El Arte De Resumir

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  • June 2020
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El arte de resumir por Iván Viñas Arrambide

Escribir es resumir. Sí, hasta yo me incomodo ante la afirmación. ¿Cómo puede ser eso? Escribir es un acto mucho más profundo que éste. Sobre la escritura se pueden hacer grandes disertaciones técnicas o decir por ejemplo que es un acto de magia, un rito sagrado que nos acerca a los dioses de nuestros ancestros; decir que escribir es resumir parece un poco juvenil y engreído, una de esas generalizaciones simplistas que intentan decirlo todo de una vez. Pero déjenme explicarles, espero que para el final de este texto haya conseguido resumir mis ideas y no quede como un bobo con buenas intenciones. Entendemos resumir como reducir a términos breves lo esencial o importante de algo para que sea comprendido. También a transformar o a convertir alguna cosa en otra para entenderla. Esto es básicamente lo que hacemos al escribir. Tenemos algún concepto, idea o alguna historia que contar, y utilizando el lenguaje los transformamos para hacernos entender. Pongamos como ejemplo este texto. Después reflexionar, yo resolví la idea de que escribir es resumir, en mi cabeza aparecieron toda clase de asociaciones referentes a este tema, no siempre de manera ordenada, –¡qué gran idea!– pensé. Muchas personas tienen la noción equivocada de que escribir es tener buenas ideas, o encontrar buenas historias. Sin embargo éste es sólo el comienzo. El verdadero arte de escribir es como todas las artes: técnica, en este caso la técnica de resumir. Utilizando el lenguaje como herramienta, me doy a la tarea de construir un discurso ordenado, seleccionando cuidadosamente los puntos que voy a tocar, los argumentos que apoyen mi texto y eliminando todo lo que no contribuya a entregar mi mensaje. El problema de resumir es el verdadero problema al escribir, es con el que los jóvenes escritores luchan más. ¿Cómo transformo lo que hay en mi cabeza a la página? Uno acaba de terminar su obra, algo que pensaba iba a ser el texto más maravilloso del

siglo, y entonces se encuentra con que el texto escrito, no se parece nada al que habíamos imaginado. La idea era maravillosa, habíamos descubierto el hilo negro de la literatura, ¿por qué en el momento en que lo trasladamos al papel perdió toda su grandeza? El problema estuvo en que no supimos resumir. Sabemos exactamente lo que queremos decir, no necesitamos palabras para explicárnoslo. Por eso a la hora de llevarlo al texto, si no tenemos la técnica para resumirlo nos quedamos con una buena idea. Imaginemos, como lo han hecho una enorme cantidad de escritores jóvenes, que se nos acaba de ocurrir la gran novela del siglo, o la novela que defina a nuestra generación. Tenemos la historia más o menos dibujada y sabemos el mensaje que queremos transmitir. Sólo que escribir no es tan fácil como tomar dictado. No basta con escucharnos, debemos ser capaces de convertir las ideas, pensamientos y los conceptos en lenguaje, éste lenguaje debe estar perfectamente seleccionado para que exprese lo que queremos decir, y como queremos decirlo. Por eso es muy fácil imaginar la gran novela del siglo, pero escribirla es lo verdaderamente complicado. Al escribir una historia escogemos los pedazos que vamos a contar de ella, las escenas que representen a nuestros personajes o que hagan avanzar la acción. Tomamos momentos que juntos signifiquen algo, porque si contáramos la historia completa, si contáramos la vida tal cual es, minuto a minuto, el mensaje se perdería. Incluso cuando pretendemos hacer una historia realista, cuando intentamos demostrar que la vida está llena de momentos de todo tipo, o mostrar personajes complejos y contradictorios, escogemos escenas que demuestren nuestro punto de vista. Todo en el arte de escribir se trata de tomar decisiones, y cuando tomamos decisiones, estamos resumiendo. Escogemos lo importante, contra lo que no contribuye a nuestro objetivo. Resumir no es necesariamente reducir, aunque en la mayoría de los casos aplique. Pero realmente al resumir transformamos: de más a menos, de imágenes a palabras, de ideas a lenguaje, etc. Lo importante es que no se trata simplemente de hacer las cosas

más cortas. Hay novelas larguísimas de las que tal vez no podríamos quitar ni una palabra. Hablemos de poesía, para ayudarnos a ilustrar esto, y de un antiguo género: El haikú. El haikú es una forma de poesía japonesa, tradicionalmente cuenta de tres versos que suman diecisiete sílabas y pretende capturar el instante. Es, digamos, como una estampa en palabras. Podríamos decir fácilmente que el haikú pretende resumir un instante en diecisiete sílabas, ¿pero qué es más corto, el instante capturado, o el poema? El haikú no describe, si intentáramos registrar todo lo que sucede en un instante, podríamos llenar, tal vez, un libro con imágenes y sensaciones. Sin embargo, el haikú se vale sólo de unas cuantas palabras. Aún así ¿cuánto dura el instante? probablemente menos de lo que tardamos en enunciar el poema. Lo mismo sucedería si el poema fuera de trescientas páginas o de un par de palabras. La poesía resume sentimientos o ideas y para hacerlo se vale de imágenes poéticas, o recursos retóricos. No es importante la extensión del poema, a menos que ésta sea parte de nuestro mensaje, lo importante es seleccionar las palabras y las imágenes que expliquen nuestro mensaje. Siempre que escribimos, estamos resumiendo de una manera u otra, sin embargo, esto se aplica también a todos los que cuentan historias, desde los que escriben letras de canciones, hasta los que hacen cine y el cine resulta también un gran ejemplo debido a su extensión. ¿Cuántas veces no nos ha pasado que tras ver una película decimos?: “Se pudo haber acabado antes” o “hay muchas partes que están de sobra”. Muchas veces por enamorarnos de alguna escena, de algún personaje o de alguna palabra, nos evitamos editar algo que contradice a la historia o al texto y traicionamos nuestro propio mensaje. Neil Gaiman, un escritor inglés contemporáneo, escribió en una de sus novelas gráficas: “Todas la historias de Bettie tienen finales felices. Eso es porque sabe donde terminar. Ella se ha dado cuenta del problema con las historias––si las mantienes el tiempo suficiente todas terminan en muerte.” El arte de escribir se basa en saber que decir y que no decir para poder entregar el mensaje.

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