Cristianos autistas ...estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros. (1ª Pedro 3:15) Durante mi estancia en el Seminario Bautista – UEBE recibimos una carta dirigida a la “Unión Evangélica Autista de España”. Evidentemente la broma no se hizo esperar... ¡La que liamos los estudiantes por la falta de la “B” de bautista! Sin embargo, más allá de la anécdota, deberíamos hacer una reflexión muy seria sobre el testimonio que estamos dando al mundo. El autismo es un “síndrome infantil caracterizado por la incapacidad congénita de establecer contacto verbal y afectivo con las personas y por la necesidad de mantener absolutamente estable su entorno” (DRAE). Es decir, un autista se refugia en su propio mundo porque así se siente seguro. ¿No define esto en alguna medida nuestra incapacidad para comunicar el Evangelio a los que nos rodean? ¿No es cierto que, en ocasiones, nos refugiamos en nuestro propio “mundo eclesial” porque así nos sentimos más seguros? Realmente es cierto que los no creyentes pueden tener una actitud hostil hacia el Evangelio, aunque normalmente simplemente nos ignoran. Y también es cierto que en ocasiones no nos sentimos capaces de explicar la profundidad de la salvación de Dios por nuestra falta de palabras. Pero eso no debe ser un obstáculo para que establezcamos un “contacto afectivo” con las personas que no conocen al Señor. Como el mismo Jesús, debemos sentir compasión por las multitudes que no conocen el amor de Dios (Mat. 9:36). Y por las palabras no debemos preocuparnos porque el Señor nos dará palabras mediante su Santo Espíritu para comunicar este glorioso mensaje de salvación. Nuestra actitud debe ser la prepararnos para dar ese testimonio en el poder del Espíritu. Con amor, Jesús Polaino