Creo que, si algunos docentes no tienen esa cuota de sensibilidad humana, ninguna docencia servirá; porque lo que tiene de desafiante estar en el siglo XXI, es, justamente, derrotar a la maldad, acabar con los castigos, y llegar a una percepción del otro que privilegie: el respeto, la honradez y la amistad. La credibilidad, el crédito moral que el otro, como nosotros, merecemos. Algunos “pocos” docentes olvidan, una vez que adquieren el derecho “oficial” a monopolizar la enseñanaza, que su camino todo a través de la educación oficial fué un aprendizaje, y se convierten en autoridades, caciques, jefes, cabecillas y abusones (parafraseando a M. Harris). Debemos recordar que allí donde exista el método de la autoridad, estamos abriendo la puerta al despotismo y la desigualdad. El error y el castigo. Y no es así como funciona una educación. Una educación que no traiga las herramientas del amor y y la verdad, es imposible para nosotros. Es volver a ejercer la maldad. Y no me canso de decirlo, repito, hay todo un mundo nuevo en nosotros, no vamos a ser tan necios de resistirnos. La educación marcha al ritmo deshumanizado de la disciplina, el orden y el rigor, los cronómetros, las notas, las escalas, los rituales del poder; toda esa verdadera mierda que todos ejercemos cotidianamente, llenos de odio por semejante injusticia, mientras proclamamos creer en la verdad científica, para elevarnos con esa institución que predica el abuso y el maltrato, la desigualdad y el sálvese quién pueda, y es la antítesis absoluta de una verdad científica. Todo esto nos pasa cuando se nos sale la cadena, y actuamos mecánicamente “de docentes”. Nos creemos sicólogos, médicos, farmacéuticos, y pretendemos enseñar una disciplina científica, una forma de ver el mundo, como si en verdad nos interesara y supiéramos, y estudiáramos esa misma disciplina, como para poder decir algo, disparar una clase, obtener algo, algún gesto comunicativo no personal, sino social. Eso es conocimiento: es conversación, es lectura, es acto creativo, es legal, ayuda, impulsa, propone, disfruta, ejerce su sociabilidad y obtiene un conocimiento. Pero es que no hay otro camino para su obtención, tiene que ser así, entregados con fe y alegria a comprender, razonar, entender, todo eso que nos pasa y es estar vivos. La vida es nuestro campo de estudios. Por eso, los idiotas que razonan todo de forma matemática están tan ligados a la corrupción (como los ministros y diputados).