Al analizar la descripción del fenómenos del conocimiento, los datos fenomenológicos nos plantean entre uno de sus problemas, la cuestión de “la posibilidad del conocimiento”, es decir, si el contacto entre el sujeto y el objeto es absolutamente real. ¿El sujeto puede aprehender al objeto realmente? El conocimiento establece una relación entre un sujeto y un objeto, los cuales, entran en íntimo contacto. En la postura epistemológica del dogmatismo, el problema de la posibilidad del conocimiento aún no se presenta, pues supone absoluta posibilidad y la realidad del contacto entre el sujeto y el objeto, existe una confianza total en la razón humana, pues ignora que el conocimiento implica relación, imagina que los objetos del conocimiento pasan absolutamente a nosotros, y no percibe que esto es causado por la mera función intermediaria del conocimiento. El escepticismo es la postura epistemológica opuesta al dogmatismo, mientras este considera que la posibilidad de un contacto entre el sujeto y el objeto es comprensible en si misma, el escepticismo niega tal posibilidad, orientándose hacia la imposibilidad de todo conocimiento, Su fundador fue Pirrón de Elis (360-270). El afirmaba que la conciencia cognoscente no es capaz de aprehender al objeto. No existe el conocimiento. Aquí claramente se ve una contradicción en las leyes lógicas, pues si el conocimiento no existe entonces como conoce que no existe el conocimiento. En el escepticismo académico, cuyos exponentes son Aracesilao (241 de. De J.C.) y Carneades (129 de. De J.D,) este afirma que no es posible el conocimiento exacto, pero si se puede afirmar que es probable. Es decir no existe la certeza absoluta, únicamente la probabilidad. El positivismo es el nombre que se le da al escepticismo metafísico. Postura iniciada por Auguste Comte (1798-1857) esta se sujeta a lo que se percibe positivamente, a los hechos
inmediatos de la experiencia y no debe hacer especulaciones metafísicas. Dice “existe solo un conocimiento y un saber, que son los propios de las ciencias. El escepticismo, a pesar de sus errores, tiene una gran importancia, pues siembra la duda, de tal manera que no se conforma con las soluciones encontradas a los problemas, sino que continua estableciendo incansablemente nuevas y más formas de llegar a la solución de los problemas.