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“Desde una perspectiva histórica, la característica esencial del orden social capitalista actual se encuentra en la crisis”, comienza diciendo la primera tesis preparatoria del congreso fundacional del Partido de las Farc – Ep, en el documento intitulado: “Por un Partido para construir la paz y la perspectiva democrático – popular”.
Resulta acertado la caracterización del sistema capitalista en estos términos por cuanto identifica su realidad histórica y a su vez, proyecta la estructuración paulatina de un sistema distinto a este y que bien hay que caracterizarlo de Socialista. Eso implica entender que el Socialismo sale de las entrañas del Capitalismo, una vez sean destruidas las relaciones propias de este sistema inhumano, salvaje y criminal, por cuanto su fundamento esencial es la explotación del hombre por el hombre en todas sus formas y manifestaciones, como lo sostenía el comandante Fidel Castro Ruz. Carlos Marx, el gran filósofo y el gran economista, pudo encontrar la piedra angular de la explotación del capitalismo: La plusvalía. Halló en la relación dialéctica capital – trabajo, la contradicción fundamental que determina la existencia de clases sociales antagónicas. Desde la perspectiva ética, pudo demostrar que el sistema capitalista es contrario a la antropología humana. Este sistema se inspira en el individualismo, en el egoísmo, todo lo permeado lo convierte en mercancía, la cual está al alcance solo del que tiene dinero. Mientras que la antropología humana señala que el ser humano es un ser social, tiene su razón de ser en función comunitaria. “Es un animal sociable por naturaleza”, diría Aristóteles. En esa dinámica, el Socialismo reivindica la condición antropológica del ser humano, es decir, su condición sociable, comunitaria. Por eso, el tránsito del capitalismo al socialismo resulta inexorable, inevitable. Sin embargo, el proceso no se hará por inercia. Será fruto del esfuerzo colectivo del Proletariado, debidamente organizado, politizado y en movimiento, en acción. Resultaría craso error sentarnos cómodamente a esperar ver pasar el cadáver del capitalismo, so pretexto de que la caída de éste es inevitable. Dentro del proletariado ocupa escenario de primera línea el Comunista, porque se supone que es el que tiene más clara la dinámica del capitalismo y la perspectiva de socialismo. Entiende dialéctica y creativamente el método marxista – leninista y está dispuesto a contribuir al desarrollo de las condiciones objetivas y subjetivas para tan singular tránsito. Está dispuesto a dar su vida por la causa noble de los pueblos. ¿Cómo debería ser el Comunista en el siglo XXI? Debería ser como los fundadores del comunismo científico en la realidad concreta del momento histórico que estamos viviendo. No perder una sola categoría marxista con el cuento que hay que estar a tono con la modernidad.
Hay muchos que temen ser calificados de “dinosaurios” y no dudan en admitir categorías propias del capitalismo. En vez de decirse imperialismo, como lo caracterizó Lenin, se habla de capitalismo altamente transnacionalizado. El Comunista no puede perder su capacidad de asombro. No puede decir una cosa y hacer otra bien diferente. Debe ser consecuente entre lo que dice y lo que hace. Es decir, Teoría – Práctica, permanentemente. Causa horror cuando se escucha decir expresiones como estas: “Todo me lo sé”, “Que cambien los demás, yo soy así y nadie me cambiará”. Comunista que no admita que todos los días se está haciendo realmente no es comunista, es un “comunistoide” o sencillamente un charlatán de pacotilla. Debe tener también ética y esperanza. El respeto hacia los demás debe ser ejemplar del Comunista, respetando la forma de pensar del otro, no imponiendo sino convenciendo con la fuerza formidable del argumento que da la ciencia y el marxismo – leninismo. Nada de oportunismo, nada de pretender quedarse con los bienes de sus hermanos de clase, nada de hacerle concesiones al enemigo de clase, nade aparentar lo que realmente no se siente. Es admirable – por ejemplo – la postura del movimiento guerrillero en proceso de dejación de armas en Colombia. No hay en él lamentación por el incumplimiento del gobierno nacional, hay propuestas, hay iniciativas, hay hechos reales de querer decirle adiós a las armas, para continuar la lucha por otras vías como la política. Ahí se refleja la esperanza, pero también la convicción en unos ideales claros, precisos y concretos. El comunista debe tener valor, espíritu crítico, autocrítico, sentido orgánico. Todos esas características debe tener el comunista para poder enfrentar semejante monstruo enemigo de clase. Por último, el comunista debe asumir que no es poseedor de la verdad absoluta, porque ésta propiamente no existe más que en la imaginación. Debe propiciar la unidad, pero más en el terreno práctico que en la simple declaración. Definitivamente, no es fácil ser Comunista. Sin embargo, hay que persistir ampliando las fronteras sin perder la identidad comunista que con tanto heroísmo mostraron enhiestas figuras a nivel orbital. A manera de ejemplo: Carlos Marx, V.I. Lenin, Federico Engels, Fidel Castro Ruz, Raúl Castro Ruz, Manuel Marulanda Vélez, Demetrio Aldana, etc.