Contra 150807 Lenoir - Filosofo Religiones

MIÉRCOLES, 15 AGOSTO 2007

ROSER VILALLONGA

“El hombre es un animal religioso” Tengo 44 años. Nací en Madagascar y crecí en París. Fui mal estudiante hasta que mi padre me regaló El banquete de Platón. Investigué la religión, pero no la viví hasta que leí el Evangelio de san Juan: me hizo llorar y abrazar el universo. Sólo a través de la religión logramos vivir varios niveles de realidad. Colaboro con el CCCB

FILÓSOFO DE LAS RELIGIONES

FRÉDÉRIC LENOIR EXPERIENCIA

M

–Perdón. Siga, siga. –Muchas tradiciones espirituales me parecieron interesantes, pero el catolicismo me resultaba pobre, previsible y dogmático. –Habla usted en pasado. –Porque me recluí en un monasterio cisterciense bretón para escribir en silencio. Pero nada más llegar me puse muy enfermo y casi abandono la reclusión. Mi amor propio me impidió irme y la enfermedad me impedía concentrarme. Desesperé... –Es la vaina de estar enfermo. –En mi celda encontré una vieja Biblia polvorienta y la abrí al azar. Comencé a leer el prólogo a los Evangelios de san Juan y de repente sentí que me invadía un amor inmenso y que mis ojos se llenaban de lágrimas. –¿¿¿...??? –Aquellas líneas me hablaban a mí, a Frédéric Lenoir como si hubieran sido escritas pensando en mí. Y sin embargo, al mismo tiempo, sentía que llamaban a todos los hombres. Tenía 20 años y acababa de descubrir al Cristo cósmico que revela san Juan. ¡Quería abrazar al universo entero! –¿Y le dura? –Han pasado más de 20 años y aquella experiencia sigue marcando mi vida. –¿Es usted cristiano? –Creo que Jesús fue un profeta que renovó la espiritualidad humana y por eso no me considero agnóstico, sino cristiano, pero no creo que Jesús fuera Dios. El logos que ilumina a todo ser humano –somos animales religiosos– se encarnó en aquel Jesús de los Evangelios de san Juan y sigue y seguirá iluminándonos a todos. –¿Pero usted le reza a Jesús o no? –Le rezo cada día, pero no voy a misa. –¿Cómo le reza? –Rezo a un Jesús que supera todas las religiones, incluida la cristiana. También practico la meditación zen, pero sin afán trascendental: sólo porque me ayuda a desconectar

Sólo la religión nos permite vivir más vidas en ésta...Y tal vez en otras. Lenoir está más interesado en las realidades que nos descubre la experiencia religiosa que en la vida eterna, aunque ha dedicado a ambas 25 años de estudio de la filosofía de las religiones. Es autor de una monumental enciclopedia, una citadísima tesis, dos millones de ejemplares de 18 títulos y una revista, ‘Le Monde des Religions’, cuya tirada ha logrado duplicar este año. Lenoir es un erudito, pero lo que hace apasionante su conversación no es lo que ha leído, sino lo que ha vivido. Cree en lo que hace, porque ha experimentado lo que explica y por eso es también capaz de abrirnos a los maravillosos mundos del espíritu que esperan ser descubiertos, empezando por éste: aquí y ahora.

de mis preocupaciones. Para mí, no hay religión sin experiencia de varios niveles de realidad, así que intento situarme en presencia de Cristo y leo el Evangelio de san Juan. –¿Qué entiende por niveles de realidad? –Es justo lo que estamos hablando. El hombre es un animal religioso, porque es capaz de vivir y sentir más allá de lo visible y sensible. Esa vivencia es la religión y el medio de alcanzarla es la fe. Lo demás a menudo no son sino doctrina y dogma estériles. –¿Qué pensaban sus amigos? –Uno de mis mejores amigos es hoy el hermano Samuel. Vivimos juntos el descubrimiento de los Evangelios y él sintió que debía dedicar su vida entera a ese descubrimiento. Yo también, pero de otra manera. –Se volcó usted en los libros. –Me hice investigador de las religiones y publiqué mi tesis sobre el budismo, así como la Enciclopedia de las Religiones... –¿Adónde va el papado? –Benedicto XVI fustiga la modernidad y su relativismo, que comienza con el escepticismo de Montaigne, y sigue con el pluralismo que alumbra la Ilustración. Para el Papa sólo hay una verdad: el catolicismo, y los demás están en el error. –¿Será esa línea la que se imponga? –El Papa se ha propuesto reconquistar la esfera pública en Occidente. Ése es su gran reto: que Roma vuelva a regir el mundo como antes de la Reforma. Para lograrlo, todo lo que tiene es el catolicismo conservador y un núcleo de fieles intransigentes. –¿No es suficiente? –Unos cuantos miles de católicos lo celebran y unos cuantos millones se sienten más alejados cada vez de un Vaticano que rechaza el matrimonio de los sacerdotes, la ordenación de las mujeres, el uso del preservativo... o excomulga a los divorciados, ¡si son media humanidad! LLUÍS AMIGUET

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e echaron de tres institutos y como estudiante yo era un desastre hasta que mi padre a los 13 años me regaló El banquete de Platón... –Eso sí que fue una conversión. –Los presocráticos: epicúreos, estoicos... respondían maravillosamente a las grandes preguntas que me hacía a esa edad. –Y siguen respondiendo. –Después miré a Oriente con Hermann Hesse y su Siddhartha. –Como millones de adolescentes. –...Y a través de él llegué a Chogyam Trungpa y a los tibetanos y a los místicos como el Maharishi o Shankara... –¿Por qué nos atrae el budismo? –La inmensa mayoría de quienes son atraídos no llegan nunca a profundizar en él y se quedan con esa imagen de alternativa religiosa simpática y poco exigente. –Pero ¿por qué resulta simpático? –Porque es moderno al no ser dogmático. Buda nos dice que no creamos en nada que no hayamos descubierto y experimentado por nosotros mismos. En cambio, el catolicismo o el islam aparecen como un discurso dogmático que nos impone arbitrariamente por jerarquía qué hemos de creer y qué no y, por ende, qué debemos hacer y qué no. –¿Ése es su gran atractivo? –Occidente ha primado el conocimiento de lo exterior al hombre y su dominación por la razón; en cambio, los sabios budistas han aprendido a observar, de una forma paracientífica, la mente y la psicología del individuo. Y en eso tienen mucho que enseñarnos. –Pero usted siguió descubriendo mundos. –Descubrí a Jung y el enorme poder simbólico de la astrología y sus mitos operando junto con las leyes de la sincronicidad universal que los regulan. –¿¿¿Cree en el horóscopo??? –Sólo he dicho lo que he dicho.