hubo serios incidentes en la Plaza Bulnes. 6 muertos y muchos heridos. En la noche se dio orden a la Quinta de ir a lavar con sus pitones la sangre de la plaza y monumentos. Se dice que una de las víctimas fue Ramona Parra. A estos sucesos siguieron paros y huelgas ordenados por la C.T.CH. lo que motivó un largo acuartelamiento de los bomberos. Ese mismo año se registró como OTROS SERVICIOS un pintoresco hecho en que actuó la SAURER. Se dirigía la bomba a un ejercicio en la Cancha de la Escuela de Artes y Oficios, llena hasta las pisaderas de voluntarios de uniforme de trabajo, cuando al pasar por Alameda esquina de Brasil vieron un kiosco que principiaba a arder. Frenaron y lo apagaron con los extintores. No había nadie en los alrededores y la bomba siguió su camino. Al día siguiente la dueña del kiosco agradeció que le salvaran tan oportunamente su lugar de trabajo que intencionalmente se lo habían pretendido incendiar. Sería una lástima que la señora del kiosko y los incendiarios leyeran esta relación que va a desmejorar la opinión que se formaron sobre la rapidez de los bomberos.
La bomba MACK, octava máquina de la Compañía, con su cuartelero Eugenio Becerra.
EL PREMIO MATTE En recuerdo de don Juan Matte Baeza, gran servidor de la Quinta y a quien la Institución nombró Director Honorario en reconocimiento a la forma en que se desempeñó como Secretario General y Tesorero General, se le dio su nombre al premio que se disputa anualmente en un ejercicio de competencia Interna. En 1945 se instituyó el premio Matte. La finalidad es la preparación del personal más joven. Participan en la competencia sólo los voluntarios activos, formados en dos equipos que comandan los Tenientes. El premio consiste en que los nombres de los vencedores se inscriben en un libro especial y en sus hojas de vida se les anota este mismo hecho. En 1945 ganó este premio un equipo de veinte activos dirigidos por el Teniente 2º René Barahona. Al año siguiente se suspendió la competencia por el fallecimiento del Superintendente don Alfredo Santa María. En 1947 venció el equipo del Teniente 1º don Carlos Lea Plaza Sáenz y en 1948 el del Teniente 2º Agustín Gutiérrez Valdivieso. Los tres equipos nombrados se inscribieron además en un trofeo donado por el voluntario don Guillermo Matte, que se conserva en la sala de sesiones. Los nombres de los Tenientes cuyos equipos se han adjudicado después este premio son : 1949 Tte. 2º Jaime Concha 1950 Tte. 1º Jaime Concha 1951 Tte. 2º José Pedro Alessandri 1952 Tte. 1º Carlos Lea Plaza 1953 Tte. 2º Gerardo Wielandt 1954 Tte. 1º Mario Gross 1955 Tte. 2º Eduardo Swinburn 1956 Tte. 1º Mario Hurtado 1957 Tte. 2º Pedro de la Cerda 1958 Tte. 2º Mario Errázuriz 1959 Tte. 2º Ricardo Barroilhet 1960 Tte. 1º Pedro de la Cerda 1961 Tte. 2º Claudio Munizaga
1962 Tte. 2º Isaac de Marchena 1963 Tte. 2º Guillermo Förster 1964 Tte. 2º Eulogio Altamirano 1965 Tte. 2º Martín Urrutia 1966 Tte. 1º Agustín Gutiérrez 1967 Tte. 1º Sergio Echeverría 1968 Tte. 2º Eugenio de Marchena 1969 Tte. 1º Jaime Egaña 1970 Tte. 1º Arturo Urzúa 1971 Tte. 2º Leopoldo Valdés 1972 Tte. 2º Luis A. Mascaró 1973 Tte. 21 Guillermo Swinburn
El premio Matte se ha efectuado siempre en un 21 de mayo a diferencia del Premio Dávila que se corre en los últimos meses del año. Se cumple así unos de los principales objetivos, que es la permanente preparación de los voluntarios. Estas dos competencias internas despiertan gran interes entre el personal especialmente cuando en el Dávila compite la experiencia de los honorarios con la fuerza juvenil de los activos.
De los tenientes que han ganado el premio Matte todos, excepto del ganador del año 1945, continuan al servicio de la Quinta y en esta nómina se cuentan los siguientes capitanes: Carlos Lea Plaza Saenz Jaime Concha Lois Jose Pedro Alessandri Fabres Eduardo Swinburn Herreros Pedro de la Cerda Sánchez Mario Errázuriz Barros Arturo Urzua Otaegui Jaime Egaña Respaldiza Hasta este año, año Centenario, ha sido designado árbitro en estos ejercicios de competencia interna el voluntario honorario don Guillermo Matte Hurtado. En las competencias por el Premio Dávila fue árbitro hasta un año antes de su muerte, el Director Honorario don Oscar Dávila Izquierdo y lo ha sido hasta ahora, desde entonces, el Superintendente don Sergio Dávila Echaurren. La competencia más reñida y que mas entusiasmo despertó entre el personal fue el «Dávila»corrido en 1935 en que compitieron tres equipos de activos y uno de honorarios. Don Eduardo Fernández Fernández, Secretario en ese año, describió este torneo en la Memoria anual con esa característica amenidad que sabía imprimir en sus relatos. Señala que los tiempos marcados por los cuatro equipos fueron casi iguales y que el equipo de honorarios empató con uno de los activos y hubo que definir entre éstos. Dice que se autorizó a los honorarios para reemplazar a algunos «decrépitos» componentes de su equipo en el que volvieron a correr Jorge Gaete, Domingo Santa María, Eduardo e Ignacio Pérez y otros que se le olvidaron, pero a pesar de los refuerzos fueron vencidos por el equipo del Brigadier Marcos Serrano Palma formado por Mario Gonzáles Bazán, Carlos Swinburn Herreros, Luis Riveros Herrera, Gerardo Vidaurre-Leal, Hernán Mascaró Vildósola, Gustavo Adolfo Holley y Alfonso Santa María Santa Cruz. Lo normal ha sido que los activos ganen a los honorarios estas competencias, sin embargo, en 1966 un equipo de antiguos quintinos, entre cuyos componentes corrían cinco ex capitanes obtuvo un brillante triunfo. En la memoria anual se anota que toda la Compañía congratuló con admiración a Guillermo Matte « quien ya ostenta en su pecho la medalla por cincuenta años de servicios y tuvo el ánimo suficiente como para dar tan quintina lección a sus jóvenes compañeros». «PERMISO PARA CASARME SEÑOR DIRECTOR» En los archivos de la Quinta hay algunos cientos de cartas que los voluntarios han dirigido a la compañía solicitando el tradicional «permiso para casarme». La lectura de ellas pone una nota de alegre camaradería en las sesiones. El permiso siempre se concede aunque a veces no faltan mociones en contrario. Muy pocos han olvidado cumplir con esta antigua costumbre y han pagado su olvido en la despedida de soltero. Un recordado voluntario que sirvió sus primeros años en la Tercera de Valparaíso solicitó un permiso en blanco y explicó al Director que aunque el estaba resuelto a contraer matrimonio, antes de la próxima reunión ordinaria de la Compañía, no sabía todavía si sería aceptado por la niña cuyo nombre no quería dar aún. En otras cartas, como la del Comandante García Huidobro, además del «permiso» se pide a la Compañía designe un testigo de matrimonio. En esa ocasión la Quinta se hizo representar por el fundador don Carlos Rogers. Copio textualmente la carta en que el padre de nuestro actual Capitán solicitó el referido permiso porque ella hace innecesarias mayores explicaciones sobre esta costumbre quintina. Señor Director Quinta Cía. de Bomberos don Gaspar Toro Barros PRESENTE
«Santiago, 27 de Septiembre de 1944»
Estimado Director : Siguiendo la tradición que todos los voluntarios de esta Quinta Compañía de Bomberos han querido siempre mantener al cambiar de estado, deseo por la presente solicitar de Ud. permiso para casarme. Debo expresarle, señor Director, que al hacer esta petición comprendo plenamente el significado que ella encierra. Creo que entre nosotros, el pedir a nuestros compañeros permiso para casarnos, a más de constituir una simpática práctica,
es la exteriorización de algo más profundo. Significa que los sacrificios, la ansiedad y los riesgos que nos son comunes en el cumplimiento del deber, como también la alegría y los amables momentos de que todos gozamos en nuestra camaradería de cuartel, nos ligan muy estrechamente, haciendo de nuestras vidas una verdadera comunidad de sentimientos; y que, en consecuencia, la alegría de uno de nosotros debe ser participada por los demás, que han de sentirla como propia. Y es por todo esto, Sr. Director, que el voluntario Jaime Egaña Baraona, que por vuestro intermedio pide a su Compañía le autorice para contraer matrimonio con la Srta. Pilar Respaldiza Sanfuentes, va a sentirse más «Quintino» que nunca; que seguirá perteneciendo a su Bomba como siempre, dispuesto en espíritu y en cuerpo a hacer honor al lema que la ha hecho famosa; y que contando con que se le favorezca con el permiso que solicita, se siente muy feliz de poder ofrecer a sus compañeros su nuevo hogar». Jaime Egaña Baraona DE 1951 A 1960 En esta década hubo 904 incendios sin contar los llamados de Comandancia : AÑO
1951
52
53
54
55
56
57
58
59
1960
Incendios Ejercicios Reuniones Funerales
87 38 10 16
49 28 10 12
72 35 13 13
117 18 7 16
110 52 12 15
89 29 6 13
93 48 12 16
83 19 10 8
85 56 9 7
119 21 15 18
INCORPORACIONES Y REINCORPORACIONES DE VOLUNTARIOS DESDE 1951 HASTA 1960 709 710 711 712 713 714 715 716 717 718 719 720 721 722 723 724 725 726 727 728 729 730 731 732 733 734 735 736 737
Carlos Cea Egaña Carlos Alfredo Herrera Ramírez Mariano Ruiz Prieto Pedro Urmeneta Escuti Patricio Valdés Montes Jorge Calvo Stuven Fernando de la Cerda Sánchez Tulio Sánchez Ramírez Luis García Godoy Luis Abalos del Pedregal Fernando Saavedra Bulnes Sergio Mozó Rufín Luis Irigoyen Díaz Iván Leiva Mollinger José Luis Granese Bianchi Jaime de Guzmán Dueñas Fernando Bascuñán Smits Rigoberto Polanco Fernández Pedro Barros Orrego Cristián Prieto Hevia Rodrigo Pino Ramírez Mario Errázuriz Barros Beltrán Silva Moreno Jorge Desmadryl Villarino Claudio Concha Lois Andrés Walker Scheggia Arturo Valenzuela Bravo Ricardo Barroilhet Price Claudio Munizaga Barrales
15 Enero 1951 15 Enero 1951 15 Enero 1951 15 Octubre 1951 15 Octubre 1951 15 Octubre 1951 15 Octubre 1951 26 Febrero 1952 15 Abril 1952 14 Julio 1952 14 Julio 1952 11 Septiembre 1952 11 Septiembre 1952 14 Octubre 1952 08 Abril 1953 08 Abril 1953 08 Abril 1953 15 Abril 1953 15 Julio 1953 15 Julio 1953 15 Julio 1953 15 Julio 1953 15 Julio 1953 15 Octubre 1953 15 Octubre 1953 15 Octubre 1953 15 Octubre 1953 15 Octubre 1953 15 Octubre 1953
738 739 740 741 742 743 744 745 746 747 748 749 750 751 752 753 754 755 756 757 758 759 760 761 762 763 764 765 766 767 768 769 770 771 772 773 774 775 776 777 778 779 780 781 782 783 784 785 786 787 788 789 790 791 792 793 794
Jorge Barrios Ancic Alberto Julio Contreras Cristián Pérez Benítez Alberto Garretón Padilla Athos Robinson Bourcet Herbert Krebs Rosenberg Pedro de la Cerda Sánchez Mauricio Walker Scheggia Carlos David Finlay Montenegro Guillermo Purcell Verdugo Luis H. Jung Binge Juan Enrique Lyon Sarratea Patricio Calvo Stuven José Manuel Larraín Pardo Manuel Pérez Eguiguren Marcial de la Cerda Marín Enrique Lira Ríos Eulogio Altamirano Ortúzar Jaime Santibáñez Vergara Emilio Alemparte Pino Julio Olavarrieta Tagle Iván Leiva Mollinger Rafael Izquierdo Moreira Jaime Valck Barahona Juan Manuel Concha Meyer Guillermo Förster Mujica Francisco Ignacio Ossa Concha Ricardo Barroilhet Price Carlos Pérez Fernández Hugo Lea Plaza Jenckel José Pedro Guzmán Salcedo Santiago P. Castro de Castro Gabriel de Groote Pérez Hugo Espina Castellano Jorge Olivares González Gonzalo Reyes Saavedra Iván Santandreu Mahias Miguel Munizaga Barrales Lionel Ojeda Parga Joaquín Echeverría Ossa Jorge Barrios Ancic Jorge Chadwick Vergara Roberto Cruz Serrano Isaac de Marchena Guzmán Raúl Puelma Herman Jorge Taulis Muñoz Jorge Olivares González Eduardo Cruz Serrano Hernán Olea Prieto Ignacio Pérez Covarrubias Roberto Cruz Serrano Sergio Echeverría Ossa Humberto Yáñez Serrano Paúl Guerraty Pizarro Emilio Santandreu Mahias Rafael Undurraga Cruzat Lionel Ojeda Parga
20 Noviembre 1953 08 Abril 1954 08 Abril 1954 08 Abril 1954 08 Abril 1954 08 Abril 1954 15 Julio 1954 26 Agosto 1954 28 Septiembre 1954 28 Septiembre 1954 28 Septiembre 1954 28 Septiembre 1954 08 Octubre 1954 08 Diciembre 1954 08 Diciembre 1954 04 Enero 1955 27 Julio 1955 8 Diciembre 1955 13 Abril 1956 13 Abril 1956 13 Abril 1956 15 Octubre 1956 08 Diciembre 1956 26 Diciembre 1956 26 Diciembre 1956 15 Abril 1957 15 Abril 1957 17 Mayo 1957 17 Mayo 1957 15 Julio 1957 15 Julio 1957 30 Agosto 1957 30 Agosto 1957 11 Octubre 1957 11 Octubre 1957 08 Diciembre 1957 15 Enero 1958 15 Enero 1958 13 Junio 1958 13 Junio 1958 13 Junio 1958 13 Junio 1958 15 Octubre 1958 15 Enero 1959 14 Julio 1959 14 Julio 1959 14 Julio 1959 22 Septiembre 1959 22 Septiembre 1959 15 Octubre 1959 15 Enero 1960 13 Abril 1960 31 Mayo 1960 9 Agosto 1960 8 Diciembre 1960 8 Diciembre 1960 8 Diciembre 1960
QUINTINOS EN EL DIRECTORIO Y EN LA COMANDANCIA En 1951 la Quinta estuvo representada en el Directorio del Cuerpo por el Director de la Compañía don Sergio Dávila Echaurren y por los Directores Honorarios don Oscar Dávila Izquierdo que además desempeñaba el cargo de Vice Superintendente, por don Gaspar Toro Barros, por el ex Secretario General don Jorge Gaete Rojas y por el ex Comandante don Máximo Humbser Zumarán. Esos cinco representantes quintinos aportaban a ese organismo superior de la Institución su valiosa experiencia que todos habían ganado trabajando como simples voluntarios y escalando poco a poco los cargos de responsabilidad y mando. Ese año hubo algunos problemas en la elección de Comandante y las Compañías, por unanimidad eligieron al Director Honorario don Máximo Humbser. El ya había servido ese cargo por cuatro años desde 1940 y lo había desempeñado con singular eficiencia. A pesar de su edad madura y de los sacrificios que ya había experimentado y que nuevamente se le imponían aceptó diciendo : «ESTE NUEVO SACRIFICIO QUE ME PIDE LA INSTITUCION LO OFREZCO A LOS VOLUNTARIOS JOVENES PARA QUE, CON MI EJEMPLO, FORMEN SU PERSONALIDAD BOMBERIL Y SEPAN QUE AL CUERPO DE BOMBEROS HAY QUE SERVIRLO CADA VEZ QUE LO REQUIERA. DESEO TAMBIEN DAR UN EJEMPLO A AQUELLOS VOLUNTARIOS QUE, POR EL HECHO DE HABER OBTENIDO LA CALIDAD DE HONORARIOS, ESPECIALMENTE, LES PIDO CONTINUAR TRABAJANDO EN LAS FILAS Y COOPERAR A LA LABOR DE LOS ACTIVOS CON SU CONSEJO Y EXPERIENCIA». El Comandante Humbser refrendó estas palabras con su heroíca muerte. Al amanecer del 22 de agosto de 1952 pereció el Comandante en su puesto de trabajo, al mando del Cuerpo de Bomberos, extinguiendo un incendio. Los voluntarios Hernán Mascaró, Cristián Pérez, Gerbert Krebbs, Eduardo Swinburn, Claudio Concha, Enrique Matta, Jorge Baraona, Augusto Gana, Patricio Calvo, Hernán Swinburn, Jorge Barrios, Jaime Concha, Mauricio Walker, Pedro dela Cerda, Jorge Calvo y Carlois Lea Plaza, corren a tomar el material en una competencia efectuada en el Estadio Nacional, en 1955.
Desde entonces los mártires ya tienen Comandante y los voluntarios activos y honorarios tienen un ejemplo y un mandato que cumplir.
MUERTE DEL COMANDANTE HUMBSER A las 2.30 de la madrugada del viernes 22 de agosto de 1952 se dio la alarma de incendio. El fuego apareció al interior de una propiedad ubicada en Serrano Nº79. El incendio fue violento pero antes de una hora las Compañías lo habían dominado. La Quinta armó cuatro pitones. El Comandante ordenó al Capitán Hernán Swinburn que hiciera retroceder a dos de ellos por haberse situado en una ubicación que a juicio del Comandante era peligrosa. El viejo edificio amenazaba derrumbarse y el Comandante ordenó a todas Compañías cortar el agua para efectuar una inspección personal del inmueble. Se le vio subir al segundo piso acompañado sólo de sus ayudantes. De pronto desde la calle se escuchó el estrépito del derrumbe y una voz que gritaba ¡Cayó el Comandante!. Bajo una montaña de escombros quedaron aprisionados el Comandante Humbser y su Ayudante don Raúl Rodríguez Vidal de la Doce Cía. Este fue rescatado con vida después de larga y peligrosa labor ya que otras murallas amenazaban desplomarse sobre el mismo sitio. Al fin pudo descubrirse un brazo del infortunado Comandante. Los Cirujanos de la Quinta y de la Undécima Cía. doctores Prieto y Raffo le tomaron el pulso antes de lograr extraer totalmente el cuerpo y confirmaron su muerte. Depués de más de una hora de incesante trabajo se pudo sacar su cadáver cuyas insignias de mando mostraban las huellas de la tragedia. Se le llevó a la Asistencia Pública y de ahí al cuartel de la Quinta. Así se cumplían sus terminantes disposiciones de que sus restos se velaran en la Compañía, pero por su calidad de Jefe de la Institución debió rendírsele los honores correspondientes en el Cuartel General.
La muerte había arrebatado a muchos voluntarios de los Cuerpos de Bomberos de Chile pero siempre había respetado a los Comandantes. A principios del siglo don Santiago G-Huidobro, otro Comandante Quintino, estuvo cercano a la muerte pero sobrevivió a sus heridas, ahora se confirmaba plenamente que los Jefes del Cuerpo de Bomberos, al igual que esos jefes militares que van frente a su tropa en los momentos de peligro, se ganan el respeto y obediencia de los voluntarios corriendo los mismos riesgos y trabajando tan duramente como ellos. CATASTROFE EN VALPARAISO El 1º de enero de 1953 se interrumpieron las tradicionales fiestas de Año Nuevo en Valparaíso y en todo Chile al conocerse la noticia de la gran desgracia sufrida por el Cuerpo de Bomberos del Puerto. Treinta y siete voluntarios perecieron en una explosión de dinamita almacenada en un local que se incendiaba y en cuya extinción trabajaban los bomberos. Las guardias nocturnas de algunas Compañías perdieron a todos sus integrantes. De la Tercera Compañía felizmente no murió nadie, sólo lamentamos algunos compañeros heridos. Sin embargo, pocos años después, el 23 de enero de 1959, la suerte que había permitido a nuestra Compañía de canje ser una de las pocas que estando trabajando en ese incendio no perdiese ningún voluntario, le dio un duro golpe al perecer su Teniente 1º don Aníbal Cruzat Matta y el cuartelero don Manuel Urra Riveros. Ellos murieron al chocar la bomba de la Tercera con la de la Quinta cuando ambas se dirigían a un incendio. ACCIDENTES DE QUINTINOS En esta década hubo varios voluntarios heridos en actos de servicio : Cristián Pérez Benítez al caer de una escala en el incendio de Carrera con Gorbea. Juan Manuel Concha Meyer se fracturó la clavícula al chocar en su moto cuando concurría al incendio de Pedro Montt con Av. Viel. Jaime Concha Lois se fracturó un brazo en el incendio de Rozas con Bandera. Arturo Valenzuela Bravo sufrió quemaduras al estallar un tambor de benzol en el incendio de una farmacia en calle Diez de Julio. El accidente mas espectacular y que fue muy destacado en la prensa fue el que sufrió Francisco Hoyl Sotomayor quien quedó atrapado largo rato por un bloque de cemento y que hubo que remover con elementos especializados. En la memoria anual se cita como el incendio más peligroso de este período el que originó el estallido de un depósito de petróleo en el subterráneo del edificio del Banco Francés e Italiano. Cuatro horas de trabajo le costó a la Quinta extinguirlo pero no hubo que lamentar desgracias personales. MARTIRES DEL CUERPO DE BOMBEROS .- En esta década murieron en acto de servicio CARLOS GOURGEON de la Cuarta, ALFREDO MOLINA de la Trece y BENJAMIN FERNANDEZ de la Novena Compañía. FIESTAS QUINTINAS.- Muy pocas son las fiestas oficiales que han podido celebrarse en la Quinta, salvo el 75º aniversario que aún se recuerda, muchas han debido suspenderse por diversos motivos.
Don Máximo Humbser Zumarán, el Comandante Mártir.
En esta década correspondía el 85º aniversario pero una desgracia nacional, la muerte del primer Cardenal Chileno, don José María Caro Rodríguez, ocurrida el 4 de Diciembre de 1958 obligó a que se decretara duelo nacional. Nuestra fiesta fue suspendida. Ese año hubo sin embargo algunos festejos que se anotaron en los libros de guardia como dignos de recordarse. Los motivos fueron : Elección del Capitán Carlos Swinburn como 2º Comandante del Cuerpo; Jubilación del Director Jorge Borgoño Donoso como Gerente del Banco del Estado: elección de Diputados de los voluntarios Juan Luis Urrutia Prieto y Jaime Egaña Baraona. Nombramiento de Director Honorario de don Gaspar Toro. A Valparaíso se enviaron numerosas delegaciones con ocasión del Centenario de la Tercera Cía. En 1957 los quintinos fueron invitados a Valparaíso a colocar una placa en el buque-draga, adquirido ese año en Holanda, que fue bautizado con el nombre del ex Capitán y Director, INGENIERO RUBEN DAVILA IZQUIERDO, quien fue Administrador General de Puertos. La placa de la Quinta se colocó en la sala de Oficiales de esa nave.
La Quinta asistió a la ceremonia en que se dio el nombre del Comandante Máximo Humbser a una calle céntrica. Alberto Ried se encargó de esculpir en piedra verde en ambos extremos de esa calle el nombre del Comandante mártir. Actos del servicio de 1961 a 1973 AÑO
1961
62
63
64
65
66
67
68
69
1970
Incendios Ejercicios Reuniones Funerales
86 61 9 12
86 27 9 13
89 21 11 12
83 44 7 17
68 16 13 15
75 77 15 13
67 33 11 7
76 19 14 11
89 39 9 11
90 22 9 12
En 1971 hubo 154 actos obligatorios y 177 de abono En 1972 hubo 148 actos obligatorios Y 173 de abono En 1973 se podría calcular una cantidad similar. Al sumar estas cifras que se han ido presentando cada diez años de vida quintina y deteniéndose a considerar sólo el número de incendios habidos en la ciudad, en el curso de un siglo, los que sobrepasan la cantidad de siete mil, se pueden formar una idea del trabajo que ha tenido el Cuerpo de Bomberos, las Compañías que lo forman y el del personal que voluntariamente las sirve. Si se quiere ahondar en esta materia calculando las veces que el fuego ha amenazado una propiedad en Santiago hay que agregar los llamados de comandancia cuyo número es diferente para cada Compañía. Mucho más difícil sería calcular las horas - hombre que los voluntarios han entregado al servicio bomberil para organizarse, ejercitarse y finalmente desarrollar una labor eficiente. No es parte de su tarea contabilizar ni tasar los bienes salvados del fuego y nunca les ha interesado ganar aplausos publicando estadísticas de su trabajo ni aún a pretexto de defenderse de algunos ataques. Cuando alguna insólita crítica ha pretendido herir a la Institución la opinión pública se ha encargado de desvirtuarla. Gobernantes de todas las tendencias políticas han sido sus mejores defensores alentando y reconociendo la utilidad de los Cuerpos de Bomberos Voluntarios de Chile. En 1940, el Presidente don Pedro Aguirre Cerda estimuló a los bomberos con las siguientes palabras :
Sesión Solemne de la Quinta Compañía. Aparecen en la foto de 1953, el Director Jorge Borgoño Donoso, los directores honorarios Jorge Gaete Rojas y Gaspar Toro Barros, el segundo Comandante Carlos Swinburn Herreros y el secretario Eduardo Pérez Covarrubia. Al fondo se ve la urna que contiene los uniformes de los mártires quintinos, 2 escudos del premio Dávila y sobre la mesa, tradicionales trofeos de la Compañía.
«El Cuerpo de Bomberos voluntarios constituye un escuela de civismo de valor inestimable. Acaso el desinterés de los bomberos aparezca extraño ante el utilitarismo que es la norma actual de la humanidad; pero no olvidemos que la nobleza espiritual es la base indispensable del triunfo material. Conservar y enaltecer nuestro Cuerpo de Bomberos, que ofrece su tranquilidad, su salud y su vida para servir a sus semejantes, sin distinciones sociales, religiosas ni políticas y que con sacrificio sostiene la Institución es dignificar las más altas virtudes ciudadanas GOBERNAR ES EDUCAR he dicho en mi programa y nada es mas educador que destacar ante la ciudadanía a este núcleo de hombres que son ejemplos permanentes de la mas elevada educación cívica. Extended vuestra acción bomberos de mi patria y ayudad al pueblo modesto atrayéndolo a vuestros cuarteles y a vuestras actividades, difundid en él la educación cívica que los capacite para ganarse la vida y cooperar al engrandecimiento de la colectividad, contribuiréis así a suavizar las asperezas de la vida nacional». El General Ibañez, en su segunda Presidencia, recibió un proyecto que era lesivo a los principios fundamentales de la Institución voluntaria y después de leerlo ante su autor lo lanzó, sin mayores comentarios, al canasto de papeles. El gesto tan significativo del General dio la tranquilidad necesaria al Cuerpo de Bomberos para continuar desarrollando su labor. Años mas tarde, durante la Presidencia de don Eduardo Frei nuevas inquietudes reformistas alarmaron al Cuerpo
de Bomberos. Correspondió disiparlas a su Ministro del Interior don Edmundo Pérez Zujovic quién después de interiorizarse personalmente de la organización, cuarteles, máquinas,etc. en detenida visita a diferentes Compañías, acompañado de otras autoridades de Gobierno, manifestó oficialmente en nota firmada por el Subsecretario del Interior don Enrique Krauss, que había comprobado el alto pie de eficiencia del Cuerpo de Bomberos y que ratificaba la impresión que ya tenía el Gobierno de don Eduardo Frei de la buena calidad humana de los hombres que forman en sus filas. El 14 de Julio de 1968 los quintinos tuvieron el honroso agrado de recibir en su cuartel al Ministro don Edmundo Pérez y pudieron apreciar sus relevantes condiciones de Gobernante. Su alevoso asesinato fue profundamente lamentado como bomberos y como chilenos. INCORPORACIONES Y REINCORPORACIONES DE VOLUNTARIOS DE 1961 HASTA 1973 795 796 797 798 799 800 801 802 803 804 805 806 807 808 809 810 811 812 813 814 815 816 817 818 819 820 821 822 823 824 825 826 827 828 829 830 831 832 833 834 835 836 837 838 839 840
Sergio Taulis Muñoz Alvaro Gonzáles Krauss Fernando Moreno Laulie Mario Garcia Sepúlveda Alfredo Varas González Francisco Hoyl Sotomayor Patricio Urrutia Barros Carlos Alessandri Domínguez Arturo Lamarca Barros Arturo Silva Torres Juan Cerda Ramírez Sergio Arellano Rivas Cristian Rodríguez Salas Guillermo Villouta Maillard Florencio Prats Palma Jorge Sánchez Roig Pedro Cruz-Montt Valdés Jorge Allende de la Cuadra Hernán de la Barra Ugalde Fernando Ovalle Bravo Arturo Urzúa Otaegui Germán Correa Errázuriz Luis González Page Eugenio de Marchena Guzmán Gustavo A. Avaria Placier Mario E.Merani Balanda Martín Urrutia Barros Federico Naranjo Meza Fernando Silva Mandiola José Marambio Avaria Francisco Torres Lecaros Jaime Miguel Ossa Amenabar Eduardo Valdés Herrera Fernando Abarzúa Gajardo Pelayo Urrutia Barros Jorge Carvallo Munizaga Joaquín Echeverría Ossa Guillermo Bascuñán Dockendorff Pedro Blanco Pinto Jaime Ossa Amenábar Patricio Urrutia Barros Jorge Chadwick Vergara Vicente Gómez Valenzuela Ignacio Pérez Covarrubias Pelayo Urrutia Barros Arturo Silva Torres
13 Enero 1961 14 Abril 1961 26 Mayo 1961 14 Julio 1961 14 Julio 1961 11 Agosto 1961 11 Agosto 1961 11 Agosto 1961 11 Agosto 1961 11 Agosto 1961 12 Septiembre 1961 12 Septiembre 1961 13 Octubre 1961 13 Octubre 1961 13 Octubre 1961 13 Octubre 1961 08 Diciembre 1961 08 Diciembre 1961 08 Diciembre 1961 08 Diciembre 1961 08 Diciembre 1961 21 Diciembre 1961 21 Diciembre 1961 20 Enero 1962 12 Abril 1962 12 Abril 196 12 Septiembre 1962 12 Abril 1962 12 Abril 1962 12 Abril 1962 12 Julio 1962 12 Julio 1962 12 Julio 1962 24 Julio 1962 24 Enero 1963 24 Enero 1963 21 Junio 1963 21 Junio 1963 26 Septiembre 1963 26 Septiembre 1963 15 Octubre 1963 15 Octubre 1963 15 Octubre 1963 15 Enero 1964 15 Abril 1964 15 Abril 1964
841 842 843 844 845 846 847 848 849 850 851 852 853 854 855 856 857 858 859 860 861 862 863 864 865 866 867 868 869 870 871 872 873 874 875 876 877 878 879 880 881 882 883 884 885 886 887 888 889 890 891 892 893 894 895 896 897 898 899
Fernando Bascuñán Smits Enrique Urzúa Barriga Jorge Carvallo Velasco Jorge Valdivieso Brieba Eugenio Castro Lorca Carlos Ovalle Reyes Fernando Leay Velasco Rodrigo Gana Correa Guillermo Swinburn Novoa Ernesto Olivares Alvarez Salamanca Diego Barros Merlet Patricio Taulis Vicencio Jaime Egaña Respaldiza Gustavo Riveros Spring Eduardo Cruz Serrano Juan Pablo Concha Figueroa Aníbal Matte Langlois Fernando Cruz Serrano Leoncio Baeza Rosales Sergio Fuenzalida Illanes Pedro E. Wielandt Rivera Eugenio Montenegro Sánchez Alfredo Triggs Jaramillo Julio Basoalto Vergara Marcelo Arrau Rodríguez Roberto Cruz Serrano José María Salcedo García H. Santiago Concha Figueroa Raúl Carvallo Munizaga Pelayo Urrutia Barros Alfredo Egaña Respadiza Fernando Rivas Marín Francisco Cortés de la Maza Ricardo Cruz Serrano Patricio García Huidobro Ochagavía Patricio Aristegui Ruiz Manuel F. Munita Fuentes Cristian B. Rivera Gómez José M. Cortés de la Maza Pedro Enrique Wielandt Rivera Jaime Aspillaga Rojas Arturo Hurtado Goycolea Patricio Urrutia Barros Juan Edo. Ureta Castro Leopoldo Valdés Portales Agustín Vives Pérez-Cotapos Juan Pablo Acuña Moreno Gabriel Unzueta Döll Eugenio de Marchena Guzmán Jaime Carvallo Araos Juan Ignacio García Figueroa Arturo Arrigorriaga Vial Federico Weltz Contreras Hernan de la Barra Ugalde Marcelo Arrau Rodríguez Jaime Ossa Amenábar Javier Castillo Lagarrigue Claudio Arteaga Reyes Alvaro de la Maza Navarrete
15 Abril 1964 18 Junio 1964 18 Junio 1964 18 Junio 1964 18 Junio 1964 08 Diciembre 1964 15 Enero 1965 15 Enero 1965 15 Enero 1965 14 Abril 1965 14 Abril 1965 17 Mayo 1965 17 Mayo 1965 17 Mayo 1965 17 Mayo 1965 15 Julio 1965 15 Julio 1965 15 Julio 1965 04 Octubre 1965 04 Octubre 1965 04 Octubre 1965 04 Octubre 1965 08 Diciembre 1965 08 Diciembre 1965 13 Abril 1966 13 Abril 1966 27 Mayo 1966 15 Julio 1966 12 Noviembre 1966 08 Diciembre 1966 08 Diciembre 1966 08 Diciembre 1966 08 Diciembre 1966 08 Diciembre 1966 11 Enero 1967 11 Enero 1967 11 Enero 1967 11 Enero 1967 11 Enero 1967 21 Abril 1967 21 Abril 1967 21 Abril 1967 5 Junio 1967 5 Junio 1967 5 Junio 1967 5 Junio 1967 5 Junio 1967 13 Julio 1967 29 Agosto 1967 29 Agosto 1967 29 Agosto 1967 29 Agosto 1967 11 Octubre 1967 8 Diciembre 1967 8 Diciembre 1967 8 Diciembre 1967 11 Enero 1968 11 Enero 1968 15 Abril 1968
900 901 902 903 904 905 906 907 908 909 910 911 912 913 914 915 916 917 918 919 920 921 922 923 924 925 926 927 928 929 930 931 932 933 934 935 936 937 938 939 940 941 942 943 944 945 946 947 948 949 950 951 952 953 954 955 956 957 958
Juan Pablo Undurraga Lavín Camilo Edwards Oxley Emilio Ossa Vial Carlos Marín Vicuña Sergio Taulis Muñoz Francisco Larenas Bouquet Ramón Rodríguez Chadwick Ricardo E. Weber Huber Alvaro Plaza Navarrete Guillermo Swinburn Novoa Carlos Chacón Pérez Alcibíades Sánchez Ugarte Ruperto Lira Lecaros Francisco J. Velasco Saunier Juan Eduardo Ureta Castro Adolfo Hernán Vivanco del Real Juan Carlos Urzúa Urzúa John Gilbert Walker Vial Fernando Oteagui Soto Rodrigo Urzúa Otaegui Benjamín Aguirre Amenábar Rafael Luis Barahona Stahr Guillermo Purcell Winter Luis Alberto Mascaró Ulloa Francisco Javier Mujica Ortúzar Enrique Mococain Miguras Francisco Bascuñán Portales Arturo Squella Serrano Eugenio Torres Aguirre Jorge Carvallo Velasco Alfredo Egaña Respaldiza Osvaldo Undangarin Romero Marcelo Arrau Rodríguez Arturo Hurtado Goycolea Gonzalo Lecaros Piffre Fco. José Rodríguez Pérez José Fco. Valdivieso de la Lastra Fco. Correa Brahm Luis A. Anrique Gimpel Gonzalo Mujica Ortúzar Víctor Santelices Tello Tomás Correa Hogg Raúl Correa Brahm Enrique Blanch Fuentes Ismael Bravo Lyon Hernán Otaegui Soto Daniel Swett Soto Augusto Gana Undurraga Francisco Mujica Ortúzar Jaime Mujica Ihner Francisco Bascuñán Vergara Andrés Bascuñán Vergara Arturo López Urrutia Christian Swett Soto Humberto Yáñez Valdés Joaquín Echeverría Ossa Fernando Bascuñán Vergara Daniel Carvallo Cepernic Joaquín Montes Larraín
15 Abril 1968 15 Abril 1968 15 Octubre 1968 15 Octubre 1968 8 Diciembre 1968 8 Diciembre 1968 15 Abril 1969 15 Abril 1969 15 Octubre 1969 15 Octubre 1969 8 Diciembre 1969 8 Diciembre 1969 15 Enero 1970 15 Abril 1970 15 Abril 1970 29 Abril 1970 9 Octubre 1970 9 Octubre 1970 19 Octubre 1970 19 Octubre 1970 19 Octubre 1970 19 Octubre 1970 19 Octubre 1970 29 Octubre 1970 29 Octubre 1970 29 Octubre 1970 29 Octubre 1970 8 Diciembre 1970 23 Diciembre 1970 15 Abril 1971 15 Abril 1971 15 Abril 1971 15 Julio 1971 15 Julio 1971 15 Julio 1971 15 Julio 1971 15 Julio 1971 20 Septiembre 1971 14 Octubre 1971 14 Octubre 1971 08 Diciembre 1971 08 Diciembre 1971 08 Diciembre 1971 14 Abril 1972 14 Abril 1972 07 Junio 1972 07 Junio 1972 07 Junio 1972 14 Julio 1972 14 Julio 1972 14 Julio 1972 14 Julio 1972 26 Septiembre 1972 10 Noviembre 1972 04 Diciembre 1972 04 Diciembre 1972 08 Diciembre 1972 14 Mayo 1973 14 Mayo 1973
959. José Antonio Berrios del Solar 960. José Bascuñán Portales 961. Juan L. Vial Claro 962. Julio Vidal Venegas 963. José Miguel Vicuña Montes 964. Carlos Ureta Castro 965. M. Antonio Polanco Iturriaga 966. Francisco J. López Pérez
02 Julio 1973 13 Julio 1973 13 Julio 1973 13 Julio 1973 13 Agosto 1973 15 Octubre 1973 15 Octubre 1973 26 Octubre 1973
EJERCICIOS Y COMPETENCIAS COMPETENCIA ALFREDO SANTA MARIA 2-NOV-1969 La Competencia por el Premio José Miguel Besoain que debió efectuarse en 1968 fue postergada para 1969 y en este año, por motivos diversos, el Directorio acuerda postergarla nuevamente. Las Compañías habían iniciado con entusiasmo sus preparativos cuando conocen, el 1º de Octubre la suspención del torneo. La mayoría de las Compañías de agua acuerdan continuar los ejercicios y correr una Competencia extraoficial. Después de superarse múltiples inconvenientes, pudo efectuarse el domingo 2 de noviembre. Así describe esta competencia en el libro de Guardia el Teniente 1º don Sergio Taulis : «Los Capitanes de la 4ª, 5ª, 9ª, 11ª, 13ª y 14ª Compañías, inspirados en el significado que las competencias tienen, al estrechar los lazos de amistad y contribuir a la preparación bomberil de los voluntarios, acordaron llevar a cabo una competencia entre sus seis Compañías. El Capitán de la 5ª Eduardo Swinburn H. ofreció el premio para aquel que resulte vencedor, indicando que este llevaría el nombre de nuestro distinguido voluntario don Alfredo Santa María ; el capitán de la 4ª Compañía propuso que dado que don Alfredo Santa María era el voluntario más ilustre que ha pasado por el Cuerpo, no solo el Premio sino también la competencia misma llevara su nombre, proposición que fue acordada por los demás capitanes en un gesto que nos honra y compromete . A las 10 horas formaron las Compañías en el «Country Club», en un hermoso día de sol y contando con la asistencia del Sr. Embajador de Gran Bretaña y miembros de su Embajada, el señor Vice Superintendente del Cuerpo don Sergio Dávila E. los comandantes 1º y 2º, familiares de los voluntarios y gran público presente. A los sones de nuestra Canción Nacional, interpretada por la banda instrumental del Regimiento Buin, se izó el Pabellón Nacional. A continuación y por sorteo corrieron los equipos de la 9ª, 13ª y 4ª Compañías poniendo esta última un tiempo de 2 minutos cincuenta y cinco segundos. En cuarto lugar corrió el equipo de la 5ª. Desde la partida el equipo demostró su gran preparación y destreza, realizando con perfecta sincronización las armadas para los primeros blancos. Al llegar al blanco 5 por causas que se desconocen bajó bruscamente la presión desde el carro bomba que alimentaba al gemelo base, baja que duró aproximadamente quince segundos. Cabe destacar que dicho imprevisto no logró perturbar la disciplina de los voluntarios que corrían, quienes ordenadamente y en silencio se mantuvieron en sus puestos hasta que se normalizó la situación, continuando en gran forma la realización del movimiento, brillantemente concebido por nuestro voluntario Honorario Sr. Agustín («Pitin») Gutiérrez V. Botado el último blanco los cronómetros indicaron un tiempo de dos minutos treinta y ocho segundos, incluidos los quince segundos perdidos por la baja de presión . La bomba «BERLIET» de la Quinta. Es la novena máquina con que los quintinos han servido a la ciudad.
A continuación Corrió la 14ª Compañía, la que con un hermoso movimiento y una perfecta actuación puso un tiempo de dos minutos cuarenta y dos segundos. «Escasos cuatro segundos los privaron del triunfo». La Bomba Arturo Prat obtuvo una nueva victoria venciendo estrechamente a las Compañías italiana, inglesa y francesa y a las dos chilenas cuyos equipos, todos, en gran estado físico, desarrollaron el movimiento con excelente táctica bomberil. Los voluntarios que dieron a la Quinta el puesto de honor fueron : Tte. 1º Sergio Taulis, Tte. 2º Jaime Egaña R., Hernán Swinburn, Iván Leiva, Claudio Munizaga, Sergio Echeverría, Alvaro Gonzáles K., Guillermo Villouta, Arturo Urzúa, G. Adolfo Avaria, Martín Urrutia, Jorge Carvallo V., Fernando Cruz, Eugenio de Marchena, Pedro Wielandt, Alfredo Egaña, Leopoldo Valdés y Ramón Rodríguez. EJERCICIO GENERAL 30-NOV-1969 No había transcurrido un mes desde que la Quinta había culminado un largo período de ejercicios con el triunfo obtenido en la competencia «ALFREDO SANTA MARIA» cuando debió prepararse para el Ejercicio General del Cuerpo de Bomberos. Esta presentación se realizó el 30 de Noviembre, en el Parque Causiño, ante el Presidente de la República don Eduardo Frei Montalva. Este mandatario que tantas pruebas dio a la Institución del gran aprecio que le merecía, quiso, al término de su gobierno, revistar a las Compañías y donar al Cuerpo un nuevo estandarte. Ante una concurrencia extraordinariamente numerosa que aplaudió sin reserva a los voluntarios se desarrolló con toda corrección el largo programa. El Comandante trasmitió las felicitaciones de S.E. a todo el personal. En el año hubo 269 llamados de Comandancia e incendios y debido a la situación política se recibió ordenes de acuartelamiento en seis oportunidades. La bomba BERLIET recorrió 1.714 kilómetros en el año concurriendo a los actos deservicios. Como siempre los incendios aumentaron a fines de año. El día de Pascua de los quintinos transcurrió así, según las anotaciones del Libro de Guardia : A la una de la mañana llamado de Comandancia a apagar un gran árbol de Pascua que habían instalado en la Plaza Almagro. La Guardia Nocturna sale a las ordenes del voluntario Alvaro Gonzáles Krause y trabaja con el booster tank. A las 2:25 am. Incendio de reserva. Retirada a las 3:05 am. A las 5:25 am. Incendio en Placer y Santiago Concha. Reserva. A las 12 horas. Gran incendio en Morandé, oficinas del Ministerio de obras Públicas. Se armaron cinco pitones de 50 mm. y uno de 70 mm. Los recortes de prensa pegados al libro dicen : «BATALLA BOMBERIL» seis compañías de bomberos batallaron contra el fuego debiendo poner en práctica varias tácticas a fin de evitar que las llamas alcanzaran el Banco del Estado separado del foco del siniestro solo por la galería Antonio Varas. Un voluntario identificado como Alvaro Gonzáles resultó con lesiones de mediana gravedad al caer desde su puesto sobre un montón de escombros. Otros compañeros cayeron con principio de asfixia, pero por fin el fuego comenzó a ceder y una nube de vapor blanco indicó su agonía. UN TRIUNFO Y UNA DERROTA. Un día cinco del quinto mes, del año 1935 la Quinta ganó una competencia. Fue el primero de los triunfos en la serie por el Premio José Miguel Besoain y los miembros del equipo vencedor resolvieron convertir esa fecha en un día memorable. Las fechas de victorias anteriores o posteriores ya nadie las recuerda, pero ésta, se ha salvado del olvido y cada cinco años, sin interrupción, el viejo equipo se reúne, pasa lista, escucha la lectura de la relación oficial, y comentan entre ellos las incidencias del evento como si este hubiere ocurrido el día anterior. A esas reuniones asiste como invitado el Director de la Compañía. Los asistentes firman un libro y nadie ha faltado aún a la cita. Nadie, excepto los muertos. Para ellos hay un recuerdo especial y todos contestan presente por Javier Recabarren Valdivieso, Jorge Díaz Garcés, Leonardo Mascaró Vildósola y Hernán González Bazán. Un voluntario que no tenía aún un año de antigüedad en la Compañía y que después fue Guardián del Libro Verde era el encargado de convocar estas reuniones y brindar su hospitalidad. Concurre también a estas quinquenales sesiones en casa de Sergio Avaria, el Secretario de entonces, Eduardo Pérez Covarrubias quien vigila atentamente que nadie, al calor de los recuerdos, se atribuya haber botado más blancos que los que indica el texto que él escribió.
Desde ese año 1935 la Quinta presentó equipos que compitieron con creciente éxito en los Ejercicios Generales de Competencia. Pudo descontar la ventaja que había tomado la Cuarta Compañía y con ella rivalizaron caballerosamente en los primeros lugares de este tradicional torneo. Fueron casi siempre las favoritas de la cátedra bomberil pero esto jamás desanimó a las otras Compañías ni amainó su entusiasmo. Ganar a la Cuarta y a la Quinta ha sido un aliciente más que las ha hecho conquistar brillantes triunfos. El Premio José Miguel Besoain que se disputa con tanto entusiasmo por las Compañías de Agua concita el interés del público espectador en mayor grado hacia las Compañías de Escala. La Competencia de Escalas reviste gran espectacularidad y encierra todos los peligros inherentes a un trabajo realizado a considerable altura sobre el suelo. Los participantes no trepidan en correr cualquier riesgo físico con tal de llevarse el trofeo correspondiente a su especialidad. En una reciente ocasión un voluntario de la Séptima Compañía, para ganar algunos segundos de tiempo para su equipo, arriesgó su vida saltando de un extremo de la escala en cuyo último peldaño se equilibraba hasta otra escala colocada verticalmente y a cierta distancia. Este salto que no habría ejecutado por dinero ningún acróbata profesional valió un premio, no para el voluntario que lo efectuó sino para un fotógrafo que lo captó en su peligroso «vuelo». La fotografía que mereció el premio fue publicada en El Mercurio y muestra el instante en que el cuerpo del voluntario pasa sobre el obstáculo colocado a gran altura, sin tocarlo, cuando ha despegado de su apoyo y aún no llega a la otra escala. Nuestras Competencias de Agua no revisten esos peligros pero sólo los que en ellas participan conocen los sacrificios que su preparación demanda. Ejercicios de madrugada, antes de irse al trabajo, o ejercicios nocturnos, cuya duración se prolonga a medida que se aproxima la fecha fijada. No sólo es importante el estado físico de los competidores, también es fundamental lograr una buena solución táctica para el «movimiento» o problema planteado por la Comandancia y cuyas bases se entregan simultáneamente a todas las Compañías pocos días antes de su realización. Los problemas son siempre diferentes, varían tanto que hasta el que redacta las bases puede no conocer cual sea la solución más acertada. Los equipos practican una y otra vez diferentes movimientos hasta dar con el que creen más perfecto cualquier detalle influye en el tiempo final y como a veces el triunfo se obtiene por fracciones de segundo nada se deja al azar. En la última Competencia la Quinta olvidó que en la confianza está el peligro y fue derrotada. Esta derrota la relataremos porque nunca la Quinta había obtenido tan mala clasificación y es la contrapartida a sus victorias que la han colocado en el primer lugar del cómputo general. Se realizó esta competencia el día 24 de Octubre de 1971 en la cancha de la Escuela de Carabineros. Hacía treinta años que los equipos quintinos no bajaban del tercer lugar y diez años que se mantenían firmes en el primer puesto. El día anterior corrió el equipo en forma impecable. Nadie dudó del próximo éxito. Se había efectuado el sorteo y según experiencias anteriores se calculó que nuestro equipo debía actuar en la cancha aproximadamente a las once de la mañana. La citación para todas las Compañías era a las 8.30 horas y correrían alternadamente compañías de agua y de escala según el orden del sorteo. El material que se iba a emplear se envío temprano con el voluntario honorario Jaime Egaña Baraona cuyos hijos Jaime y Alfredo eran miembros del equipo. A la hora de citación, en punto, el Comandante pidió la venia del Superintendente para iniciar el acto y este fue realizándose con rapidez y sincronización perfectas. Correspondió correr al equipo quintino antes de lo previsto y al llamado no se presentaron dos de los seleccionados que debieron ser reemplazados en el punto de partida. Titulares y reservas corrieron y desarrollaron el movimiento en solo 2 minutos y 44 segundos. No hubo fallas apreciables a simple vista por los espectadores ni por los mismos integrantes del equipo. El último blanco fue botado por Iván Leiva Mollinger a gran distancia y en forma tan precisa que causo admiración a los entendidos en estas lides. Aplaudía con entusiasmo el triunfo de su equipo el Intendente de la Provincia Jaime Concha Lois quien como experimentado pitonero quintino apreciaba bien la maniobra de Leiva. A pesar de la representación oficial como Intendente Jaime Concha había concurrido de uniforme de trabajo. El que con más alegría se preparaba a celebrar el triunfo era el voluntario Guillermo Föster Mujica a quien se debía la acertada solución del movimiento. En su fuero interno el Superintendente don Sergio Dávila Echaurren tiene que haber experimentado la misma satisfacción ya que mientras dirigió a la Quinta fue el estratega de todas sus victorias. Hasta el último quintino estaba listo para lanzar su casco al aire cuando se anuncio que el imbatible tiempo de dos minutos cuarenta y cuatro segundos había sido recargado en cinco minutos. Uno de las reservas, que reemplazó a uno de los que llegaron a las once «para no ponerse nervioso antes de la carrera», desenrolló una tira, en la armada inicial, cuyo extremo sobrepasó un instante el límite de la cancha y ese pequeño detalle que en nada beneficiaba ni favorecía a nuestro equipo, fue notado por uno de los jueces. Las bases estipulaban que se sancionaría con 5 minutos de recargo al equipo que pasara material o personal por los imaginarios muros infranqueables y se aplicó tal disposición a la involuntaria infracción de nuestro reserva. La Quinta no protestó ni apeló de la drástica interpretación que dio el Comandante a los hechos y acató disciplinadamente que en esa competencia se le relegara a uno de los últimos lugares. Por un motivo parecido, una tira que por la presión de agua quedó en la línea demarcatoria, fue también sancionada otra Compañía. Todos lamentaron lo sucedido, especialmente los que llegaron tarde y que fueron castigados por la Junta de Oficiales, pero gracias a este revés la Quinta demostró que también sabe perder.
Durante este período, de 1961 a 1973, la Quinta Compañía practicó no menos de 450 ejercicios para poder trabajar con eficiencia en los incendios y otros actos de servicio. Las competencias internas por los premios DAVILA y MATTE que se efectúan anualmente y las competencias generales son las ocasiones propicias para demostrar el grado de su preparación bomberil. El entusiasmo e interés que demuestran los voluntarios en ganar estos torneos y que a muchos puede parecer pueril, o casi infantil, se justifica plenamente por el afán de superación por el ánimo de hacer triunfar a su Compañía, de hacer flamear su estandarte en los puestos de honor y, por último, para poder servir mejor. MUERTOS Y HERIDOS EN ACTOS DE SERVICIO DESDE 1961 La lista de los Mártires del Cuerpo de Bomberos de Santiago que, hasta 1961 era de 22, aumenta considerablemente desde esa fecha, a ella se agregan los siguientes nombres : MARIO GARRIDO, Segunda Compañía CARLOS CACERES, Sexta Compañía PEDRO DELSAHUT ROMAN, Cuarta Compañía ALBERTO CUMMING GODOY, Sexta Compañía PATRICIO CANTO FELIU, Tercera Compañía RAFAEL DUATO POOL, Duodécima Compañía EDUARDO GEORGI MARIN, Duodécima Compañía MIRKO BRANCIC TABOADA, Decimatercera Compañía OSCAR ALCAINO CACERES, Decimatercera Compañía. Los voluntarios de la Quinta fueron afortunados en este período de trabajo. Sólo algunas lesiones y fracturas de las que pronto se recuperaron sufrieron los siguientes voluntarios : Ayudante Diego Barros Merlet en el incendio de San Diego y Diez de Julio. Voluntarios activos Santiago Concha Figueroa y Eugenio Montenegro Sánchez en el llamado de Comandancia de San Diego y Eleuterio Ramírez. Teniente 1º Agustín Gutiérrez Valdivieso y voluntarios activos Guillermo Swinburn Novoa y Ernesto Olivares Alvarez Salamanca, en el incendio de Santa Rosa y Alonso Ovalle. Secretario Luis Riveros Herrera en el incendio de San Isidro y Alonso Ovalle. Maquinista Jorge Carvallo Velasco en el llamado de Comandancia del 1º de junio de 1968. No he encontrado mas nombres de accidentados en los libros de guardia. Me consta que ha habido muchos más. La espontánea costumbre de los quintinos de ocultar sus nombres cuando se accidentan en un incendio para no inquietar a sus familias parece haberse oficializado. Antes de que se perfeccionara el uso de máscaras contra el humo se entraba a los incendios protegidos sólo por la toalla mojada. Los que sufrían principios de asfixia eran numerosos y se los sacaba a la vereda a recuperarse. A los periodistas que se acercaban a preguntar nombres siempre se les dio uno que correspondía a un voluntario que se vanagloriaba de su resistencia al humo. Personalmente recuerdo en los incendios del Registro Civil y de ZIG ZAG la molestia demostrada por un mismo periodista al constatar que varios asfixiados declararon un mismo nombre. El criterio imperante en las filas quintinas podría resumirse diciendo que los pequeños accidentes del trabajo bomberil son gajes del oficio que no vale la pena publicar. Los dolores pronto se olvidan y mas vale recordar los gratos momentos que la convivencia con mas de un centenar de leales amigos, de todas las edades, de muy diferentes actividades, nos depara mientras vestimos la verde cotona quintina. Nunca hubo uniformidad de criterios en esta Compañía para elegir sus oficiales. Recordemos que en el siglo pasado un voto más o un voto menos hacía un Capitán o frustraba una sentida aspiración. El tiempo fue aunando las opiniones, por lo menos en este aspecto eleccionario, pero desde un comienzo el elegido contó con el respeto y obediencia de opositores y electores. En este último período han sido excepciones notables a la libertad de pensamiento expresado en los votos secretos emitidos por los quintinos para elegir sus Directores los nombres de Sergio Dávila y de Mario Errázuriz. En las reuniones de Compañía cada voluntario puede expresar libremente su opinión sobre el tema que se trate y de hecho hacen uso de su tradicional derecho. Con esa misma libertad voy a citar el siguiente caso cruel y pintoresco; había sido elegido secretario de la Compañía en 1965 el voluntario honorario don Luis Riveros Herrera quien por sus altas funciones en diferentes reparticiones públicas no había tenido el tiempo suficiente para servir a la Quinta desde un cargo de Oficial. Con el entusiasmo propio del recién elegido quiso escribir una Memoria anual que superara las que antes escribiera un Valdés Vergara, un Torres Boonen o un Lea Plaza Jencquel y en casi un centenar de páginas presentó un trabajo de indiscutible mérito literario e histórico. Además de los hechos netamente quintinos se refirió a la obra poética de Rubén
Darío de cuya muerte se cumplían 50 años y en la que exaltaba la labor de los bomberos chilenos. Cuando el Secretario leía las primeras estrofas del Himno de Rubén Darío a los Bomberos pidió la palabra el voluntario don Daniel Claro de la Maza y protestó airadamente porque la Memoria anual se había convertido en un mamotreto y a su juicio era una falta de respeto a los asistentes obligarlos a escuchar una exposición tan larga. La campanilla del Director dominó la situación y el Secretario pudo terminar la lectura de su Memoria. Luis Riveros tuvo, sin embargo, la satisfacción de ver el mismo Himno, cuya lectura se le quiso impedir, esculpido en una placa colocada a la entrada del Cuartel General, impreso y profusamente repartido a todas las Compañías, por la Dirección del Cuerpo de Bomberos de Santiago. Ese justo homenaje se rindió en el año del centenario del nacimiento de Rubén Darío muchas de cuyas hermosas poesías se refirieron a los Cuerpos de Bomberos voluntarios de Chile. Y como en la Quinta las discrepancias de opiniones no dan origen a odiosidades personales y los errores también se reconocen, el mismo voluntario que censuró en aquella ocasión al Secretario, propuso este año su nombre para desempeñar el mismo cargo en reemplazo del voluntario Eduardo Cruz que se alejaba del país. En este período fallecieron tres buenos colaboradores de la Compañía. Ellos fueron: Bernardino Ferri, fiel cuartelero y único conductor de la Bomba Saurer. Además manejó algunos años la bomba Mack. Se retiró para trabajar en un puesto más apropiado para su edad y continuó visitando el cuartel en calidad de amigo invariable. Eugenio Becerra, fue el sucesor de Bernardino como cuartelero y conductor de la Bomba Mack, sirvió diez años y falleció siendo cuartelero. La Compañía acordó cobrar una cuota extraordinaria para ayudar a los pequeños hijos de Eugenio Becerra. Manuel Aliste, mas conocido como QUINTIN, sirvió como reemplazante de un ayudante del Cuartelero en un fugaz período que se remonta a unos treinta años atrás. Su oficio era el de lustrabotas y aunque nadie sabía donde vivía, QUINTIN siempre aparecía en los incendios al lado de la Bomba, era frecuente verlo llegar en taxi a distantes Llamados de Comandancia, vigilaba que ningún extraño se acercara a la máquina en la que los voluntarios dejaban sus abrigos o sus prendas de valor. Su recompensa era regresar en la bomba. Su físico deforme le habría impedido ser bombero pero el se sentía más quintino que nadie y por sus relatos convenció a muchos clientes que efectivamente pertenecía a nuestras filas. Nadie pensó en desmentirlo y, al contrario, se le había ofrecido condecorarlo por su fanática lealtad, para nuestro Centenario. Un día desapareció y supimos la noticia de su fallecimiento cuando ya había sido sepultado. HERENCIAS Y DONACIONES Los quintinos que mas tiempo han servido durante su vida a la Compañía y que mas esfuerzos han gastado en ello pareciera que han querido prolongar esos servicios mas allá de la muerte. Ellos la han tenido presente en sus últimas disposiciones testamentarias y gracias a su generosidad la Quinta ha podido en muchas ocasiones mejorar sus instalaciones y muebles. No constituye una sorpresa que constantes y antiguos voluntarios leguen un recuerdo material a su bomba, pero ha ocurrido también casos inesperados como el que relata en la memoria anual el Secretario don Alfredo Lea Plaza Saenz en 1934. «Un hombre generoso nos deparó este año una verdadera sorpresa. Don Pío Puelma Besa, voluntario de otros tiempos, instituyó en su testamento un legado en favor de la Compañía, que recibimos a mediados de 1934. Así, un hombre olvidado casi en la 5ª, de la que hace más de treinta y cinco años abandonara las filas, seguramente por motivos de orden superior, nos ha enseñado cuan fuerte es el cariño que a través del tiempo y la distancia, se puede conservar por la institución en que se emplean pródigamente, los mejores arrestos de la Juventud». No pretendo herir la modestia de los actuales quintinos llenando páginas con la enumeración de los regalos que han incorporado al inventario de la Compañía o al Club Deportivo de la Quinta pero no puedo pasar por alto una donación efectuada en memoria de Leonardo Mascaró. Es una gran mesa de billa con todas sus instalaciones y accesorios, que los amigos de Leonardo Mascaró que fueron sus compañeros en la Organización Kappés y en la bomba regalaron hace dos años en recuerdo de ese gran amigo y capitán quintino. Leonardo Mascaró Vildósola fue un bombero excepcional, solo el hecho de haber recibido su premio por 40 años de servicios, con 2.513 asistencias sobrantes, da una idea aproximada del gran trozo de su vida que entregó a la Quinta. El afecto que por él sentían sus compañeros se reveló un día que supieron que Leonardo se había internado en una clínica para que lo operaran de cáncer pulmonar. La noticia sorprendió porque era un gran deportista, nunca se le había visto enfermo y su resistencia al humo en los incendios era proverbial. Sin embargo el diagnóstico era fatal y el Capitán moriría de su incurable mal. Sus amigos, que eran muchos, no se resignaron y algunos rezaron olvidadas oraciones y otros hicieron mandas en las que nunca habían creído . El hecho es
que Leonardo Mascaró vino a caer veinte años más tarde cuando hacia guardia, de uniforme de parada, velando los restos de su antiguo Director don Oscar Dávila con el estandarte de la Compañía. Cito textualmente palabras que el Director de la Quinta pronunció en Julio de 1970 en los funerales de Leonardo Mascaró: «... entonces ocurre lo inesperado, a este hombre que no pudo vencerlo la fatiga de mil incendios, lo ataca mortal enfermedad. Los médicos perdieron toda esperanza de vida. Cundió la consternación en las filas de la Quinta. Moría el Capitán. Moría sin remedio el puntal de los equipos de competencia, pieza fundamental en seis victorias resonantes. Se acordó no reemplazarlo, dejándolo terminar sus días como Jefe de la Compañía que tantos desvelos le debía. Aún cuando se han agotado todos los medios humanos, aún cuando la ciencia se declara vencida, el afecto y amistad se rebelan y buscan un apoyo en lo sobrenatural. Eso ocurrió entre nosotros, cien voluntades se unieron por igual deseo, por diferentes caminos y de distintas maneras clamaron para evitar lo inminente. Y el Ser Supremo escuchó y revocó su designio, complacido de la unión de cien corazones quintinos. Veinte años prolongó la vida a Leonardo Mascaró para que siguiera sirviendo. Impartió largo tiempo desde la Junta de Disciplina su Justicia y su bondad y quiso para ejemplo y enseñanza de los que mañana militen en la Quinta, morir de pie, vestido de gala, inconmovible en sus ideales, velando como caballero herido los símbolos de su tradición».
En el campeonaton interno de Ajedrez de 1964, el campeón nacional René Letelier (blancas) enseña a oos voluntarios Luis Riveros y Agustín Gutierrez (negras) a mover las piezas.
LA SEQUIA DE 1968 En 1968 se sintieron en todas las actividades del país los desastrosos efectos de la sequía más aguda del último siglo. La Quinta Compañía, cuyos voluntarios han reaccionado de inmediato ante todas las catástrofes nacionales, sean éstas terremotos, epidemias, guerras o conmociones internas, se adelantó esta vez a colaborar con las autoridades y lo hizo en la única forma que podía hacerlo una Compañía de Bomberos. Era notorio el derroche de agua potable a través de los grifos mal cerrados. Noche a noche los quintinos recorrieron las calles cerrando los grifos y predicando con su ejemplo la economía del vital elemento. Los ejercicios bomberiles se transformaron en revisiones de grifos. Los primeros en comprender el significativo llamado fueron los ejecutivos de la Empresa de Agua Potable. Ellos proporcionaron los medios publicitarios de prensa y televisión para divulgar la actitud de los quintinos hasta los sectores mas alejados. El Cuerpo de Bomberos llamó también la atención de la ciudadanía suspendiendo la tradicional Competencia José Miguel Besoaín para evitar los consumos de agua que no fuesen indispensables. Ese año la Quinta fue invitada por la Empresa de Agua Potable a correr la competencia interna PREMIO DAVILA en una de sus plantas. Se realizó un ejercicio de características especiales. Consumo mínimo de agua y largas carreras y traslado de material. Lógicamente en este tipo de movimientos triunfó la juventud de los activos superando fácilmente a los honorarios. El equipo ganador fue el siguiente: Brigadier Alvaro Gonzáles Krauss y voluntarios Leoncio Baeza, Sergio Echeverría, Eugenio de Marchena, Marcelo Arrau, Jaime Carvallo, Fernando Cruz, Javier Castillo, Jaime Ossa, Cristián Rivera, Juan Pablo Undurraga, Patricio Urrutia y Agustín Vives. De los nombrados los cuatro primeros ya han obtenido su «Título» de honorarios. Leoncio Baeza Rosales ha llegado a ser honorario cumpliendo su tiempo reglamentario como activo en dos etapas. Ingresó a la Quinta hace más de treinta años y debió retirarse al poco tiempo. Cuando creyó que podría volver a servir a la Quinta se reincorporó y trabajó con el mismo entusiasmo de sus primeros años. Muchos son los que se han reincorporado dos o más veces hasta que han logrado la estabilidad que otorga la calidad de HONORARIO.
LOS PREMIOS DE LA QUINTA Y SUS TITULOS La Quinta Compañía es sin duda la mas parca en conceder medallas o condecoraciones a sus voluntarios. Mejor dicho no las concede. Actualmente sus voluntarios reciben premios solamente de la Institución y de la Municipalidad de Santiago. En estas condiciones la primera medalla que un quintino puede prender en su uniforme es la que otorga el Cuerpo por veinte años de servicios y con un porcentaje de asistencia determinado. La segunda, a los treinta y cinco años, es otorgada por la Municipalidad. Los que llegan al medio siglo de servicio obtienen simultáneamente premios del Cuerpo y de la Municipalidad. Los premios intermedios, cada cinco años, consisten en broches que se colocan en las cintas de las medallas. En la historia de la Quinta se eximió de esta norma a los fundadores. Ellos recibieron en los aniversarios más importantes medallas en reconocimiento a su obra creadora y a su constancia en seguir sirviendo a la Compañía. De ellos sólo fueron premiados los mas constantes y fieles. Omitiendo en esta distinción a los que pasivamente aún vivían en sus filas. Han existido otros casos excepcionales, como la medalla de oro acordada a Manuel Gaete Rojas cuando aún se temía por su vida a causa de las heridas sufridas en acto de servicio. Cuando se ha emitido una medalla conmemorativa se ha explicado a los voluntarios nuevos que su uso está prohibido en el uniforme. Hemos visto que los Premios Dávila y Premios Matte consisten en inscripciones de nombres en los trofeos respectivos. Queda entonces como único premio de la Quinta el premio La Llave y por eso se habla de esta llave que se usa colgada al cinto como del «preciado galardón». EL PREMIO « LA LLAVE» La Quinta Compañía una vez al año, confiere esta distinción al que asiste al mayor número de actos obligatorios, siempre que alcance el porcentaje establecido en el reglamento. Consiste en una llave de plata labrada, de cuyo uso disfruta durante un año el ganador. Su nombre se graba en ella y en un escudo que adorna la sala de sesiones. Quién la obtiene tres años consecutivos la gana en propiedad. Durante el siglo pasado ganaron en propiedad el Premio La Llave los voluntarios Carlos Matta Pérez y Luis Sota Alvarez. En este siglo la han ganado Demetrio Moreno Sanfuentes, Raúl Sotomayor Eguiguren, Fernando Santa María Valdivieso, Francisco de la Cerda Zegers, Manuel A. Varas Romero y Alcibíades Sánchez Ugarte, hasta 1973. El cómputo de las asistencia efectuado por la Junta de Oficiales es tan estricto que se dio el caso de un voluntario que habiéndola obtenido dos años la perdió por una sola asistencia al finalizar el tercer año. Este fue Guillermo Villouta Maillard entusiasta voluntario que debió resignarse a perder la valiosa Llave por tan escaso margen. Don Francisco de la Cerda la ganó con exceso pues la obtuvo cuatro años consecutivos. A su fallecimiento sus hijos de los cuales hubo cuatro quintinos, acordaron regalar la Llave ganada por su padre a la Compañía. La Quinta conserva ese premio y el que devolvió don Luis Sota. Hasta 1973 tres voluntarios conservan en su poder sus respectivas Llaves (Santa María, Varas y Sánchez). Los descendientes de los voluntarios Matta, Moreno y Sotomayor guardan las restantes. Entre esas, la ganada por don Demetrio Moreno, es la que se considera más hermosa, y fue diseñada y donada a la Compañía por su viejo Capitán don Rubén Dávila que así quiso evitarle un cuantioso gasto a la tesorería de la Quinta. El primero que inscribió su nombre en la Llave fue don Benjamín Dávila en 1874 y el último es Alcibíades Sánchez, que en este año del Centenario ha obtenido su propiedad definitiva con asistencia a los actos de servicio obligatorios superior al 98%. Para ganarla, dijo Sánchez, no he sabido durante tres años lo que es salir de Santiago y en cambio sé lo que es levantarse enfermo a apagar incendios en noches de invierno. Los TITULOS que da la Compañía son dos el de Maquinista y el de honorario. El primero se obtiene siguiendo un curso de Máquina y aprobando en un examen los conocimientos adquiridos. El segundo lo otorga la Compañía a los voluntarios activos que han enterado la antigüedad y porcentaje de asistencias que el Reglamento exige.
Actualmente ni Maquinistas ni Honorarios reciben un diploma o certificado que acredite su calidad de tal. Se eliminaron en la práctica los diplomas cuya entrega material se efectuaba en sesión de Compañía. Antiguamente no sólo se entregaban títulos o diplomas a los que obtenían la calidad de voluntarios honorarios, sino, también, a los voluntarios recién ingresados. Este «TITULO» ha sido reemplazado por la papeleta firmada por el Secretario General. Las medallas y pergaminos, como otros símbolos externos, han ido quedando olvidadas en la larga jornada de trabajo. Aún la costumbre más reciente de usar una insignia en la solapa tiende a desaparecer. De estas insignias conocimos una gran variedad, sobre la base común del número cinco y del color verde muchos quintinos diseñaron o hicieron fabricar sus propios distintivos. En los comienzos de la Quinta hubo una pintoresca insignia, usada por los jóvenes y solteros miembros de la no menos pintoresca «Orden del Pololo» cuyo primer Comendador fue don Ignacio Santa María a quien ahora recordamos en su severidad patriarcal. Ese distintivo era un pololo verde que servía como adorno de corbata o en el ojal de la solapa. La figura del pequeño coleóptero era de metal esmaltado en el mismo color del uniforme quintino y dio origen al término «pololeo» y sus derivados, ya que como era natural todos esos jóvenes le hacían la corte a alguna niña, y de prenda, antes del anillo de compromiso, o como prueba de cariño, algunos voluntarios prestaban o daban sus insignias a sus preferidas. De ahí empezó lo de «mi pololo» que decían las niñas, dicho que fue seguido por «mi polola», y que terminó por crear el verbo pololear. Sobre este tema ha llegado hasta nosotros varias publicaciones, incluso una del Averiguador Universal del Mercurio pero entre los actuales voluntarios de la Quinta no se conserva ya ningún distintivo de la antigua «Orden». LA RANA La Rana se llamó a una de las bombas que tuvo la Quinta , hoy una simpática revista de circulación privada entre los quintinos lleva ese nombre. La dirige Federico Weltz y forman su consejo Directivo Arturo López, Rodrigo Urzúa y Ramón Rodríguez. La Rana circula cuando sus redactores estiman conveniente, no es una revista formal en ese aspecto pero cuando sale, o mejor dicho cuando salta, las carcajadas se oyen desde la entrada al cuartel. Sin duda el humorismo toma nuevas formas con el tiempo, el antiguo Voluntario don Eduardo Pérez decía que del último número había entendido pocas páginas. Se le da gran importancia a las informaciones deportivas, en especial a la campaña futbolisticas y de baby-futbol que han desarrollado en este año los jóvenes equipos de la Quinta. Esta iniciativa de Federico Weltz y de sus colaboradores ha servido para que los voluntarios que se han ido de Chile se mantengan espiritualmente unidos a la Compañía y para que los de acá sepamos de ellos. Transcribo párrafos de algunas cartas publicadas en la Rana: «... A pesar de la distancia y de tantas actividades conservo muy dentro del corazón el recuerdo de mi querida Quinta por lo que estas hojas me han emocionado al trasladarme por unos minutos al cuartel de calle Nataniel...». Eduardo Cruz Serrano Las Palmas de Gran Canaria «...por favor no dejen de mandarme la próxima Rana. En el verde tropical de la selva veo el color de nuestra Compañía y recuerdo con nostalgia los incendios, las competencias, esa querida mesa quintina...». Guillermo Villouta Maillard Barquisimeto - Venezuela «... tendré que resignarme a no asistir al Centenario pero quiero tener el honor de cooperar a financiar la Historia de la Quinta. Espero que no se olvidarán de mí y me guarden un ejemplar». Alvaro Plaza Navarrete Minneapolis - USA Y así esta «Rana» saltando enormes distancias unirá con la Quinta a sus dispersos voluntarios llevándoles en su color verde la esperanza de mejores días.
En uno de sus números se publicó una colaboración sobre el caballo Ping-Pong, no pudiendo ya intercalarla donde cronológicamente corresponde la inserto textualmente: En recuerdo de Ping-Pong Colaboración para «LA RANA» de Jorge Rogers Sotomayor. «Creo que fui aspirante a quintino a los 5 años, y que el primer número que aprendí a conocer fue también el cinco. Lo recuerdo brillando, sobre el casco lustroso y en los broches de la negra cotona que unida a una blanca toalla, colgaba perpetuamente de una misma silla, a los pies de la cama de mi padre, el quintino cuya firma «J. Rogers Palma» he tratado de imitar para suscribir mis aficiones literarias o periodísticas. Escasos pueden ser los recuerdos de un niño que deja de ver a su padre antes de la adolescencia, pero son, en cambio, resaltantes e imborrables. Me reconstituyo esperando ansiosamente, por las tardes, esa voz de mando que, para mi, era la mas codiciada e incitante invitación. ¡Jorge! ¿Vamos a ver como está el Ping Pong ?... Antes que mi madre me llevara a misa, recuerdo haber entrado, de la mano de mi padre, con emoción apenas contenida y como a un templo, al CUARTEL DE LA QUINTA. Era una vieja casona de dos pisos (como son ahora en Agustinas abajo), que debe haber estado mas o menos donde ha sido emplazada la estatua de don Arturo Alessandri. Unas veces visitábamos al Ping Pong en su pesebrera, en el corazón del cuartel, y en otras ocasiones se me permitía admirar de cerca, en todo su esplendor píafando en la vereda al soberbio percherón encargado de arrastrar a los incendios el Gallo de la Quinta. Mi padre me explicaba : «Fíjate que es tan trotón que aún a los incendios más distantes llega siempre el primero, y nos permite armar el material a los quintinos antes que ninguna Compañía...» El Ping Pong de la Quinta llena toda mi niñez, como el personaje central de una fantástica película, vista hace ya mucho tiempo, pero que podría ser reconstruida en todos sus detalles. Nunca pude admirarlo sino conducido de su pesebrera a la calzada y de la calzada a su pesebrera, pero con los ojos de la imaginación, y en las descripciones que mi padre se complacía en repetirme, no sé porque lo veo todavía, trotando por la calle del Ejército, y casi sin exigencias de su auriga, ir aventajando con sus trancadas fabulosas a las bombas y a los gallos de las demás Compañías, «que se iban quedando atrás»... hasta perderlas de vista. Después he comprendido que el Ping Pong era todo para la vieja Quinta Compañía: Caballo de tiro y mascota, símbolo y soporte, y una especie de «hueso del alma» de la Compañía. Soy el primogénito del Quintino J. Rogers Palma, pero me acostumbré siempre a considerar y respetar al «Ping Pong» como a mi hermano mayor. REUNION DE LA FAMILIA QUINTINA El 26 de junio de 1970 se reunieron en el cuartel todos los voluntarios de la Quinta que se encontraban en la ciudad, una gran delegación de voluntarios de la Tercera de Valparaíso, muchos ex quintinos y buen número de inscritos en el Libro Verde. Motivó esta gran reunión la elección del Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Santiago, efectuada el 10 de Junio, y en la que todas las Compañías votaron por Sergio Dávila Echaurren. Fue esta reunión una de las manifestaciones mas grandes que se hayan celebrado en nuestra Compañía. El homenaje a nuestro ex Director que en forma tan honrosa había alcanzado las máximas responsabilidades dentro de la Institución
lo justificaba plenamente. Hubo mucha alegría en la casa quintina y también muchos discursos. Después que el Director ofreció la manifestación al nuevo Superintendente hicieron uso de la palabra el Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso don Rafael Luis Barahona y el Capitán de la Tercera de Valparaíso que presidía la delegación del canje. Un voluntario Honorario y otro activo, a nombre de los ex voluntarios habló Francisco Hoyl Sotomayor y a nombre de los inscritos en el Libro Verde habló el General don Manuel Torres de la Cruz quien es hijo, nieto y padre de quintinos. El festejado quien encarna toda la tradición de nuestra Compañía, por su espíritu de trabajo y por la forma implacable y justa con que siempre ejerció la disciplina en nuestras filas será insustituible en la Quinta. DIRECTORES Y CAPITANES DE LA QUINTA EN LOS ULTIMOS AÑOS. Desde 1963 la Quinta ha tenido los siguientes Directores y Capitanes : 1963 DIRECTOR : Hernán Tagle Jouanne CAPITAN Rigoberto Polanco Fernández y Enrique Matta Rogers 1964 DIRECTOR : Hernán Tagle Jouanne y Sergio Dávila Echaurren CAPITAN Enrique Matta Rogers 1965 DIRECTOR : Sergio Dávila Echaurren CAPITAN Enrique Matta Rogers 1966 DIRECTOR : Sergio Dávila Echaurren CAPITAN : EnriqueMatta Rogers y Eduardo Swinburn H. 1967 DIRECTOR : Sergio Dávila Echaurren CAPITAN Iván Leiva Möllinger 1968 DIRECTOR : Sergio Dávila Echaurren y Mario Errázuriz B. CAPITAN Iván Leiva Möllinger, Pedro de la Cerda Sánchez y Eduardo Swinbun Herreros 1969 DIRECTOR : Mario Errázuriz Barros CAPITAN Eduardo Swinburn Herreros 1970 DIRECTOR : Mario Errázuriz Barros y Agustín Gutiérrez V. CAPITAN EduardoSwinburn Herreros, José Pedro Alessandri Fabres y Arturo Urzúa Otaegui 1971 DIRECTOR : Agustín Gutiérrez Valdivieso CAPITAN Arturo Urzua Otaegui 1972 DIRECTOR : Eduardo Swinburn Herreros CAPITAN Iván Leiva Möllinger y Sergio Taulis Muñoz 1973 DIRECTOR : Eduardo Swinburn Herreros CAPITAN Jaime Egaña Respaldiza
Voluntario honorario don Sergio Dávila Echaurren Ha servido a la Compañía como Teniente, Secretario y Director y al Cuerpo de Bomberos como Vice Superintendente y Superintendente. Ha sido elegido recientemente por la Quinta miembro de su más alto tribunal disciplinario.
LISTA DEL RECUERDO Nómina de grandes servidores de la Quinta Compañía de Bomberos. MARTIRES MAXIMO HUMBSER ZUMARAN, muerto en acto del servicio el 22 de agosto de 1952 en el incendio de la calle Serrano Nº79. Murió como Comandante del Cuerpo de Bomberos y Director Honorario de la Institución. Fue Director y Capitán de la Quinta. AUGUSTO SALAS BRAVO, muerto en acto del servicio el 18 de Mayo de 1944 en el incendio de Bandera esquina de Moneda. Murió trabajando como voluntario activo de la Quinta. VOLUNTARIOS FALLECIDOS EN CIRCUNSTANCIAS ESPECIALES. ALFREDO SANTA MARIA SANCHEZ, falleció el 8 de Mayo de 1946 como Superintendente de la Institución trabajando, en las obligaciones que ese cargo le imponía, en las oficinas del Cuartel General. Era Director Honorario. Fue 15 años Comandante del Cuerpo. Fue Capitán y Director de la Quinta. Por sus méritos fue declarado VOLUNTARIO ILUSTRE. RICARDO MONTANER LETELIER, voluntario honorario que murió camino a un incendio, vistiendo su uniforme de trabajo, a las 2 A.M. del 14 de Agosto de 1944. Fue Capitán de la Quinta. CARLOS OLAVARRIETA VIDAL, falleció en 1908 siendo segundo Comandante del Cuerpo. Fue Capitán de la Quinta. MANUEL TORRES BOONEN, falleció siendo Secretario General, cargo que desempeño 11 años. Era el Cirujano de la Quinta en la que sirvió otros cargos de Oficial. Murió en 1931. JORGE RODRIGUEZ ALTAMIRANO, falleció siendo Director en 1925. CARLOS ROGERS PALMA, falleció siendo Capitán en 1905. MARTINIANO SANTA MARIA, voluntario activo de la Quinta murió en la guerra, en 1880, como Capitán del Regimiento Esmeralda. FUNDADORES FALLECIDOS SIENDO VOLUNTARIOS DE LA QUINTA Sus nombres se recuerdan, por acuerdo de Compañía, al pasar lista en los actos de servicios. Igual acuerdo honra los nombres de los mártires y el del Voluntario Ilustre. GERONIMO URMENETA GARCIA, Primer Director, falleció siendo voluntario honorario en 1881. CARLOS ROGERS GUTIERREZ, Primer Capitán, fué Comandante y Superintendente, Director de la Compañía. Falleció en 1920 como Director Honorario de la Institución. TOMAS TORRES ECHAVARRÍA, Primer Sargento 2º. Falleció en 1937 como voluntario honorario. EUGENIO RODRIGUEZ-PEÑA VICUÑA, Primer Sargento de Bomba. Falleció en 1884. BENJAMIN DAVILA LARRAIN, Primer Tesorero. Director de la Compañía. Vice Superintendente y Director Honorario de la Institución. Falleció en 1899. NICANOR MONTES SANTA MARIA, Primer Maquinista 1º. Director. Falleció en 1907. ISMAEL VALDES VERGARA, Capitán y Director de la Compañía. Secretario General, Vice Superintendente, Superintendente. Falleció en 1916 siendo Director Honorario de la Institución. Escribió la Historia del Cuerpo de Bomberos.
JOSE ALBERTO BRAVO VIZCAYA, Primer Maquinista 2º Capitán y Director. Vice Superintendente, Comandante y Director Honorario de la Institución. En la Batalla de Chorrillos tomó el asta de la bandera de la Quinta. Falleció en 1942. GUILLERMO SWINBURN KIRK, miembro de la primera Junta de Disciplina. Capitán y Director. Falleció en 1926. FERNANDO SANTA MARIA MARQUEZ DE LA PLATA, Miembro de la primera Junta de Disciplina. Falleció en 1875. VOLUNTARIOS DE LA QUINTA FALLECIDOS SIENDO DIRECTORES HONORARIOS DE LA INSTITUCION Además de los señores Carlos Rogers, Benjamín Dávila, Ismael Valdés, Alfredo Santa María, José Alberto Bravo y Máximo Humbser mencionados antes, han fallecido los siguientes Directores Honorarios: Don Ignacio Santa María Marquez de la Plata en 1922. Fue Director de la Quinta, fue Comandante, vice Superintendente y Superintendente. Don Juan Matte Baeza en 1917. Fue Director de la Quinta, fue Secretario General y Tesorero General. Don Santiago García Huidobro en 1927. Fue Capitán y Director de la Quinta. Fue segundo Comandante, Vice Superintendente y Comandante. Sufrió graves heridas, siendo Comandante, en acto de servicio. Don Oscar Dávila Izquierdo en 1970. Fue 20 años Director de la Quinta. Fue 6 años Vice Superintendente y proclamado Superintendente optó por el cargo de Vice Superintendente. Don Gaspar Toro Barros en 1956. Fue Capitán y Director de la Quinta. Don Jorge Gaete Rojas en 1983, Fue Capitán y Director de la Quinta. Secretario General y Vicesuperintendente. Don Sergio Dávila Echaurren en 1991. Fue Director, Vice Superintendente y Superintendente. VOLUNTARIOS DE LA QUINTA QUE HAN SIDO COMANDANTES FALLECIDOS EN LOS AÑOS QUE SE INDICA (Además de lo señores Rogers, I. Santa María, Bravo, G-Huidobro, A. Santa María, Humbser, Mencionados antes y de los segundos Comandantes Olavarrieta, G-Huidobro y Humbser): Don Eduardo Fernández Julio en 1927. Fue Capitán de la 5ª. Don Hernán Tagle Jouanne en 1972. Fue Capitán y Director de la 5ª. 2º Comandante don Carlos Valdivieso Vidal, en 1959. Fue Capitán. 2º Comandante don Alberto Valdés Alfonso, en 1972. Fue Capitán. 2º Comandante don Carlos Swinburn Herreros, en 1977 Fue Capitán. DIRECTORES Además de los mencionados, señores Urmeneta, B. Dávila, Valdés, I. Santa María, Montes, Rogers, G Swinburn, Matte, G-Huidobro, O. Dávila, A. Santa María, Toro, Gaete, Rodríguez, Humbser y Tagle han fallecido en los años que se indica, los siguientes Directores : WALDO SILVA PALMA RUBEN DAVILA IZQUIERDO ALFREDO LEA PLAZA JENCQUEL SERGIO OSSA BORNE FRANCISCO DE LA CERDA ZEGERS ENRIQUE MATTA FIGUEROA ARTURO UNDURRAGA PRAT JORGE BORGOÑO DONOSO
1914 1939 1933 1946 1954 1968 1976 1984
VOLUNTARIOS DE LA TERCERA CIA. DE VALPARAISO INCORPORADOS A LA QUINTA POR ACUERDO DE CANJE CARLOS GARCIA LEDEZMA CARLOS DAVID FINLAY MONTENEGRO GUILLERMO PURCELL VERDUGO LUIS A. JUNG BINGE JUAN ENRIQUE LYON SARRATEA GUILLERMO PURCELL WINTER BENJAMIN AGUIRRE AMENABAR OSCAR VIO VALDIVIESO GASTON PRADO MARTINEZ
Fallecido en 1941 1960 1956 1959 1964 1964 1974 1978 1996
VOLUNTARIOS DE LA QUINTA FALLECIDOS AL SERVICIO DE LA COMPAÑÍA
ALBERTO MONTT MONTT ARISTIDES PINTO CONCHA PATRICIO GARCIA HUIDOBRO CLAUDIO VILA MAGALLANES ENRIQUE BENOIST BENEDETTI TOMAS MOUAT SMITH JUAN THIEROLDT WIESE RAFAEL MINVIELLE URIARTE CARLOS FERNANDEZ VIAL NICOLAS MONTT HERRERA CARLOS MATTA PEREZ VICTOR KÖRNER ANDWANTER SAMUEL RODRIGUEZ CERDA DOMINGO DE MONERY MANUEL FERNANDEZ GARCIA CARLOS ALTAMIRANO TALAVERA GUILLERMO BLEST GANA ALBERTO SANCHEZ URMENETA GONZALO LAMAS GARCIA RAMON OLAVARRIETA VIDAL DANIEL RIOSECO R. LUIS MONTES VALDES JORGE SAAVEDRA RIVERA ESTEBAN GARCIA HUIDOBRO LUIS SOTA ALVAREZ CARLOS SWINBURN URMENETA CARLOS HENRIQUEZ ARGOMEDO DIEGO SWINBURN URMENETA GUILLERMO DE AGUERO HERBOSO JORGE ROGERS PALMA
1878 1924 1922 1916 1935 1913 1923 1892 1904 1908 1950 1946 1899 1889 1936 1930 1898 1922 1915 1900 1935 1915 1954 1901 1955 1939 1943 1922 1948 1926
OSCAR FERNANDEZ DAVILA ISMAEL DEL PEDREGAL CASTILLO LUIS LAULIE CABRERA VICTOR VALDES ALFONSO ITHEL STEWART PHILLIPS PEDRO GANA BEZANILLA JORGE TAGLE JOUANNE ALBERTO DELPIANO VALDIVIESO DANIEL GONZALEZ FERNANDEZ HORACIO ECHEGOYEN BALLACEY JAVIER RECABARREN VALDIVIESO CARLOS HURTADO LAVIN HECTOR HOYL GUTIERREZ EUGENIO CARVALLO CONCHA JORGE SALINAS LAMAS JORGE DIAZ GARCES RAUL TAGLE JOUANNE LEOPOLDO DIAZ GARCES FRANCISCO CARABANTES LEONARDO MASCARO VILDOSOLA ENRIQUE TAGLE ZAÑARTU HERNAN GONZALES BAZAN EDUARDO SERRANO MATHIEU ROBERTO UGARTE URZUA ALBERTO RIED SILVA JUAN LUIS URRUTIA PRIETO EDUARDO FERNANDEZ FERNANDEZ PEDRO SAEZ YUS CLAUDIO CONCHA LOIS HUGO LEA PLAZA JENQUEL
1953 1958 1970 1938 1973 1943 1966 1923 1953 1972 1968 1924 1965 1972 1928 1968 1962 1934 1951 1970 1949 1937 1942 1955 1965 1973 1966 1964 1972 1963
VOLUNTARIOS QUE PRESTARON IMPORTANTES SERVICIOS A LA QUINTA Y QUE FALLECIERON FUERA DE SUS FILAS Los fundadores Señores RUPERTO MARCHANT PEREIRA, ENRIQUE MATTE PEREZ Y ADOLFO GUERRERO VERGARA, integrantes de la primera mesa directiva de la Compañía en formación, en 1872. GUSTAVO RIED CANCIANI, Primer Teniente de la Quinta, fue Capitán y Director. Después de medio siglo de constantes servicios se retiró de la Compañía falleciendo al año siguiente.
LOS DIRECTORES SEÑORES : Domingo Arteaga Alemparte, dirigió a la Quinta desde 1876 a 1879. Nataniel Cox Bustillos, dirigió a la Quinta desde 1880 a 1882. Carlos Izquierdo Sanfuentes, dirigió a la Quinta desde 1907 a 1908. La lista de voluntarios fallecidos ha sido confeccionada por orden cronológico de incorporación o reincorporación a las filas. Juan Luis Urrutia Prieto es el último de los fallecidos. El Libro Blanco recién publicado lo cita como una de las víctimas del régimen depuesto. ACTOS DE SERVICIO DURANTE EL AÑO 1973 A la rutina del trabajo bomberil, a sus peligros ordinarios, se ha ido agregando un nuevo peligro, el de las explosiones inesperadas de materiales ocultos en el sitio del siniestro. Ataques y amenazas de manifestantes políticos causantes de los mismos incendios. Es común trabajar en ambientes casi irrespirables de los gases lacrimógenos con que la policía disuelve las multitudes. Por su ubicación central correspondió a la 5ª acudir de primer socorro a incendios de locales políticos, vehículos volcados e incendiados y otros puntos en que se ensañó la violencia imperante. La Universidad de Chile, en cuyos muros centenarios se apoyó el pequeño cuartel en que nació la Quinta, sufrió este año varios atentados incendiarios los que fueron sofocados en sus comienzos por los pitones de nuestra bomba. En los períodos más álgidos se ordenó acuartelamiento y como siempre los voluntarios honorarios reforzaron las guardias de los jóvenes activos. El 29 de junio se llamó a un apresurado acuartelamiento. El sector céntrico era barrido por las balas. La Moneda estaba rodeada de tanques y la situación era confusa. Los voluntarios corrieron a sus cuarteles. La Quinta debió atender tres Llamados de Comandancia en ese día violento. Al regresar del primero de ellos la Bomba Arturo Prat es interceptada en la puerta del cuartel por un tanque. No se conocían sus intenciones. Patrullas militares disparaban apostadas en las esquinas de Alonso Ovalle y Nataniel, en Avda. Bulnes y en Alameda. Serenamente, al no recibir orden expresa de detenerse, el Capitán ordenó bajarse al personal y entrar lentamente la Bomba al cuartel. En ese momento llega un voluntario honorario que iba a acuartelarse y que en Alonso Ovalle con la Avda. Bulnes detuvo el mismo tanque disparando a corta distancia de su vehículo sobre un objetivo lejano. Otro voluntario honorario, Javier Garretón Torres, impuesto que su compañero dejó el auto en la mitad de la calle y que presenta una pequeña lesión, pide autorización a un jefe militar para rescatar el vehículo que en algunos instantes sirvió de improvisada trinchera. El militar le dice que vistiendo uniforme de bombero los soldados no le dispararán pero que no responde de todas las balas que cruzan la Avda. Bulnes. Javier Garretón, acompañado de un voluntario activo, cumplió lo que espontáneamente se propuso y al arriesgar su vida por un objeto de limitado valor material demostró lo que puede hacer un quintino cuando está en peligro algo de mucho más valor como son las vidas humanas. Sergio Avaria Penjean, Guardián del Libro Verde, es el primero de los honorarios que se presentan al Capitán ofreciendo sus servicios. Los tercerinos no pudieron estar ausentes en un día tan critico, trabajaron en esa fecha dos de los más asiduos asistentes del canje de servicios Reyes y Achard. Ese movimiento de tanques fue bautizado por la prensa como «el tancazo». Los tanques eran los del Regimiento Blindado Nº2, unidad organizada en 1969, en el cuartel que ocupó antes el grupo de Artillería Nº2 MATURANA. Muchos quintinos conocimos ese cuartel cuando recurríamos a sus Comandantes pidiéndoles caballos prestados para sacar anualmente la bomba fundadora. Un día en que los baldes de arena fueron insuficientes para apagar el fuego llegamos en bomba. Armamos 5 pitones, 3 por el rastrillo y 2 por la «cuadra» del segundo piso. Algunos conocíamos bien las dependencias del cuartel, habíamos hecho ahí el servicio militar. Conocimos también al viejo caballo Erizo al que había que atender más que a un General y al Cóndor que
había que ir a buscar hasta la avenida Matta a donde llegaba planeando desde los techos del cuartel. Se fue de Santiago el MATURANA con sus cureñas y sus percherones y la bomba fundadora no ha vuelto a salir arrastrada por caballos. En el trabajo diario, en la concurrencia al cuartel, la Quinta ha lamentado la ausencia de voluntarios que le eran útiles, que le eran tan necesario como a la Patria y que han salido de sus fronteras en busca de mejores posibilidades para ellos y su familia. En una reciente manifestación en que se despedía simultáneamente a cuatro de ellos y en que algunos se alegraban por el promisorio porvenir que se les ofrecía a sus compañeros, en el extranjero, escuchamos de boca de nuestro voluntario, Superintendente del Cuerpo de Bomberos, don Sergio Dávila Echaurren, un llamado al patriotismo de los quintinos instándolos a no abandonar Chile y a trabajar, luchar y morir en su suelo. No sabemos si otros planean viajar pero estamos ciertos que nadie en la Compañía volverá alegrarse por ello. En esos días de pasión política en que era prácticamente imposible conversar con objetividad y serenidad en la calle, en la oficina, en el taller y hasta en el propio hogar, en que las actividades cotidianas eran interrumpidas continuamente por desfiles y concentraciones, en esos días, una vez más, la Quinta fue el oásis para los calores partidistas y por su umbral no entró la violencia política aunque individualmente los quintinos sostuvieron las más opuestas y variadas ideologías. La concurrida mesa quintina acató siempre la vieja consigna impuesta por don Ignacio Santa María que permite conservar amistades que se forjan ante el calor de los incendios.
Los tanques llegan frente al cuartel
En ese ambiente de intranquilidad y caos nacional llega el día 11 de Septiembre en que aparece ante nuestras puertas el Regimiento Blindado Nº2 al mando de su comandante el Teniente Coronel don Alfredo Calderón Campusano. Lo vimos combatir frente a sus hombres expuesto a los mismos peligros. Respondían desde la puerta del cuartel el fuego de los francotiradores. A la gentileza del Comandante y del Capitán don Carlos Lemos debemos las fotografias que ilustran la relación de este día. Esas imágenes explican la serenidad con que los bomberos de Santiago afrontaron una situación peligrosa y explican también la idea que de su comportamiento se formó el Comandante Calderón expresada en su frase «Si mi hijo no sigue la carrera militar me gustaría verlo quintino». DIA 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973
En el cuartel de la Quinta Compañía de Bomberos la Guardia Nocturna despierta esa mañana sin imaginar la inusitada actividad que los acontecimientos del día le depararán. Algunos alcanzan a salir a sus ocupaciones y regresan, precipitadamente. Las primeras informaciones radiales son contradictorias. El Teniente 2º Federico Weltz, Jefe de la Guardia Nocturna, ha tomado ya las primeras medidas de seguridad y está haciendo entrega del mando al Capitán Jaime Egaña. Este pudo llegar venciendo numerosas dificultades. En pocos minutos se encuentra la Quinta con suficiente personal de voluntarios activos y honorarios, con uniforme de trabajo, con todos sus oficiales de mando, dispuesta y preparada para entrar en acción en el momento que se ordene. El comandante se comunica con nuestro Capitán y le dice que se estudia el traslado del personal y material de la Quinta a sitio más seguro y que se prepare a evacuar el cuartel cuando se lo ordene. El Capitán le informa que el ánimo de los quintinos es el de defenderlo, que para eso han salido de sus casas muchos voluntarios y que con pesar cumplirían la orden de desalojarlo. A las 9.45 horas se escucha un intenso fuego de ametralladoras y disparos de todo tipo proveniente de la Moneda y edificios cercanos. Se principia a disparar desde los edificios vecinos al cuartel. Un vehículo de enlace radial del Blindado Nº2, pide la entrada al cuartel, se corre la Bomba América al patio posterior y se le abren las puertas. Nuestra atención se centra en sus comunicados que se escuchan claramente en la sala de máquinas.. Otros vehículos militares ingresan al cuartel. La Bomba Arturo Prat también se ubica en el patio. La sala de máquinas se ha llenado de militares que suben al tercer piso y disparan desde la ventanas que dan a José Alberto Bravo, a Nataniel Cox y otros lo hacen desde las ventanas del segundo piso a Alonso Ovalle. Los tiradores parapetados en los pisos altos de los edificios colindantes disparan contra las Fuerzas Armadas.
A las 10,30 horas la Avenida Bulnes es barrida por las balas. Muchas personas se han refugiado en el cuartel y los siguientes solicitaron que se anotara sus nombres en el Libro de Guardia acreditando que por fuerza mayor no pudieron continuar su camino : Coronel O. Miranda Pinto(Estado Mayor FACH), Carabinero Dante San Martín(15ª Com.), Vice 1º Carlos Droguett (Dir. Gral Carbineros), Cabo Dgo. Saavedra Núñez (Tenencia lo Castillo), etc. En el momento que entra el Padre Venegas Capellán del Blindado Nº2 una ráfaga de proyectiles cae sobre el Cuartel. Algunos vidrios quedan perforados. El Sr. Superintendente llama por la línea directa al Capitán expresándole su creciente preocupación por la suerte que pueda correr el personal ante el anunciado bombardeo de la Moneda. El Capitán informa a nuestro Superintendente don Sergio Dávila Echaurren que todos están bien, que le ruegan les permita permanecer en el Cuartel, que éste está suficientemente protegido por las Fuerza Armadas y que se ha habilitado el subterráneo de la cancha de palitroques como refugio antiaéreo. Ahí se encuentran los niños del cuartelero, el personal de servicio, la En una sala del cuartel se reúne el comandante del blindado N°2 con sus oficiales. señora concesionaria del casino, sus empleados, voluntarios y algunos vecinos que fueron detenidos preventivamente al pasar frente a nuestra puerta. También hay un ebrio puso la nota cómica al preguntarle a un soldado, entre el ruido de las balas, si sabía donde queda la Avda. Lyon porque desde anoche estaba tratando de llegar a su casa. En el patio hay prisioneros. En la sala de máquinas, bajo los nombres de nuestros mártires Augusto Salas y Máximo Humbser, hay sangre. A gatas se han traído los colchones de la guardia nocturna y bomberos y los carabineros que anotamos ayudan a cuidar los heridos. Un soldado pierde sangre, una bala de grueso calibre le ha destrozado el hueso de la pierna derecha. A otro, que cayó en la puerta, una bala, según dice el Capellán, le ha comprometido el pulmón. Otro que ha venido a trasmitir una orden, cae al lado del teléfono, una bala le dio en un pie. Sin más anestesia que un par de mejorales y sin más bisturí que un cortapluma, el valiente soldado se dejó extraer la bala por nuestras inexpertas manos. Concentrados en esto nos sobresaltamos con un estampido a nuestras espaldas, a un soldado que conversaba con Jaime Egaña se le escapó un tiro que rozó el casco de nuestro Capitán. En los camarines el padre Venegas administra los últimos sacramentos a un soldado baleado en el ojo derecho. El Cuartel es una gran caja de resonancia del estruendo bélico, los soldados apostados en los pisos superiores disparan sin interrupción, el estuco del edificio del frente llueve en pedazos cubriendo la acera. Leopoldo Valdés Portales con el teléfono en la mano lo levanta para captar mejor el ruido y le dice a un voluntario que llama desde su casa : Esta si que es balacera, no la vas a comparar con la del «Tancazo». Otro voluntario exige su derecho al teléfono para avisar a su señora que no lo espere a almorzar. El Teniente 1ª Guillermo Swinburn Novoa prohibe acercarse a las puertas y ventanas orden que se impartio desde temprano y parece haberse olvidado. Todos a la cancha de palitroques ordena el Capitán, sólo los Oficiales de Mando y el Ayudante Rodrigo Urzúa Otaegui podrán circular en el Cuartel. La hora de los aviones se acercó. El largo y angosto subterráneo esta repleto, los juegos de ajedrez y dominó que la previsión del Teniente 2º hizo bajar en las primeras horas, están de más. Todos escuchan las radios, el ebrio desconocido ya no pregunta por la Avda. Lyon. La espera fue tensa, los relojes marcaron las 11 horas y durante treinta minutos los oídos no percibían más que el tableteo de las ametralladoras.
Durante la mañana los voluntarios de la Quinta observan el operativo militar.
En ese Momento la Quinta representada por sus oficiales y una treintena de voluntarios, apretujados en un subterráneo, pero firmes en su cuartel y al lado de su bomba,
esperando la orden de trabajar, pudieron cantar con toda razón su tradicional canción : «Es la Quinta siempre firme, es la Quinta siempre igual» Por fin el ruido de veloces aviones y sordas explosiones. Las radios trasmiten la proclama de la Junta de Gobierno y se escucha la Canción Nacional. Todos de pie la cantan emocionados. Una voz se une a otra voz. La de los civiles, de los militares, del Sacerdote, de los voluntarios y hasta la de los detenidos. Todos juntos erguidos sobre este suelo que tanto amamos cantamos la Canción Nacional. Desde la puerta de nuestro cuartel se ve el humo del incendio cubriendo la calle Teatinos. Se deja expedita la salida de la bomba. El Capitán distribuye el personal pero una nueva espera pone a prueba nuestra impaciencia. El fuego nos toma ventaja momento a momento. ¿Porqué no vamos? Un nuevo e intenso tiroteo proveniente de la Plaza de la Constitución nos da la respuesta. Algunos tienen hambre, la cocina sigue ocupada por los soldados, la señora Eliana les asegura que a la vuelta del incendio tendrán un almuerzo especial. Por fin, a las 15,31 horas se da el Llamado de Comandancia. La salida de la bomba fue espectacular. Las fuerzas ubicadas en el cuartel y en los alrededores dispararon simultáneamente protegiendo la salida. El Capitán de la Quinta y un grupo de voluntarios siguen de cerca las acciones que se desarrollaron antes de que pudiera salir la
El recorrido se hizo por Nataniel, Alameda, Bandera y Moneda. La bomba. Intendencia había comenzado a arder y nos detuvimos en el grifo de Moneda esquina Morandé. Tomamos también el grifo de Moneda frente a la puerta del Correo. Del incendio de la Intendencia dio cuenta rápidamente el Teniente 1º Guillermo Swinburn con el personal que no había cabido en la Bomba y que trajo un carro de la Comandancia. Los pitones de la Quinta fueron los únicos que trabajaron en la Intendencia. El Capitán hizo armar una base de 70 colocando la trifulca en la puerta principal de la Moneda. Por sobre los escombros humeantes que obstaculizaban la entrada extendimos 4 líneas de mangueras. Cuando la 12ª Cía. coloco escalas en los balcones de calle Moneda entramos por ellos con cuatro pitones de 50 mm. La 15ª Cía. agregó escalas en los otros dos balcones y subimos otros dos pitones, cubriendo así la totalidad de las ventanas del segundo piso, desde la puerta principal hacia Morandé. Toda la armada se hizo en un ambiente saturado de olor a pólvora. El Capitán advirtió a todos los pitoneros cuidarse en su avance de los proyectiles enterrados en los escombros y que pudieran estallar con el fuego. Advertencia que le formuló con toda razón un jefe militar. Felizmente ningún voluntario resultó herido por estas explosiones. Solo los voluntarios Gustavo Adolfo Holley y Leopoldo Valdés sufrieron lesiones menores al derrumbarse el techo. Habían entrado con un pitón por el cuarto balcón, (contando desde calle Morandé), habían dominado el fuego de la sala correspondiente a ese balcón y se preparaban a avanzar al interior. En ese momento crujió el techo y bastó ese conocido aviso para que ambos corrieran a sujetarse de la baranda del balcón que sobre salía al exterior. En su huída salvaron también el pitón y las dos tiras. El techo cayó estrepitosamente arrastrando en su caída el piso de la sala en que se encontraban. En su difícil posición sufrieron leves quemaduras y fuertes golpes de maderos encendidos. Tuvieron que bajar hacia la calle sin ayuda de nadie porque en esos momentos se había recibido orden de guarecerse de los disparos de los tiradores emboscados en los edificios que dominan el frente de la Moneda. Este fue un incendio con características únicas, era más seguro permanecer dentro del incendio que estar lejos de las llamas. Se pudo salvar del fuego algunas dependencias interiores, especialmente en las que murió el ex Presidente. El Capitán de la Quinta y numerosos voluntarios vieron su cadáver. No hubo restricciones para que los bomberos pudieran verlo hasta que personal de investigaciones prohibió el libre acceso a esas dependencias. Todas las versiones que hemos escuchado en el cuartel de la Quinta sobre los El Comandante del blindado N°2 ordena que nadie salga a la calle.
detalles de la muerte de don Salvador Allende coinciden con las informaciones oficiales que son de dominio público. Durante siete horas se trabajó en la extinción del siniestro. En ese lapso los disparos cesaban y se reanudaban continuamente. A las 22,30 se dio retirada y la bomba regresó al cuartel. De los voluntarios algunos regresaron a sus casas y otros reforzaron la Guardia Nocturna pernoctando en los sillones o en el suelo. Uno de los voluntarios perdió su colchón, en el se transportó un herido grave. Asistieron al incendio de la Moneda. CAPITAN Teniente 1º Teniente 2º Maquinista Secretario 1er Ayudante Ayudante Ayudante
Jaime Egaña Respaldiza Guillermo Swinburn Novoa Federico Weltz Contreras Ramón Rodriguez Chadwick Luis Riveros Herrera Agustín Vives Pérez Cotapos Rodrigo Urzúa Otaegui Enrique Blanche Fuentes Eduardo Pérez Covarrubias Manuel A. Varas Romero Arturo Silva Henriquez Gustavo Adolfo Holley Merino Mario Gana Elhers Alvaro Rodríguez Valdés Fernando Ossa Carvallo Edmundo Rencoret Carvallo Gustavo Vargas Infante Humberto Yañez Serrano
Cuartelero
Humberto Yañez Valdés Pelayo Urrutia Barros Sergio Taulis Muñoz Sergio Echeverría Ossa Joaquín Echeverría Ossa Leopoldo Valdés Portales Francisco Bascuñán Portales José Bascuñán Portales Fernando Otaegui Soto Francisco Mujica Ortúzar José Fco. Valdivieso de la Lastra Ismael Bravo Lyon Arturo López Urrutia Joaquín Montes Larraín Juan Luis Vial Claro José Miguel Vicuña Montes Julio Albuerno.
El Superintendente don Sergio Dávila Echaurren, voluntario quintino, asistió al incendio de la Moneda en su calidad de Jefe máximo de la Institución. Esa noche los disparos en el centro de la ciudad no interrumpieron el sueño de la Guardia Nocturna pero a las 8 A.M. una nutrida ráfaga bajo sus ventanas de calle Alonso Ovalle los hizo saltar de la cama. El Canje de Servicios con la Tercera Compañía de Bomberos de Valparaíso y la vieja amistad que en la buena o en la mala han mantenido sus miembros estuvo representado, durante el acuartelamiento, por el tercerino José Froimovich, gerontólogo de prestigio mundial y candidato chileno al premio Nobel. La descripción de este incendio se ha tomado de la relación escrita en el Libro de Guardia por el Teniente 2º don Federico Weltz, de los informes proporcionados por el Capitán don Jaime Egaña y algunos voluntarios que trabajaron en él. Los quintinos entraron por la puerta principal con
La bomba sale con protección militar.
pitones de 50mm. Al concluir estas líneas, acosado por el tiempo, ya cuatro En primer plano la trifulca y un gemelo que alique se desea que estas estén impresas para el mentaron las cuatro líneas de mangueras. centenario de la Quinta y la comisión designada para hacerlas imprimir e incluirle algunas fotografías si fuese posible, me ha dado un plazo que expiró antes del «amanecer de la Patria», quiero expresar a mis compañeros que tomen este trabajo como una recopilación de hechos de la vida Quintina, despojados de hermosura literaria, pero verídicos como los libros de la Compañía en cuyas relaciones se basan.
Las omisiones en el relato de acciones generosas y valientes de actuales quintinos exigidas expresamente por la modestia de ellos, han obstaculizado mi labor. También he titubeado muchas veces al presentar tan detalladamente algunos hechos sabiendo que estas páginas no serán sometidas antes de su publicación al criterio de nuestros oficiales. Por esto no se encontrará en su lectura ni juicios que califican ni consejos o pautas a
seguir. El lector extraerá de los hechos señalados sus propias conclusiones y yo, desde el rincón en que escribo, sintiendo la noche surcada por aviones y lejanos estampidos, como un parto doloroso de una nueva Independencia, evoco el grito que alentó a tantos quintinos en sus momentos más difíciles y lo estampo aquí como mi propia conclusión : FIRME LA QUINTA ! ! ! !