I.E MARIANOS SANTOS M. Diego Ayala Alarcón 5to “A”
LAS ARTES PLÁSTICAS DEL ANTIGUO EGIPTO
LA PINTURA
LA ESCULTURA
LA ESTATUARIA: LA ESCULTURA EXENTA
EL RELIEVE
LA ESCULTURA EGIPCIA La civilización egipcia se distinguió no solamente por sus asombrosas realizaciones arquitectónicas, sino también por la calidad de sus logros escultóricos, manifestados a través de una producción abundante: desde esculturas colosales (como la famosa Esfinge de Gizeh o las figuras sedentes de Ramsés II en AbuSimbel), hasta obras de tamaño natural o figurillas diminutas. Por otra parte, junto a las obras de bulto redondo abundan igualmente los relieves, con los que se decoran los muros de muchos edificios. La razón de esta situación ha de buscarse en el hecho de que la escultura tiene sobre todo una finalidad funeraria, asociada a las prácticas religiosas. Podría decirse que estas obras no están pensadas para representar la vida en si misma, sino más bien para servir de soporte del alma en la vida eterna.
APRENDER A MIRAR
¿QUÉ PODEMOS DEDUCIR DE ESTAS IMÁGENES SOBRE LA PLÁSTICA EGIPCIA?
¿Qué tenemos que saber sobre la plástica egipcia? LOS TEMAS REPRESENTADOS Y SU SIGNIFICADO
LA TIPOLOGÍA O FORMAS ESCULTÓRICAS
LOS MATERIALES EMPLEADOS
LA TÉCNICA
LAS CARACTERÍSTICAS FORMALES
LA CONDICIÓN SOCIAL DEL ARTISTA
LAS OBRAS MÁS REPRESENTATIVAS
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La plástica en Egipto tiene un carácter religioso y cortesano. Las piezas más importantes proceden de los templos y de los sepulcros.
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El panteón egipcio aparece densamente poblado, a pesar de las épocas monoteístas (Akenatón en Tell-el-Amarna) y aporta una gran variedad iconográfica ya que los dioses pueden adoptar formas zoomorfas y cada uno posee un atributo que le identifica.
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Existe además una simbología política: la unificación de los dos Egiptos expresada mediante las dos coronas (alta = flor del loto + baja = flor del papiro) o la representación conjunta del halcón y del buitre. El poder del faraón viene expresado en el áspid (capacidad destructora) o el ureus (cobra) que es el símbolo de la protección de que está dotado el soberano.
TEMÁTICA
LA ESTATUARIA EGIPCIA: TIPOLOGÍA
ESTATUARIA REAL Se centra en la figura del faraón, encarnación de Egipto e hijo de los dioses, garante de la supervivencia de la civilización egipcia. Siempre en actitud hierática.
ESTATUARIA CORTESANA Junto a él aparecen con frecuencia representaciones de funcionarios (escribas, sacerdotes, contables, alcaldes, etc...), con un tratamiento menos hierático.
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La exigencia ritual de satisfacer las necesidades del alma en su peregrinar por la vida de ultratumba, favorecieron el desarrollo de un tipo de escultura muy peculiar del antiguo Egipto. Los sepulcros se hallan repletos de representaciones de servidores en multitud de tareas domésticas o laborales que, supuestamente, facilitarían la vida del difunto en el más allá.
LOS MATERIALES •
Las esculturas fueron talladas en los más diversos materiales, desde la caliza y la madera (materiales blandos) a las piedras más duras y lujosas como el granito, basalto, obsidiana, pórfido, etc. Metales nobles como el oro también fueron usados, aunque su refundición posterior no ha facilitado su supervivencia.
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La policromía completaba, a veces, la plástica, sobre todo si se trataba de materiales pobres (caliza o madera) o existía la necesidad de acentuar el realismo.
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El tamaño de las imágenes va desde las esculturas de pequeño tamaño a las colosales.
EL ARTISTA EN EL ANTIGUO EGIPTO •
El artista es considerado un artesano al servicio del poder (faraón), y será ese poder quien determine las normas de representación, que se mantendrán homogéneas y sin cambios apreciables ( exceptuando el período de "libertad" artística que se implantó durante el reinado de Amenofis IV (Akenatón) en Tell-el Amarna), a lo largo de toda la historia de la civilización egipcia.
LA ESCULTURA: CARACTERÍSTICAS FORMALES •
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Se trata de escultura de carácter religioso y funerario. Las formas escultóricas representan, por un lado, a los dioses del panteón egipcio y al faraón como dioshombre, como un ser sobrenatural, y por otro, personajes de la corte y escenas de la vida cotidiana. El tratamiento de las formas varía según se trate de unas o de otras. No se trata de una escultura de adorno, ya que sólo puede ser contemplada por el alma del muerto. No existe el concepto de "el arte por el arte". Las representaciones deben garantizar la inmortalidad del difunto y la posibilidad de que la vida de ultratumba se desarrolle sin contratiempos. De ahí surgen una serie de convencionalismos que se mantendrán fijos a lo largo del tiempo. El artista concibe la figura humana siempre en tensión física y espiritual totalmente ajena a la vida diaria.
LA REPRESENTACIÓN DE LA FIGURA HUMANA: El canon de los 18 puños Se caracterizan las esculturas egipcias, de casi todos los periodos, por la clara presencia de un canon, de una norma compositiva que regula cómo deben ser realizadas las obras. Como ideal de este canon debemos considerar una figura humana puesta en pie, en la cual la longitud total del representado (desde el centro de la frente hasta la planta del pie) guarde una determinada proporción, exactamente la de 18 veces la medida del puño cerrado. Es lo que se denomina "canon de los 18 puños“, que sólo en época ya muy tardía, a partir del siglo VII a. C., sería sustituido por otro de 21 puños, que alargaba más las figuras.
CONVENCIONALISMOS ESTÉTICOS EN LA ESCULTURA (I) •
Las representaciones están sometidas a un arquetipo idealizado: lo temporal y anecdótico que pueden indicar transitoriedad se desechan y se reservan a las clases humildes. De ahí que la imagen del faraón responda a un ideal de belleza y los demás pueden presentar rasgos más naturales. El realismo se destina a los hombres ordinarios.
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Hieratismo y solemnidad: la rigidez en el gesto indica eternidad.
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La jerarquización de las figuras es otro rasgo característico. El mayor tamaño de la figura del faraón está en consonancia con el rango que éste ocupa en la sociedad egipcia.
CONVENCIONALISMOS ESTÉTICOS (II) • La estatua-cubo: adaptación al bloque, sin salientes para evitar las roturas. • Simetría y frontalidad. Reforzadas por la disposición de los brazos a los lados del torso y la rigidez de la nuca, que sujeta en posición central la cabeza. • Los rostros son inexpresivos, con la mirada perdida en el infinito, dando lugar a imágenes frías y distantes, totalmente alejadas del espectador. Ojos almendrados. Mirada alta y fija al frente. • El dolor y la alegría no existen en estas representaciones, las figuras parecen sorprendidas en algún desfile o ceremonia oficial.
CONVENCIONALISMOS ESTÉTICOS (III) •
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Arcaísmo en las representaciones anatómicas, que aunque resultan proporcionadas, ofrecen una visión superficial e idealizada del representado. Las formas acaban resultando, por tanto, rígidas. La pierna izquierda suele avanzarse ligeramente en señal de movimiento. Los brazos pegados al cuerpo. Todo ello refuerza el carácter cerrado de las composiciones. El tratamiento de los paños y ropajes también resulta rígido, sobre todo en las figuras masculinas; en las femeninas los paños se adaptan al cuerpo, subrayando la anatomía de la mujer. El retrato destaca por su regularidad geométrica (simplicidad) y la aguda observación de lo esencial. Son equilibrados y con vida, pero resultan remotos en su eternidad.
A MODO DE CONCLUSIÓN: •
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El hieratismo (la actitud hierática) y la solemnidad, presentes en la estatuaria real, están relacionadas con su función: presentar al faraón como un dios, como alguien diferente del vulgar mortal; de ahí la ausencia de movimiento, el estatismo y la quietud que sugieren atemporalidad y, por tanto, eternidad. Es por esto último por lo que la estatuaria egipcia no sufre cambios importantes a lo largo de su milenaria historia. Tales convencionalismos fueron fijados en el Imperio Antiguo y preservados casi hasta el final de la civilización egipcia, incluso en los tiempos de dominación griega y romana, ya en los siglos IV-I A. de C.
LA ESTATUARIA CORTESANA •
Frente a esta estatuaria real de carácter sobrenatural, se dio otro tipo de escultura más “vulgar”, que representaba a altos dignatarios de la corte real, altos funcionarios, escribas o administradores; en ningún caso se trataba de una “estatuaria popular”.
RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LA ESTATUARIA CORTESANA •
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la humanización del personaje representado, con una gran carga de realismo. El estudio psicológico y la representación de actitudes humanas de forma naturalista contribuyen a este efecto. Se trata de seres humanos que desean ser reconocidos por su apariencia. La mayor parte de estas estatuas tenían un propósito funerario, y según la tradición egipcia, el “Ka” del difunto debía de ser capaz de reconocerse en sus propias estatuas, de ahí el realismo de las mismas. Se trataba de una estatuaria privada, en contraposición a la estatuaria pública centrada en el faraón. Los materiales empleados fueron tanto la piedra como la madera, que se policromaban.
LA EVOLUCIÓN DE LA ESCULTURA EGIPCIA: OBRAS MÁS REPRESENTATIVAS.
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Etapa Tinita: la plástica de este periodo ha dejado magníficos ejemplos de objetos de uso cotidiano: - Cuchillos rituales (cuchillo de Gebel el Arak) - Paletas de cosmética
Evolución de la escultura
Paleta del rey Narmer Las paletas son uno de los documentos más antiguos donde se puede conocer la historia de Egipto. Se datan en el período Predinástico. En un principio su función era la de servir de soporte para los pigmentos, cremas, aceites, etc., que se aplicaban en el cuerpo, aunque era común encontrarlas dentro de ajuares funerarios o como ofrendas en los templos. Están elaboradas en diferentes materiales, como piedra, marfil, madera, basalto, etc., y en ellas se recogían tanto hechos mitológicos como reales
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LA PALETA DE NARMER La paleta está confeccionada en esquisto verde, según otros investigadores el material es pizarra, tiene unas proporciones de 45 cm. de ancho, 64 cm. de alto y en su parte más gruesa de 6.5 cm. Ambas caras de la paleta están decoradas, en su parte superior aparecen dos cabezas de vaca que simbolizan, bien a la diosa Hatubat o bien a la diosa Hathor. Entre ellas se sitúa la Fachada del Palacio, y en su interior se encuentra el nombre Horus del rey, el pez Nar y un cincel, cuyo significado es “Querido de Nar”.
PALETAS DE COSMÉTICA
Paleta con forma de pez Paleta del "Campo de Batalla". Pizarra. Hacia 3150 a. C. Probablemente procede de Abydos. Anchura, 20 cm. Museo Británico.
Estatuas de Rahotep y Nefret. Caliza pintada. Altura, 120 cm. Procedentes de la mastaba de Rahotep en Meidum. Museo Egipcio de El Cairo
Estatuas de Rahotep y Nefret. Caliza pintada. Altura, 120 cm. Procedentes de la mastaba de Rahotep en Meidum. Museo Egipcio de El Cairo.
Casi a tamaño natural, las dos figuras están separadas, pero podrían haberse concebido como una pareja. Nefret está envuelta en una túnica ceñida, la mano izquierda oculta, y la derecha entre el pecho y el codo. En Rahotep, en cambio, los miembros están ligeramente separados del cuerpo y del asiento, que es un sencillo bloque sin decoración alguna. Se marcan con claridad los músculos del brazo, y los dedos aprietan un objeto cilíndrico. Los rostros están tratados de un modo tan individualizado que es casi obligado considerarlos como retratos. Los cuerpos son volúmenes plásticos de formas amplias (angulosas en Rahotep, redondeadas en Nefret) y no apuradas en pos del detalle, como para no restar interés a las cabezas, donde el afán de vida se concentra y expresa. Rasgos arcaicos, no superados hasta la V dinastía, son los anchos tobillos. Los nombres y títulos de la pareja están inscritos en las losas de piedra que forman los respaldos. Son esculturas concebidas como estatuas incluidas en la roca. Ninguna de las dos está hecha para ser vista por detrás.
Estatua de Katep y Hetepheres. Caliza. Altura, 47'5 cm. Procedente posiblemente de Giza. Alrededor de 2300 a. C. Museo Británico.
El enano Seneb y su familia. Caliza pintada. Altura, 34 cm. Procedente de Giza. Museo de El Cairo.
Estatua de Kefrén. Diorita. Altura, 168 cm. Procedente de Giza. IV dinastía. Museo Egipcio de El Cairo.
Estatua de Kefrén. Diorita. Altura, 168 cm. Procedente de Giza. IV dinastía. Museo Egipcio de El Cairo.
La estatua de tamaño natural de Kefrén sigue siendo la obra maestra de la escultura del Imperio Antiguo, tanto por la destreza de la labor cuanto porque materializa el concepto de soberanía en el Egipto antiguo. El faraón está sentado en un trono cuyo respaldo le llega a los hombros; encima éste, Horus, en forma de halcón, abraza con sus alas la cabeza del rey, y las dos figuras están vinculadas porque el faraón reinante es la encarnación de la divinidad. El trono tiene patas de león, y cabezas del mismo animal sobresalen en los dos extremos del asiento. A ambos lados del bloque en que el trono está esculpido como relieve, se ven las flores del Alto y el Bajo Egipto, enlazadas por el nudo de la unificación. El rey se halla semidesnudo, con sólo el shenti plisado, en postura de rígida simetría, apenas aliviada por la distinta colocación de las manos. Esta estatua se hallaba en el Templo del Valle del faraón. Se descubrió bajo el enlosado, en una fosa en la que se había colocado en fecha indeterminada, ya fuera para protegerla o con una finalidad ritual. En el mismo lugar se encontraron fragmentos de estatuas similares.
El faraón Menkaure (Micerinos) y su esposa (probablemente Kha-merernebty). Altura, 139 cm. Procedente de Giza, del templo de Menkaure. 25482530 a. C. Museo de Bellas Artes de Boston.
El faraón Menkaure (Micerinos) y su esposa (probablemente Kha-merer-nebty). Altura, 139 cm. Procedente de Giza, del templo de Menkaure. 2548-2530 a. C. Museo de Bellas Artes de Boston.
El hecho de que algunas esposas de faraones estén representadas en pequeño tamaño a los pies de éste no debería autorizarnos a especular sobre el lugar que ocupaban entonces las mujeres. Menkaure se hizo esculpir acompañado de su esposa, y los dos tienen las mismas proporciones. La mano de la reina ciñe el talle del faraón; los dos están avanzando, aunque a ella el ajustado vestido le estorba el paso. El faraón egipcio se consideraba en parte hombre y en parte dios, el eslabón entre el mundo de los mortales y los cielos. Su poder y la autoridad eran supremos. Entre sus deberes estaba la conservación del orden de Maat, la justicia contra las fuerzas de caos
El faraón Menkaure (Micerinos) con la diosa Hathor y la representación de un nomo.
El faraón Menkaure (Micerinos) con la diosa Hathor y la representación de un nomo..
El faraón Menkaure (Micerinos) con la diosa Hathor y la representación de un nomo. Pizarra. Altura, 83'5 cm. Procedente del templo del valle de su pirámide en Giza. Dinastía IV. Museo de Bellas Artes de Boston.
Altorrelieve de una serie de ocho (de los que sólo cuatro se conservan enteros) en homenaje a las ciudades-cantones de Egipto que veneraban a Hathor como divinidad principal. Esta magnífica escultura muestra la relación cercana que los egipcios percibieron entre sus dioses y sus reyes. La figura central es la diosa Hathor, identificada por los cuernos que rodean el disco solar en la cabeza. Expresa su cariño al faraón (que lleva la corona del Alto Egipto), rodeándole la cintura con uno de sus brazos y tocándole levemente el brazo con la otra mano. La tercera figura personifica un nomo o provincia, identificado por su símbolo, la liebre, que tiene sobre la cabeza. En la mano izquierda lleva el ankh, símbolo de la vida, como obsequio al rey.
Colosos de Memnom: Estos colosos miden 18m de altura, antiguamente eran una entrada del desaparecido templo de los muertos de Amenofis III. Por culpa de un terremoto uno de los colosos se agrietó y desde entonces “cantaba”a la salida del sol, Pero enmudeció de nuevo cuando la grieta fue reparada, las causas de este canto se debía al cambio de temperatura y humedad entre el día y la noche.
Escriba sentado. Caliza pintada. Altura, 53 cm. Procedente de Sakkara. V dinastía. Museo del Louvre. París.
Los escribas sentados del Louvre y del Cairo. Los dos constituyen un dechado de perfección de un género muy típico del momento, el de las figuras que desarrollan una actividad que puede ir desde el noble ejercicio de la escritura al humilde y simpático acto de moler grano. Conforme a un canon establecido y del que hay otras muestras, el escriba aparece sentado, con las piernas cruzadas, el punzón o estilo en una mano y un extremo del rollo en la otra, como dispuesto a realizar un menester que por difícil y poco divulgado le hace sentirse ufano de sí mismo. Sus autores los han labrado en sendos bloques de caliza, les han puesto unos ojos de cristal que aún hoy conservan el brillo húmedo de ojos vivos, y los han pintado de pardo y ocre. El cristal de roca de los ojos recubre las piezas de que éstos se componen: córnea de alabastro, iris de basalto, pupilas de plata; los párpados son también postizos, fijados mediante clavijas de cobre. Es curioso el interés que estos artistas pusieron en vaciar el espacio que media entre los brazos y el tronco, pensando sin duda en que el hueco las haría parecer más estatuas, menos relieves, como les ocurre a los escribas labrados en granito o en otras piedras más ingratas que la caliza.
Escriba sentado. Caliza pintada. Altura, 53 cm. Procedente de Sakkara. V dinastía. Museo del Louvre. París
Cheik-al-Beled o "alcalde de pueblo”
Los ritos mortuorios durante la V dinastía del Imperio Antiguo, que exigían conservarlas esculturas de los difuntos, nos han permitido conocer las efigies de algunos colaboradores de los grandes faraones constructores de las grandes pirámides. Son esculturas que muestran un intencionado acercamiento a lo real representando a hombres concretos, no idealizados, en actitud tranquila, en una inmovilidad lleno de vida que expresa la dignidad de su jerarquía. Tal es el caso de la famosa obra llamada El alcalde del pueblo que fue descubierta en el año 1860 en la excavación de la mastaba o tumba del sacerdote-lector Kaaper, en la región de Saqqara. Recibió el nombre vulgar de Cheik-al-Beled o "alcalde de pueblo", porque los obreros que trabajaban reaccionaron al verla identificándola con el alcalde o jaique del poblado, seguramente semejantes en el parecido físico o en la arrogancia y porte algo opulenta del sacerdote Kaaper. Hoy se encuentra en el Museo Egipcio del El Cairo. Tallada en madera conserva la rigidez cilíndrica del tronco del árbol, estando policromada seguramente en su origen, es sin duda un retrato muy expresivo de los caracteres de este sacerdote, en cuya diestra debió de empuñar no el bastón que ahora ostenta sino un sistro o sonaja.
Estatua de un funcionario provincial. Altura, 134 cm. Procedente de Deshasha. Alrededor de 2400 a. C. Museo Británico.
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Esta estatua procede de la tumba de Nenkheftka en Deshasha. Estatuas como esta eran un rasgo característico de las tumbas del Imperio Antiguo. Las tumbas a menudo tenían una cámara llamada serdab. Las estatuas servían para mantener viva la memoria y la personalidad de la persona difunta, para que aunque su cuerpo haya sido destruido su espíritu todavía fuera capaz de residir en la estatua. Es raro encontrar estatuas de la Dinastía V que, como ésta, vengan de fuera de los cementerios asociados con Memphis, la capital. Este ejemplo es de una calidad más alta que otras conocidas de las provincias, y tiene mucho en común estilísticamente con las de Memphis. La interpretación magnífica de los rasgos faciales y el detalle de la peluca la convierten en una obra maestra de escultura egipcia.
Estatua de un funcionario provincial. Altura, 134 cm. Procedente de Deshasha. Alrededor de 2400 a. C. Museo Británico.
Estatua colosal de granito rosa de Tolomeo II Filadelfo que, junto con la de la reina Arsínoe II (dos de los artífices de la helenización de Egipto durante el segundo cuarto del s. III a. C.) fue llevada a Roma por Calígula (37-41 d. C.) para decorar los Huertos Salustienses. Calígula hizo realizar una copia de la estatua de la reina Arsínoe II en honor de su hermana Drusila, con la que se había casado y a la que deseaba ensalzar como a una diosa. La manía de grandeza del emperador lo llevó a compararse con los faraones, a quienes no se negaba la calidad divina. Estatua colosal de Tolomeo Filadelfo. Granito rojo. Altura, 266 cm. Procedente de Heliópolis. Reinado de Tolomeo II, 285246 a. C. Museos Vaticanos. Roma.
Relieve de la familia real. Akenatón y Nefertiti. Caliza. Altura, 32'5 cm. Procedencia desconocida. Hacia 1340 a. C.
Esta obra ilustra de forma inequívoca el cambio radical en la teología durante el reinado de Akenatón. A diferencia de obras anteriores, el faraón y la deidad ya no aparecen en un mismo nivel, sino que esta última domina la escena desde el cielo. La humanidad es representada por los reyes Akenatón y Nefertiti con sus hijas; estas figuras aparecen en el orden simétrico típico de los retablos (un indicio de su papel mediador entre lo humano y lo divino). La comunicación entre el dios-sol Atón y la familia real es simbolizada con los rayos que emanan del disco solar. Estos terminan en forma de manos que ofrecen símbolos de la vida a los reyes, gesto que simboliza el efecto vivificador del sol.
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La suavidad y la fluidez de los contornos de Akenatón y su esposa, las cintas ondulantes de sus coronas y los movimientos animados de las hijas, que los padres sostienen en brazos, subrayan el carácter de un vistazo casual de una situación concreta, lo cual es resaltado aún más por las delicadas columnas que revelan que la escena se desarrolla en un jardín. La desenvoltura del estilo relega a un segundo plano la forma severa y la estructura tradicional de la imagen y de sus formas particulares. De acuerdo con la tradición, las figuras están compuestas de vistas frontales y de perfil; sin embargo, las numerosas interferencias y vistas oblicuas son representadas con una precisión casi fotográfica que contradice claramente al carácter del arte egipcio, porque se reproduce la impresión óptica y no la esencia de los motivos representados.
Cabeza de retrato del rey Akenatón. Yeso. Altura, 26 cm. Cabeza de retrato de una reina. Cuarcita. Altura, 30 cm. Ambas procedentes de Amarna, de hacia 1335 a. C. Museo Egipcio de Berlín.
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La religión monoteísta impuesta por Akenatón influyen en que el arte egipcio tome un rumbo bien definido. La imagen humana preferida por el rey, quizá determinada por su propio aspecto, marca las pautas para la representación del ser humano de manera tal que a menudo es casi imposible distinguir su rostro del de la reina o identificar de manera inequívoca la cabeza del retrato de reina con Nefertiti o una de sus seis hijas. Ambas cabezas fueron encontradas en un taller de escultura. La cabeza del rey, identificada con certeza gracias al borde de la corona, es un vaciado en yeso que el escultor hizo de una cabeza de arcilla. A continuación, este vaciado en yeso fue parcialmente retrabajado y sobre él se aplicaron algunas pinceladas; esta pieza debía servir de modelo para retratos del rey en piedra dura. La cabeza de mujer, en cambio, es un elemento inacabado de una estatua; en la espiga maciza que sobresale de la cabeza llevaría una corona y en su conjunto formaría parte de una figura hecha probablemente en caliza. A pesar de que todavía falta el pulimento final de la cuarcita, de un color marrón suave, la piel tiene un aspecto liso y delicado. La expresión animada del rostro es subrayada por asimetrías sutiles en la boca y los ojos.
Estatua colosal de Amenhotep IV (Akhenatón) con doble corona y nemes. Arenisca. Altura, 205 cm. Procedente de Karnak. 1351 - 1348 a. C. Museo Egipcio de El Cairo.
Busto de modelo de la reina Nefertiti. Caliza y yeso. Altura, 48 cm. Procedente de Amarna. Hacia 1340. Museo Egipcio de Berlín.
Busto de modelo de la reina Nefertiti.
De construcción perfectamente simétrica, fue reducida a un busto debido a su función de modelo, hecho que también explicaría la ausencia de incrustación en el ojo izquierdo. El tipo de corona está documentado casi exclusivamente para la reina Nefertiti. La enorme popularidad que alcanzó al poco tiempo de ser expuesto se debe probablemente al hecho de que coincidiera con el ideal femenino austero y distanciado que predominaba en los años veinte. Debido a que el busto de Nefertiti parecía sugerir el mismo ideal, fue copiado en innumerables ocasiones y utilizado discrecionalmente para fines publicitarios de todo tipo. La perfección académica y el aire atemporal del busto de Nefertiti son tan atípicos para su época como lo fue todo el periodo de Amarna en el contexto del arte y de la religión del Egipto antiguo. Por lo tanto, es un doble malentendido proclamar a Nefertiti como símbolo representativo del Egipto antiguo.
MÁSCARA FUNERARIA DE TUTANKAMÓN
Figurilla de una sirvienta. Madera. Altura, 38 cm. Procedente de la tumba de Gua, en Deir Bersha. Museo Británico.
La mayoría de las figurillas que se colocaron en tumbas ricas del Imperio Medio muestra la producción de ofrendas de alimento para el dueño. Esto debía asegurar que las ofertas continuaran para toda la eternidad. Las figurillas incluyeron la preparación de campos para cosechas, los graneros, fabricación de pan y carnicería. El vestido ajustado de lino es el típico que llevaban la mayoría de las mujeres hasta el Imperio Nuevo. En esa época, tanto hombres como mujeres comenzaron a llevar voluminosas prendas de vestir finamente tejidas con muchísimo plegado y el vestido ajustado quedó reservado sólo a diosas.
Las provisiones de la tumba para la vida después de la muerte deberían durar para toda la eternidad, por lo que las tumbas eran equipadas con figurillas que representaban todas las etapas del proceso de producir el grano para el pan, una de las ofrendas principales para mantener el difunto en la vida después de la muerte.
Figura de un hombre con una azada. Altura, 33 cm. Procedente de Assiut. Alrededor 2250 a. C. Museo Británico.
El empleo de una azada, para romper los terrones de tierra que no podía romper el arado, podía constituir la diferencia entre una cosecha buena y otra pobre. Esto, en última instancia, afectaría a lo que estuviera disponible para ofrendas para sostener al difunto.
Estatuillas de sirvientes realizando tareas domésticas como hornear, tejer, etc., eran colocadas en las tumbas en la creencia de que llegarían a proporcionar mágicamente lo necesario para el ka y asegurarían el bienestar del difunto en la otra vida.
Mujer moliendo grano. Caliza. Altura, 30'9 cm. Dinastía V. 2524-2400 a. C. Procedente de Giza, tumba G 2004. Museo de Bellas Artes de Boston.
Esta mujer arrodillada moliendo grano para el pan lleva una falda atada a un lado y un pañuelo cubriendo el cabello. La piedra caliza en la que está tallada se habría cubierto con una capa fina de yeso y después pintado.
Figurillas de criados que preparan alimento. Altura, 30'5 cm. Procedente de Sedment. Alrededor de 2200 a. C. Museo Británico.
Gato. Bronce. Altura, 27'9 cm. Metropolitan Museum. Esta figura está formada por dos mitades unidas por una juntura casi invisible, y contuvo un gato momificado. El gato era el animal sagrado de la diosa Bastet. En rituales realizados en su honor, gatos momificados se enterraban dentro de sus templos. Este gato de bronce no es una figura ordinaria. Su oreja derecha tuvo una vez un pendiente de oro (ahora perdido), y colgado de un collar un colgante de ojo de wedjat. La postura erguida y la expresión alerta de sus ojos crean una impresión de majestad y solemnidad. Los músculos y las patas largas y elegantes transmiten un sentido del poder controlado.
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El relieve, por su parte, alcanzó en Egipto un gran desarrollo, representando escenas de la vida cotidiana del difunto, grandes hazañas bélicas de los faraones, ceremonias religiosas o funerarias, etc.
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Con frecuencia se acompañan estos relieves con inscripciones jeroglíficas.
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Por otra parte, resulta una característica básica lo que se denomina "visión rectilínea" de la figura, en la cual el ojo (sólo uno de ellos) y el torso están representados de frente al espectador, mientras que la cabeza y las cuatro extremidades aparecen de perfil. esta norma es compartida también por las representaciones pictóricas
EL RELIEVE EGIPCIO
Relieve de la tumba de Rehotep. Caliza. Longitud, 114, cm. Anchura 83'8 cm. Procedente de Meydum. Alrededor de 2600 a. C. Museo Británico.
Representa a Rehotep sentado ante una mesa de ofrendas. Rehotep era un príncipe de la Dinastía IV, hijo del rey Sneferu. Sirvió como sumo sacerdote en Heliópolis, el centro de culto del dios del Sol Re. La mastaba de Rehotep fue construida cerca de la pirámide de Meydum. Rehotep está sentado delante de una mesa de ofrendas, encima de la que aparecen los nombres escritos en jeroglíficos de las ofrendas, como incienso o vino. Los rastros de pintura indican que el relieve fue decorado con colores muy vivos.
Relieve de Mentuhotep II. Caliza. Altura, 35'9 cm. Procedente de Tebas Oeste. 20402010 a. C. Metropolitan Museum.
El bajorrelieve delicadamente modelado y los detalles finamente pintados muestran los estándares artísticos altos que prevalecieron en los talleres reales de Tebas durante este periodo. El relieve egipcio posee poco bulto, de ahí que hablemos de bajorrelieve. Generalmente se policromaba, de modo que casi parecen pinturas. El color: los relieves y la pintura utilizan la policromía, cuya simbología está determinada de antemano: Hombres : color terroso, Mujeres : color amarillo claro.
Relieve funerario. Caliza. Altura, 110 cm. Procedente de Deir Dronka, cerca de Asyut. Hacia 1250 a. C. Museo Egipcio de Berlín.
Los relieves de la tumba de Amenhotep corresponden a escenas del Libro de los Muertos. La temática profana de las imágenes funerarias ha desaparecido totalmente de las representaciones sobre papiros y ataúdes. Una visión glorificada del otro mundo sustituye la esperanza de una eternidad concebida a partir de la vida terrenal. El difunto glorificado ha entrado en el círculo de los dioses; la presencia de tales imágenes en las tumbas garantiza la proximidad eterna de éstos.
Pintura mural egipcia British Museum. Londres
EL PEQUEÑO PASTOR DE BUEYES
La pintura se sirvió de una técnica mixta para la ejecución de sus murales, consistente en la utilización del fresco en primer término, para luego ser repasado con temple. Los recursos expresivos del relieve y la pintura son similares y están ligados a los rígidos convencionalismos de la plástica egipcia, que apenas evolucionaron en su larga historia.
Mural Tebas (1500 A.C.)
La composición se caracteriza por su sentido geométrico del orden y la escala. •Predominio del dibujo (dibujan de memoria, de conformidad con reglas estrictas) sobre el color, de modo que las figuras se trazan mediante líneas (contornos y dintornos), creando zonas que después se colorean con tintas planas intensas y muy contrastadas, sin degradación tonal o lumínica.
Las escenas se estructuran por registros, bandas con filas de personajes en un solo plano. Con estos registros se logra un ritmo compositivo de gran dinamismo
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El movimiento es muy limitado, aunque hay variaciones. Los personajes sagrados se atienen más a los estereotipos, mientras las personas comunes están dotadas de mayor naturalidad y movimiento.
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La ausencia de profundidad y de volumen hace que estas representaciones sean planas y poco realistas. La perspectiva: en general, escultura y pintura se representan en dos dimensiones, pero cuando se quiere lograr la tercera dimensión utilizan la multiplicación de perfiles, disposición en bandas o pisos, teniendo en cuenta que la mayor altura indica lejanía.
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Las pinturas muestran una aguda observación de la naturaleza y expresan alegría y optimismo vital.
Cacería (detalle) Tebas (1422-1411)
• Las figuras suelen disponerse siguiendo ciertos convencionalismos: el cuerpo permanece de frente, mientras la cabeza y las piernas se colocan de perfil. Se busca la reproducción objetiva de las imágenes: se trata de representar el máximo de elementos definidos de la imagen, por ello el resultado es un agrupamiento de las características más importantes, apareciendo yuxtapuestas de frente o de lado. (Ley de la Claridad). • El espacio y la profundidad no existen y las figuras aparecen en un solo plano, si bien se usa el recurso de la repetición del perfil, sugiriendo la superposición de una figura sobre otra para intentar crear la sensación de varios planos de profundidad.
CAPILLA FUNERARIA DE TUTMÉS III
Pintura sobre Piso Tell el Amarna (1371-1362 A.C.)
Banquete Tebas (1450-1425 A.C.)
Bailarines Tebas (1950 A.C.)
PINTURA AL FRESCO PROCEDENTE DE LA TUMBA DE METHETHI
DESCRIPCIÓN: Representación de unos pastores de un rebaño de orix. Se puede apreciar la frontalidad de los individuos frente al naturalismo de los animales que forman el rebaño.
Fresco de la tumba del faraón Senefer
CONCLUSIONES
• No importa la belleza, sino la perfección. • El método del pintor se asemeja al del cartógrafo; las pinturas son diagramas, mapas conceptuales. • El arte egipcio no está basado sobre lo que el artista ve en un momento dado, sino sobre lo que él sabía que pertenecía a una escena o persona. El conocimiento de su significado.