“El amor en la naturaleza.” El ocaso que miro, anuncia la alegre armonía de la naturaleza. Se desnudan sus entrañas y se aferran a mis pupilas para no dejarme partir. Y ahí me mantienen, adormecida por sus encantos, abriendo mi esperanza de abrazar a cada instante el tierno amor. Evocando, bajo su amparo me encuentro a aquel amor que me conquisto. Como ave la vi llegar hacia mi alma, y así se clavo en mis entrañas. Amor tan bello, parecido a la inmensidad del canto de un mar, y al misterioso elixir que emana de sus labios como el misterioso adormecer de la música del mar latiente. Fuego encendido de lunas ermitañas. Así me tienen tus manos y tus ojos airados. Soy enamorada peregrina de tus encantos, de tu caricia y besos perpetuos. Bebemos de las lunas de nuestros cuerpos, hacemos de nuestra alma, la más hermosa puesta de sol que anhelaban las montañas. El ocaso que miro, se despide al mismo tiempo que mis evocaciones me llevan al clímax de una caricia.
“FRIO” ¡Guárdame un abrigo para cuando sienta frío! Mientras, yo acumulare leña para encender siempre nuestra chimenea. Y cuidare de que no se humedezca. Trataré de tejer el manto de tu alma todos los días, y le regalare a la luna, que habita tus ojos una lucecita de estrellas para que nunca se apague. ¡Guardaré aquella luz que tienes en el alma, y la guardaré sin cerradura para que siempre sea libre y vuele tu espíritu cada día! Pintaré bajo el amparo de tu voz, mil paisajes musicales, con colores libres y cuidare del lienzo donde plasmaré tu belleza. ¡Te guardare un abrigo! Para cuando lo necesites. Y recitare bajo el amparo de las montañas mil versos a tu morada.
PEQUEÑA REFLEXION “A veces la vida te da cosas que no fueron requeridas, son tan solo frutos de nuestras acciones; sean buenas o sean malas, somos los tejedores de nuestra propia vida. Gabriela González”