En nuestro devenir clínico, nos hemos dado cuenta de que la posición individual de la persona hace un efecto en las relaciones de todo el sistema familiar. Ha sido una manía constante el preguntarnos cuál es tu sitio en la relación, cuál es mi sitio en la relación coeducadora de mis hijos, cuál es mi sitio, dentro de todo este entramado social, para sentirme realmente bien con lo que hago y conmigo mismo. “¿Cuál es mi sitio?” Tal vez esta cuestión que aparece tan machaconamente en nuestras mentes y nos hace reaccionar de tal o cual manera ante tal o cual situación, no se daría si realmente no estuviéramos constantemente pidiendo a voz en grito el reconocimiento de nuestro sitio valorado por los demás. No es raro encontrarnos con clientes, usuarios, que están perdiendo su rol en el sistema o subsistema familiar. Tratamos de ajustar su papel a las reglas de funcionamiento “normales” en cada grupo y tal vez lo que no encontramos adecuadamente en su sitio es la propia visión de uno mismo.<< Parece como si no encajara en esta situación. Ya no soy necesario y prefieren a otros para que...>> Volvemos, pues, a la situación de nuestro propio sentimiento y creación de cada vez más ideas irracionales que luchan por entrar en nuestro sistema mental y hacernos sucumbir por la pasividad y la negación a “luchar” contra ellas. Tal vez si pensáramos más en nosotros mismos e hiciéramos las cosas por nosotros mismos, lograríamos saber lo buenos que somos y no tendríamos necesidad de que los demás reforzaran nuestros valores, porque así lo único que conseguimos es supeditar nuestras propias funciones y actividades a la “voz del amo”, ajustando nuestra conducta, de forma inconsciente, puede ser, por ambas partes, a las instrucciones que una marca y el otro acepta, o viceversa. No es raro encontrar personas que dicen una cosa y hacen otra. Puede parecer que hay una incongruencia absoluta, pero en el fondo dicen lo que les gustaría que fuera (porque es tremendamente positivo) y hacen lo que creen que deben hacer (aunque si eso mismo lo hiciera otro diferente de ellos, lo verían como una incongruencia). Este párrafo parece un buen lío, pero si lo leemos despacio sacaremos el mensaje adecuado. En el fondo no estamos hablando de otra cosa que de esas ideas irracionales que tanto hemos ido nombrando y que se manifiestan en forma de falta de seguridad, dependencia psicológica, vivir en el pasado, culpabilidad, lo que algunos autores llaman “deberización”, hacer eso porque debo hacerlo, rabia, falta de autovaloración...¿Quién pude saber su sitio, su lugar, con semejantes ideas “comiéndote” la lucidez? Sí, ¿cuál es mi sitio en la vida?...Si la propia persona no trabaja las situaciones adecuadas es imposible que nada ni nadie ponga sitio a su sitio, lugar a su lugar. Cada uno es su dueño y debe ponerse a amar, amándose; querer, queriéndose. os sentimientos no son simples emociones que nos suceden, sino que son reacciones que elegimos tener. Si somos dueños de nuestras emociones, si las controlamos,
no tendremos que escoger reacciones de autoderrota. (A. Ellis) Sólo trato de hacer pensar que según qué actitud de pensamiento escojamos, habrá ideas irracionales que se apoderen de nosotros o no. Estas ideas siempre están rondando y anidan en las personas débiles, tocadas por esfuerzos históricos y que han sido incapaces de levantarse del todo; grandes supervivientes, pero incapaces, aunque no lo vean, de mantenerse en pie en un presente cargado aún de ese lastre sin digerir de su propia historia. JUAN JOSE LOPEZ NICOLAS. Orientador Familiar. http://www.terapiayfamilia.blogspot.com Etiquetas: autocontrol emocional, control emocional, recursos terapeuticos, terapia racional emotiva