Creacion

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DE LA CREACIÓN A LA NUEVA CREACIÓN

OBJETIVO CATEQUÉTICO * Descubrir que de la experiencia de fe nace una visión nueva del mundo, de este mundo que va de la creación a la nueva creación. 1. De la creación a la nueva creación En la Historia de la Salvación, pasado y futuro están en íntima conexión y determinan el presente. El creyente vive de la esperanza en el cumplimiento futuro de la salvación de Dios, porque se apoya en las promesas y maravillas que Dios hizo en el pasado en favor de los suyos. Dios será "el último" porque ha sido «el primero»; y es «el primero», porque habrá de ser «el último» (cfr. Is 40-55). El creyente sabe por la fe que el mundo, en el que vive el hombre y del que forma parte, es radicalmente obra de Dios, obra del amor de Dios, don de Dios (Creación). En el origen de todas las cosas está el amor gratuito y libre de Dios. Obra de Dios es, incluso, nuestra capacidad de transformar el mundo en que vivimos. La Palabra de Dios ilumina no sólo el pasado, sino también el futuro del hombre y del mundo. Dios le ha prometido al creyente llevar toda la realidad creada a su plenitud en Cristo (Nueva Creación). Quien por amor está en el origen de todo, aguarda, también, con la plenitud de su salvación, al hombre y al mundo en el último futuro. Por ello la vida cristiana es vida de esperanza. Tanto en Israel como en la Iglesia, la alabanza y la acción de gracias al Señor por sus maravillas en el pasado y la esperanza ante el futuro prometido por El son actitudes, íntimamente unidas entre sí, en la vida actual de fe y están motivadas por la presencia y la acción de Dios en el corazón de la historia (3). 2. El creyente, en situación de éxodo, en camino En la historia de Israel, la vida nómada, que precede a la instalación en la tierra de Canaán, encierra un significado profundo: manifiesta la condición peregrina del hombre sobre la tierra. La vida nómada es símbolo de la condición propia del hombre que nace a la fe. Está en situación de éxodo, se encuentra en camino. Permanece nómada de corazón, extranjero y peregrino sobre la tierra. Está disponible para seguir el camino que Dios le propone (4). 3. El pasado, como don de Dios

Para ei creyente, la creación no constituye primariamente un objeto de especulación sobre los orígenes del mundo y sobre su propio origen. La creación, además de darle a conocer al creyente quién es el Dios comprometido con su obra desde el principio y ofrecerle, de este modo, fundamento inconmovible para la esperanza en el futuro prometido por Dios, le da motivos para, desde la fe, apreciar el mundo y la vida fundamentalmente como don de Dios y vivir desde esa apreciación: don de Dios encomendado al hombre, para que el mundo y la vida sean ordenados por él a Dios. Esta perspectiva veterotestamentaria de la creación queda confirmada, iluminada y completada por el misterio de Jesús y su victoria sobre el pecado y la muerte (Hch 2, 22ss). En Cristo el mundo y el hombre encuentran su consistencia y esperanza (Col 1, 17; Hch 4, 12) (5). 4. El futuro, vivido con esperanza Asimismo, el creyente vive desde la fe el futuro con esperanza. La Revelación de las postrimerías del hombre tampoco está destinada a servir a la pura especulación; quiere iluminarle su futuro al creyente desde la voluntad de salvación de Dios. No se trata, pues, de un futuro cualquiera, sino del futuro colmado por la plenitud reservada a los hijos de Dios, hacia la que está orientada toda la creación (Rm 8, 19) (6). 5. El mundo y la vida, desde la conversión El modo como la fe ve la vida y el mundo está relacionado con la conversión del hombre. Para la conversión no basta la pura especulación intelectual. El cambio de mentalidad, exigido por la fe, afecta a toda la personalidad del creyente y no sólo a su razón. Este estado de cosas implica que el hombre teórico, el hombre de la razón pura, debe realizar un profundo cambio de perspectiva, al adquirir una visión cristiana del mundo. Debe reconocer, además, que tal visión le viene dada en la medida en que él mismo se vuelve a Dios con todo su corazón (Dt 6, 4; Mt 22, 37) (7). ........................................................................ TEMA 60-1 OBJETIVO: INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: DE LA CREACIÓN A LA NUEVA CREACIÓN

PLAN DE LA REUNIÓN * Información: personas, hechos, problemas... * Lluvia de ideas: interrogantes del grupo en torno al pasado del mundo y de la vida. * Presentación del tema 60 en sus puntos clave. * Diálogo sobre los aspectos más importantes. * Oración comunitaria. PISTA PARA LA REUNIÓN PUNTOS CLAVE * Los interrogantes acerca del mundo se esclarecen desde la experiencia presente de fe. * El pasado: don de Dios. * El futuro: vivido con esperanza. * El mundo y la vida, desde la conversión. * En situación de éxodo: de la creación a la nueva creación. ........................................................................ TEMA 60-2 OBJETIVO: INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: DE LA CREACIÓN A LA NUEVA CREACIÓN PLAN DE LA REUNIÓN * Información: personas, hechos, problemas... * Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión: ¿con qué frase me identifico más?, ¿por qué? * Diálogo. * Oración comunitaria: Sal 19, desde la propia situación . PISTA PARA LA REUNIÓN 1. ¿Por qué existe algo y no más bien nada? 2. El mundo y la vida son don de Dios. 3. Yo creo en una mano poderosa, pero al final todo acaba con la muerte. 4. El mundo es la casa de todos, don de Dios capitalizado por algunos. 5. Desde la experiencia de fe, se me esclarece el sentido de la vida. LA CREACIÓN, REGALO DE DIOS

OBJETIVO CATEQUÉTICO * Descubrir el mundo y la vida como: - Regalo de Dios.

- Tarea del hombre. - Motivo de alabanza al Padre. 6. Experiencia histórica de Israel: reconocimiento de Dios creador a través de la fe en Dios salvador En la fe de Israel -y en su culminación, la fe cristiana- no es lo primario el pensamiento humano que, desde su poder original y autónomo, se hace con la realidad. Es la realidad radical, Dios mismo, quien se apodera del pensamiento, que, de este modo, queda iluminado. Israel descubre a Dios como Señor de la naturaleza después de reconocerlo como Señor de la historia: llega a la fe en Dios creador a través de su fe en El como salvador. Habiendo reconocido en diversos sucesos del pasado a Dios que salva a su pueblo, ha llegado a creer que la creación es también obra del amor de Dios. La creación es el primer momento de la historia de la salvación. De este modo, el pensamiento israelita de la creación no es el resultado de una especulación sobre el ser y el origen de las cosas. Israel ha pasado por la experiencia del señorío y de la salvación de Dios en diversos sucesos de su historia y esto ha venido a ser el centro de su fe y de su visión de lo más profundo de la realidad: Dios se manifiesta como amor fiel y el hombre se encuentra envuelto y sostenido por este misterio de amor (9). 7. «En el principio creó Dios los cielos y la tierra» El relato bíblico, relato sacerdotal, cuya redacción definitiva se data hacia el siglo V antes de Jesucristo, contiene, bajo formas literarias e imágenes de aquella época, un mensaje de valor permanente acerca de Dios, acerca del hombre y acerca del mundo. «En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era algo caótico y vacío, y tinieblas cubrían la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas» (Gn 1, 1-2). Al hombre moderno le sorprenden estas imágenes. En realidad, el desierto y el vacío, como las tinieblas sobre el abismo y las aguas, son imágenes que, por su carácter negativo, quieren expresar la idea (que no llegará a formularse con precisión antes de 2 M 7, 28) de creación a partir de la nada. El autor sagrado expresa en un conjunto de imágenes lo que posteriormente terminará expresándose en un término abstracto: la nada. De todos modos el relato proclama la creación del universo entero por Dios, pues la expresión misma «cielo y tierra» designa toda la

realidad, conforme al modo de hablar hebreo. Bajo una imagen también, la del pájaro que vuela sobre el nido donde están sus polluelos, el relato bíblico presenta a Dios quien, mientras crea, revolotea amorosamente sobre su obra (10). 8. Creación del mundo a partir de la nada La madre de los siete hermanos Macabeos exhorta al menor a arrostrar confiado en Dios el martirio: Quien le ha dado la vida, se la devolverá. Quien ha creado todo de la nada, tendrá la última palabra. También aquí el Creador es el Salvador (/2M/07/28-29). Por primera vez aparece en el Antiguo Testamento un término que expresa de un modo explícito aquello que frecuentemente había quedado sugerido por imágenes: crear de la nada. Por la fe en la creación del universo desde la nada, el creyente proclama que Dios trasciende su obra y es su Señor. La acción creadora de Dios es enteramente soberana y libre: no depende de nada ni de nadie, ni tampoco de ningún instrumento, ni está ligada por condición alguna previa. Esta acción es exclusiva de Dios. La obra que resulta de ella está del todo en manos del Creador y a El se ha de someter enteramente. El capítulo primero del Génesis es, en forma narrativa y doxológica, una interpretación del primer mandamiento (Ex 20, 2-3) (11) 9. El Padre de Nuestro Señor Jesucristo, creador del mundo desde la nada En el centro de la fe del Nuevo Testamento está la convicción de que el mismo Dios que ha cumplido sus promesas de salvación en Jesucristo es el Padre, Señor del cielo y de la tierra (Mt. 11, 25). El prólogo del Evangelio de San Juan que al empezar a describir la obra liberadora de Cristo, tiene conciencia de estar describiendo de nuevo el Génesis, proclama la creación del universo desde la nada por la Palabra de Dios: «Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe» (Jn 1, 3). Cristo es justamente esa Palabra hecha carne (Jn 1, 14). El Dios de las promesas, quien da la vida a los muertos y llama a las cosas que no son, para que sean (Rm 4, 17). En el principio de todo está la acción personal, plenamente libre y soberana de Dios. En el principio, la

acción de Dios Padre está ya orientando su obra entera hacia la plenitud de su salvación (12). 10. El mundo y la vida, don de Dios En las obras de su creación no sólo se deja ver el «poder eterno y divinidad» (Rm 1, 20) de Dios, sino también su bondad. La creación es un acto de la bondad insondable de Dios que llena, por ello, toda su obra (Sal 135, 1-9; 32, 5-6; cfr. Gn 1, 9.21.25.31; 2, 3). Pero, además, no sólo por bondad crea Dios todas las cosas y lo llena todo de su bondad; justamente por su misma acción de crear, Dios ha empezado a condescender y a comunicarse a Sí mismo a sus criaturas (syncatábasis, Orígenes). La fe del Nuevo Testamento en Jesucristo, mediador de la creación (1 Co 8, 6; Col 1, 1 5ss; Jn 1, 1 ss; Hb 1, 2-3), implica, entre otras cosas, la afirmación de que Jesucristo, Don del Padre al mundo, es la razón de ser, el sentido y la norma del universo. El mundo y la vida son, pues, don de Dios. Por ello, creer en el misterio de la creación es creer en el amor de Dios, reconocer su amor en el origen mismo del ser, comprender la realidad del mundo como don de Dios, vivir toda realidad, como dependiente del amor siempre atento y solícito de Dios (13). 11. El hombre, creado a imagen de Dios El autor sagrado de Gn 1 presenta a las distintas clases de seres creadas sucesivamente por orden creciente de dignidad, hasta llegar al hombre, imagen de Dios y rey de la creación. Tal ordenación es sumaria y no está establecida según criterios científicos; no es su objetivo ofrecerle al creyente una exposición científica de la génesis del universo, de la tierra y de la vida. El relato ordena los seres jerárquicamente: los inferiores aparecen antes de los superiores y referidos a éstos. En el vértice aparece el hombre. Por su origen, el hombre es, en un sentido muy peculiar, criatura de Dios. También es polvo de la tierra (Gn 2, 7). Es hombre de la tierra (adam), pero está animado también por un alma espiritual. Es imagen de Dios: «Y creó Dios el hombre a su imagen: a imagen de Dios lo creó» (Gn 1, 27). A pesar de su dependencia de la naturaleza y de sus miserias de todo orden, el hombre refleja una grandeza que no le viene de él y constituye, sin embargo, lo más íntimo de su ser. Resulta ser el hombre la imagen

de una plenitud que lo trasciende, pero sin la cual no sería lo que es. En el Salmo 8 se afirma del hombre: «Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies» (/Sal/008/06-7). Por ser imagen de Dios, el hombre representa a Dios en el mundo y, como su lugarteniente, ejerce su señorío en el mundo. Además, justamente como imagen de Dios, puede el hombre entrar en diálogo con Aquel de quien es imagen. Pero vistas las cosas desde el Nuevo Testamento, Jesucristo, el último Adán, es propia y plenamente la imagen de Dios» (Col 1, 15) (14). 12. Creced, multiplicaos El hombre fue creado como varón y mujer: «Hombre y mujer los creó» (Gn 1, 27). Varón y mujer se completan mutuamente: deben buscarse uno a otro, amarse mutuamente y juntos tener hijos. Esta es la voluntad de Dios; para ello les ha dado el amor como participación de su amor y el poder de engendrar nueva vida. «Y los bendijo Dios y les dijo: Creced, multiplicaos» (Gn 1, 28). En la generación de nuevos seres humanos colabora el hombre con el mismo Dios Creador (15). 13. La creación en nuestras manos: colaboradores de Dios Dios coloca al hombre en un mundo bello y bueno (Gn 2, 9), para que lo habite, lo cuide, lo guarde y lo humanice. Al presentarle los animales, quiere Dios que Adán ejerza su soberanía sobre ellos dándoles nombre (2, 19-20; cfr. 1, 28-29). Con ello se da a entender que la naturaleza no debe ser adorada, sino dominada, sometida por el hombre. Dios ha dejado en sus manos la creación. Posee el hombre una particular dignidad y responsabilidad: está llamado a colaborar con Dios en el cuidado y ordenación del mundo con el fin de lograr que éste sea verdaderamente humano. De la colaboración del hombre depende que el mundo y la vida humana manifiesten claramente la gloria de Dios (16). 14. El fin de la creación, la gloria de Dios Padre El relato sacerdotal de Gn 1 presenta la creación en el marco literario de la semana que concluye con el descanso del sábado. El marco del relato es litúrgico. Con ello, la creación entera aparece ordenada a un

sábado. Si, según el mismo relato, las cosas fueron apareciendo ordenadas al hombre, el hombre a su vez aparece ordenado a Dios. Esta ordenación de la vida humana a Dios, la celebra, a pequeña escala, el creyente en la liturgia semanal. A gran escala -sugiere el autor sagradoel hombre, con toda la creación, está ordenado a un sábado. Está ordenado a Dios. Así, el mundo y la vida son no sólo don de Dios, sino además y, por ello mismo, inmensa liturgia de alabanza al Padre. El fin de todo el universo es la gloria del Creador, es decir la irradiación y comunicación de su bondad. Esto se realiza ya y se realizará plenamente al final de los tiempos por Jesucristo para la alabanza de la gloria de Dios Padre (Ef 1, 5-6) (17). 15. Creados para un sábado, para entrar en el descanso de Dios La Escritura iluminará progresivamente el designio de Dios: el mundo ha sido creado para un sábado, o lo que es lo mismo, para entrar en el descanso de Dios. Esto que es proyecto de Dios y también profunda aspiración humana, es concedido a todos aquellos que escuchan su voz y no endurecen su corazón (Cfr. Nm 14, 21-23). Es la recompensa reservada a los creyentes. Así lo dice el autor de la Carta a los Hebreos: «Es claro que queda un descanso sabático para el pueblo de Dios.» Y también: «Quien entra en el descanso de Dios, descansa de los propios trabajos, como Dios descansó de los suyos» (Hb 4, 9-10) (19). 16. Llamados por Dios a la existencia en un acto de amor. Cada persona humana es creación inmediata de Dios Los hombres no hemos sido arrojados al mundo en virtud de un azar o de un destino ciego, ni tampoco hemos sido abandonados a la propia suerte, sino hemos sido llamados por Dios a la existencia en un acto de amor libre y desinteresado. Y hemos sido llamados uno a uno, personalmente. Cada persona humana es una realidad tan única, que al reflexionar sobre su origen tenemos que reconocer de manera especial que Dios todavía sigue trabajando (Jn 5, 17). Así, la aparición de un hombre es un momento sagrado en el que el poder creador de Dios aparece con especial claridad. Todo esto implica la doctrina católica sobre la creación inmediata del alma humana. La aparición de un ser humano resulta de una colaboración muy peculiar de Dios y del hombre. Por ello podemos decir con el salmista: «Tu has creado mis entrañas,

me has tejido en el seno materno.» (Sal 138, 13) (20). 17. La fe de la Iglesia en Dios creador La Iglesia ha creído, confesado y enseñado que Dios es el Creador y Señor del universo. Esta afirmación es central en sus confesiones de fe y en su liturgia. Ya el llamado símbolo de los Apóstoles confiesa al Padre de Jesucristo: «Padre todopoderoso» (DS 2.11.30.41), palabras que apuntan, sin duda, a la creación. La profesión bautismal de la fe empieza por la respuesta afirmativa a esta pregunta: «¿Crees en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?» (21). ........................................................................ TEMA 61-1 OBJETIVO: INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: REGALO DE DIOS, TAREA DEL HOMBRE, MOTIVO DE ALABANZA AL PADRE PLAN DE LA REUNIÓN * Información: personas, hechos, problemas... * Presentación del objetivo y plan de la reunión. * Presentación del montaje audiovisual Génesis. * Diálogo: nuestra reacción ante el montaje. * Oración comunitaria. PISTA PARA LA REUNIÓN * Presentación del montaje audiovisual titulado Génesis, de J. ROMAYOR y Equipo Tres Medios (Ed. Tres Medios, Madrid, 1980): sigue libremente el relato de los 11 primeros capítulos del Génesis, una historia que comenzó hace tiempo, pero de la que seguimos siendo protagonistas (ver DEPARTAMENTO DE AUDIOVISUALES (SNC), Montajes Audiovisuales. Fichas críticas, G-2). ........................................................................ TEMA 61-2 OBJETIVO: INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: REGALO DE DIOS, TAREA DEL HOMBRE, MOTIVO DE ALABANZA AL PADRE

PLAN DE LA REUNIÓN * Información (personas, hechos, problemas...), salmo inicial. * Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión. * Comunicación de pequeño grupo: teniendo en cuenta la pista adjunta, ¿qué frase refleja más nuestra experiencia? ¿Por qué? * Puesta en común: lo más importante. * Oración comunitaria. PISTA PARA LA REUNIÓN * Arrojados al mundo por azar o por destino ciego. * Abandonados a la propia suerte. * Dejados de la mano de Dios. * Llamados por Dios a la existencia, uno a uno. * Tejidos por Dios en el seno materno (Sal 138,13). * Por el mundo y la vida damos gracias a Dios. ........................................................................ TEMA 61-3 OBJETIVO: INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: REGALO DE DIOS, TAREA DEL HOMBRE, MOTIVO DE ALABANZA AL PADRE PLAN DE LA REUNIÓN * Información (personas, hechos, problemas...). * Presentación del objetivo y plan de la reunión. * Presentación del tema 61, resaltando sus puntos clave. * Dialogo: lo más importante. * Oración comunitaria: Sal 8; Sal 138. PISTA PARA LA REUNIÓN PUNTOS CLAVE * A Dios Creador por Dios Salvador. * Un mundo vacío sobre el que planea el Espíritu. * A partir de la nada. * Padre, Señor del cielo y de la tierra. * El mundo y la vida, don de Dios. * Ordenación sumaria, jerarquizada, litúrgica. * El mundo, tarea del hombre. * El hombre, referido a Dios. EN EL ENCUENTRO CON CRISTO HEMOS SIDO NUEVAMENTE CREADOS

OBJETIVO CATEQUÉTICO

* Descubrir que en el encuentro con Cristo somos nuevamente creados y que en Cristo resucitado radica la consistencia del universo y la esperanza del mundo. 18. La nueva creación en Cristo Jesús, don de Dios La creación es, en el proyecto de Dios, buena, ordenada al hombre (Gn 1, 28-31). En este mundo bueno- en tanto que salido de las manos de Dios- ha irrumpió el pecado del hombre. Por el pecado, el hombre ha roto con Dios y se ha quedado sin esperanza y sin Dios en el mundo (Ef 2, 12). Con ello, el hombre, imagen de Dios en el mundo, se pierde a sí mismo y pierde al mundo, lo vuelve extraño y aun hostil, lo deshumaniza. Pero el Creador, por iniciativa de su amor plenamente libre, crea de nuevo al hombre en su Hijo Jesucristo, para poder salvar toda su creación. Pablo advierte a los fieles de Efeso: «Estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-... Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él determinó practicásemos» (/Ef/02/04-10). Como dice Juan Pablo ll: «En el misterio de la Redención el hombre es «confirmado» y en cierto modo es nuevamente creado. ¡El es creado de nuevo!» (RH 10) (22). 19. El último futuro del mundo ha quedado inaugurado Por su resurrección de entre los muertos, Cristo es el Adán ultimo (1 Co 1 5, 45), el hombre final no en un sentido numérico, sino en un sentido cualitativo: nadie podrá rebasarle y, a la vez, es el prototipo del hombre en camino hacia su total liberación. En efecto, sobre Cristo resucitado, la muerte, introducida en el mundo por el pecado, no tiene ya poder alguno (Rm 6, 9). Con la aparición del último Adán en la resurrección de Jesús ha amanecido, no sólo para el hombre, sino también para la creación entera, el nuevo día sin ocaso, el día de la liberación, el «tercer día». Quebrantado el poder del pecado y de la muerte. Cristo inicia la liberación de la creación sujeta a la decadencia, a la frustración y a la muerte, para que pueda «entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios» (Rm 8, 20-21). En Cristo, el hombre final, Dios desata la libertad impedida por tantas esclavitudes y, por consiguiente, crea al hombre y al mundo reconciliados: aquella obra suya

que El declaró muy buena (Gn 1, 31) (23). 20. En el encuentro con Cristo, criaturas nuevas H-NUEVO: Quien se ha encontrado con Cristo y ha quedado identificado con El es un hombre nuevo, una criatura nueva y, en un sentido muy real, el término de una nueva creación en Cristo (2 Co 5, 17). Al unirse con Cristo por el Bautismo (Ga 3, 27), el creyente participa de todo lo que El ha adquirido en favor de todos los hombres (2 Co 5, 15-21). Vivificado por el Espíritu (Ga 5, 5-25), el cristiano no es ni vive desde sí mismo (Flp 3, 9): todo lo que él es procede de Dios {2 Co 5, 18) y únicamente Cristo da sentido final a su existencia y la «conforma» (2 Co 5, 15). Podemos decir que quien, identificado con Cristo, vive desde Dios Padre en el Espíritu, se hace otro hombre, cambia de un modo radical, es otro el centro de su vida, se invierte su jerarquía de valores, se conmueven los cimientos de su mundo. Pablo ha experimentado y expresado de un modo ejemplar lo radical de su identificación con Cristo y de la novedad de su vida (/Ga/02/20; /Flp/03/07-09) (24). 21. Cristo manifiesta plenamente el hombre al hombre Jesucristo es el prototipo de la nueva humanidad recreada por Dios, es el Hombre Nuevo. Cristo es la «imagen de Dios invisible» (Col 1, 15), cuyos rasgos ha de reproducir el hombre en su resurrección gloriosa, al término de su búsqueda: búsqueda que Dios suscita, sostiene, anima y dirige con una especie de admiración y «pasión» paterna desde que creó las primeras nebulosas. Más aún, Dios ha destinado desde toda la eternidad al hombre a conformarse con su Hijo como prototipo (Rm 8, 28-30; cfr Ef 1). Nuestra búsqueda incesante del hombre futuro, sepámoslo o no, tiene a Cristo por término. Cristo «manifiesta plenamente el hombre al propio hombre» (GS 22) (25). 22. Cristo reúne en si todos los seres Cristo es, en Dios, el creador del universo El Nuevo Testamento ha entendido lo ocurrido en Cristo y la comunidad cristiana como una renovación del universo, como una nueva creación. Dentro de este horizonte ha pensado el Nuevo Testamento en la creación primera y en la acción providencial que conduce libremente al mundo desde una creación a la otra. De este modo, para el Nuevo Testamento. Cristo está en el corazón del mundo de hoy, en El se han

de reconciliar o recapitular y reunir todas las cosas (/Col/01/20; /Ef/01/21-22) y, por consiguiente, Cristo estuvo en el principio de todo (Ap 1, 8. 17). Cristo es la esperanza del mundo (/Ef/02/11-12) y, a la vez, tiene en El consistencia el mundo entero (Col 1, 17). Cristo es el mediador de la redención e, igualmente, lo es de la creación» (1 Co 8, 6; Col 1, 16ss; Hb 1, 2-3; Jn 1, 3.14). Como dice Juan Pablo ll: «El redentor del hombre, Jesucristo, es el centro del cosmos y de la historia» (RH 1) (26). 23. Cristo, revelación definitiva del amor libre y gratuito de Dios en su acción creadora La comunicación de Dios a su creación culmina en Jesucristo, objetivo y arquetipo, en vistas al cual quiso Dios crear todas las cosas. Dios ama su creación de tal modo que la orienta eficazmente hacia el encuentro de sí mismo y de su obra en la unidad del universo consumada en Jesucristo, el Señor. Hasta ese cumplimiento llegará la acción creadora de Dios. Nuestra fe en la intervención de Jesucristo, el Señor, en el término y en el principio de la creación nos ayuda a comprender mejor la libertad, el poder, la sabiduría de Aquel que amó el primero (27). ........................................................................ TEMA 62 OBJETIVO: INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: EL MUNDO ESTA CENTRADO EN CRISTO PLAN DE LA REUNIÓN * Información (personas, hechos, problemas...). * Oración inicial. * Presentación del tema 62 en sus puntos clave. * Lectura de Ef 2 y Col 1. * Comentario: lo más importante. * Oración comunitaria. PISTA PARA LA REUNIÓN PUNTOS CLAVE * Antes: sin esperanza y sin Dios en el mundo. * Ahora: nuevamente creados en el encuentro con Cristo. * Cristo manifiesta plenamente el hombre al hombre. * En Cristo radica la consistencia del universo y la esperanza del mundo.

EL ESPÍRITU, CONSUMADOR DEL MUNDO

OBJETIVO CATEQUÉTICO * Descubrir la función del espíritu como consumador del mundo. 24. El estado actual del hombre implica algo de menos natural, de inacabamiento, de irredención Es un dato elemental de toda existencia humana, ya se encuentre en crisis de crecimiento o de disminución, la experiencia de una limitación fundamental, de una desolación, de una secreta convicción de la inseguridad de su ser, de una especie de situación irredenta en la que está inmerso y de la que lucha por evadirse. El hombre percibe su misterio y el de sus limitaciones inherentes y elegidas; se siente asediado por esos poderes que le desbordan y a los que difícilmente escapa: muerte, enfermedad, injusticia, tiranía... Esa vivencia fundamental de todo existir humano, que percibe su propia debilidad, esa angustia insuperable que carcome su ser. desemboca en la convicción de que el estado actual del hombre implica algo de menos natural, de inacabamiento, de irredención. Es la certeza de que no es posible desde dentro de sí la plenitud de lo humano e histórico (29). 25. También la naturaleza se lamenta por un bien perdido La naturaleza no es sólo maravillosa y suscita admiración. Es dramática. Está también sujeta a la finitud y a la destrucción. Sufre y suspira con nosotros. Atentos percibimos el sufrimiento de los animales, la destrucción y la decadencia, la agresión, la huida, el miedo universal a la muerte. Pensadores y poetas expresan de diverso modo la tristeza de la naturaleza: «Un velo de tristeza se extiende sobre toda la naturaleza, una profunda, implacable melancolía recubre toda vida.» En el fondo, la naturaleza también se lamenta por un bien perdido. Al fin y al cabo, el mundo es el cuerpo prolongado y ensanchado del hombre (30). 26. La naturaleza, ligada al destino del hombre El drama de la naturaleza está ligado al drama del hombre, así como la plenitud de la naturaleza depende de la consumación del hombre. El mundo material creado para él participa de su destino. Maldito a causa del pecado humano (/Gn/03/17), el mundo se halla actualmente en un estado violento. El pecado del hombre contamina la tierra. Según los

profetas, las abominaciones del pueblo profanan su mundo ambiente, que ha de sufrir por ello la cólera de Yahvé (Jr 7, 20; 9, 10ss; Ez 6, 14; Is 13, 9-11). En justa correspondencia, el mensaje de la salvación se dirige también a los cielos y a la tierra que serán beneficiarios de las bendiciones divinas: «Pero esperamos, según nos lo tiene prometido (Dios), nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia» (/2P/03/13; cfr. /Is/65/17; /Is/66/22; /Ez/36/08-12) (31). 27. Con dolores de parto Como dice San Pablo, la naturaleza está sometida a la vanidad (idolatría) y a la servidumbre de la corrupción y desde su ser más profundo anhela ser liberada juntamente con el hombre. Pero la nueva creación en Cristo, anunciada por los profetas (Cfr. ls 65, 17-21; 66, 22), se está gestando ya en el mundo presente y será alumbrado por él, trabajado por el Espíritu de Cristo que suscita, sostiene y dirige la colaboración humana: «La ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La Creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo» (/Rm/08/19-23) (32). 28. El destino del hombre depende del Espíritu de Dios La creación espera ansiosamente la manifestación de los hijos de Dios. Si la naturaleza permanece ligada al destino del hombre (solidaridad hombre-mundo), del Espíritu de Dios depende, a su vez, el destino del hombre (alianza hombre-Dios). Aunque seamos una criatura nueva en Cristo, vivimos aún en las condiciones de este mundo viejo destinado a pasar. Pero poseemos ya las primicias del Espíritu. Para Pablo, la presencia del Espíritu de Cristo en nosotros es la garantía de nuestra esperanza, según la cual se consumará el rescate de nuestro cuerpo: «El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad» (Rm 8, 26; cfr. 8, 23-24). Y también: "Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros» (/Rm/08/11) (33).

29. Reconocer a Dios y amar de veras, primicias del Espíritu consumador El hombre, abandonado a sus propias fuerzas, es incapaz de entrar en el Reino de Dios: «Trabajosamente conjeturamos lo que hay sobre la tierra y con fatiga hallamos lo que está a nuestro alcance; ¿quién, entonces, ha podido rastrear lo que está en los cielos? ¿Y quién hubiera conocido tu voluntad, si tú no le hubieses dado la Sabiduría y no le hubieses enviado de lo alto tu Espíritu Santo? Sólo así se enderezaron los caminos de los moradores de la tierra, así conocieron los hombres lo que a ti te agrada y gracias a la Sabiduría se salvaron» (/Sb/09/1618). Tampoco por sí mismo el hombre puede alcanzar su plenitud humana. No hay plenitud humana al margen de Dios: «La carne no sirve para nada» (Jn 6, 63), «lo que nace de la carne, es carne; lo que nace del Espíritu, es espíritu» (Jn 3, 6). Por la fuerza del Espíritu, del que poseemos ya las primicias, el hombre se vuelve capaz de reconocer a Dios en el centro de su propia vida y, al mismo tiempo, de amar de veras (34). 30. El Don del Espíritu, promesa para la nueva creación El Espíritu Santo, del que tenemos las primicias, es el Don y la Fuerza de Dios, prometida por los profetas para los últimos tiempos, para los tiempos mesiánicos. Dios infundirá su Espíritu a los suyos, les dará un «corazón nuevo» poniendo su ley en el interior de éste, y aun cambiará las condiciones del mundo en que han de habitar. De este modo, el Espíritu de Dios será el principio de la Nueva Alianza (Ez/36/27-28; Jr 31, 31). Esta efusión del Espíritu de Dios se realizará por la mediación del Mesías (Is 11, 1-3; 42, 1; 61, 1) (35). 31. La plenitud, inaugurada en Pentecostés ES/CREADOR Cristo, teniendo en sí la plenitud del Espíritu (Mc 1, 10; Lc 4, 1) y constituido Señor por su resurrección, comunica esa plenitud a otros hombres renovándolos interiormente y haciendo de ellos una criatura nueva (Rm 8, 14-17; Ga 3, 26ss; cfr. Jn 1, 12). Esta nueva creación ha sido inaugurada en Pentecostés. El Espíritu que llena a los apóstoles el día de Pentecostés (Hch 2,4) es el Don que les hace Cristo resucitado y manifiesta y lleva a cabo la victoria sobre el pecado y la muerte (Cfr. Hch 2,32-36; 4, 7- 12). Los apóstoles convierten los corazones con su

palabra, perdonan los pecados (Jn 20, 21 ss) y por su mediación reciben los creyentes el Don de Dios, el Espíritu Santo (Hch 8,17). La expansión de la Iglesia confirma la promesa de Jesús a sus discípulos: hacen obras más grandes que las suyas y obtienen del Padre todo lo que piden en nombre de su Hijo (Jn 14, 12ss; 16, 23-24) (36). 32. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra Con la resurrección de Jesús, la hora del Espíritu ha llegado y la plenitud inaugurada en Pentecostés, continúa ahora en el misterio de la Iglesia, en la cual el Espíritu Santo actúa maravillosamente (cfr. LG 44; 49). Consciente de ello, la Iglesia pide confiadamente el Espíritu, que es para ella como su alma (cfr. LG 7): «Ven, Espíritu Creador, / visita las almas de tus fieles / llena con la gracia de lo alto / los corazones que tú creaste» (Liturgia de Pentecostés, Himno de Vísperas}. «Mira el vacío del hombre / si tú le faltas por dentro; / mira el poder del pecado / cuando no envías tu aliento» (Domingo de Pentecostés, Secuencia). «Rey del cielo, Consolador, Espíritu de verdad, / tú que en todo estás presente y lo llenas todo; / tesoro de bienes y fuente de vida, / ven y haznos tu morada; / purifícanos y haznos salvos / tú, que eres la misma bondad» (Liturgia bizantina, Invocación Rey del Cielo, Consolador) (37). 33. El Espíritu, consumador del mundo La plenitud, inaugurada en Pentecostés, no ha alcanzado todavía su consumación, que sólo se realizará al final de los tiempos. Hacia este término camina la historia, hacia esos nuevos cielos y esa nueva tierra que anunciaban en otro tiempo las Escrituras (/2P/03/13), que el Apocalipsis evoca anticipadamente (/Ap/21/01-05): perspectiva grandiosa en la que el término de los designios de Dios alcanza la perfección de los orígenes, después del largo paréntesis que había abierto el pecado humano. He aquí que hago nuevas todas las cosas (Ap 21, 5). Tal será la consumación final de un mundo transfigurado por el Espíritu (38). 34. Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida Como Jesucristo, el Hijo, está en el origen de todas las cosas, también el Espíritu Santo, Consumador del universo, es en Dios el Creador de todos los seres. Esta ha sido la fe constante de la Iglesia. Entre las muchas expresiones de esta fe podríamos citar la del can. 1.° del

Concilio segundo de Constantinopla que enseña, con el lenguaje tradicional de los Padres griegos, que las tres Personas divinas están asociadas en su común acción creadora: Única es la divinidad y único es el poder del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. «Pues uno es Dios el Padre, de quien son todas las cosas; uno el Señor Jesucristo, por quien son todas las cosas y uno el Espíritu Santo, en quien son todas las cosas» (DS 421). En el Amor personal del Padre a través de su Hijo, Jesucristo, tiene origen y plenitud todos los seres (39). ........................................................................ TEMA 63 OBJETIVO: INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: EL ESPÍRITU, CONSUMADOR DEL MUNDO PLAN DE LA REUNIÓN * Presentación del objetivo y plan de la reunión. * Oración inicial: Sal 43. * Presentación del tema 63 en sus puntos clave. * Lectura de Sb 9,16-18; Rm 8,19-23; Jn 3,1-8. * Diálogo: lo más importante. * Oración comunitaria: desde la propia situación . PISTA PARA LA REUNIÓN PUNTOS CLAVE * En estado de irredención. * También la naturaleza. * Con dolores de parto. * El destino del hombre depende del Espíritu de Dios. * La plenitud, inaugurada en Pentecostés. * He aquí que hago nuevas todas las cosas (Ap 21,5): consumación final de un mundo transfigurado por el Espíritu. EL MAL EN EL MUNDO OCULTA LA GLORIA DE DIOS

OBJETIVO CATEQUÉTICO * Descubrir que el mal en el mundo no sólo oscurece y degrada la creación, sino que oculta la gloria de Dios Creador. 35. La tentación ante la experiencia del mal La observación del mal en el mundo y, sobre todo, los ataques del mal en la propia carne nos ponen al borde de nosotros mismos y nos sugieren la sospecha de que el fundamento último de lo real es irracional y sin sentido, que en su origen no hay un ser personal que ame su

obra y la guarde y dirija conforme a las exigencias del sentido y del bien. La experiencia del mal parece negar una fundamental proclamación bíblica: el mundo y la vida son don de Dios, y sugieren una objeción dirigida al propio corazón de la fe: Dios es amor. En este contexto, resuena la proclamación bíblica (Gn 2-3) de que Dios no es culpable del mal que hay en el mundo: la raíz más profunda de la miseria humana no está en Dios, sino en el hombre mismo (cfr. tema 24) (40). 36. Este no es el mundo querido por Dios Según la Escritura, el mundo de nuestra experiencia es un mundo oscurecido, degradado por el pecado. En un mundo que- en cuanto salido de las manos de Dios- es bueno (Gn 1 y 2), se ha introducido el pecado del hombre (Gn 3). Con ello, se muestra no sólo cómo vino el pecado y el mal al mundo, sino cómo viene todavía hoy. El pecado contamina la tierra y hace que ésta sea, en realidad, maldita (Gn 3, 17-18). En el nombre de Dios, los profetas condenan las abominaciones del pueblo, que profanan su mundo ambiente (Jr 7, 20; 9, 10ss; Ez 6, 14; Is 13, 9-11). Denuncian las diferencias escandalosas entre ricos y pobres, la opresión que sufren los débiles, la rapacidad de los poderosos, la ambición de los acreedores sin entrañas, los fraudes de los comerciantes, la venalidad de los jueces, la avaricia de los sacerdotes y falsos profetas, la tiranía de las clases dirigentes, la persecución del propio provecho a cualquier precio en los más pequeños y en los más grandes (Is 3, 15; Am 2, 8; 6, 1-7; 5, 7-13; 8, 5; Mi 3, 11; Is 3, 2ss; Jr 6, 4ss). Este no es el mundo querido por Dios (41). 37. La fuerza del pecado en nuestro mundo Conoceremos mejor la fuerza destructora y envilecedora del pecado si vemos sus consecuencias en nuestro mundo contemporáneo. Los conflictos sociales han llegado a tomar dimensiones mundiales. Mientras la riqueza, el poder y la cultura se acumulan en una pequeña parte de la humanidad, la mayor parte de ella está «privada de casi todas las posibilidades de iniciativa personal y de responsabilidad, y aun muchas veces incluso viviendo en condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona humana» (PP 9; cfr GS 63). «Los pueblos hambrientos interpelan hoy, con acento dramático, a los pueblos opulentos. La Iglesia sufre ante esta crisis de angustia y llama a todos para que respondan con amor al llamamiento de sus hermanos» (PP 3). Las aspiraciones

legítimas de muchos hombres quedan defraudadas. «Hacer, conocer y tener más para ser más: tal es la aspiración de los hombres de hoy. Y. sin embargo, gran número de ellos se ve condenado a vivir en condiciones que hacen ilusorio este legítimo deseo» (PP 6). Con ello, queda truncado el desarrollo integral del hombre y queda dividido, desgarrado y enfrentado en sí mismo con violencia extrema el propio hombre (42). 38. Un mundo que oculta la gloria de Dios Creador Un mundo oscurecido y desfigurado por el pecado oculta la gloria de Dios Creador (cfr. /Rm/03/23). El sentido del mundo y de las cosas y la verdad de Dios están aprisionados en la injusticia de los hombres. Como dice San Pablo: «La cólera de Dios se revela desde el cielo contra la impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras» (/Rm/01/18-20) (43). 39. El mal en la naturaleza, interrogante sobre la actividad creadora de Dios Además del pecado y de sus consecuencias, en el individuo y en la sociedad, hay en el mundo otros males como inundaciones, terremotos, pestes y demás, que no podemos atribuir a una intervención humana. Estos males surgen por factores puramente naturales. Juzgamos de ordinario sucesos de tal naturaleza como males, porque causan algún mal al hombre. Pero independientemente de los males que al hombre puedan producir, nos es difícil soslayar el pensamiento de que tales sucesos llevan consigo algo así como destrucciones, despilfarros de seres y energía y también callejones sin salida en el curso de la naturaleza. Tales sucesos pueden hacernos vacilar en la convicción de que el curso entero del universo está dirigido inteligentemente hacia su bien, conforme a un plan preconcebido. Aunque no del mismo modo como el pecado oculta la gloria de Dios, en cierto sentido también estos otros males ponen a veces para nosotros sobre la actividad creadora y providente de Dios un interrogante (44). 40. El dualismo, respuesta al problema del mal,rechazado por la fe cristiana MAL/DUALISMO:

A lo largo de la historia de las religiones y del pensamiento, se ha tratado de encontrarle a este enigma y escándalo del mal una salida demasiado fácil, el dualismo: la creencia de que dos principios igualmente originales han producido todos los seres; el Dios bueno habría producido todo lo bueno y su oponente, el principio malo, todo lo malo. Frente a todo dualismo, la Iglesia ha sostenido constantemente su fe en un único Dios creador de todas las cosas desde la nada. La acción creadora de Dios termina en el ser y bien de las cosas creadas. Lo que «hay» de malo en ellas es algún fallo o defecto que las afecta. Por ello, el mal no puede surgir en el mundo por una acción paralela a la acción creadora de Dios. La razón del mal, como tal, hay que buscarla en la limitación y debilidad de las cosas creadas (45). 41. El mal, riesgo de la creación Los seres creados por Dios desde la nada pueden o bien decaer, entrar en un callejón sin salida, o bien avanzar realizando aquellas virtualidades que les son propias o que Dios les ofrece de nuevo gratuitamente. La creación lleva consigo, por decirlo así, un riesgo. En la creación, Dios, movido por un amor sobreabundantemente generoso, acepta el riesgo que trae crear muchos y diversos seres: la exclusión de unos seres por otros. En el caso del hombre, éste es un riesgo señalado. Al crear al hombre para una verdadera comunidad de amor en Dios, tenía que crear Dios libre a cada hombre, con su propio centro de conciencia y de interés y con su propia perspectiva sobre el universo y, por consiguiente, correr el riesgo de que el hombre, individual y colectivamente, se cerrase sobre sí mismo y acabase perdiéndose a sí y perdiendo al mundo. Dios, creando seres diversos de sí mismo, se expone de veras. No hay amor generoso dirigido a seres creados sin exposición y riesgo (46). 42. Dios vence el mal a fuerza de bien A pesar del riesgo del mal en el mundo, Dios no deja de crear. No se deja vencer por el mal, sino vence al mal a fuerza de bien (cfr. Rm 12, 21). Dios no abandona el mundo a su propia suerte. Regresiones, callejones sin salida, fallos y logros parciales a costa de grandes pérdidas no pueden ni siquiera detener el impulso hacia adelante del proceso de la creación. La acción creadora tiene por objetivo el establecimiento del Reino de Dios, en un cielo nuevo y en una tierra nueva. Dios, según este designio previo, sustenta y dirige su obra

hacia su plena realización, en la consumación final de todas las cosas. El creyente hace frente al enigma y escándalo del mal desde la promesa de Dios: «Mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear» (/Is/65/17-18; cfr. Ap 21; /2P/03/13) (47) 43. En el Evangelio se manifiesta ya ahora la justicia de Dios, puesta en entredicho por el mal en el mundo Dios, por el poder salvador del Evangelio, ha iniciado ya la salvación definitiva del hombre y del mundo caído. No es el Evangelio únicamente un anuncio de la salvación venidera, sino el poder mismo de Dios que ya desde ahora lleva a la salvación. «En él se revela la justicia de Dios» (Rm 1, 17). En Cristo, Dios es fiel a su obra creada, la reduce a su señorío liberador, la salva. De este modo, el Evangelio muestra la justicia de Dios en un mundo que se ha separado de Dios por el pecado del hombre y, sin embargo, le pertenece inalienablemente por la creación. Únicamente puede el hombre vencer el escándalo del mal que pone en entredicho la justicia y la gloria de Dios, si por la fe se entrega al designio salvador de Dios, a su gracia y sabiduría (48). ........................................................................ TEMA 64-1 OBJETIVO: INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: EL MAL EN EL MUNDO OCULTA LA GLORIA DE DIOS CREADOR «LA CREACION/ANTICREACION» La lectura de este texto, tomado de la «Misa Jove», expresa lo contrario de lo que Dios hizo al comienzo del mundo. Se titula «Anticreación», y ayuda a tomar conciencia de que, con los diversos géneros de violencia, estamos destruyendo la obra maravillosa del Padre. Quien se siente «Dios», no se deja guiar de su Espíritu Creador y, lejos de «renovar", destruye la Tierra Al fin el hombre acabó con el cielo y con la tierra, la tierra era bella y fértil, la luz brillaba en las montañas y en los mares y el Espíritu de Dios llenaba el universo. El hombre dijo: «Que posea yo todo el poder en el cielo y en la tierra». y vio que el poder era bueno, y puso el nombre de «Grandes Jefes» a los que tenían el poder y llamó desgraciados a los que buscaban la

reconciliación. Y así fue el sexto día antes del fin. Y el hombre dijo: «Que haya gran división entre los pueblos, que se pongan a un lado las naciones a mi favor y del otro las que están contra mí.» Y hubo buenos y malos. Y así fue el quinto día antes del fin. Y el hombre dijo: «Reunamos nuestras fortunas, todo en un lugar, y creemos instrumentos para defendernos, la radio para controlar el espíritu de los hombres, los uniformes para dominar las almas de los hombres.» Y así fue. El mundo quedó dividido en dos bloques, en guerra. El hombre vio que tenía que ser así. Y así fue el cuarto día antes del final. Y el hombre dijo: «Impongamos nuestro proyecto de sociedad con las armas y la sangre. El pueblo está engañado, grita por nuestras gargantas. En su nombre ejecutamos a los opresores, liberamos al pueblo.» Y el hombre convirtió en cenizas el fruto del sudor de muchas generaciones. ¡Pánico, destrucción y muerte! El hombre lo vio y lo encontró normal. Así fue el tercer día antes del fin. Y el hombre dijo: «Fabriquemos armas que puedan destruir grandes multitudes, millares y centenares de millones a distancia.» El hombre creó los submarinos nucleares que surcan los mares y los misiles que cruzan el firmamento. El hombre lo vio y se enorgulleció. Entonces los bendijo diciéndoles: «Sed numerosos y grandes sobre la tierra, llenad las aguas del mar y los espacios celestes, multiplicaos.» Así fue el segundo día antes del fin. Y el hombre dijo: «Hagamos a Dios a nuestra imagen y semejanza, que actúe como actuamos nosotros, que piense como pensamos nosotros, que mate como nosotros matamos.» El hombre creó un Dios a su medida y lo bendijo diciendo: «Muéstrate a nosotros y pon tierra a nuestros pies: no te faltará nada si haces siempre nuestra propia voluntad». Y así fue. El hombre vio todo lo que había hecho y estaba muy satisfecho de ello. Así fue el día antes del fin. * De pronto se produjo un gran terremoto en toda la superficie de la tierra, y el hombre y todo lo que había hecho dejaron de existir. * Y así acabó el hombre con el cielo y con la tierra. La tierra volvió a ser un mundo vacío y sin orden. Toda la superficie del océano se cubrió de oscuridad. Pero... el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas. (DIÓCESIS DE BILBA0, CAD 13, 1982, 3-4)

Nota: Esta ficha puede utilizarse como complementaria de la siguiente ........................................................................ TEMA 64-2 OBJETIVO: INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: EL MAL EN EL MUNDO OCULTA LA GLORIA DE DIOS CREADOR PLAN DE LA REUNIÓN * Presentación del objetivo y plan de la reunión. * Oración inicial: Sal 77. * Presentación del tema 64 en sus puntos clave. * Lectura de Gn 3,17-18; Rm 1,17-20. * Oración comunitaria: desde la propia situación. PISTA PARA LA REUNIÓN PUNTOS CLAVE * El escándalo del mal. * Este no es el mundo querido por Dios (...). * La fuerza del pecado en nuestro mundo (...). * Aprisionan la verdad en la injusticia (Rm 1,18-20). * El mal en la naturaleza. * Sin dualismos. * El mal, riesgo de la creación. * El evangelio: justicia de Dios. EL AMOR, FUERZA CREADORA Y TRANSFORMADORA DEL MUNDO

OBJETIVO CATEQUÉTICO * Descubrir que el amor es la verdadera fuerza creadora y transformadora del mundo. 44. A la búsqueda de un amor que crea El mundo es creado en virtud del amor. Y es destruido por la violencia y el odio. El amor se opone al odio como la creación a la destrucción. La vida humana se desarrolla en esa tensión (49). 45. El verdadero poder consiste en crear, no en destruir Se da fácilmente por sentado que no es el amor, sino la violencia quien conquista el mundo y lo domina , quien es capaz de estructurar, organizar, hacer el mundo tal cual ha de ser. Bajo diversas influencias, se acaba por identificar la fuerza con la violencia y el amor con la debilidad. La paradoja evangélica, sin embargo, estriba en la pretensión de que, por el contrario, el amor es poderoso, de que el poder

verdadero no es violento, de que el hombre realmente fuerte es manso, y que el hombre violento no es tan fuerte como pretende o como quisiera serlo. El verdadero poder consiste en crear, no en destruir. Crear es signo y prueba de poder (50). 46. ¿En dónde radica la verdadera fuerza y la eficacia? Debemos examinar detenidamente en dónde radica la verdadera fuerza, la eficacia en las cosas de la vida, por ejemplo, en pedagogía o en política, y de modo más general en la totalidad de las actividades humanas: si en la mansedumbre o en la represión violenta, la destrucción y la matanza. Examinemos a este respecto la historia de nuestro siglo y hagamos balance. El balance de las dos últimas guerras mundiales, con diez millones de cadáveres la primera y cuarenta millones la segunda, no arroja precisamente un saldo positivo. Si el poder consiste en levantar montañas de cadáveres, no cabe duda entonces de que los promotores de semejantes matanzas son hombres poderosos (51). 47. Todavía continúa la pugna cósmica entre el odio y el amor La tensión entre las fuerzas de creación y de destrucción, de vida y de muerte, se halla inserta en el desarrollo del universo. El universo se transforma y madura en torno a nosotros bajo la influencia de ese doble movimiento, todavía oculto casi en su totalidad. Las fuerzas cósmicas de la creación han ido poco a poco integrando galaxias, luego estrellas y luego planetas. De modo semejante, el Amor ha debido enfrentarse con fuerzas enormes, fuerzas surgidas del pecado, fuerzas de distanciamiento y separación, para lograr primero familias, luego pueblos, después naciones y en un futuro más o menos próximo, supernacionalidades. Nos hallamos todavía en medio de una tensión donde continúa la pugna cósmica entre el odio y amor (52). 48. Dios es creador. Llamando a las cosas a la existencia hace triunfar el amor El Dios que se manifiesta en la Escritura es un Dios Creador. Llamando a las cosas a la existencia, hace triunfar el amor. Coloca el amor en el origen mismo del ser. Manifiesta así lo que es verdaderamente poder, el poder de quien da la vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean (Rm 4, 17) Creando el mundo por su palabra (cfr. 2 Co 4, 6), triunfó sobre los poderes del caos (Gn 1, 2). Esta operación primera la continúa ejerciendo en sus

criaturas: «En él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17, 28) (53). 49. Amar es prolongar la acción creadora de Dios Dios es amigo de la vida. Por ello, condena progresivamente toda violencia. Lo hace teniendo en cuenta las diferentes épocas en que vive su pueblo. Así se apropia la ley del Talión (Ex 21, 24), que representa un progreso considerable con respecto a los tiempos de Lamec, que se venga sin medida (Gn 4, 23-24). El Dios del Antiguo Testamento no es un Dios cruel, es un Dios con entrañas de misericordia. Se pone de parte del pueblo oprimido en Egipto (Ex 3, 9) y le exige un comportamiento semejante con el débil (Ex 23, 9). Dios se constituye, pues, en defensa de las víctimas de la injusticia humana, y, más en particular, del huérfano, de la viuda y del pobre (Ex 22, 20ss). A su vez, poco a poco irá diseñando la figura única del siervo de Yahvé, que ha renunciado definitivamente a la violencia (cfr. Is 53, 7; Temas 9 y 30) (54) 50. Jesús es la Palabra creadora misma Jesús es la Palabra creadora misma: «Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe" (/Jn/01/03). Jesús jamás destruye, no mata, no hiere a nadie. El consuela, cura, regenera, crea y recrea. El es esencialmente creador. Su misión es restauradora, redentora. Se emplaza en la perspectiva de Aquel a quien en el Espíritu llamamos Padre y que es creador de todos los seres (55). 51. Dios condena progresivamente toda violencia Amar es prolongar la acción creadora de Dios y el mayor de todos los mandamientos. Tal es la voluntad de Jesús: «Amaos los unos a los otros, como yo os he amado» (Jn 13, 34-35; cfr. 15, 12-17). De un extremo al otro del Nuevo Testamento el amor del prójimo aparece inseparable del amor de Dios: los dos mandamientos son la plenitud de la Ley (Mc 12, 28-33). Vienen a ser uno solo (Jn 15, 12; Ga 5, 14; 1 Jn 4, 20-21; 5, 2), que se extiende al enemigo mismo (Mt 5, 44>. Este mandamiento, aunque antiguo por estar ligado con las fuentes de la revelación (1 Jn 2, 7ss), es nuevo: Jesús inaugura la era anunciada por los profetas, dando a cada uno el Espíritu que crea corazones nuevos. El amor, venido de Dios, vuelve a Dios.

Amando a nuestros hermanos, amamos al Señor mismo (Mt 25, 40) y así se cumple en nosotros el plan creador y salvador de Dios. El amor es algo absoluto y constituye lo único que permanecerá eternamente (cfr. 1 Co 13, 8-13). Sobre esta base se levanta ya el mundo futuro (56). 52. La fuerza del amor se impondrá al fin Jesús, como los profetas de Israel y el Apocalipsis, anuncia que, formalmente, el dominio del mundo no estará en manos de los violentos, sino que pertenecerá a todos aquellos que hayan cooperado a la acción creadora de Dios, acción que opera poderosa y mansamente. La mansedumbre es verdaderamente fuerte; ella alcanzará al fin la victoria y dominará la tierra: «Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra» (/Mt/05/04). En la pugna entre el amor y el odio, la fuerza del amor se impondrá al fin (57). 53. El amor creador obliga a la transformación de la naturaleza y de las estructuras sociales, mediante el conocimiento científico y la técnica El amor creador, hablando en general, no puede dispensarnos hoy de conocer científicamente tanto la naturaleza como las estructuras sociales y, desde este conocimiento, ponerlas al servicio de un mundo más humano. El amor, si es creador de veras, no es un vago sentimiento ni se contenta con buenas intenciones. El amor creador no huye de la realidad; la asume seriamente, busca conocerla del modo más objetivo posible eliminando toda ilusión y proyección sobre ella, que la deformen al servicio de intereses y apetencias egoístas. La ciencia y la técnica sin amor deshumanizan el mundo y la sociedad; pero el amor ha de valerse del saber científico y de la técnica para desplegar su fuerza creadora. En particular, aunque el amor procure primariamente el crecimiento y liberación de las personas, será necesario, aun para lograr este objetivo, mejorar y, a veces, cambiar las estructuras sociales, dentro de las que se realizan en una gran medida ese crecimiento y esa liberación (58). ........................................................................ TEMA 65

OBJETIVO: INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: EL AMOR, FUERZA CREADORA Y TRANSFORMADORA DEL MUNDO PLAN DE LA REUNIÓN * Presentación del objetivo y plan de la reunión. * Oración inicial: Sal 37. * Presentación de la pista adjunta: ¿Con qué frase me identifico más? ¿En dónde radica la verdadera fuerza y la eficacia? * Oración comunitaria: desde la propia situación. PISTA PARA LA REUNIÓN 1. El mundo es creado en virtud del amor. 2. Y destruido por el odio. 3. El hombre fuerte es manso. 4. El hombre violento no es tan fuerte como pretende. 5. Jesús jamás destruye: consuela, cura, regenera redime. 6. Los mansos poseerán la tierra (Mt 5,4). 7. Cambiar las estructuras sociales, forma de amar. NUESTRA FE CRISTIANA ANTE UN MUNDO EN GÉNESIS CIENCIA Y FE OBJETIVO CATEQUÉTICO * Descubrir la visión cristiana de un mundo en Génesis y, además, la relación existente entre ciencia y fe. 54. Historia de la vida e historia del hombre La ciencia nos dice que a la historia del hombre antecede otra mucho más larga: «la historia» de la vida. Naturalmente, la humanidad hubo de comenzar un día con unos primeros hombres. Aunque la transición se muestra como gradual ante una observación exterior, la hominización, sin embargo, representa respecto del animal un modo de existir tan radicalmente nueva, que tuvo que haber un momento determinado en que ciertos seres vivos dejaron de ser algo y empezaron a ser alguien (cfr. Pío Xll, Humani Generis, DS 3896). El instante de este comienzo ha desaparecido para siempre en la oscuridad de los tiempos (60). 55. Una visión dinámica del mundo A la historia del hombre y al dinamismo de la vida, precede la génesis -la evolución- del cosmos. La ciencia moderna ha descubierto en el acontecimiento evolutivo la ligazón física entre todos los vivientes y, por extensión, entre todo lo real. Este es el denominador común en el que coinciden todas las investigaciones e hipótesis en torno al acontecimiento evolutivo. La evolución es una de las grandes

concepciones científicas que ha contribuido a la formación de una nueva visión del mundo: una visión dinámica (61). 56. Una nueva situación de la cultura El Concilio Vaticano II recoge la nueva situación de la cultura, creada por el cambio profundo de las circunstancias de vida del hombre moderno en el aspecto social y cultural. Se puede hablar incluso de una nueva época de la historia humana. Tal situación ha sido preparada por el ingente progreso de las ciencias naturales y de las humanas, incluidas las sociales por el desarrollo de la técnica, y también por los avances en el uso y recta organización de los medios que ponen al hombre en comunicación con los demás. De aquí provienen ciertas características de la cultura actual: las ciencias exactas cultivan al máximo el juicio crítico, los más recientes estudios de la psicología explican con mayor profundidad la actividad humana; las ciencias históricas contribuyen mucho a que las cosas se vean bajo el aspecto de contabilidad y evolución... (Cfr. GS 54) (62). 57. Dos órdenes de conocimiento: Fe y razón En el diálogo de la fe con la ciencia, hemos de mantener un doble principio: No buscar en la ciencia lo que sólo la fe nos puede dar y, a su vez, no buscar en la fe lo que la ciencia nos puede ofrecer. El Vaticano II, «recordando lo que enseñó el Concilio Vaticano I, declara que existen dos órdenes de conocimiento distintos, el de la fe y el de la razón; y que la Iglesia no prohíbe que las artes y las disciplinas humanas gocen de sus propios principios y de su propio método..., cada una en su propio campo; por lo cual, reconociendo esta justa libertad, la Iglesia afirma la autonomía legítima de la cultura humana, y especialmente de las ciencias» (GS 59; cfr. 36) (63). 58. La ciencia debe permanecer en su propio campo Según esta autonomía metodológica, la ciencia debe permanecer en su propio campo, sin rebasarlo, y reconocer, por tanto, sus límites. Ni la naturaleza que muchos hombres contemporáneos creen dominar, ni la ciencia en la que se apoyan como si fuese una religión o una filosofía, son ni toda la naturaleza ni toda la ciencia. Lo que se entiende por ciencia, con frecuencia, lleva al hombre de nuestro tiempo a reducciones y empequeñecimientos de realidades que no pueden ser captadas por los métodos del saber científico (64). 59. Como tal no puede oponerse a la fe Por lo que a la cuestión evolutiva se refiere, el hecho científico, como tal, no da amparo a ninguna filosofía. Es filosóficamente neutro. Permaneciendo en su propio campo, no puede oponerse a la fe. No sucede esto con las interpretaciones materialistas y panteístas que históricamente han surgido en torno al descubrimiento de la evolución (65). 60. La sabiduría humana, si desborda sus límites, se vuelve idolátrica

Cuando la sabiduría humana desborda sus límites, se vuelve idolátrica, vana (Sb 13, 1; Rm 1, 21). Esto es lo que percibe y denuncia el creyente israelita ante el influjo de la cultura griega, introducida en Israel con la dinastía macedónica de los seléucidas, a la que pertenece Antíoco Epífanes, el verdugo de los Macabeos (2 M 7). Los grandes mentores de la sabiduría griega, seducidos por las maravillas de la naturaleza, la adoraron en cada uno de sus principales elementos. Por ello, dice el libro de la Sabiduría: «Sí, vanos por naturaleza todos los hombres que ignoraron a Dios y no fueron capaces de reconocer por los bienes visibles a Aquel-que-es, ni atendiendo a las obras, reconocieron al Artífice, sino que al fuego, al viento, al aire sutil, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a las lumbreras del cielo, los consideraron como dioses, señores del mundo» (/Sb/13/01-02) (66). 61. "... ¿cómo no llegaron primero a descubrir a su Señor?" En nuestra época, con el avance extraordinario de la ciencia, no se adorará al agua, por ejemplo, como elemento primordial y señor del mundo, pero sí puede suceder que se adore, en su caso, a una primera nebulosa de hidrógeno. La idolatría científica de nuestro tiempo aparece en esta expresión de un materialista dialéctico: «El electrón es inagotable; lo mismo que el átomo. La naturaleza es infinita y existe infinitamente». El libro de la Sabiduría se hace una pregunta, que parece particularmente dirigida a muchos de nuestros contemporáneos: ... «Si llegaron a adquirir tanta ciencia que les capacitó para indagar el universo, ¿cómo no llegaron primero a descubrir a su Señor?» (/Sb/13/09) (67). 62. El universo tiene su propio himno al Creador La creación es signo de grandeza y del amor de Dios. El universo tiene su propio himno al Creador. Es preciso saber escucharlo. Los Concilios Vaticanos I y II enseñan que el hombre «puede conocer ciertamente a Dios, principio y fin de todas las cosas, con la razón natural, por medio de las cosas creadas» y que, gracias a la revelación «todos los hombres, en la condición presente de la humanidad, pueden conocer fácilmente, con absoluta certeza y sin error, las realidades divinas, que en sí no son inaccesibles a la razón humana» (DV 6, cfr DS 3004-3005) (68) ........................................................................ TEMA 66-1 OBJETIVO: INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: ANTE UN MUNDO EN GÉNESIS PLAN DE LA REUNIÓN * Información: personas, hechos, problemas... * Lluvia de ideas: interrogantes del grupo en torno al hecho de la evolución. * Presentación del tema 66 en sus puntos clave. * Diálogo.

* Oración comunitaria: desde la propia situación . PISTA PARA LA REUNIÓN . PUNTOS CLAVE * Una visión dinámica del mundo. * Dos órdenes de conocimiento: fe y razón. * En su propio campo, la ciencia no se opone a la fe. * Lectura de Sb 13,1-9 y Rm 1,18-23. * Himno del universo: Sal 104 y 148. ........................................................................ TEMA 66-2 OBJETIVO: INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: ANTE UN MUNDO EN GÉNESIS PLAN DE LA REUNIÓN * Información: personas, hechos, problemas... * Presentación del objetivo y plan de la reunión. * Presentación del montaje audiovisual La Creación... * Diálogo: nuestra reacción ante el montaje. * Oración comunitaria: desde la propia situación PISTA PARA LA REUNIÓN * Presentación del montaje audiovisual titulado La Creación. Posibilidad creadora del hombre, de I. AGUILAR (Ed. Dinama, Madrid, 1979): se centra en el esfuerzo del hombre como colaborador de Dios en la creación (ver DEPARTAMENTO DE AUDIOVISUALES (SNC), Montajes Audiovisuales. Fichas críticas, C-17) .

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