El Mapa No Es El Territorio Ebook

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EL MAPA NO ES EL TERRITORIO

© Agencia Editorial FUGA © Ismael Gavilán, 2007 «EL MAPA NO ES EL TERRITORIO» DERECHOS RESERVADOS Registro de propiedad intelectual Inscripción Nº 111.170 I.S.B.N Edición al cuidado de: Angela Barraza Risso Diseño de portada: Arturo Ledezma Martínez Diagramación: Agencia Editorial FUGA www.editorialfuga.cl Impreso en Chile Colección E-book nº3

EL MAPA NO ES EL TERRITORIO ANTOLOGÍA DE LA JOVEN POESÍA DE VALPARAÍSO

e-book

Recopilación y prólogo: Ismael Gavilán Muñoz

EL MAPA NO ES EL TERRITORIO: NOTAS EN TORNO A LA POESÍA JOVEN DE VALPARAÍSO I Dar cuenta de la poesía escrita en Valparaíso pareciera ser fácil: por un lado, Valparaíso es una palabra que de una u otra forma evoca una atmósfera de disolución sensorial, espontaneidad deslumbradora y asombro permanente para quien descubre sus calles y cerros de ritmo ondulante. Aquella atmósfera, vinculada de distintas maneras a un concepto patrimonial que tiende asociar una palabra a un lugar, a un paisaje, a un modo de ver las cosas en su herrumbre disociativa y de carácter arqueológico y pasatista es, qué duda cabe, el sitio perfecto para haber erigido la institucionalidad cultural de nuestro país (sea lo que signifique eso)1. Por lo tanto, el viejo ideal romántico de vincular la productividad artística con un espacio determinado, sigue vigente a la hora de ver por vez primera lo que en Valparaíso o en sus alrededores se escribe en materia poética. Es algo similar a lo acontecido cuando se deben precisar las pertenencias de cual o tal autor respecto al país que habitan. De ahí a la pretendida representatividad hay sólo un paso y a esas clasificaciones de sospechosa factura, tal vez dos: poesía chilena, poesía peruana, poesía santiaguina, poesía de provincia...poesía porteña (como si se olvidara que el único habitar posible para un poeta es el lenguaje). Por otro lado, si unimos eso al viejo mito, también de raigambre romántica, acerca de la identidad entre la producción artística (la poética en este caso) y el sujeto que habita un lugar, sin duda obtendremos pingües dividendos a la hora de desear enmarcar, clasificar o explicar la naturaleza específica de cualquier desarrollo poético de la índole que sea. Por supuesto que clasificar, enmarcar y explicar no son el paso previo del comprender y mucho menos del entender. Pero más allá de la evidente oferta de sociología barata que se plantea en ese tipo de gesto ordenador, lo que resta, a nuestro parecer, son meras aproximaciones para tantear o

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bosquejar un mapa que de ninguna manera es definitivo. Y no olvidemos: el mapa nunca es el territorio. Tal vez estas premisas sean necesarias a la hora de dibujar ese concepto siempre aleatorio y que, hasta nueva innovación y por mera comodidad, denominamos poesía porteña o con una pretendida –y nunca lograda- precisión poesía escrita en Valparaíso (y que puede y debe ensancharse más allá del detalle geográfico). De esta escena, lo que nos interesa a la hora de escribir estas notas, es dar cuenta de la productividad de poetas que caben dentro de un concepto cronológico de juventud y que con generosidad se encuentran entre los 20 y los 39 años aproximadamente.2 Tan vasto panorama de confluencias vitales y por ende, disímiles, quizás puedan ser apreciadas desde dos perspectivas cronológicas que, de ninguna manera, son infalibles. Por un lado tenemos a los poetas que, nacidos entre mediados de la década del 60 y la primera mitad de la década de los 70, conformarían lo que se ha denominado generación de los 90.3 Por otro, tenemos poetas que nacen entre fines de los años 70 y mediados de los años 80 y que por mera acomodación llamamos novísimos. 4 Es así que los poetas de Valparaíso y su productividad escritural pueden y deben ser comprendidos dentro del contexto mayor de la poesía escrita en Chile actualmente como parte de un escena que, sin duda, debe plantearse como polifónica, más allá de indagar filiaciones de suyo evidentes y a ojos vista, pero que no se encuentran exploradas y mucho menos sistematizadas. Esas filiaciones requerirían, en nuestra opinión, un ejercicio de lectura comparada que debiese asentar sus premisas en el diálogo entre las producciones textuales de los autores para, a partir de ahí, establecer o clarificar su encuentro, primero con la poesía escrita en Chile en las últimas décadas y segundo con la poesía hispanoamericana y universal. (Nada nuevo ni innovador hay en esto, pero se nos olvida a veces que la poesía no sólo posee el rostro de la novedad, sino también la del diálogo de altura y en que, dadas las opciones socio-políticas de la actualidad, el adanismo resulta ya no ingenuo, sino de mal gusto) Con estas ideas preliminares es posible advertir que en Valparaíso

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existen, hoy por hoy, una serie variada y amplia de poetas que articulan su decir en las perspectivas cronológicas que se han planteado. De aquel modo se observa, en primer lugar, a poetas que a fines de los años 80 y durante la década de los 90 hacen su aparición y que, en la actualidad, consolidan sus proyectos individuales de la más distinta forma. Se puede dar inicio a una enumeración somera y apresurada mencionando a Sergio Madrid (1967) y a Sergio Muñoz (1968) que habría que considerar autores de una especial relevancia a la hora de querer establecer una orientación que disponga articulatoriamente la productividad poética existente desde los 90 en relación a lo realizado en la década inmediatamente anterior, ya por sus filiaciones escriturales como por su participación en colectivos con arraigo en la escena porteña de mediados o fines de los 80. A ellos –y por mero acomodo cronológicohabría que agregar a Enoc Muñoz (1970); Enrique Morales (1970); Marcelo Pellegrini (1971); Felipe Hernández (1973); Ismael Gavilán (1973); Eduardo Jeria (1977), Cristian Geisse (1977) y Jorge Polanco (1977) entre varios más que, desde mediados de la década de los 90, hacen su aparición paulatina en este panorama. Sin embargo, ya esta lista queda rezagada a la hora de plantear la necesidad de apertura hacia otras latitudes, pero que no caben, hasta cierto punto, dentro del concepto Valparaíso como figura o espacio congregador. Esto se deja en evidencia cuando se rastrea la productividad de los autores recién nombrados y en donde algunos no son residentes de una ciudad asumida como símbolo, sino que se desplazan hacia otros lugares tanto físicos como mentales (Pellegrini en Estados Unidos, Enoc Muñoz en Alemania, Hernández entre España y Tánger, etc) y que, sin duda, permiten ver la categoría aleatoria de ese concepto mal denominado poesía porteña, por lo menos, como algo difuso y quizás hasta equívoco. En este sentido, la palabra Valparaíso tal vez suena como una desafortunada varita mágica en su pretensión de abrir horizontes de significado que permitiesen la aglutinación coherente de tal diversidad de autores y sus respectivas obras en proceso de difusión y publicación. Tal vez –y valga esto como mera hipótesis de trabajo- la palabra Valparaíso

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pueda escapar a su administración patrimonial –referido a lo poético al menos- convertida en metáfora de un concepto de puerto, es decir, en tanto palabra plurisignificativa en la entrada y salida de discursividades que no se ligan a un referente territorial explícito. Quizás por ello en estos poetas (como en otros de su generación, oriundos de Santiago: pensamos en Alejandra del Río residente en Alemania, en Marcelo Rioseco, residente en Estados Unidos, lugar donde han ido a parar por estudio o destino, David Preiss y Cristián Gómez, por ejemplo) el nomadismo implica un modo de buscar y asumir la individualidad poética, un desplazamiento vital o imaginario (y en varios/as ambas cosas a la vez) acrecentado asimismo por medio de diversos procesos paralelos de identificación, como pueden ser el ejercicio de la traducción y el de la lectura de rescate de grandes poetas chilenos del siglo XX5. Simultáneo a esto, la presencia de algunos poetas, originalmente pertenecientes al circuito santiaguino y que por distintas razones se han radicado en la zona o han estado de paso antes de emigrar al extranjero como son los casos de Carolina Celis (1977) y Mario Ortega (1975) que tienen su opera prima ya publicada (Electra de 1996 en el caso de Celis y La leyenda de las sangre y Animal roto de Ortega de 1995 y 2000, respectivamente) amplían este panorama hasta convertirlo en un calidoscopio de interesante y no resuelta definición. Por otro lado, esa apertura se consolida asimismo en varios poetas que residen en la misma región de Valparaíso, pero que, como opción o destino, han preferido dar cuenta de su proyecto poético en relación a lo que podría denominarse el valle del Aconcagua. Tenemos entonces el contrapunto ideal a una poética porteña (fantasmagórica o no pensada con la soltura teórica suficiente) y que escarba, explora o critica las variantes láricas otorgadas por Jorge Teillier, Rolando Cárdenas y Efraín Barquero. En este otro grupo de poetas es posible dar cuenta, entre varios, de Cristián Cruz (1973) y Felipe Moncada (1973), cuyas obras en creciente circulación, no sólo en la zona de la cual son oriundos o viven, sino también en Valparaíso y Santiago, es testimonio de la permanente y

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a veces casi silenciosa labor de los poetas de provincia. A ellos habría que agregar a Carlos Hernández (1973); Marco López (1968); Camilo Muró (1974) y Patricio Serey (1974) con quienes mantienen un interesante diálogo de contraste y complementación en lo referido a opciones lingüísticas, imaginarias y de sentido.6 Estamos así, en presencia de un variopinto grupo de poetas que bordean los treinta años de edad y con proyectos poéticos en vías paulatinas de consolidación, ya con la publicación de sus libros, ya con la inclusión en antologías a nivel regional y nacional, algunos con reconocimientos públicos de primer orden (como premios y becas) que, en sí mismos, son simples datos externos que no condicen y mucho menos condicionan una labor ejecutada concienzudamente en casi todos ellos y que, salvo excepciones, aún no han despertado un interés crítico de importancia en los medios de canonización mediática al uso (revistas, suplementos literarios, diarios, revistas electrónicas, etc). Caracterizar sólo medianamente tal cantidad de autores y obras y rastrear en estas últimas la peculiaridad de los proyectos que se plantean en relación a la realidad, el lenguaje y la imagen de subjetividad que articulan, es algo que dentro de estas líneas, sería una irresponsabilidad que desembocaría en equívocos mayores. De modo provisional es posible decir que a estos poetas hay que leerlos, no sólo entre ellos, sino también dentro del contexto mayor de la denominada generación de los 90, haciendo dialogar sus poemas con lo más representativo y valedero de poetas tales como Javier Bello, Andrés Anwandter, Germán Carrasco, David Preiss, Armando Roa, Alejandra del Río, Antonia Torres, Kurt Folch entre varios más y, a partir de esa eventual visión de conjunto generacional, establecer las pautas de lectura al relacionarlos con la poesía escrita en Chile en los últimos 50 años por lo menos y con la poesía hispanoamericana y universal del mismo periodo, sin olvidar, por supuesto, su diálogo siempre presente con poetas de Valparaíso inmediatamente anteriores a ellos (como pueden ser Pablo Araya, Marcelo Novoa, Álvaro Báez, Arturo Morales, Luis Andrés Figueroa, Alejandro Pérez, Eduardo Correa, Ximena y Guillermo Rivera,

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entre los más interesantes) Es así que los jóvenes poetas de Valparaíso desde los 90 establecen una apertura hacia un universo de significados diversos, pero que no se ven en la necesidad de buscar obligatoriamente una identidad territorial de referentes explícitos (la ciudad de Valparaíso como piedra de toque) lo que no implica dejar de reconocer lo aleatorio de los espacios definidos con demasiada premura o dejar, a su vez, de advertir la experiencia de la ciudad, -matizada de distinta forma en la peculiaridad de los proyectos poéticos de los autores en cuestión- como algo capital a la hora de plantearse ante sí mismos y la poesía que escriben con toda la contradicción problemática y productiva que ello trae como lo muestra la poesía de Madrid, Pellegrini, Sergio Muñoz, Morales y varios más. En lo que respecta a los poetas nacidos entre fines de los años 70 y mediados de los años 80, es poco y difuso lo que puede decirse. De modo preliminar es observable, desde fines de los 90 y con la entrada en el nuevo siglo, el surgimiento de una gran cantidad de poetas, varios de ellos aún en ciernes respecto a la búsqueda de un lenguaje poético que les caracterice, pero que sin duda llevan a cabo esa búsqueda de la más diversa manera y con resultados variables. En un listado inacabable, y por ende al borde de la irresponsabilidad, es posible mencionar a Gladys Mendía (1975), Florencia Smiths (1976), Francisco Vergara (1977), Marcelo Soto (1978), Constanza Ceresa (1978), Claudio Gaete (1978), Danny Núñez (1978), Karen Toro (1980), Marcela Parra (1981), Rodrigo Arroyo (1981), Gonzalo Gálvez (1982), Raimundo Nenén (1983), Daniela Giambruno (1984), Diego Alfaro (1984), Mariela Trujillo (1985), Alberto Cecereu (1986), entre muchos otros.7 En una situación que al parecer reproduce, pero no imita, con voz propia lo acontecido en el resto del país, podemos en primera instancia efectuar un sondeo de las referencias de estos jóvenes poetas para establecer algunas líneas interpretativas de absoluta provisionalidad. En primer lugar, llama la atención y no como un mero hecho externo, la procedencia de los autores, pertenecientes todos al ámbito universitario y

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pre-universitario, ya como estudiantes, ya como recién egresados de alguna carrera. Coincidencia o cálculo, este dato sirve para disponer el espacio de común convivencia donde la experiencia literaria se acrecienta, profundiza o por efecto contrario, sirve de estímulo para salir del asfixiante círculo de la rutina. Varios de ellos estudian o han estudiado letras o literatura (Karen Toro, Florencia Smiths y Raimundo Nenén en la Universidad de Playa Ancha; Marcelo Soto en la Universidad Católica de Valparaíso; Gladys Mendía en el extranjero: Venezuela, Diego Alfaro en Santiago) o alguna carrera humanística (Claudio Gaete, psicología; Gonzalo Gálvez, derecho; Alberto Cecereu, historia; Danny Núñez, filosofía) o arte (como son los casos de Rodrigo Arroyo y Marcela Parra, que simultáneamente a ejercer como poetas, lo hacen como artistas visuales dentro del contexto que al respecto existe en la zona), pero ello no significa en absoluto que la búsqueda poética que efectúan se encuentre bajo el alero de la institucionalidad universitaria. La rareza de las manifestaciones públicas, ya de divulgación o publicación dentro de este ámbito, constituyen la nota común salvo contadas excepciones8 y, en el momento de alguna declaración pública, estos jóvenes, quizás, estarán dispuestos a concebirse como estudiantes o egresados más que como poetas. Esta aparente timidez ante el escenario social que les toca vivir (donde el adjetivo aparente, enmascara actitudes críticas y hasta contestatarias de la más diversa índole y que se cristaliza en el variado tono de asumir la escritura poética) pareciera ser una característica común en el desenvolvimiento de los cultores de la novísima poesía joven de Valparaíso. Al parecer para nuestros autores los espacios no son habitables como instancia de una palabra transformadora, dialogante o de perspicacia crítica que no quede encerrada en los límites de la especialización profesional o en un vitalismo en desarrollo. A diferencia de los poetas de décadas pasadas (y tenemos en mente a la denominada generación del 60) estos poetas, como primera impresión, se retrotraen al discurso de lo privado y a la búsqueda de distintos lugares para la posibilidad de intercambio y lectura, ya sea en bares, casas o talleres. A escribir se aprende leyendo y en el constante

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fluir de la experiencia compartida con los pares. De aquel modo no es raro que el lugar donde se efectuó una de las primeras develaciones públicas de estos poetas, haya sido también el lugar que en su momento propició el que se conocieran como personas y se reconociesen como compañeros en la ruta poética. En este sentido no deja de ser sintomático que la mayoría de estos jóvenes hayan frecuentado el Taller de Poesía que la Fundación Neruda mantiene en el centro cultural La Sebastiana. Pero este punto de referencia no es, obviamente, el único para intentar una aproximación en lo que respecta a este tema. También es posible hacer un seguimiento a los Talleres Literarios de la Fundación Balmaceda 1215 que desde 2000 en adelante se ha instalado en Valparaíso con una nutrida participación de decenas de jóvenes que con mayor o menor fortuna han persistido en este escenario. Asimismo la actividad permanente (lecturas de poemas, conferencias, cafés literarios u otras análogas), pero rara vez reconocida y con dificultades materiales enormes, efectuada al interior de algunas universidades de la zona, centros culturales, bares, pubs o en instancias un poco más informales, habla de una multiplicidad que, sólo como conjunto, es abrumadora.9 A su vez el desarrollo de pequeñas editoriales en proceso de lenta consolidación como La Cáfila o El espejo de Tinta (nacidas originalmente al alero de la Universidad de Playa Ancha y de la Católica de Valparaíso, respectivamente) reiteran un gesto que, si se afianza, puede convertirse en una bella tradición, ya que es posible conectar esas iniciativas con otras que tuvieron en Trombo Azul de mediados y fines de los años 80 y a Bogavantes en la primera mitad de los 90, un antecedente primordial, pero que en la actualidad han desaparecido. Los puntos de encuentro existen, las manifestaciones públicas, aún en su efímera consistencia, son identificables. Todo ello lleva a reflexionar sobre algo un poco más capital: la mayoría de los poetas novísimos posee un proyecto de publicación o han sido incluidos en alguna de las antologías que en la región han aparecido en los cinco últimos años o ya han dado el paso de sacar a luz su primer libro. En este sentido Karen Toro, Alberto Cecereu,

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Raimundo Nenén y Claudio Gaete llevan la delantera, pues poseen un bagaje bibliográfico incipiente, pero no menos atractivo: inclusión en revistas, antologías, invitaciones a diversos encuentros poéticos a nivel nacional, lecturas públicas no sólo en la Quinta Región y la publicación del primer libro. Sin embargo, estos datos no deben obnubilarnos, sólo son la exterioridad de un trabajo intenso, casi secreto que todos llevan a cabo y que, a la hora de concretizarse adecuadamente, logra su cauce natural en el proyecto de la obra cincelada con paciencia. Tal vez esa es una característica que los une más allá de las evidentes diferencias de estilos (o su búsqueda): lecturas y modos de trabajo. Cada uno de estos jóvenes poetas puede dar cuenta de un proceso escritural de lúcida coherencia, donde con variantes nacidas de la voluntad, el interés o la reflexión en ciernes, muestran la articulación paulatina de un tono o manera de abordar o especular acerca de los fundamentos de su experiencia y su trasvasije en materia poética. Porque cuando hablamos de lucidez nos referimos, tanto en estos poetas novísimos como en los denominados poetas de los 90 a la autoconciencia que todo autor novel o con una obra poética en pleno desenvolvimiento, posee de su tradición inmediata o de la que está más atrás de su generación anterior y ,por otro lado, a la certeza de saber actuar con el lenguaje en vistas de una búsqueda expresiva, teniendo presentes las posibilidades y los límites de esa misma búsqueda, es decir, el conocimiento de la(s) tradición(es) poética chilena y universal, como asimismo el esmerado trabajo de taller ya en la conversación de bar o de casa como al interior de instituciones como la Fundación Neruda, la Fundación Balmaceda o recintos universitarios. Tal vez las características que estos poetas presentan, cada cual con la intensidad que le otorga como opción de vida y no como mero pasatiempo, entretenimiento, “hobby” o, lo que es peor, como una extraña y errática búsqueda de posicionamiento público, sean las que les diferencien sustancialmente de varios de sus congéneres de edad similar. Es evidente que ellos no son los únicos “poetas jóvenes” de la Quinta Región y como estas líneas han intentado mostrar, ponen en

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más de un aprieto a quien desee caracterizarles como poetas porteños. El fenómeno de la poesía sopla con fuerza en las direcciones y vastedades más disímiles. Y sin embargo, varios de ellos se plantean la labor poética con esa seriedad que marca a los que deciden surcar estos rumbos. Varias ideas se desprenden de aquello: ¿los poetas admitidos cronológicamente en la juventud deben tener una postura preestablecida para dar cuenta de su labor?, ¿es acaso impropia la “seriedad” en poetas de 20 años?, ¿es acomodaticia en poetas de 30? Parece anodino y estúpido responder tales cuestionamientos para quienes han experienciado la Poesía como compleja trama de vinculaciones vitales e intelectuales. No obstante, el prejuicio, al parecer generalizado, de identificar la juventud con carencia de rigor, superficialidad y falta de compromiso es una idea no tan lejana a nuestra realidad y se vuelve un obstáculo crucial al instante de valorar con alguna imparcialidad, la obra que estos autores efectúan en el secreto taller de lo cotidiano. A pesar de todo eso, estos poetas son voces que aguardan con paciencia el momento propicio para dar lo mejor de sí. La poesía tiene su tiempo, su propio ritmo interior. Si es de aquel modo, ningún obstáculo o mal entendido puede trastocar o limitar el desarrollo natural de voces como éstas. El tiempo del mundo, con su publicidad, sus requerimientos y sus exigencias, son detalles que pasarán. La poesía que escriben y escribirán estos poetas, ciertamente no.

II Tal vez convenga enunciar algunos criterios de selección y ordenamiento para que el benévolo lector disponga para sí, una imagen de la que de todas formas puede prescindir. Respecto a la selección: por supuesto que esta no es la poesía “joven” de esa palabra que pensamos metafóricamente y que se llama Valparaíso. En absoluto. Toda pretensión de representatividad en el más clásico sentido del término es ajena a nuestra voluntad consciente,

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al menos: no son todos los que están, ni están todos lo que son. Pero digamos en nuestra defensa que, a estas alturas, ya no puede esperarse una objetividad investigativa en lo que respecta al esclarecimiento de una pretendida escena. Tal vez a lo que se puede aspirar, y reconociendo la humana falencia de la reflexión asentada en la temporalidad, es a lo sumo, a la articulación de una versión organizada de una serie de discursividades poéticas que encontramos interesantes y que implica, en otros términos, apreciarlas como poseedoras de un rigor lingüístico-imaginativo aunadas a una capacidad retórica de encarnación significante que suscita un atractivo a nuestra lectura. La selección no es tan arbitraria como puede parecer: una antología con treinta nombres es viable y quizás hasta seria, no sabemos si una de cuatrocientos –hecha la excepción de la Antología crítica de la poesía chilena de Naín Nómez- lo fuese. Pero en lo que respecta a nuestras historias locales, por un lado el presente trabajo pretende circunscribir un mapa que en las versiones de antologías dedicadas a “poetas jóvenes” es difuso y sin ninguna claridad en los criterios que las articulan –salvo la voluntad expresa de representatividad zonal y de edad que manifiesta Felipe Moncada en la introducción a la antología Poesía Nueva de San Felipe de Aconcagua, ed cit-, dejando a la sagacidad del lector la tarea de construir –u omitir: es lo mismo en estos casos- las pretendidas orientaciones de ordenamiento de tales inventarios. Por otro lado, la presente antología desea comenzar donde la que elaboró Carlos Henrickson y que publicó revista Aérea en sus números VII y VIII de 2004 y 2005, respectivamente, concluyó: en la poesía escrita por los autores más jóvenes que surgen en nuestra escena local desde mediados y fines de los 90. Por lo demás, tal como manifiesta el apartado anterior, no es posible entender la poesía que se está haciendo en la actualidad por los autores reunidos en estas páginas, si no se le relaciona con lo que se ha escrito en décadas anteriores. En este sentido, el trabajo realizado por Henrickson es un punto de referencia ineludible para comprender el desenvolvimiento de la poesía entre nosotros, trabajo al que se le une por

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referencialidad complementaria la publicación de Obra poética de Ennio Moltedo a cargo de Claudio Gaete y Guillermo Rivera y que permite al fin- tener a mano la poesía de uno de los poetas más importantes de Valparaíso y de Chile de los últimos cincuenta años. Respecto al ordenamiento: llegada la hora de organizar la multiplicidad de nombres y de obras que resultaron de nuestro escrutinio, se intentó establecer un relativo equilibrio entre ambos: en general, la antología está organizada en tres grupos, siguiendo el criterio de obra publicada y recepción de lo escrito. Es así que en el primer apartado se incluyen diez poetas poseedores de dos o más publicaciones bajo el formato de libro ya autoeditado, ya bajo el auspicio de una editorial. Se tuvieron en cuenta también las referencias críticas que tanto en diarios, revistas y revistas electrónicas estos autores poseen con mayor o menor cantidad y densidad descriptiva o interpretativa. En aquel sentido, estos diez poetas no podrían ser considerados como “promesas”, sino como autores de una obra en paulatina o ya asentada consolidación. El segundo apartado reúne a ocho poetas. Todos poseen un libro publicado bajo el mismo principio de la autoedición o del auspicio editorial, tienen otro libro en preparación y/o incluyen sus textos en revistas, antologías u otras manifestaciones análogas. En general, la recepción crítica de estos autores es escasa en los medios al uso y ciertamente varios de ellos llevan a cabo un trabajo más que interesante (Polanco, Gaete, Toro, etc). El tercer apartado junta a doce poetas que permanecen relativamente inéditos: ninguno ha publicado su primer libro, pero varios de ellos poseen uno (o varios) en preparación y sus poemas, en la mayoría de los casos, han sido incluidos en revistas de diverso soporte (ya electrónico, ya tradicional) o aparecen en alguna antología de la zona o de carácter nacional. La recepción crítica de lo que escriben es inexistente, lo que no niega una validación pública de estos autores a través de encuentros, lecturas o actos similares tanto en Valparaíso, sus alrededores y en Santiago u otras zonas del país. Para concluir sobre el ordenamiento, estos tres apartados en que se plantea la antología se encuentran, a su vez, organizados cada uno,

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cronológicamente autor por autor. En ese sentido la antología comienza con Sergio Madrid, nacido en 1967 y concluye con Mariela Trujillo, nacida en 1985. Quizás una de las falencias respecto a la organización interna de la antología que podemos vislumbrar por ahora, es lo que se refiere al material crítico provocado por la recepción de lo escrito por todos estos poetas: varios artículos, notas y observaciones provenientes de los más distintos medios, pero en lo primordial, revistas electrónicas o blogs y sitios de internet. El encuentro de todo ese material, aunque escaso y de breve extensión, fue algo no esperado y que, al desbordar los objetivos iniciales de este proyecto, no pudo ser incluido: eso haría de esta antología otro tipo de trabajo en dos volúmenes. Pero en esto se puede vislumbrar una tarea futura para un lector de obsesiones relativamente similares a las nuestras. Para concluir queda por agradecer, en primer término, a cada uno de los poetas que aparecen en estas páginas por su confianza, por su paciencia en tolerar las reiteradas advertencias y comunicados del antologador y por su buena disposición en aceptar casi todo tipo de sugerencias a la hora de revisar los poemas y los textos que, pomposamente y con un dejo de humor, llamamos “poéticas” y en particular a Jorge Polanco, Sergio Muñoz, Eduardo Jeria, Gonzalo Gálvez y Danny Núñez, cuyas observaciones, conversaciones y agudeza crítica respecto a la totalidad del proyecto, manifestadas en distintas oportunidades a través de tantos meses nos fueron muy útiles. Agradecer, asimismo, el intercambio de impresiones respecto a este trabajo y sobre la poesía chilena en general que se ha llevado a cabo en el Seminario de Reflexión Poética del centro cultural La Sebastiana durante 2005 y 2006, especialmente el saludable y “postmoderno” escepticismo crítico de Claudio Gaete y Rodrigo Arroyo, cuyas opiniones al representar, la mayoría de las veces, la antípoda de nuestras propias convicciones críticas y hermenéuticas, las han matizado en el contexto del necesario debate a existir en la pequeña sociabilidad literaria de la que somos parte. Agradecer, asimismo, en la distancia, al fluido diálogo que desde hace más de doce años mantenemos con el poeta

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y ensayista Marcelo Pellegrini, tanto en torno a esta antología como sobre la vida toda. Con Pellegrini, en el verano de 1994-95, imaginamos la idea de una antología como ésta y que al concretarse en el actual proyecto, viene a ser un saludo a la fidelidad de los anhelos estudiantiles de hace ya más de una década. En segundo término, agradecer a Agencia Editorial Fuga por su interés y apoyo para sacar adelante esta iniciativa, permitiendo que posea rostro y forma. Finalmente, agradecer al reducto subjetivo que recoge nuestra intimidad: a la familia que formamos Carmen Gloria, Deysha, Gonzalo y yo como necesario espacio de resonancia de las reflexiones varias que, a través de estos años, han ido adquiriendo el sentido y el sonido de la poesía.

Ismael Gavilán / Valparaíso, verano de 2007.

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(Notas) 1 “(…) Esta preocupación repentina por la cultura, la identidad y el patrimonio por parte de aquellos sectores económicos que hasta no hace mucho sacaban un revólver cuando les hablaban de cultura, o (…) por sectores subalternos, es lo que ha llevado a George Yúdice a plantear que nos enfrentamos –en una paráfrasis de Foucault- a la emergencia de una nueva episteme. En ambos casos “la cultura es conveniente en cuanto recurso para alcanzar un fin”. En el primer caso (…) se trata de la generación de riqueza a partir de la puesta en marcha de las llamadas “industrias culturales”, pero también de otros fines no tan inmediatos, como lo son la pacificación social de zonas conflictivas mediante inyecciones de fondos para que desarrollen sus proyectos culturales, se comuniquen las diferencias y así crear condiciones seguras para la inversión, o como la formación de un “capital social” que estrene modelos de autogestión en vistas de una reducción del gasto social por parte de los estados (…) Es así como en Valparaíso se ha instalado una “memoria patrimonial” que tiende a disolver o volver invisible otro tipo de memorias (…) Se llega al punto en que los episodios pasados en los que nos reconocemos y encontramos nuestra permanencia son meras fosilizaciones de lo consumido por el turista (…) Por todas partes (y desde todas partes) escuchamos el siguiente imperativo: “debemos conservar nuestra identidad”. De tanto escucharlo terminamos por repetirlo, y de tanto repetirlo terminamos por asimilarlo como consigna. Así todo afán de coleccionista, anticuario o “retro” acaba encontrando una noble y fácil justificación (…)”: Aravena, Pablo; Cataldo, Bernardo; Contreras, Nayadet; Villanueva, Alejandra: Trabajo, Memoria y Experiencia: fuentes para la historia de la modernización del puerto de Valparaíso, Ed Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Universidad Arcis, sede Valparaíso, Centro de Estudios Interculturales y del Patrimonio de la Universidad de Valparaíso, Valparaíso, 2006, pp 18-19; pp 22-23. 2 El lector interesado en adentrarse con algo de precisión en el tema, que desee tener una visión panorámica en torno a la poesía escrita en Valparaíso, al menos desde los años 60 en adelante, puede remitirse, por el momento, a los siguientes textos, hoy por hoy, infaltables (pero no menos discutibles): Álbum de flora y fauna de Marcelo Novoa, Ed Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso, 2002; Zona Cero de Álvaro Bisama, Ed Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso, 2003 y la Introducción a la antología de poetas porteños efectuada por Carlos Henrickson publicada en revista Aérea n° 7, año VII, Stgo-Buenos Aires-Valparaíso, 2004. 3 Pareciera ser que la fiebre generacional es, por el momento, la manera más adecuada para aproximarse tentativamente a la lectura organizada de un corpus siempre cambiante. Sólo como referencia necesaria que espera su clarificación lúcida, es posible mencionar respecto a la vigencia del concepto de generación de los 90 los siguientes textos: el ensayo Los náufragos de Javier Bello, el artículo de Andrés Morales La poesía de los 90 en De palabra y obra Ed RIL, Stgo de Chile, 2003, la Introducción a la Antología de poesía chilena joven de Francisco Véjar, Ed Universitaria, Stgo de Chile, 1999; los diversos artículos de Julio Ortega que aparecen en Caja de herramientas, Ed LOM, Stgo de Chile, 2000. Entre las revistas creemos que sobresale, por la diversidad de artículos que tratan el

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tema, la revista Vértebra N° 7-8, Stgo de Chile, 2002 y recientemente el libro Confróntese con la sospecha: ensayos críticos sobre poesía chilena de los 90 de Marcelo Pellegrini, Ed Universitaria, Stgo de Chile, 2006. 4 Por el momento la única referencia que conocemos al respecto es el artículo de Héctor Hernández Montecinos publicado en la versión electrónica de revista Plagio en agosto de 2004 y algunos artículos de variada extensión de Felipe Ruiz V. que el lector puede consultar en el portal electrónico www.letras.s5.com 5 Si se tuviese que caracterizar de algún modo a la llamada generación de los 90, tal vez una forma sería el advertir en su producción poética, la ingerencia de dos fenómenos que adquieren en su interior, ciudadanía propia: la traducción de poesía de diversas lenguas con un marcado énfasis en la poesía de lengua inglesa como la lectura de rescate de poetas de antes de los 50, entre ellos Rosamel del Valle, Eduardo Anguita, Teófilo Cid, Jorge Cáceres, etc. 6 Referencias para dar cuenta de estos poetas y de varios más de esta zona de Aconcagua de la región de Valparaíso, son las antologías Clepsidra, San Felipe, 1997 y Poesía Nueva de San Felipe de Aconcagua, Ed La piedra de La Locura, San Felipe, 2003. A su vez, órgano de importante difusión, crítica y ensayo que de una u otra manera aglutina a estos autores es la revista La piedra de la locura de periodicidad diversa y dirigida por el poeta Felipe Moncada. 7 En estos poetas novísimos es posible rastrear una diversidad de origen que hace más interesante el cruce de perspectivas y desplazamientos vitales, ampliando las referencias de una eventual novísima poesía porteña metaforizada como “puerto”: Florencia Smiths oriunda de San Antonio y con arraigos entre Valparaíso, Santiago y su ciudad de origen; Constanza Ceresa a medio camino entre Santiago y Valparaíso ya por trabajo o estudios o como Diego Alfaro entre Limache, Valparaíso y Santiago por los mismos motivos; Claudio Gaete y Marcela Parra provenientes de Temuco y asentados a partir de 2004 en Valparaíso; Raimundo Nenén desplazándose desde Punta Arenas a Valparaíso y desde ahí a Santiago; Marcelo Soto enclaustrado en Casablanca y Quintero, pero con domicilio en Valparaíso, Gladys Mendía de viaje entre Venezuela, Santiago y Valparaíso, etc. 8 Una de las excepciones la conformó la Pontifícia Universidad Católica de Valparaíso que durante un par de años (2002-2004) alentó una editorial estudiantil: El espejo de tinta. A ella estuvo vinculado Gonzalo Gálvez y varios jóvenes poetas que siguen una carrera en esa casa de estudios. Ahí se publicó en 2003 Calabriadas, la opera prima de Cristian Geisse. Por otro lado la Universidad de Playa Ancha ha propiciado la publicación de sendas antologías poéticas de la más diversa extensión y calidad que reúne, generalmente a sus propios estudiantes. Asimismo la publicación en 2001 de la antología Creación desde la palabra de Arturo Rojas y Felipe Ugalde, patrocinada por la Federación de Estudiantes de la Universidad Técnica Federico Santa María, es un ejercicio desigual sin ninguna clase de criterio orientador de mínima calidad, sin embargo es representativa de la variada y no siempre oportuna participación e interés de las Universidades de la zona en torno a la divulgación de lo escrito por los jóvenes poetas. 9 Por ejemplo las lecturas organizadas en pubs y bares: Bar La Playa, Pub Charles Baudelaire, Bar Proa al Cañaveral, La Piedra Feliz, etc ; el Café Literario de la Universidad Técnica Federico Santa María, en donde a su vez, se lleva acabo un Taller de Poesía dependiente de la Federación de Estudiantes y varias otras iniciativas de morosa enumeración.

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SERGIO MADRID 1967

El mapa no es el territorio

Advertencia del autor Soy de la idea de que existe una conexión entre la figura del secreto y la figura de la intimidad, donde la figura del secreto en el mundo del poder se vuelve la intimidad del poder (intimidad alienada en un mundo alienado), es decir, el momento narcisista en que el poder se observa y se desea a sí mismo en el espejo, momento del todo obsceno. Me parece asimismo que en tiempos posmodernos (preferiría decir “en tiempos del espectáculo integrado”), lo que se democratiza del poder es propiamente ese momento narcisista, bajo la forma de la intimidad separada donde cada uno se consume a sí mismo bajo la falsa verdad del hedonismo. ¿Por qué falsa? Porque es la negación de la casa de cristal (firme y transparente como el cuarzo), que no es otra cosa que la ética. Es la época del yo. Recojo en trágico detournemont el desplazamiento propuesto por Lipovetsky de la frase de Rimbaud “Hay que ser absolutamente moderno” a la de “Hay que ser absolutamente uno mismo”. ¿Acaso no es esa nuestra época, donde cada uno en la intimidad construye en secreto (y por separado) una negación posible de la vida? Ese día, esa época corresponde a estas páginas, que se disponen como un dispositivo por donde pueda fluir la vida y tal vez la historia.

Valparaíso, 2005

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Sergio Madrid

De El universo menos el sol, Ed La Linda Pelirroja, Valparaíso, 2000

El universo menos el sol esta es la noche en casa, en el tedio del hogar solo, fragmentado, haciendo un gesto raro a la comunidad imaginaria, en fin, es la noche rotulada la privacía, hora de reflexión o sueño es la calle también, porque te asomas y continúas hacia afuera como la noche, y no te sorprende ver que no ves. Y es el árbol también. Es el universo menos el sol. La intimidad apesta allá lejos en el cerebro qué se esconde en la forma del pez que se escurre de las manos allá lejos en la cabeza qué pájaros se derraman sobre el agua atormentada de los charcos es la letra también, roedora del vacío en la privacidad más enfermiza, agotada de tanta noche, detrás de la ventana ideando unas torpes palabras—

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El mapa no es el territorio

No ames la vida y morirás para siempre ¿acaso no fue el toro el origen del amor y de la guerra padre apócrifo de la bestia que llevamos dentro y sobre la cual danzamos? ni el toro ha muerto ni la bestia no hubo héroe que raptara danzarinas fue solo el engaño de la espada la vida que se viste de muerte la vida que te invita a morir por ella aplazando su necesario final ni dos mil años rompen el círculo

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Sergio Madrid

De Elegía para antes de levantarse, Ed. Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso, 2003 En la tumba de Juan Luis Martínez entre nosotros, poseedores de palabras debemos distinguir entre la vida y sus significados pues los últimos son pura ilusión —como sabemos la rutina del bar y del trabajo, la complaciente lectura dominical, revelan el universo que las palabras desdicen —incluso los recuerdos no aseguran en el alfabeto de la memoria ninguna veracidad: transfiguración entre suceso y suceso olvidos involuntarios, fragmentos, o simplemente un ritmo de avanzada que la vanguardia obliga ¡qué decir entonces de un poema! Sé de alguno que no escribió y lo hizo sin embargo de maravilla con signos desencajados o anzuelos sin caña ¿pero nosotros —cuál es nuestra herencia? ¿y cuál nuestra dádiva? Si alcanza apenas para el transporte diario y nos duele la precariedad —¡nosotros, poseedores de palabras, vaya tumba hallamos en los signos en la flor de la vida!— nuestra realidad se redujo a unos cuántos pesos a unas cuántas relaciones de amor falso o verdadero y a un montón de amigos listos para saltar

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El mapa no es el territorio

La tecnología nos salvará de la naturaleza me pregunto qué haremos los hombres en miles de años cuando no nos quede más que elevar un adiós total al planeta asesinado por el Azar— he de suponer un minuto de silencio en una ceremonia que pudiera expandirse hasta el centro mismo de la antimateria me pregunto qué dirán los poetas en miles de años cuando un tonelaje elegíaco sobrevuele el horizonte. Tal vez para entonces ya sin poetas habremos inventado la inmortalidad y sólo dos Papas se la rivalicen arrastrados por los hijos de Urizen a través de la atmósfera agonizante en la Máquina de la Salvación— los escombros de Dios despoblarán el cielo a él se elevarán los grandes logros tecnológicos y protegerán a la especie. Y hoy que parecemos tan tontos, tan imbéciles, por decir lo menos, en miles de años tal vez seamos inteligentes como platillos voladores ascendiendo en el Este junto al último sol

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Sergio Madrid

Generación escindida la historia se nos parece: yo provengo de una época infeliz de una época toscamente modulada donde la muerte elegía máscaras soberbias la época tejió en la mente una lejanía, poco profiere la historia de ese tiempo cuyos relojes fueron ideados en el club de la barbarie y nos quedó el presente como un espacio donde la libertad se desperfiló en su lugar una tierra de oro falso un jardín con abono de cadáver

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El mapa no es el territorio

Dafne Antes que el laurel existiese, antes que tú misma te volvieras laurel, la mano de un hombre estrechaba el Universo a través de un cuerpo de mujer, y las constelaciones se reflejaban en todos los océanos de la sangre y todos los ríos corrían de la montaña al mar. Antes que tú misma fueras este árbol imposible, las ramas silvestres se movían ante el viento del amor. Las ventanas que daban a los parques se abrían en verano y se cerraban en invierno de la misma manera con que una mujer y un hombre desplegaban las naves de la noche. Y todo barco zarpaba por la piel del otro sin peligro de lo ignoto. Ya que rompiste las cadenas de oro que reúnen a los astros con los dioses y que exiliaste a los dioses hacia un Olimpo destruido, y que dejaste solas a las estrellas y sin abrigo a los animales del campo, no tengo más sortilegio que estas palabras. Si hubieras sido mi hija por lo menos, te hubiese amado en la distancia acompañado, me hubieras amado como se ama a un roble en la selva peligrosa. Y tal vez desnuda me hubieras seducido y yo, valga decirlo, no me hubiera negado. Sin temor al pecado de los hombres, te hubiera poseído en el abrazo de los planetas. Si hubieras sido mi madre por lo menos, contaría contigo incluso en las horas de la angustia y la traición, y me hubiera sentido pequeño ante la inmensidad del aire que da vida a las plantas, a los ríos, a los animales y a los pensamientos, y te hubiese poseído con todas mis garras para no ser expulsado del paraíso. Si hubieras sido por lo menos mi hermana, las sábanas filiales se mancharían del oro de los cuerpos, de la plata de las caricias, del hierro del oprobio, pero juntos. Contigo perdí no sólo los ojos que continuaban mi sueño, sino todo el beso universal. Los vínculos cayeron sobre la loza de los palacios. Entonces con mis palabras ineptas te he transformado en este arbusto, en este árbol, en esta rama. Hoy que no tengo reino ni patria, ni madre ni hija ni hermana, me declaro príncipe del desierto, sólo para lucir en mi cabeza la belleza de tus hojas.

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Sergio Madrid

De Cadáveres (conjunto inédito)

Hoy al alba estaba yo despierto yo que había observado las tonterías del sistema sin conocer los otros fragmentos del mundo me persuadí de que era prudente asumir una esperanza en el futuro que asegurara la infelicidad del presente a veces un nombre de mujer traía más ríos que piedras más estrellas que cielos finalmente un nombre no es más que un nombre ¡qué poca cosa las palabras! y el tiempo, que no es condena ni promesa, qué poco intenso su transcurso en el transcurso de estos años las cosas tomaron un giro deleznable ni el amor ni la fortuna, ni la moderada fama que me confirieron, ni los sueños cumplidos estuvieron a la altura de mis fracasos y sin embargo no he fracasado ¿qué fantasma se me ha puesto entre los ojos y el mundo?

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SERGIO MUÑOZ 1968

El mapa no es el territorio

Lengua Poética Nací en 1968, con los ecos de Praga, de París y de una trunca reforma universitaria chilena en algún rincón de la ola de supuesta libertad que me dio a luz. Estudié Licenciatura en Música porque me parecía insensato pasar por la vida sin relacionarme profundamente con el sonido y con el ritmo, con la vibración física y mágica que se esconde detrás de todo esto. Mito y forma. Por un lado el placer de los sonidos que se entrelazan, y por otro, el sentido, la absurda cicatriz del significado, que siempre nos remite a una herida antigua, que nos doblega irremediablemente, y nos obliga a oír con las anteojeras en el tacto. No pertenezco ni me siento parte de ninguna generación ni cosa que se le parezca. Me parece un exceso. La genuina generación del 60 se articuló en torno a una manera de convivencia literaria y vital que sin duda aglutinó a sus integrantes como una generación particular. El Golpe de Estado, me parece, va a teñir de individualidad y de distancia, de absurda competencia y de mercado, -por lo menos- a las tres décadas siguientes, por lo que no me parece tan descabellado pensar en una articulación generacional que se pueda establecer recién en el bicentenario. Aquella es una fecha que puede nuevamente aglutinar los desarrollos particulares de la palabra poética chilena de las últimas 4 décadas en algunas corrientes más o menos decantadas, y en movimientos desarrollados con cierta coherencia desde una perspectiva crítica relevante. Dentro de ese contexto, mi obra aparece como una obra menor, por cuanto ha tenido una recepción crítica mínima en Chile y permanece lejos del bullicio arbitrario de una supuesta carrera literaria. Aquello no me interesa en lo más mínimo. La mayor parte de mis preocupaciones estéticas, obedecen más bien a articular un trabajo minucioso al interior de los poemas que escribo. El resto, lo que ocurre fuera de ese ámbito íntimo en el que uno cubre y descubre, anota y denota, medita y edita, escribe y describe, etc. al parecer no me interesa en demasía.

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Sergio Muñoz

Aún así, hay días en que leo lo mío con entusiasmo. Sin duda, aquello puede deberse nada más que a un espejismo momentáneo y al fervor exagerado con que uno lee a veces lo propio. Hasta ahora he publicado tres libros: “Lengua Muerta” en 1998; “27 poemas – lengua en blues” el 2002 y “Lengua ósea” el 2003. Respecto de estos libros y del trabajo posterior que permanece inédito, intuyo algunas coordenadas que pueden tal vez iluminar una lectura indulgente de mis textos: Un primer comentario tiene relación con las temáticas. Yo diría que hay dos grandes temas que se connotan y que guardan alguna novedad. En cierta forma son dos caras de un mismo problema existencial que llevo conmigo y que me acompaña siempre: Por un lado, hablaría del afán de desentrañar desde la más absoluta intemperie, todos los nudos relativos al laberinto vital y familiar en el que me tocó participar. Por ello y desde allí, los tópicos de la identidad y la memoria adquieren tanta relevancia y significación en lo mío. Desde allí también se explica el tachado de mi nombre civil y la presentación de mi “seudónimo”, que no es otra cosa que el nombre de mi padre carnal y la explicitación de su inexistencia. Por otro lado, me parece igualmente relevante la presencia permanente de un contenido genealógico que da cuenta de un ámbito más bien íntimo y familiar, que no está fuera de mi trabajo poético, y donde se reflejan permanentemente mis hijos. Otro eje relevante tiene relación con la forma. Diría que hay una suerte de tratamiento obsesivo en gran parte de mis textos, respecto de otorgar a esta organicidad simbólica, sintáctica y semántica que es el lenguaje, una plasticidad que le sea particularmente necesaria, rigurosa y que controle -en parte- el derramamiento con que la mayor parte de las veces, el lenguaje se muestra. En esta línea, yo igualmente reconozco dos maneras fundamentales: La primera, tiene relación con una fuerte adhesión a un tratamiento riguroso de la forma, como un soporte que contenga al lenguaje, ya sea en los modos clásicos, o en modos más bien propios que no renuncian a una estructura formal que pretende dar coherencia al discurso. La segunda, es -a mi juicio- el tratamiento del ritmo como un

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El mapa no es el territorio

eje central de mis textos, en el sentido de articular el desarrollo temático con un fuerte énfasis en el sonido de las palabras que forman el texto. De esta manera decido las palabras que entran en el juego que todo poema es: haciéndolas sonar una y mil veces. Cuando el sonido me encandila, cuando vislumbro el canto, esa palabra permanece. Hasta ahora, no me ha interesado mayormente el paisaje exterior, o más bien, he escrito lo mío ahondando en los paisajes interiores. Me parece que estos textos podrían haber sido escritos con el mismo furor sin que importara mayormente la latitud, la altura, ni la cantidad de habitantes del lugar. Sin embargo, reconozco que Valparaíso (me) plantea encrucijadas relativas al tiempo, a la geometría, a una multiplicidad de planos y registros sonoros que tiendo a divisar a veces como presencias fantasmales de lo mío. Aquello forma parte de un registro que estoy trabajando y del que no tengo certezas todavía. En estos días crueles y duros de postmodernidad y globalización, cumplo 20 años de articular una lengua mayoritariamente mía, desde un remoto verano del 86 lleno de dictadura y de desconfianza por la palabra, en que los rituales de la vida me arrinconaron en un pedazo de papel, hasta el juego envolvente de los espejos en que esto se convierte inevitable y cotidianamente cada vez que me lanzo al vacío de la página blanca. Tal vez porque uno siempre escribe desde su herida, o tal vez porque intentamos tercamente aligerarnos ante la inminencia de la muerte y del tiempo, esta terquedad en la articulación de una voz propia-propria, no deja de sorprenderme y maravillarme. Agradezco las circunstancias mías y ajenas que me hicieron vaciarme en la escritura, y agradezco el interés y la oportunidad de estar acá. Valparaíso, 2006

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Sergio Muñoz

De Lengua muerta, Ed La Trastienda, Santiago de Chile, 1998.

Alabanzas al vuelo del colibrí Azar y mordedura son dos pétalos del mismo juego -como agujas ciegas que cuelgan del origenzumbido y aliteración de espinas en la rosa. Y entonces aparece el colibrí y le entierra esa hilera de aire: mandíbula equívoca de la fragancia. Zumba el paisaje y da señales ciertas de un rapto y ahí mismo hay elásticos de sangre y calzones extraviados que sonrojan nuestra indiferencia lo cual también es paradigma –y rosapicazón del que aletea –y rosay desnudez y simetría en el ocaso.

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El mapa no es el territorio

Postdata Aconsejaría malgastar el olvido es decir, soplar sobre las caras de los otros como si fueran las velas intactas de algún festejo. Porque además se es feliz soplando así yendo a buscar algo de comida para la noche que es tan larga en sí misma y nos duele por ser tan honda y negra como es. Aconsejaría correr por los peldaños de uno caer por ellos cada noche mirar los perfiles del mundo tocarnos hasta perdernos como si fuéramos la sombra de algo más intenso y pleno que nosotros. Basta decir que el cielo no nos tuvo entre sus elegidos. Y esto es digno de los condenados.

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Sergio Muñoz

De 27 poemas, lengua en blues, Imprenta Herrera, Valparaíso, 2002

Heráclito

a gonzalo rojas

no creo y más aún se me confunden las estrofas si se trata de hilar fino en la memoria pienso en el fuego ése sí que es dios cuando nos quema y lo intuimos claro que lo intuimos lo observamos como queriendo entrar en él y apacentamos la duda en esos humos que se van vertiginosos.

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El mapa no es el territorio

Jadis

Jadis, si je me souviens bien, ma vie était un festin oú souvraient tous le coeurs... arthur rimbaud

antes mucho antes de ser antes de hablar de esa mitad de uno que anda suelta que se hunde hasta el cuello del festín fetal del arrullo de esas yeguas aladas del llanto veo labios partidos veo sangre a lo largo y a lo ancho del mundo y una hermana impensable vuela a los brazos feroces del verbo y no hay oxígeno no hay luces en la nueva placenta y su cuerpo cae lejos del mío antes mucho antes de ser cuando soplaba el uno en la violencia materna del vértigo y alcanzamos aún a tocarnos como animales que fuimos como estrellas que fuimos en el tren familiar de los viejos de algún plazo escrito en los labios mal escrito en los guiños del sueño alcanzamos a unir nuestros dedos sólo eso escuchamos el canto de unas venas veloces que se desvestían y la sangre corriendo y unos hilos colgando hacia el suelo sólo eso antes mucho antes de ser antes de hablar de esa mitad de uno que anda suelta

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Sergio Muñoz

De Lengua ósea, Ed Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso, 2003

Co propicio es que hablemos del tiempo de esa luz que será luz más allá del espacio irreal de la piel de un rigor que se cumple en el atavío desnudo de nuestros ritos en la suave certeza que la noche y el día van abriendo en este plazo tan lleno de silencio propicio es mirarnos depender de la euforia de una ráfaga herida soportar las visión insistente de este sol que envejece en la fuga del viento propicio el decir escribir en el diálogo con tu amistad y tu sombra advertir que la máscara teje en su vínculo de piedra la ironía de un adiós que cae invicto en la tela sinuosa del recuerdo desnudarnos agrietar en la huella de esta lumbre escondida la quietud de la hoguera que consume una tarde pronunciar la infinitud y ser palabra abierta con su queja y su arrullo porque somos luz somos fuego en medio del silencio somos llama y espejo

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El mapa no es el territorio

y la luz se queda en ella se desplaza de una estrella a otra orilla busca el sitio donde anclar su reflejo y tú lo sabes tú lo llevas sin miedo vinimos y nos vamos tercamente porque no hay más certeza en el diálogo con nuestros huesos efímeros golpeados por el tiempo pero porque tú has vivido más de lo que has vivido y porque te han abierto surcos en el pecho vas a salir bailando de ésta -amigoencaramado en la alegría de tu corazón propicio es que hablemos del tiempo de esa luz que será luz más allá del espacio irreal de la piel de un rigor que se cumple en el atavío desnudo de nuestros ritos en la suave certeza que la noche y el día van abriendo en este plazo tan lleno de silencio

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Sergio Muñoz

Post-data y resuello aún en el despojo hilando efímero mi vuelo voy errático al olvido que se abre en la figura de estos pétalos mal vestidos de ritmo y noche doy sombra a un filo que aún no duele ni sangra pero que duele y sangra como si en él se fuera el mundo que alguna vez imaginamos -tenuecon su sordina y su límite pero uno no sabe -de verdad no sabeuno apenas presiente bosqueja el fuego pero no se ilumina ni se quema en la visión del origen ¿qué somos? uno no sabe

¿quiénes fuimos?

uno sólo reduce las líneas de sus manos a un orden mayor intenta el encuentro con algo o alguien relativiza el tono alucina o se vuelve un pedante –decadente o groseropero no alcanza a vislumbrar el mito porque uno es mito o es ceguera la que alardea en la mano la que figura en la placenta plena de tiempo y de piel uno es mito o es enorme el vacío que ensombrece nuestro nombre o es vacío el infinito que nombra a nuestra sombra en la irrealidad que nos esquiva uno es mito o no hay verbo ni hay sonido más allá del sonido que susurra en nuestra piel con su luz y su olvido

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El mapa no es el territorio

uno es mito o es nada noche o vacío desde donde el espejo escribe su sentencia desnuda nada o nadie ninguno nunca no sé pálido viene uno a vestir el origen y lo viste con dolor y con furia masticando mil veces la ironía de un tiempo que nos vence ¿qué somos?

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¿quiénes fuimos?

ENOC MUÑOZ 1970

El mapa no es el territorio

El poema El poema, como toda respuesta de responsabilidad, asiste, porque se escribe o se lee, al reparto (partage) de una chance como su ocasión misma: la chance del poema y el poema de la chance allí se buscan sin cesar. En ese allí sin respaldo, pues su tradición no logra recubrir, y he ahí la tarea de no ser un hipócrita, su historicidad. Sí, su historicidad que es la nuestra, la del poema que no existe sino buscando su chance. Tal vez para darla... para que exista chance. Viña del Mar, 2006

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Enoc Muñoz

De Pájaros-Lágrimas, Ed Bogavantes, Valparaíso, 1996

Llueve Esperar que deje de llover sin saber para qué. Tampoco saber para qué llueve. Acercarse al brasero y ver en la pregunta de siempre un pájaro pasar en su fantasma. Acercarse a la ventana y creer que algo hay al otro lado de la lluvia. Y cuando ha dejado de llover jamás saber por qué teníamos tanta prisa.

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El mapa no es el territorio

La fuente Nuestras sombras flotan en el agua. El beso dibuja un pez hacia tus trenzas. El sol desnuda las gotas que caen. Y tiemblan los dos cuerpos.

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Enoc Muñoz

Ojos cerrados Y acepté el terror de soñar a ojos cerrados y manos abiertas. A tenderme en el aire sin más intención que el viento. Ser transparente o bulto a medianoche a mediodía y enclaustrar la quemadura. No más alta ni más profunda que el corazón sino el corazón mismo. Escucha cómo mis manos se abren y ya está lejos el sonido salido de la sombra. Es que voy liberando golondrinas dondequiera. Dondequiera cada cosa es un pozo de luz. Pero vengo de mirar la mar a ojos cerrados y brazos abiertos. La mar es una inmensa sombra cada mañana cuando me seco las manos de la humedad de los sueños.

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El mapa no es el territorio

De Llegar y laberinto, Ed Libros de la Calabaza del Diablo, Santiago de Chile, 1997 Adiós Íbamos a ser felices una mañana como ésta. En mi mano llena por tu mano tendida. En una mañana como ésta como aquélla en nuestras manos en que arrugábamos un poco de futuro bajo los pechos del viento. Íbamos a ser felices hasta con las manos vacías para explorar la noche. Pero la muerte vincula todas las manos.

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Enoc Muñoz

El hogar

(de una carta de Brecht a Benjamin)

Tengo los ojos tan grandes tantos gestos sin tocar que me busco en todas las manos. Y pido unos huesos prestados a la caricia. Pero aquí no ha habido cuerpo alguno sino tránsito. A veces escribo mi nombre sobre los muebles para verme caer en el polvo de las cosas. O simplemente para trizar el silencio y entrarme ...cuando ya me he marchado. El mundo también aquí se derrumba pero con más calma. El polvo es un signo que en puntillas borra otros signos.

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El mapa no es el territorio

De El jardín del mirlo, Ed Libros de la Calabaza del Diablo, Santiago de Chile, 2003 Vals del miedo El tiempo debo decir no es el río sino la mano y la piedra en la apoyatura del vals del miedo. El hueso de toda la sed de los árboles. El agua imitando infinitamente ese sonido a salvo. El viento improvisaba con la arena.

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Enoc Muñoz

La estación Cerca de un ladrido ciego hay una estación de trenes que espera. Pienso también en la luciérnaga que se apaga en ese puñado de tierra en tus manos. Nuevamente un ladrido durante una paloma que cae.

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MARCELO PELLEGRINI 1971

El mapa no es el territorio

Poética Una cita de René Char me sirvió para darle el título a mi último libro de poemas. El sol entre dos islas quiere ser —aunque no sé si lo logra— un saludo a la poética solar que el poeta francés y otros han cultivado —quizás— desde que la poesía existe. Pero todo es efímero en el reino del lenguaje, aunque tengamos enormes deseos de hacer durar lo que decimos y dejamos en la página. Atados a la contingencia, queremos trascender. “Nada envejece tan pronto, salvo una flor, como puede envejecer una poesía”, dijo alguna vez José Gorostiza, uno de los poetas que más admiro. ¡Y cuánta razón tenía! Pero queremos trascender la contingencia, y en esa tensión se decide la suerte del poema. Sólo el tiempo dirá si tenemos éxito en la tarea, o si fracasamos en “el tortuoso afán del universo”

Madison-Wisconsin, 2006

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Marcelo Pellegrini

De Ocasión de la ceniza, Ed Libros de la Calabaza del Diablo, Santiago de Chile, 2003 El río

Eran las aguas sorprendidas en pleno estado de palabra Waldo Rojas

Zanja el río su llaga entre los roquedales en la medida de un amanecer rodeado por el bosque. Su rumor nos lleva a remontarlo como quien sigue el curso de un paisaje desvanecido en el agua, como quien reconoce la procesión de un ajusticiado. Palabra que llega con el relumbrar de unos días sumidos en las desnudez de unas fechas: nada más que un transcurrir de calendario nada más que una larga sucesión de latidos. Llegamos a su origen. La gruta en el monte donde nace el Agua, comienzo del Río, fin de la Palabra.

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El mapa no es el territorio

El abismo se llama Eduardo Anguita A Ismael Gavilán El abismo se llama Eduardo Anguita y fue, como ninguno, el amante de las formas. Tuvo un cuerpo de fuego y unos ojos rozados por la nada. Por su voz el tiempo se adelgazaba hasta la luz como el agua de las brumas. Ninguno con más presagios en la garganta y en la pluma cuando tejía su vacío en el fósforo y el torbellino. Ninguno más áureo a la hora de alimentar a las estrellas. Ninguno como él, hambriento de número inasible.

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Marcelo Pellegrini

Planeando sobre el suceder A Carlos Germán Belli en las últimas horas del verano hablamos largamente de los viejos amigos y recordamos de paso a los muertos. Pedro Lastra ¿Recuerda usted cuando caminábamos por esa oscura calle donde hasta los ruidos eran fantasmas? Hablamos sobre Juan Emar, el hombre de la pluma más obsesiva del mundo, de cómo un riel de tren hacía estallar en su imaginación medio perversa el “encadenamiento infinito” de los aconteceres, espejos frente a espejos formando el lugar de todos los encuentros y callamos con miedo ante la idea de una escritura sin fin (cómo no nos íbamos a estremecer, usted guardador de silencios y yo temeroso de perder la palabra que nunca llega) cuando justo en ese momento apareció un tren que venía desde un oscuro valle buscando su estación en el fondo del mar. Éramos –y seguimos siéndolounos “viandantes literarios”, para usar sus palabras, poco enterados sobre los misterios de aquel fuego que tanto

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El mapa no es el territorio

nos apasiona, a pesar que usted venía de leerse todos los poemas de amor para enviárselos –magnífico regaloa los griegos. Pensé, aunque le parezca una exageración, que desde Cavafis no se hacía algo tan intenso en la lengua de los dioses. ¿Qué aedos habrán asistido a Rigas Kappatos para realizar semejante tarea? Recordamos también a Ricardo Latcham, maestro en el arte de conservar los huesos de la memoria, e intentamos recorrer sus páginas -por mi parte sin éxito-, hacerlo dialogar con Porras Barrenechea y verlo en Bristol con sus parientes mientras aquí, tal como allá, caía la tarde en las postrimerías del verano. Ahora sé, amigo mío, que todo lo que hablamos y lo que dejamos sin terminar -“mentes vagabundas” diría alguien, ¿no?era una severa lucha en contra del “pardo mundo” que se reparte entre dos hemisferios, tal como Montorfano enseñó: enseñando “la gélida indiferencia en torno dictada por el hado inexorable”.

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Marcelo Pellegrini

Porque aquí mismo o en cualquier parte seguiremos siendo extranjeros, sin importar nada más. Es algo que se lleva en la sangre de la noche que desde siempre nos acompaña.

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Tiete nocturno A José Luis Passos É noite e tudo é noite. Uma ronda de sombras, Soturnas sombras, enchem de noite tao vasta O peito do rio, que é como si a noite fosse agua, Agua noturna, noite líquida, afogando de apreensoes As altas torres do meu coracao exhausto. Mario de Andrade Como un dios destruido e iluminado o como serpiente negra y lenta aparta tus ojos del mar, Tiete, río de siete vidas y siete certezas, huyendo de las aguas cual niño taciturno, fija la mirada en las nubes que pasan. Raro curso, como extraño abismo, haces por los territorios de tu deseo. Tu camino, capullo transparente, pierde la memoria y se ata a su destino. No hay nadie en las extensas planicies, sólo un murmullo que no conoces, un frío que habita esas rutas, terrible viajero sonámbulo. No eres nadie pero eres todo, Tiete, río inconcebible, pareja armonía de agua muerta que todo lo transforma en légamo. Nos apartas del mar en tu peregrinaje pero nos llevas hacia otras melancolías, río, ajeno río de donde todos nacemos.

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Marcelo Pellegrini

Tus puentes no son puentes, son arcos en honor de fútiles victorias. La noche camina junto a ti como en tantas ocasiones, y es ahí donde eres más río y más agua, más asombro en la espesura, lecho de estrellas, alas de un águila caída. Te pierdes, nos perdemos en ti como en un vientre. Somos hijos de ese viaje, de los peces muertos a nuestro paso, ángeles que nos hablan con voz muda. A tu vera los oscuros habitantes de la ciudad duermen el sueño de un sueño, errancia de la luz. Quizá nosotros también huimos sin saber de qué, sin saber a dónde, regresos sin fin y sin memoria. ¿Qué será de ti después de tanto tiempo sin tiempo? ¿Qué lugares te esperan, qué corazones muertos? Seguirás en tu huida hacia el abismo, hacia los brazos del horizonte oculto. Seguiremos tu ruta y veremos repartido tu cuerpo en todas las planicies, lento río sin nombre, noche líquida que nos abandona.

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El mapa no es el territorio

De El sol entre dos islas, Ed Manulibris, Santiago de Chile, 2005

Noema Noema, lengua de Noemí en la página plena, la media muerte, la media vida, brazos como alas en el aire como aliento, Noemí, Noema, en la muerte página, en el ala vida, como el brazo de agua.

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Marcelo Pellegrini

El poema visto de lejos

Al anochecer, una mancha en el lugar de los destellos, la hoja distante con el poema inscrito, murmullo para los ojos, lentas hormigas en el papel protegiendo una sombra entre los relámpagos. Nada se entiende a lo lejos, las letras como párpados mudos, negro sobre blanco vibrando en la luz de la hoja entre el polvo y el sueño. De lejos el poema, vuelo de Minerva, rieles de un tren veloz y silencioso.

We –prone to periphrasis Emily Dickinson

El poema se escucha a sí mismo entre los arbustos de su página, lo que no oyes es lo que ves al recorrer estas líneas que son tu oscuridad blanca.

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CRISTIÁN CRUZ 1973

El mapa no es el territorio

Palabras en Sordina La poesía merece ser un espacio habitual para las personas, pero difícilmente lo es, no tanto por lo complejo de su arte, sino porque todos somos un poco culpables. Al igual que René-Guy Cadou o R. S. Thomas, paso los días en una aldea de quinientos habitantes como maestro rural (aunque Thomas fue cura). Considero la tradición poética chilena como una suerte, un hada. Desde ahí he podido escribir como me place. Mi acercamiento temprano a ella fue creando la filiación entre mis más profundas costumbres y los más profundos discursos que dicha tradición transmite. He tratado de escribir esa comunión. Un poema debe y se debe así mismo, un instante de sensibilidad, cualquiera entre nosotros podrá escribir (construir) un poema, la técnica es mejorable, no sé si la sensibilidad también lo es. Se huele en lo citadino, sin hacer una apología a lo que fue Esenin llegado desde Riazán a Leningrado, una desesperada carrera en lo poético, agónica para muchos. Como si la poesía adquiriera súbitamente el carácter de moda entre los más jóvenes y al final una modorra lectora, salvo contadas excepciones. Veo en los márgenes, porque en ellos habito, una soledad necesaria, una soledad para visitar la biblioteca pública, una soledad para escribir por ejemplo estas palabras. San Felipe, 2006

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Cristián Cruz

De Pequeño país, Ed Casa de Barro, Santiago de Chile, 2000

Abuela materna Tu abuela materna te acuesta en las hojas de choclo te cubre de abrigos del pasado, mientras el canal hace cantar los bambúes. Tu abuela materna es morena se decanta su voz de vieja cuando le da cuerda al reloj que canta en la noche. Tu abuela materna riega el piso de tierra con un chal de tres puntas. Ella va a buscar leña y sólo desea ser un árbol que el viento no tumbe. Tu abuela materna usa vestidos negros y va con una vela encendida a la misa del gallo, ella sabe que su vida es un chaleco en invierno al cual nosotros nos aferramos ella apaga la luz y piensa en su marido muerto hace veinte años. Ella sabe que algún día no va a encender el fuego en la mañana.

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El mapa no es el territorio

Y un brujo te dirá Lo nuestro es un recreo que no suena más allá de su campana un pan preparado por la amada que se comparte bajo los breves soles de invierno. Y te matará diciendo: Lo único heredado que podemos tomar es el pedazo de cielo en la ventana

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Cristián Cruz

De Fervor del regreso, Ed del Temple, Santiago de Chile, 2002

El niño y las confesiones El niño trae el libro de Esenin en las manos él no sabe que se quitó la vida en un hotel, a los treinta, luego lo tira al suelo y de sus pies nacen los ríos de Riazan los abedules y las canciones borrachas. Después lo recoge y lo deja en la mesa, junto a las migas de pan él no sabe que esto se ha escrito con sangre y me estira sus brazos como una ciega los estira bajo el alero para alcanzar la nieve que en Rusia cae para todos. Por último se queda dormido con las confesiones en el pecho soñándose, en un viejo tílburi camino a casa.

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El mapa no es el territorio

Las puertas de la miseria De nada ha servido el nombre verdadero ante las puertas de la miseria, ambas se abrirán como dos brazos como dos ramas ardiendo penosamente en el bosque. A una sombra podrida el perro le sigue y le olfatea como reconociéndome. Ante las puertas de la miseria volverán todas las devastaciones y las palabras serán un trozo de cielo que baja a iluminar nuestra pobre geografía. Palabras para dormirse en los árboles que traen una carta de los árboles para alguien que espera frente a sus puertas.

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Cristián Cruz

Algunas cosas Pude alcanzar el ruido de alguien en la cocina, un pájaro, una cesta entrando en el huerto. Aunque el tedio de la verdad nos visite como un familiar desconocido para que volvamos a las cosas mismas, yo me seguiré mintiendo frente a la cocina, un pájaro, una cesta fresca.

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El mapa no es el territorio

De La fábula y el tedio EDEBÉ 1° edición, Stgo de Chile, 2003, El Brazo de Cervantes, 2° edición, Stgo de Chile, 2004 El armado Enrique En una carreta debe ir Enrique Volpe seguro con su revólver para enfrentarse a forasteros con alientos a pólvora. Ahora todos los bandoleros de las estancias celestes deben contarle historias sangrientas o lo han hecho otro más y se dirigen con su banda a quemar el infierno, todos los chocos y trabucos de antaño se dispararon esa mañana, dinos, dónde quedó el botín a dónde se fueron los ecos de balas en la noche.

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Cristián Cruz

Las cosas vienen sin detenerse Qué importa que pasen las estaciones las ramillas de la muerte por nuestra cara, aún al tallo torcido le nacen como por mandato sus brotes y tras la puerta permanece un cántaro enjundioso doblando sus campanas. Aún marchito el corazón te aman las madreselvas “en la pequeña casa de la pequeña mujer” a la hora que se fuga la memoria. Mis pupilas no alcanzan a llegar hasta ti morada de las montañas azules, siempre miran a los oscuros embarcaderos del poema.

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FELIPE HERNÁNDEZ 1973

El mapa no es el territorio

A manera de poética Cuando el último habitante descubra el polvo tras su paso las estaciones sequen sus ojos, destiñan el cotelé de las piernas seguiremos escuchando a la lluvia recorrer la pálida memoria, aún quedarán rastros del banquete de algunos versos escritos demasiado tarde. (de Návatar)

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Felipe Hernández

De Návatar, Ed Fundación Colegio del Rey, Alcalá de Henares, España, 2001

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NO SE PERMITE CONDUCTA DESCORTÉS. INFRACTORES SERÁN PERSEGUIDOS HASTA EL EXTREMO DE LA LEY.

2

Se encerró a cumplir el encargo. El diseño no era su fuerte pero le hacía empeño. Crear una nueva tipografía; de la A a la Z hay un universo. Estaba ansioso: había de por medio buen dinero. Siempre fue proclive al relajo, la vida licenciosa lo tenía por el cuello. Sentía debilidad por la miel y el té a la menta, mejor ni hablar de la vitamina C y las galletas. La exageración lo perdió. No salió de casa durante meses. Lo encontraron tieso en su mesa; estiró la pata a eso de las cuatro. La autopsia no arrojó nada nuevo. La opinión pública dijo oooh! Sobre su mesa hallaron medio gramo de naranja y el bosquejo de la letra A.

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(WARNING: DRINKING ALCOHOLIC BEVERAGES DURING PREGNANCY CAN CAUSE BIRTH DEFECTS).

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DIXLEXIA Cuando niño no fue un gran problema el ser dixléxico sólo cuidarme de lacear a la baca y no a la kaka. La cuestión se puso seria en la adolescencia para no confundir el bien del mal, a los verdaderos amigos. En adelante el desorden me tomó por las patas, no quedó en v o b porque eso era cosa de vuena zuerte: si bien el amor era una lotería lo más difícil fue diferenciar el futuro del pasado

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El mapa no es el territorio

mi lugar de origen.

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Caí ahí por azar o mala suerte. Alguna vez viví en ese barrio y me dije que más valía diablo conocido…”Los culpables vuelven al lugar de los hechos”. La isleña era bastante extraña, pero lo vine a descubrir cuando ya era tarde. Rentaba otro cuarto un ojos rasgados; también pernoctaba allí el “socio” de la chica. La pesadilla comenzó la noche del viernes en que cumplía una semana de inquilino. No eran más de las once cuando volví del cine; al meter la llave y esta no calzar comenzó el tobogán…Me vi obligado a golpear. --¡Quien es!—aulló la chica del otro lado. --Adivina—mascullé impaciente. Abriendo aparatosamente una tras otra las cerraduras y los candados me dejó entrar, y apenas dado el primer paso me arrinconó contra la pared preguntándome, sin rodeos, qué hice en el computador con que me vieron salir por la tarde. Plop – Aló, aló?—No entendía nada, pero al ver que la maniática no me preguntaba sino que derechamente me acusaba de haber robado el computador del ojitos rasgados, le dije que llamara inmediatamente a la policía. Así, fui caminando apenas hacia la sala. Allí estaba el oriental agarrándose la cabeza a dos manos y el “socio” fumando un cigarro tras otro. Empecé a sospechar por dónde iban las cosas. Esperamos los cuatro sentados a la mesa a que llegara la policía, en los minutos más largos de mi vida. (Esto sería como el tobogán en picada, cuando se siente el corazón en la garganta). De vez en cuando se levantaba uno y me insultaba; ya no oía. Llegaron. Primer problema: no hablaba una palabra de su idioma. Ella parloteaba y parloteaba sin darme oportunidad de refutar y sin entender siquiera qué inventaba. Por supuesto el “socio” desapareció al entrar los hombres de azul.

Felipe Hernández

Era una locura y nadie entendía nada: yo casi al llanto y la neurótica, aprovechando el vuelo, se desató acusándome incluso de haberle prometido pagar la renta pintando el apartamento, exigiendo alguna indemnización. Pienso que por ver tal revuelo los “chicos buenos” se compadecieron y me dejaron ir. Balances: Sin cama ni techo un sábado de invierno a las tres de la madrugada. Ocho dólares en el bolsillo, sin mi pasaporte, con la mitad de mis ropas y el principio de un poema que después llamaría Las Máscaras. 7

Su pecho es una nuez. Su pecho son dos nueces. Una gata, una artista, una profesional del amor por ninguna razón da su nombre o siquiera un beso. En los hoteles le dicen dama y la tratan como a una reina no acepta propinas ni que le digan perra no es la Miss Universo pero entre sus piernas tiene un preciado tesoro. En el bar que esté de moda se le ve tatareando su canción preferida como una graciosa sombra a la caza de algún entusiasta, de un cavaliere.

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Hace un tiempo no podía decir palabra ni usar mi cuchillo. A veces de la garganta sale un pescado y del pescado un poema. Las plazas son un sitio perfecto para domar la paciencia el único lujo que no me permito es perder el control… Golpeé tantas puertas pidiendo trabajo o ser alojado

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El mapa no es el territorio

que mi mano ahora suena hueca y llevo una colección de aplausos de comedia en el cuello, di golpes exactos y brotó mercurio de mi mano blanda desde entonces una cachetada ronda mi chaqueta de satén; de mi melena nace un pan y allí se posan a comer los pajarracos de mi rodilla nace una rodilla y de ella, otra. Bufando en una pileta como un corcho

poseído por un metal extravagante contagio bocanadas de valor y algunos virus extras a los enfermos. Hace un tiempo no podía usar palabra y dormía al abrigo de las sombras en los cines. 14

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Tu traducción me aventaja, al llevarme naturalmente a lugares que nunca alcanzaré, por la honestidad con que me has querido leer. En lo que va de nuestra correspondencia, toda duda o inquietud la he atendido solícito, pero hoy me pones en una situación compleja al interrogar al poeta y no al poema. No soy hombre dado a teorías o preceptos, ni mucho menos a sistematizar mis suspicaces pasos en estos terrenos. He hecho andar cada una de estas ingenierías, han sido criadas por la astucia para que ellas sean las demandadas. No sé responder…Te pido me entiendas y no sospeches en mí vanidad o pereza, sino todo lo contrario. Me es tan difícil trazar derroteros cuando aún esta nave no toca puerto: mis ejercicios poéticos están en pie de guerra; pero intentaré servirte hasta donde me sea posible y desharé una madeja llena de nudos y trampas (por la boca muere el pez, ¡uf!),

Felipe Hernández

mas no esperes escuchar: ¡Redoble de tambores, fanfarria: aquí, en pelota, el grado mayor, mi hijo pródigo! El que escribe no soy yo, y ese que escribe no escribe sobre él ni sobre mí, sino sobre todos, corriendo el riesgo de fracasar en una empresa sustentada por la distancia: la epopeya por reclamar al hombre contra el nuevo hombre; el engolfamiento, un duelo sin miramientos. Soy un orfebre insaciable, dado a las sorpresas, aficionado a las señales equívocas, a tomar por el pescuezo al incauto que se asome en mis márgenes. Mis herramientas más asiduas son el insomnio y la tijera: destripo una y otra vez el mismo texto; cuando él, agotado, decide no hablarme más, firmamos tregua.

Recuperadas las fuerzas arremetemos sin darnos respiro, en un quirófano llevado al más puro estilo de un salvaje dentista. De allí nace un arma de calibre preciso, que es capaz de dar tanto la vida como la muerte. De igual modo fabrico una transparente red desde lo esencial del lenguaje, como del concepto de un yo cotidiano y su situación. Este proceso no lo he podido medir; no creo tanto en la inspiración como en los golpes de suerte. A veces leyendo mis poemas los siento distantes, como si hubiesen sido escritos por otro puño, pero en algún ángulo me murmuran al oído, infundiéndome la misma emoción con que fueron concebidos. Pueden ser realmente oscuros, es cierto, pero si aguardas descubrirás en ellos la claridad de todo origen, la necesidad de recavar y tocar fondo: cuando les falta elasticidad, luz, se las doy exactas , pero cuando lo que requieren es mi terror, me rindo a él con todo mi exceso.

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El mapa no es el territorio

(Entonces, en el límite, encierro en la azotea la nota de un pájaro que me aturde, en la licuadora las voces que me apaciguan). Siento inclinación por todo artista que me lleve por los caminos de siempre como si fuera la primera vez. Pero te confesaré que cada vez leo menos poesía y que evito la compañía de los poetas; que mi espíritu se siente a gusto entre gentes sencillas y de morales complejas, entre aquellos que apostaron con sus vidas saliendo independientemente en ello vencedores o derrotados. No temo ser contradictorio: por sobre todo creo en el cambio; soy tan ficción como mis versos, como esta carta. Ciertamente hay asuntos a los que jamás podré dar una respuesta satisfactoria, ni siquiera a mí, como el por qué sitúo a la realidad en una realidad incapaz de simulación, que ha perdido incluso el desencanto, donde el único desafío es el deseo. La poesía no salva; me lancé a un juego que ya estaba perdido, a una carrera que ya estaba cerrada. Que un segundo es eterno es tan cierto como que la eternidad no existe; la única salida honesta es el olvido.

¿Pero quién más que tú puede hablarme a mí de poesía, quien más que cada uno de esos lectores a los que nunca conoceré, quién más que mis censores incondicionales estarían deseosos de atenderte? Pregúntales a ellos, que tienen mis aparatos entre sus muelas, a ellos, que ahora son más poetas que yo: ya no me pertenecen.

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Felipe Hernández

De Bajo el sol de las cosas (conjunto inédito)

La frágil distancia Hay un fondo pardo en la frágil distancia: ¿Es acaso el rostro de la indefinición ese animal herido que huye hacia un arbusto y se confunde entre las hojas secas y las que ya despuntan? La distancia que separa una maravilla de la realidad es leve: Una anémona se sacude entre espasmos que hacen visible su deteriorado estado mental. Con una gracia que secuestra los epítetos destinados a los graves discursos tambalea cuando se encamina desde el arbusto a la ladera. Allí escupe. Su tallo titubea. Se diría que lucha. Finalmente estalla conminando a un mundo que no la supo persuadir. El vértigo tiene preferencias. Cayó y rodó al foso del río. Hay una manera delicada de superar esa distancia: El arbusto se bambolea imperceptible primero pero el remezón se encarama como si un sismo le frotase los dedos de las raíces. Esta convulsión vence todo lo visto: pierde a puñados las hojas recién insinuadas y el timón de la calma. Lo arrebatan pérfidos sentimientos que lo acusan de un crimen chacal de su prolongación innecesaria y después de su supresión: no le incomoda tanto el acto con el que adelantara el plazo de un infeliz sino el haber acudido dócil al morbo de crear esa dependencia para luego dar la espalda al favor de su relación. Quiere acabar de una vez con el suplicio que lo lacera. Su astucia ahora es una perla opaca y hollada. El colmillo de su vanidad zigzaguea: ha segado su orgullo la vigilancia y desmedra en el sopor. Uf si la autofagia saciase la sed.

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El mapa no es el territorio

Un pardo difuso se revela y se levanta: El foso está harto de desaires: el trasplante ha sido un parto plagado de desdicha. La piedra es el hoyo la dispersión natural de un movimiento cuando se expone a la errática dignidad de las leyes. La humildad ya no estorba: solícito se humilla. Planea una celada. Sus convicciones no aflojan. La pregunta es la piedra y la respuesta es la piedra. La distancia ha roto su voto de neutralidad: Hay modo de recuperar con celeridad el postrer respiro. Las onfidencias del contubernio entre la flor y el follaje estuvieron satinadas por el delirio y la concupiscencia. Descansan una en el buen foso y la otra en la mata de su propio vientre.

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ISMAEL GAVILÁN 1973

El mapa no es el territorio

Apuntes para una poética En materia de poesía, mi vicio es amar tan sólo (si no soportar) lo que me da el sentimiento de la perfección. Como tantos otros vicios, éste se agrava con la edad. Aquello que creo poder cambiar con poco esfuerzo en una obra, es el enemigo de mi placer, es decir, enemigo de la obra. Es inútil deslumbrarme o sorprenderme en algunos puntos, si el resto no los encadena y me deja en libertad de abolirlo; me siento fastidiado y más fastidiado cuanto mayor era el precio de esas felicidades dispersas. Me irrita que las bellezas sean accidentes y encontrar delante de mí lo contrario de una obra. Paul Valéry

* La experiencia del tiempo, asumida como autocomprensión, es el poema que nombra un aquí y ahora que revierte el pasado y el futuro, arrancándolos de la linealidad sucesiva en que se fundan. Esa experiencia permite la equiparación comprensiva del tiempo. Frente a la violencia de este último en el sentido de historia, la poesía (el poema) no instaura una linealidad discursiva entendida como continuum (progreso, avance, superación), sino más bien como una contraimagen, es decir como epifanía. La relación entre la violencia y lo sagrado se muestra de suyo en la poesía, algo que la historia ha olvidado y relegado al limbo. Hay que recordar que la violencia de la historia es su propio

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Ismael Gavilán

para sí, la asunción salvaje del tiempo que avasalla (tiempo del triunfo y la victoria; tiempo de la humillación y del olvido). La poesía (el poema), revierte aquello articulándose como autocomprensión de la violencia en tanto quiebre del continuum. Aquel quiebre es sagrado. * Para los viejos moralistas (Séneca, Montaigne, Schopenhauer) la filosofía “sirve” para un “buen morir”: aceptación de la finitud y serenidad ante la abismante desesperación de ignorar lo que acontece después de la muerte. La poesía, para los viejos poetas, pareciera ser que sirve para un “buen vivir”. Tal vez para transformar ese vivir. O como recordaba la amiga de Rilke, la princesa Marie Thurn und Taxis von Hohenlohe: para traer a un presente a punto de perecer, el sabor, el olor y el tacto de unas uvas perdidas en la inmensidad de la infancia

* Las palabras son el límite de la experiencia, de mi experiencia. ¿Es el poema entonces una ruptura o, a fin de cuentas, un gesto tautológico?

Valparaíso, 2007

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El mapa no es el territorio

De Llamas de quien duerme en nuestro sueño, Ed Nuevo Reyno, Villa Alemana, 1996

Estío A la sombra holgando/ de un alto pino o roble o de alguna robusta o verde encina. Garcilaso de la Vega Los frutos maduran junto al aire que se eleva de los cuerpos ya tendidos. Y estás allí, con tus ojos de océano para rescatar el balbuceo de mis labios, vestida de soles o con los ecos somnolientos de las lejanías, pareciendo un pétalo de leche que abre con voz grandiosa el ardor de los ríos en secreto. He aquí mis manos de árbol caminando en tu rostro o dando la sombra necesaria para el trueno. He aquí mi tierra desprendida a gotas sobre el verdor de tu lengua en la profundidad de los caminos que persisten. Sé que cada ventisca asoma tus palabras entre los tejidos multicolores de la tarde y que, grácil, el sueño se aproxima para configurar a las cosas reposadas como promesa de un rumor vespertino. Hacia silencios que otorga la placidez rompiente del calor, tu cuello repite la respiración de líneas que no fueron acabadas, tu sonrisa rebelde trastoca el lenguaje sombrío de los destierros de lluvia, tu cabello se embriaga con música de flautas. Y eres en tu origen el paisaje: bosque y campanas entibiadas entre dedos como el regocijo de párpados sobre hierba, pradera que convida al canto como mirada y ceremonia. En ello está el paraje familiar que el torbellino desconoce, alzándote con el fulgor súbito de ocasos, con la máscara del viento que rastrea pasadizos de miel en sus preguntas. Oiremos por donde transita la legión de aguas y su lecho de fiesta. Conversaremos sobre horas devorantes con un temblor en las gargantas. Y junto al aire sabremos ser más que imagen en la belleza de la fruta.

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Ismael Gavilán

De Fabulaciones del aire de otros reynos, 1° Ed Sol Invictus, Valparaíso 1999; 2° Ed Altazor, Viña del Mar, 2002. El príncipe Sukida Hakashy define la tristeza Es leve como el fulgor del agua en el jardín siniestrado por el pálido deseo, delicada en su efigie de cera luego de la lluvia que nunca pudimos conocer. Es silenciosa como rostro femenino, como instante que vibró entre los juncos, suavemente bella en su distancia al sonreír tenue frente al cuerpo. Es imposible y ardorosa, diestra con su espada transparente cuando define su indolencia, intensa como cristal marino y más pura que el pétalo del loto en su tacto acrisolado. La tristeza siempre es implacable, saltando victoriosa en medio de la sed de la batalla. Nunca desestimes su secreto ni la inefable melodía que alarga encima de nosotros, nunca avances hacia ella creyendo que algo oculto puede ser. En la lozanía de sus ojos verás la sal hiriente reservada a los amantes desdichados, la flor azul que anhela regalarte.

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El mapa no es el territorio

Elegía para Ernest Dowson (1867-1900) Ahora que la Rosa se desprende de tus labios al fin habrá un jardín en el desierto umbrío de tu música. Ahí existirán frutos engalanando un reino de sueños; una tierra de perfumes situada en el límite de la vida donde la miel sacia la tristeza, la lluvia acompaña a las lágrimas y el mundo tiene piedad para soportar la luz de su propia belleza. En ese reino la caricia del sol reposará ajena a todo consuelo mientras el ruiseñor abandona su murmullo y siembra en nuestra sangre la lejanía de un verso que la noche abrirá hacia la infinitud visible. Ahí habrá un jardín para el desierto umbrío de tu música, un jardín que ningún otoño besará ni cuando deje de existir la perfección de tu palabra. Y ese pétalo, desprendido de tus labios será para el instante en que el deseo tome otra forma, otro signo y sea la dulzura de un cuerpo al que, transparente, ya no necesitemos darle un nombre.

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Ismael Gavilán

Kavafis regresa a Alejandría Es inútil alejarse y sellar un pacto entre el deseo y lo que eres. Difícil cuando el aliento hace rodeos para cristalizar como visión al final de una humareda desangrada. Es inútil alejarse: lo que un dios designa es mandato y aunque joyas, túnicas, héroes, palacios y cuerpos relucientes sean el obsequio luego del banquete muestran sólo angustia al tener que regresar. Ninguna ciudad es más grande que tus sueños a pesar de morir en ella la dulce fruta del aire entristecido, única verdad que antaño un láguida pudo conocer. Sí, es difícil sellar un pacto entre el deseo y lo que eres cuando la ciudad desorbitada invita con perfumes exquisitos y la máscara es costumbre de festines en salones imperiales. Es difícil e inútil, pero lo que un dios designa es mandato y por eso, el regreso es el sacrificio que él y tú apenas pueden comprender para llegar a concluir con la escritura.

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El mapa no es el territorio

De Voz de ceniza, (conjunto inédito)

V Las palabras estuvieron antes que tú al borde del brocal, tendidas en una marea sonora diciéndote a ti y a tu cuerpo, poseyendo tu nombre. Sin duda otro tiempo donde volaban quietas las aves y el gesto de la luz era la terca lucidez de la permanencia, tiempo en que el verano anunciaba las particularidades del fuego cuando su piedad era la procesión interminable de los días con sus desgastados filtros y reflejos. Al borde del brocal, las palabras que eran y son tiempo, iban en ondas grávidas delatando al doble de tu rostro: el que eras con la mirada perdida tras el alucinante envejecimiento de los marcos o el que con labios heridos sabía que el sufrimiento era la lluvia que hendía al ciruelo. Pero todo ese conocimiento que creías poseer en la mudez infantil se encontraba dicho en la aspereza del recuerdo convertida en esa identidad temible que adviene con el sueño. Y si las imágenes eran lo dicho, su ser era silencio aún en la presencia recogida entre dedos como esa arenilla que invocaba aquel amanecer de extrañeza y claridad, amanecer antes de la música

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Ismael Gavilán

antes de cualquier mirada o murmullo humano antes del tiempo asumido como penitencia. Las palabras dijeron tu cuerpo sin duda, pero no eran él ni poseyeron entonces el agua pardusca con la que ahora crees decirte. Hubo otro tiempo de confluencia, de caminos encontrados al final del verano, otras preguntas que tejieron pensamientos a las cosas y a nosotros, donde el gesto de la luz era la terca lucidez de la permanencia.

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El mapa no es el territorio

VII En el movimiento del agua se consuma la forma del antes y el después, la forma de tu boca al pronunciar silencio como fecunda contradicción que llega a ser palabra, extensión vibrante de la opacidad de Dios o circunvalación de una luz vacía hecha música. El antes y el después que abiertos a la piel languidecen en la imagen de una ciudad arrasada o en un campo baldío donde el presente es la angustia ancestral frente a la carencia. El antes y el después que desplazan la ilusión de la serenidad atrayendo fantasmas; al movimiento del agua, ciego y sin cálculo, sorpresivo y sin finalidad y que no es posible decirlo. No, no es posible decirlo pero sólo se puede articular diciéndose pues tu boca al pronunciar silencio levanta lo que vive y lo que muere, la apariencia de la nieve y a la nieve misma, a la flauta y a su contorno de aire, a la risa y a lo que se ha perdido en la emoción. Así, el antes y el después, sin centro, buscan forma gracias al agua convertida en lema del hundimiento y como sangre hecha transparencia del pecado inicia en sí misma su propio fin.

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Ismael Gavilán

Negada cualquier misericordia, en el movimiento del agua se consuman incluso los nombres del propio movimiento, nombres que se encuentran dentro de nosotros y alrededor de nosotros, en los bordes del granito, en las estelas de las ráfagas o en los recuerdos difíciles que el invierno trae entre sollozos, nombres que el movimiento sabe que son formas como lo es el pez que se agita en la profundidad o la sonrisa que sacude la indiferencia del amor. Formas y nombres -agua permanente en su cadenciaconfiguran la sucesión que se abre, que se extiende, que se desmorona y vuelve a levantarse, sucesión desgajada a girones entre el rostro de la tarde y el graznido siniestro del bosque, entre el roquedal amado por la lluvia y el zigzagueo sutil de la enredadera; sucesión del antes y el después que como fecunda contradicción llega a ser palabra y es la reversión de las estaciones y su fruto como extensión vibrante de la opacidad de Dios.

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FELIPE MONCADA 1973

El mapa no es el territorio

La palabra Y nuevamente la palabra, saliendo de sí misma como crecida de pantano, exceso de treiles en eriazo. Es ella otra vez la tartamuda, la inexacta, tratando de moldear la piedra. Pero entre tanto aire fonético, la muerte se nos cuela como signo. No nos queda tiempo para poética, la fría se nos cuela por los intersticios de la escritura, por la grieta que dejan los pensamientos y los sueños premonitorios, entonces todo este acto de epilepsia en el proscenio es para pedir un invierno de gracia, un crepitar de maderos como contra de la ventisca; toda la desangradura simulada es a modo de pacto con la tarde, de mimesis con la floresta, lúbrica de senos, donde vienen a tomar de su derrame lácteo los tordos. Ya pasó la hora maldita y podemos respirar, pasó la sierra botando siglos. No hay forma ni canon que no sea sepultura; pasó la hora perdida con su reloj que perfora silencio y es tiempo de brotar el vacío.

San Felipe, 2005

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Felipe Moncada

De Irreal, Ed El Brazo de Cervantes, Santiago de Chile, 2004

En la casa de la lluvia Cuando el ruido del mundo se desvanece todavía queda el viejo pino repitiendo canciones de luna agrietada. Al fondo del patio las cañas deshacen la niebla en hilos y las máquinas del molino trasnochan para el pan de la madrugada. Se va la presencia de las cosas como el vapor de los muros húmedos: La calabaza olvidada del verano espera un fulgor de llamas que la salamandra no entrega. El reloj a pilas en el muro sigue marcando la hora en que florece la higuera. La radio grita noticias que las paredes olvidan. Al amanecer, el espejo repite mi cara cuando la máquina de afeitar barata borra la noche de las mejillas y el sol anuncia la huída de los treiles desde los potreros escarchados hacia el vapor blanco de los ríos lentos.

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El mapa no es el territorio

Irreal Por un callejón estrecho construido sobre camino indio llegamos de pronto a la aldea donde Tu Fu hace llorar a los ancianos con sus historias de guerra. Salen a nuestro paso (como en uno de sus poemas) muros de adobe coronados de pasto seco, flores de acacia que derriba el viento, campesinos muertos que levantan el rostro para ver nubes desafiantes entre cumbres de roca. Pero es ya la hora de volver al mundo y los motores de la micro rural nos despiertan de un sueño de mil doscientos años

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Felipe Moncada

Extranjero Como si fuera un ladrón en mi propia casa camino en silencio entre naranjos ajenos. Salgo desnudo a mirar el cielo de vidrio donde las gaviotas se estrellan en sueños o dormido al sol, en el patio de los naranjos soy el vapor que sube de los muros húmedos: el vuelo de las moscas en el aire. Mis pasos parecen los de un desconocido cuando a medianoche ladran los perros del otro lado de los muros.

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El mapa no es el territorio

De Carta de navegación, Talleres del Centro Almendral, San Felipe, 2006 Estanco Si bien el barco nuestro vara durante años en algún desierto: nunca deja de avanzar de mediodía a levante. En algún estanco los niños corren por la proa sobre huesos de gaviota imaginando el azul que se extiende sin nubes. El paisaje no deja de ser un espejismo una superposición de cielo, playas y océano cuya suma es el horizonte. Hay ventanas que siempre apuntan a la noche; a cementerios de tumbas menores varadas frente a una capilla. En otras ventanas el mediodía permanece fijo esperando que levantemos cruces de madera como ofrendas al viento y su óxido.

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Felipe Moncada

El ciego A veces viene a la mesa de nuestro barco y se sienta a beber añorando el corazón de la sirena. ¿Es Homero quien imaginó el mar antes que lo nombraran los hombres o es el mar quien habla por Homero? Lo vemos caminar vestido de marino Fenicio en las páginas de un libro escolar; en el recorte de un diario que le retrata ciego las cuencas llenas de tiza. A nuestra mesa viene a escuchar historias de niños Pasea por los pasillos como animal herido Impregna de tiempo las cosas que toca: los vasos, el aire, las puertas que abren al horizonte; nuestros libros por donde escapa a trote por sus colinas.

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El mapa no es el territorio

De Río de Babel (conjunto inédito) Restos de Babel El tiempo que mide un cascabel, un álamo temblado por el aire. La página es el tiempo. La oruga sobre la tinta: restos de Babel o pedazos de arcilla en caldeo. Pero nunca termina el trabajo de caer de verso a verso como en escala rota. Bosque siempre nuevo donde van a morir de trapecio, de fuego verde, el búho y su vigía.

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Felipe Moncada

De todos los ríos Observador, como quien cruza un río helado Lao Tsé Nubes quiebran el azul pero de todas las nubes una es la muerte y desaparece. Tal es la desviación del pensamiento a la muerte: araña de rincón que duerme en la garganta sobresalto en la postal que llamamos paisaje. “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar”, pero de todos los ríos uno desemboca en nunca más, allí un pato silvestre abre las alas y atrapa la luz devuelta por la corriente.

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MARIO ORTEGA 1975

El mapa no es el territorio

Poética: SIC

- No hay ninguna razón para creer que los árboles deban moverse a merced del viento, ni que haya viento, mucho menos. De modo que algo parecido a la felicidad parece ser la felicidad misma - Como en la investigación de la verdad en los crímenes: inesperadamente, a partir de pequeños indicios, objetos, utensilios que llevan a una cadena de relaciones y conclusiones, así en la poesía: cada objeto, cada palabra, el indicio de la verdad de una especie de gran crimen - Pero se alcanza solo a decir no y ese es todo el alfabeto de que disponemos para torturar el lenguaje, porque hay demasiadas palabras entrometidas como para hacer el silencio como para el sueño de una teoría final:

Gµν = 8π Tμν y Δx Δp ≥ h s.a

- El gran crimen: la mitología detrás de cada verso: ver el mundo en un grano de arena - Y al fin esfuerzo. es habla. es quién. espanto. es hora. es fama espuma. esfuma. es hipo. hipo. hipo. hipo Madrid, 2006

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Mario Ortega

De Leyenda de la sangre, Ed Tiempo Nuevo, Santiago de Chile, 1995

Uno De cada día terrestre, estos días, en los que el cansancio cae en llamas desde el cielo, de cada uno de estos meses que son botellas rotas por las que huye tanta soledad y tanto miedo, y de cada minuto que en el tiempo agoniza mordiendo el corazón de este universo, de cada sordo lamento que me rodea germinando como las rosas negras que la muerte despide, dividiéndome, desintegrándome de a poco en ese sonido, en esa humedad sonora, en esa campana lúgubre y ritual que va creciendo debajo de esta tierra, de todas las raíces que el dolor acumula y que se instalan en mi alma entristeciéndola, de enfermedades que se esconden creciendo allí en el silencio sus plantas impuras, de todo eso, amor, sálvame, escóndeme de todo eso, recoge poco a poco cada trozo de mí mismo uniéndome a tu corazón hasta nacer, hasta iniciar la vida nuevamente, para que tú seas mi origen, y en ti yo surja así como proviene el viento desde el fuego.

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El mapa no es el territorio

Hacia la región más transparente Esta noche los dos hemos de bajar las escaleras de cada uno de nuestros sueños, dividirnos al entrar en la espesura desolada del bosque y de las aguas que penetran nuestros cuerpos, y en distancias de mares y desiertos morir como al alba van muriéndose los seres, entrar cada cual con su río de luces y de ausencias en todas las palabras primeras de la tierra despertando después de tanta muerte imaginaria hacia ese amanecer del viento. Cada cual en su país de niebla repentina irá clavando las banderas de la luz que nos reúna, cada uno habrá de ser su propio sueño dentro del cual combatirá a los falsos nombres del fuego, a las hojas de un antiguo otoño caído de los cielos, la lluvia de sombras y relámpagos oscuros, la agónica respiración de océanos y estrellas. Sólo así, al despertar, será posible que te sueñe y que me sueñes podremos escapar de la vegetación de las distancias, salir a la ciudad hinchada por la luz sucia y el tumulto, entrar a vivir tomados de la mano por cualquier calle que nos envuelva y que nos lleve hacia la región más transparente.

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Mario Ortega

De Animal Roto, Ed del Temple, Santiago de Chile, 2000

Animal roto Hombre Animal Roto: aquí estoy despedazado aquí está la ropa tendida al sol que el viento hace jirones: aquí soy el velamen del más mísero galeote en medio de la tempestad agarrado el amor al mástil de la nave las olas del dolor muerden al viento ese mar vomita y sangra su marea hambrienta a babor a estribor y sobre proa y popa el huracán derriba el alma una bandera rota y roto el animal que soy: átenle su respiración sutúrenle la rabia o continúa a cañonazos y mamíferos océanos su música afiebrada en cuyo fuego me consumo!

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El mapa no es el territorio

Misa de estrellas La noche soplará muchas estrellas esta noche Algo ocurre: oímos que la tierra gime se queja y da vueltas mientras duerme una mujer desnuda desordena las sábanas y da vueltas en la cama está soñando otro cuerpo muchas constelaciones muchos cuerpos deseosos bocas que quieren lamer el alma en el sudor noches en que la cama es un enorme pájaro de alas empapadas y el cielo es una sábana mojada de estrellas planetas como cuerpos ávidos de planetas galaxias deseosas de tocarse y lamerse hasta la ebriedad y el desenfreno el arrebato de uno en otro esa cópula primera desde donde el universo comenzó a soplar sus astros que a esta hora se congregan y celebran su liturgia su orgía luminosa y parecen detenerse y emprender el viaje de regreso a casa.

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Mario Ortega

De SIC (conjunto inédito)

Exilia V a ver si creen: el espacio es la forma de mi mirada que salpica las paredes de la habitación - ¿qué tal si ahí dentro alzarse una Sixtina y vamos pintando arriba Cordilleras Desiertos y Paisajes del Nunca País tras los ojos?

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El mapa no es el territorio

Exilia VI de la sed el amor pero crece el Desierto allá afuera: para cuando te encierres en tu habitación la ciudad va borrándose. y fue entonces ser Rey de este Espacio Infinito País de Juguete. confinado a una especie de cáscara de nuez

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Mario Ortega

Exilia VII es nunca nacer mi país cuando esas ventanas tragando el paisaje lo inventan por irse más dentro esta casa en la casa una Patria al revés desde todas las puertas que han sido cerradas

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EDUARDO JERIA 1977

El mapa no es el territorio

El mensajero Soy el mensajero que viene desde la batalla. Soy aquel que ha de decir al rey lo que las tropas padecen en la derrota. No he de quedarme en ella para sucumbir bajo la espada. Regreso a palacio sin haber matado a nadie, mas mi elocuencia podrá salvar o condenar a miles. El Señor perdonará o salvará al mensajero por la nueva y entregaré mi propia vida en la advertencia; pero la batalla estará lejos, no habrá ruido de sables, ni ardor de sangre entre las manos, ni tierra de cadáveres y lamentos. No podré huir de su mirada ni él podrá hacerlo de mis voces. Si he de ser condenado, moriré habiéndolo perdido todo. Si he de ser absuelto, será mejor haber muerto en medio del esfuerzo. Desde la batalla al rey vengo, exánime, a tratar de señalar lo que sucede. He cabalgado un par de días hasta llegar a palacio. Desde la sangre vengo a derramar palabras en el trono, manchadas de púrpura frente al rey de púrpura manto; palabras que desde el grana se van tornado negras a medida que van siendo escritas. Desde la batalla vengo a decir lo que sucede en aquel campo en sangre. Jamás será igual a aquello que horroriza. Pero el acero que conocimos y bajo el cual vimos morir tanto al hermano como al enemigo está allí y espera que seamos dignos de él. ¿Cómo duplicar los tambores de la tropa moviéndose de noche, el silencio antes del amanecer, o el brío de los caballos aterrados, o el chocar del acero y el sordo sonido de hoja entre la carne? He de decir lo que todos en palacio ya sabían: la Ruina está pronta. Este deber es peor que el golpe mismo del acero. La lid en mí está. Contra las palabras que deben salir de mi boca he de sostener lance.

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Eduardo Jeria

Ese fue el precio por salvar la vida y es un buen coste que pagar. Sí, es cierto: no perecí con honor y he de dar hasta el último aliento para redimirlo. No supe de la escaramuza el final: si la sangre vertida fue un precio justo que pagar o fue oropel el que recibieron las viudas y los huérfanos. No supe si los hombres fueron enterrados en lugar santo, pero recuerdo el destello del acero cuando vierto el agua en mis manos, las llagas cuando veo el vino tan carmín brotando de la boca, las carnes desmembradas cuando el pan divido entre mis hijos. Soy la flecha que lanzó la parca, la cabalgadura de la ruina y la gloria, la daga que traicionará la esperanza. En el combate ella es el único enemigo, la amenaza más cierta al cuerpo: la del héroe, el regresar intacto al lecho; la del mensajero, el volver a confrontar el sino. Sí, es cierto: los héroes son los primeros en morir. Pero yo he de esperar el mismo fin que mis hermanos. Entre mi cabalgadura y palacio espero un tiempo en que el sol vuelva a brillar sobre las armaduras.

Valparaíso, 2004

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El mapa no es el territorio

De Persona Natural, Ed Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso, 1999 Como aires La muerte dulce que conozco cada noche cuando dejo verso y espada, me persiguió para decirme destrozarme los oídos. ¿Y ustedes dónde estuvieron? ¿Vuestras bocas qué dijeron? ¿Qué pasó con el entusiasmo del que hablaba? Ver y entender todo entonces, y sin embargo, continuar como aquel que nada sabe. Sí, nos vamos mas volvemos como aves, como aires como aires que penetran en la boca de quien duerme. Sin saber final alguno, sin saber si el verso fue echado a la suerte o si la muerte llegó al fin a los confines de tu boca.

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Eduardo Jeria

De Jardín Japonés, Ed Altazor, Viña del Mar, 2006

Una palabra cualquiera Escribe una palabra cualquiera, quizás la última que se escuchó en la radio o la que alguien usó al saludarte, palabra como un anzuelo lanzado con que pican pronto otros muchos peces y que suben unos llamando a otros. Quizás de qué corrientes marinas vienen estas voces que casualmente llegan a la boca como una invitación sorpresiva a salir de noche un día cualquiera, como cualquiera es la mujer que llega casualmente al mismo bar que elegiste por ventura y que se topó contigo en alguna mesa. Bastaría que la mujer llegara dos horas antes o después para que no se topasen nunca, igual que algunas palabras jamás estarán escritas en la misma línea o se tocarán siquiera en las páginas de un diccionario que jugando ha desmembrado un niño.

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El mapa no es el territorio

Espejo en el techo Ella se ve haciendo el amor con otro hombre. En el espejo el hombre la ve y se da cuenta que hace el amor con una mujer que desborda todo lo que él podrá llegar a ser. Más allá de la imagen él se pregunta, cómo llegó a estar esa mujer entre sus brazos: lengua boca muslos un cierto lugar de la espalda. No cree reconocerla ni haberla visto antes, no sabe cómo conoce las áreas secretas, tan secretas de su goce ni cómo el cuerpo de esa mujer que lo desborda llegó a estar mezclándose con su figura llena de luz en todas direcciones; y él ve cómo la mujer descubre otra mujer en brazos de otro todo cuanto ellas podrán llegar a poseer un hombre, otro hombre dentro de otra mujer que los desborda y sabe lo que alguna vez fueron en aquel espejo. Entonces nadie supo si aquel entre sus brazos, si aquel que amaron bajo un cielo lleno de nosotros estaba a éste o al otro lado del espejo.

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Eduardo Jeria

Todos duermen en mi casa Todos duermen en mi casa nada parece despertarse en ellos y me estremezco al pensar que estarán con los ojos abiertos sin poder ver más a nadie. Las palabras de mi padre ya no cortan la noche, las manos de mi madre se han quedado quietas, la respiración de mi hermano no se oye. Una catástrofe palpita y sólo mi soledad sale a encontrarla ¿por qué no oigo el grito y sí el murmullo; por qué escucho el pecho y no detrás de aquellas dos puertas cerradas? Tumbados así, en las viejas habitaciones que el polvo visita con sed salvaje todos duermen en mi casa.

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El mapa no es el territorio

Humedad Sé cuán profundo es el mar cuando toco con los dedos la orilla de una mujer que duerme a mi lado bella en su perfección más simple. El aire de su respiro se agrieta como un ramo de lirios cortado en seco. Y conozco aún el centro de aquella que palpita: el rocío, las palomas cierto animal que sueña...

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Eduardo Jeria

Viaje Y al final, cuando todo acabe, cuando no seamos más que la ausencia de los cuerpos sobre las sábanas deshechas, cuando no seamos más que el vino derramado sobre la mesa, cuando las frías sombras señoreen en las vastedades de los cuerpos, y la condena esté sellada como nuestros propios labios y ojos entonces alguien leerá algún poema a la memoria de este viaje al propio jardín.

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II

ENRIQUE MORALES 1970

El mapa no es el territorio

Esbozo de una poética: Adiós a Ilión y La Novia que llora. Un ritmo nervioso y de fuerte sensación urbana. Los poemas presentes en Adiós a Ilión como en La Novia que llora, pretenden dar lugar a una poesía que nace en torno a dos ejes fundamentales -de los cuales se pueden derivar varios otros-: el viaje y el deseo. Se recoge del viaje el tránsito ciudadano y el nomadismo, en lo que tienen de moderno, es decir, en su condición privilegiada de motor de búsqueda y modo de perderse en la pista. El deseo (amoroso, utópico o de muerte) es el afecto que pone en duda lo dado como inconmovible. Ciudad, individuo y lenguaje se confunden en un arco que tensa el sentido común de lo cotidiano. La torrentosa cadena de acontecimientos urbanos del día a día, al no poder ser remitidos a una matriz única de sentido, son reelaborados poéticamente para dejar de ser circunstancias en estado puro. Pero se debe advertir que la voluntad de dar sentido desde una posición privilegiada como poeta es siempre rebajada, aunque no aniquilada en su fuente deseante. Los poemas no pretenden ser imágenes totalizantes, cuando lo hacen es por pura ironía. Así, estos versos deambulan tanto por el escepticismo como por el optimismo con el mismo énfasis, evitando afecciones patéticas y llamados desgarradores.

Viña del Mar, 2006

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Enrique Morales

De Adiós a Ilión, Ed Altazor, Viña del Mar, 1999

La tormenta El viento se pasea golpeando las campanillas que cuelgan en el pórtico Los sonidos despiertan y corren a los oídos de la mujer que asoma a ver la tormenta anunciada en sus ojos

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El mapa no es el territorio

La promesa Un sueño corre desnudo para que una niña atraviese la luz con su mano dejando tras de sí trastocados los pétalos del río

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Enrique Morales

Roble Los ojos arden frente a la ola de luces En el monte con ropas de roble bebiendo de la copa de los hados llegan los cantos de reunión donde no éramos quienes bailábamos ahora las hilanderas miden la carrera vertiginosa de tornar en hierro esta piedra.

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El mapa no es el territorio

De La novia que llora (conjunto inédito) Amor De Ida Y Vuelta Ahí estábamos tú y yo sentados en la noche sin poder explicarnos Tú en tu automóvil blanco esperando arrancar aquello que siempre se estropeó Parecíamos exhaustos y perdidos de vuelta por una ruta para la que ya no necesitábamos piedrecitas de ida éramos impetuosos Apolo y Dafne de vuelta Sísifo y su roca

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Enrique Morales

Ulises Desengañado

a D.F. y A.B.

Asoma el recuerdo de esos relatos viniendo de las rodillas, las dos piernas sobre las que gateaba y que hoy, mediante un truco, mi memoria transformó en bastón. Estoy en la carretera, la cara de la montaña me interroga, respondo, paso como el salto de un soldado en Los Andes. ¿De qué otro modo podría haber comenzado este viaje? I Querida mía: después de horas de burocracia y un poco de astucia atravesé los muros de la cordillera. Ahora estoy en la ciudad, me detengo en una mesa, la calle está fresca y un poco tambaleante. Recientemente han pasado pies y gritos de protesta, pero hoy domingo tuvieron una pausa para matar una vaca. Tengo sed de ver a esa gente esperando en la plaza, frente a la guardia, pero sólo están unos que rezan al aire libre. Hace poco, por aquí caminaban mujeres de pasos sensuales y perfumados, hacia un encuentro en el parque o a las orillas del río cuando la música y el aroma del café posaban de clásicos. Qué maravilla la que aquí duerme, pero no la despertaremos tú y yo, los encargados de remecerla serán otros con pasos de imperio y ojos de luciérnaga. II Cruzo el río, a buscar el rostro de los montevideanos, pero como una broma escolar, se ocultan para el retrato: una mampara de metal los rodea “en reparaciones”. Los que sí aparecen son niños tuertos, cojos y mancos, monstruos de adultos. Suben a los autobuses con voz apagada, pidiendo. Las miradas

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El mapa no es el territorio

de unos pasajeros se fijan a lo lejos, las de otros lujuriosas sobre esas mujercitas tan adorables, tan deseables por un par de monedas. La peste de toda ciudad habita en el lenguaje, con precisión y eficiencia de gestos reflejos, dictando el ritmo de la sed. ¿Sólo quedan entonces huellas hacia donde las sirenas reinan? Al amanecer, una humedad cruza con aroma dulce la ciudad. En la playa, el viento acerca el mar enturbiado por la fuerza incontestable del río. III Día cuarto. Hasta aquí el viaje trazado. Aunque no puedo negar el enorme parecido de mis compañeros con los lotófagos mientras observan el camino o duermen la siesta, de ningún modo con ellos podría ir a la deriva o esperar una aventura. IV Nos dirigimos al norte a un puerto que llaman Alegre. Aquí, la tierra tiene color de sangre y la sangre de algunos está cubierta de tierra. Su lengua me extraña, su alegría también. Es carnaval y retoco mi disfraz. La mano de un viejo amor me recibe. ¿Qué mano tocó el Amor? ¿Qué Usura cobró un precio tan alto para que al fondo se reflejaran su sombra y la mía, como si nuestra voz estuviese degollada?

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Enrique Morales

Ella no puede escrutar en mis ojos su promesa como el tatuaje de marino que quisiera. Estoy junto a un río que posiblemente requiera otras manos. Al anochecer, mis pies y mis palabras ansían un naufragio a lo lejos.

V Es de día y poco a poco voy soltando la figura de este puerto, entendiendo qué imagen es la que se anuda a mi frente. Si sacar el tiempo de los relojes no dependiera de mí, si no contáramos con transportes, aun así, imitaría a los peregrinos porque en el trayecto, el desierto nos entrega la gratitud que falta. O cuerpo, me acerco, comprendiendo la prisa que llevo. La ciudad se parece a ti, revestida de tantos nombres VI Querida mía: Volví a la misma tierra de la que salí. Pero he vuelto para tomar posesión de una casa vacía. Mi hijo, nunca nació. Tú has partido. Y un quiltro yace enterrado, sin inscripción, junto al lavadero.

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BRUNO CUNEO 1973

El mapa no es el territorio

Poética La poesía, me atrevería a decir, es el único discurso que permite a un hombre concreto y lábil lidiar intersubjetivamente con la pérdida, el único lenguaje en el que podría sentirse acreditado para liberar su vergüenza con el sólo propósito de librarse de ella. Lo permitimos y nos lo permitimos porque aunque sabemos que entre lo real, tan a menudo traumático, y las palabras, tan a menudo insuficientes, no existe posibilidad alguna de paralelismo, la sola tentativa de inscribir precaria y trabajosamente esa falta en el lenguaje nos otorga, al menos, el beneficio de una resistencia. “La literatura –decía Pavese- es una defensa contra las ofensas de la vida”. Todo lo que pienso de la poesía resuena ya en el milagro de esa rima.

Viña del Mar, 2005

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Bruno Cuneo

De Verano, Ed Altazor, Viña del Mar, 2005

Nighthawks En la triste quietud de este cuadro nocturno sólo tres personas parecen perdonadas, aunque sea por un instante, de las sombras que afuera se ciernen como tramando la escena de un crimen. Una cuarta, en cambio, la que nos da la espalda, se recorta lentamente en ellas hasta ser devorado, si no por la noche incierta, sí al menos, fracasado cazador, por su corazón solitario. Una y otra vez, el empleado lo ha advertido, mira de reojo a la muchacha de rojo, aparentemente ocupada de sus uñas mientras el hombre que la acompaña busca inútilmente su mano. Hace veinte noches que vuelve a esta barra y es siempre la soledad la que está a su lado, o la felicidad de otros, o la taza de café amargo o esa vieja máquina registradora al otro lado de la calle. En esta inmensa vitrina en la que expone su dolor, a una que nunca pasa, a una que jamás lo mira, intenta hallar, a ver si puedes, una puerta que no sea la del baño.

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El mapa no es el territorio

Dos recuerdos de infancia I Un tambor oxidado de doscientos litros al fondo del patio, bajo una higuera, repleto de un agua aceitosa, espesa, con una que otra hoja y un par de insectos ahogados. Tu rostro se refleja y sientes temor al pensar qué hay en el fondo le das un puntapié que retumba sordo y círculos concéntricos se expanden difuminando tu rostro. Ese movimiento aún no cesa, ese rostro ya no existe. II Aroma de tierra mojada, regada, una tarde de verano; la bicicleta aburrida bajo la bugambilia, la pelota embarrada, tu padre que te manguerea de tanto en tanto, los racimos pesados, el membrillo picado de avispas; la cabeza abatida sobre la barra, la copa vacía, el cenicero lleno y el recuerdo sin darte tregua, los remordimientos, todos los sueños, el sueño.

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Bruno Cuneo

Del amor me quedó un gesto Del amor me quedó un gesto algo así como un chasquido de los dedos como de quien cuenta dinero. Nunca fui bueno para eso, con suerte puede hacer, bien o mal, la sombra china de un conejo, elegir en el mercado con cierto juicio unas cuantas frutas que gustoso ofrecería a una que no se pasara soñando con ostras o champagne, un auto nuevo o la matrícula de un gimnasio. Quiso Dios que la sensatez y la belleza no fueran compatibles y para probarlo están allí las estudiantes de filosofía; las buenas, en cambio, nada tienen que ver con nosotros, a no ser que sea una millonaria excéntrica o una burguesita rebelde, de esas que frecuentan vernissages y te hablan de Kandinsky, Mondrian y una sarta de jetones que apruebas a pesar de que nunca te han gustado, si les hablas de Bacon o Giacometti ya te creen un poco raro con suerte no terminas recogiendo margaritas. A los cinco años, si no antes, inevitablemente se les pasa y vuelven a enamorarse del ingeniero comercial que todas llevan dentro, Good night my dear, será su último saludo pero esa Ofelia desdeñosa no irá precisamente a ahogarse bajo un sauce, con los libros que le regalaste de seguro va a trancar la puerta. Del amor me quedó un gesto, ambiguo como todo gesto, precario como todo signo, pero en mi lenguaje no figura el signo peso tampoco quiso Dios que amar y leer fueran compatibles en estos días.

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El mapa no es el territorio

De Hielos flotantes (conjunto inédito)

Cansado (del Diario de A.Gide) Cansado de esperar en esta casa la noche y no ser entre los que reúne sino uno entre unos cuantos simplemente, y lidiar lidiar a solas, lidiar en vano con este no querer ser del todo sino de vez en cuando, o pocas veces para no sentir demasiado que como esa estrella extinta aunque perceptible, me he quedado fuera de cualquier constelación.

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Bruno Cuneo

Nosotros los amigos Nos enamoramos de la misma mujer nosotros, los amigos, los inseparables y de un día para otro, de ser el Gordo y el Flaco pasamos a ser Billy The Kid y Pat Garrett. Ahora que ella se ha ido para ambos la noche que nos separa de nuevo nos hermana en la vieja verdad de los comienzos: La cuota de soledad que a cada uno toca en parte en el duro oficio de sobrevivir.

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El mapa no es el territorio

Horóscopo Su vida ha descrito una curva que la torna prácticamente imprevisible. Nos gustaría decirle que estará bien, que tendrá salud, dinero y todo eso; confíese mejor a las líneas de su mano lea allí lo que nosotros no podemos: el alfabeto de un transcurso hecho de tropiezos, los signos de un destino que sólo usted puede descifrar ahora que las constelaciones se han vuelto opacas y no hay remedio para usted, ni para nadie.

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PEDRO GODOY 1977

El mapa no es el territorio

La más borracha sabiduría de todas: poética Creo que la forma en que hago y disfruto de la poesía podría parecer anticuada para algunos. Principalmente porque permanece en mí cierta tendencia a la sacralización: mis poemas siempre han estado llenos de invocaciones y manifiestan una búsqueda e indagación de lo que yo llamaría “la divinidad”, algo que no considero alejado, sino muy cercano y profundamente arraigado en todas las cosas, incluyéndonos a nosotros mismos. Es por esto que creo que en mi caso, mi poesía “no ha bajado del Olimpo”, aunque me apene un poco decirlo de esa manera. Sigo creyendo, además, que la poesía es “la más borracha sabiduría de todas”, es decir, el conocimiento obtenido a partir de nuestras experiencias bajo un estado espiritual parecido a la ebriedad. Lo digo porque me parece que en la poesía siempre se andan mezclando la fascinación y el éxtasis, junto a rictus llenos de horror y vértigo; alegrías avasalladoras y tristezas que devastan. Todo como si estuviéramos borrachos y hubiésemos perdido la vergüenza. Porque es frecuente asistir en ella a la exaltación de determinadas emociones y sensaciones hasta puntos grotescos que no siempre son fáciles de asimilar y que no siempre se muestran con elegancia. Y es sabiduría porque creo que eso sigue sirviendo para la vida del hombre. En la poesía que me interesa, entonces, busco revivir la liberación de las bestias y demonios interiores del poeta, los íncubos y los súcubos que lo habitan y que le muestran sus rostros para sostener disparatadas o sublimes conversaciones con ellos. Me gusta también observar en los poemas un acercamiento a las cosas lleno de arrobamiento, aunque no

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Pedro Godoy

me alejo de aquellos a los que siento poseídos por la furia o la desesperación. Todo esto bajo el influjo de una condición anímica del hombre en la que la vigilia y el sueño están siempre mezclándose, convirtiéndose algunas veces en un estado limítrofe entre la conciencia y el aturdimiento, entre la lucidez y el delirio. Ese tipo de poesía es la que me conmueve más profundamente y la que he intentado hacer hasta ahora, dentro de mis posibilidades. Creo que hasta cierto punto busco la iluminación en la poesía. También la consagración del hombre junto a las demás cosas del universo. O bien, la lucha por alcanzar ambas. Ando buscando nuevos caminos a partir de lo ya recorrido, quisiera reconstruirme en algunos aspectos, mirarlo todo de nuevo bajo un nuevo prisma, aprender a hacerme necesario y sentirme cómodo y satisfecho con lo que hago. Eso último es algo que me ha costado mucho a lo largo de toda mi corta “carrera literaria”. Aún así, insisto en tratar de conventir a mis textos algo hermoso y digno de admiración. Hacer que mi verdad sea oportuna. El último tiempo he intentado por todos los medios de perder un poco de grandilocuencia. Y eso se me hace difícil, y prueba de ello son las enormes ganas que tengo de decir que lo que me gustaría es Saber, en las entrañas del monstruo, que Dios ha designado para mí una misión y que en algún momento saldré a decir mi mensaje en la aldea.

Valparaíso, 2006

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El mapa no es el territorio

De Calabriadas, Ed El Espejo de Tinta, Valparaíso, 2003

Advertencias del escanciador Yo, escúchenme bien, yo me he sentado en las tabernas y en los templos, en ciertos rincones del abismo donde son apariciones los destellos a la mitad de eso oscuro que hunde. Allí, en esos lugares de párpados cerrados, he conversado amistosamente con ángeles borrachos y con demonios de luciérnagos élitros. Allí he reído con cada uno de los delirantes querubines, con los súcubos y con los íncubos provocándome alegres carcajadas y llantos jubilosos. Ellos gustan de mi talante, de mi risa niña y grotesca, ellos se saben mi miseria ebria y es por mí que se han sentado a la misma mesa: en mi silencio se han reunido y han visto cuán poco pertenezco, cuán ajeno soy a todos los mundos. Yo creo que por eso les gusto, yo creo que por eso vienen a reír conmigo, porque sobre mi calavera no pondrán bandera alguna y no existe tremolar que me conmueva el corazón partido. Traten de asirme y no podrán, no pertenezco a nadie, a nadie he vendido mi alma y ninguno es dueño de mi ombligo: en mí aún se retuercen esas fuerzas transparentes de las que bebieron los patriarcas y los monstruos hace tanto tiempo atrás. Yo sé muchos idiomas y me he entrevistado con infinitos personajes.¿No les he hablado de aquel gigante enamorado de la muerte?.¿O de aquellos dulces niños que venían desde tan lejos, desde la destilería del rocío a darnos noticias de la luz y que fueron degollados, oscuramente silenciados antes del grito?

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Pedro Godoy

He hablado con tantos otros, con esa turba de arcángeles borrachos, con esa crápula divina que me describió ciertos aposentos prohibidos en el cielo, que me habló de los simples dédalos del fuego y de los sangrantes aires y de sus callados secretos. ...lo que viene a cuento aquí es que soy uno de ellos y en realidad todo lo que he dicho son palabras suyas puestas en mi boca. Yo no he dicho nada, créanme: hablan tantos en mí... Ustedes deben comprender entonces que no son contradicciones las que creen ver aquí, son los testimonios diversos y cicatrizados apenas, son los magullados delirios de seres distintos, de unos cuantos náufragos friolentos, de uno que otro sobreviviente maltrecho entre los roqueríos. Son ellos con los que me avengo mejor y son ellos los que hablan por mi boca cuando mi boca habla, vaya Dios a saber por qué. ¡Ah! Y Él, Él ya no habla porque me salí por la ventana de su reino a farrear con esa fauna hermosa y borracha, desprovista de desesperanza. Le molestó que llegase a su casa sólo a dormir y decidió no hablarme más. Yo lo amo tanto, desespero por su totalidad, pero nací así, derrengado y bufón de ánimas. ¡Me gusta tanto escanciar vinos de inmensidad, vinos baratos de inmensidad junto a mis amigos! Quien sabe, quizá un día de estos vuelva al redil, pero mientras tanto no hay quién sujete mis harapos: del grave silencio de Dios se ha hecho mi conversación, vengan y beban una copa de mi voz en esta mesa.

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El mapa no es el territorio

Heme No hay nada que la tierra no haya dicho de mí, no hay nada que me desconozca el aire, el agua tampoco ignora cosa alguna de mi cuerpo. Y para qué hablar del fuego, soy y fui del fuego. Cierto es, he pasado demasiado tiempo en islas, comiendo flores de olvido, chapuceando desnudo entre botellas de licores santos. Soy un animal sin nombre, una martingala de relucientes greñas, alegremente alada, con una sonrisa que despierta a los pájaros, con ojos que hacen estremecer al mundo y sus andrajos. Mi día es una fiesta donde la sombra busca a la luz para revolcarse entre los follajes, donde las barbas encanecen contentas y los colores brotan de los labios y de las lenguas. Nací, según me han dicho, el primero para ser este último que soy, en fecha sin nombre, tal vez con mucho viento y de noche. Y dicen que ese día fue el primero, el primero en que todas las cosas vieron la luz, porque yo vi por primera vez la luz. Me han dicho que antes de que yo naciera, nada había nacido. Me han ducho que hasta mi madre nació un segundo después que yo, que el viento, que todas las cosas nacieron después que yo. Sí, me han dicho que fue así, porque un segundo antes Dios y yo éramos uno, mi madre, el viento, el pasado, lo que somos y seremos y yo éramos uno, en un solo anillo sin acabo ni comienzo, con un truco de aire que acariciaba nuestras espaldas y nuestros pechos, una terrible alianza con la muerte y con la vida, con la memoria y el olvido, con los que me encontraré después del después, cuando todas las cosas vuelvan a mí y yo vuelva a todas las cosas.

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Pedro Godoy

Poemas inéditos

Tres manchas del sol 1 ¿Qué culpa tienes tú de haber sido violado por tu padre? Después reclaman que uno les pega ¿Quién no ha recibido golpes? Todos deberíamos recibir golpes ¿No somos la misma mierda? ¡Deberían rajarlos a todos! Después violada, no sé porqué ni por quién, violada y tratando de no pensar mucho, porque tuve que botar a mi hijo y seis días después ya no pude aguantarme y fui a verlo: entre la basura estaba, con la boca llena de moscas, medio morado y con los ojos hueros, nadie lo había escuchado, nadie y con mi hermano quedamos moto y le pegamos al fome del Jonatan hasta aturdirlo y después no sé porqué le cortamos la nariz y las orejas, no salvaba a nadie el Jonatan, aunque igual nos fuimos en la volá, con una piedra le dimos en todo lo que se llama cara, lo escondimos con cartones, lo hicimos, si hasta poemas le escribía, había matado a su hermano en el Huasco y ahora en Alcohuaz, andaba escondido y más malo todavía, todos le teníamos miedo y yo sentía el poder del miedo y me pusieron una denuncia y yo vi todo rojo, como si a la niña no le gustara, así es que entré en la noche y después de haberlos matado a todos lavé el hacha en el río y sentía como furia, fascinación y miedo de haber tomado a la guagua y haberle quebrado la cabeza en el piso ¿Qué precio tiene la carne hoy? Está barata, está barata y es que dicen que en la selva todavía hay esclavos y que hay viejos culiaos que se violan a todas las mujeres y matan a los hombres que se le insolentan, así es que que no me digan que yo soy malo, yo no hacía nada que ellas no quisieran, eran niñas chicas, pero eran calientes y harto que les gustaba jalar y hacían cualquier

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cosa, hasta tomar meado cuando estaban duras y todos sabían que yo tenía como el diablo en el cuerpo, cruzaban la calle cuando me venían con los tragos, y se dieron cuenta cuando empezó a gotear sangre del piso de arriba, al viejo Antuco le cayó una gota en la mano mientras cosía un pantalón, porque yo los descuartizaba, y después escondía las vísceras en un frasco, las piernas y brazos en un cajón, la cabeza en la tina y nunca he podido perdonarme haberle pegado el Sida, porque ella tenía un niño chico que era su adoración y no tenía a nadie más en la tierra, a nadie más y cuando muera el pobre niño va a quedar solo y no sé qué hacer, no voy contarle, no voy a decir nada, porque acaso ¿No da lo mismo el infierno que el silencio? 2 ¿Qué culpa tienes tú de haber sido violado por tu padre? ¡Que nadie reclame por los golpes! ¡Todos deberíamos recibir golpes! ¿No somos la misma mierda? ¡Deberían echárselos a todos! yo sentía que hacía frío y que me odiaban y no podía seguir soportando que se burlaran todos los días de mí, así es que me los voy a cagar a todos y ya no voy a sentir este miedo y esta rabia y todos se van a arrepentir y a ver quien se ríe ahora, porque mi abuelo era marino y me llamaba para tocarme y tenía una pistola y con esa les voy a dar, y decía que su hijo, su hijito, se llamaba Milenko y ella era tan hermosa y nunca supe cuando aprendí a amar como si odiara; ella traía los monos y los jalei, y en el fondo los dos éramos unos cerdos, unos cerdos: le corté las piernas

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Pedro Godoy

para ir a tirarla a ese peladero, al otro día no me acordaba bien si lo había hecho o si había sido un sueño, la pesadilla de despertar debajo del puente y no saber qué había pasado, con esa sensación, con esa terrible sensación en el pecho, no sé porqué no podía tener erecciones, no se me paraba, pero me gustaba ver a mi mujer con otro, con un compadre que también me gustaba y con el que habíamos hecho un trato, eso me excitaba, me volvía loco, pero un día supimos que ella nos ponía el gorro, también se metía con el muy hijo de puta del Urquieta y entre los dos le dimos, los pillamos en su casa, estaban desnudos, le amarramos las manos, les sacamos la chucha, les quemamos cigarros en el cuerpo y les cortamos la garganta, ¿a cuánto estamos? ¿a qué hora termina esto? porque mi padre, siendo tan bello como era, era un borracho y estaba loco y llevaba sus amigos a la casa y uno de ellos se metía a mi pieza, eso fue muchas veces y yo no sé porqué no podía contarle a nadie, después todos se reían de mí porque era amanerado y yo tenía tantas ganas de llorar, tantas ganas de llorar, cuando antes era: ¡todos al paredón! y los acribillaban a todos esos conchadesumadres juntos y yo no me arrepiento, pienso que lo que hicimos estuvo bien, mucha gente estaba esperando a que lo hiciéramos, después tiramos los cuerpos en bolsas con piedras al mar, porque en el fondo hay algo en el hombre, algo que lo hace así, somos así, todos, o casi todos somos potenciales asesinos y es que era la miseria misma y habían tantas moscas, la niña, la niña que era hija mía y de mi mismo padre nunca creció más, y era como una guagua, pero tenía veinticinco años, vivíamos en la nada, no sabía hablar, se hacía en los pantalones y

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tenía dientes, era como una guagua, pero tenía dientes, se paraba, pero no sabía caminar, la sequía estaba matando a los animales, y al final ya nos daban lo mismo sus berridos, porque en el fondo ¿No da lo mismo el silencio que el infierno?

3 ¿Qué culpa tienes tú de haber sido violado por tu padre? ¿Qué tanto? ¿Y a quién no le han dado? ¡A todos debieran darnos! ¿No somos la misma mierda? ¡Debieran matarlos a todos! porque vivíamos en un campamento minero y estaba maldito, cuando chico me cayó una olla hirviendo y tengo 11 años y el 70 por ciento del cuerpo quemado y me gusta matar gatos en el desierto y creo que cualquier día de estos voy a probar con ese niño de los vecinos, por eso fue que mató a un amigo en Copenhague, estaban tan drogados que nunca supo qué había hecho en realidad y escapó y llegó a Valparaíso y ahora vende pasta y coca, y fumamos con él y unos viejos culiaos de más de cuarenta años y apenas sabe hablar español y yo sé que quiere morir, que lo único que quiere es morir, así es que me acuerdo cuando pillamos a mi papá con su amigo, a mi papá, que era tan guatón, con su amigo, y parece que a él le habían hecho lo mismo que nos hacía a mí y a mi hermana, y ahora no son ni las once veinte y ya quiero ir a tocarla, no debería hacerlo más, pero está ahí, en su cama y la otra vez le pegué para que no llorara más, tampoco pude aguantarme, ¿cuánto vale el pasaje? lo único que quiero es salir de aquí, Cristo, que sufrió por todos nosotros, quizás sea el único capaz de perdonarme por lo que hice: fue la angustia, yo estaba enviciada, con el Pato no parábamos de fumar pasta, era lo único que queríamos hacer y robábamos y empeñamos todo, todo, la tele, la radio, la ropita de la guagua y estábamos flacos, grises, como descascarándonos y se nos

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Pedro Godoy

murió, se me murió mi hijito, de hambre y debilidad, se me murió porque los metimos a todos a un granero y eran como borregos y nada más les faltaba balar porque apenas pusieron resistencia, a latigazos, a golpes y para qué andamos con cosa, sentíamos gusto de pegarles, de hacerles daño y verlos llorar y suplicar que porqué nos hacen esto, porqué nos hacen esto, hasta que le prendimos fuego al granero y los quemamos a todos, a todos y nosotros éramos pobres y yo siempre supe que no iba a soportar más las humillaciones de la miseria y trabajé duro para salir adelante, tuve que pasar por encima de todos y ayudamos a algunos y nos cagamos a otros, pero después tenían que querer robarme a mí, hacerme leso y eso yo no lo iba a aguantar: los maté a todos en la reunión y después me di un tiro, porque en el fondo ¿no da lo mismo el silencio que el infierno?

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JORGE POLANCO 1977

El mapa no es el territorio

Poética En poesía es mucho lo que se puede decir y tan escasas las certezas. Me cuesta creer en los poetas que piensan saber cabalmente lo que es la poesía. Dudo incluso de su franqueza: me parece que un poeta sincero reconoce la incertidumbre ante la creación, la comunión entre el silencio y el tiempo. Aquellos que pretenden describir, usualmente prescriben la escritura correcta. Pero nada es más tajante que la incertidumbre. La supuesta distinción entre poetas académicos y autodidactas es al fin y al cabo superflua: todo poeta es un autodidacta en la medida en que no existe fórmula para escribir poesía, y es también académico en la medida en que lee. Basta con observar la milenaria poesía china para darse cuenta de la modestia a la que nos remite el tiempo. ¡Qué estulticia más grande pensar que se tienen dominadas las certezas del futuro! La cronología y el deber ser nada tienen que ver con lo poético. En mi caso, la experiencia temporal de la creación aparece muchas veces traspasada por un susurro que decanta finalmente en guijarros de experiencia. En la maduración de la palabra, el tiempo pareciera albergar un cobijo insondable. El trabajo poético sustenta un sentido semejante al de un alquimista: las palabras con las cuales se trabaja constituyen a la vez a quien las ocupa: el poeta. Cada poema contiene la necesidad de afirmarse a una palabra, inclusive a una sola palabra, y no desgarrarse en el pasmoso desorden. De aquí germina el lugar de una constelación. Valparaíso, 2005

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Jorge Polanco

De Las palabras callan, Ed Altazor, Viña del Mar, 2005

* La poesía nace de la fisura. La realidad es la fisura.

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* La poesía transita en la incertidumbre de permanecer errante. Las palabras circulan unas tras otras, proliferando en el fastidio, a la espera de un sentido o reclamando un sentido más potente; pero pese a la precariedad, cuando la poesía se escribe no deja otra alternativa que continuar.

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Jorge Polanco

*

A Pizarnik

Cada palabra ahogada deja un agujero en la noche. La muerte huele a cenizas húmedas: el poema se escribe no se puede hablar con claridad y las palabras abandonan su centro. Un vocablo no debería mencionarse sin escuchar en la noche la ausencia como un agujero en los ojos.

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El mapa no es el territorio

* En el espacio que las palabras cavan, el silencio de las miradas traza la complicidad de algo que no podemos decir.

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Jorge Polanco

De El lugar de una constelación (conjunto inédito)

El lugar de una constelación Nada/ habrá tenido lugar/ más que el lugar exceptuado/ tal vez/ una constelación. Stéphane Mallarmé Las series se limitan en la hoja, indagan la base en la cual el silencio amenaza con la palabra sellada, con el tiempo y el espacio buscando el lugar de una constelación. El horizonte se disipa en la sombra de un eco los ojos reducidos a párpados depositan sus vestigios en la sombra de la voz Los ojos esperan en la oscuridad la madrugada de una nueva estancia descubren en lontananza la cicatriz de una nueva herida. Pues toda poesía es una herida: el peregrinaje de lo finito donde la nada y el ser se topan la intensidad de la fuga, en el más hondo desgarramiento, donde los poetas continúan la cadencia perpetua del silencio en el tiempo.

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El mapa no es el territorio

* En vez de cenizas, hollín. En vez del sol de la tarde, luz eléctrica. En vez de la oscuridad, recovecos. En vez de silencio, huida. En vez de la esencia invertebrada, las líneas de la noche. En vez de la desesperación, la incineración de la ceguera. En vez del paisaje, el escarabajo recostado en la hoja. En vez de la inocencia, el aturdimiento de la caída. En vez de la palabra, la asfixia. En vez del repliegue, el interior de las palpitaciones. En vez del esplendor del día, El poeta derrotado por el fragor de la noche.

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Jorge Polanco

* Vasta es la casa que conecta con los muertos. La música arrastra su arquitectura invisible, no necesita de explicaciones. ¿Será verdad que en esta época de espera ya no existe más que decir? El silencio, allá fuera, inunda las habitaciones, y tú aquí sentado deseas olvidarte un poco más de ti mismo. El lenguaje se resiste a la gotera del reloj, conserva sus repliegues. La paciencia teje la estancia dormida de las cosas. Los ancestros perduran en los intersticios de la vigilia y el sueño. Como ahora: la luz / redondea el espejo convexo / disolviéndose extenuada / al interior de su imagen interna Revela / las múltiples formas de los rostros / el dolor del hogar perdido / la oscura trama de la vida.

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CLAUDIO GAETE 1978

El mapa no es el territorio

Consultado sobre su opinión en materia de poética, manifestó: (Fragmento) Imaginemos que hay allí una puerta, que se nos ofrece un abanico vario aunque limitado de contraseñas. Que la historia nos respalda y que por tales puertas y con tales contraseñas otros han entrado, mucho antes que nosotros, a ese territorio de la gran ausencia que, reinterpretando a Charlie, es lo más parecido al A. —Bien, todo eso es mentira: nadie puede morir por mí / como toda poética es un himno secreto / como todo poema está hecho de palabras corporales / como todo cuerpo es una historia / como toda historia es un lúcido invento y es un sueño / como todo sueño es una vida que no nos pertenece / y como toda vida que no nos pertenece es la única que puede hacernos el A. : el primer anochecer sucede al interior de las casas, en tanto el viento se cuela por el quicio de las puertas y ventanas. Un hombre a solas siempre estará más solo que el mundo a solas. Pero los hombres resucitan, mientras que los pueblos, una vez han muerto, jamás gozan de una segunda oportunidad en la tierra. La S. la creo el musinstrumento con el cual, en medio de la noche de un país extranjero, un joven uruguayo le dedica a su amada un tango que dice: Gózame, he guardado para este instante mi más bella y desconocida sonrisa. Matadura—habré recordado esa misma noche—puede llamarse la llaga que los aparejos causan a la bestia, esa llaga que todo débil corazón es capaz de infligir sobre la piel de un corazón más fuerte. Así también con las palabras. A veces es necesario que la mano derecha cauterice la memoria, y otras resulta imprescindible que la mano izquierda la sangre. He intentado ejercer ambos oficios, pero ser zurdo es algo que no se cura sino con la presencia y la figura. Valparaíso, 2006

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Claudio Gaete

De El Cementerio de los Disidentes, Ed del Temple, Santiago de Chile, 2005 De lo que va es de un cierto paso Morir para decir. LEOPOLDO MARÍA PANERO

ALGUIEN NOS MIRA DESDE UNA VENTANA mientras de noche atravesamos el Pasaje Tal Vez. De nuestro lenguaje sólo quedan un par de vocales unos cuantos colores una máquina del tiempo. ¿Estás ahí?, decimos, a centímetros de tocarnos ¿estás ahí?, como quien pregunta por un fantasma. Entre los edificios nuestros muertos son cuatro son cinco que sobrevuelan la azotea y son seis nuestros muertos son siete pájaros. Tal vez un sí es un no te llames. Tal vez aquí baje o te ciegue el laberinto: —chaqueta de cuero y cámara fotográfica de los 50 riman; por el color, por la caída riman, pendientes de la escoba frente al calefón hablan y se montan se quieren estos dos muchachos: cámara sobre chaqueta (una sola huella para los que gimen) torsiones sobre playa (un cuerpo desnudo rima con otro cuerpo desnudo): si ésta fuese tu primera imagen al recobrar la vista no sabrías hacer la diferencia no confundirías a los nombres con los hombres. De lo que va es de un cierto paso, de lo que va es de un cierto no

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El mapa no es el territorio

de lo que debe ir, con estas palabras, es del no saber adónde ir: hoy desperté convertido en un insecto y miré la ciudad: cantaurias y lucecillas, alacranes y callejones, libélulas y escaleras —wanderer / eco del merodeador. Nos hicimos máscaras de yeso y pedimos a la noche las secara nos hicimos máscaras y al día siguiente las máscaras sangraban. ¿Dónde viven nuestros muertos?, preguntó uno, tocó la sangre de nadie y se oyó que él mismo respondía: nuestros muertos viven en las palabras, nuestros muertos mueren en las palabras decirlo es improbable y atestiguarlo es improbable lo es por ejemplo un arrayán entre las aguas del río Yelcho Conguillio y la astromedia de la cascada (a 20 metros de altura) mientras un cóndor dibuja un arco sobre el acantilado y una pareja de turistas especula el precio de una parcela por estas paradisiacal lands: —lo que me representa es improbable los grandes peñascos se mueven al ritmo del tiempo pero tal parece que las piedras menudas se mueven a un ritmo parecido a la espera, parecido a la esperanza de reconocernos cuando hayamos fijado las apuestas y olvidado por completo el punto de partida el motivo del juego el sentido de nuestras risas. Desde entonces unas y otros aparecen en mis sueños bajo la forma idéntica de un temporal de voces tras el polvo: allí, al oído alguien me traduce toda historia por un torneo de relatos un ejército móvil de artemias improvisaciones imágenes de sí compitiendo por el premio de la realidad

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Claudio Gaete

—una novela publicada por adelantos periódicos semejante a la espera, semejante a la esperanza de reconocernos en un aviso de tronadura, en una cita consigo mismo un punto de partida y tal vez una risa ligeramente contagiosa: el viento va tocando las casas va mojando y abriendo y calentando va las puertas de las casas corredores libreros ventanas sopla hondo su boca honda y el cielo del viento va girando poseso color de leña putrefacta avance que la piel conoce lecho de aire contra materia palpitante grandes peñascos contra piedras menudas que sin saber deslizamos. (Constelaciones y consternaciones en un sofocante paisaje mental. Una estrella se desprende: acabo de olvidar a alguien para siempre. Tendré ahora un nuevo espacio que desear y así—Ballesteros dixit— voy dejando todo atrás para ganar este desierto). Si de mí dependiera sólo lo confuso conoce lo confuso no escuchando, mi buen dios, mi pájaro innumerable no escuchando sino siendo hablado —nyğde (en ningún lugar, en ruso): nómada oficio ir hasta la página ciento seis de los libros y dar con la astromedia de la cascada / algo inolvidable

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El mapa no es el territorio

que yo podría reducir a lo siguiente:

pasó un angelito

va de vuelo entre las cosas más comunes un cordel, un trapo estilando, un poco más allá la estela de un lobo dibuja la sonrisa de tu padre

—nyğde: en ningún lugar, en otro idioma.

Pasó un angelito:

el silencio es un niño muerto

su Matriz dispone ya de imágenes extraviadas y ahí ni que decir tiene que han sido concebidas ésta y todas las ciudades. Que el suyo sea nombre de iglesia colonial sinónimo del útero, contraseña de la tierra eso no tiene ninguna importancia: el eco es un acto de memoria una vocal que persistiendo es un color distendiendo el pasaje hacia la sangre general un color que es un sentido un acto de interrogación que se reitera o se responde o se relega o se recoge o se resarce o se requema o se reparte o se refrena. El eco es una traición necesaria, una versión sumaria de la muerte. De lo que va es de un cierto no, de lo que va es de un cierto paso el mapa del merodeador dibuja mapas de merodeadores telarañas de tinta sobre un aire

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Claudio Gaete

una página de gotas frías de aire mancha el mapa del miope dibuja mapas de miopes telarañas de bruma sobre la tinta una página espesa de ciudades sobrepuestas deshace el mapa y disgrega lo deshecho y desnuda la corriente arrastra el mapa y los idos la cabalgan —a esa hora justo a esa hora el merodeador espera por ti / schibboleth donde tú sabes. No es que esté vacío el horizonte, sólo está oscuro. Cuando hayamos fijado las apuestas y olvidado por completo el motivo del juego nos las habremos con el aspecto transitivo de la caligrafía: el eco de quién a veces busca melodías que llueva en las artemias, que las casas se levanten y notas de barro, y caras de aluvión, los instrumentos no dejen de jugar consternados y confusos / concertados y profusos el día caiga donde la música nos mire hombre y nombre huya mientras callemos y no quiera de nosotros un oído. Unos cuantos colores un par de vocales un alzamiento nos pida que de niebla brindemos viento y materia máscara y materia alimento quebrado a la sombra del fin —alguien algo que tras una ventana yo podría reducir a lo siguiente: ves venir un tren pero quieres ver la estación en que lo ves venir

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El mapa no es el territorio

ves un paisaje en fuga pero quieres ver el asiento del tren desde el que lo ves en fuga el Cementerio de los Disidentes, dijo uno, tocó la sangre de nadie y se oyó que él mismo hacía el eco: el Cementerio de los Disidentes fue uno de los que cayó el temporal hace ciento cincuenta años un desparramo de esqueletos que apellida y rompe este jardín. No escuchando sino siendo hablado. Desde entonces unos y otras inclino en cursivas inaudibles aprieto en comillas inaudibles, en silenciosos paréntesis retengo la polea de los cuerpos. De lo que va es de un cierto paso, de lo que va es de un cierto no de lo que debe ir, con estas palabras, es del no saber adónde ir —cantaurias y alacranes: abracadabra libro de las alas: este librofiestadedisfracesycontraseñas óigase luego búsquese, cántese luego ofrézcase, tóquese luego piénsese cuerpo tendido hacia lo inmenso cuerpo tendido hacia lo inmenso es piedra cuerpo tendido hacia lo inmenso es piedra mordida a cielo adentro un feto negro un feto negro nos interpone la luz del mar la luz objetiva del mar objetivo nos interdice un objetivo y negro feto: el aviso de tronadura: el área de servicio: la risa contagiosa: la escalera de Jacob: el eco de quién: la incoherencia de la elevación: el nyğde: la Matriz: el óbolo: la artemia: el mapa del merodeador: el Pasaje Tal Vez: la delineación del terreno del tabernáculo: el recuerdo de la manifestación contra el directorio de la Asociación de Árbitros: el angelito: la

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Claudio Gaete

numismática: el pájaro innumerable: el schibboleth: il y vas d’un certain pas. ¿Estás ahí?, decimos y para decir morimos a centímetros de tocarnos.

¿Estás ahí? como quien pregunta por un fantasma. De nuestro lenguaje sólo quedan un par de vocales unos cuantos colores una máquina del tiempo.

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KAREN TORO 1980

El mapa no es el territorio

El hermoso resultado de un trabajo límpio A mis siete años un poema era un conjunto de palabras que rimaban; y en el colegio recuerdo haber recibido más de un aplauso por haber recitado las hazañas de un héroe de la patria. Jamás tuve la inquietud de escribir, hasta los quince años; pero, ¿cuándo se comienza a escribir realmente?, ¿en qué momento aparece una conciencia ante lo escrito?. En colegio de monjas, un poema a la virgen, o simplemente a una mujer, a una madre, a todas las madres. Ése es el poema, el que después, mucho después, se lee y sorprende, y encanta, y enferma indefinidamente. Entonces, me preguntaba cómo escribí yo esto. Ése es mi primer poema, el que salió de mí, pero salió de otro. Al comienzo está la emoción de lo nuevo, después aparecen las formas y el lenguaje, la duda ante el papel, las palabras que van devorando a un ser desnudo que tiene un lápiz en la mano, alguien que recuerda lo leído en la noche anterior, y se pregunta por qué no escribe así. Y así es al principio: se trata de ser alguien más. Yo quería ser Benedetti a los dieciséis, cuando Santiago, mi profesor, me recomendó leerlo. Luego quise ser Vallejo, y así tantos otros. Hasta que leí a Jorge Teillier; entonces, sólo entonces, tuve deseos de ser yo, con las influencias que ningún poeta puede negar, pero yo, y desde mí. La poesía es el hermoso resultado de un trabajo limpio: lavar la fruta preferida y comerla, sintiendo en su sabor la dulzura del árbol que la ayudó a ser lo que es. Mi poesía sale de mis árboles, tras la ventana que veo al despertar, de observar eso con asombro de niño inquieto, que se asusta y se maravilla con la niebla nocturna, y ante ese espectáculo llora de pánico y alegría. No escribo mucho, soy un jardín con flores pequeñas y escasas, pero amo cada palabra que escribo y trato de cuidarlas como si fueran delicadas criaturas y trato de que sean bellas, aunque dependa exclusivamente de su naturaleza. Me agrada este trabajo involuntario, me agrada llamarlo trabajo, sobre todo cuando mi poesía crece, cuando ella habla por lo que yo no sé decir. Valparaíso, 2002-2006

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Karen Toro

De El silencio crece en el jardín, Ed Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso, 2002 Todo el verano Me encuentro mucho más acá de los árboles que frecuentan tu nombre. Mis signos deslizados en la tierra ya no sirven para adivinar las palabras lejanas. A mi parecer la distancia se nota al momento de abrir los ojos: mientras tú miras un bosque que te habla yo veo el mar que me anuncia una estación nueva y primera. Tú entiendes lo que digo, tú sabes que esta lejanía nos derriba el mundo este viejo cuento llamado mundo que nos habita que nos vela la noche, el sueño.

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El mapa no es el territorio

Las sombras nocturnas Perversa esta tristeza a tajo abierto que me vuelve niña mientras invoco a la mujer, mientras voy tentando con la boca cerrada a un hombre que me causa terror. Y aunque parezca salvaje me deslumbra ese miedo, esta criatura que no dice, que olvida con el viento, que al mostrar bien abiertos los ojos siempre me gana.

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Karen Toro

La derrota Mi vergüenza es vergüenza de largo alcance, es natural y se desviste en secreto. Tenemos miedo ella y yo en lo cubierto de la media luz, esa ambigua media luz que puede serlo en pleno día. Le temo al bisonte dibujado en mi pañuelo, la hermosa bestia que me perturba, antes de ir a buscarlo. Pero qué es un montero sin una linda obsesión que le mueva el olfato y el gatillo, aunque ese rito de paños y sangre sea también la deshonra: un cazador no debería admirar tanto a su presa un cazador no debería llorar cuando dispara.

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El mapa no es el territorio

Poemas inéditos

Labor primera Aprendí a escribir después de amarme, después de hablarme en el espejo. Solo para mí. En sueños comencé a dibujar mi nombre. Con humo y con tiza, con paciencia lo deslicé por el aire. Logré decirlo con suavidad pronunciando cada sílaba con plumas bajo la lengua, con sonora frescura. Mi nombre fue la primera lección, el primer espejo. Ya no sé dejar de nombrarlo. Ya no sé dejar de escribirlo.

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Karen Toro

Placer de pradera Por él rogaba en vano noche y día, y hasta en sueños mi voz le amonestaba. ¡En vano!, que mis ruegos no atendía. La Divina Comedia, Dante Alighieri. Toda yo estallando en la mirada breve, en las flores que corté jurando cerrar los ojos. Toda yo, mis miradas: criaturas suaves que se alimentan con tu espesura.

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El mapa no es el territorio

La sagrada escritura Nadie dijo “Hágase la Palabra” pero la Palabra se hizo: una criatura suave, una bestia de luz y veneno. Bajó hacia el poeta, hirió su lengua con arena caliente, abrió sus manos con mordidas furiosas y el poeta desamparado, en la noche, se guardó en el aliento de esta fiera y la vio hermosa, helada, dormida en su sueño feroz. Entonces el poeta ardió en un galope generoso, en un incendio de espejos y en medio del delirio dijo: “Hágase la Escritura” y la Escritura se hizo.

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RAIMUNDO NENÉN 1983

El mapa no es el territorio

Reflexión en prosa a manera de poética Quisiera citar algo que leí en un libro de Ana María Shua titulado “Botánica del Caos”, pero el libro lo vi sólo en una ocasión en casa de una amiga y ahora no lo encuentro en internet. Lo diré a mi modo. El lenguaje es una herramienta de estandarización que limita la percepción. El lenguaje intenta ordenar el mundo que en realidad es caótico. Para el niño deslenguado cada manzana es peculiar y alberga otras muchas peculiaridades, pero desde que grabamos en nuestra conciencia el ideal de “la manzana” dejamos de sentir sus peculiaridades y entonces sólo la asimilamos dentro de un mapa de significados lingüísticos bastante poco sexys, sensuales. La poesía abre grietas en las paredes de la cuadrícula estandarizadora... su húmeda calidez deshace los mapas, dejando señales de ruta para un plan de fuga. La poesía es mi intento por reintegrarme con vocablos o sin ellos al resto del flujo de la vida de este planeta. La poesía es la vida que fluye libre fuera de toda cuadrícula y más allá de toda comprensión: sólo belleza, creación continua, caótica y oscura como el Tao. 19 El universo es esencialmente mágico y la poesía es magia. Un poema podría funcionar como un conjuro. Rimbaud soñó con el texto que cambiaría la realidad. Me niego a ser parte de la institución del arte. Un arte, una poesía, que se desarrolle como una esfera institucionalizada y aparte de la realidad, es realmente una tragedia. Nada más triste que un espectador mirando tras el vidrio la representación de lo maravilloso que su vida a perdido. Si mi poesía fuera un cuadro en un museo incitaría al espectador a romper los vidrios que lo separan de su belleza. Quiero escribir una poesía que excite la búsqueda apasionada de la vida y su belleza sin sentido o no quiero escribir nada, y sólo dejarme acariciar por la poesía del viento, los rayos del sol y tu sonrisa, y el silencio. Valparaíso, 2006

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Raimundo Nenén

De La Poesía ya no es Poesía, Ed Brujas-Harijan, Punta Arenas, 2001

Nada épico que contar colillas de cigarrillo reposan dentro de una lata de atún las cenizas de algún ángel muerto se adhieren al sudor de mis manos y yo estoy entre mis uñas junto a la mugre

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El mapa no es el territorio

La Balada Realista II desperté en otra casa con una coca cola, un vaso de vidrio, un encendedor, una cajetilla de cigarros, una tableta de paracetamol, un macetero con flores y plantas de plástico, dos envoltorios de chewy vacíos, un control remoto, un envoltorio de galletas de soda con dos adentro, hojas en blanco, un disco compacto, accesorios para el cabello, restos de hojas de cuaderno, una batería, un lápiz delineador, botones, un envase de yogurt dietético vacío, una cuchara sucia y un coyac a medio comer a mi lado desperté en otra casa y un gato me arañaba la psique mientras yo disfrutaba de un cigarrillo desperté en otra casa y estoy solo, sin nada más que hacer que escribir estos “versos”

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Raimundo Nenén

Generación somos la generación X una generación de porros y desencantados una generación de adictos a los videojuegos y a la TV adictos a las drogas y el alcohol a los libros o a los juegos de Rol somos la generación X nos sentimos libres con el deporte o mirando revistas pornográficas nos dedicamos a escuchar rock o a simular que lo escuchamos a bailar en discoteques o decir a nuestros padres que vamos a bailar somos la generación X hablamos de revoluciones pasadas y esperamos que alguien haga una por nosotros somos scouts los sábados y los domingos asistimos a misa nos sacamos el servicio militar con mentiras y nunca damos la cara somos la generación X nos cambiamos de uniforme todo el tiempo uno para la familia, otro para el colegio, uno para nuestro pasado, otro para recitales o bailes somos la generación X todos hicimos nuestra primera comunión pero todos sabemos que ya nadie cree realmente en dios hablamos sin tener nada que decir cerramos los ojos habiendo mucho que ver somos la generación X adictos a pantallas y teclados, a IRC, a la cafeína y al tabaco somos la generación X Ábranos las puertas!

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El mapa no es el territorio

De Viole su alma mater: una comedia amorosa para las masas (conjunto inédito) II Era jueves. Un jueves como cualquier otro, como lo fue ayer o como lo será mañana. Un jueves lleno de transparencia y ventanas azules. De humanos escuálidos pintados de ciencia. Salía de mi casa sin sospechar que aún estaba adentro, lo más adentro posible. Así conocí a Raquel o a Gabriela o a Carla o como prefieran llamarla. Cada vez que sonreía sus pómulos blanquecinos rebasaban su rostro. Y no es que ella tuviera mirada de gato sino que su mirada en sí era un hermoso felino de pelaje corto y liso, blanco como sus carnosos pómulos, siempre atento a las alarmas del convulsionado siglo XXI. Existía una inmensa laguna capaz de ahogar a cien arquitectos entre nuestros sexos. Era algo así como una de esas películas opacas con música electrónica que parecen eternos diálogos entre angelitos volando bajo. Yo seguía adentro, pensando en el amanecer en Shailot1.

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Raimundo Nenén

IV

La mierda la encuentras en ti, en tu casa, en la cara de tu amada (Rodrigo Urzúa)

Pero si es que mal no recuerdo el viento ya no grita no escucha no es hombro. Y es como un juego de niños como una llovizna porteña lo que uno tarda en comprender cómo van las cosas. Nunca le pedí ni a mis padres ni a mis maestros que me enseñaran a volar. Y se torna decadente el no querer dormir para respirar más de su aire. Para conscientizarse aún más del temor en su piel. Pero de pronto despiertas otra vez y ella es tan pura y sigue ahí tan pura. Y nos conmueve de verdad no como las ancianitas o las moscas. Nos conmueve la no conmoción en las hadas de cerámica que lleva por ojos. Nos conmueve el pálido palpitar de su corazón. Cómo no iba a querer yo el rocío de las olas sólo para los dos.2 Y mis manos de nuevo en su cintura en sus piernas. Y un cristo oxidado en sus labios. Piensa en el mundo como en una estructura y yo en lo que menos pienso es en el mundo. Pero nadie se da cuenta. Es indiferente a mis caricias y me habla de dios.

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El mapa no es el territorio

tres aquí tras repetidos simulacros de creación me presento como diga el curita el cura de mierda el pedazo de mierda mientras en el cd-player sucias tonadas primermundistas -los de allá practican estar tristes y vivir criminalesy es que me conociste esperando mirando el arrebol desde las aulas de cristo esperando que te acercaras y me preguntaras qué esperaba entonces yo respondería que sin tiempo ni anemia aún no habría leído a Cioran y que tus ojos te ocultaban viva seguro han pasado meses quizá años pero como yo he esperado allá siguen practicando la tristeza ahora nos caminamos por sobre casi siempre las mismas huellas y almorzamos callamos y mentimos sobre la misma mesa pero la ventana -ya dentro sin cristonos arroja a la vista el valparaíso del 2003 e.c que es idéntico al de 1994 e.c. los mismos aluviones las mismas protestas es posible que si el cielo de la Patagonia no hubiera sido tan hermoso tu tampoco lo hubieras sido

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Raimundo Nenén

ocho lo putrefacto ya no es tema ni el amor a los dioses ni a los hombres ni el odio en todos sus colores la soberbia el orgullo el tema ya no lo despiertas no lo galopas bailas eyaculas sudas abrazas acaricias escupes porque el tema ya no tiene nada que ver con el amor o con el odio ni con el bien ni con el mal el tema eres tú tu ropa interior escondida donde nunca la lancé una ojeada a la política con poca gana la lectura comprensiva a la zoología y tus labios siempre más allá el problema del poder y de la falta de poder la biblia como novela erótica y mis caricias entre dulces y saladas a un paladar muerto la negación del hombre por el hombre del hombre por el hambre del hambre por el hombre y la búsqueda de otra sonrisa menos y más comprensiva bajarte de la cruz para ofrecérmela el tema eres tú que nada que ver contigo tienes comiendo el fruto perdido -prohibido

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El mapa no es el territorio

del paraíso que otros -no nosotros- guardaron -no yopero que yo encontré en mi bolsillo por debajo de ti.

Notas: Shailot: Dícese en jerga de todos los pueblos del cono sur de América Latina ubicados más al sur que las islas de Chiloé y la ciudad de Puerto Montt. 2 “fucking ocean” (Ozzy Osbourne, de The Osbournes) 1

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ALBERTO CECEREU 1986

El mapa no es el territorio

Poética Los sujetos se levantan y hablan. Irrumpen imágenes como en silencio, y el todo aclara como el fin de un método incógnito. Es por eso que la poesía, al igual que un ritual, compenetra progresivamente al escritor a través de pasajes personales, en el cual aparecen los fantasmas, los miedos, los ahí. Sin embargo, como un canto a la irreverencia, el poeta se suicida cada vez que escribe en la disolución del pensamiento. La poesía no es pensamiento, ni mucho menos conocimiento, a lo máximo, el reflejo de lo real. Son retazos de los sueños, de la racionalidad telúrica, destellos, aún, de pulsiones reunidas en una vista. Por eso me miro en las maderas buscando el reflejo, con la fe puesta en duda. Mas creo en la turbulencia de las palabras, me hago sacerdote de la alegoría, mendigo de mis propias ceremonias meridianas, disidente de lo mío. La trascendencia de los ahí es el vago recuerdo de lo cotidiano, pero es el espíritu de las palabras. Claramente, totalmente lúcido, la poesía es el gran mar de las contradicciones, la arquitectura de los errores, pero también las visiones holísticas de los mundos, el sendero de las abstracciones, la transmutación de la conceptualidad lingüística, la reinvención de la redención divina. El murmullo es como la clave en un poema, de ahí que se construye un lenguaje determinado por el poeta. El murmullo de los ecos, porque eso somos; somos un eco en la construcción de los gritos. Nada más, en los ahí, que la sangre coagulada de un trauma verbal. Por eso escribimos; para no morir en la trascendencia de los ahí.

Quilpué, 2006

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Alberto Cecereu

De Noticias sobre la Inmanencia, Ed Altazor, Viña del Mar, 2005

Hipótesis histórica después dirán en la esquina última de los tiempos tiempos remotos producto del prisma cegador de la historia que el amor prevalece después del fallecimiento mortal de la sangre y el cuerpo

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El mapa no es el territorio

Bursátil manejas el sentido de la vida al sonsonete de la máquina impresora: billetes verdes y verde te mutas muriendo en la paráfrasis del éxito

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Alberto Cecereu

Nótese: sufrimiento ajeno el tiempo no se detiene

mientras comienzas a pudrirte entre mis brazos y yo sollozando miro y observo hacia la vida que dejamos tirada en el desierto de la adversidad

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El mapa no es el territorio

Urbe resurgirá el canto al final del día y sentado a la deriva del lago comenzaré a internarme salvajemente en el tráfico humano de la ciudades el árbol a tientas cae el río en posición extraña se extingue los fósiles con miedo se vuelven polvo y el polvo mudo entre tanta ruido se esparce se esparcen los momentos se esparcen mis risas se dividen y cómo se difuminan entre la acuarela de recuerdos se van mis amores en el desaliño de la lluvia y corren hacia abajo deslizándose por entre las calles el cemento escabroso reduce mis pies y succionan lo que resta de mí corren hacia abajo y terminan en el alimento de una raíz particular y extraña situada en el fondo de la ciudad

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Alberto Cecereu

Observación a un caminante ciudadano aunque las gotas de una lluvia ultrajada comiencen a caer sobre sus lentes su corbata consigue situarse entre la formalidad del señor antiguo puede penetrar entre las calles tocar el carbono del aire con sus mejillas gas que desprende sus manos sorteadas a la magia de la condición matutina en recolección de polvo y de polvo su cuerpo

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El mapa no es el territorio

Razones un poco más abierto el instante y el instante transformado en silencio profano de conversaciones matutinas donde se pregona se anuncia que el agua que emite ruidos en la esquina de la casa son lágrimas sudorosas del vacío y por eso se murmura lo que hablamos revolotean fotografías en el viento que se manifiesta ante el instante y ante nosotros meros espejismos del ejemplo llamado individuo se pregona se anuncia un poco más abierto

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a sergio muñoz gabriel cereño

III

ALEJANDRO CERDA 1972

El mapa no es el territorio

La Otra Realidad Mi poesía postula a un acceso hacia la otra realidad, entre el paisaje urbano y el territorio de los sueños, en la comunión con el otro que nos devuelve nuestra propia imagen, a través de la búsqueda de la palabra a partir del silencio y haciendo una conexión intertextual con el concepto japonés del arte de sugerir la sencillez por medio de un juego con elementos de la naturaleza, para dar a conocer la maravilla de la belleza en lo sencillo y lo cotidiano. Así se fundamenta una poética, en el desdoblamiento de los sueños dentro de un mismo sueño. En el urgente hoy, es importante destacar que mi poesía busca comprobar que nos enfrentamos a situaciones que parecen mostrarse por primera vez, situaciones no vistas antes y que pertenecen al mundo incógnito de la verdad, perseverando en la naturaleza, en busca de la imagen del Otro para encontrarse, finalmente a sí mismo; siendo ésta una estética que se ampara bajo lecturas orientales, imágenes fílmicas y disciplinas como el Zen y el Tao, dando así una instancia de unión entre el sueño y la vigilia, propiciando una fragilidad que profundiza en la sencillez. Viña del Mar, 2006

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Alejandro Cerda

De Ikebana, (conjunto inédito) 1

El ritual del té Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña El monje pinta untando con té una seda japonesa, soñando con una bailarina de cristal que danza sobre la palma de un emperador que quiere ser mariposa. Entonces el uno se sueña dentro del otro, el monje danza dentro del cuerpo de la bailarina, la bailarina eleva oraciones a Buda dentro del cuerpo del monje. Así el ritual se completa como la anciana contemplación del guerrero a su armadura desnuda, como los puentes elevados sobre los jardines de la ciudad prohibida. Lento es el viaje del té cuando derrite la miel dentro del sueño de las flores, profundo es su aroma como la delicada piel de la bailarina, infinita es su sabiduría como la esencia del monje contemplando el silencio.

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El mapa no es el territorio

Entre los árboles Entre los árboles mi hija no es más que un sueño que aparece y desaparece. Es la dicha inexplicable que nos abandona y nos visita sin término. Una gran multitud de árboles moldeando el silencio por las tardes, la paz de una cama de hojas para la siesta del verano. Resucitar para habitar sus ojos llenos de flores, perderse entre las sombras de los árboles para ser rescatado por el murmullo del viento.

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a Colomba y Almendra

Alejandro Cerda

Benarés Cuando las fogatas aparecen al caer la noche las piras se alargan a través de las oraciones y lo que percibimos como un manto mágico es un cuadro más profundo donde se agita la vida que expira en el Ganges. Pero hemos adquirido el insólito poder de cantar junto a los muertos, verlos desvanecerse junto a los matices que se desprenden de las mandalas encendidas. Ahora que todo está visto podemos descansar, podemos dejar que nuestra alma atraviese tranquila por la respiración de los sueños, que nuestro espíritu navegue como una semilla esparcida en un lugar más allá de este mundo.

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El mapa no es el territorio

Carta de Berta Jugábamos con mi hermano Fernando a quién podía tener los ojos abiertos por más tiempo. Después el sol nos iluminaba los ojos como espejos en una fuente china y al mirarnos tanto rato podíamos vernos el uno dentro del otro. Dimensión inigualable era el viajar por los ojos, fijar la vista hasta perderse en la misteriosa identidad de los sueños. Pasábamos por mucho tiempo con los ojos intactos hasta no saber si abrir o cerrar los ojos era la entrada o la salida.

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Alejandro Cerda

Recordando la lluvia Recordando la lluvia de la casa de tu abuela navegas como un barco en busca de algún reflejo que te traiga de vuelta a ti misma. Y de cierta forma te vas quedando en mí como un hondo sueño que te habla al oído para decirte que eres otra. Vas de una casa que no es tu casa por el tablón que la lluvia va tallando con el nombre de alguien que amas pero no conoces. Luego el cansancio del día te cierra los ojos y te vas quedando aquí como si una parte de mí que había perdido fuera recuperada en tu sueño.

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El mapa no es el territorio

Pacto antiguo Creo que algún día dejaremos de escribir. Y lo sabremos porque habrá signos donde ahora existen puertas y ventanas, habrá manchas agrietando el trasfondo del tiempo y rostros cayendo sin gravedad sobre la violencia de las máscaras. Pero aún así soñaremos con lo que no escribimos, soñaremos con el pacto no cumplido, soñaremos con rehacernos para escribir todo de nuevo si fuese necesario.

Notas 1 Cuando esta antología estaba en prensa, Alejandro Cerda publicó los poemas que aparecen en estas páginas con el título genérico de Contemplaciones. En la presente selección mantenemos el título con el cual conocimos estos textos, queriendo mantenernos en la atmósfera original de su selección. (N.A)

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GLADYS MENDIA 1975

El mapa no es el territorio

Mi poética (…) En todas las culturas está el mismo ser humano, sólo que bajo diferentes circunstancias, interactuando con diversos códigos y formas externas; es apasionante ver lo que nos une, sobre todo en esta época donde nos bombardean con aquello que nos divide: clase social, raza, religión, partido político, filosofía, y un largo etc. Una buena medicina es la poesía, ese lenguaje peligroso que nos desnuda de los paradigmas. La misión es elevar el estado de conciencia por la palabra escrita y hablada, no podemos negar su presencia creadora: lo que se gesta, mantiene y destruye tan sólo con recitarla. También es importante recordar quiénes somos en realidad; que podemos trascender los estados densos de la materia y llegar al ser, fuente inagotable de poesía. Tengo la convicción de que todos estamos entrelazados, sólo que los sentidos externos nos hacen creer lo contrario, es el sutil velo de la ilusión que distrae la mente. El lenguaje poético funciona para lograr la materialización de la unidad, es un instrumento en la evolución, en el gran salto cuántico que viene, que se está gestando. Desde siempre este lenguaje ha tenido una función esencial para el ser humano, muchos poetas a través de la historia, nos han hablado de la poesía como ente transmutador y hasta como tabla de salvación, al ser una especie de terapia en algunos casos extremos. Busco situarme dentro de la poesía visionaria, entendiéndose por esta a la poesía que produce un estado, un despertar, una visión. Con el lector espero un clip vibracional, un descubrimiento que no tiene por qué ser inmediato, puede quedar dando vueltas alrededor y luego explotar adentro. Santiago, 2006

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Gladys Mendía

De Viento estático (conjunto inédito)

Uno Todo es mi reflejo transformado: puedo tocarme en las rocas puedo observarme en la luna me oigo en el río y sigo susurrando la sílaba semilla.

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El mapa no es el territorio

Génesis Abre el lenguaje del inconsciente todos los diálogos del sueño las cinco puertas de lo uno y repite: la sagrada incoherencia del mundo es perfecta. Invoca las fuerzas del juego sin fin ni final donde no hay palabra articulada y el pensamiento se desconecta de su habitual condena.

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Gladys Mendía

Almuerzo La luciérnaga es la medida del fuego de mi plexo, enciende cuando el sol se abre meridiano, lo alimento de pimienta negra, se crece en naranjas y amarillos recorriendo el sagrado canal, cuando llega a los mil pétalos es volcán violeta regresando a su fuente.

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El mapa no es el territorio

Alto Vibrando

que es lo mismo que volar encuentro la mano de las nubes.

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Gladys Mendía

Ida Se me fue el tema por varias corrientes ya no sé si es el sol o es el trueno quien me llama. ¿Quién me llama? No sé que voz escucho o si escucho voces de montaña prendiendo en el mar. Ahora la poesía me salva o yo la salvo a ella o nos salvamos las dos en un abrazo desesperado.

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El mapa no es el territorio

Yo Soy la primera persona del singular, estoy conjugada y juzgada en tiempo presente, a veces me enuncian en un pasado perfecto, entonces viajo y no quiero volver. Los adjetivos me persiguen para bien y para mal, es extraño, me dan cualidades luego me las quitan, me construyen, analizan y borran. Me convierto en pronombre para el plural de los nombres propios que no quieren conocerme, que les da miedo quererme. Los ar, er, ir me acechan, me dejan ando, endo, me agotan con sus interminables acciones condicionadas y justificadas. Me hastío de todo esto y sólo quiero ser.

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FLORENCIA SMITHS 1976

El mapa no es el territorio

Escrito en el cuerpo: poética Pierdo la razón si hablo, pierdo los años si callo. Alejandra Pizarnik Cuando pienso en Florencia, la veo caminando pequeña entre figuras que se diluyen en la noche. Ella es la única que permanece sólida entre los aires y las gentes, porque tiene el esqueleto de las sonámbulas más rígidas. Arrastra su cuerpo sin cargarlo, pero sabe que aún dentro le pesa lo mecánico, lo tenso de su investidura, lo ingrávido. Pasa por entre los faroles quebrados, entre la textura de la noche y su vocablo; avanza, hasta saber de memoria ese caminar recto, silencioso en su hondura. ¿Pero hacia dónde avanza?, ¿por qué cierra los ojos y se cose los párpados mientras adivina el recorrido?. Porque camina en su cuerpo, y reconoce en la piel lo que busca; por ello hurga, escarba, devela. Es que tantas le han dado; es que tan pocas se ha merecido. En ella convergen la muerte y la vida, la desamparada y la ajena, la abandonada y la que siempre pertenece, la que se intuye en una conciencia que la subraya. Pero su cuerpo, su cuerpo a veces le queda ajeno, por no saber representar a la que vive en esos momentos, por no saber decir cuál de todas es, por no saber hacer el poema con los ojos. Entonces escribe, entonces se vive en tinta y en carne, liberándose, volviéndose autónoma. En el ejercicio de la escritura se sorprende, desborda aquella conciencia que la ha arremetido desde el vientre, porque tiene recuerdos, porque la infancia le tatuó la piel, la obsesión por vivir, por decir, por entender eso del tiempo, eso de la muerte, eso de la herida. En este ejercicio explora, busca su identidad, la que se establece entre su habitual dicotomía esencia - existencia. La unificación que consiguen al rasgar palabras, al darlas, al retocarlas, la instauran en un ámbito de doble nivel: espiritual y carnal. Uno como consecuencia del otro; o viceversa. Es decir, que el espíritu hable por su carne; que su carne embista su espíritu. Y así la entiendan, así la definan, mientras ella vive la experiencia del cuerpo, a veces como cárcel, a veces como idioma, un lenguaje siempre

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Florencia Smiths

nuevo. Reconoce esta búsqueda (la de su identidad en la palabra) como compleja, porque se intuye dividida, porque su experiencia del cuerpo no es gozosa, porque se detiene dentro de cada página blanca, en un terreno inmenso y terrible que la subyuga y satisface. Además, está en lo de fijar la existencia, lo trágico de la existencia como territorio sondable, pero desencantado al fin. Cuando escribe siente que encuentra, y que estampa. Y aunque el cuerpo de su poema a ratos se le escape hacia una mezquina necesidad de no poder decir, ella, sobretodo, abre, cava, nada, se adentra. Hablar de Florencia tiene que ser así, de lejos, de frente, de reojo acaso, para que no despierte, para que cuando lo haga, ella sólo se dedique a su acto natural, carnal, expiatorio, urgente; es decir, escriba; escriba y busque hasta alcanzar lo que la salva, lo que la sublima, porque yo también sé que más tarde alguien se acordará de nosotras.

Valparaíso, 2002-2006

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El mapa no es el territorio

De El margen del cuerpo (conjunto inédito)

* Porque si tan sólo le enseñasen a hablar de nuevo. A mirar. A tocar. A decir. Si tan sólo le enseñasen a amar de nuevo para no culparse. Para no doler ese amor en pugna con su naturaleza múltiple. Si le enseñasen a abrazar. A decir siempre lo que tiene, lo que está, lo que busca. A empinar los brazos cuando haga el amor y la noche le reviente toda encima para hacerla dueña, para que le enseñen a pertenecer sin posesión. Si le enseñasen a tomar el peso de sus propias gráficas. Si le mostrasen de nuevo la vida desde fuera y no a los nueve, el espacio eterno que ella deja cuando se evade, se ahuyenta. Si le apuntaran su inexistencia con un dedo. Si llegaran y le presintieran, para decirle que es universal, que ella está desperdigada por un cuerpo mayor y que allí se combinan lo hondo del foso más oscuro y la pureza más sacra de precarias vírgenes. Y le enseñasen a vivir así, con esa dual desidia, con esa dual batalla de elegirse opuesta y correr el riesgo de suspender –siempre- la otra mitad. Si tan sólo le enseñasen a reflejar todo lo que ella construye, para que la audacia que haya en sus ojos jamás sea confundida con soberbia. Para cantar de verdad la noche, el cuerpo vivo, la somnolencia de la soledad tras la cara. Para que se pueda mirar. Para que le enseñen a evitar la lógica de todo cuánto es sometible a lo cotidiano y de esta forma pueda ser a partir de toda realidad. Para que la escuchen. Para que grite. Para que sustente la lucha enmarcada en un cuadrado blanco sin delinear.

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Florencia Smiths

Para que le enseñen tan sólo a besar, a colmar, a no olvidar. Si le enseñasen a asociar ella podría conocer el origen, el principio de la duda, la nefasta ingenuidad que la aterra, de esta manera ella podría estar condenada a buscar, pero cuando escribe siente que encuentra y que estampa y aunque el cuerpo de su poema se le escape hacia una burda necesidad de no poder decir, ella, por sobre todo: abre, cava, nada, se adentra. Por eso pide que tan sólo le enseñen a reconocer, a intuir con sosiego una certeza, un atisbo. Pero decirle (se) que ya NO, ya no es tarde, por primera vez no fue ni es tarde y se abre en el dominio de un tiempo que no la deja defender, porque tiene que luchar, tiene que ir, hacer, hablar, como si el lenguaje latiera y fluyera intenso y perpetrado junto con la corriente sanguínea de la mujer. La que la ocupa, la llena, la que la hace pesar. Sólo tiene que entrar. Tiene que romper. Tiene que parir. No le enseñen a parir.

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El mapa no es el territorio

* Aún no se ha abierto el corazón, que no es una herida. Es una fecha prematura que antaño creció precoz. (Abrir significa romper y derramar toda la hemorragia que una vez perdió). Después de cumplir el duelo ha buscado su espacio. Quiere encerrarse y volver a raparse la cabeza, pero ya no como ese antiguo emblema, parte de un símbolo infantil. Ahora es un auténtico enraizarse en sí misma. Dejar atrás lo ajeno, aquella otredad que también la fomenta, para nombrarse de alguna forma, para verse a sí misma nacer. Cortar para que crezca libre lo que sembró. Lo hará. Sabe que cortar significa segar. Segará la vida que lleva para que sus manos adviertan la estación de su gobierno. Ahora que está sola advierte que es ella y nadie más que ella la que reina, la que desaloja a las otras y se instala en un lugar de su cuerpo que nunca había sentido como un terreno totalitariamente suyo. (Sabe que dije suyo porque ahora es más ella y suyo que nunca). Porque era necesario despedirse, separarse y optar puramente por el envoltorio de la palabra. Desde allí su lucha se torna la base de lo que la sostiene aunque siempre caiga, aunque de vértigo no carezca. Optar por esa palabra que no se oye, que probablemente sólo se escribe (¿acaso la palabra que nunca dice?). Entonces su mundo camina como montado en una bicicleta fija: avanza el cuerpo, se endurecen los tendones (de nuevo ése disímil estado de tensión que la apresa) y ese esfuerzo que la empeña en avanzar pronto decae, se aburre, desaparece. Estos días le han caído como trampas, a pesar de saber perfectamente dónde debe pisar. Se toma todo el tiempo para el silencio. Teme un poco.

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Florencia Smiths

* Eliminar, cortar, barrer con todo aquello que no es ella y que alguna vez cree que fue, pero que está segura que no volverá a ser. A ratos siente que no le queda raíz. Se miró y se imaginó nueva. Le gustó. Lo hizo. Ahora no quiere contar la acción, pero lo importante para todas ellas es que simplemente lo hizo. Hay procesos que se han sentenciado, que se han cruzado. (Todo cauce en la mutilada tiene un fin). Pero ella -que es una más tantasquiere atreverse a ver la cara de la que gobierna, de la que dice, de la que somete. Siente que cuando camina lo hace también en un cuerpo mayor que la vuelve parte, pero que la aísla, al no poder decir quién verdaderamente (se) es y qué papel (se) juega en ese sistema. Quiere narrar lo que fue eliminar, cortar, barrer, pero primero tendría que ensayar, deslindar, husmear, contradecir una-vez-más. La que sale por su cara le ha dicho que todas ahí dentro están alborotadas y felices por el cambio. Ella, la que contiene, la de la boca de carne, dice silencio. Dice no hablar de esto.

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El mapa no es el territorio

* Después de tanta palabra, de tanta hazaña, tender el cuerpo en una cama de preguntas fútiles. Se viene en la garganta una promesa, un alud que habla de aperturas, de ceremonias, de pactos, de derramamientos que alcanzan a contener los ojos. Para estar en mejor forma, su mano, se aprende las líneas de memoria.

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Florencia Smiths

* Sobre la piel de su palabra se quema el tiempo de su cuerpo El intervalo del cigarrillo entre sus dedos –la pena que tengo no cabe en ti- Oye a sus manos clavar en su corazón y se imagina una pena antigua –quizás esta pena se parezca a ésa, la de antaño- aunque tal vez haya una gran diferencia entre sus distancias: Un-día-como-hoy Un día con esta pena Con esta música Con estas voces Con todas éstas (ellas) Bajo su cuerpo tenso Tenso como una garganta en una pena En un vaso de vino En una noche de ésas Éstas Cuando el domingo rebasa la ventana La cuadra El margen del poema El cuerpo del poema: El cuerpo MÁS poema

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El mapa no es el territorio

* Debe buscar un título a todo esto. A lo que se dice bajo la piel. A lo que sigue partido en dos. Ahora lo presiente como si ese título estuviese atado a su sangre desde la infancia, como si se hubiese ido formando con cada una de ellas, tras (su) la misma espalda borracha de indefinición. Ahora asiente que todas las palabras están y han estado siempre allí. Lo que realmente ocurría era otra vez el dilema: descifrarlas. Aquellas palabras estuvieron siempre escritas al revés en su cuerpo. Sólo bastaba un espejo para que se leyesen correctamente: el espejo de la conciencia.

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FRANCISCO VERGARA 1977

El mapa no es el territorio

Desde El País De Adónde Siempre he esquivado intentar una poética. En general, tratar de explicar lo que para mí es un misterio, a ratos me parece estéril, a ratos una empresa demasiado ardua. Sin embargo, de aquellas que conozco, siento gran empatía por la de Rosamel del Valle, en especial aquello de “acusar el golpe desde el país de adónde”. Siempre ha sido para mi un excelente pie de inicio al momento de discurrir una aproximación al llamado fenómeno poético. Cada vez que he podido admirar, no sin envidia, cómo determinada experiencia se ha logrado fundir de tal manera en el lenguaje, que logra estremecer mis certezas, acuso el golpe de la poesía: ella es revivir a voluntad el país de adónde. Tal vez el intento poético no tenga más pretensiones, en mi caso, que aportar una brevísima nota a esa pieza coral que seguramente soñó Lautréamont; y lograr, al final del día, para decirlo con Hölderlin, la calma de lo bello. Viña del Mar, 2006.

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Francisco Vergara

De Notas de extravío (conjunto inédito)

Notas de extravío Los ojos fueron al instante de la piedra en el agua; los anillos, los ecos, el círculo que va y vuelve como un aleteo en la niebla, como la sal y sus caminos imposibles. Ecos de ancianos, pasos en hielos, ¿volvisteis atrás la mirada? Disculpad las cuerdas poco aceradas sin la tensión de antaño, es que en casa entró el viento pero no asomaron el agua y sus misterios. Tan sólo fui capaz de un sonido como de miedos ahogándose. Disculpad el puñal de ceniza, el traeros desde las espumas del sueño a estos derroteros de sudores y metales.

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El mapa no es el territorio

Epílogo Tal vez sea cierto que el mundo cabe en un puñado de imágenes. Tú sabes; dar cuenta de los días con un lenguaje gris y pausado, beber el tono de las cosas, forjar palabras semejantes a pétalos de plata, adentrarse en la huella lavada, en la verdad inquieta del trazo, tejer hebras de luz en una esquina cualquiera; todo eso. Pero el hecho es que el polvo decanta tenaz sobre las manos y ello es suficiente para apagar la hoguera de los signos.

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Francisco Vergara

Baudelaire “Precipitarse al fondo del abismo para encontrar lo nuevo ...” Es decir, tañer las cuerdas apropiadas a fin de capturar unas cuantas notas áfonas, ajenas a toda escala. Notas que bien pueden salir de la cítara o el clave de la historia, o de la propia noche que es en sí todo el abismo y la espesura. Pues hay que crepitar junto al fuego, hay que teñirse de ceniza a medio camino de la senda y caer con la certeza de un montón de hojas secas conscientes del viento.

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El mapa no es el territorio

Per Viltate (Variación sobre un tema de Kavafis) La expresión fue omitida por un poeta, quizás, bajo una tibia noche de Alejandría, seiscientos años después que otro vate la plasmara en un verso para condenar a un Papa réprobo. Yo soy quien ahora la suprime, no de mis escritos, sino que de los pequeños actos cotidianos, como si al hacerlo esas decisiones que desbocadas forman el entramado de la realidad fueran tomadas en función de principios más elevados que simple cobardía.

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Francisco Vergara

Kafka (Variación sobre una anotación de los diarios) Es verdad, “resulta casi incomprensible que la mayoría de los que saben escribir puedan objetivar el dolor en medio del dolor”. Que sean capaces en el último instante de echar mano a los adornos propios del talento y orquestar así un torbellino de imágenes. Con la careta a un lado dejar que el vértigo y los dedos hagan lo suyo. No hay mentira en ello, tampoco alivio. Tomar distancia, como observando una postal de uno de esos paraísos demasiado lejanos, puede resultar útil, pero lo mismo se sigue indagando en la ruta del puñal incluso bajo las palmeras demasiado estáticas, ajenas.

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El mapa no es el territorio

En torno al mester de juglaría. Pocos pudieron hablar con propiedad de los susurros del viento a las horas más incómodas. Tres o cuatro escaparon a la retórica de estar arrellanados en los sillones tratando de dar con un tono levemente ontológico al alero de unas cuantas notas clásicas. Los más desfilaron entonando la canción de moda esa semana. Pero sólo unos cuantos resbalaron por un sendero pedregoso, con miedo, si hemos de ser sinceros, a terminar magullados o perdidos.

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Francisco Vergara

Ezra Pound medita al atardecer Ya llegan los murmullos de aquellos que tensaron las cuerdas al declive del sol. Amigos de estirpe bastarda agudos en el comercio de la palabra. Cada página es un puente, un estallido en el mármol, un susurro en la piedra. El aire fino de la montaña es propicio a la danza de imágenes y a la música de cuerdas, arpas y laudes, se acercan. He sido solícito al arte mayor, el comienzo y fin de la memoria. La palabra habita en lo fugaz y la simpleza a veces escapa aunque el papel no ha sido áspero. Han madurado ya los frutos, lo que resta es silencio.

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CONSTANZA CERESA 1978

El mapa no es el territorio

Poética Creo que decir una cosa es preservar y despojarla del terror que, por desconocida, ella puede inspirar. F. Pessoa Cerrar los ojos como primer paso. La oscuridad suele entregar esa ilusión de certeza, volver las formas a su origen, regresar a un punto neutro. Desde ese paisaje la palabra aflora como un desequilibrio sin siquiera ser pronunciada. La oscuridad y el silencio construyen su morada en cada hoja en blanco o sueño olvidado. La palabra no se deja habitar.

Valparaíso, 2006

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Constanza Ceresa

Poemas Inéditos

Entre dos mundos Alguien tomó una piedra seca Y dijo con un gesto de desengaño: “Todo objeto visto a través del agua es bello quien deje su cuerpo bajo la lluvia esperará la mirada de Dios”.

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El mapa no es el territorio

Geografía I Los pájaros hablan de ti, de lo que dibuja el recorrido de tu mirada cuando el último rastro del sueño, como un río, se seca marcando lentamente su lugar en el mapa.

246

Constanza Ceresa

Confesión La noche es una madre con voz de piedra que no se deja besar las manos, despierta bajo un látigo de luz sola y sin nombre.

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El mapa no es el territorio

Piedras bajo el agua No debería asustarnos la lluvia. Como hace años fue la sombra de un caballo detrás de la ventana en tinieblas. Ahora es la tormenta quien nos recuerda el lenguaje del desamparo. Aún tomamos la misma actitud frente al frío esa forma de evitar el sueño a pesar del sueño de sentirnos bajo la lluvia como piedras a punto de ser elegidas por una mano invisible. Tenemos los pies enterrados como raíces que no levantan la mirada aunque el sol nos haya reconocido el frío nos hace sentir como un animal sin manos, sin refugio.

248

Constanza Ceresa

La voz del eco I Fue en el bosque, en el lugar donde las cosas se nombran por sí solas. La tarde había comenzado a perder su luz, tuvimos que caminar a tientas, guiados por el olor de los aromos que bordeaban las primeras casas del pueblo. Hablábamos como bajo un velo para no ahuyentar el débil hilo que nos permitía distinguir la entrada de la salida el miedo de la confianza. (Hubo pasos sobre mis propios pasos un susurro tras mi rumor otra voz venía desde lo hondo de una laguna o del hueco de algún árbol.) II El eco posee su propia voz nada de lo que vivimos o dijimos fue realmente nuestro, todo pasó a ser parte de otra historia; como es entonces el recuerdo, un eco de imágenes que proviene de otro lugar y nos hace revivir instantes perdidos: eco de un olor silvestre pegado a la ropa o de una casa visitada por primera vez.

249

El mapa no es el territorio

Descansamos en la penumbra inclinados como un tronco viejo buscando al sol. Me pregunté, dónde estaría la voz que perdíamos al hablar y de pronto todo comenzó a desaparecer incluso nuestra sombra volvió a su origen secreto dejándonos solos y con algo de soberbia. Alguna vez tales verdades nos habían pertenecido en la ingenuidad. III Desde el suelo, las hojas nos llamaban suplicantes pidiendo a gritos un cambio de destino, algunas se torcían como bailarinas virtuosas, otras nos crujían en la mirada con su silencio inquietante (¿serían las hojas del espino?) Tú tomaste una hoja pequeña que se había arriesgado hasta hacerse pisar, yo, en cambio, recogí una entre el musgo, cuando llegamos al pueblo, la solté al viento.

250

DANNY NÚÑEZ 1978

El mapa no es el territorio

Tentativa de poética En este escenario de escasa humildad artística, los otros son los poetas que acompañan su laúd iconoclasta con sus papeles húmedos de tinta. Los otros, esos a los que uno lee cuando todavía el tiempo y la fama parecen eternos: tanta es la tierra que uno escarba con esas precarias herramientas. Los otros son los poetas, esos que argumentan que lo mejor es callar; y lo óptimo, jamás haber hablado. Quizás los sentimientos fueron más intensos mientras uno aprendía a escribir, quizás es el mismo lenguaje el que los enmudece, encarcelándolos en espejos que no reflejan, obligándolos a pulirse a sí mismos, y lo peor de todo, haciéndolos parecer reales. Responder a estas interrogantes parece asimismo un ejercicio inútil, o de una arrogancia extrema o de una ignorancia fatal; quizás la ausencia de certeza las tranquiliza. Las combinaciones de las palabras se alargan como sombras impresionando al baldío callejón por el que caminamos, a tientas, porfiadamente convencidos de que con los espejos ya mencionados iluminaremos reflectando la vida misma. El otro es el poeta. Valparaíso, 2006

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Danny Núñez

De Las manos frías (conjunto inédito)

3 Beban de mis siniestros caparazones, beban una y otra vez, con todos sus pies sobre mi lengua, contagiándose dentro del lodo, sin procedencia alguna - generando energía desde el calvario beban sin cuidado del cántaro de mi codicia, hastíense del licor momentáneo que pasa hoy por mis venas, muerdan las raíces hasta conseguir el estertor final de este rocío. Dispongan sus fauces ante mí, y los inundaré con todas las fuentes, me secaré para que vivan, resignado como estoy a regenerarme.

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El mapa no es el territorio

5 El gusano, el huésped, la llave, los cinco, las múltiples caras del yo soy que no se expresa en ningún otro idioma, en ninguna otra verificación consciente, el huésped, que antes se registraba en pos de conseguir un lugar visible húmedo y letal, un sorbo de lejía. Los cinco, que habían suspendido sus acciones terroristas y que por estos días ni siquiera saludan, están ahora arrepentidos de vino malo; la llave que suponía el aborto se oxida con el paso de los parásitos. La misma oruga que, silenciosa, roía con calma el brote tierno de la misión emprendida, abarca ahora sus mandíbulas sin importar si algo aprieta. Se me han grabado al modo de tatuajes y se leen en mi frente y en mis manos.

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Danny Núñez

10 Una tragedia tras otra en esta larga experiencia que consiste en haber nacido. Poco falta para que el vientre estalle en carne y agua mientras la caída del aire y la inclinación del océano se confabulan a favor propio y destiñen con alevosía las corrientes y los días. Así se encarama a los hombros de la templanza la parca fiera, resumiendo con su aliento verdoso la cruel realidad de la raza.

255

El mapa no es el territorio

17 Visito el mismo espacio una y mil veces. No es la percepción la que me engaña, sólo el desquicio de la circunstancia. La misma calle, con sus idénticos baches o el mismo sol iluminando disparejo, los mismos perros o gatos, sólo tú distinta, única, haces novedad de una mariposa, resucitas cualquier metáfora y asignas pavorosas acepciones a estas palabras ultrajadas.

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Danny Núñez

31 Te busco en garganta, entre tinieblas, abismo de sal y cuellos. Me ignoro sentado en el trono de virgilio a todos quienes precisan metáforas. Te busco en manzana, nuez, cuerda, la o profunda y carmina, rosada, humedad del viaje y su transporte. Virgen virgilio, sustenta la aventura, ilumina como aceite hirviendo este trepidar a tientas lo infinito. Busco tu cuello, no tu palabra.

257

El mapa no es el territorio

32 Más que escuchar cómo te quejas de nube, o evolucionar una escala del gran puerto, espero que contigo se mejoren las hendidas piedras del reconocimiento. Tu silueta candente está moviendo mis manos, está dividiendo el viejo - viejo corazón, y remueve las entrañas abstrayendo el silencio menos necesario. Más que sentir la suavidad infinita de tu carne, he pensado seriamente convertirme en un objeto, para que de tu mano no queden huellas, o transformarme contigo en una planta, que destruya con metamorfosis tus verdosos miedos en polen, en miel de placer. Más que seguir conversando, con runas de violencia, he de dejarte partir como quien no espera: tuya esta libertad mía, tuya la voz que no me permite.

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MARCELA PARRA 1981

El mapa no es el territorio

Poética Cuando era niña tenía una extraña fantasía; creía ser el único humano vivo en el planeta y pensaba que todo el resto de las personas eran robots que me vigilaban. ¿Cómo podía comprobar que las otras personas estaban vivas si yo no sabía qué ocurría dentro de ellas? Sólo conocía mi cuerpo, mis pensamientos y claro, podía hablar con las otras personas, preguntarles si estaban vivas de verdad, pero ellas podían mentirme, en cambio yo sí estaba segura de mi existencia. Creo que esa fantasía fue mi primera conciencia sobre las falencias del lenguaje. El alma no se podía decir. Han pasado más de quince años desde aquella situación y todavía no he podido resolver ese problema. He encontrado una especie de descanso en el cuerpo, en eso que el cuerpo dice sin hablar, el contacto directo de un ser a otro sin necesidad de traducción, sólo tacto, cosquillas, olores y temperaturas. Pero cómo plasmar en un papel las situaciones del cuerpo, no lo sé, aunque lo intento. Vacío esas intuiciones corporales en diferentes lenguajes. Como si esa intuición fuese agua que va tomando forma según la jarra que la contiene. Cada lenguaje (el de la música, las artes visuales, la ciencia, la filosofía, etc.) es como una jarra diferente, en la que vacío la misma agua para así poder verla en todas sus posibilidades, en todos sus ángulos y lograr conocer mejor lo esencial de ésta. No obstante mis esfuerzos, lenguaje y cuerpo siempre están separados, se juntan pero no se revuelven, porque así es nuestra realidad, nuestra existencia está envuelta en un gran oxímoron. De ahí el título de este conjunto aún inédito: Silabario de la mancha (la palabra y lo que no tiene nombre). Una realidad de mundo en la que todos sus elementos están juntos pero separados a la vez por una película casi invisible que no permite disolvencia alguna. Como mirar la ciudad por la ventana y ver que todo está aparentemente en caos, pero sin embargo, por debajo nada se mezcla, las cosas mantienen un orden, un orden que está a su vez

260

Marcela Parra

envuelto en un caos. Un tiempo que transcurre de pasado a futuro pero que en algún momento regresa de donde vino. Hay algo de cuerpo en el lenguaje y algo de lenguaje en el cuerpo, ambos se citan entre sí, copulan como el sueño y la vigilia. Si ahora leyera, si le diera voz a esta escritura, este sería mi tímido aleteo: un aliento satelital, el vapor de un cuerpo dando vueltas por el planeta.

Valparaíso, 2006

261

El mapa no es el territorio

De Silabario de la mancha (conjunto inédito)

Experiencia estética Cuando tenía 7 años preguntó a sus padres: –el perro que está ahí ¿es bonito o feo? –feo. Desde aquel día ese pellejo carcomido con su único diente la acompañó a escondidas en el juego. Su hocico le daba piedras y ella le daba pan. Sentada en el baño a la edad de 23 el olor a Clorinda se lo trajo de recuerdo: –bello.

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Marcela Parra

Fábula de la divina providencia y una lata de jurel Abierta de cuajo y de piernas abiertas de un tajo metálico hijos muertos va pariendo pariendo aunque más vale por vómito que por parto. Por parto más valdría seguir pujando por vómito abierto un cuajo de tajo metálico. Una vez he aceptado ya ser cómplice de este daño y esparcido en un segundo el cementerio en el mantel. Me distancio del encuentro con la lata de jurel por comer sobre una herida y les digo, yo también poseo mi tajo metálico. Me vale más decirlo y no descubran por la fuerza que de fuerza yo he vivido he fingido por la fuerza la que arrastra objetos a la hierba esas desmayadas, objetos de todo condón umbilical. Me desvío y vuelvo a ratos en aquello que se conserva algo del bestiario del jurel y las arvejas. Pero por qué no mis manos (por mi culpa) por qué no mi regla (porque sangro).

263

El mapa no es el territorio

Preguntaste cuando niña ¿por qué yo sangro? si nunca me he pegado entremedio ni en la nuca sólo en las rodillas de ahí para abajo de las piernas (por tu culpa, por tu culpa, por mi vulva). Apenas excomulgan los puños en el pecho y el deseo castigando en cómodas cuotas mensuales. Eso y más me vale por vómito que por parto pues tengo el cuerpo desahuciado en una lata de jurel.

264

Marcela Parra

Trompel Oeil (o silabario de la mancha) A La mancha está en el ojo su nombre anterior es mixtura. E Protesta por la sobra de intención la escasez de analfabetos en el mundo. I Su nombre real es constantemente traicionado por la búsqueda. O Viene a quejarse de ser señalada por un dedo que apunta a sí mismo. U Viene a quejarse de ser separada como quien le saca dos Haches al agua.

265

El mapa no es el territorio

Orden de no innovar (acercamiento a las intervenciones fotográficas de Guillermo Núñez) Busco el punto de fuga en una foto de Auschwitz recordando los cadáveres luminosos del cielo: una paloma atropellada –una orden de no innovar. Mido las proporciones de las aplastadas el punto en que se fugan calle y luminaria el ángulo de un semáforo tras las ramas. Olvido vendar los cadáveres, tarjarles los ojos. Olvido es una palabra, una palabra que existe: el punto de fuga entre una foto de Auschwitz y una paloma atropellada.

266

Marcela Parra

Guerra Los nombres que le damos a la muerte morirán Armando Uribe. Si no dividimos cara y cuerpo, cuerpo y mente, mente y alma, gato y porcelana, mundo y universo, femenino y masculino, oriente y occidente, el otro y yo. Llegaremos a una apretada masa oscura (la suma de todos los colores) una masa sin temperatura (la ausencia de todos los sabores) un paisaje sin lenguaje ( ) lleno de imágenes latentes que sólo podrían ser reveladas mediante uso de la violencia.

267

RODRIGO ARROYO 1981

El mapa no es el territorio

Poética Quizás la poesía no sea más que una política poética yaciente sobre una vitrina, es decir, su misma historia. Es un diálogo en el cual aún no asumimos nuestra derrota. ¿Cuál? ¿esa modernidad ficticia? ¿O la ausencia de una imagen que no sea comunicable? A ratos es la fatiga de imaginar, el tedio al arte, a la poesía y a tantas otras cosas contemporáneas, clásicas o simplemente antiguas. Quizás nunca entendimos o nunca nos preguntamos, por ejemplo: ¿De que lado cayó el pedazo de muro? O si quizás la política sea decir que las cosas no existen, y la poética sea decir que las cosas existen cuando quieren. O cuando la palabra las alcanza. Quilpué, 2006

270

Rodrigo Arroyo

De Vuelo ficticio (conjunto inédito)

IV Otra caída, con la velocidad apropiada para la muerte que observa con tristeza cómo ha desaparecido la desaparición en el borde de lo que podría ser un vuelo. Ampolletas todo el día y toda la noche, iluminando algún camino en el cielo mientras el sol yace guardado en una habitación climatizada. Nosotros entonces, pactamos no gritar muy fuerte para dejar el alarido reposando en cualquier lugar nosotros apagaremos el holograma antes de que oscurezca. No era mucho pedir, solamente habían ampolletas que apagar: el pacto era sacudirse la modorra en otra lengua y no hablar de arte cuando hablábamos de historia pues el arte es un precio equivocado, una etiqueta defectuosa. Digamos entonces que el verso sea un pedazo de algo escrito desde arriba, en el día de los acontecimientos en medio de la caída, o sobre la cabeza de los ciudadanos.

271

El mapa no es el territorio

V Viajaba desde el griterío hacia otra parte con la piel magullada y retorcida de entre las esquirlas y fragmentos /nómades inscritos bajo esta república, bajo esta democracia con la lluvia sobre todos esos cuerpos que tuvieron que aprender la /muerte de memoria/ aprender a gritar del dolor desconocido y lo digo ahora, con la calma del tiempo entre las letras bajo la tristeza de usar las mismas letras que ellos de no haber fabricado otro cielo para nosotros. Todos esos cuerpos tuvieron que aprender la puesta en escena la obra maestra fue la lección de anatomía mientras la iglesia rezaba por el descanso de los que no alcanzaron a cansarse repito, mientras la iglesia se atragantaba con el cuerpo de cristo allá afuera los niños jugaban un juego de la puta madre y los verdaderos niños, jugaban a jugar esos juegos de la puta madre. Pero había uno, un niño cantando en medio de la guerra cantando una canción de buenos y malos un niño cantando una canción compuesta de groserías dice, la puta que lo parió, la canción del niño entre balas, mientras allá abajo dibujaban en la cabeza el juego del país y sus canciones quizás, faltó alguien que abriera el mar de cemento y los dejara huir pero dios al parecer estaba de su lado, dándoles de comer el cuerpo seccionado de su propio hijo. Ahora la lluvia corre sobre tumbas aparecidas en este país.

así de repente

Viajé entonces porque la palabra no iba a llegar donde nosotros

272

Rodrigo Arroyo

y los cartuchos de bala entre roca entre gritos y entre maleza son la flora metálica de nuestra geografía la palabra

la buena nueva

oculta entre cartuchos oxidados

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El mapa no es el territorio

XI Todo no es divertido visto desde esta altura ficticia desde esta cárcel imaginaria. No es divertido, pues el magma urge nuestros bólidos inconmensurables y la velocidad es la gran puta en los países democráticos veo una hélice intermitente, el desgarro conocido de los bordes más punzantes del vocablo ¿A qué has venido a estas alturas?

274

Rodrigo Arroyo

XVII Que nos pongamos de acuerdo en la palabra y el cuerpo en el relato que nos ha de formar el ademán melancólico del autorretrato hablado la identidad, el conjunto de menciones que puebla nuestro reyno de chile toda roca toda maleza en el dibujo xilográfico de vocablos ajenos.

275

El mapa no es el territorio

De Chilean Po(p)etry: the pleasure of gazing…the siege (conjunto inédito) EL HORIZONTE SE HA CERRADO Y no hay salida Vicente Huidobro I Lo imagino el tiempo está cerca no hay realidad real, cosa bella, o una puerta sin ventana. Metacarpos, metralletas humo, no es derrota haber nacido después de la modernidad después de las derrotas, o después de cristo. No es derrota nuestro silencio, el fracaso del mundo, nuestro fracaso en las derrotas, en las victorias. No es derrota nuestro silencio, o esos susurros que dejamos flotando, creyendo que esto es un gran mundo lleno de sucesos. Los huesos se trizan entre sí el tiempo nunca fue mucho, llueve afuera está nuestro caballo de madera. Tiene clavos sueltos una sombra que la cabeza dibuja sobre su lomo y una oreja astillada. el caballo de madera está afuera, y mira las explosiones con el hocico meado a los pies de un muro.

276

Rodrigo Arroyo

VII No saldré, el cielo es una política poética, los autos, el cemento, el hedor. Esto no es la ciudad, los cristales sucios, todos nuestros contemporáneos. Los oficios, guardar el tiempo, las virutas los días de escritura fatigada y chirridos de ojos contenidos al sentido horizontal, ¿De que lado cayó el pedazo de muro?

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El mapa no es el territorio

X Esta noche ningún lado ¿Puedes morirte de mentira? respóndeme antes de esconderte. Ya hablaremos de las desapariciones, este es el último comunicado antes de sustituirnos las identidades o perdernos en el laberinto. Dejamos el caballo húmedo en la entrada, de regalo una provisión de manzanas, la ballesta y treintaidós estacas. Porque al final, al principio, todo se repite: la hora en el reloj, los cuerpos sobre la mesa, las noches los cubiertos. Y una inmensa nostalgia de ojos cerrados, de un día oscuro desgranándose en chubascos. Todo se repite. Todo, tengo frío

llueve estoy cansado de imaginar

278

GONZALO GÁLVEZ 1982

El mapa no es el territorio

Poética Mentimos, porque sabemos que mintiendo podremos soportar el tránsito. Jugamos a permanecer un rato; jugamos. Creemos que siempre habrá un lugar para construir una casa y habitarla. Pero no hemos podido permanecer ni un instante; entonces, recordamos que es mentira esta mentira, un fracaso, un balbuceo apenas. Celebramos el rito sin esperar la salvación de nadie; caminamos en sentido inverso; regresamos siempre, aunque no volvamos nunca. No sabemos desde cuándo, pero llevamos manchas en la piel. En las manos tenemos cicatrices, signos, restos de otras manos que en algún lugar nos aferraron y nos soltaron. No sabemos cuál es el camino; no lo sabemos. En el vientre está escrita la palabra “regreso”. Ellas lo saben; nosotros aún no lo entendemos. Así perdemos el tiempo: desgastando nuestras manos en la talladura de los versos, sabiendo que al otro lado del muro se necesitan estas mismas manos para cultivar la tierra. Nunca hemos colocado nuestra derrota a merced de los vaivenes sociales (si quieres: el arte a disposición de las masas). Celebramos el rito porque hay que celebrarlo, porque ese es el imperativo de nuestra existencia. Pero como a veces los gritos nos llaman por el nombre, dejamos el altar servido y salimos a ofrecernos. En alguna parte se da una vieja enemistad entre la vida y la gran tarea, y como no somos quiénes para reconciliar a la una con la otra (nuestra gran vergüenza), dividimos el tiempo para sostener en una mano la vida, y en la otra, nuestra gran tarea. Nadie nos enseñó a coger la realidad y a meterla en un poema. Lo que apenas hacemos es tallar poemas y arrojarlos al mundo; siempre con dos manos, a dos tiempos, en dos afanes: haciendo revolución para una visión práctica, y celebrando ritos para un benéfico tránsito del espíritu.

Quilpué, 2006

280

Gonzalo Gálvez

Poemas inéditos

La derrota Luciérnaga, una luz hecha pedazos, fracaso de iluminar la noche desde una pequeñez transitoria. Yo entiendo la derrota. Volar y en el vuelo escribir un verso es la ingenuidad que el diáfano corazón pretende. Pero amamos la derrota como la Oscuridad ama nuestro intento. Ella es la amplitud que deberíamos: aunque no lo quiere nos ahoga en un profundo abrazo y nos hunde en nosotros mismos. Poeta y luciérnaga repartidos en centellantes trozos de amargura, abalanzándose hacia donde no alcanza la memoria y viviendo en el equilibrio que la razón obliga. Una tregua antes de la locura, un paso antes del caos en que arderemos, un castigo por no creer en nuestro vuelo.

281

El mapa no es el territorio

Oikos En mi casa cabe el mundo y desde ahí se ve la quietud eterna. La piedra diciendo piedra es la escritura diciendo piedra. Tampoco un poema puede otra cosa. Si hablo desde el mundo la eternidad será apenas un deseo. Sólo un dios puede salvarnos.

282

Gonzalo Gálvez

Revelación En el jardín los pastos crecieron: la serpiente levantó su cabeza y entró en la cavidad de la hermosura. Desde entonces, la santidad nos pareció posible.

283

El mapa no es el territorio

Tautología Esperé otra vez que el invierno apareciera y volví al único trozo de la ciudad que conocimos. El mismo árbol con su herida de hojas secas, la vaciada esperanza de las flores, y yo, como él, también preguntaba por el tiempo. Nuestra vida era la intemperie, un espacio necesario para sostener la lluvia y los alaridos del viento en su visita. He vuelto por creer que todo vuelve, por creer que en la espera cabe el tiempo y en el tiempo, la soberbia de la ausencia. Vuelvo y me reconozco aguardando todavía, vuelvo y me encuentro en todos los inviernos, en los mismos lugares donde las horas se recogen y los días y los años son absorbidos y devueltos. El áspero andar del tiempo no ha cambiado y como ayer, se empina cada vez el árbol, me baña la misma lluvia en otro cuerpo y repaso el paso de la niñez hacia la noche. La presencia no puede invocar lo que perdimos; vuelvo, creyendo que algún día, aguardando incluso en el filo de los brotes, pero en el brote muero todavía un poco; agacho la cabeza como siempre, hundiéndome, creyendo que al siguiente invierno llegarán las promesas que dejaron.

284

Gonzalo Gálvez

La apuesta de los ingenuos La escritura que aquí hemos encerrado ya arrancó de otras manos, de otras lenguas, de otras tumbas sin memoria. Pero aún nos resistimos a perderlo todo. Si alguien cambiara pan por poesía o monedas por poemas cantaríamos el mismo canto que sin pan ni moneda hemos intentado. Porque nos arrojaron para decir el mundo y aunque el mundo nos resulte impronunciable, moriremos balbuceando, creyendo que por ingenuidad nos salvaremos.

285

El mapa no es el territorio

Desde abajo Aunque del pecho brote una luz vacía, el dolor de la tierra y su arrebato; aunque ese color venga en la estrechez del tiempo, en el desgarro del que no quiso amanecer de nuevo; siempre habrá un espacio para levantar una casa y habitarla, convencidos de que las horas son años y los años son un refugio donde el transcurrir perdura. Aunque la visita haya sido más estrecha que la espera y el pezón siga llorando la leche que se enfría, siempre habrá un lugar donde iluminarlo todo, un lugar para contemplar y estremecerse. No escribimos para retener a los que pasan, no escribimos para regalarles otro cuerpo. Escribimos para amar la frescura de la tierra, la humedad de los ataúdes cuando bajan. Escribimos para arrebatarnos con el hijo, para habitar juntos el refugio manchado de los pechos. Y aunque el dolor sean las ruinas abrumándonos, sólo desde abajo, desde la hondura y el reposo lanzaremos el tiempo, una flecha a la densidad del infinito.

286

DANIELA GIAMBRUNO 1984

El mapa no es el territorio

Poética Mi poesía busca suscitar y aprehender la dimensión singular del lenguaje, es decir, lo que implica para cada ser humano vivir la palabra. El acceso a aquella singularidad, requiere desentrañar los diversos sentidos que le subyacen y trascienden, los que se constituyen en elementos íntimos e inéditos capaces de significar al ser humano en su originalidad. Por ello el poema es un acto de resignificación de la realidad, lo cual se produce cuando el hablante la dice y nombra en el poema, haciéndola surgir según su experiencia, hecho que le permite significarse íntegramente, es decir, que su ser adquiera imagen y sonido. Mi poesía anhela entonces hacer presente cómo la existencia humana lucha por lograr decirse, considerando los conflictos, silencios y fricciones inherentes al encuentro-o desencuentro- entre el hombre y el lenguaje. Es así que surge la necesidad de recrearse, instancia que implica confrontar el lenguaje y desconocerlo, apropiándose el hombre de los hechos de la realidad con los cuales interactúa, mediante el despliegue de su subjetividad, lo que le permite descubrir y emerger su propia lengua, la cual contiene la sonoridad justa respecto a cómo vive sus experiencias, su ritmo, junto con sus propios sentidos, los que se originan en la realidad íntima de cada ser humano. Dado lo dicho, se vislumbra al poema como una realidad conceptual única e irrepetible, a semejanza del hombre.

Valparaíso, 2005

288

Daniela Giambruno

Poemas inéditos

Diálogo No se trata de límite, más bien de voces cuando todo se nombra. Y existimos como si fuésemos lengua: así es nuestro beso.

289

El mapa no es el territorio

Hilos Caen miles de huellas. Y el eco me envuelve: soy un jirón de seda un cabello de niña un gusano.

290

Daniela Giambruno

La caída Un ojo se demora en caer, una piedra no. Un ojo clava su golpe en el infinito: una piedra rompe el infinito. El eco de una piedra no precisa ojos. Los ojos son una piedra invisible, un pedazo de horizonte, un tropiezo.

291

El mapa no es el territorio

Dimensión ¿Qué sueños son esos que dicen palabras mudas, hondos trozos de vacío? Ver el sol es como cerrar los ojos: la luz es noción de infinito.

292

Daniela Giambruno

Secuela Y qué decir después de cada palabra abortada: dolor prematuro, sustancia que se filtra de la boca que me vuelve agua derramándome en campos baldíos. Cómo decir algo ahora cuando mi boca todavía escupe sangre cuando la zona fértil del miedo se retuerce poderosa ya que no sabe callar porque no logra decir.

293

El mapa no es el territorio

Reflejos No conozco mi cara salvo cada palabra que se muestra, salvo cada mirada que transita en él sin nombre. Ayer cuando cada lágrima decía dolor fui arena y enterré mis ojos contra el viento.

294

DIEGO ALFARO 1984

El mapa no es el territorio

Poética El silencio de los gestos, la música del mundo, los espacios que nos separan. La poesía es el oficio del recuerdo, un álbum fotográfico abierto a la mirada donde contemplamos nuestra esencia, la maravilla y el dolor de sabernos finitos. Escribir poesía es saberse inserto en la gran partitura de aquello que no habla, pero que ante nosotros cobra el sentido de un susurro. En el poema se orquestan las distintas voces del tiempo, acurrucado en las cosas, temeroso de ser despertado, tomando finalmente la forma de un verso, de una mano que se adelanta a otra, de una palabra que remueve la memoria. Como en un Arca de Noé, el poema recupera las existencias y los instantes naufragados en el océano de la historia, pecios provenientes de costas inhóspitas, faros que en un mismo lenguaje nos señalan la cartografía de este viaje que es la vida. El poema por lo tanto no debe quedar sumergido en el escritorio del académico, ni en el perturbante tedio de hablarse a sí mismo, sino ser un diálogo con lo cotidiano, y por tanto el poeta debe superar la condición de mero escribiente y pasar a ser un compañero de ruta, y si se puede un amigo hospedado en el velador de nuestros días. De si el poema tiende a callar en nuestra época o si debe elucubrarse a partir de ciertas proyecciones teóricas o políticas –en un juego de niños bobos- es un mero dato amarillista que no incumbe a aquello que finalmente reconocemos como bello o terrible, que nos pasma, que nos arranca de la prisión de la rutina o que nos pone frente a otro, frente al mundo en ese intento tan humano de torcerle la mano al absurdo. Habitar desde la palabra como desde el consejo de un abuelo como del sufrimiento encarnado como de la felicidad de un día soleado en la total certeza de la caducidad de todo, de nuestra nimiedad frente a lo eterno, desde la incertidumbre que ejercen las estrellas. Limache, 2006

296

Diego Alfaro

De Distancias (conjunto inédito)

Iluminación El atardecer se refugia dentro de las casas en humo y calor de pan. El último claro se refleja en las ventanas. Lejos del mundo: la total iluminación.

297

El mapa no es el territorio

Partitura de la lluvia nos ha quedado la música nuestro silencio un mensaje anotado por pequeños dedos en la ventana.

298

Diego Alfaro

El globo Sólo pedaleando desde ese mundo conseguirías dar la vuelta, tomarlo del cordel y sostenerlo calle abajo. Detenido en una esquina tenderías las manos hacia un poste para intentar atarlo para que, suspendido en el viento, nos señale el camino de regreso.

299

El mapa no es el territorio

Lights out La vida, mis amigos, es aburrida. Nos llenamos de libros para llenar la vida. Y en cada abandono, en toda despedida trazamos la inevitable figura del absurdo. Bufones, nos forzamos en contemplaciones intentando asir un trozo de dios. Yo he perdido todo esto en las puertas de una iglesia. No anhelemos, no brillemos: es hora que apaguen la luz.

300

Diego Alfaro

Paseante número 1 Ella podría despedirse y no sentirlo, embriagar al parque entero con su vestido blanco. Podría desconocerlo todo y sonreír al nombrar este o aquel detalle. Pero la sola turbación de un regalo de una flor en sus dedos, el atrevimiento de uno que nada espera despierta en su rostro la incertidumbre, la certeza esquiva del asombro, la razón de todas las noches.

301

El mapa no es el territorio

A Philip Larkin Reconocerse en un poema de Philip Larkin puede parecer tan desolador como la fotografía de un carrusel bajo la lluvia. Las soledades que vienen y van pueden ser tan cansadoramente inútiles como la literatura. Sin embargo, de una u otra forma volveremos a ellas como a aquel viejo paraguas que desdeñamos por sus extravagantes colores. Pero más allá de estas vagas lamentaciones el deseo de estar solo bajo una luz, en pie de poesía, desconociendo -desde altas ventanasla miserable estulticia de las chicas bellas, arpías que dolorosamente anidaron en tu vergüenza.

302

Diego Alfaro

Spleen En soledad los poemas se hacen menos extensos. No hay que cavar a la amada en el patio. Sólo evitar las miradas de los vecinos, el domingo, el hastío, el invierno.

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MARIELA TRUJILLO 1985

El mapa no es el territorio

Poética La poesía no es un adorno que acompaña la existencia humana, ni sólo una pasajera exaltación [...] La poesía es el fundamento que soporta la historia. M. Heidegger Las cosas están en este tiempo y espacio, pero deben manifestarse de algún modo para que estén. Aparecen a través de un medio, es decir, en un momento se convierten en forma, color, sabor, en un perfume o en un acorde: pasan de un origen invisible hacia una manera presencial. La tarea del poeta, me atrevo a decir, es intentar hacer perceptible el mundo subterráneo del cual las cosas surgen, pues lo que rodea al hombre lleva un velo que cubre un secreto o el por qué de ser de ese algo, y el poeta en el poema da un signo para descifrarlo: todo poema es posibilidad de aproximación a lo otro, a lo oculto, a lo velado, mediante imágenes. La palabra es la voz que las cosas silencian; la poesía las hace hablar en el poema, las desvela. Pero este desvelamiento no es completo, es decir, no porque el poeta circunde lo que se oculta expondrá completamente el misterio que albergan las cosas: incluso para él el lenguaje no alcanza a exponerlo todo o su mano sólo consigue ciertos destellos y no la figura completa. El poeta indica el rumor que se origina de la relación no visible de las cosas, pero no las cataloga ni las llama de manera alguna. Siempre falta para poder rozar lo indecible, pues escribir un poema es un inevitable continuar dialogando con la insuficiencia. ¿Cuándo termina un poema? ¿Es su autor quien decide o no hay decisión y el poema nunca acaba? ¿Qué son las preguntas sino un modo de acercamiento a aquello que apuntamos a distancia, intangible y lejano? Las cosas, la calle, el viaje, tienen un ritmo dispar; cuando la poesía los articula, los acerca e ilumina, ella lidia la discordia y los sucesos se analogan, se traman, habla lo innombrable a través del temblor de la palabra en el poema: cada lector busca algo en el poema - afirmaba Octavio Paz-. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro.

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Mariela Trujillo

Vuelve el poeta y lector a la poesía, porque el retorno al poema siempre cambia de nombre. *** En la aventura de lo impredecible, hay una constante pulsión hacia algo que va y viene. El verso, ahí, despertando. La escritura modulando un silencio, una aparición, un acto, un gesto. No recuerdo desde cuando, sin embargo, me parece conocido hace siglos y, hoy, reconocido en unos cuantas apariciones: un túnel, una rayuela y, luego, el hastío, Baudelaire; la búsqueda y Eduardo Anguita. Vino después el dolor, Enrique Lihn y Alejandra Pizarnik. El meridiano, Paul Celan; la correspondencia, Rilke. Abrir un libro es despertar la conversación que el escritor plasmó en silencio con su puño entintado sobre páginas y páginas de experiencias con la pérdida, el dolor, lo precario, la muerte. *** Siempre habrá quienes callen la hermosura: como decía Sor Juana, hay quienes silencian pues no saben como decir todo lo que quieren decir. A ellos a mis poemas invito y a quienes el contexto histórico que nos engloba, a modo de contradicción, divide. Viña del Mar, 2006

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El mapa no es el territorio

*

Te esparces esta noche bajando del pájaro que aórgico Hölderlin desenfrena. Tú haces de este presente un aire para la escritura que durmiente penetra lo incierto. El silencio te nombra y el poema se escribe sin voz desde la naturaleza hasta tus ojos.

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Tú eliges el lugar de la herida en donde hablamos nuestro silencio Alejandra Pizarnik

Mariela Trujillo

Antiguos presentes Pasado es el ritmo del habla, lúgubre sombra que indaga, manantial callado. Voces que lloran de vino se pudren en grietas de labios subterráneos en el placer de una gota en el agua. Se aferra la luz con el origen: imanes de signos que luchan en un mismo cajón viviente. Pero se ensancha el abismo abstracto, bebe la tierra del latir antiguo, patios inhóspitos al alma se aproximan y las estelas no fusionan ambas luces fugaces. Nudo sellado en un sobre al viento nada importa esta mañana su golpe en el rayo. Nada se observa de los polos, nadie desenreda la historia arrojada en el vacío. Caminan las masas y algunos convergen sobre dos tiempos como fragmentos de noche y día. Implacable oscuridad que se aleja de la lóbrega maquinaria y se cierran los ojos. Duerme ahora en la brisa de lo escrito -quizás alguna idea brotará del agua-

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El mapa no es el territorio

Manifiesto

A Vicente Huidobro

El torrente temblará en fiesta y no entrará en esta habitación ni Poeta, ni Dios. El ser será para renacer la lluvia austral sumergida en la tierra baldía. Aquel galope que antes enmudeció en la tiza y el pastel desde una esquina saldrá atravesando el rayo con su vello cautivado en amarantos. Arte es la palabra caída de una gota a la sed del crear. Allí,

en el vacío donde driza la palabra, en el entresijo, claroscuro de los signos, a punto de ir al estallido y quedar ocultos en el espacio, el mar de frutos, los taciturnos, los inclinados al misterio buscan el cómo dar en la piel terrestre, al rincón venal del río que nos vuelve a las raíces. ¡Hombre, no desesperéis! Pues el tiempo Huidobro abrirá la pieza oscura y el progreso, aquel espiral al absurdo, se hundirá hacia el cíclope, como un caracol que eclipsa la multitud de lo evidente. Sólo cabe entreabrir el umbral y masticarle a la rosa que la sangre, los ojos y la belleza sólo silencian por Cronos y su carcaj lleno de polvo.

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Mariela Trujillo

Ausencia Como relámpago la muerte me lacea el rostro. Me pide estar y no estar pausada en su falda de sigilos como si arrancara la piel y la derritiera. De un golpe me cava, penetra mi aire, ella de agua y yo, ahogándome en su ausencia, la siento deambular derritiéndose hacia el abismo en un entrar y salir del alma como si Dionisos pudiera tocarla, pero basta que este poema prolongue su mano y balbucee al silencio para recordar el fuego, este fuego que impacta como agua y las fisuras en las pupilas y el óxido del recuerdo y el relámpago de mi mano y los guijarros, y relámpago.

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El mapa no es el territorio

* Entre la nada y el todo rotamos como signos dispersos Del silencio de ti, de mí germinan estos destellos trenzados a mis manos perforadas con cada temblor tuyo. Cesa el cataclismo rumiante de la contradicción apuntando un lugar semejante a ti, a mí pretéritos de un propósito inimaginable en tiempos de esferas que en cuyas curvas van encabezando marchas o quizás bajo relojes idénticos que salen al paso. Y de pronto, encrucijados tras el telón del absurdo, en la intersección de una servilleta y un vaso de agua, se asoma la posibilidad al acto, al hacer y no, en un vasoagua un poco de conjugación un poco la metamorfosis Y de pronto, encrucijados tras el telón del absurdo, ir y venir esquivando el perfume de masas, ocurre el templo y el tañe de nosotros supuestos -simulandohambrientos de amor tenaz al infinito pensados de reojo, montados sobre caballito de madera y carrusel que nos arrastra de vuelta y de nuevo al Re

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Mariela Trujillo

conocer (nos) que el canto se escabulle en tu espada de antaño, en mi frente tuyo sobre una escalera. Entre la nada y el todo pasa tu desmesura como un rayo alargando los brazos del bosque que llama mi retina rozar el reflejo o un rescate sobre ti, sobre mí la fusión orbitándonos espesa allí agua allí unos veintitrés gramos de fuego y unos cuantos de remordimiento.

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REFERENCIAS BIO-BIBLIOGRÁFICAS

El mapa no es el territorio

Diego Alfaro (Limache, 1984) Poeta, estudiante de Literatura en la Universidad del Desarrollo en Santiago. Poemas suyos aparecen en el website de Alejandro Lavquén y en la revista Los poetas del 5 y en el blog Avenida Poesía. Ha organizado cuatro encuentros de poesía en la ciudad de Limache y ha sido invitado a diversas lecturas tanto en la Quinta Región como en Santiago. Durante el primer semestre de 2006 participó en un taller con la poeta Cecilia Casanova y de una mesa redonda con el poeta y pensador argentino Hugo Mujica. Los poemas seleccionados pertenecen a un libro inédito titulado Distancias. Rodrigo Arroyo (Curicó, 1981). Poeta y Licenciado en Artes Visuales por la Universidad de Playa Ancha. En 2002 formó parte del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana. A su vez participa del Seminario de Reflexión Poética que se efectúa en el mismo lugar entre 2004 y 2006. Cuenta con algunos poemarios que se mantienen inéditos, entre los cuales figuran: Vuelo Ficticio, Indicios de Traslado, Incomunicaciones, Chilean Po(p)etry. Como artista visual cuenta con una exposición individual, Untitled (Espacio G, Valparaíso), y participación en exposiciones colectivas en el Centro de Extensión de la Universidad de Talca (Estamos lejos de la apariencia engañosa, del efecto.(carnaciones y vacío), Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Santiago (De Otro Lugar), Laboratorios Químicos Aduanas –Valparaíso(Nuevo Medio: Crisis Acción) entre otras. Actualmente vive en Quilpué y trabaja como profesor de artes visuales en un colegio de Viña del Mar. Alberto Cecereu (Valparaíso, 1986) Poeta, estudiante de Licenciatura en Historia en la Universidad de Valparaíso. En 2003 participa del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana y en el Seminario de Reflexión Poética en el mismo lugar. En 2004 poemas suyos aparecen en la Antología Oral de Poetas Emergentes del Sello Leutun (Santiago) y publica en revistas de Chile y Argentina. Su obra prima es Noticias sobre la Inmanencia, 2005. En 2006 obtiene el premio Enrique Lihn del Concurso de Arte y Poesía Joven de la Universidad de Valparaíso.

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Referencias Bio-bibliográficas

Alejandro Cerda A. (Viña del Mar, 1972) Poeta. En 1993 ingresó a la Universidad Andrés Bello para estudiar Psicología, la cual abandonó para viajar por Latinoamérica. Ha organizado diferentes encuentros literarios: Ciclos de Invierno en la Universidad Arcis sede Valparaíso (2005); Ciclos de Poesía Oriental en la Universidad Viña del Mar (2005); Quilpoesía (2000); Homenaje al poeta Jorge Teillier (2003, 2004 y 2005). Ha sido publicado en numerosas revistas y antologías como Trilce; Mil Rostros de la Poesía Chilena (Berlín, Alemania); Revista Cultural de la Queensland University (Australia). Ha obtenido el segundo lugar en los Juegos Florales de la Municipalidad de Valparaíso, 2003; Primera Mención en el Concurso Nacional de Poesía de la Fundación Neruda, 2004. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés por el poeta y profesor de literatura Dave Oliphant (University of Texas, Austin, EEUU). Constanza Ceresa V. (Santiago, 1978). Poeta y crítica literaria, Licenciada en Lengua y Literatura Hispánica en la Universidad de Chile y en Formación Pedagógica en la Universidad Católica de Chile. Formó parte de los talleres de la SECH en los años 1996-1997 y fue becaria del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda en 2000. Paralelamente formó parte del taller de crítica Mariano Aguirre de la Universidad de Chile entre 2000 y 2002. En 2003 se mudó a la ciudad de Valparaíso, donde hasta hoy se ha desempeñado como profesora de Lenguaje en diversas instituciones. Actualmente integra el Magíster de Género y Cultura Latinoamericana en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Los poemas seleccionados pertenecen a un libro en preparación. Cristián Cruz (Putaendo, 1973) Poeta y cronista, profesor de Castellano. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1998) y la Beca de Creación Literaria que otorga el Consejo Nacional del Libro y la Lectura (2003). Obtuvo mención honrosa en el Concurso Jorge Teillier Ciudad de Lautaro (1998) y el Premio Alerce de

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El mapa no es el territorio

la Sociedad de Escritores de Chile (2003). Ha publicado los libros de poemas Pequeño país, 2000; Fervor del regreso, 1° ed, 2002 y 2° ed, 2004; La fábula y el tedio, 1° ed, 2003 y 2° ed 2004. Como cronista ha publicado Papeles en el claroscuro, Ed Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso, 2003; libro que reúne sus colaboraciones escritas para el diario El valle de San Felipe. Bruno Cuneo L. (Valparaíso 1973) Ensayista, traductor y crítico. Doctor© en Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte por la Universidad de Chile. Desde 1998 ha ejercido hasta la fecha la docencia y la investigación en el Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Ha sido profesor invitado, en dos ocasiones, del Magister en Artes Visuales de la Universidad de Chile. Dentro de su producción bibliográfica cabe mencionar sus numerosos artículos que, en calidad de crítico de poesía, publicara entre los años 1998 y 2005, en el suplemento «Revista de Libros» del diario capitalino El Mercurio, así como su trabajo de editor de la revista Pensar & Poetizar, en la que periódicamente han aparecido sus trabajos de traducción de poesía y crítica de arte. En 2004 recibió la Beca de Creación que otorga el Consejo Nacional del Libro y la lectura. Ha publicado el libro de poemas Verano. 2005 y prepara la edición de un diario de viaje titulado Dos Ciudades y un nuevo libro de poemas titulado Hielos Flotantes. Claudio Gaete B (Valdivia, 1978) Poeta, psicólogo por la Universidad de La Frontera, magíster en Literatura por la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso. Ha obtenido en 2004 el Primer lugar del Concurso Iberoamericano de Poesía Neruda 100 años por la Municipalidad de Temuco y la Beca de Creación que otorga el Consejo Nacional del Libro y la Lectura. En 2005 ha obtenido el Premio Enrique Lihn del Concurso de Arte y Poesía Joven de la Universidad de Valparaíso, el primer lugar en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la Municipalidad de Santiago y la beca del Taller de Poesía de la Fundación

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Referencias Bio-bibliográficas

Pablo Neruda. En 2006, su libro El cementerio de los disidentes, obtiene el Premio Municipal de Literatura de Santiago. Poemas suyos aparecen en diversas antologías y revistas nacionales y del extranjero. Con ayuda del Consejo Nacional del Libro y la Lectura y en colaboración con el poeta Guillermo Rivera, realizó la edición de Ennio Moltedo. Obra Poética, Ediciones del Chivato, Valparaíso, 2005. Gonzalo Gálvez E (Valparaíso, 1982) Poeta, estudiante de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. En 2000 formó parte del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana en Valparaíso. Ha participado en diversos encuentros y lecturas como Joven Poesía Porteña en el centro cultural La Sebastiana (2002), en La Semana de las Humanidades de la Universidad Católica de Valparaíso (2003), etc. Junto a otros estudiantes conformó la editorial estudiantil El Espejo de Tinta en la Universidad Católica de Valparaíso. En 2004 obtiene el Segundo Lugar en el concurso Neruda 100 años organizado por el Gobierno Regional de Valparaíso y la Fundación Pablo Neruda. Es director de la revista de poesía Antítesis. Los poemas seleccionados pertenecen a un libro en preparación. Ismael Gavilán M. (Valparaíso, 1973). Poeta y ensayista. Magíster en Literatura Chilena e Hispanoamericana por la Universidad de Chile. Ha publicado los libros de poemas Llamas de quien duerme en nuestro sueño, 1996 y Fabulaciones del aire de otros reynos, 1° ed 1999 y 2° ed 2002. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1997) y la Beca de Creación Literaria que otorga el Consejo Nacional del Libro y la Lectura (2001). Como ensayista ha colaborado en diversas revistas nacionales y extranjeras (Everba, Pensar y Poetizar, Vértebra, Plagio, La Linda Pelirroja, Inti, Tambor, Los Poetas del Cinco, Mapocho, Aérea etc). Tiene en preparación un libro de ensayos, una monografía

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El mapa no es el territorio

acerca de la poesía de Eduardo Anguita y un nuevo libro de poemas. Se desempeña como docente en la Universidad de Viña del Mar y en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y asimismo como monitor del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana y del Seminario de Reflexión Poética que dependen de la Fundación Pablo Neruda. Pedro Godoy (Vicuña, 1977) Poeta, Doctor© en Literatura Hispanoamericana por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1997). Ha recibido el Premio Único de Poesía de ediciones El Espejo de Tinta, Universidad Católica de Valparaíso en 2002 por su libro Calabriadas publicado en 2003. Desde el año 2005 participa junto a otros jóvenes poetas de Valparaíso en el Seminario de Reflexión Poética realizado en el centro cultural La Sebastiana. Gracias al apoyo del Consejo Nacional del Libro y la Lectura a llevado acabo la edición de la obra completa de Alfonso Alcalde en colaboración con Ediciones Altazor, 2006 Daniela Giambruno L (Valparaíso, 1984). Poeta y estudiante de Servício Social en la Pontifícia Universidad Católica de Valparaíso. En 2001 integró el Taller de Poesía del centro cultural Balmaceda 1215 y en 2003 participó en el Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana. Felipe Hernández (Valparaíso, 1973). Ha publicado Reflejos del aire (1995); La espada de la razón (1998) y Návatar (2001) libro con el que obtiene el XXXI Premio Ciudad de Alcalá en Alcalá de Henares, España en 2000 y reelaboración de los títulos anteriores. Radicado actualmente entre Madrid y Tánger. Eduardo Jeria G. (Valparaíso, 1977) Poeta, psicólogo por la Universidad de Valparaíso. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1997), y el Premio Juegos Florales Gabriela

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Referencias Bio-bibliográficas

Mistral de la Municipalidad de Santiago (1997). Ha recibido asimismo el Premio Pablo Neruda del Concurso de Arte y Poesía Joven de la Universidad de Valparaíso (2000). Entre 2004 y 2005 fue monitor del Taller Literario de la Federación de Estudiantes de la Universidad Técnica Federico Santa María. Ha publicado los libros de poemas Persona Natural, 1999 y Jardín Japonés, 2006. Sergio Madrid S. (Iquique, 1967) Poeta, estudió Castellano en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1988). Ha publicado colectivamente Retaguardia de la vanguardia, 1992; Los novios de Ariadna, 1993 y Melancoholía, 2003. De forma individual Voz de locura, 1988; El universo menos el sol, 2000 y Elegía para antes de levantarse, 2003. Ejerce docencia en el Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Gladys Mendía G. (Maracay, Venezuela, 1975) Poeta y Técnico Superior en Turismo. Estudiante de Letras mención Lengua y Literatura Hispanoamericana y Venezolana por la Universidad de Los Andes. Participó del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana en 2003. Ha publicado sus poemas en diversas revistas literarias de España, Estados Unidos, Italia, Chile y Venezuela. Actualmente dirige la Revista Literaria Los Poetas del 5 y ha formado parte del Seminario de Reflexión Poética La Sebastiana desde 2004 hasta la fecha. Reside actualmente en Santiago de Chile. En preparación, el libro de poemas Viento estático. Felipe Moncada M. (Quellón, Chiloé, 1973). Poeta que realiza estudios de Física en la Universidad de Santiago. Reside en la ciudad de San Felipe desde 1999. Ha publicado los libros de poemas Irreal, 2004 y Carta de navegación, 2006. Actual director de la revista La piedra de la locura, San Felipe.

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El mapa no es el territorio

Enrique Morales G. (Viña del Mar, 1970) Poeta y traductor, Doctor© en Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte por la Universidad de Chile. Ha obtenido el Premio Juan Luis Martínez del Concurso de Arte y Poesía Joven de la Universidad de Valparaíso (2000). Sus poemas y traducciones han sido publicadas en varias revistas y muestras antológicas (Trilce, Pensar y Poetizar; Dos, Poetas en la ciudad). Asimismo ha organizado y participado en distintos programas radiales (Babelia, Entreacto, 2001-2002) y colaborado en diversos proyectos audiovisuales como en el video Memoria histórica de la Alameda en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile; producción a cargo de los artistas italianos Diego Mometti y David Boardman, guión de Pablo Cottet (2005) y en la instalación Sueños Rellenos en la Estación de Ferrocarriles de Valparaíso junto al fotógrafo Guillermo González (2000). Ha publicado el libro de poemas Adiós a Ilión, 1999 y se halla en preparación su segundo libro de poemas La novia que llora. Ejerce docencia en el Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Enoc Muñoz (Curepto, Séptima Región, 1970) Poeta y ensayista, Licenciado en Filosofía por la Universidad Católica de Valparaíso, Doctor© en Filosofía por la Universidad de Chile. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1995). Profesor del Instituto de Arte de la Universidad Católica de Valparaíso entre 1996 y1998. Ha publicado los libros de poemas Pájaros-Lágrimas, 1996; Llegar y laberinto, 1997 y El jardín del mirlo, 2003. Como ensayista ha publicado el libro Hacia un pensamiento del afuera: el pensamiento del joven Levinas, Ed Cuarto Propio, Santiago de Chile, 2001 Sergio Muñoz A. (Valparaíso, 1968) Poeta y profesor de música por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1994) y la Beca de

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Referencias Bio-bibliográficas

Creación del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (1999). Desde 1994 hasta la fecha ha sido monitor del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana y del Seminario de Reflexión Poética llevado acabo en el mismo lugar, en donde además ha realizado una intensa actividad de promotor cultural, organizando lecturas, encuentros y talleres. Ha publicado los libros de poemas Lengua Muerta, 1998; 27 poemas, lengua en blues, 2002; Lengua ósea, 2003, siendo recogida su obra, además en diversas revistas y recopilaciones como Libertad 250, Viña del Mar, 1996 y Metáforas de Chile, Ed LOM-Corporación Altamar, Stgo de Chile, 2000. Raimundo Nenén (Santiago, 1983) Poeta que ha vivido su infancia y adolescencia en Punta Arenas. Mientras cursaba 4to Medio publicó su primer libro de poemas La poesía ya no es poesía (Punta Arenas, 2001). El mismo año es invitado a participar del Encuentro Nacional de Poetas Jóvenes «En el Invierno en la Provincia, Homenaje a Rolando Cárdenas». Terminada la Enseñanza Media estudia Pedagogía en Castellano en la Universidad de Playa Ancha, Valparaíso. En 2002 participa del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana. En 2004 es invitado a participar de los encuentros «Poquita Fe», Encuentro Internacional de Poetas Jóvenes y «Patagonia Escrita», encuentro de escritores magallánicos. Durante su estadía en Valparaíso ha trabajado en dos poemarios aún inéditos. Y hoy por hoy se encuentra experimentando en el campo de la narrativa. Danny Núñez C. (Valparaíso, 1978) Poeta, Licenciado y Profesor de Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Participó del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana en 1996 y del Taller Literario de la Casa de la Juventud de Valparaíso en 1998. Entre 1999 y 2001 forma junto a otros poetas el colectivo Círculo de Tiza con el que participa en numerosas lecturas en pubs, bares y encuentros, publicando el folletín Vozetos. Es becado en 2001 por la Katholische Universität

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El mapa no es el territorio

Eichstät Ingolstadt de Alemania, donde permanece por dos semestres. Sus poemas han sido recogidos en diversas antologías como Zarpe de poetas porteños; 23 Escritores Jóvenes de Valparaíso, Poetas en la Quinta, Creación desde la Palabra, Señales en la Piedra y en revistas como Los poetas del cinco y Asdecopas. Participa desde el año 2004 del Seminario de Reflexión Poética en el centro cultural La Sebastiana. Mario Ortega (Sewell, Rancagua, 1975) Poeta, abogado por la Pontificia Universidad Católica de Santiago. Ha obtenido el segundo lugar en el concurso de poesía de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Santiago (1993) y el Premio Juegos Literarios Gabriel Mistral de la Municipalidad de Santiago (1994). En 2003 obtiene el premio Rafael Morales de la Universidad Carlos III de Madrid y logra un Accésit del Certamen Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Madrid. Ha obtenido asimismo la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1997). Ha publicado los libros de poemas Leyenda de la sangre, 1995 y Animal Roto, 2000 y sus poemas aparecen en diversas antologías y revistas nacionales y del extranjero. Radicado actualmente en Madrid, España. Marcela Parra M. (Temuco, 1981) Poeta y estudiante de Licenciatura en Artes en la Universidad Católica de Temuco. En el año 2004 se traslada a la Universidad de Playa Ancha donde continúa sus estudios. El mismo año participa en el Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana en Valparaíso, ciudad en la que actualmente reside. También en el año 2004 gana el primer lugar y la tercera mención honrosa en el concurso literario que realiza año tras año la Universidad de Playa Ancha. En el año 2005 obtiene la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda, Santiago. Participa además en el Seminario de Reflexión Poética que se realiza en La Sebastiana, Valparaíso. En preparación su libro Silabario de la mancha.

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Referencias Bio-bibliográficas

Marcelo Pellegrini M (Valparaíso, 1971) Poeta, ensayista y traductor, Doctor en Literatura por la Universidad de California, Berkeley. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1993). Mención honrosa del Premio Municipal de Literatura de Santiago (1998). Como poeta ha publicado Poemas, 1996; El árbol donde envejece la muerte, 1997; Ocasión de la ceniza, 2003 (libro que reúne íntegramente los textos precedentes como también numerosos poemas inéditos) y El sol entre dos islas, 2005. Como traductor una de sus últimas publicaciones es Figuras del original, Ed Beudedrais & Manulibris, Santiago de Chile, 2006 que reúne sus versiones de poetas en lengua inglesa y portuguesa y como ensayista Confróntese con la sospecha: ensayos críticos sobre poesía chilena de los 90 Ed Universitaria, Santiago de Chile, 2006. En la actualidad enseña literatura hispanoamericana en la Universidad de Wisconsin, EEUU. Jorge Polanco S. (Valparaíso, 1977) Poeta y ensayista, Licenciado en Filosofía por la Universidad de Valparaíso, magíster © en Filosofía con Mención en Pensamiento Contemporáneo por la misma casa de estudios. Ha obtenido la Beca de Creación que otorga el Consejo Nacional del Libro y la Lectura (2004). Ha publicado la monografía La zona muda, ed RIL, Stgo de Chile, 2004, acerca de la poesía de Enrique Lihn y el libro de poemas Las palabras callan, 2005. Primer lugar del Concurso Literario Balmaceda 1215 de Valparaíso (2004). Ejerce docencia en la Universidad de Viña del Mar y en la Universidad del Desarrollo, Santiago. Florencia Smiths (Santiago, 1976) Poeta, titulada de Pedagogía en Castellano y Licenciatura en Educación por la Universidad de Playa Ancha, Valparaíso. Ha desarrollado su poesía viviendo en los puertos de San Antonio y Valparaíso. Sus poemas ha sido publicados en diversas antologías como 21 poetas, Universidad de Playa Ancha (1998-1999); Creación desde la palabra, Universidad Técnica Federico Santa María (2000-2001);

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El mapa no es el territorio

Poemas en la cuenca del Maipo, Agrupación Vicente Huidobro (San Antonio 2000); Antología Poesía Joven, Universidad de Playa Ancha (2002). Ha participado, asimismo, en numerosas lecturas públicas entre las que destacan Carnavales Culturales de Valparaíso (2001), Encuentro Internacional de Poetas Chile-Poesía (2003) y Encuentro Internacional de poetas Poquita Fe (2004). En preparación, su libro El margen del cuerpo. Karen Toro E. (Valparaíso, 1980) Poeta, estudiante de Pedagogía en Castellano en la Universidad de Playa Ancha, Valparaíso. Ha participado en el Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana (2000) y en diversos encuentros y lecturas en Valparaíso, San Felipe y otras ciudades de la región. Poemas suyos aparecen en varias recopilaciones antológicas y en revistas como Trilce y Valpoesía. Ha publicado El silencio crece en el jardín Ed del Gobierno Regional de Valparaíso, 2002. Mariela Trujillo G (Viña del Mar,1985) Poeta y estudiante de arte en el Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso donde cursa cuarto año. Textos suyos aparecen en la Antología Balmaceda 1215, 2004 (género cuento); en la antología del concurso Poesía Joven UPLA Escribe con Neruda del mismo año; en Un mensaje a Gabriela y en Antología poética y otros textos del CCAA del Instituto de Arte PUCV, ambos de 2005. Actualmente se encuentra realizando traducciones para el artista visual francés Thierry Defert y participa del Seminario de Reflexión Poética del centro cultural La Sebastiana. Francisco Vergara (Viña del Mar, 1977). Poeta, Ingeniero Civil por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. En 2003 participó en el Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana de la Fundación Pablo Neruda. En 2004 es convocado a participar del Seminario de Reflexión Poética impartido en el mismo lugar. Los poemas pertenecen a su libro inédito Notas de extravío.

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INDICE GENERAL

Prólogo

7 I

Sergio Madrid (1967) Sergio Muñoz (1968) Enoc Muñoz (1970) Marcelo Pellegrini (1971) Cristián Cruz (1973) Felipe Hernández (1973) Ismael Gavilán (1973) Felipe Moncada (1973) Mario Ortega (1975) Eduardo Jeria (1977)

21 31 43 53 65 75 85 97 107 117 II

Enrique Morales (1970) Bruno Cuneo (1973) Pedro Godoy (1977) Jorge Polanco (1977) Claudio Gaete (1978) Karen Toro (1980) Raimundo Nenén (1983) Alberto Cecereu (1986)

129 139 147 159 169 179 187 197 III

Alejandro Cerda (1972) Gladys Mendía (1975) Florencia Smiths (1976)

207 215 223

Francisco Vergara (1977) Constanza Ceresa (1978) Danny Núñez (1978) Marcela Parra (1981) Rodrigo Arroyo (1981) Gonzalo Gálvez (1982) Daniela Giambruno (1984) Diego Alfaro (1984) Mariela Trujillo (1985)

233 243 251 259 269 279 287 295 305

Referencias Bio-bibliográficas

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EL MAPA NO ES EL TERRITORIO se terminó de imprimir en el mes de septiembre del año 2007 en Editorial FUGA, Valparaíso, Chile. En su composición se utilizaron papeles Murillo de 130 gramos en portadas y Bond ahuesado de 80 gramos para el cuerpo, con tipografías Times New Roman y Goudy Old Style.

colección

e-book fuga 2008

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