LA DESCENTE D’ORPHÉE AUX ENFERS EL DESCENSO DE ORFEO A LOS INFIERNOS ACTO 1 Dafne: Inventemos mil juegos distintos, para celebrar en este bosque la encantadora unión de dos perfectos esposos. Coro: Inventemos mil juegos distintos, para celebrar en este bosque la encantadora unión de dos perfectos esposos. Dafne: Que nuestras canciones atraviesen los aires y que nuestros pasos ligeros impriman su imagen sobre la hierba de esta alfombra verde. Coro: Que nuestras canciones atraviesen los aires y que nuestros pasos ligeros impriman su imagen sobre la hierba de esta alfombra verde. Enone y Arethuze: Arroyo, que en este bello lugar mantienes el verdor de una primavera eterna para conquistar a Eurídice y cortejarla, une a nuestro canto tu dulce murmullo. Y vosotros, pequeños pájaros, si queréis rendirle homenaje, acompañad con vuestro dulce gorjeo
el encantador ruido de las aguas. Eurídice: Compañeras fieles, yo veo bajo vuestros pasos morir el encanto de cien flores nuevas. ¡Ah! Proteged estos dones preciosos de los suspiros de Flora y de las lágrimas de Aurora. Cuidad su incipiente gracia, yo pretendo ofrecércela al héroe que espero. Acostémonos sobre la tierna hierba y mezclemos con esta violeta el rojo de la rosa y el blanco del jazmín. Haremos una corona que le colocaré con mis manos; su constancia es digna y el himeneo me lo ordena. Coro: Qué afortunado se verá este héroe tierno y fiel, qué afortunado se verá de verse coronado por una mano fiel. Dafne: Qué afortunado se verá este héroe tierno y fiel. Coro: Qué afortunado se verá este héroe tierno y fiel. Eurídice: ¡Ah! Enone: No se disfruta de los placeres sin dolores, querida amiga, y ni los más delicados pueden evitar
las puntas de las espinas cuando se juega con las flores. Eurídice: Sostenme, querida Enone, una serpiente me ha herido, no puedo más... caigo, presa del veneno... Orfeo: ¿Qué escuché? ¿Qué veo? Todos: ¡Oh, desgracia extrema! Orfeo: ¡Qué! ¡Pierdo a Eurídice! Eurídice: Orfeo, adiós , yo muero. Orfeo: ¡Ah! Pastores, es un hecho, Eurídice no está más, sus bellos ojos están cerrados y no volverán a abrirse jamás. Dioses despiadados, la dejáis morir. ¡Qué crueldad, qué injusticia! La infortunada recién entraba en su juventud y vosotros termináis su curso. Coro: ¡Ah! Ninfas/Pastores, es un hecho, Eurídice no está más, sus bellos ojos están cerrados y no volverán a abrirse jamás. Dioses despiadados, la dejáis morir. ¡Qué crueldad, qué injusticia! La infortunada recién entraba en su juventud... Orfeo: ... y vosotros termináis su curso.
--------------------------------------Orfeo: Amante vil, ¿podrías tú sobrevivir a la ninfa que te ha conquistado? No, no la has amado jamás si tardas en seguirla. ¡Muramos! Celoso destino que rompe tan bellos lazos, a pesar de ti, la tumba nos unirá a los dos. Apolo: No dirijas, hijo mío, esta espada contra ti mismo; es derramar mi sangre, si viertes la tuya. Siento tu dolor, tu tormento es el mío, sigue mis consejos, antes que a tu furia extrema. Orfeo: ¡Ay! Un desdichado que pierde todo lo que ama luego del temible golpe de un destino funesto, ¿no debe darse muerte? Apolo: Hijo mío, no pierdas la esperanza. Para tener nuevamente a tu ninfa, ve a implorar la ayuda del príncipe de las tinieblas que reina sobre los muertos. Hazle sentir la dulce violencia de estos acordes encantadores en los que entrené a tus manos desde la más tierna infancia. Tu canto endulzará a este tirano de los infiernos. Tan bárbaro como es, Orfeo: ¡Qué frívola esperanza es ilusionar a mi suplicio! No importa, probemos todo
para recuperar a Eurídice. Coro: Justa causa para las lágrimas, día desdichado, ¿son estas las dulzuras que los lazos de una santa unión prometían a estos jóvenes corazones? ACTO II Ixion, Tantale y Titye: Temibles tormentos, crueles torturas que en estos lugares sufrimos sin esperanza de socorro. Renacientes dolores, penas siempre nuevas, ¡ay!, ¿durarán por siempre? Escena 2 Orfeo: Cesad, cesad, notorios culpables, de llenar estos tristes lugares de gritos reiterados, los tormentos que soportáis no pueden compararse con los rigores del mío. Cesad, cesad, notorios culpables, de llenar estos tristes lugares de gritos reiterados. Ixion, Tantale y Titye: ¿Qué voz conmovedora, que dulce armonía detiene mi terrible tormento? . Tantale: Ni estas frutas ni estas aguas me tientan ya. Ixion: Qué alivio, mi rueda se detiene en este momento.
Titye: El hambre de mis crueles buitres parece saciada. Ixion, Tantale y Titye: Mortal, quienquiera que seas, si tu corazón es sensible a nuestro prolongado martirio, vuelve a unir el dulce son de tu lira con el tierno son de tu voz. Orfeo: No niego el socorro a vuestras lágrimas; feliz si estos tristes sones -tan poderosos sobre vuestros malestuvieran el mismo encanto para enternecer a Plutón, feliz si estos tiernos sones lo llevaran a terminar con la pena que yo siento. Coro: No hay nada en los infiernos que pueda resistirse a sus triunfales encantos. Juzga por las lágrimas que nos ves derramar, enternece nuestros bárbaros corazones. Ixion, Tantale y Titye: Calma nuestros ásperos dolores... Coro: Esto sólo puedes emprenderlo tú. Ixion, Tantale y Titye: ¡Qué atractivo tiene tu canto! Está lleno de dulzores. Coro: No hay nada en los infiernos que pueda resistirse a sus triunfales encantos.
yo comparto tus desventuras. Escena 3 Plutón: ¿Qué busca en mi palacio este temerario mortal? ¿Osa él perturbar el silencio eterno? ¿Ve lo que depara su proyecto criminal? ¿Conoce el peligro que corre irritándome? Orfeo: Yo no vengo aquí, monarca de los infiernos, a ejercer ninguna violencia en los lugares sometidos a tu poder, ni impulsado por el deseo de divulgar al universo que Orfeo ha encadenado a Cerbero. El único y querido objeto por el que mi corazón suspira, Eurídice... Frente a este nombre siento que me falta la voz, mi lira se enmudece bajo mis dedos, ya no puede expresar mi cruel martirio. Suspiros, ardientes suspiros, decidlo vosotros. Proserpina: Pobre amante, ¿qué corazón de roca no se dejaría conmover por los tiernos sones de tu lamento?
Coro: Da reposo a tus suspiros, cuenta tu desdicha sin temer, nosotros compartimos tus desventuras. Orfeo: Eurídice ya no está y mi fuego persiste. Esa flor naciente apenas vio la luz. ¡Ay! En su más bella primavera una serpiente ha terminado su triste destino, en el momento en que ella iba por un dulce himeneo a recompensar mi constante pasión. ¡Ah! Déjate conmover por mi profundo dolor, devuélveme, Dios de los infiernos, a esa belleza sin igual. El día me es odioso sin la ninfa que amo, devuélvele la vida o quítame la luz. Plutón: El destino es contrario a lo que tú deseas. Esposo desafortunado, termina con tus vanos lamentos, las sombras que dependen de mí no regresan jamás del imperio de los muertos.
Coro: Pobre amante, ¿qué corazón de roca no se dejaría conmover por los tiernos sones de tu lamento?
Proserpina: ¡Ah! Dado que antes de tiempo el rigor de la parca ha cortado el hilo de sus días, permite que ella reviva, oh, soberano monarca, y que siga su camino.
Proserpina: Da reposo a tus suspiros, cuenta tu desdicha sin temer,
Coro: Permite que ella reviva, oh, soberano monarca,
y que siga su camino. Orfeo: Tú no la perderás si me la devuelves, todo mortal está sometido a las leyes de la muerte, y mi querida Eurídice en vano se resistirá, tarde o temprano regresará aquí abajo. ¡Ah! Déjate conmover por mi profundo dolor, devuélveme, Dios de los infiernos, a esa belleza sin igual. El día me es odioso sin la ninfa que amo, devuélvele la vida o quítame la luz. Plutón: ¿Qué encanto irresistible me incita a la ternura y me hace lamentar su tormento? Plutón, ¿tendrías la debilidad de dejarte conmover por los lamentos de un amante? Proserpina: Ánimo, Orfeo, despliega aquí los mayores encantos de tus melodiosos sones, el más inflexible de los dioses apenas retiene sus lágrimas. . Coro: Ánimo, Orfeo, despliega aquí los mayores encantos de tus melodiosos sones, el más inflexible de los dioses apenas retiene sus lágrimas. Orfeo: Acuérdate del robo que cometiste a Ceres, recuerda que el Amor, en los ojos llenos de seducción de tu excepcional esposa,
eligió el más bello de sus atractivos, cuyo golpe supo atravesar tu impenetrable corazón. Es por ese afortunado golpe que tu corazón fue herido, es por sus encantadores ojos que la flecha fue lanzada, y que el fiel Orfeo a tus pies te conjura aplacar el exceso de penas que lo atormentan, ¿no tienen más el encanto que te conquistó? ¡Ah! Déjate conmover por mi profundo dolor, devuélveme, Dios de los infiernos, a esa belleza sin igual. El día me es odioso sin la ninfa que amo, devuélvele la vida o quítame la luz. Plutón: Yo cedo, me rindo, amable Proserpina, conjurado por tus ojos mi crueldad desaparece. Ves lo que puede sobre mi corazón tu belleza divina. Regresa a la claridad del día, Orfeo enamorado y fiel, yo sacaré de las manos de la cruel parca al objeto de tu amor. Sal triunfante del imperio de las sombras, Eurídice seguirá tus pasos. Pero no te vuelvas para mirarla hasta que hayas abandonado estos sitios sombríos, o la tomaré para una segunda muerte. Orfeo: Amor, ardiente Amor, ¿podrás contenerte? ¡Ah! El débil Orfeo
teme de sí mismo. Escena 4 Coro: Tú partes, pues, Orfeo. ¡Ah! Vanos lamentos. Ixion, Tantale y Titye: Alivio efímero... Coro: ... placeres fugaces. ¡Ay! Has desaparecido como los sueños más felices. Quédate siempre con nosotros, encantadora imagen de esta voz conmovedora que nos transporta, que nos encanta. Ixion, Tantale y Titye: Mientras guardemos un recuerdo tan dulce, la felicidad de los infiernos pondrá celoso al cielo.