Contexto Histórico del nacimiento del psicoanálisis: 1900: Fin del Imperio Habsburgo de Austro-Hungría. En la Viena de los Habsburgo la vida cultural no estaba separada en compartimentos estancos. Los cafés no tenían departamentos. La actividad cultural bullía y las prácticas se estimulaban mutuamente creando un ambiente de innovación que produjo la música dodecafónica, la arquitectura ‘moderna’, el positivismo legal y lógico, la pintura no figurativa y del psicoanálisis. En la Viena de Freud toda persona instruida discutía sobre filosofía y consideraba que las conclusiones centrales del pensamiento kantiano se ajustaban precisamente a sus propios intereses, ya fuesen artísticos o científicos, ya legales o políticos. Lejos de ser la ocupación especializada de una disciplina autónoma y autosuficiente, la filosofía tenía para ellos múltiples facetas y estaba interrelacionada con todos los otros aspectos de la cultura contemporánea. Párticularmente importantes fueron los debates sobre el lugar y valor de lenguaje. Karl Kraus fue quién más claramente lo denunció. “Clamaba por una crítica del lenguaje como instrumento crucial de pensamiento, lo hacía con aversión moral contra esa negligencia del pensamiento y expresión, que es enemiga de la integridad individual y que le deja a uno indefenso frente a los engaños políticos de hombres corrompidos e hipócritas.” Las relaciones entre medio y mensaje fueron pensadas a fondo en la Viena del 900 (mucho antes que McLuhan las lleve al candelero): ¿Cómo podía ser adecuado un “médium” a un “mensaje”? ¿Cómo podía una cosa cualquiera servir como medio de expresión o simbolización de cualquier otra? ¿En qué sentido, si es que alguno, podrían la música, o la pintura, o la arquitectura, o el lenguaje cotidiano ser considerados como “representación”?
Las dos caras de Viena: Ciudad de ensueños: La Viena de los valses de Strauss, de los cafés encantadores y un cierto hedonismo despreocupado y omnicomprensivo. Ciudad de pesadillas: la derrota militar frente a Prusia, la caída de la bolsa con su Viernes Negro (1873). Crisis de vivienda. Pocas ciudades han sido menos generosas que Viena para reconocer en vida a aquellos hombres a los que proclamaría héroes culturales después de su muerte. Divorcio entre los papeles y la “realidad”. La censura era estricta y universal. En la vieja Viena se podría decir, con Marx, que “ la burguesía había arrancado de la familia su velo sentimental, y había reducido la relación familiar a mera relación de dinero”. Los valores que esta sociedad fomentaba eran razón, orden, progreso, perseverancia, 1
confianza en uno mismo y disciplinada conformidad con las pautas de buen gusto y buena conducta. Se había de evitar a todo precio lo irracional, lo apasionado y lo caótico. La estabilidad tenía un puesto elevado entre las virtudes. La familia vivía en su castillo privado, se creaba un refugio frente al mundo exterior con el pater familia a la cabeza que era el único en lidiar con la “realidad externa. La guerra destruyó aquel aislamiento de la realidad que el hogar burgués había prometido proporcionar. El sexo era considerado por los mayores una fuerza anárquica que debía ser completamente regulada por la sociedad. No se debía admitir la más leve insinuación pública de que existiesen realmente apremios de ese género. Esta conspiración en torno al sexo tuvo dos consecuencias; por un lado, la clara inhibición e ignorancia de los asuntos sexuales; por otro, la oscura acentuación de la sexualidad. La “anulación” de la sexualidad femenina tenía su correlato en el desarrollo de la prostitución y la difusión de la hipocresía. En lo político la marca clave está en la incapacidad del liberalismo de desarrollar un programa y una actividad coherente. A la vuelta del siglo, los grupos políticos más impetuosos de Viena eran los movimientos de la clase obrera capitaneados por defectores del liberalismo. El otro elemento que cada día gravitaría más era el antisemitismo. “este surgió a la par que la decadencia del mercado de valores”. La más extraña paradoja dela vida vienesa quizá sea el hecho de que la política de la Solución Final Nazi y la del Estado Judío Sionista no sólo brotaron allí, sino que tuvieron orígenes percusivamente similares. Los judíos vieneses se volvieron hacia la cultura alemana para crear una aristocrácia estética, y de esa manera evadirse de una vida mercantil para la que de otro modo el judío de clase media estaba destinado. Redl un caso paradigmático del doblez de la sociedad y el drama del fin del imperio Habsburgo (la película Coronel Redl es excelente!): es el caso de un hombre que había tenido buena fortuna precisamente porque pudo asumir una máscara que velaba completamente su personalidad. “En su conjunto en la sociedad de los Habsburgo la artificialidad y la hipocresía eran entonces la regla más bien que la excepción, y en todos los aspectos de la vida lo que importaba eran las apariencias y los ornamentos “. Problemas de identidad y comunicación sacudían a la sociedad vienesa en todos los niveles, político y social, individual y aún internacional. La lengua era la base tanto social como política en las acerbas peleas por los derechos civiles y esto no es teórico puro sino que refiere a las diferentes lenguas dentro del imperio y al rol de lenguaje en la comunicación.
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Los personajes: 1) Karl Kraus: periodísta crítico del periodismo con las armas de la polémica y la sátira, desde su revista quincenal Die Fackel – La Antorcha (1899)-. Su blanco era la duplicidad moral que existiía a todo lo largo de la sociedad (VW 83). Kraus sostenía que las falacias de la lógica de un hombre tanto como los defectos de su carácter se reflejaban en su estilo literario y en la propia estructura de la frases (le style c’est l’homme même). El mismo vivía de sus escritos y organizó su vida en torno a su obra; para el no había sacrificios personales demasiado grandes. Para él la honradez y la verdad artística son los factores más importantes de la vida, el factor integrador que hizo de su vida y obra una sólida y coherente unidad. Para él las raíces de la crisis de la época descansaba en una “enfermedad del espíritu”. Criticaba también el papel exagerado que la prensa había asumido en la sociedad burguesa, destacando cómo se había llegado al la “excelencia en el engaño”, en particular por la infiltración pervasiva en ella de los intereses empresarios.. El folletón era para él el extremo de esta hipocresía. A medio camino entre lo subjetivo y lo objetivo juntaba lo peor de los mundos (según Kraus). Finalmente, Kraus deja bien claro que la esfera de los valores es completamente distinta a la de los hechos. Desde el comienzo mismo de su carrera, Kraus identificó absolutamente la forma estética y el contenido moral de la obra literaria, viendo su valor moral y estético como reflejado en el lenguaje.
LOOS: Loos también emprende la guerra a la “ornamentación”, y deseaba eliminar toda forma de decoración de los artículos funcionales. Para comprender a Loos hay que conocer el trasfondo del arte de la época. En 1890 el naturalismo y el academicismo estaban en la cima de su apogeo con un estilo cargado y ornamental en una academia estatal de un estado conservador. En 1897 Gustav Klimt se separó de la academia con otros estudiantes y formaron la “secesión”. Klim propoprcionó un espíritu que les servía de guía más que unos puntos de vista fijos sobre o que debiera ser la pintura. La historia que sigue es la del Expresionismo austríaco que termina después de la primera Guerra con Kokoschka. Tanto en pintura como arquitectura la decoración exótica sustituía a la convencional.
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En una sociedad en la que el “buen gusto” era el primero de los valores, recusar los gustos populares y académicos de una manera radical significaba cuestionar los mismísimos fundamentos sociales. Se desarrolló una crítica devastadora contra el concepto de artes aplicadas, por considerar que se aplicaba una decoración desde el exterior, sin que por ello los artefactos sean más útiles o funcionales. Según Loos los principios del diseñó de objetos utilitarios debieran ser puramente factuales y estar determinados por las funciones que los objetos debían cumplir.
Schönberg: Schönberg identificó sus metas con las de Kraus a quien dedicó su obra “Teoría de la armonía”. Fue un genio plurifacético (músico, pintor _ Blaur Reiter- y escritor). Los debates en el campo de la música no iban a la saga de los otros campos oponiendo a los partidarios de la música del futuro (Wagnerianos) con los de la del pasado (Brahmsianos). Una de las rarezas de la historia cultural vienesa es que las teorías con las cuales Arnold Schönberg revolucionó la composición musical están sorprendentemente de acuerdo con as del crítico conservador Hanslick. Para ambos debido a al naturaleza de la música misma, toda tentación de describir en palabras lo que produce está condenada al fracaso y rechazaban el romanticismo racista de Wagner. Para Schönberg la adhesión estricta a las reglas de composición es paradojicamente la fuente de donde mana la libertad del compositor. No le escapaba en absoluto a la erudición y propugnaba el estudio de los viejos maestros. . Shönberg tomo de Mahler la “autenticidad” sobre la convención. No compusieron para producir sonidos agradables, sino para expresar la propia personalidad. Tampoco negaron la fantasía sino que la llevaron a la corriente formativa del lenguaje musical. “la fantasía produce los temas, las ideas musicales, la lógica musical. La teoría de la armonía suministran las leyes de su desarrollo. La fantasía es la fuente creadora. Las obras de Shönberg son ataques contra el refinamiento del esteticismo burgués, su obra de compositor es por tanto crítica social, al igual que la arquitectura de Loos.
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