El estaba sentado con el computador en sus rodillas. Un día normal, poco a poco había dejado a costumbre de preguntarse que tal había estado el día, y todos los recuerdos de este, los olvidaba en las redes sociales. Ahora, entraba y veía un montón de imágenes,con la esperanza de que alguna de esas lucecitas se convirtiera en una esperanza real, que cualquiera de esas imágenes atractivas pariera un corazón que le escuchase, al que le permitiera contarle historias, conectarse. Pero esta vez la ciudad digital tenía todas las oportunidades cerradas, clausuradas, acaso por sus fotos a las que no consideraba atractivas, acaso por su imagen, o lo que quería que esta proyectase. Las barrancas de la internet estaban deshilachadas, como siempre , y lo mas duro del caso, lo que mas le carcomía el alma es que él sabía que estaba haciendo la cosa que mas lo deprimía en este mundo: dar vuelta en círculos, perder el tiempo. Esa vez, vio un anuncio en las redes, una propuesta, minimalismo digital, reducirlo todo a su mas mínima expresión, que quedara solo lo esencial. En un momento de lucidez, tomó la decisión. Cerró su computador y se quedó observando el techo, y escuchó el silencio.Al principio sintió la natural incomodidad de quien experimenta una vieja sensación olvidada. Temblaba la mente. Su cuerpo agotado …, La bendita nada empezó a apoderarse de su cabeza y a manera de regalo , imaginó una corriente submarina arrastrándose vertiginosamente por su cabeza. Fue feliz.