Mi casa DINÁMICA: MI CASA Momento personal: cada participante deberá construir su "casa" explicitando qué realidades, actitudes, experiencias de vida, ámbitos, etc. son parte de la misma. La casa es un símbolo de la vida, del espacio propio y construído por uno mismo, por eso se le atribuirán las siguientes características. Piso: es aquella realidad que me sostiene. Estaría conformado por las personas, las historias, las decisiones, las realidades que han sido fundantes en mi vida, desde las cuales puedo seguir construyendo. Paredes: son las que me conforman como persona única e irrepetible. Aquí buscamos sintetizar las características más propias, carácter, estilo, gustos, etc. Puerta: es la que me relaciona con el exterior. A partir de ella pensaríamos cómo nos relacionamos con los demás, caracterizando la puerta (tamaño, material, cantidad de puertas) con la forma en que los demás entran o salen de mi vida. Techo: lo que me protege, me cubre... Podemos pensar qué personas me protegen y han protegido, qué realidades de mi vida son "un lugar seguro", qué mecanismos de mi personalidad me defienden de los demás. Ventanas: por ellas entra luz, a través de ellas descubro qué pasa afuera. Buscaríamos ahora cosas que iluminan mi vida, qué situaciones, realidades, personas me permiten mirar lo que soy y lo que me rodea con mayor claridad. A partir de éstas partes básicas de la casa podemos seguir agregando zonas interiores tales como: cocina (qué me alimenta y me ayuda a crecer), dormitorio (en qué o quiénes descanso), living (con quiénes comparto, me divierto), baño (qué o quiénes me ayudan a limpiar mi vida), biblioteca (qué ocupa mi mente con más frecuencia, qué leo, estudio, etc.), jardín (quiénes me ayudan a crecer y florecer, sacando lo mejor de mi). Momento grupal: se comparte la casa construída. Reflexión: en este espacio, símbolo de nuestra vida, está la presencia de Jesús, que como Señor de la vida y de la historia, acompaña, construye, protege y cuida mi casa. A la pregunta: "Maestro, ¿dónde vives?", hoy Jesús nos responde: "En tu propia casa". Cierre: pensamos y compartimos en voz alta, cómo siento que Cristo habita en mi casa, qué lugar le doy, cuándo le abro las puertas, en qué habitaciones no lo dejo entrar, dejando en claro que el Señor quiere compartir todos los espacios de mi casa.