Es s�lo con el coraz�n que uno puede ver correctamente. Lo esencial es invisible a los ojos. Deb�a apuntarlo como otro arrepentimiento, total �l ten�a una lista infinita de ellos. Pero Zarek hab�a ido d�cilmente, una vez, a su ejecuci�n. Esta vez, ten�a la intenci�n de luchar por su vida, como fuese.estaba cansado de luchar solo en el mundo. Ten�a una bella voz. Rica y profunda. Resonaba con su acento griego, y cada vez que hablaba, enviaba un escalofr�o extra�o a trav�s de mi. Nunca hab�a o�do a un hombre tener una voz tan innatamente femenina. M�s de lo que ella pod�a imaginar. Cuando estaba junto a �l, era f�cil olvidar lo que era. Era f�cil fingir que era un ser humano que pod�a ser normal. Ella era tan femenina y bella, ten�a ese tipo de tierna suavidad que causar�a a algunas personas tomaran ventaja de ella o la victimizaran �Qu� se sentir�a ser abrazado?�Qu� diablos est� mal conmigo? �l sinti� un deseo extra�o de re�rse. Pero la risa y �l eran desconocidos. �C�mo ser�a besar a una mujer? �C�mo ser�a besarla a ella! Nunca antes tuvo la inclinaci�n. Cada vez que una mujer hab�a hecho un intento, hab�a movido los labios lejos de ella. Era una intimidad que no ten�a deseos de experimentar con cualquiera. Pero sent�a el anhelo ahora. Sinti� hambre por probar los labios h�medos y rosados de Astrid. �Qu� eres? �Un demente? S�, lo era. No hab�a lugar en su vida para una mujer, ning�n lugar para un amigo o un compa�ero. Lo hab�a aprendido desde la hora de su nacimiento, s�lo ten�a un destino. La soledad. Aun cuando trat� de tener un sitio, no surti� efecto. �l era un extra�o. Eso era todo lo que sab�a. Alej� la toalla de su pelo y clav� los ojos en ella, queriendo pasar su mano a trav�s de esas h�medas hebras y peinarlas. Su piel todav�a estaba cenicienta y gris del fr�o. Pero ella no estaba menos preciosa. No menos atractiva. Antes de poder detenerse, coloc� su mano desnuda contra su mejilla helada y dej� que la suavidad de ella lo traspasara. Dioses, se sent�a tan bien tocarla. Ella no se apart� de su toque o se encogi� de miedo. Se sent� all� y lo dej� tocarla como un hombre. Como un amante... � �Zarek? �su voz estaba llena de incertidumbre. �Estas helada �gru�� y la dej�. Ten�a que escaparse de ella y de los extra�os sentimientos que remov�a dentro de �l.
No quer�a estar a su alrededor. No quer�a ser doblegado. Cada vez que se hab�a permitido estar atado a otro humano, hab�a sido traicionado. Por todo el mundo. A�n Jess, quien hab�a parecido seguro porque viv�a muy alejado. Un eco del dolor apu�al� su espalda. Aparentemente Jess no hab�a vivido lo suficientemente lejos. Zarek mir� fuera de la ventana de la cocina donde la nieve continuaba cayendo. Tarde o temprano, Astrid se dormir�a y entonces se ir�a. Entonces ella no podr�a detenerlo. Las mujeres como Astrid no eran para hombres como �l. Estaban destinadas a los hombres decentes y civilizados. Hombres que conoc�an el significado de palabras simples como "bondad", "calidez", "compasi�n", "amistad". Odiaba admitir qu� tan profundamente ese simple acto lo hab�a afectado. �l sabore� el sonido de esas raras palabras Comenz� a correr, andando con paso pesado a trav�s de la nieve que trituraba, como un ni�o corriendo tras un juguete Una sola vez d�jame sentir calor. �Hay alguna estrella capaz de compartir su fuego conmigo? �Astrid �susurr� su nombre como un suave ruego. �Desear�a poder estar contigo. Ella no pudo moverse mientras le o�a decir esas delicadas palabras. Nunca hab�a dicho su nombre antes y el sonido de �l en sus labios era como una canci�n mel�dica. He encontrado mi Estrella. Ella es belleza y gracia. Elegancia y bondad. Mi risa en invierno. Valiente y fuerte. Atrevida y tentadora. A diferencia de cualquier otro en el universo�, y no la puedo tocar. No me atrevo ni siquiera a intentarlo. Yo me pregunto �dijo quedamente, citando otra vez El Principito, �si las estrellas est�n encendidas para que cada cual pueda un d�a encontrar la suya. Astrid o Afrodita �dijo �l suavemente, �ella es mi Circe . S�lo que en lugar de convertir a un hombre en animal ella ha humanizado al animal Soy un est�pido idiota, queriendo una estrella que no puedo tener. �l mir� hacia arriba tristemente. �Pero claro, todas las estrellas est�n m�s all� del alcance humano y yo no soy ni siquiera humano. El coraz�n de Zarek dej� de latir mientras levantaba la cabeza y ve�a la cara del cielo. No, ella no era el cielo. Ella era mejor. Mucho mejor. S�, t� eres mi rosa. Hay s�lo una de ti en todos los millones de planetas y estrellas. Morir es f�cil. Vivir es lo dif�cil.
Pero mientras se sentaba en la silla, no eran las im�genes del pasado las que lo persegu�an. Era el perfume de rosas y madera, los p�lidos ojos claros de una mujer. El recuerdo de su mejilla suave y fr�a bajo sus dedos. Su h�medo y desordenado pelo que enmarcaba unos rasgos que eran femeninos y atractivos. Una mujer que no se sobresaltaba con �l o se acobardaba. Era asombrosa y sorprendente.