Ética La ética proviene del griego "Ethikos" cuyo significado es "Carácter". Tiene como objeto de estudio la moral y la acción humana. Su estudio se remonta a los orígenes de la filosofía moral en Grecia y su desarrollo histórico ha sido diverso. Una doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios. Esta sentencia ética, juicio moral o declaración normativa es una afirmación que contendrá términos tales como 'malo', 'bueno', 'correcto', 'incorrecto', 'obligatorio', 'permitido', etc, referido a una acción o decisión. Cuando se emplean sentencias éticas se está valorando moralmente a personas, situaciones, cosas o acciones. De este modo, se están estableciendo juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: "Ese político es corrupto", "Ese hombre es impresentable", "Su presencia es loable", etc. En estas declaraciones aparecen los términos 'corrupto', 'impresentable' y 'loable' que implican valoraciones de tipo moral. La ética estudia la moral y determina qué es lo bueno y, desde este punto de vista, cómo se debe actuar. Es decir, es la teoría o la ciencia del comportamiento moral. Todo aquel que se ocupe de filosofía moderna no puede dejar de lado a Kant; tal vez haya que decir lo mismo de todo aquel que se ocupe de filosofía. Su obra es típicamente alemana, muy elaborada y un tanto nebulosa. Encerrado en su gabinete, donde pasó su larga vida de casi 80 años, cuidaba poco el filósofo del mundo banal, aun cuando lo frecuentaba con placer. Encasillado en su subjetividad, a la manera de Descartes, da a sus teorías una dirección muy distinta a la del filósofo francés. Descartes se adentra en su yo, pero ha de encontrar el camino para elevarse a Dios, y a un tiempo, para dar "certidumbre" al mundo físico o de la "res extensa". Kant, encerrado en un mundo fenoménico, ha de descalificar la posibilidad de contactar a las cosas en sí mismas. Sean las del mundo, la de Dios, la del alma. La filosofía de Kant no niega la existencia de Dios, ni un orden moral, ni la realidad pensable de un mundo físico. Lo que niega -salvo en lo moral- es que la razón humana pueda trascender y llegar a esos entes en sí mismos: sean el "mundo", "Dios" o el "alma". Además Kant constituyó la idea de que el mundo, el sol y todos los planetas son complementarios unos con otros.
Kant parte de la conciencia, de las representaciones fenoménicas del yo. Sean provenientes del mundo externo o interno. Y se aboca, desde un principio, a la estética trascendental. Kant entiende por sensación el efecto de un objeto sobre la facultad representativa, en cuanto somos afectados por él. Se entiende que se prescinde por completo de la naturaleza del objeto afectante y que solamente se presta atención al efecto que se produce en nosotros, en lo puramente subjetivo. La intuición empírica es una percepción cualquiera que refleje a un objeto, y así el conocimiento es considerado como un medio. La intuición empírica es la que se refiere a un objeto, pero por medio de la sensación. El fenómeno es el objeto indeterminado de la intuición empírica. El árbol puede afectarnos y de él tenemos una representación fenoménica. Nada podemos saber del árbol en sí. La realidad de la cosa, en ella misma, es un noúmeno no alcanzable. Leonardo Boff ¿Qué es ética y que es moral? ¿Son lo mismo o hay que hacer distinciones entre ellas? Hay mucha confusión acerca de esto. Tratemos de aclararlo. En el lenguaje corriente e incluso culto, ética y moral son sinónimos. Así decimos: "aquí hay un problema ético" o "un problema moral". Con eso emitimos un juicio de valor sobre alguna práctica personal o social, si buena, mala o dudosa. Pero profundizando la cuestión, percibimos que ética y moral no son sinónimos. La ética es parte de la filosofía. Considera concepciones de fondo, principios y valores que orientan a personas y sociedades. Una persona es ética cuando se orienta por principios y convicciones. Decimos entonces que tiene carácter y buena índole. La moral forma parte de la vida concreta. Trata de la práctica real de las personas que se expresan por costumbres, hábitos y valores aceptados. Una persona es moral cuando obra conforme a las costumbres y valores establecidos que, eventualmente, pueden ser cuestionados por la ética. Una persona puede ser moral (sigue las costumbres) pero no
necesariamente ética (obedece a principios). Estas definiciones, aunque útiles, son abstractas porque no muestran el proceso, cómo surgen efectivamente la ética y la moral. Y aquí los griegos pueden ayudarnos. Ellos parten de una experiencia de base, siempre válida, la de la morada entendida existencialmente como el conjunto de las relaciones entre el medio físico y las personas. Y llaman a la morada, "ethos" (con e larga en griego). Para que la morada sea morada, hay que organizar el espacio físico (cuartos, sala, cocina) y el espacio humano (relaciones de los moradores entre sí y con sus vecinos) según criterios, valores y principios para que todo fluya y esté como se desea. Eso da carácter a la casa y a las personas. Los griegos también llaman a esto "ethos". Nosotros diríamos ética y carácter ético de las personas. Además, en la morada, los moradores tienen costumbres, maneras de organizar las comidas, los encuentros, modos de relacionarse, tensos y competitivos o armoniosos y cooperativos. A esto los griegos también lo llamaban "ethos" (con e corta). Nosotros diríamos moral y la postura moral de una persona. Sucede que esas costumbres (moral) forman el carácter (ética) de las personas. Winnicot, continuando a Freud, estudió la importancia de las relaciones familiares para establecer el carácter de las personas. Éstas serán éticas (tendrán principios y valores) si han tenido una buena moral (relaciones armoniosas e inclusivas) en casa. Los medievales no tenían las sutilezas de los griegos. Usaban la palabra moral (viene de mos/moris) tanto para las costumbres como para el carácter. Distinguían la moral teórica (filosofía moral), que estudia los principios y las actitudes que iluminan las prácticas, y la moral práctica, que analiza los actos a la luz de las actitudes y estudia la aplicación de los principios a la vida.
¿Cuáles son la ética y la moral vigentes hoy? Las del capitalismo. Su ética dice: bueno es lo que permite acumular más con menos inversión y en el menor tiempo posible. Su moral concreta reza: emplear la menor cantidad de gente posible, pagar menos salarios e impuestos y explotar mejor la naturaleza. Imaginemos cómo sería una casa y una sociedad (ethos) que tuviesen tales costumbres (moral/ethos) y produjesen caracteres (ethos/moral) igualmente conflictivos. ¿Sería todavía humana y benéfica para la vida? Aquí está la razón de la grave crisis actual.
En las últimas décadas nos estamos enfrentando a una crisis de valores y, además, se han deteriorado las relaciones humanas y el comportamiento ético, debido a la notoria subversión de valores que se observa en el diario comportamiento social del individuo. Se han instalado en nuestro medio, como un común denominador, conductas antisociales, insolidarias, deshumanizadas. Pasiones como el egoísmo, odio, resentimiento, violencia y actitudes de indiferencia ante el sufrimiento del prójimo y la injusticia, deben ser revertidas con la mayor urgencia. Es necesario recomponer el tejido social para reconstruir una sociedad saludable, a partir de la recuperación individual, rescatando los valores humanos que se encuentran opacados en su conciencia, pero que están en su naturaleza humana. Es una verdad de Perogrullo, pero verdad al fin, que la mejor enseñanza es con el ejemplo. Pero también somos conscientes de que ello resulta insuficiente. En consecuencia, debemos incorporar la enseñanza y transmisión de los valores humanos, tales como la verdad, paz, rectitud, no violencia y amor, entre otros, a través de la palabra afectuosa, del gesto solidario. Ello puede lograrse en la tarea de enseñanza de padres a hijos, de los educadores a los educandos, de cada ciudadano en su conducta pública y en su entorno, del gobernante frente al gobernado, etcétera. Toda actividad y todo momento puede servir y ser útil para transmitir un mensaje valorizador y potenciador de los valores humanos.
Como dice un sabio filósofo: "Los valores humanos están contenidos en cada célula del cuerpo humano; sino, no podrían ser humanos". Sólo resta rescatarlos y ese es el mayor desafío de este momento. El hombre y su conciencia. Sólo el ser humano tiene conciencia moral porque sólo él tiene conciencia de sí mismo, de valorizarse y poder juzgar su conducta. Es importante utilizarla como una brújula: nos aportaría la capacidad de reconocer el modo en que nuestras acciones son correctas y la de utilizar nuestros valores como guía en el proceso de toma de decisiones. Como dice un sabio guía espiritual, "la conciencia es vuestro amo y vuestra guía". El hombre está realizando hazañas increíbles y logrando, con la ayuda de la ciencia y la tecnología, descubrir e inventar cosas que no son accesibles para el común de los hombres. Pero, después de adquirir todas estas fuerzas y habilidades, no tiene la sabiduría necesaria para utilizarlas convenientemente, por lo que sería saludable seguir estas cuatro directivas: sigan al maestro que es vuestra conciencia, enfrenten el mal, luchen hasta el final y terminen el juego aplicando valores. Legado familiar. Los valores surgen primordialmente en el individuo en el seno de la familia pero, para que se dé esta transmisión, es de vital importancia la calidad de las relaciones con las personas significativas en su vida, como sus padres, hermanos, parientes y, posteriormente, amigos y maestros. Es indispensable el modelo y ejemplo que estos seres muestren al niño, adolescente y joven, evidenciando coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Citando otra vez a un sabio filósofo: "Los seres humanos necesitamos redescubrir nuestra verdadera esencia. Como piensas, actúas; según actúas, desarrollas hábitos; tus hábitos hacen tu carácter, tu carácter hace tu vida...". Pero no todo está perdido en nuestra sociedad. Hay gente de gran valía, sabios, pensadores, filósofos, docentes e instituciones que permanentemente, con gran esfuerzo y dedicación, vienen marcando rumbos, señalando el Norte, para que quienes lo perdieron puedan reencontrar el sendero del bien, de la rectitud, del
amor, etcétera. Dicho sea de paso, es necesario que en la educación pública se incorporen, como enseñanza preferencial, las virtudes y los valores que transforman la mente y el corazón de las personas. Los valores primordiales para ser transmitidos son los que siguen: 1 Verdad Hay una verdad fundamental y universal, que puede ser expresada de muchas formas. Puede ser alcanzada a través de muchas sendas, nombres y formas, pero la verdad es siempre una. Las diferentes religiones y orientaciones espirituales ofrecen una rica variedad de enfoques, proporcionándoles a los buscadores la capacidad de elegir, en base a sus inclinaciones. Por ejemplo, la verdad puede ser alcanzada a través de la senda de la sabiduría (el pensamiento racional y el conocimiento). Puede ser alcanzada a través de la senda de la devoción por un símbolo de la divinidad y a través del servicio desinteresado. La verdad también halla expresión en la naturaleza, el arte, la música, la poesía, las antiguas escrituras de todos los credos y a través de la disciplina científica. Cada vez más, las diversas disciplinas científicas están mostrando la compatibilidad de la ciencia y la espiritualidad. La búsqueda de la verdad requiere de discernimiento, intuición e introspección. La verdad más elevada es inmutable en el pasado, el presente y el futuro.
2 Rectitud Como lo enseñan los grandes códigos éticos y espirituales es: no robar, no
engañar, no mentir, no matar, cumplir con los propios deberes y las propias obligaciones, sean cuales fueren las circunstancias. Adquirir espíritu de sacrificio, de servicio, de responsabilidad, ser leales, ser íntegros y algo muy hermoso, ser confiables. Puede decirse que abarca la suma total de códigos de ética, conducta ética y rectitud moral. El precepto "hagan el bien, vean lo bueno, y sean buenos" capta la esencia y el significado de este valor. Tiene sus raíces en actitudes y hábitos inculcados desde los primeros años de la niñez, que maduran y se convierten en respeto y adhesión a los deberes y responsabilidades que llegan con las circunstancias de vida. Al establecer un límite a los propios deseos, implica hacer un esfuerzo consciente y sostenido por no malgastar la comida, el agua, el tiempo, la energía o el dinero. Al adoptar tal código de conducta, se puede avanzar mucho en la reducción del desequilibrio trágico que existe entre los ricos y los pobres del mundo.
3 Paz Todos desean y buscan la paz. La paz perdurable no puede encontrarse contando con el mundo material solamente sino que requiere de la capacidad de introspección y conciencia de sí mismo. La conciencia de sí mismo le permite a uno estar atento a los propios pensamientos, palabras y acciones. Cuando la conciencia de sí mismo se vuelve un hábito, el individuo comienza a revisar y modificar los patrones habituales de pensamiento que obstruyen la paz interior. La verdadera paz requiere de la inculcación de la ecuanimidad, sin importar la pérdida o la ganancia, el éxito o el fracaso, el dolor o el placer. Aquietar la mente y abrir el corazón son esenciales para adquirir paz. Una mente tranquila requiere de la aplicación de la disciplina de tomarse el tiempo
para mirar hacia adentro y experimentar el silencio interior. A medida que una persona avanza en el control de sí mismo, no espera tanto ya las alegrías de lo externo, las necesita también para vivir, pero lo acompaña como la sombra al cuerpo una extraña alegría persistente. De modo que es importante la reducción y moderación de los deseos. Nuestra cultura, no solamente no satisface los deseos mínimos e indispensables, sino que encima los exacerba como posibilidad, generando un doble dolor, el dolor de lo que se necesita y el dolor de lo que se imagina. Una persona que controla sus deseos y modera sus necesidades alcanza sobriedad y austeridad. Es decir, le queda un excedente para los otros. Cuando yo reduzco para mí, hay algo para otros. Cuando yo pienso en ampliar mis necesidades ya menos queda para otros.
4 Amor El valor humano del amor puede ser mejor expresado como una energía que impregna toda la vida. Es decir, no es una emoción o sentimiento apasionado de deseo y apego. Se refiere a algo mucho más profundo y más básico en la naturaleza humana. Es totalmente desinteresado e independiente de que haya o no reciprocidad. Todas las grandes religiones exaltan la importancia del amor. El amor es bondad, cuidado, empatía y compasión. El amor no es pasivo, sino activo y crece, como diría un sabio filósofo, "dando y perdonando". Unicamente el amor puede aliviar la ansiedad y el temor. El amor es dicha y es poder; por ejemplo, un sabio maestro nos brinda una definición muy interesante que muestra la relación del amor con los otros valores: "el amor como conocimiento es verdad, el amor como acción es rectitud, el amor como sentimiento es paz y el amor como comprensión es no violencia". El resto se experimenta y se conoce viviendo.
5 No violencia El cenit de todos los valores humanos es la No violencia. La verdad, la rectitud, la paz y el amor se funden en la No violencia. La No violencia es un estado de ánimo que reconoce la unidad dentro de la aparente diversidad. Se manifiesta como la no violación de las leyes de la naturaleza y el respeto por la ley y el orden. Implica abstenerse de causar daño a otros y a la naturaleza en general. La No violencia tiene sus raíces en la tolerancia, la moralidad y la integridad. Cuando la ética de la No violencia sea abrazada como el medio para alcanzar la paz mundial, habrá armonía en el mundo. Vivir la no violencia es simplemente esto: evitar en todo lo posible la violencia, en el pensamiento, en la palabra y en la acción, reemplazando la agresividad por otras fuerzas, por ejemplo la fuerza de la verdad, la fuerza de las convicciones, la fuerza de la bondad. El amor es considerado como un conjunto de comportamientos y actitudes involuntarios y desinteresados, que se manifiestan en seres capaces de desarrollar inteligencia emocional o emocionalidad. El amor no es privativo del género humano, sino que incluye también a todos aquellos seres que puedan desarrollar nexos emocionales con otros, como por ejemplo, animales como los monos, los delfines, los perros, los elefantes, etc. Habitualmente se asocia el término con el amor romántico, una relación pasional entre dos personas con una influencia muy importante en sus relaciones interpersonales y sexuales mutuas. Sin embargo el término se aplica también a otras relaciones diferentes, tales como el amor platónico o el amor familiar, y también en un sentido más amplio se habla de amor hacia Dios, la Humanidad, la Naturaleza, el Arte o la Belleza, lo que suele asociarse con la empatía, y otras capacidades. En la mayoría de los casos significa un gran afecto por algo que ocasiona felicidad o placer al que ama.
Filosóficamente, se suele pensar que el amor es el único sentimiento que no posee un sentimiento de polaridad, como es el caso de los demás sentimientos (p.e. paz - guerra). Popularmente suele ser contrastado, evitado o contrarrestado con el odio, desprecio o egoísmo. En la cultura religiosa monoteísta, el amor suele mencionarse y ser apoyado por Dios, como es el caso del Islam, el judaísmo y el cristianismo. En la Biblia (especialmente en el Nuevo Testamento) se presenta una definición del amor según su cultura de la época: