Cristianismo En Crisis - Amen

  • May 2020
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Cristianismo En Crisis - Amen as PDF for free.

More details

  • Words: 1,958
  • Pages: 3
A = Amén Ninguna relación puede florecer sin una constante y sincera comunicación. Esto es cierto, no solamente en las relaciones humanas; pero también en nuestra relación con Dios. Si de veras queremos fortalecer nuestra comunión con el Salvador, tenemos que mantener un contacto permanente con El. La manera de hacerlo es por medio de la oración. "A" representa la palabra "AMEN". Tradicionalmente la palabra "amén" se pronuncia al final de cada oración, y la oración es nuestro camino primero para comunicamos con Dios. Amén es una palabra universalmente reconocida cuyo significado es mucho más importante que una simple fórmula para despedir una oración implicando: "¡Eso es todo!" Con la palabra "amén", nosotros, en efecto, lo que estamos tratando de decir es: "Que esta oración pueda estar de acuerdo con la voluntad de Dios". Es muy significativo que el apóstol Juan vio a Jesús como la personificación misma de la palabra "Amén": "He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios" (Apocalipsis 3:14). La palabra "amén" es un maravilloso recordatorio de que cualquier discusión sobre el tema de la oración tiene que comenzar con el entendimiento de que la oración es un medio para conducirnos a nosotros a la conformidad con la voluntad de Dios, y no un mágico poder para conseguir que la voluntad de Dios se acomode a la nuestra. Este es un punto fundamental de separación entre la verdadera fe bíblica y el movimiento de la Fe. Como hemos visto, maestros de la Fe como Benny Hinn, Kenneth Copeland y Frederick Price están vehemente opuestos a la oración. "Sea hecha tu voluntad" es una expresión, como ustedes recordarán, que Price rechaza totalmente. Dice él: "Si ustedes tienen que decir "si es tu voluntad" o que "sea hecha tu voluntad" —lo que están haciendo ustedes es llamar a Dios un tonto".1 En uno de sus folletos sobre la oración, Price se burla de que en un tiempo él pensó que terminar una oración con la expresión: "Señor, si es Tu voluntad", era una señal de humildad. Pero añade que desde que él logró un verdadero conocimiento de las cosas de Dios, nunca más ha terminado sus oraciones de esa manera.2 Dice Price que la frase "si es Tu voluntad" es una exhibición de duda.4 En otro lugar, él añade "si usted coloca al final de su oración esas palabras de "si es tu voluntad", dé por seguro que esa oración no habrá de ser contestada". Price tiene aún la temeridad de escribir que "Yo creo que el "Padre nuestro" no es para los cristianos de hoy".5 Más aún, Price afirma que "hay diferentes clases de oraciones, así como hay diferentes clases de deportes, y cada clase de oración, como cada clase de deporte, tiene reglas ESPECIFICAS y DEFINIDAS que la gobiernan y la controlan. Si usted aplica mal la regla para una clase particular de oración, esa oración no funcionará".6 Para clarificar este punto, Price escribe: "Si yo creo que yo recibí a las 10:39 A.M., entonces yo no puedo orar esa misma oración a las 10:40 A.M. Si yo repito exactamente la misma oración a las 10:40 A.M., yo estoy reconociendo que no recibí lo que pedí a las 10:39. Yo HABRÉ CANCELADO TOTALMENTE la oración que yo oré a las 10:39 A.M."7 Pero si eso fuera cierto, entonces sería difícil saber a lo que se refería Jesús en el pasaje de Lucas 18:1-8, el que generalmente se reconoce como la parábola de la "viuda persistente". Aquí nos cuenta Jesús la historia de una viuda que acosa a un juez injusto para que pronuncie un juicio justo, aunque lo que él de veras quería era poder salir de ella. El punto de esta historia no es que Dios sea como ese juez, sino que nosotros seamos como esa viuda. Nuestra persistencia en la oración demuestra lo interesado que estamos en la oración. Este es exactamente el punto que dice Lucas que Jesús quería dar a entender: "También les refirió una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar" (Lucas 18:1; énfasis añadido). Price no se detiene en los comentarios que ya hemos señalado, sino que es aún peor en sus expresiones sobre la oración silenciosa: "Para orar, usted tiene que DECIR algo. Algunas personas dicen "Bueno, estamos orando en silencio", y yo digo que tales oraciones jamás serán contestadas. NO HAY TAL COSA COMO UNA ORACIÓN EN SILENCIO. DIOS NOS DIJO QUE HABLÁRAMOS Y PIDIÉRAMOS... Dios tiene que recibir nuestro permiso para operar en este dominio terrenal".8 Pero si la oración silenciosa es no bíblica (La afirmación de Price de que Dios necesita "permiso" contradice a Daniel 4:35), ¿qué fue lo que quiso decir Pablo en I Tesalonicenses 5:17, donde él escribió "orad sin cesar"? Si esas palabras significan "manten una actitud constante de oración", como la mayoría de los intérpretes señalan, entonces no habría problema. Uno puede mantener una actitud de oración mientras permanece callado. Pero si la verdadera oración tiene que ser verbal, o Pablo constantemente interfería con su propia dirección o era el más

insoportable de los vecinos y la más desordena de las personas a la hora de comer. ¿Y qué pensamos de Nehemías? Nos cuenta él que en cierto día se encontró a sí mismo en medio de un terrible dilema mientras servía al rey Artajerjes. El capítulo 2 de su libro explica su situación. Hay una oración suya entre los versos 4 y 5, pero si usted busca las palabras que pronunció, va a buscar en vano. No tan solo su oración fue silente, sino que, además, fue claramente efectiva, porque por medio de la misma consiguió, en primer lugar, salvar su vida, y acto seguido, el privilegio de ir a recon.itruir la devastada ciudad de Jerusalén. Y no olvidemos a Ana, la madre del gran profeta Samuel. Usted puede leer su historia completa en I Samuel 1:9-20; pero por ahora fíjese especialmente en el versículo 13: "Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía". Usted no puede conseguir un silencio más preciso que ése. Y aún así su oración fue escuchada. La prueba está en el nacimiento de su hijo Samuel. ¡Demasiado para que la gente del movimiento de la Fe puedan seguir sustentando sus ficciones! Tomemos ahora un momento para examinar los hechos. Y para hacerlo, vamos a usar la palabra "F-A-C-T-S"* Esta palabra servirá para que recordemos la verdad en relación con la oración. Fe Para que la oración pueda ser verdaderamente significativa, tiene que estar basada en la fe. Debido a que ya previamente hemos dedicado una sección completa al tema de la fe (vea la segunda parte), no vamos a elaborar aquí sobre el mismo. Simplemente quiero volver a enfatizar que es el objeto de la fe lo que conlleva la efectividad de la fe. La fe debe ser siempre dirigida hacia las alturas, en lugar de al interior de uno mismo —no fe en la fe, pero fe en Dios. Justamente porque Dios se revela tan imponentemente en las Escrituras, la palabra de fe debe estar siempre arraigada en la Palabra de Dios. Como tan maravillosamente lo expresa R.A. Torrey: "Para orar la oración de fe nosotros debemos, primero que todo, estudiar la Palabra de Dios, especialmente las promesas de Dios, y descubrir cuál es la voluntad de Dios .... No podemos creer simplemente porque tratemos de creer por nosotros mismos. Tal creencia como ésa, no sería fe, sino credulidad; es decir, "una creencia fabricada". La garantía para una fe inteligente es la Palabra de Dios. Como lo indica Pablo en Romanos 10:17: "Así que la fe es por el oir, y el oir, por la palabra de Dios".9 Jesús resumió lo relativo a la oración de fe con estas palabras: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho" (Juan 15:7). Adoración La fe en Dios, naturalmente, nos lleva a la adoración. Por medio de la adoración nosotros expresamos nuestro genuino, sincero y fervoroso amor a Dios. La adoración nos conduce inevitablemente a la alabanza y a la reverencia mientras nuestros pensamientos se concentran en la grandeza insuperable de Dios. Las Escrituras son una vastísima riqueza que sobreabunda en descripciones de la grandeza y la gloria de Dios. Los Salmos, en particular, pueden ser transformados en fervientes plegarias de adoración. A medida que usted va recogiendo en su memoria pasajes tales como el Salmo 96, o el 104, o el 150, va descubriendo formas maravillosas para expresar su adoración al Rey de reyes y al Señor de señores. Venid, adoremos y póstremenos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro hacedor. Porque El es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado y ovejas de su mano. Salmos 95:6, 7 Confesión No tan solo los Salmos abundan en expresiones ilustrativas sobre la adoración, sino que están también repletos de exclamaciones de confesión. En el Salmo 51, por ejemplo, el rey David confiesa contrito sus pecados: Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. Salmos 51:4 El concepto de confesión implica el reconocimiento de que nosotros somos culpables ante

la corte de justicia de Dios. No hay lugar para la autojustifícación delante de Dios. Únicamente si somos capaces de confesar nuestras transgresiones y buscar contritos su perdón, podremos nosotros desarrollar una comunión íntima con el Señor. El apóstol Juan lo expone bellamente cuando escribe: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (I Juan 1:9). "Thanksgiving" (Acción de Gracias) Nada es más básico en una oración que la acción de gracias. Las Escrituras nos aconsejan: "Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanzas" (Salmos 100:4). Dar gracias es más una expresión de fe que un sentimentalismo. Es una acción que fluye del seguro conocimiento de que nuestro Padre celestial sabe exactamente qué es lo que necesitamos y nuestra certeza de que podemos confiar en su provisión. El apóstol Pablo nos anima con esta recomendación: "Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con nosotros en Cristo Jesús" (I Tesalonicenses 5:16-18). Súplica (Ruegos) La súplica, sin lugar a dudas, es el elemento dominante en nuestras oraciones diarias. De hecho, es el deseo de Dios para con Sus hijos que le traigamos nuestras peticiones con alabanza y acción de gracias. El mismo Jesús nos enseñó a orar: "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy". Sin embargo, a pesar de Sus provisiones, nosotros nunca debiéramos olvidar que el propósito de la oración no es el de presionar a Dios para que nos suministre nuestras satisfacciones materiales, sino el de hacer que nos conformemos nosotros a Sus propósitos. Es así como leemos en I Juan 5:14,15: "Y esta es la confianza que tenemos en él, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho". Así que aquí lo tiene usted —los "F-A-C-T-S" (Hechos) en la oración: Fe, Adoración, Confesión, Tributo de gratitud y súplica. No se conforme con memorizar estos elementos, sino sírvase también de ellos usándolos para su desarrollo personal. El poder de la oración se convertirá en una viviente realidad únicamente si nosotros participamos seriamente de la práctica de orar.

* FACTS es la palabra en inglés que traducimos HECHOS. Dejamos el vocablo sin traducir para poder seguir el orden de pensamiento del autor. Nota del traductor.

Related Documents