Presentación de Ofrendas y Diezmos: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” Filipenses 4:19
Canto “Te daré lo mejor del trigo” // Te daré lo mejor del trigo De la miel de la roca te daré// Derribaré a tus adversarios Los buscaras y no los hallarás. Vencerás en todos tus caminos //Para siempre en el nombre de Jesús//
RITUAL DEL SACRAMENTO DE LA SANTA COMUNIÓN Oración del Padre Nuestro Himno 10 “Gloria Patri” Consagración de los elementos y participación de la mesa del Señor Oración de Acción de gracias
Himno 88 “Dulce Comunión”
Bendición y Envío
IGLESIA METODISTA DE MÉXICO A.R.
“EmmanuEl” Dirección: Av. Pinos, esquina con calle Cedros #1, Col. Torres del Pedregal, Manzana “D” Tizayuca, Hgo. Pastor: Prob. 1𝑒𝑟 Año Adrián Israel Juárez Villaverde Correo electrónico:
[email protected] Celular: 771-39-64-256 Domingo 7 de abril de 2019 BOLETÍN DOMINICAL “Vida nueva en Cristo” VOLUMEN II
N°34
Un tema acerca del Art. VII “Del pecado original”: Pelagio el Hereje Pelagio era un monje británico de vida muy austera que a finales del siglo cuarto comenzó a predicar el arrepentimiento con mucho fervor. El punto de partida de la predicación Pelagiana era totalmente diferente al de Agustín, ya que el concepto del libre albedrío que tenía Pelagio era muy distinto al del obispo de Hipona. Para él, el hombre tiene la capacidad de inclinarse hacia lo bueno o hacia lo malo según quisiera: “Más decimos que el hombre es siempre capaz de pecar o no pecar, por lo que confesamos tener siempre el libre albedrío”. “El libre albedrío… consiste en la posibilidad de cometer pecado o abstenerse de él”. De esta forma, la gracia divina no era indispensable para que el hombre inclinara su voluntad hacia Dios y fuera salvo. De manera que Pelagio negaba el pecado original. Según él, Adán había sido creado en un estado neutral y, por lo tanto, era capaz de hacer lo bueno y lo malo. Haciendo uso de esa libertad Adán escogió pecar, pero “su caída en el pecado no lesionó a nadie más que a él mismo, y dejó a la naturaleza humana intacta para hacer lo bueno. No hay una transmisión hereditaria de una naturaleza pecaminosa o de culpa, y consecuentemente, no hay tal cosa como pecado original. El hombre aún nace en la misma condición en la que estaba Adán antes de la caída”. Pelagio también enseñaba que “la regeneración no consiste en la renovación de la voluntad por una operación interna de la eficacia divina, sino en la iluminación del intelecto por medio de la verdad… El Hijo de Dios se hizo hombre con el propósito de producir con su enseñanza y ejemplo perfectos, el cambio más poderoso en nuestra vida para de esa manera redimirnos. Así como somos imitadores de Adán en el pecado, debemos ser imitadores de Cristo en la virtud”. Pelagio fue acusado de hereje en los Concilios de Jerusalén y Dióspolis; pero se supo defender al acomodar algunas de sus declaraciones, por lo que fue absuelto después en el 414. En el 416 el pelagianismo fue condenado como herejía en los sínodos de Mileve y de Cartago; y en el 431 también en el Concilio de Éfeso. Sin embargo, esta herejía resultaría ser tema de gran debate y controversia en los siglos posteriores, oponiéndose siempre al concepto agustiniano del pecado original.
SOLEMNE CULTO DE SANTA COMUNIÓN Introito “Venid todos los que verdaderamente y sinceramente nos arrepentimos de nuestros pecados y estamos en caridad y amor con nuestros prójimos y hacemos el propósito de llevar vida nueva, siguiendo los mandamientos de Dios, andando de hoy en adelante en sus santos caminos: acerquémonos con fe.”
Himno 242 “Lluvias de gracia”
Lectura del Santo Evangelio San Juan 12:1-8
Alabanza congregacional
Oración de Invocación Himno 91 “Hoy venimos, cual hermanos” Llamado a la adoración Lectura Bíblica No. 1 del HM
Himno 100 “¿Quieres ser salvo?”
Lectura del Nuevo Testamento Jeremías 31:31-34 Oración Confesión y Perdón Dios todopoderoso, creador y redentor nuestro, confesamos que en nuestra debilidad humana somos pecadores e impuros, y que hemos pecado contra Ti en pensamientos palabras y obras. Te ofrecemos nuestras vidas heridas por el pecado, te pedimos perdón por no cuidar de nuestras manos, ojos, pies y oídos para no pecar contra ti. Te suplicamos que tomes esta ofrenda imperfecta y por favor borres nuestras rebeliones, lávanos más y más de nuestra maldad, y límpianos de nuestro pecado. Purifícanos Señor. Tú nos amas y a través de tu Hijo Jesucristo nos ofreces redención; ten misericordia de nosotros. Ten misericordia de nosotros, oh Señor; por amor de tu Hijo concédenos la remisión de nuestros pecados; y por tu Espíritu Santo concédenos tu paz, así como nuestra reconciliación contigo y con nuestro prójimo, a fin de que por tu gracia seamos nuevas criaturas, obedientes a tu Palabra en respuesta a tu amor. Por Jesucristo tu Hijo amado lo suplicamos. Amén.
Mensaje: “A los pobres siempre los tendréis…” Afirmación de Fe La fe en Cristo no transforma mi alimento sencillo en suculentos manjares, no obstante, me lleva a compartir lo poco que tengo con el pobre. La fe en Cristo no convierte mi modesta casa en un palacio de lujo, pero me ayuda a ser feliz en la vivienda que tengo. La fe en Cristo no rodea mi cabeza con la aureola de un santo, sin embargo, me levanta y me purifica cuando haya caído en pecado. La fe en Cristo no me garantiza una vida que dura cien años, más me alienta a vivir una vida plena, al servicio del prójimo. La fe en Cristo no me traslada a la morada de los ángeles, pues Cristo vive en mi corazón. La fe en Cristo no me enorgullece por el hecho de creer en él, sino me hace humilde para recibir su gracia. La fe en Cristo no me evita la muerte, más me da la certeza de la resurrección y la esperanza de la vida eterna. AMÉN.
Himno 294 “Mi vida di por ti”