Vale la pena luchar por parar el maltrato animal
Daniel Álvarez Lechado 4ºA nº3
Quien asume la tortura y el asesinato de otros seres como algo ajeno, es tan responsable como el torturador y el asesino.
*Índice* *Abandono Animal *Circos *Tauromaquia
ABANDONO Dicen que en España no existe la pena de muerte y esa es una afirmación falsa, claro que la tenemos; las ejecuciones se suceden a diario y los condenados no suelen permanecer en el corredor más allá de un mes. En nuestro País tenemos perreras en las que todos los días perros y gatos son eliminados en la más absoluta soledad, tan solo acompañados por aquellos que van a correr la misma suerte y por supuesto y a diferencia de los humanos, sin la asistencia de un abogado. Aunque realmente tampoco sería necesaria la presencia de un letrado para defenderlos porque ninguna de estas criaturas ha cometido un delito. Se les mata porque sobran, porque molestan, porque el sistema que fomenta su abandono no sabe qué hacer con ellos y lo único que se les ocurre para "gestionar" esta cuestión, es inyectarles una dosis de una sustancia letal lo más barata posible, para ahorrar en costes lo que se gana en sufrimiento. Cada minuto que tarda en morir uno de estos seres mientras agoniza, y son muchos, se traduce en euros que sirven para subvencionar la tauromaquia o para pagar un sueldo de por vida a los ministros retirados. Todos los días mi correo se llena de peticiones desesperadas de acogida de perros que en las próximas horas van a ser ajusticiados – creo que me he equivocado utilizando un término derivado de la palabra justicia -. Gran parte de ellos han llegado a las perreras con heridas después de haber sido maltratados o víctimas de un intento fallido de asesinato, estos últimos habitualmente a manos de cazadores; muchos son perros ancianos o con alguna minusvalía: ceguera, a falta de alguna extremidad, con sarna o simplemente perros "feos", y si los que no pertenecen a estos grupos tienen extremadamente difícil su salvación, aquellos que están tocados por alguna de las desgracias
que acabo de enumerar están abocados con toda probabilidad a esa muerte lenta y jamás merecida.
CIRCOS Un circo puede ser algo hermoso, entretenido, divertido y emocionante. Bajo la carpa: payasos, contorsionistas, trapecistas, funámbulos, magos, saltimbanquis, malabaristas, etc... constituyen un espectáculo que tan pronto nos hace sonreir como detener la respiración y permite que pasemos horas muy agradables. Pero un circo también puede convertirse en un lugar macabro, más parecido a los estadios romanos que le dieron su nombre y en los que la muerte era el plato principal, que a un lugar donde niños y adultos puedan disfrutar de una diversión sana. Así ocurre en los circos en los que se utilizan animales. Para empezar, muchas de esas criaturas son capturadas en estado salvaje y una vez separadas de sus familias y de su hábitat natural, su vida se convierte en una rutina cruel de cadenas, sufrimiento e intimidación. Son transportadas en vagones o camiones con mala ventilación y condiciones ambientales extremas. No se tienen en cuenta las peculiaridades de cada animal y da igual que sea un elefante africano o un tigre de Siberia, ambos soportarán temperaturas cuyo organismo no puede tolerar. Se les obliga a realizar números que jamás representarían en la naturaleza, en estado de libertad; si un oso va en bicicleta, si un tigre salta a través de un aro envuelto en llamas o si un elefante se levanta sobre sus patas, es porque son sometidos a una disciplina de dominación que incluye palizas, descargas eléctricas, mordazas, ayunos y toda una serie de acciones brutales disfrazadas bajo el nombre de "adiestramiento".
Tauromaquia y tradiciones
Sus defensores se enfrascan orgullosos en interminables disquisiciones acerca de su origen pero éste, en cualquier caso, está sumido en la negrura de los tiempos, no por lo lejano sino por lo dantesco, y permanece aferrado todavía a la primitiva ignorancia que dio aliento a su existencia perversa e inmoral. No se trata de saber dónde, cuándo y por qué nació la sobrecogedora tradición del Toro Júbilo, lo imprescindible e inmediato es averiguar cómo es posible que siga vigente a día de hoy, en una era en la que el hombre se jacta de haber superado cualquier vestigio de salvajismo. Al menos eso es lo que se deduce escuchando las declaraciones de los líderes del “Primer Mundo”, ese al que dicen que pertenecemos los españoles, lástima que realidades como esta lo desmientan una y otra vez. El 14 de Noviembre, en Medinaceli (Soria), inmovilizarán con violencia a un toro y embolarán sus cuernos con dos conglomerados de material inflamable a los que les prenderán fuego, después soltarán al astado por las calles para divertirse acosándolo, mientras el animal, aterrado, tratará inútilmente de librarse de esas bolas incandescentes sobre su testa y de las brasas que desprendidas, ulcerarán su cuerpo a pesar de la capa de barro. Al final, cuando el jolgorio se acabe, la desdichada criatura será sacrificada según el Reglamento de Espectáculos Taurinos Populares de Castilla – León, así será aunque sus cínicos valedores, esgrimiendo como siempre la mentira, afirmen que disfrutará de un retiro placentero. A nadie le puede extrañar que en más de una ocasión durante esta atroz exhibición de crueldad, el toro haya acabado por suicidarse golpeando repetidamente su cabeza contra una pared. Lo que sí tendría que estremecernos, es que su agonía constituya un motivo de alegría para los hombres y un aleccionamiento sobre la licitud del sadismo y del ensañamiento para los niños que acompañan a sus mayores, en una especie de pedagogía degenerada acerca de la relación del ser humano con el resto de especies animales. En España la infancia tiene libre acceso al martirio y al asesinato injustificado de animales.