El Burro y el Perro Faldero Un granjero tenía un perrito que lo acompañaba a todas partes y un burro que por las noches descansaba en un establo muy acogedor. Aunque el burro siempre tenía heno fresco y abundante en su pesebre, se sentía muy descontento con su amo. “Trabajo como un esclavo todo el santo día”, se quejaba. “Tiro del carro, arrastro troncos y doy vueltas a la noria, pero todas las tardes me dejan a solas en el establo como si fuese un apestado, mientras que el perrito descansa sobre las piernas del amo y come siempre de su mismo plato”. Para conseguir disfrutar de la misma vida placentera que el perro, el burro decidió que lo mejor sería comportarse como él. Y aquella misma noche salió con sigilo del establo y entro en la casa, donde el granjero se encontraba cenando. “Primero daré unos brincos”, se dijo el burro, “y moveré el rabo como lo hace el perro”. De modo que se puso a saltar por toda la habitación, dando unas coces tan fuertes que la mesa salió volando por los aires y los platos se estrellaron contra las paredes. “ ¡ Ahora me sentare encima del amo ! “, pensó el burro, y se echó con sus toscas pezuñas en brazos del amo. -¡Largo de aquí, mala bestia!- grito el hombre, aterrorizado-.¡Socorro, socorro, el burro se ha vuelto loco! Al oír los gritos, los vecinos del granjero acudieron en su ayuda armados con gruesas estacas. -¡Venga, sal de ahí!- le decían el burro, asestándole un golpe tras otro. Al final consiguieron sacar al burro de la casa y devolverlo al establo. Una vez allí, el animal se tumbó sobre la paja con el cuerpo molido a palos y se dijo para sí: “Me parece que como burro no lo hago mal, pero como perro faldero tengo un negro futuro.
MORALEJA Si pretendes ser feliz Haz lo que se te dé bien Y deja para los otros Lo que no sepas hacer.