Revista trimestral - Año I Nº 2 - Distribución gratuita
e r b m o h o m o c Hablar r e j u m o m o c y te n eme t n e u c e s n Co f ú tbol
Entrevista a Micaela Chirif A
prop ó sito del
entrevista a
APEC:
Carlos Aquino
[email protected] Efecto Rashomon Revista cultural año 1 - n° 2 - diciembre de 2008 Lima - Perú Esta es una publicación auspiciada por el Centro Federado de Estudios Generales Letras de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Edición y corrección: Javier Pizarro Romero Consejo editorial: Javier Pizarro Romero Elena Ekaterina Chávez Goycochea Krishna David Castillo Thorne Fotógrafos de la revista: Danny Joe Salas García Raúl Antonio Oliva Muñoz
Colaboración fotográfica adicional: Enrique Mosqueira Renato Constantino Verónica Calderón Luis Solano Javier Pizarro Colaboraciones especiales: Sandra Ballón Avilés Giuliana Delgado Palacios Diseño y diagramación: Rosa Alfaro Infante
[email protected] Carátula: León chino en Lima, concepto de Danny Salas a partir de Plaza San Martín, fotografía de Elena Chávez, con el diseño de Rosa Alfaro. Contracarátula: Cristo Che, de Enrique Mosqueira
Esta es una publicación auspiciada por el Centro Federado de Estudios Generales Letras de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Av. Universitaria 1801, San Miguel, Oficina del Centro Federado de EE.GG.LL. Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2008 – 12713 Impreso en los talleres gráficos de la imprenta “Tania y Pamela” Jr. Camaná 1123, int. 2090, Cercado de Lima Tiraje: 500 ejemplares Lima, diciembre de 2008 Queda prohibida la reproducción total o parcial de los artículos de esta revista sin permiso del editor y los autores. El contenido de cada artículo es de responsabilidad exclusiva de su autor o autores y no compromete la opinión de la revista o del editor. Esta revista se distribuye gratuitamente. Prohibida su venta.
Contenido
Editorial
La pieza incorrecta: Consecuentemente fútbol (pág. 4)
El contradictorio papel de los medios en la crisis del fútbol nacional
Hablar como hombre y como mujer: La performance del género a través del lenguaje (pág. 5) La construcción de la identidad desde una perspectiva sociolingüística
Colaboración especial: La crisis mundial y el APEC (pág. 8)
Entrevista a Carlos Aquino, especialista en Economía asiática
Cuentos: 06:23 (pág. 11) Pendientes de óscar (pág. 12) Natalia (pág. 13) La leyenda de Tocllacuri y Ajgallaskka (pág. 15) Psicografía: Sobre cualquier cielo (pág. 16) Entrevista a Micaela Chirif
Sección poesía: Anacrónico (pág. 18) Celular (pág. 18) Teorema cosmológico (pág. 19) Eco anterior al sonido / Un elefante de piedra (pág. 19) Mi guitarra quiere matar a tu madre: resplandor / boris (pág. 20) Un par de reseñas de bandas que vale la pena escuchar
Música: Reseña de mucho (2008), Babasónicos (pág. 22) Calamaro (pág. 22) Mundo blog: ¿Reductio ad absurdum? (pág. 23)
Un texto poco convencional hallado en un rincón perdido de la web
Parece imposible de creer, pero volvimos a salirnos con la nuestra: salió el segundo número de Efecto Rashomon. Son considerables los cambios que hemos puesto en marcha a partir de esta edición; el más notable es que hemos aumentado cuatro páginas a las veinte que ya teníamos (contando carátulas y retiras), lo que nos ha dado espacio para poder incluir más textos, más voces, más de lo que queremos decir. En esta edición, recibimos una colaboración muy especial a propósito del APEC, una entrevista al economista Carlos Aquino realizada por Eddy Chiriboga, alumno de Plan Adulto; lo anecdótico es que finalmente, fruto de una conversación con Danny Salas, decidimos dedicarle también la portada de la revista al suceso, aunque no tan en serio. Pero eso es solo el inicio: Renato Constantino habla de fútbol en esta edición, un tema muy oportuno si se toma en cuenta los últimos remezones, y Ernesto Cuba aparece con un contundente artículo sobre lingüística y género. La entrevista a Micaela Chirif es también uno de los textos más interesantes y deliciosos de esta edición, además de los poemas que nos ha cedido generosamente. Noelia Chávez, María Florencia Guzmán, Esteban Poole y Enrique Mosqueira componen la variada sección de poesía, que siempre cuenta con considerables aspirantes. No quedan de lado los cuatro cuentos, diferentes entre sí, que seleccionamos a partir de una larga (realmente larga) lista de candidatos, incluso más larga que la de los poemas. En música, Camilo Uriarte nos habla de dos bandas geográficamente distantes, pero interesantes, así como Oscar García y Roy Palomino nos cuentan sus experiencias con lo último de Babasónicos y Andrés Calamaro. Por último, Diego Rodríguez irrumpe con un texto sacado de su blog, alejado de cualquier pretensión de seriedad, con salidas lúdicas que recuerdan a Los mutantes, la novela de Mariano Vargas reseñada en la edición anterior. No tengo más que palabras de agradecimiento para la Mesa actual del Centro Federado de Estudios Generales Letras, cuya gestión acaba este ciclo. Este hecho, felizmente, no significa el fin de la revista, sino el comienzo de su rumbo como proyecto independiente: estamos formando poco a poco un equipo comprometido con Efecto Rashomon, que siempre será una revista gratuita, a partir de ahora con el apoyo de auspiciadores. No me queda más que insistir en que participen con sus textos, sus fotos y sus dibujos. Las propuestas son bienvenidas en este espacio que queremos cada vez más plural. Finalmente, es necesario dar las gracias a las personas interesadas en publicar en la revista, la segunda convocatoria casi triplicó la primera. Esperamos que el espíritu no decaiga.
Luis Solano
El editor
La Pieza
Incorrecta Consecuentemente fútbol
Renato Constantino
«¡No hables lisuras, carajo!», tengo grabada esta frase en la cabeza. La he oído en distintos lugares y a distintas personas, es como si no se dieran cuenta del oxímoron que forman con ella. Siendo honestos, no es algo peculiar en la vida diaria: la inconsecuencia, la diferencia entre lo que decimos y lo que hacemos, es parte, al parecer, de nuestro accionar cotidiano. De hecho, no es una práctica restringida a la esfera privada, sino que la hemos llevado a distintos aspectos de la actividad pública. Desde la memorable frase de Alan García («en política no hay que ser ingenuos»), hemos aprendido que no podemos esperar la verdad de nadie. Y no solo eso, hemos aprendido que la consecuencia es un valor poco probable y poco apreciable. La misma frase de García es reveladora: quien espera consecuencia y coherencia es un ingenuo. Y aunque es la prensa quien denuncia estos hechos, es muchas veces ella la que cae en inconsecuencias e incoherencias. Podría extenderme mucho en el «caso del Petrogate» y analizar si es ético o no el utilizar los audios (o el no utilizarlos argumentando que
se busca desestabilizar al régimen y que una mano negra los maneja), pero prefiero abordar un tema que siempre me ha llamado la atención: el fútbol. Hoy por hoy se manejan dos temas en el fútbol que muestran cuán lejos puede llegar la inconsecuencia en nuestro imaginario. El primero tiene que ver con la juerga en el hotel Los Inkas. Ante esa coyuntura, la dirigencia decidió sancionar a varios jugadores que militaban en el extranjero, mientras que el técnico Del Solar resolvió no convocar a otro buen número de jugadores de la liga peruana que él consideraba que también habían incurrido en faltas, aunque no hubieran sido sancionados por la dirigencia. La prensa celebró el hecho con grandes titulares que condenaban a la ignominia a aquellos ya «traidores», aquellos que ya eran culpables de todo, esos que no tenían amor por la camiseta ni por el Perú, que venían a juerguearse y a «cuidar sus piernas». En fin, harta palabrería para mostrar cómo cada uno era peor que el anterior. Pero esa actitud solo duró hasta que el equipo peruano ganó uno que otro partido
amistoso. Ante la inminencia del partido con Argentina y el temor a la posible derrota humillante, comenzaron a cuchichear las voces que exigían la vuelta de los señalados como «juergueros». Cuando Chemo del Solar se negó a esa posibilidad, comenzaron las críticas. Era increíble. Solo en este país se puede criticar a alguien por ser consecuente con lo que había dicho (cuando incluso había sido aplaudido). Ahora leemos con tristeza y resignación cómo Mendoza y Pizarro se cansan de hacer goles y nos preguntamos si debemos convocarlos de nuevo. Pensamos que es válido renunciar a nuestro acertado accionar por una mera cuestión de costos y beneficios. Y es que la inconsecuencia parte desde allí, desde que cambiamos la lógica de una moral por la lógica del mercado. Ya la selección nacional dejó de tener algún sentido de representación nacional para convertirse en la mera subsidiaria de una gran empresa que dice representar al deporte: la FIFA. Hablar de la FIFA lleva al siguiente tema: la posible desafiliación del Perú. ¿Qué es significa esto? Significa que la FIFA elimine a toda selec-
ción y equipo peruano de cualquier competencia oficial. ¿La razón? Una supuesta injerencia gubernamental en la Federación Peruana de Fútbol. Esto se debe a que las leyes peruanas no reconocen a Manuel Burga como presidente de la FPF, pues pesa sobre él una sanción del Consejo Superior de Justicia del Instituto Peruano del Deporte. Esto origina que la FPF no sea reconocida por Registros Públicos y no tenga posibilidad de usar cualquier clase de recurso económico. Y tampoco, por tanto, puede organizar el Campeonato Sudamericano Sub-20. Es una organización inútil y el IPD ha decidido no cederle las canchas. Se puede ganar esta larga batalla contra Manuel Burga; sin embargo, nadie quiere ponerle el cascabel al
gato porque la desafiliación implica un costo alto: podría darse una sanción indefinida, perder la posibilidad de clasificar a torneos internacionales y demás. Es una tarea que nadie quiere tomar. La moral está por debajo de los objetivos económicos de nuevo; debajo de ser consecuente, digno y apostar por una nueva estructura del fútbol peruano. Todos quieren, pero nadie se atreve. De Manuel Burga Seoane no hay mucho que agregar. Solo algo que nadie sabe: aunque él se queja de la supuesta intervención del Estado, él trabaja en el Consejo Directivo de la Sunass como representante del MEF. Para que vean que el apellido aprista aun pesa1.
La inconsecuencia se presenta como ese arte de denunciar algo y hacer lo otro. Se presenta como la manera de vivir deshonrando los compromisos. Y no solo de eso, sino de apañarlo, esperarlo y alentarlo. Ser consecuente en nuestro país parece ser cada vez más una aventura destemplada, pero aún estamos a tiempo de intentarlo.
1
SURBER DEVOTO, Conrado. «¿Dónde está la intervención?» en El Comercio. 04/11/2008.
Lingüística
Hablar como hombre y como mujer: La performance del género a través del lenguaje
Ernesto Cuba García «This is the voice I want to use», repite el video de prácticas de vocalización. La mujer de la pantalla mete dos dedos en su boca y comienza los ejercicios. Bree mira atenta y empieza. Su voz, distinta a la de la mujer del televisor, es más grave, casi robótica. A los pocos segundos cae en la cuenta de que está perdiendo el tiempo. Para la transexual Bree esa voz, la del video, es la voz que quiere tener; pero también una de las pocas facetas de la feminidad estereotípica que no ha llegado a conquistar aún. Esta escena de Transamerica (2005) sirve para ejemplificar lo que en sociolingüística se señala como el modelo performativo del género, el cual es el tema de este texto. Primero definiré los conceptos de género y performance usados en este
tipo de estudios y luego presentaré un ejemplo de este aparato teórico aplicado a un intercambio verbal particular.
La pregunta sobre lo que significa ser hombre o mujer puede sonar ociosa para muchos. Pero son casos paradójicos como los de los hombres que se «convierten» en mujeres (como en el caso de Bree) los que nos hacen reflexionar con espíritu crítico sobre lo que significa ser catalogado de hombre o mujer. Por ejemplo, si tenemos a una persona que luce como mujer, viste como mujer, actúa como mujer y «habla» como mujer, ¿podemos decir que estamos frente a una mujer?
Demos un rostro humano a nuestro ejemplo. En 1967, el sociólogo norteamericano Harold Garfinkel hizo un estudio sobre la transexual Agnès para una clínica sobre la transexualidad. Agnès, que deseaba someterse a una cirugía de cambio de sexo, desempeñaba su vida de tal manera que el mismo Garfinkel llegó a considerarla una mujer «normal». [Agnès es] una mujer guapa de medidas impresionantes, de piel femenina, completamente imberbe, con maquillaje discreto, cintura fina, de pies un poco grandes y voz dulce femenina aunque grave (Coulon, 1988: 47).
Esta impresión no es gratuita. El personaje en cuestión producía su identidad de mujer como una práctica continua. Controlaba cada una de sus actitudes y gestos «al comer,
al ir a la playa o al disimular su anatomía delante de la amiga con quien comparte piso» (Coulon: 48). Esto demuestra, a los ojos del investigador, lo que Simone de Beauvoir señalaba: «la mujer no nace, se hace». Llegar a este nivel de «imitación» implica algo ciertamente importante, pero muchas veces ignorado. Se trata del hecho de que nuestra personalidad es siempre una personalidad «para otros». No vivimos aislados, sino que interactuamos constantemente (piénsese en Agnès y en Bree como personas que también deben salir de compras, trabajar a diario y tomar sus vacaciones). Este «dar cuenta a otros»1 es una «declaración constantemente renovada, mientras que normalmente se vive como algo natural porque es rutinario» (Coulon: 48). Es decir, «declaramos constantemente» a los demás reglas sociales que hemos llegado a considerar naturales. Piénsese, por ejemplo, en nuestra forma de vestir, nuestras preferencias por algún color, la manera en que exteriorizamos nuestras
emociones y, claro está, nuestra forma de hablar. Todas son costumbres repetidas tantas veces que hemos llegado a naturalizarlas y considerarlas propias de nuestra «esencia» de hombre o de mujer. Sin embargo, la esencia varía entre un grupo humano y otro. Esto delata su carácter cultural y artificial. Así como los actores de teatro tienen un desempeño frente a un público (o performance) basado en un guión previamente aprendido, así también todos nosotros llevamos a cabo una «performance social» basada en un guión del que no somos conscientes. Un guión tácito, que debemos afinar día a día y que nos dice cómo interactuar con los otros (Goffman, 1981). Regresemos a los casos de Bree y Agnès: ellas logran su cometido de llegar a ser mujeres cuando son consideradas por los demás como mujeres; sin embargo, su anatomía las delata. Es en este punto en que vemos la importancia de hacer la distinción entre los conceptos de
sexo y género. El primero es la base anatómica y hormonal, hasta cierto punto determinante, de cada ser humano; el segundo término hace referencia a los roles sociales que son asignados a cada persona con respecto al campo de la sexualidad de acuerdo con cada cultura. En los casos anteriormente citados, vemos cómo se ha «performado» un género femenino en un cuerpo de sexo masculino. La teórica feminista y principal defensora de la visión performativa del género, Judith Butler, menciona que el género es el mecanismo a través del cual se producen y se naturalizan las nociones de lo masculino y lo femenino, pero el género bien podría ser el aparato a través del cual dichos términos se reconstruyen y se desnaturalizan. (Butler, 2006: 7071)
¿Podemos decir que Bree y Agnès han «desnaturalizado» el género masculino? Opino que no. Parece ser, por el contrario, el seguimiento de estas personas del ideal de feminidad hegemónico. Es, pues, un trueque genérico y eventualmente sexual (completamente legítimo, por supuesto) hacia una visión idealizada de la mujer y no la construcción de un espacio identitario nuevo. A este respecto, es necesario presentar un ejemplo adecuado donde pueda aplicarse todo este aparato teórico, alguna demostración sobre el carácter cultural y artificioso del género y su ruptura con el determinismo biológico. En nuestro en caso en particular, veremos cómo la sociolingüística puede dar algunas luces. Hace unos años, la sociolingüista Deborah Cameron analizó las estrategias verbales por medio de las cuales un grupo de hombres jóvenes «construyen» su identidad genérica (Cameron, 1997). El audio que sirvió de material de análisis fue grabado en una reunión en la casa de uno de ellos con ocasión de ver un partido por televisión. El grupo discutía tópicos variados, entre ellos los
deportes, las chicas y los diferentes tipos de vino. Sin embargo, Cameron notó que en algunos momentos ellos hablaron sobre los chicos que consideraban afeminados u homosexuales debido a su aspecto físico. A continuación, un extracto.
Cameron2 catalogó a este tipo de intercambio dialógico como «raje» o «contar chismes sobre otros»3 . Ella señala que la razón de expresarse de tal forma sobre estas personas era para reafirmar y definir su identidad genérica heterosexual en contraste con la aparente y peligrosa identidad genérica homosexual de los hombres sobre los que hablaban. ¿Qué es lo particular sobre el hecho de que los hombres heterosexuales expresen un discurso homofóbico? Ciertamente nada nuevo; sin embargo, si nos detenemos un instante, vemos que estos hombres dejan de hablar cómo los hombres heterosexuales estereotípicos y utilizan estrategias discursivas asignadas culturalmente a las mujeres. La investigadora señala que el «contar chismes» o «rajar»4 es culturalmente definido como femenino para el grupo en cuestión. Se espera, por lo tanto, que el grupo evite rajar, pero no sucede así. ¿Por qué? La explicación de Cameron señala que bajo estas circunstancias [la posibilidad de ser confundido como homosexual] quizás se vuelva aceptable romper una regla de género («los hombres no rajan, rajar es de chicas») para afirmar lo que en ese contexto es una regla más importante («los hombres dentro de un grupo conformado solo por hombres deben presentar su heterosexualidad sin ambigüedad alguna») (Cameron, 1997: 61).
Por otra parte, es interesante señalar que en la grabación también se habló de otro tipo de hombres: los jugadores del partido de la televisión. Sin embargo, al hablar de ellos el grupo se identificaba con ellos, en vez de identificarse en oposición
a ellos (Cameron: 61). Asimismo, la sociolingüista señala que es casi irónico que los únicos hombres sobre los que pueden hablar de forma casi íntima, sin poner en duda su heterosexualidad, sean los hombres gay. Imagínese el caso de un par de hombres heterosexuales hablando del cuerpo o la forma de vestir de sus jugadores de fútbol favoritos: las suspicacias alrededor de su identidad genérica podrían surgir casi inmediatamente. ¿Qué es lo que el trabajo de Cameron nos demuestra? ¿Tenemos a hombres que hablan como mujeres? ¿Estos chicos han traspasado la clara brecha entre lo que significa actuar como hombre y actuar como mujer? Cameron, basada en una apuesta performativa del género, menciona que no se trata de eso, sino que estamos frente a una desnaturalización casi inconsciente del género masculino. En sus propias palabras, los hombres y las mujeres no viven en planetas distintos, sino que son miembros de culturas en donde un gran cúmulo de discursos sobre el género está constantemente circulando. Ellos no solo aprenden e inmediatamente reproducen formas de hablar ‘apropiadas’ para su propio sexo; ellos aprenden un grupo más amplio de significados sobre el género que atan a formas complejas y diferentes de hablar, y producen su propio comportamiento a la luz de estos significados (Cameron, 1997: 60).
Es decir, en lugar de pensar en el «raje» como una forma de habla femenina, se le piensa como una forma de crear oposición con respecto a otro grupo genérico distinto. El lenguaje es una herramienta de creación de identidad de grupo que ha sido escogida y no una forma automática de hablar dictaminada por el cuerpo. La autora deja en claro su deuda teórica con Butler: Este modelo performativo echa una luz sobre el fenómeno del género y el habla. El habla también es una ‘estilización repetida del cuerpo’; las formas de hablar ‘masculina’ y ‘femenina’ identificadas por los investigadores deben ser pensadas como
el resultado ‘congelado’ de actos repetidos por actores sociales quienes están esforzándose para constituirse como hombres y mujeres ‘correctos’ (Cameron: 49).
En conclusión, hablar como hombre o como mujer no significa hablar de la misma manera en todas las circunstancias. Como hemos visto, el género no es un elemento monolítico con el que cargamos a todas partes y que nunca cambia. Hay muchos factores en juego al momento de performar nuestro género en el habla: con quién hablamos, sobre qué hablamos y en qué situación lo hacemos (por mencionar solo unos cuantos). Los invito a pensar en este tipo de evidencia lingüística al momento de concebir, fomentar o censurar las diferentes formas de hablar de cada género. ¿Estamos, al igual que Bree de Transamerica, buscando la voz que queremos usar o solo la que debemos usar? Accountability en inglés ( Coulon, 1988: Cap. II, §4). 2 Las citas hechas a Cameron son traducciones mías. 3 Gossip en inglés es definido por Cameron como «discusión sobre muchas personas ausentes, pero conocidas por los participantes, con un fuerte énfasis en el examen crítico de la apariencia, vestido, comportamiento social y sexual de estos individuos» (Cameron: 51). 4 «Rajar» sería el equivalente en nuestra variedad local del castellano. 1
BIBLIOGRAFÍA BUTLER, Judith (2006) Deshacer el género. Paidós, Barcelona. CAMERON, Deborah (1997) Performing identity: Young men’s talk and the construction of heterosexual masculinity. En: JOHNSON, Sally y Ulrike Hanna MEINHOF (Eds.) Language and masculinity. Blackwell, Cambridge. COULON, Alain (1988) La etnometodología. Cátedra, Madrid. GOFFMAN, Erving (1981) La presentación de la persona en la vida cotidiana. Amorrortu Editores, Buenos Aires.
Colaboración especial
La crisis mundial y el APEC
Entrevista a Carlos Aquino, especialista en Economía asiática
Eddy Chiriboga Julca
El término «economía subdesarrollada» comenzó a usarse después de la Segunda Guerra Mundial en las reuniones de las Naciones Unidas, pues antes la ciencia económica solo estudiaba los problemas de los países occidentales. Cuando Asia, África y América Latina surgieron en el escenario internacional, muchas de sus organizaciones estaban bajo un régimen socialista y algunos otros países eran permeables a la prédica comunista. Hoy, con la economía globalizada, los países luchan por salir del atraso y se esfuerzan por escapar del término subdesarrollo: abrir mercados a otras economías es una buena oportunidad para conducirse por la autopista del progreso y del desarrollo. Y una de esas autopistas es, qué duda cabe, el APEC.
La mayor dinámica de orden comercial y de apertura de mercados se da en el APEC, pero no podemos ser ajenos a la crisis mundial, pues esta se esparce por el sistema quebrando bancos y causando conmoción en las bolsas. ¿Cómo va a influir la crisis en el proceso del APEC? Te respondo de la siguiente manera: en 1997 fue la crisis asiática. La mayoría de los miembros asiáticos que hoy son del APEC fueron afectados. Allí hicieron acciones coordinadas para que la crisis no se profundice en países ya afectados. Tailandia, Corea, Indonesia y otros países tuvieron que pedir préstamos al Fondo Monetario Internacional. EE.UU. y Japón, que tienen voz en esa entidad, apoyaron esa causa. Pero eso no fue suficiente; por ejemplo, Corea pidió 40 mil millones de dólares. El FMI le prestó 22 mil, el Tesoro norteamericano le prestó 5 mil, el Banco Mundial le prestó 5 mil, Japón le prestó otros 5 mil, entonces armaron un paquete de salvación.
Lo mismo va a pasar ahora, EE.UU. entra en recesión; Japón, Corea y China bajan la tasa de interés de su economía. ¿Qué te están diciendo? Están diciendo que esos países van a hacer que sus bancos sigan funcionando, sigan soltando liquidez y, si la cosa se pone más grave aún, recurrir al FMI que ya dio un préstamo a Ucrania, por ejemplo. Entonces, como en el 97, los países más grandes que tienen bastante capital le van a decir al FMI: «Okay, dale préstamos y, si es necesario, yo también puedo intervenir».
¿El Perú tiene alguna ventaja con respecto a los países que forman parte del APEC? La gran ventaja del Perú, a diferencia de Chile, para ubicarnos dentro del APEC, es que nuestro país exporta minerales como el cobre, hierro, zinc, molibdeno, plata y oro, mientras que el 60% de las exportaciones chilenas depende solamente del cobre. Y el precio del cobre, como usted sabe, ha caído en un 50% hace un año. En cambio, el Perú tiene oro y es probable que no caiga mucho porque después de todo el oro es un medio de refugio.
Sí, el oro es un medio de refu-
gio, pero un refugio para quienes pueden acceder a él. La crisis golpeará las exportaciones y reducirá el crecimiento económico. Las exportaciones peruanas han crecido en los últimos años en un 25%. Del 2006 pasaron de 23 mil 500 millones de dólares a 27 mil 500 millones de dólares para el 2007. La idea es que este año llegue a 30 mil. Si no hubiera habido esta crisis, podría haber llegado a 33 ó 35 mil. ¿Qué significa esto? Menos divisas para el Estado, menos impuestos de las empresas que exportan, menos canon para las regiones. Y esto se traduce también en menos dinero para invertir, menos dinero para pagar los aumentos posibles en sectores de educación, salud, programas sociales, etc.
millones de dólares que se le han ido por la crisis. ¿Me está diciendo, doctor Aquino, que la economía rusa es endeble?
Claro, eso ya es un retroceso. Más dramático no puede ser. Ahora, eso se puede volver más dramático, como dices tú, si el precio de las materias primas cae. Si eso sucede, caen también las exportaciones. Y eso es preocupante no solo porque estamos exportando más cantidad de materias primas, sino, sobre todo, porque su precio ha caído. El precio del petróleo ha caído a la mitad desde el mes de julio. Si la recesión se sigue agravando, el precio de las materias primas podría caer aún más y los más afectados serían países como el Perú.
¿Y cuál es la diferencia con los países asiáticos? A diferencia de los países asiáticos, ellos exportan manufacturas, maquinarias, equipos y, si es que cae la demanda, no es tan brutal y los precios no caen tanto.
¿Usted cree que con la crisis corramos el riesgo de que haya fuga de capitales? Podría haber fuga de capitales en países que tienen un sistema financiero bastante endeble.
Pero Rusia está lejos del Wall Street y acaba de perder 15 mil
Lo que pasa es que la economía rusa es bastante dependiente del petróleo. Ese es un gran problema. De las 21 economías del APEC, la más vulnerable a la baja de las materias primas es definitivamente Rusia. Chile también porque exporta bastantes materias primas. El 80% de sus ingresos son de materias primas, pero el 25% son de salmón, madera, vino, fruta, etc. En el caso de Rusia, me parece que el 90% o más son de gas y petróleo, y eso justamente ha caído. Por ello, las empresas sacan su dinero porque temen caer más. Pero cuidado, el gobierno ruso tiene cerca de 280 mil millones de dólares en reservas.
¿La crisis en EE.UU. es una copia de la crisis que hubo en Japón? Sí, es un remedo de la crisis que hubo en Japón del 85 al 90 cuando el boom económico reventó. Algo parecido sucedió en la crisis del 97. Entonces uno se pregunta: «hemos tenido la crisis del Japón, la crisis asiática del 97 y ahora tenemos esta crisis, ¿qué hemos aprendido?». Ya más parece una ironía. Se supone que uno aprende de la crisis. Y al parecer EE.UU. no ha sacado ninguna lección porque su economía está atravesando momentos difíciles.
Parece que esas experiencias no sirvieron de mucho, pero ¿de quién es la responsabilidad de que EE.UU pase por esta crisis? Hay una responsabilidad enorme de su sistema financiero. Tú sabías que los bancos –bueno, fue una política del gobierno estadounidense– prestaron a baja tasa de interés para impulsar el hecho que todos los norteamericanos tengan propiedad…
Sí, claro, se aprovechó la caída de los precios de las casas para que las ventas aumentaran enormemente.
Bueno, no solo fue la baja tasa de interés, sino que además el colmo fue que prestaron dinero para que te compres tu casa sin pagar una cuota inicial. ¿Te puedes imaginar eso? Aquí te compras una casa y te piden el 10% ó 20% de inicial. En Estados Unidos llegaron a dar préstamos sin ninguna cuota inicial. Dieron créditos por montos de 100 mil dólares a 30 años. Es una locura. Por eso cualquiera podía pedir préstamo.
Pero, doctor Aquino, es ese el origen de la crisis o se trata del modelo capitalista que domina el mundo. No, no es el modelo capitalista, la crisis es un ciclo del modelo capitalista, al fin y al cabo el modelo capitalista es eso, ¿no? O sea, hay una crisis, pero después otra vez se transforma. Además, no hay otro modelo. ¿Qué otro modelo hay?
Seguramente hay otro, pero yo pregunto si es que no hay fallas o debilidades en el modelo. La debilidad podría ser la falta de supervisión. Digamos, el libre mercado lo decide todo, ¿no? Es decir, para este modelo, el Estado no puede intervenir. Más claro: el mercado no lo arregla todo. Pienso que el capitalismo funciona como modelo, es un buen sistema, pero necesita que el Estado vea algunas cosas, pues si es dejado al libre albedrío, se convierte en la ley de la selva.
Con Reagan y Margaret Thatcher comienza la idea de quitar al Estado en muchos aspectos de la economía, ¿no es así? Sí, el Estado debe supervisar algunas cosas, como dar préstamos irresponsablemente a personas que no podrán cumplir después con los pagos. Otro tema fue la creación de instrumentos financieros derivados. Por ejemplo, un banco prestaba 100 mil dólares a una persona. Esa per-
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sona se había comprometido en 30 años, digamos, pagando 300 dólares mensuales. Esa deuda que tiene el banco es un pasivo y eso no le permite prestar. Entonces, ¿qué hacían los bancos? Esa deuda la empaquetaba y la vendía a otros bancos de inversión. Y ellos, a su vez, la volvían a vender a otro banco de inversión. Es decir, de un pequeño préstamo podías multiplicar el número de préstamos, esos son los famosos derivados financieros: sacar financiamiento debajo de la manga, inventar financiamiento donde no hay. Ese es el castillo de naipes que el gobierno debió supervisar.
Ya para concluir, ¿qué define el APEC para nuestro país? ¿Quizá un nuevo horizonte, una esperanza donde las perspectivas y posibilidades sean para un mejor porvenir?
En principio, la exposición del Perú al mundo. Vamos a tener oportunidades de inversión, de turismo, se va a tener la oportunidad de conocer a los empresarios más grandes del mundo y, probablemente, de allí salgan proyectos, contratos. Ese va a ser el impacto inmediato. El Perú va a fortalecer su relación, no digamos con EE.UU., que ya son nuestros socios dado el TLC; vamos a fortalecer nuestras relaciones con los países asiáticos que son los que más están creciendo en el mundo y los que más crecerán en el futuro. ¿Me está diciendo que el APEC significa solo libre comercio, libres inversiones? No, también significa medidas para facilitar el ingreso a estas economías. ¿De qué nos vale que China nos diga que mañana tenemos cero aranceles? Ingresar a China es muy complicado porque su aduana pone muchas trabas. ¿O de que nos vale que China nos diga que nos va a dar todas las facilidades cuando no tenemos infraestructura para exportar los productos? Entonces el APEC promociona la construcción de capacidades para exportar, para producir. Hay que aprovechar la presencia de economías como la de Singapur, Hong Kong, Shangai, Corea o Japón; es decir, de todos los países que tienen una estructura casi mundial: aeropuertos de primera, puertos de primera, vías terrestres de primera. Esa es otra de las cosas que podemos ganar del APEC, la experiencia de los países asiáticos en cómo mejorar la infraestructura.
06:23 06.28 a.m. Fernando se dirige hacia donde están las medicinas, coge una al azar y se la toma con un refresco horrible que su papá ha comprado. Cae al piso de dolor. Le duele mucho pasar algo por su boca y más una pastilla. 06.30 a.m. Suena la alarma del reloj de su padre. Fernando va al baño, coge unos trapos y con torpeza intenta secarlo. El agua se expande casi por toda la casa, él no sabe qué hizo, el agua está bajando las escaleras. Fernando deja de moverse para escuchar si su padre ha despertado... no escucha nada. Abatido por su fracaso, se va lentamente del baño. 06.32 a.m. Va a la mesa donde estuvo toda la noche estudiando, se sienta y comienza a revisar rápidamente todas las hojas. No entiende nada. Trata de copiar algunas fórmulas en sus manos, pero él sabe que es inútil. Ayer no estuvo tan enfermo como hoy, ahora con este malestar no aprenderá nada. Fernando, molesto consigo mismo por ser tan bruto, tira todas las hojas, cuadernos y libros al piso. También cayó el café y este se unió al agua y formó un líquido asqueroso. 06.34 a.m. 06.23 a.m. Fernando, después de una pesada noche, despertó con un malestar insoportable. Él ya lo había advertido desde hacía días: iba a sufrir de una seria amigdalitis. ¿Razones por las cuales él ya lo sabía? Fácil, el miércoles Jimena comenzaba los síntomas de amigdalitis. Él, como para no darle motivos para apenarse por su enfermedad, la llenó de besos y esa noche hicieron el amor en casa de ella. Fernando regresó a la suya con la certeza de que había cometido un gran error, pero para él fue en nombre del amor. Hoy tiene examen de matemáticas, ayer se desveló estudiando cosas que ahora no recuerda. Se siente muy mal, está todo sudado, le cuesta pasar la saliva, siente que la fiebre lo evapora lentamente. Deambula por la casa buscando algo que no sabe qué es, pasa por el baño y ve el piso mojado: otra vez olvidó cerrar la llave del agua.
Se dirige a su cuarto angustiado, hace lo que siempre hace cuando la angustia lo agobia. Saca su encendedor y sus cigarrillos, y empieza a fumar. Dentro de unas horas tiene un examen, ha mojado el baño, está muy enfermo y ahora fuma en su propia casa, con su familia adentro. Fuma con dificultad, pues le duele mucho la garganta. Las cenizas caen al piso mojado y el líquido ahora toma un color gris. El humo se desplaza lentamente de la boca de Fernando hacia el techo interior de la casa: él observa que está haciendo que la luz del foco no sea tan clara. Le da un aspecto tétrico a su habitación. 06.40 a.m. Termina el cigarro, bota la colilla al piso mojado y se mete a la cama. Se cubre totalmente con la frazada (cosa le gusta hacer desde pequeño). ***
-(mierda) Se sienta en la mesa, mira la sala, recién amanece, solo hay poca luz, mira a su hermano durmiendo en el sofá. Otra noche de trabajo y satisfacciones profesionales, supone Fernando con un poco de sarcasmo.
Más tarde se escucharon los gritos de su padre, los de su madre y los de su hermano. Su padre gritaba porque la casa estaba totalmente inundada, la madre gritaba porque olía a droga (así llamaba al cigarrillo)
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y, finalmente, su hermano gritaba porque ya era tarde para el examen de matemáticas. Todos gritaban tan fuerte que los obreros más sordos del rascacielos más alto del mundo llamaron a la policía para callar a la familia.
hermano. «Yo logré ser lo que soy estudiando, nadie me ayudó, no iba a fiestas: ni bien salía de clases me iba a casa a estudiar, me rajé el culo en esta silla... ». Fernando siguió caminando.
Fernando, quien tiene un sueño muy frágil, tiró las mantas al piso (se mojaron) y salió de la cama. Se sentía morir, como si la fiebre hubiera aumentando: sus amígdalas inflamadas ya no permitían ningún flujo de agua. Cogió una taza que estaba en su velador y caminó por toda la casa.
Los gritos eran cada vez más fuertes, la casa iba disminuyendo de tamaño, el líquido gris se trepaba por las paredes y le daba a ese espacio una pestilencia espantosa. Asimismo, el humo del cigarro que había prendido Fernando tiempo atrás se apoderaba de la casa como la niebla gris lo hace en Lima, y en algunas partes de la casa no se veía casi nada. El padre, la madre y el hermano se juntaron y sus gritos se hicieron insoportables. Fernando tan solo caminaba por ahí, pasó entre ellos, los miró, siguió caminando hasta un lugar de la casa donde la niebla era espesa y en ella desapareció lentamente...
Pasó por el baño, miró a su papá que gritaba tan fuerte como podía. Fernando lo escuchó un rato. «Y ahora seguro que yo voy a ser el que limpie todo este desastre, yo tengo las responsabilidades más grandes acá y nadie toma en cuenta eso... ». Fernando siguió caminando por la casa, encontró a su mamá. Estaba en su cama, sentada, llorando. «¿Yo qué he hecho o qué no hice, Señor, ayúdame, dame fuerzas, qué le diré a la familia, qué diré, Señor mío, qué diré. Yo nunca me dejé llevar por el vicio, Señor... ». Fernando no soportó ver a su mamá llorar y fue a ver a su
La casa volvió a ser tan grande como solía ser hacía mucho tiempo y se llenó de un perfume a campos de jazmín. La casa estaba tan iluminada que no necesitaría focos en la noche, el piso estaba seco y brillante, y, finalmente, se escuchaba el susurro armonioso propio de la conversación de una familia feliz de tres.
Pendientes de Óscar
José Alberto Rubina
grises del cielo de ese día. Óscar carecía de pasiones, de metas, de ideales. Lo parco de su rutina le arrancaría cualquier indicio de aspiración o deseo que cruzara su mente. Quizá no siempre fue así, es cierto que jugaba de niño, que tuvo amigos (aunque no muchos), un par de novias, y que salió a divertirse en su adolescencia. El día del incidente tenía treinta años y diecisiete días de vida, y de su infancia solo quedaban recuerdos fugaces que muchas veces le parecían hechos de pura imaginación. Óscar vivía solo en un departamento en Miraflores. Hacía tiempo que se había distanciado casi por completo de su familia. Llamaba a la casa un par de veces al mes y pagaba la enfermera de su viejo, que ya estaba en las últimas. Óscar trabajaba en el departamento de atención al cliente de una conocida tienda de artefactos electrónicos. Ocho años de quejas y choques con la intransigencia de la gente habían quebrado su espíritu. La mañana del incidente, Óscar subió a un micro en la Benavides con nada más que cálculos cotidianos en los ojos. Trataba de funcionar sin pensar.
Advertencia
Si te vuelves un engranaje más de la Máquina, probablemente un día despiertes zafado. La locura sana y natural de toda persona, si es reprimida, puede ser demasiado extrema. Es mejor estar un poco loco siempre, evitando quizá convertirse en asesino en serie o morir embestido por rinocerontes. Óscar Gutiérrez nació un día nublado. Digamos que promedio, por lo menos para Lima. Siempre llevó una vida bien representada por las tonalidades
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Avanzaba el tráfico con sorprendente rapidez cuando un señor que parecía un viejo sapo negro de ojos saltones se sentó a su lado. Óscar detuvo el piloto automático al que había sometido su cuerpo y mente hasta ese momento para examinar a su curioso compañero de viaje. Esto era algo que Óscar siempre disfrutaba. Imaginaba las vidas y quehaceres de las personas que se sentaban a su lado en los micros, y se divertía, salvo que olieran mal y entonces prefería perderse en sí mismo leyendo carteles o mirando los edificios de las calles. El viejo sapo negro que yacía medio dormido a su costado olía solo a viejo, así que no dudó en empezar a construir una historia para este nuevo personaje. Ya había decidido que su nombre era Pedro y que definitivamente vivía de su jubilación, cuando vio que tenía en las manos un documento que decía, en letras grandes y a manera de título:
PENDIENTES DE OSCAR Óscar parpadeó y pensó que el abrir y cerrar de sus ojos había demorado una eternidad. Estaba mareado y le costaba respirar. Tardó unos minutos en recomponerse. Ya calmado, dejó su maletín al costado de su asiento y se quitó el saco. Miró con cariño y gratitud a su compañero de viaje. Entendió que Pedro había intentado ayudarlo, pero ya era muy tarde. Le hubiera gustado despedirse, pero Pedro seguía medio dormido.
Natalia
Fue entonces que saltó por la ventana del micro y empezó a volar. Cayó atropellado por al menos tres líneas de transporte urbano diferentes. El día del incidente había permanecido nublado durante toda la mañana, pero se notaba que de reojo el sol quería salir. El reporte forense indicó en uno de sus anexos que el cadáver de Óscar Gutiérrez había sido encontrado con una sonrisa en la cara.
Gustavo Agüero Peraldo podían asir directamente. De inmediato, se dio cuenta de que lo que le brindaba el influjo sobre los adultos era su fragilidad, la apariencia de vulnerabilidad que desplegaba incluso cuando dormía; sin embargo, según pudo colegir, esa debilidad no provenía de la niña misma, porque si de fragilidad se trataba, ella era la campeona indiscutible. ¿Acaso no se quemaba hasta quedar como un rocoto, aunque usara bloqueador, los días de playa o de paseo campestre, mientras que su hermanita regresaba incólume y sonriente? Pues bien, la frágil era ella y no su hermanita. Se trataba de algo distinto.
Ya tenía seis meses y medio en la casa, y desde que llegó, con un roponcito amarillo muy curioso, no había parado de llorar. Para los cinco años recién cumplidos de Natalia, el advenimiento de su hermanita (a la que todos en la familia llamaban Nanni) había sido un impacto emocional bastante difícil de asimilar. Lo que más detestaba era que pudiera cometer todas las torpezas imaginables sin ser castigada, mientras que sobre ella llovían fuertes reprimendas por errores minúsculos. Si la bebita se meaba o cagaba, la mamá le cambiaba el pañal con ternura, con una cara que parecía decir «vamos, hazlo de nuevo, aquí te esperan mis manos»; pero si por azar Natalia descuidaba el control de sus esfínteres, era sancionada severamente; si la pequeña pedía lo imposible llorando frenéticamente, era complacida, aunque para ello su madre tuviera que poner el mundo de cabeza; en cambio, si ella solicitaba una muñeca nueva o un juego de plastilinas, aun cuando hubiera verbalizado su pedido, era mirada indiferentemente por Daniela (su mamá), la cual solía posponerlo o, muchas veces, olvidarlo. Natalia, a la que habían dejado de llamar Nati desde que llegó la pequeña, había desarrollado una profunda envidia, más que por su hermana, por la situación tan desmedidamente favorable en la que se encontraba, como posicionada en un trono desde el cual podía dirigir a los adultos como sus serviles delegados, como si fueran meras extensiones de su poder, para que le procuraran todo lo que sus pequeñas manos no
Luego de minuciosas observaciones y después de haberse dado cuenta de que no se trataba del atuendo (pues las dos llevaban vestiditos) ni de alguna extremidad secreta (pues al verla desnuda mientras la bañaban notó que tenía y le faltaba lo mismo que a ella), llegó a la conclusión de que se trataba de un objeto que siempre había estado a la vista y paciencia de todos: el chupón. Pero no se trataba de cualquier chupón. Natalia había visto muchos en las bocas de los bebés, pero este no era convencional. Este chupete estaba decorado con dibujos de mariposas cuyas alas tenían colores producto de una mezcla inusual: morado y verde, por un lado; amarillo y rosado, por el otro. Y la forma: curvilínea en las cuatro esquinas y recta en el resto, bastante sencilla para ser un chupón de bebé. Y, por último, un olor a espinacas; sí, a espinacas picadas, como las que ponen en la sopa menestrón. Ese conjunto de características no las había visto jamás en chupón alguno, y mucho menos ese olor, ya que si algún olor había sentido cuando se acercó a algún bebé fue el de la leche. Bueno, pues, eso era lo único que su hermana poseía y ella no, ese era el lugar desde el cual manaba el olor que hechizaba a los adultos hasta el punto de convertirlos en autómatas sin voluntad, a disposición de quien poseyera el extraño elemento. Natalia se había trazado la consigna de conseguir el chupete por el medio que fuese, pero sabiendo que una travesura de esa magnitud la podía hacer acreedora de un castigo que la enclaustraría en su cuarto por varios días y que, en caso de una salida a la playa, tendría que quedarse con sus tías que tenían menos gracia que un armadillo. Inicialmente, trató de hacerse con el objeto en el instante en que su madre le daba de comer a la nena, la cual por razones obvias tenía que desprenderse de aquel, y lo hacía sin rezongar porque el hambre era más fuerte que sus ansias de poder. No obstante la distancia que la separaba de su chupón y el
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hecho de que ni siquiera lo pudiera mirar, la atención de la pequeña por él parecía no haber disminuido, daba la impresión de mantener con el objeto la misma relación que mantienen algunos animales con sus colas. Esta especulación pudo comprobarla cuando, estando su madre de espaldas a ella, se acercó sigilosamente al chupón y, aún sin haberlo tocado, la pequeña ya había deformado su cara en una mueca de dolor profundo, de modo que la cara solo volvía a su estado original cuando Natalia retiraba su mano del preciado objeto. Así estuvieron unos minutos, ella aproximando y retirando la mano, y la niñita arrugando y estirando su rostro. Cuando por fin se decidió a tocar el chupón, la bebé dio un gemido que alertó a la madre, quien inmediatamente dio un vuelco para mirar hoscamente a Natalia. Esta se retiró corriendo y se encerró en la cocina, uno de sus lugares predilectos. En otra oportunidad, cuando la pequeña era bañada por su madre, Natalia acechaba en las inmediaciones del baño. Esta vez el chupón estaba sobre una toalla que estaba, a su vez, sobre una sillita que la mamá había llevado para colocar la infinidad de cosas necesarias en el aseo correcto de un bebé. Daniela había sacado el chupón de la boquita de la pequeña dándole a morder uno de esos juguetes de baño (una estrella de mar anaranjada) que vendían por montones en el supermercado, siempre de ese color, hechos de quién sabe qué material, pero con una suavidad que parecía deleitar las encías de la nena. Daniela pasaba parsimoniosamente un trapito enjabonado sobre la piel de su hija, pero alternaba esta acción con la ingestión de un vaso de whisky que estaba posado sobre la sillita. Natalia recorrió la distancia que la separaba del chupón y, cuando lo tocó, vio que la pequeña intentaba la mueca de agonía, aunque esta vez era interrumpida por otra mueca, pero ahora de placer, sensación proporcionada por la estrella de mar naranja. Natalia tomó el chupón, trató de salir con él debajo del polo sin que su madre lo notara, pero al dar un par de pasos se percató de que aquella miraba sus manos y el pequeño bulto cerca del estómago, de manera que decidió no seguir avanzando más hacia la puerta de salida. Sabía que no podría irse con el botín en ese momento, pero al menos haría que a largo plazo el chupón fuera suyo. Haría que su hermanita odiara el chupón para que pudiera adueñárselo sin ser castigada. Lo sacó de debajo del polo, caminó con cautela sonriendo a la pequeña y sumergió el objeto en el vaso con whisky; lo hizo dos veces hasta estar segura de que el sabor se hubiera impregnado por todos los intersticios, y lo dejó en su sitio. En el cuarto, luego de secarla, la mamá le colocó el chupón en la boca, a lo que la pequeña respondió con un berrido que recorrió toda la casa. La pequeña escupió el objeto llorando y abriendo la boca en una prístina expresión de asco, en un rostro que hasta ese día no había conocido la manifestación de tamaño desagrado. Daniela reaccionó rápidamente metiéndose el chupete a su boca, para comprobar que el sabor de su bebida se encontraba también empapando el fetiche de su hijita. Sus sospechas recayeron naturalmente sobre Natalia, que fue castigada por toda la semana sin televisión, su mayor distracción y casi adicción. Además, fue advertida de que si volvía a intentar importunar a su hermanita, la llevaría donde sus tías para que pasara unos días leyendo la Biblia y yendo a los cultos evangélicos a los que ellas eran devotas. Esto le produjo una indomable sensación de pánico. A pesar de lo dicho anteriormente, Natalia no cejó en su propósito. El hecho
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de que no se distrajera viendo dibujos animados le permitió tener más tiempo para maquinar una nueva estrategia, ahora sí definitiva, de sustraer el chupón, que ahora le parecía más atractivo por el hecho de encontrar oposición a su proyecto. Su última carta se la jugó el día en que llegaron de visita a su casa las tías, hermanas de su padre, quienes se enfrascaron en una conversación interminable con Daniela. Esta tenía en brazos a Nanni, que empezó la velada muy alegre, ataviada con un vestido celeste con bordados, con olor a aceite de bebé y el chupón como escudo ante las palabras aterradoramente soporíferas de las tías que no sabían hablar de otra cosa que no fueran sus buenas acciones y las obras de bien social que hacía su congregación. Natalia estaba parada a un lado del sofá que su mamá ocupaba, sin decir palabra, pero con una sonrisa acogedora porque en un principio le pareció interesante lo que decían. Daniela también empezó animada la conversación, pero las tías tenían la particularidad de convertir cualquier buena disposición en un aburrimiento ilimitado, en una somnolencia ingobernable. Se debía a que nunca cambiaban el tema, siempre se trataba de la misma buena tarea hecha por las dos juntas, aunque en verdad no eran muy caritativas. Nanni cayó dormida a la media hora de empezada la reunión y fue llevada por Daniela a su cuarto, que era también el suyo. Natalia no tenía sueño, pues había dormido hasta tarde; esta vez no se había despertado con la puntualidad de un reloj para mirar a las ocho de la mañana su programa preferido, pues el cable que proporcionaba la señal había sido retirado. Sin embargo, llegó el momento en el que las tías explicaban con detenimiento las calles que habían recorrido hasta el asentamiento humano que habían beneficiado. Entonces Natalia se desvaneció en los brazos de su mamá y fue llevada a su cuarto, mientras que Daniela seguía soportando estoicamente la perorata insípida de las señoronas. Natalia no estuvo mucho tiempo dormida, y no bien se despertó, se dirigió con cautela a la habitación donde se encontraba su hermanita profundamente dormida y arropada. Cuando cerró la puerta, luego de haber entrado, la niñita dio un respingo y se irguió, la miró desafiante. Natalia sabía que tenía que pensar rápido y quitarle el chupete de una vez por todas, pero sin hacer que llorara porque de lo contrario las tías se la llevarían, quizá ahora mismo. En ese instante, recordó que para que la pequeña no llorara, cuando le quitaba el chupón, su madre le daba a chupar le estrella de mar anaranjada. La buscó desesperadamente por todo el cuarto sin tener éxito. Al fin concluyó que lo mismo daría otro objeto que tuviera la misma forma y similar textura. Empezó a rebuscar en los cajones de la mesita de noche, levantó la ropa sucia, abrió de par en par el ropero y en él encontró algo que podía serle de utilidad. Si bien no era la estrella de mar, por lo menos era la materia prima de la cual emergería. Se trataba de la colección de plastilinas aromáticas de variados colores que le habían comprado para completar la lista de útiles de su colegio. De inmediato, cogió una gran porción de plastilina de color naranja, la amasó con fuerza y le fue dando la forma de una estrella. Terminó a los pocos segundos, pues en la escuela había sido adiestrada en el arte de transformar ese material en figuras con perfiles bastantes más complejos de imitar. Observó su obra con perplejidad y orgullo. Por un instante pensó en quedársela, pero recapacitó y se dio cuenta de que el chupete le proporcionaría otros beneficios además del placer estético. Se aproximó
hasta su hermanita y, con la delicadeza y rapidez con la que un escultor golpea para formar una arruga en el mármol, le arrebató el chupón sin dejarle tiempo para recuperarse de la conmoción y le encajó la estrella de plastilina en la boca. La niñita recibió el nuevo objeto con agrado, lo chupó con fruición y disfrutó aún más el olor que afloraba de cada una de sus puntas. Al poco rato ya estaba dormida y Natalia, luego girar de alegría, chupaba el artilugio recientemente adquirido con fruición, tratando de absorberle la esencia, de modo que al día siguiente se observaran sus maravillosos efectos. Cuando Natalia se despertó, luego de haber dormido cerca de diez horas, más que las que nunca había usado para dormir en su vida, sufrió un sobresalto, pues lo primero con lo que se topó fue la cara de sus tías. Ellas la miraban entre inquisitivas y lastimeras como queriendo que ella divulgara las peripecias de tan largo sueño. A veces dirigían la mirada al chupete, pero sin darle demasiada importancia. Natalia salió del cuarto para buscar a su madre y comprobar los efectos de su nueva posesión. En la sala se encontró con una multitud perfectamente distribuida alrededor de una caja pequeña, todos uniformados, y con una columna de personas desconocidas que esperaban su turno para echar un vistazo al interior. Ella se asomó y observó con indiferencia la cara de su hermana, en la que se dibujaba un amago de sonrisa, y también vio sus ropas y su peinado decorado con flores. Trató de tocarla, pero se
lo impidió un vidrio delgado. Al mirarla de nuevo la encontró perturbadora y particularmente bella. Daniela no se percató de la presencia de Natalia, interesada como estaba en que todos, en orden, pudieran ver lo hermosa que estaba su hija. Cuando Natalia estuvo de vuelta en su cuarto, se dejó caer pesadamente sobre la cama. Luego, al ver que su tía le ofrecía su regazo, acomodó su cabeza sobre sus piernas carentes de carne. Esta empezó a revolotear una de sus manos entre sus cabellos, suavemente. Ella se dejó hacer porque necesitaba de otro, cualquiera que fuera, incluso una de sus tías, que la consolara de su fracaso. Natalia volvió a tener sueño, pero eso no impidió que se preguntara por qué su madre ni siquiera la había notado a pesar de tener el chupón entre sus manos; por qué los adultos, algunos desconocidos, hacían fila con atuendos tan elegantes para ver dormir a su hermanita; por qué ahora era intocable y, a pesar de todo, las personas seguían empeñadas en dedicar hasta las últimas reservas de su energía a venerarla. Sintió que el adormecimiento la vencía. Se durmió sumamente decepcionada, con el chupete siempre en la boca.
La leyenda de Tocllacuri y Ajgllaskka Ricardo Rosas Lezama
tres días. Llevado por la desesperación, salí a buscar agua, mas no hallé nada, solo secos riachuelos y pastizales amarillentos. Cuando las entreluces coronaban el fin de la tarde, apareció un anciano que con mucha compasión me dijo: Efraín, eres un buen hombre, pero estás equivocado. Si supieras quién eres y cuál es tu propósito, el pueblo y tú no estarían padeciendo. Ahora bebe de esto, ¡bebe y descansa!, que para mañana, si así es tu voluntad, tu pueblo ya no tendrá sed.
Había caminado toda la tarde sin hallar siquiera un charco para llenar los bodegones de agua. Para mí esto significaba el fin del mundo. Los pocos animales que me quedaban estaban, al igual que los de otros campesinos, muriendo de sed. No había agua ni alimentos, yo mismo no había probado líquido alguno hacía
Débil y agotado por el trajín, bebí con desesperación y, tras unos sorbos, quise preguntarle quién era y cómo sabía mi nombre. Sin embargo, estaba a punto de perder la razón y, luego de unos instantes de resistir, me dormí plenamente. Fue entonces que soñé que era un niño de unos 11 años, el tiempo y la ropa eran distintos, yo era parte de ese lugar. Empecé a descender por unos caminos poco singulares, hechos de piedra, donde había murallas, pasadizos y espaciosos recintos de un pueblo cuyas edificaciones contenían gentes activas y bulliciosas. Marchaba feliz, en paz conmigo mismo e, inesperadamente, un chaparrón me atrapó y tras presenciar que un rayo había caído cerca, me guarecí. El sonido del viento en la tormenta azotaba los árboles, era estremecedor. «¡Cuanta agua!», me dije. Tuve temor de que nunca terminara de caer la lluvia, pero de pronto todo cesó. Por un instante me quedé sujeto al árbol como si este se pudiera caer y yo debiera sostenerlo. Más tarde, embelesado por la resplandeciente luz que brotaba repentinamente de la hierba, decidí caminar hacia la rivera del río, atisbé unos pájaros bulliciosos y un silencio mágico me
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detuvo. Contemplé el paisaje del valle: allá al fondo ya no se escuchaba el estruendo de los relámpagos y, en las cimas, los pastizales humeaban agua por todos lados y el río cargado, como siempre, era en todas sus orillas una amenaza para aquel que pretendía cruzarlo. Era hermoso, como si el tiempo y los antepasados esa tarde me hubieran llevado a otras dimensiones, donde todo se detenía para alumbrar un paraje inverosímil de la naturaleza. Yo, a pesar de haber vivido siempre en el pueblo, jamás me había preguntado por qué existía tanta agua en dichas tierras. Así estuve exhorto un instante hasta que sentí los pasos pausados de alguien que yo en mi sueño inesperado conocía, era el Uilca Tatacura Tayaccasa, el gran sacerdote del pueblo. Se acercó y pronunció aquellas palabras que han quedado por siempre en mi memoria: Ajgllaskka —hasta mi nombre había cambiado—, ¿quieres saber por qué tenemos inmensos pastizales para nuestros animales y por qué las colcas se llenan de tantos alimentos? Hijo, ahí donde ves esa montaña llamada Tocllacuri reside Pariacaca, el Dios del agua, que habita ahí desde siempre; es su hogar, un lugar sagrado. Él nos provee el agua y este valle donde tú junto con los demás seres vivos coexisten. Nosotros, en agradecimiento, le rendimos culto y le oramos con prudencia ofreciéndole nuestros nobles sentimientos; por ello, él es muy generoso. ¡Esta agua, el yaku, que tú consumes y que cruza por tus pies, es su sangre que nos la brinda con alegría! Es la energía de la cual se nutren nuestros pastizales, arbustos, follajes y nuestra madre Diosa Pachamama. ¡Pariacaca nos ama, Ajgllaskka, porque nosotros también lo amamos y respetamos! Nos dice que todo es valioso en esta vida y que debemos cuidarlo. Aunque aparentemente no sea así, ¡vive!, es gracias a él y a la Pachamama que aprendimos las técnicas
que nos permiten vivir en lugares inaccesibles. Es gracias a ellos que tenemos la sabiduría necesaria. ¡Pero debes saber, hijo mío, ahora vendrán hombres de otros mundos y te impondrán sus propios dioses; hombres que no aman la naturaleza, que la desprecian! Te obligarán a que renuncies a Pariacaca y a Pachamama, entonces nuestros dioses se ocultarán para no morir, ya no podremos mantener lo que ahora poseemos, nuestros ríos se secarán, nuestros animales, nuestros bellos árboles desaparecerán. ¡La muerte llegará!, ¡hasta la de nuestros hermanos! Ajgllaskka, ¡evítalo!, te he revelado el secreto de nuestros ancestros. Ahora de ti depende, aún hay tiempo de salvar nuestro mundo. Y en ese instante, en ese sueño, el sacerdote me entregó un pincuyo. Es para que le cantes a Pariacaca, para que lo despiertes de ese letargo y pueda salir de donde está oculto, entonces el agua vendrá, tus animales, tus plantaciones y tu familia no se extinguirán. Un pequeño golpe de viento o tal vez un ramaje me levantó de súbito. Había amanecido, era ya de día, un ligero rayo de sol comenzó a iluminarme el rostro. Mis manos sujetaban el pincuyo que percibí en mi sueños, no me asombré de tenerlo, lo presentía. Me puse de pie con una firmeza inusual, que jamás la tuve en mi vida; me hinché de valor y de fe y, si acaso existía algún temor en mí, a medida que avanzaba desaparecía con el aliento. Marché rumbo a la cima de la montaña de Tocllacuri para cantarle a los dioses, para reiniciar el ritual que hace mucho tiempo quedó en el olvido. Si vas a la montaña de Tocllacuri, tal vez oigas el sonido del Pincuyo cantándole a Pariacaca. ¿Será el sonido del viento o el espíritu de Ajgllaskka que aún vela por el bienestar de su pueblo?
Psicografía
Sobre cualquier cielo
Elena Chávez Goycochea / Julio César Prado
11 am. Una cita aguarda en el octavo piso. La poeta podría estar traqueteando ágilmente entre largos sorbos de café dominical algunas líneas breves, impregnando en ellas la mañana o las «vagas impresiones» que invaden sus poemas (Del mundo tengo / solo una impresión vaga / y tu nombre / que de ti / no dice nada)1 . De pronto, las divagaciones quedan tras la puerta cuando una sonriente Micaela Chirif nos invita a pasar y, amablemente, nos ofrece un café; en tanto la poeta sirve ese líquido aromático, indispensable para quienes significa la primera conexión entre «la otra realidad» y la sombra mayor que es la noche, podemos observar cómo la neblina rodea a Magdalena y, así, un pensamiento cualquiera, desde ahí arriba y sobre la niebla, parece recrear nuestra presencia sobre cualquier cielo. Ya de regreso y con el café entre las manos, Micaela habla pausadamente, segura
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sobre un sillón a contraluz, y nos cuenta que es durante la noche cuando encuentra la tranquilidad necesaria para armar aquellas ideas diurnas en sus poemas. De estas nocturnidades han visto la luz, primero un invierno de 2001 y sin sospecharlo, de vuelta, su primer poemario, y siete años después, Cualquier cielo, dedicado al renombrado poeta José Watanabe, quien en vida fue su esposo. Cualquier cielo se articula en cinco fases de un proceso —«Una niña», «Cualquier cielo», «La muerte», «Mudanzas» y «Lo que queda»—, cuya elaboración surgió tras una dolorosa perdida y, ante la cual, muy aliviada, piensa que fue un paliativo, ya que al plasmar dicha experiencia humana —ya de por sí caótica— a través de las palabras, logró atribuirle un orden a lo aparentemente derruido. De estos versos brotan la mirada lúdica, la ternura y el amor, así como el enfrentamiento con la muerte inevitable, mas todo ello desde un lenguaje transpa-
rente y con un rasgo bastante suyo: la profundidad condensada en sus breves líneas, líneas que a través de sus palabras podemos afirmar que son sumamente minuciosas y sinceras, y que aunque podrían parecer austeras, no lo son; por el contrario, cada una ocupa un espacio preciso.
Micaela Chirif
El amor que te tengo alcanzaría para hacer felices a todos los hombres de la tierra y también a sus mujeres. cállate, cállate ríes tonta
Psicografía ríes ya cállate porque no había palabras. Nos atrevemos, pues, a preguntarle acerca del proceso del que nacen sus poemas. Ella, sin perder la sonrisa y muy resuelta, nos contesta: «Solo trato de transmitir imágenes e ideas abstractas alojadas en mi mente de la manera más honesta y entendible. Para lograrlo necesito transformarlo en algo sencillo que sea capaz de explicarse, partiendo de los recursos que poseo». Esta respuesta está íntimamente ligada a su vida como filósofa —área a la que se dedica— y poeta. El ejercicio filosófico implica pensar en conceptos abstractos cuya dimensión se encuentra en un nivel macro, general, poco personal que, aun cuando es visible y comprensible —añade—, carece, en realidad, de carga emocional, lo cual busca y encuentra en la poesía; y agrega, luego, una frase cuya certeza nos remece: «… además, uno siente las grandes cosas en las pequeñas». Nos hemos quedado en silencio, creemos entender sus palabras.
Adiós Ya he vuelto ¿por qué el llanto? aquí nadie se ha muerto Yo, por ejemplo, acabo de estornudar y tú tú eres un ángel de cualquier cielo (sofoco la risa). Ahora bien, la filosofía no deja de tener espacio en su poesía, pues, recordándonos su afinidad hacia Nietzsche, Micaela prefiere «contemplar el mundo desde su hostilidad», desde ese lugar que nos resulta extraño al no aceptar al mundo como si fuera un lugar conocido, para después tratar de explicarnos las co-
sas como son. Este es para ella el punto de partida que tienen en común la literatura, la filosofía y el arte en general. A propósito de Nietzsche, le recordamos las palabras de Zaratustra cuando este asume que el poeta miente, siempre miente... a lo que le bastó decir: «El poeta es un fingidor / finge tan completamente / que hasta finge que es dolor / el dolor real que siente», citando al poeta Fernando Pessoa y aclarando que a veces es necesario tergiversar la forma para poder transmitir el fondo, sin omitir que el poeta observa, ordena y le da un sentido a sus percepciones acerca del mundo que no cuenta con forma previa. Con el fin de extender la charla, compartimos alfajorcitos de manjar mientras nos comenta que el departamento en que habita hace unos meses se convierte en su oficina de trabajo durante gran parte de la mañana, desde donde se hace cargo de un portal de Internet dedicado a la literatura, entre otros temas culturales2. Chirif es una poeta reflexiva y observadora, y posee, además, una sonrisa abierta y contagiosa; tiene algunas costumbres para crear, como empezar el día escribiendo frases sobre el espejo, o realizar largas caminatas diarias en el transcurso de la semana. Afirma que este sencillo ejercicio le resulta muy bonito y agradable debido a que es en esos pequeños momentos cuando puede sentirse acompañada por el vaivén de la gente y disfrutar, a la vez, de un momento a solas. También con elocuencia confiesa disfrutar del cine, la música y, claro, la lectura. «Leer me alimenta constantemente y se vuelve necesario para recrearme», exclama. Adelia Prado (poeta brasilera), Toko (poeta japonés) y Martín Adán se encuentran entre sus favoritos, nosotros tomamos nota. Ya sus amplias ventanas reflejan la tarde, la neblina inicial volvió al mar y nosotros debemos marcharnos, mas no nos deja partir sin dejar un mensaje a los noveles poetas: «escriban sin vergüenza». Micaela Chirif es una mujer generosa, pues nos despide con dos presentes entre las palmas de las manos: tres valiosos poemas inéditos de su próxima obra para Efecto Rashomon y una hermosa frase de san Agustín, aprendida en sus años de estudiante en la universidad Antonio Ruiz de Montoya: «ama y haz lo que quieras».
I Sobre la mesa de la cocina tu madre te velaba desde hacía años. ‘Está muerto para ti’ dijo a manera de advertencia apenas entré. ‘No lo está’ protesté mirándote. ‘Está muerto’, repitió sin alzar los ojos mientras acomodaba con calma el algodón en [tu boca tu linda boca. ‘No lo está’, grité y quise despertarte. Pero no gritaste No te moviste No me amaste. ‘Está muerto’, volvió a decir tu madre como quien [recita de memoria un salmo. Yo te abracé fuerte con los ojos apretados como buscando el milagro. Cuando los abrí estaba en medio de la muerte (la muerte no es ni siquiera un lugar, ¿sabías?) Tu madre yacía inerte abrazada a tu cadáver. No hubo prodigio: en aquel ambiente enrarecido seguir respirando fue lo único que pude hacer por nosotros.
II A veces, me llama por teléfono un amigo muerto [desde hace años. Contrariamente a lo que podría pensarse, la [conversación es bastante normal: Yo le cuento los chismes de por acá, y él me cuenta los de allá. Yo miro el día oscurecerse en la ventana, él se corta las uñas con pereza y así, compartiendo historias, pasamos a veces la [tarde entera. Cuando llega el momento de colgar –y siempre llega– nos da entonces muchísima tristeza y nos ponemos a llorar pero eso sí, por delicadeza, lo hace cada uno por [su cuenta.
III Descansa sobre mi almohada una cabeza levemente desconocida. La nariz hermosa, los ojos claros. Dime, belleza, le pregunto ¿cuál es el lugar de tu deseo? La cabeza no contesta, pero sonríe y abre las alas.
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Anacrónico
Noelia Chávez
La aurora nace al sol la aurora… es un crepúsculo obsoleto anacrónico, anacrónico, anacrónico. Juego a las cartas que se agachan como señoritas con ligas azules, una falda larga, todo es anacrónico, y el crepúsculo y la aurora son la sombra feliz de una taza de leche. En el alba las bailarinas y sus tacos salen de los hoteles. En la tarde las bailarinas y sus tacos salen de colores, de escaleras, neón, de polvo viejo, de cantina de fermentado olor antiguo y cantan a la trova y bailan las tristezas. Tufo, rímel, eye liner desmantelado, degradado de lágrimas, dolor agudo en la entrepierna, cigarro prendido en el fondo del estómago, morboso olor denso de harina de pescado, y colores grises en la aurora amarilla… luciérnagas, náuseas, semen sin textura sola sola sola desnudamente obsoleta y vestida. Y anacrónica como el crepúsculo, y el nuevo eye liner, base que cubre imperfecciones. Un aparente anticonceptivo recién comprado, plumas, plumas, plumas, perfumes de noche todos los perfumes son de la noche, olores a comida de la tarde. Los fotófobos salen, los juegos de cartas suenan, las ligas, los espejos rotos, dorados, amargos y jóvenes. Las luces cortadas de antro podrido, el crepúsculo en el alba, otra vez la noche del día del día y de la noche, y el dolor en la entrepierna, el tufo de las mañanas …y el cigarro, quemándote el estómago.
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Celular
María Florencia Guzmán
Ganaste El chillar ante un evento propiciado por mí misma No evacuará la grasosa realidad Y suena Pero no Es mi mente Ganaste Mis muslos entre los tuyos apretándose Lo recuerdo con puntos y comas Retumba Maldito sea mi tímpano Maldito sea Lo oigo Es mi mente Ganaste Mi lascivia extraña Y mi vulva pide Quiere repetir el plato Y suena Pero Ya no hago caso Es mi mente Ganaste Bese cada pedazo roto de tu alma Y tu cada espacio de mi cuello Y lo busco Y lo extraño Y suena Es mi mente Ganaste Perdí Si se puede llamar a esto perder No vienes No te llamo No esperas No te indago No nada No sí sí no Ganaste Estrujaste mi cuerpo contra el tuyo Masturbaste tu mente con mi santidad Eructaste tus verbos sinceros Y yo aún Rebusco si algo sobra Para llamarte Y oírlo Sin que Mi mente Juegue.
Teorema cosmológico Esteban Poole Fuller
La política y sus vaivenes, los romances y relaciones, los negocios y ambiciones mundanas por el absoluto abrumadas nuestras construcciones son arbitrarias constelaciones.
Haces brumosos, inconmensurables flotando, danzando en el infinito, los espejos y biombos caen en el abismo, la emboscada a la realidad, rebelión del vacío a la que sucumbe el sentido. De la lucha en el desierto del ser quedan la angustia, la náusea, la nada hasta la saciedad. El espíritu ha evacuado, el mundo ha vomitado. El tiempo como carrusel, se consume hasta desaparecer. ¿Arder fugazmente y ser abatidos de improviso en el estallido cósmico? ¿Agonizar apaciblemente, fluyendo, evaporándonos a través de velos cíclicos? Cristales rotos, frenesí nervioso, canto de pájaros vagan perdidos, aplastados con el firmamento de cuya confrontación retorno al mundo vaciado cual profeta, viendo un tenue brillo suspendo el escepticismo, este salvavidas anhelo:
Cambio
Estancamiento
Vida --------------------><----------------- Entropía Adversidad
Proyectos
Apacibilidad
Complacencia
No distingo si es pensamiento cosmológico o insensatez. ¿Hasta donde nos aliviará este dialéctico teorema?
Eco anterior Un elefante al sonido de piedra Cantarás y tu canción tendrá su fuente en el estanque, y en la forma en que tu paso calza su bandera. Cantarás y la canción será para mí el eco anterior al sonido.
Enrique Mosqueira
Un elefante de piedra, inmerso en un pastizal, se abstrae en el vértigo del paisaje y asciende entre canteras. Ese espejismo es un nevado y cualquier grandeza irrisoria cuando se acuesta entre lo azul el monje blanco y su voz en los ríos cambia el sentido de los cauces.
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A R R A T I U MI G
QUIERE MATAR A TU MADRE Camilo Uriarte Trancón
Resplandor sacar discos, produce eventos de mayor calidad cada vez y con bandas reconocidas internacionalmente: el último ejemplo de esto es el concierto en Lima de la legendaria banda The Jesus and Mary Chain.
Yo considero que en Lima hay buenas bandas, muchas veces muy originales y muchas veces totalmente desconocidas por el largo de gente que podría disfrutar escuchándolos. Este me parece que es el caso de Resplandor. Quizá exista en los anales de la conciencia colectiva alguna otra banda shoegazing en Lima; sin embargo, ahora no se me viene a la mente ninguna; de hecho, resulta bastante evidente que Resplandor es la banda insignia del género en nuestro medio. Se han sabido mover bien, el líder o principal gestor de los temas de la banda (¿será lo mismo siempre?) es Antonio Zelada, quien también está detrás de Automatic Entertainment, sello y productora que además de
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De alguna forma, un camino similar ha seguido Resplandor. Tras un primer disco, Elipse, con una producción pobre que dejaba entrever sus intenciones de una forma borrosa, el grupo fue fichado por un sello extranjero (Alison Records, de Alemania); en cambio, su segundo álbum, Ámbar, es muy prolijo en su producción. A partir de ese álbum sus trabajos siempre han sido pulcros y bien cuidados, desde la música hasta las carátulas, con tal de expresar lo etéreo del sonido shoegaze. Ámbar recorre texturas y acordes melancólicos, reflexivos, pero casi siempre con un ritmo pujante, nunca se arrastra, siempre está en movimiento. Llenos de efectos, está la estática y las olas de efectos acostumbradas al estilo shoegaze; sin embargo, de alguna forma, se siente un trabajo algo plano. Quizá sea culpa de la grabación, quizá las composiciones al empezar son muy simples para ir más allá o, simplemente, se sientan muy contenidos de llamar a la mente ese estilo al que obviamente apuntan; el mismo que está, por lo general, lleno de ondas y de mareas inmensas de acoples, estática, ecos y ruido. ¡Falta violencia! Dentro de todo el disco hay buenos momentos, tantos que no creo que tengan que envidiar mucho a tantos grupos shoegaze del mundo que tratan de recrear inútilmente las peores manías de
Kevin Shields. Otro detalle a recalcar es que Resplandor utiliza pistas, secuencias electrónicas como base rítmica, lo que asemeja su sonido a una especie de electrónica y ambient por ratos, o a grupos como Seefeel. Aquí es donde uno pega el grito al cielo y piensa, con razón, «les falta punche». Esto termina siendo cuestión de gustos o, incluso, de costumbres. Es aquí donde viene la carta ganadora. Resplandor ha editado su última placa, Pleamar, con casi todos los títulos de las canciones en inglés, ha sido producido por Robin Guthrie (gestor de Cocteau Twins, entre otros proyectos) y lanzado por Automatic Entertainment en una presentación simpática en digipack. Suena como una reivindicación, una carta segura, ¡un hito en el rock peruano! No, nunca tanto. Mientras que la producción ha mejorado inmensamente haciendo la escucha mucho más placentera, rica en detalles, táctiles olas de ruido y demás narcóticos para un fanático
del estilo, hay algo en lo que Resplandor cae desde sus comienzos: lo etéreo e impávido de su música lo han hecho ser de esos grupos que casi dan sueño. Otro punto bajo es el trabajo de voces. Mientras que en el disco Resplandor puede recrear el registro de un digno ruiseñor, en vivo es obvia la carencia, ya bordeando lo grave. ¿Y el disco se
salva? De hecho, es un buen disco, los temas son más ambiciosos y ha crecido la banda como banda, con muchos colaboradores y, a veces, probando con baterías reales con buenos resultados (con su respectivo baterista de carne y hueso). Las diferentes sonoridades que construyen son altamente disfrutables y requieren de una escucha atenta para
conocer a fondo el disco y las murallas de sonidos y efectos formadas por capas y capas de guitarra. Definitivamente un paso adelante para Resplandor, un paso adelante hacia la originalidad y, mejor aún, hacia componer un álbum totalmente redondo y disfrutable. Está bueno. Ya casi, chicos, aún no, pero ya casi.
Pero Boris no se trata solo de eso: cada disco suyo ha sido un paso hacia adelante y hacia el costado del anterior. Hacia adelante porque van adoptando un estilo reconocible, lo cual no significa predecible. Hacia el costado porque cada disco suyo es diferente del anterior. Suena difícil de creer, pero en 2006 salió al mercado Vein, una placa llena de acoples y ruido sobre lo que parece una versión hardcore de Boris, con gritos, un estilo bien crust; es decir, riffs acelerados y una batería machacante y rápida. En el mismo año también salió al mercado una colaboración de Sunn O))) (banda que lleva a extremos inimaginables el término oscuridad y música pesada), que me parece uno de los mejores discos del año: atmosférico (casi estratosférico) y oscuro, pesado, imponente, etéreo. Parecía hecho con una neblina que ocultaba la calidez de un sol moribundo, o la oscuridad de una noche sin luna.
de hecho, es un poco más tranquila de lo que Boris nos tiene acostumbrados, pero se hace obvia la influencia psicodélica en su estilo, su culto por los sonidos y los arreglos cósmicos. Las líneas de guitarra con ecos más cercanos a un llanto espectral, las voces que se asemejan a mantras, elementos que también se hallan en gran parte de sus discos. Siempre lo inmenso, lo cósmico, lo melódico, lo ruidoso, todo en una banda. Su última producción, Smile, aunque no tiene tanto gancho como Pink, tiene la experimentación de siempre, acompañada de algunos tracks embriagados en rock and roll. Son temas densos, cubiertos por neblina, con un final apoteósico con guitarras abominablemente pesadas.
Boris Desde Japón, si hay un acto que hace años ha llamado la atención del público occidental (y, por su influencia, de gran parte del resto del mundo), es Boris. Este es un trío (aunque en vivo son a veces hasta cinco) muy divertido, que toca lo que muchos denominan «doom experimental». Parece un chiste de estilo japonés contemporáneo: un baterista que tiene los gestos y la euforia de un roquero empedernido, incluyendo la abertura de camisa y el uso de un gong (que la mayoría del tiempo sobra); una mujer en la guitarra, de apariencia muy etérea (y cierto disfrute para la vista); y un bajista-guitarrista (a veces ambos en una misma canción) gracias a un instrumento de dos cuellos, un mastodonte de guitarra que combina a ambos. Además, harto acople, feedback (como te guste llamarlo), harto ruido, estática y harto rock and roll. Desde sus primeros discos (Absolutego), Boris plantó su propuesta en un doom maloso, totalmente oscuro y denso, inmenso, casi sísmico. Baterías lentas y marciales que entraban casi a la mitad de una canción (sí, una sola) que duraba una hora o hasta más. La primera media hora está bañada en juegos ambientales de acoples, ruidos y demás devaneos de electricidad y de efectos. El doom es un estilo que juega mucho con los riffs pesados y metalizados, pero como una marcha funeral, oscura y muy sentida a la vez. Ellos lo probaban aun en su espectro más extremo; conforme creció su discografía, fueron cambiando más. Por ello, Pink (2005) ya es otro cantar. Canciones con gancho, al más efectivo stoner rock, canciones para agitar la cabeza a más no poder, y divertidas, finalmente para un tonazo con filo. Dentro de estas hay un par de devaneos experimentales, como la primera, y hacia la mitad, «Blackout», que contienen esos riffs lentos y amenazantes, aunque quizá más reflexivos (especialmente en «Farewell», la canción que abre el disco) que tanto identificaban su sonido original. No fue un cambio de la noche a la mañana, ya en discos anteriores habían experimentado con más melodía e hilvanado sus incendiarias canciones con riffs con mucho gancho.
Boris, si de estilos se habla, se basa por completo en lo pesado, en el doom, pero a la vez experimenta con los efectos, con el espacio, con hacer crecer las canciones hasta las estrellas, o simplemente con el ruido. Creo que ahí es donde entra el término experimental. Si eres de gustos católicos, escucha Pink; si quieres algo más denso, ambiental y etéreo, puedes escuchar Boris at last-Feedbacker (una canción inmensa y de más de una hora, sentida, partida en tracks que tras empezar sentando el ambiente, crece hasta elevarte), o la colaboración con Sunn O))): Altar. Si quieres algo bien pesado, puedes escuchar Absolutego; si quieres algo más equilibrado, puedes buscar Akuma no uta o Heavy rocks. Creo que algo que resalta dentro de todo siempre es lo psicodélicos que son. Una prueba es su colaboración con Michio Kurihara (guitarrista de una banda japonesa llamada Ghost), que,
Todo esto hace de Boris una banda sumamente recomendable y de la cual, dentro de todos sus cambios, estoy seguro que alguna faceta de ellos te puede agradar. Sobre todo si tienes la mente abierta a quienes no se hacen problemas por pasar de lo melódico y lo directo a lo denso y ruidoso en una misma canción. Quizá uno se pueda quejar de falta de consistencia, y es que hay que tener mucha paciencia para seguir a una banda que no repite el disco que tanto te gusta con otro del mismo estilo. ¿Pero realmente vale quejarse porque una banda no se repite a sí misma? Una banda sin miedo a experimentar no es algo a lo que hay que tenerle miedo.
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Musica Babasónicos Mucho (2008) / Universal
Oscar García
La banda Babasónicos tiene la virtud de personificar al prototipo del argentino: elegante, fashion, soberbio, conquistador, cínico, seguro de sí mismo, etc. Con el paso del tiempo —y después de haber transitado por casi todos los géneros habidos— han ganado concisión y sobriedad, lo que se demuestra en la media hora que dura su último disco. Las letras interpretadas por Adrián Dárgelos han evolucionado notablemente: en Mucho muestran una actitud desafiante e irreverente, manteniendo el sonido pop sofisticado que siempre han cultivado, aunque transitando también por el rock sucio, el electro-pop, el country y la balada. Este disco está claramente emparentando con sus últimas producciones —Jessico, Infame—, pero sobre todo con su anterior disco, Anoche, tanto que las tres primeras canciones de Mucho podrían encajar fácilmente en esa producción. Mucho inicia con «Yo anuncio», una canción que resume la creencia babasónica (y por más que me bañe en humildad / se evapora al rato), sigue con la extraordinaria «Pijamas» —el primer single— que da paso a «Escamas», con su clásico sonido pop-elegante y una letra de lo más cínica (puede que siempre salga con la mía / eso no se discute acá). Las baladas cumplen («Como eran las cosas», «Las demás»), aunque no llegan al nivel de otras canciones lentas suyas; mientras que el electro-pop se hace presente con «Microdancing», de letra hedonista, en la que se burlan del poco espacio que hay en una discoteca (apretados / microdancing). En resumen, un buen disco que te puede gustar mucho.
Calamaro
Roy Aníbal Palomino Cano
«Gracias, El Silencio. La música… lo veníamos hablando con el maestro Ciro [Fogliatta]: la música no podría existir sin el silencio. El silencio es todo lo que existe entre las notas y el ritmo. Estamos en el océano Pacífico y Elvis está vivo» (Playa El Silencio, un fragmento hablado antes de tocar «Elvis está vivo» el domingo 15 de febrero de aquel 1998, del cual no muchos fuimos partícipes, pero sí fuimos parte de él).
Si Andrés Calamaro hubiera imaginado y grabado entre 1994 y 1995 la canción «Diez años después», eso habría servido como profecía metafórica para su situación en el Perú, pues demoró en volver a tocar aquí otra vez. Sin embargo, el camino es más largo. Cuando uno piensa en su niñez, recuerda canciones como «Mil horas», «Mi enfermedad» y «No se puede vivir del amor», canciones de Los abuelos de la nada y Los Rodríguez escritas por Calamaro en esa época en que se empieza a conocer el amor. Luego, con el tiempo, uno tiende a enamorarse e ilusionarse con Alta suciedad, álbum que contiene canciones recordadas como «Flaca», «Media Verónica», «Crímenes perfectos», «Loco» y otras… luego viene la exploración del amor, el sexo y, sobre todo, la desilusión con el disco doble Honestidad brutal: temas como «Paloma», «Te quiero igual», «Tu parte de adelante» y otras canciones mortales… y así, con la emoción total de ese sentimiento, pasamos a descubrir a un Calamaro eufórico que grababa El salmón, aquel monumental disco de más de 100 canciones que pasó desapercibido, sin suficiente repercusión en el mundo, ya que jamás fue tocado en vivo; sentir el dolor que Calamaro atravesaba en esos momentos solo es posible en sus canciones, pues deja de tocar y entra en sus conflictos interiores, metido en drogas y sumergido en su propia filosofía construida, tal vez, en base a la desilusión y al mero ímpetu de escribir canciones. No obstante, con luces de esperanza y algo de tiempo empieza a darnos ciertos granos de su talento con mucha ilusión para quienes esperábamos encontrar en su blog (www.calamaro.com) y en www.camisetasparatodos.ar: las primeras versiones de «Estadio azteca», «El tilín del corazón» y algunas canciones más. Así nos ilusionarnos con su disco El cantante, disco con el que nos sentirnos más familiarizados por recordamos temas como «Volver», además de dejarnos canciones inmortales como «Estadio azteca» y «La libertad». Más adelante continúa y crea un álbum algo más extraño, Tinta roja, un disco de tango. Nos tocó ver, pues, cómo Calamaro parece ir madurando y empieza a volverse un monstruo del rock en español: graba con Litto Nebbia, el creador del rock en español, el disco El palacio de las flores y el himno de los corazones en venta, la canción «Corazón en venta», tema que a algunos (o simplemente a todos) nos afecta en algún momento de nuestra vida. Lo que muestra es, poco después, que estaba de vuelta —y de vuelta para todos— con su última gira internacional, La lengua popular, que incluye, probablemente, una de las mejores interpretaciones para los seguidores de Calamaro: «El Carnaval de Brasil». Con la euforia de oírlo de vuelta la mañana de ese domingo 26 de octubre de 2008, algunos recorrieron mucho, vinieron desde Cusco o tal vez desde poco más lejos, hacia la explanada de un estadio monumental para encontrarse con una importante y significativa fila. Entonces, antes de empezar el concierto, cuando se pararon siete hombres y empezaron a corear a capella «quiero arreglar todo lo que hice mal», palabras que dan nombre al monumental disco olvidado El salmón (aunque en el concierto sí tocó canciones como «El salmón», «Chicas» y «Tuyo siempre»), aún teníamos ciertos sentimientos de miradas incompletas.
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Esos son los momentos que uno recuerda que vivió, ello hace que simplemente se te erice la piel y te rueden las lágrimas, lo cual es difícil de explicar en papel. Sería rutinario narrar todas esas sensaciones, pero para darse cuenta de tal magnitud el youtube ayuda en algo. Aquí he obviado muchas cuestiones de su vida, pero como dijo en alguna de sus entrevistas, nadie lo conoce bien y es normal que sea así. Además, ya hay exageraciones sobre su vida en sus biografías; sus críticos, amigos y enemigos también ya están ahí y a nosotros solo nos quedó compartir una noche de amistad, alcohol y demás, en que Alan, otro seguidor del ritmo calamarense, y yo solo fuimos amantes de su música.
Mundo blog
¿Reductio ad absurdum? Diego Rodríguez León laexperienciadirole.blogspot.com Prometeo, por más que el habla popular quiera desmentirme, sigue encadenado en el Cáucaso y su hígado sigue siendo devorado día a día por esa insaciable águila. Heracles, en realidad, no lo liberó, como algunos nos cuentan; ese supuesto día tuvo que aparecerse en el set de Xena: La princesa guerrera, no se dejen engañar. Pero olvidemos el castigo por un momento y pensemos en el acto por el que fue castigado. Gracias a él tenemos el fuego (la luz) que Zeus nos quitó en uno de esos arranques de capricho que suele tener cuando pelea con Hera y esta le reprocha su actitud de mujeriego empedernido; gracias a él podemos iluminar no solo el mundo, sino también los rincones oscuros en donde la verdad anda escondida por voluntad propia. «¿Por qué querría esconderse?», me pregunto.
Nada es cien por ciento cierto hasta que sucede; nada nunca es obvio, solo posible; nada puede preverse hasta que se da; y nada es absolutamente verdadero hasta que se comprueba. La verdad que tratan de imponernos, la que nuestros ojos evidencian y creemos indudable, es solo una parte de la mentira que es este mundo; pero «mentira» es una palabra muy fuerte y la contundencia, a pesar de ser característica obligatoria en esta afirmación, no busca presionar a nadie a creer en mis propias verdades, por lo que será mejor quedarnos con «engaño», ilusoriamente más leve. «¿Por qué debemos creer en quienes dicen haber encontrado la verdad en esos oscuros rincones?». Prometeo no robó la luz para hacer de cada uno de nosotros un pequeño humano ávido de poder y diseminador de falso
conocimiento; la humanidad ha perdido su propósito, ha descuidado la verdadera búsqueda. «Y llora no por el extremo dolor que el animal inflige en sus entrañas al devorarlas con delicia, sino al ver cómo aquellos por los que ahora sufre una condena eterna luchan por grandeza, se asesinan por dinero y mienten por amor. Mira a los cielos y da un último grito antes de perder las fuerzas y caer rendido ante el dolor: “Oh, gran dios del cielo y del trueno, haz a un lado toda la ira que tienes hacia mí y busca un espacio para la misericordia; perdóname, señor del Olimpo, ¡pues he cometido un error!”». «El mundo no está listo para el fuego. ¿Alguna vez lo estará?».
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Enrique Mosqueira