ESPERANDO A GODOT Con toda la importancia que le queramos dar al encierro de estudiantes de filosofía en la UCM de Madrid debemos reconocer que no se trata más que de algo meramente simbólico y que ha sido silenciado prácticamente por todas las televisiones de este país. El llamado “proceso de Bolonia” no hace más que continuar una trayectoria marcada por los intereses de un mercado laboral definido por criterios de utilidad y eficacia económica que sacuden de raíz las bases de nuestro sistema educativo. Pasó con el Latín y ahora le toca el turno a la Filosofía; su destino es una mera presencia testimonial y en breve su desaparición. Mientras en la Complutense los estudiantes debaten sobre la “mercantilización del conocimiento” en Comunidades autónomas como Galicia hacemos una huelga para que la asignatura conserve las tres horas lectivas semanales que tiene en la actualidad. La esrategia del partido gobernante que se dice progresista pero que sigue manteniendo la religión dentro del horario escolar parece ahora más clara que nunca: acoso y derribo de la filosofía. Para ello se inventan asignaturas como “Ciencias para el mundo contemporáneo” con la que pretenden poner al día en conocimientos científicos a los alumnos de humanidades, esta materia común supone un reajuste horario en detrimento precisamente de la filosofía que queda diluída en” ciudadanía “ con dos horas lectivas semanales. El objetivo es convertir las asignaturas comunes en “marías” (2 horas) con el propósito de reducir el fracaso escolar; menos contenidos equivalen a mejores resultados académicos. No importa que los alumnos se presenten a las puertas de la Universidad con dificultades de comprensión lectora o que apenas hallan leido un libro en las etapas educativas previas, porque su destino no es el análisis crítico de la compleja sociedad en la que viven si no la atomización que requiere la especialización del mercado empresarial. Si la clase política lo que quiere es potenciar la ciencia, lo cual es muy loable, el mejor camino no es eliminando progresivamente la Filosofía, porque esta no se puede concebir sin aquella, saber de segundo grado que presupone precisamente la ciencia (Gustavo Bueno) su relación dialéctica es inevitable ya que cualquier proyecto científico requiere siempre partir de unos determinados presupuestos ontológicos cuya revisión crítica le corresponde a la filosofía. Mientras el señor Zapatero sueña con el estado laico, la señora Piñón nos recuerda que la religión es una asignatura fundamental. Los que diariamente damos la cara en las aulas vamos asistiendo progresivamente a una tragicomedia que nos recuerda cada vez más a Vladimir y Estragón personajes del llamado teatro del absurdo de Becket simbolizando el tedio y la carencia de significado de nuestro trabajo. Vladimir: ¡Que! ¿Nos vamos? Estragon: Sí vámonos