Estrategias De Aprendizaje

  • April 2020
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Estrategias de aprendizaje Rafael Paniagua Zapatero, Psicopedagogo y Jefe de Estudios de Infantil y Primaria del Colegio San Pablo-CEU de Montepríncipe (12/12/2005) ¿Se puede aprender a aprender? Se debe enseñar a aprender. Todo aprendizaje requiere voluntad, interés por parte del aprendiz, una mínima motivación que justifique la finalidad de dicho aprendizaje. Aprender a aprender ¿para qué? Bastará con que el alumno descubra la facilidad con la que se pueden adquirir los aprendizajes, para que valore la importancia de estas estrategias. Todo aprendizaje requiere además el dominio de una técnica. Las técnicas se pueden enseñar, pero es imprescindible su práctica hasta conseguir dominarla; de lo contrario, se conocerá la técnica, pero no se sabrá utilizarla. Podemos enseñar cómo se monta en bicicleta, pero no se aprende a montar en bicicleta hasta que realmente montamos en ella y empezamos a pedalear. Igualmente podemos enseñar a aprender, pero no se aprenderá hasta que no se ponga en práctica la teoría aprendida. El aprendizaje de cualquier técnica exige constancia. Todo en la vida es aprendizaje. Decía John Dewey que el aprendizaje es la actividad más trascendente en la vida de todo humano, es la razón de toda nuestra filogénesis y ontogénesis. Aprendemos a andar, aprendemos a hablar, aprendemos a conocer nuestro entorno, aprendemos asentir. Si la primera vez que nos pusimos de pie y dimos los primeros pasos y nos caímos, no nos hubiéramos levantado para intentarlo de nuevo, no hubiéramos aprendido nuca a andar. ¿Cómo aprenden nuestros alumnos? Cuando a un alumno de secundaria le preguntamos cómo estudia, nos suele contestar que leyendo la lección tantas veces como sea necesario hasta aprendérsela de memoria. Nuestros alumnos leen mucho, pero no estudian nada aprenden de memoria, pero no saben, no entienden lo que han aprendido. Es el aprendizaje del papagayo. Para hacer consciente a un alumno sobre su ignorancia en estrategias de aprendizaje basta con hacerle las siguientes diez preguntas: 1. ¿Tienes una agenda en la que anotas a diario los trabajos y materiales que piden los profesores, así como las explicaciones de cada clase, y al llegar a casa haces los trabajos pedidos y estudias lo explicado? 2. ¿Estudias siempre en el mismo lugar? 3. ¿Tienes un horario fijo de trabajo personal en casa para cada día de la semana? 4. ¿Aclaras tus dudas preguntándolas o consultándolas en algún diccionario o enciclopedia? 5. ¿Subrayas las palabras más importantes del texto que estás estudiando? 6. ¿Haces esquemas con esas palabras subrayadas? 7. ¿Utilizas alguna técnica, que no sea la lectura repetitiva del texto, para memorizar? 8. Cuando crees que ya te lo sabes, ¿lo compruebas de alguna manera? 9. ¿Haces "chuletas"?

10. ¿Repasas de vez en cuando tus "chuletas"? La mayoría de ellos contestarán afirmativamente a menos de 6 preguntas, denotando con ello una forma de estudiar notablemente deficiente. Dificultades a la hora de estudiar De sucesivas encuestas pasadas a alumnos de entre 12 y 16 años tratando de buscar cuáles son las dificultades más frecuentes que encuentran a la hora de estudiar, nos encontramos los siguientes resultados: 69% Problemas de atención y concentración. "Me distraigo fácilmente" 33% Falta de interés. "Me aburro estudiando" 27% Falta de constancia. "Me canso enseguida" 18% Problemas de comprensión y técnica. "No encuentro las ideas esenciales"

Además de otras razones menos frecuentes, como "me falta memoria ", "no puedo con tanto", "me molestan", "soy vago". Como se puede comprobar, la suma de los porcentajes es superior al 100%, lo que significa que más de un alumno señalaba más de una dificultad a la hora de estudiar. Consultando otras estadísticas, nos encontramos con que solamente un 10% de los alumnos matriculados en las distintas facultades y escuelas universitarias terminan sus estudios dentro de los años previstos para ello. Algunos tardarían uno, dos o más años en terminar su carrera, pero son muchos los que no la terminan. ¿por qué? ¿Qué es estudiar? El primer grave error de todo estudiante es pensar que estudiar es lo mismo que leer. Leer es simplemente entender un texto escrito para satisfacer la curiosidad del momento. Estudiar es analizar un objeto, hacerlo propio y poder reproducir en el futuro lo aprendido. Hay quien opina que los factores que intervienen en el éxito de los estudios son la inteligencia, a la que le atribuyen un 600/0 del éxito, y el trabajo, con un peso del 30 %, reservando el 10% restante a la suerte. No somos de la misma opinión. No podemos dejar ni el 1% de las posibilidades de éxito en los estudio en manos de la suerte. La suerte solamente debe intervenir en los juegos de azar. El resultado del estudio hay que garantizarlo al 100%. Después de más de 30 años de docencia, tratando con adolescentes, participando

en evaluaciones académicas, comparando resultados escolares con los tests psicológicos y hablando con padres y alumnos, creemos que el 40% del éxito en los estudio se debe a la voluntad del alumno (hace más el que quiere que el que puede), el 30% a su capacidad intelectual (la inteligencia no nace, se hace), el 15% a un buen material y a su correcto uso, el 10% al ambiente que rodea al alumno y el 5% a las técnicas que utilice. Por mucho que quiera el alumno aprobar, por muy inteligente que sea, aunque tenga muy buen material y le rodee un ambiente muy favorecedor, si no sabe cómo estudiar, no rendirá al1 00% de sus posibilidades. La voluntad En todo acto volitivo tenemos que distinguir una parte intelectiva durante la cual el sujeto debate lo que quiere, las ventajas e inconvenientes que le reportará su acción y la decisión final de pasar a la acción o no. La segunda parte sería la puesta en marcha de la acción determinada. Nuestros alumnos desarrollan perfectamente la primera. Todos saben lo que quieren, conocen sus consecuencias e incluso están decididos a pasar a la acción, a estudiar seriamente; pero, no lo hacen, algo se lo impide: la falta de hábito, no saben cómo hacerlo; la falta de confianza en sí mismo, no se consideran capaces; la pereza, creyendo que cualquier otro momento posterior será mejor para empezar que el presente; la falta de motivación, porque no encuentran una satisfacción a su esfuerzo; la falta de medios, disculpándose con que nunca encuentran el material necesario; y, en el peor de los casos, el exceso de confianza, creyéndose capaces de poder resolver sus problemas cuando llegue el momento sin necesidad de planteamientos previos. La capacidad intelectual De estudios comparativos entre los resultados de las pruebas psicométricas hechas a escolares y sus resultados académicos se deduce que no son los alumnos más inteligentes los que obtienen mejores resultados académicos, sino aquellos que presentan mayor motivación, los que ponen más interés y esfuerzo, los que le dedican a sus estudios el tiempo necesario, los que tienen una buena organización a la hora de distribuirse su trabajo, los que tienen mayor capacidad de concentración y los que utilizan alguna técnica a la hora de estudiar. El material Independiente de los libros cuadernos y demás instrumentos escolares, todo buen estudiante debería disponer de una agenda donde anotar cuantos trabajos le manden, los temas que en cada clase se hayan tratado y el material que pida cada profesor; un archivador donde guardar sus apuntes, resúmenes y esquemas, y un fichero donde almacenar cuantas fichas ("chuletas") vaya realizando; además de muchos folios de papel. La mesa de estudio debe tener una superficie lisa y sin brillo, con cajones laterales y apoya-pies y ser lo suficientemente grande como para poder tener desplegado encima de ella un libro, un atlas, un folio, un diccionario y un porta-lápices. La silla debe estar proporcionada con la mesa y la altura del estudiante. No debe

ser muy cómoda, pero sí debería estar ligeramente almohadillada, tener apoyacodos y que el respaldo alcanzara la altura de los hombros de su usuario. La luz debe entrar por el lado contrario de la mano con la que se escribe. Es preferible estudiar con luz natural o con luz artificial blanca y, si es posible, con filtro azul o blanco, mejor que con luz fluorescente. El estudiante no debería ver el foco de luz cuando está leyendo. Tampoco es bueno que los rayos de luz se dirijan directamente hacia el folio o libro sobre el que se está trabajando. Si se estudia con flexos, hay que evitar la aproximación de la cara a las pantallas. Es muy conveniente que el resto de la habitación también se encuentre algo iluminada. El ambiente El estudio requiere mucha concentración, por lo tanto, el lugar de estudio debería estar alejado de ruidos y otros motivos de distracción, como ventanas que den a parques o calles ruidosas, el salón donde se reúnen las visitas que llegan a la casa, el cuarto de los hermanos más pequeños, la puerta de entrada a la casa, el teléfono, la radio o la televisión, para evitar distracciones innecesarias. De igual manera, el cuarto del estudiante debería estar decorado con motivos que inviten al estudio y no con otros elementos que desvíen la atención del estudiante. Es muy conveniente que el cuarto del estudiante pueda ventilarse fácilmente y que no esté muy cargado de plantas. El radiador debería encontrarse lo más distante posible de la mesa del estudiante. Y, para evitar pérdida de tiempo, la mesa de estudio debería encontrarse cerca del mueble donde el alumno haya guardo los textos del curso anterior, diccionarios, atlas, folios y demás instrumentos de trabajo. Las técnicas Antes de estudiar todo alumno debe formularse tres preguntas: qué tengo que hacer, cuándo lo tengo que hacer y cómo lo tengo que hacer. A la primera pregunta debe responder su agenda, a la segunda su horario de trabajo personal en casa, y a la tercera las técnicas de estudio. Antes de ponerse a estudia debe consultar su agenda y comenzar por aquellas tareas más difíciles, seguir por las más fáciles y terminar con las de dificultad media. En su horario debería diferenciar entre un tiempo para hacer los deberes, otro para estudio y otro de repaso. Supuesto que el alumno va a estudiar algo ya explicado en clase, el primer paso debe ser hacer una lectura analítica del texto, es decir, leer el texto comprensivamente, muy despacio, relacionando lo leído con otros conocimientos que ya posea, tratando de entender cada palabra y buscando en el diccionario las que no entienda, a la vez que debería subrayar las palabras clave, con las que después debería elaborar un esquema. Las palabras subrayadas deberían ser muy pocas, nombres, fechas, pero nunca preposiciones ni artículos. Hay muchos tipos de esquemas, es aconsejable usar el de llaves y sobre el folio apaisado, poniendo previamente, en el ángulo superior del folio, una referencia sobre la asignatura, el tema en cuestión y el número del folio, pues seguramente que necesitará más de un folio para cada tema, todo ello con el fin de guardarlo posteriormente de forma ordenada en el archivador. Hecho el esquema, debe

comprobar que lo entiende y que es correcto lo que ha escrito, antes de pasar a memorizarlo. Hay muchas técnicas de memorización, es aconsejable que lo haga por asociación de imágenes, es decir, creando una imagen para cada palabra y formando una cadena con ellas, de tal forma que cada una de las palabras le recuerde la siguiente. Cuando crea que ya se lo sabe, debe hacerse una autoevaluación por escrito, para ello no es necesario volver a escribirlo todo, basta con ir poniendo rayas en lugar de palabras a la vez que verbal iza la palabra que representa cada raya (esqueleto del esquema). y aún debe dar un último paso, hacerse una "chuleta", es decir una ficha para los repasos. En la ficha solamente deberían figurar aquellas palabras que realmente necesite recordar para desarrollar el tema, las que le gustaría que le "soplaran" en el examen. Por mucho que se estudie, si no se repasa periódicamente, se olvidará, por ello que sea necesario repasar por la noche lo estudiado cada tarde, antes de que pasen ocho horas; los fines de semana hay que repasar todo lo estudiado durante la semana, y las vísperas de los exámenes volver a repasar lo que va a entrar en dichos exámenes. Estas fichas también deberían tener en su ángulo superior derecho la referencia de la asignatura, tema y número de orden de la ficha con objeto de guardarla posteriormente en el archivador. Conclusión Siguiendo este método, solamente hay que estudiar una vez, cada tarde, al llegar a casa, lo que cada profesor haya explicado en su clase, y repasar la "chuleta" tres veces, antes de acostarse, los fines de semana y antes de cada examen.

Cómo enseñar a aprender Juan José Azcárate, Director General de CCC (12/12/2005) Después de un buen número de años académicos, no son pocos los alumnos que se dan cuenta de que su principal problema consiste en que no saben estudiar de manera correcta y eficaz. Como se suele decir, no han aprendido a aprender. Existen técnicas y estrategias de estudio y aprendizaje sencillas y efectivas. Por ejemplo, CCC ofrece a sus alumnos una Guía con ideas útiles para aumentar la rentabilidad del tiempo de estudio y unos consejos prácticos para aprender a estudiar.

Como se afirma en esta Guía, no todo el mundo sabe estudiar. Existe una ley básica, cuyo desconocimiento ha llevado a muchas personas al aburrimiento, al desánimo y al fracaso. Esta ley afirma que “nuestra mente asimila solamente las ideas que le resultan interesantes, comprensibles y útiles”. En CCC damos 10 consejos que aumentan la eficacia del aprendizaje: 1. No estudies por estudiar. No olvides nunca que el estudio es como un trabajo que haces por tu propio bien. Debes realizarlo con ilusión, continuidad y orden. 2. Hazte un plan. Antes de nada, estúdiate a ti mismo. No todas las personas somos iguales. Por lo tanto, debes adaptar la materia de estudio a ti y no al revés. Es decir, debes adaptarla a tu ritmo, a tu memoria, a tu capacidad de expresión... Y debes establecerte un plan, un horario diario y ser constante. 3. Concéntrate. Si piensas en muchas cosas al mismo tiempo, no podrás estudiar bien. Deberás aislarte del mundo y olvidarte del resto de las preocupaciones. 4. Convierte la memoria en herramienta de trabajo. Sólo se aprende bien lo que realmente interesa. Si algo te resulta importante y ameno, apenas tienes problemas para retenerlo y recordarlo. Por eso, lo ideal es actuar sobre la memoria, facilitando su interés por lo que se aprende en cada momento. ¿Cómo hacerlo? Ante todo, no intentes memorizar, sino comprender. Se retiene más si se aprende en pequeños ratos. 5. Utiliza lo que acabas de aprender. Si es posible, debes utilizar lo que acabas de aprender. ¿Cómo? Pues, a veces, sencillamente, explicándoselo a alguien que te escuche. Así de fácil: un hermano, un amigo... Da un resultado estupendo. Y si no, grábate tu voz y luego escúchate. 6. Toma buena nota. Lo que se escribe se recuerda mejor que lo que se lee; y lo que se ve es más duradero que lo que se escucha. Pues bien, tomar notas mientras se estudia es de gran ayuda. Trata de elaborar tus propios apuntes y realiza resúmenes y esquemas, que te recuerden de un vistazo todo lo aprendido. 7. Antes de empezar, repasa lo anterior. Una buena forma de entrar en materia es repasar lo que has estudiado el día anterior. Esto te permitirá centrarte rápidamente y afianzar lo que ya sabías. 8. Examínate a ti mismo. Para comprobar tu nivel de comprensión, intenta recordar y repetir lo que acabas de leer, o de ver en el DVD, o en la pantalla del ordenador, o de escuchar en un CD... También es útil grabar tu voz y escucharte. Te ayudará, al mismo tiempo, a mejorar tu capacidad de expresión, algo también muy importante. 9. Haz caso de tus profesores. Sigue los consejos e indicaciones de los profesores. Ganarás tiempo y efectividad en el estudio. Y no dudes en ponerte en contacto con ellos para cualquier consulta. 10. Demuestra lo que has aprendido. Haz los ejercicios y responde a las preguntas que te harán tus profesores. Ellos analizarán tus trabajos, los corregirán, te harán llegar sus aclaraciones y responderán a tus preguntas, para luego calificar lo que has hecho. Concluyendo, lo primero que se debe hacer es aprender a aprender.

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