Movimiento de Educación Popular Integral y Promoción Social Departamento de Pastoral
CUARESMA: ¿Dónde estoy parao? 1
Introducción: Comenzamos haciéndonos concientes del momento que vivimos, cuál es nuestro punto de partida. Este ejercicio tiene esa finalidad. Hazlo con calma y deseos. Tómate más de una jornada. Ponte en disposición de orar: busca el lugar que más te ayude, una posición corporal acorde con la actitud de orar. Ponte en presencia del Señor y pídele que te ayude, te conceda su compañía y te dé el don de orar. Capta intuitivamente, como si fuera una radiografía de tu persona, qué cuatro o cinco palabras brotan de la experiencia de este tramo de tu vida, de estas semanas, estos meses, de este momento existencial que estás viviendo. Deja que salgan palabras y elige las cuatro o cinco más significativas, más reales, más nucleares en tu vida, más expresivas de tu realidad actual. No lo hagas deprisa; deja que las palabras vayan saliendo lentamente del fondo de tu alma, de tu corazón, de tu mente, de tu cuerpo, de tu energía o de tu cansancio. Míralas como si fueran burbujas de aire que se forman dentro del agua y van ascendiendo, saliendo de tu cuerpo; las escuchas, las nombras, las respiras... hasta que te quedes con cuatro o cinco, ordenándolas de mayor a menor importancia en tu experiencia actual. Cuando las hayas detectado nítidamente, ve repitiéndolas despacio con la respiración, sin pensarlas, sintiéndolas y respirándolas, para captar intuitivamente qué dicen de ti esas cuatro o cinco palabras, qué sabor de boca existencial te dejan. Ahora desarróllalas, dale contenido, extiéndete…recoge toda esa vivencia que contienen. Capta lo que vas experimentando en esas vivencias… Date cuenta de si tu deseo te haría cambiar alguna de estas palabras para sentirte mejor en tu vida actual. Observa si, aunque te costara un poco, podrías desde tu experiencia, desde tu libertad, cambiar alguna de estas palabras que nacen de ti por otra que hiciera tu vida más confortable, más auténtica, más pacífica. Ahora escucha este mensaje bíblico: «Tu palabra es lámpara para mis pasos, luz en mi sendero», y repasa en tu memoria de la Palabra
de Dios qué palabra necesitarías en este tramo de tu vida para iluminar tus pasos, para que fuera Luz en tu sendero real, ahí donde estás ahora. ¿Qué palabra necesitarías? Deja que vengan a tu memoria mensajes, palabras del Nuevo o del Antiguo Testamento, y quédate con una que se convierta para ti en luz. Repítela, respírala. Comprueba, tranquila y reposadamente, si, a la luz de esa Palabra de Dios, tus palabras se remodelan, se reorganizan; si, siendo expresión de la realidad, te conducen a una visión y una experiencia de tu propia realidad más honda, más pacífica, más serena, más profunda. Finalmente recoge todo lo que has visto de tu vida estos últimos tiempos, preséntaselo y convérsalo con Jesús.
II PARTE Trae a tu presencia tu cuerpo con su vida de hoy, con sus huellas del día de hoy. Pon toda tu persona, hoy, en presencia del Señor. Recita despacio el Salmo 23. Trata de visualizarlo con los sentidos y ve asociándolo a tu vida, a tu experiencia: anda versículo por versículo. Deja que el salmo vuelva a recrearse en una serie de escenas instantáneas o imágenes que hayas podido ver: una cañada oscura, una fuente, una pradera, un cayado... Cae en la cuenta de los sentimientos que se han despertado en ti. Es posible que hayan surgido en ti percepciones, deseos, añoranzas... Expónselos a Jesús. Despídete de este salmo... Vuelve a recordar la paz que envía a tu cuerpo. Ve recuperando el movimiento poco a poco, liberando la tensión de la postura, abriendo los ojos1.
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Tomado del libro “Unificación personal y experiencia cristiana”( 2001) de José Antonio GarcíaMonge sj. Edit. Sal Tarrae, Santander,