El viento tiene un precio en Triacastela Un parque eólico coronará el monte Oribio y los vecinos cobrarán por la sombra de los molinos Silvia R. Pontevedra Santiago 13 FEB 2009 Desde la cumbre nevada del Oribio, en días despejados, se pueden ver los montes de Asturias, y los de Portugal, con Cabeza de Manzaneda a medio camino. Desde lo alto del Oribio se otean sin dificultad las chimeneas de As Pontes y los molinos de 14 parques eólicos. En la carretera, Quintana saluda desde las farolas: "A túa forza move este país". Aún con Fraga en Monte Pío, la Xunta aprobó conceder a la empresa Fergo Galicia, SL, la instalación y explotación de 12 aerogeneradores, cada uno de ellos de 2 megavatios de potencia y 78 metros de altura a lo largo de la larga cima de esta montaña de Triacastela. A pesar de las alegaciones de varios colectivos de ecologistas y parapentistas, con el bipartito los trámites siguieron adelante. Ningún partido se planteó echar el freno al asunto pese a que el Oribio tiene miñatos y es paso de lobos; esconde cuevas y unas neveras romanas más antiguas que la muralla de Lugo; forma parte de la Red Natura y está previsto que entre en los límites del futuro parque natural AncaresCourel. Una de las orografías más impresionantes, donde se concentra la mayor biodiversidad de Galicia, se va a convertir en parque eólico para desgracia de vecinos como la cesteira Lola Tourón y Pedro O Canta, que monta mítines anti eólicos en su restaurante Río. Ellos anteponen el paisaje de su vida a un dinero que no compensa los destrozos. Un día que la tecedeira Cecilia Carballo le protestó al conselleiro de Innovación e Industria, Fernando Blanco, le sugirió una alternativa: "¿Qué prefieres, un parque eólico o una central nuclear?". Para amortiguar el "impacto visual", como el monte acompaña durante un buen trecho a los peregrinos del Camiño Francés, la Xunta ha aplaudido una propuesta que plantea decorar los aerogeneradores con motivos jacobeos. Actualmente se tramita el plan sectorial, y la semana pasada llegó a Triacastela el visto bueno de Medio Rural para que se construya el parque en terreno rústico. Entre 2005 y 2007, por las seis aldeas propietarias de la sierra del Oribio (Abradelo, Pasantes, Gundriz, Carqueixeda, Queixadoiro y Santa Mariña) pasó incontables veces un representante de la empresa. Hubo "mucha presión", aseguran los vecinos, y en el caso de Carqueixeda, como no se llegaba a un acuerdo, acabó presentándose en el remoto lugar "uno de los jefes de la empresa". Al final también firmaron, "porque no había opción: aquello era sí o sí. Desde el principio, a los vecinos de los seis pueblos nos dijeron que o alquilábamos los terrenos o nos los expropiaban", explica Félix de Carqueixeda. Por ser la última que entró en el pacto, esta aldea de cinco vecinos, donde viven muchos más perros que personas, es la única que aún no ha cobrado. Fergo Galicia les debe 6.000 euros por el paso de un vial por sus terrenos y el primer pago del arrendamiento
de una parcela afectada por un molino. Sobre esta finca no va a levantarse ningún aerogenerador, solamente va a caer su sombra a algunas horas del día. Pero, en el negocio eólico, esto también se paga. "Por sombra de molino, 900 euros al año", cuenta Félix con una sonrisa de oreja a oreja, "y esto durante el medio siglo de vigencia del contrato. Es una miseria, pero así no nos expropian". A los que sí les caen molinos sobre el terreno, por cada aparato van a cobrar anualmente 4.510 euros. En la primera reunión, Fergo Galicia sólo les ofreció 3.006. Un vecino de la aldea de Santa Mariña daba saltos de alegría: "Esto es una maravilla, aquí en la vida había bajado un peso del monte". Y muchos compartieron ese sentimiento, porque, total, ahí arriba, a 1.443 metros sobre el nivel del mar, ni las vacas llevaban. Pero la mole del Oribio tiene muchos dueños. Y José Manuel Celeiro, secretario de la comunidad de Queixadoiro, convenció a todos de que aquello estaba "mal pagado". Debía de tener razón, porque consiguieron 1.500 euros a mayores. Ahora, Celeiro piensa que aún podían haber rascado más, y se ha informado de que la empresa que amenazaba con expropiarles no podría haberlo hecho si la mayoría de los vecinos no se ponen de acuerdo para ceder los terrenos: "Porque, en los parques, la Xunta expropia el 40% sólo si el 60% firman el contrato por las buenas". Pero ya no hay vuelta atrás. Y, por ejemplo, la aldea de Queixadoiro (9 vecinos, 26 habitantes) va a cobrar 6.000 euros al año por alquilar a Fergo Galicia un terreno "que coge parte de varios molinos". Lo malo, dice Celeiro, es que echó cuentas: "Y si repartimos el dinero entre todos, como quieren mis vecinos, el 60% se lo lleva Hacienda". Para que se quede en el pueblo el 100% de la renta que van a obtener del monte "hay que invertirlo todo en obra social, escuelas, caminos, la iglesia y cosas así". Pero en Queixadoiro, al secretario se le rebotan todos cuando plantea tal cosa. "Es tan poco lo que se va a llevar cada uno que no me queda pena ninguna si al final se tuerce la cosa y no llegan los molinos", confiesa Celeiro volviendo los ojos hacia la montaña. "De todas formas, si al final no se hace, aquí que no vengan a por la primera mensualidad", advierte Pedro, O Lute de Pasantes. "En mi pueblo ya nos ventilamos toda la pasta, toda enterita, en las fiestas".
Escapadas: Triacastela, el bosque animado Por 30 Septiembre 2016 Noticias
Parada clave en el Camino Francés a Santiago de Compostela, a Triacastela (Lugo) no le falta de nada. Tiene agua, vegetación a raudales, montañas y tanta historia que incluso aparece en el Códice Calixtino. Lo que parece una humilde localidad rural gallega, en realidad ha velado el sueño de cuatro reyes - Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II- y cobijado en sus muros un hospital para peregrinos y hasta una antigua cárcel para los romeros. Bajo la impresionante belleza del Monte Oribio, de 1.443 metros de altitud, Triacastela es una auténtica combinación de devoción y naturaleza. Ermitas, capillas y monumentos se erigen de la vegetación que rodea este concejo, donde también se ha hallado un importante yacimiento prehistórico con pinturas rupestres: la cueva de Eirós. Aunque Wenceslao Fernández se inspiró en otro entorno natural gallego para escribir su famosa obra “El bosque encantado”, bien podría transcurrir este libro entre las arboledas profundas y mágicas de Triacastela. Fresnos, chopos, castaños y robles cobijan del sol a frondosos líquenes y helechos que invaden y trepan las paredes de los pequeños templos que salpican el paisaje que rodea esta localidad: la capilla románica de San Adrián, la capilla de los Remedios en la vecina Pasantes, la ermita de San Mamede o la iglesia Parroquial que dio nombre a Triacastela por sus tres pequeñas torres. Medioambientalmente, el concejo presume de tener uno de los ecosistemas vegetales más sostenibles de Galicia, porque su flora es básicamente autóctona y no se ha visto invadida por especies foráneas como el eucalipto. Hay varias rutas que puedes hacer para disfrutar de este esplendor natural que además, aunque varía de color, no
desaparece en ningún momento del año, teniendo cada estación su particular encanto. Realmente espectacular es la ruta de Queixadoiro a Pasantes. Más o menos a cuatro kilómetros de la plaza del primero se abre una parada imprescindible: un mirador que es una auténtica ventana a la cadena montañosa del Oribio. También desde Triacastela y sólo a 1,7 kilómetros andando te topas con la ermita de San Mamede, desde donde no es difícil ver aves rapaces. Puedes encontrar toda la información sobre estas rutas con más detalle en la página web del Concejo de Triacastela. Triacastela es un municipio situado en la provincia de Lugo (Galicia, España) en la comarca de Sarria y en el Camino de Santiago.1 A mediados del siglo XIX se le denominaba Triancastelaen, en varios privilegios es citada con el nombre de “Triacastelle” o “Triacastelle Nova”, otros documentos entre ellos la más antigua guía de peregrinos el “Códice Calixtino” figura “ Triacastellus”.2 Varios reyes y miembros de la nobleza tuvieron relación con la villa. El máximo benefactor fue el rey Alfonso IX (1188-1230) donde se dice que incluso paso algún tiempo. En el lugar de San Pedro de Ermo, se encontraba el monasterio de San Pedro y San Pablo que fue fundado por el conde Gatón del Bierzo. En 919, el rey Ordoño II de León y su esposa la reina Elvira Menéndez confirmaron al monasterio y a su abad las donaciones que el conde Gatón, abuelo de la reina, había hecho y las incrementaron con libros y alhajas.3 También concedió al cenobio la villa de Ranimiro.4 Según el INE la población en 2015 era de 699 habitantes. En el lugar de Cancelo se encuentra la Cueva Eirós donde se encontraron restos de Homo neanderthalensis. En Cancelo también se encuentra la Iglesia de San Cristovo de Cancelo que cuenta con pinturas del siglo XVI. Las pinturas representan la Última Cena y varios pasajes de la Pasión de Cristo.