El poder de la palabra Lucas 24:32 “Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las escrituras?”
Desde el génesis comenzamos a darnos cuenta de que Dios solamente con su palabra comenzó a crear, y esto es grandioso porque nos demuestra que sus palabras tienen poder, tanto para atraer, para crear, para sanar etc. Dios “dijo”: Sea la luz y fue la luz. “Dijo Dios”, esto es lo grandioso que él tan solo lo decía y se hacía. Hoy es necesario de que comencemos a escuchar su voz, a través del espíritu para que veamos milagros en medio nuestro, es necesario que haya gente que escuche la voz de Dios, como hemos aprendido Dios hablaba a Moisés, pero la voz salía del arca, si queremos escuchar su voz, y hacer su voluntad es necesario estar en su presencia. Elías dijo: Vive Jehová en cuya presencia estoy, para que un profeta, pudiera cumplir con su ministerio y hablar lo que Dios decía tenía que estar en la misma presencia de Dios. ¡Ay de aquellos que dicen Dios dice y Dios no ha dicho nada! Hay que entregar verdadera palabra. El Señor bendiga a los varones y hermanas que profetizan lo que Dios dice y no lo que ellos piensan, porque hay que vivir por la palabra. Dios a través de Jeremías dice: ¿No es mi palabra como fuego y como martillo que quebranta la piedra? Esta pregunta solo su iglesia puede responderla porque cuantos corazones han sido quebrantados por el poder de su palabra, cuantos enfermos han sido sanos por el poder de su palabra, si tan solo creemos a su palabra ella hace su obra. La palabra es la única que puede cambiar mentes, es la única que puede obrar en la gente, no es nuestro esfuerzo, no es nuestro pensamiento, ¡Es la poderosa palabra de Dios! La epístola a los Hebreos no se equivoca en decir en el capítulo 4:12 “La palabra es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta a partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón, y el verso 13 dice: “Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia”. Solo viviendo en su presencia podemos encontrar la respuesta que buscamos. Balaam dijo en una oportunidad “Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló ¿Y no lo ejecutará? La respuesta es simple desde el principio Dios ha dicho y se ha cumplido, hoy sigue hablando pero falta gente que crea en sus promesas. Personas que le crean. Un centurión creyó en Jesucristo y fue tan grande su fe, que cuando estaba enfermo su querido siervo, envió a unos ancianos a rogarle que le sanara a su siervo, Jesús fue con ellos y cuando estaba cerca de su casa el centurión le envía a unos amigos a decirle lo siguiente: “Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano. Lo que reconoce el centurión es que solo la palabra del Señor tiene tanto poder que puede sanar, ¡No hay métodos, no hay fórmulas, no hay sistemas, es solo el poder de la palabra de Dios!, la iglesia no puede caer en el grave problema que cayó el pueblo de Israel en los tiempos de Elí, la palabra nos muestra que en esos días “la palabra escaseaba” y esta es la causa por la cual el Señor se ve en la obligación de levantar a otro ungido, Samuel. En estos días es en donde la iglesia no puede perder la visión, no puede perder la confianza, no podemos desfallecer, ni mucho menos dejar de escuchar las palabras que tiene Dios para con nosotros. Jesús luego de ver a sus discípulos que no habían pescado nada, les dice a pesar de las escusas de ellos en Lucas 5:4, Simón: “boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar” es entonces cuando Pedro responde en el verso 5, Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. En Pedro encontramos obediencia, lo que más nos cuesta como hombres es obedecer a la palabra, pero lo que me agrada es que estamos en la voluntad del Señor, si
estamos en este lugar es porque No le elegimos nosotros a él, él nos eligió a nosotros. Quisiera decirle que estos caminantes, como les describe la biblia, que se dirigían hacia Emaús, tenían sus ojos velados para que no conociesen a Jesús, pero a pesar de esto, ellos se dieron cuenta que cuando les hablaba sus corazones ardían, Lo que ellos reconocen es que esas palabras tenían algo diferente, en una oportunidad querían prender a Jesús y los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos y ellos le dijeron: ¿Por qué no le habéis traído y los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! La palabra acompañada por unción, es la única capaz de podrir el yugo. Atendamos a la poderosa palabra de Dios. Valoricemos lo que tenemos, la palabra es como antorcha que alumbra en un lugar oscuro y si en nosotros hay tinieblas la palabra de Jesucristo puede disiparlas. Debemos leer la palabra para ser sabios, debemos creerla para ser salvos, y debemos obedecerla para ser santos. Aleluya..!!!