El Adelantado de Segovia, 20/07/07
Construir para la vida Tribuna Miguel Jaime (*) Se van a hacer alrededor de catorce mil viviendas nuevas en Segovia en el futuro cercano, pase lo que pase con los precios. Si no se introducen algunos correctivos, este boom de la construcción local comprometerá la calidad de vida en la provincia. Para que el inminente crecimiento de la ciudad no se convierta en la multiplicación de los errores del pasado hay que mejorar la calidad de la vivienda ahora. Mejorar la calidad de la vivienda significa hacer viviendas que faciliten la vida, no sólo hacer viviendas fáciles de construir y vender. Una buena casa favorece el desarrollo de las potencialidades humanas, se relaciona armónicamente con el medio ambiente y fomenta la vida en comunidad mientras preserva la intimidad. La vivienda de calidad mejora la vida de todos y puede ser también rentable si se promueve privadamente: un buen proyecto no tiene porqué ser más caro (hay ejemplos de lo contrario) y con el paso del tiempo lo realmente bueno se revaloriza. En el Reino Unido existe un organismo gubernamental que se preocupa desde 1999 de promover la calidad del diseño de las viviendas. La CABE, siglas inglesas para la Comisión para la arquitectura y el ambiente construido, “promueve el incremento de la calidad de vida de las gentes a través del buen diseño” (www.cabe.org.uk). En coordinación con la patronal de constructores de vivienda, organizaciones ciudadanas y gubernamentales, la CABE ofrece asesoramiento a “los proyectos que moldearan vidas” desde el convencimiento de que “los parques y los espacios abiertos son tan importantes como el ladrillo y el mortero”. Dentro de las actividades de la CABE está la guía Building For Life (Construir para la vida). Esta es una guía que contiene apenas veinte preguntas, pero son preguntas a las que todo conjunto de viviendas de calidad debería responder positivamente. Son tan simples como “¿tiene prioridad el emplazamiento de los edificios sobre las calles y los aparcamientos, de manera que la vialidad no domine el conjunto?”, o “¿el proyecto pone en valor edificios existentes, el paisaje o la topografía del lugar?” o la lapidaria pregunta de
“¿el proyecto evidencia calidad arquitectónica?”. El objetivo de esta guía es concienciar al constructor, las asociaciones de vecinos, arquitectos y planificadores (en este orden) de que las viviendas bien proyectadas “pueden contribuir al bienestar de la gente y a la calidad de vida, beneficiar la salud pública, incrementar el valor de las propiedades y disminuir la delincuencia”, en sus propias palabras. Construir para la vida no es una normativa sino un consenso sobre la calidad de la vivienda inspirado por la urbanidad. La CABE no da ni deniega licencias de obra, sólo crea conciencia. Todo lo más que hace este organismo es asesorar y emitir un juicio razonado de aquellos proyectos que se lo soliciten, siempre que tengan una repercusión pública significativa. La administración también queda implicada en la guía con preguntas como ¿el conjunto tiene (o está cerca de) dotaciones comunitarias tales como escuelas, parques, áreas de juego, tiendas, bares o cafés?”, o la sangrante pregunta en nuestro caso de “¿es fácil acceder al conjunto por medio del transporte público?”. No es casual que varias preguntas de Construir para la vida se refieran al espacio comunitario. Este es un aspecto de gran trascendencia social que suele estar pésimamente resuelto en general, y en especial en los llamados adosados. “¿El espacio comunitario está bien proyectado y dotado de infraestructura de mantenimiento?” es una de las preguntas en este sentido, otra es “¿los espacios públicos son visibles y dan la sensación de seguridad?”, mientras que la importancia del contexto se recoge en la pregunta “¿integra la propuesta las calles, los paseos y los conjuntos existentes del contexto inmediato?”. La atención a lo comunitario y a la naturaleza debería ser una prioridad en los proyectos de vivienda colectiva. No basta con cumplir las normativas y reservar un porcentaje del solar para el uso común, ya que esto se solventa incluso con espacios residuales, desarticulados e inútiles. Hay que proyectar los conjuntos de manera que favorezcan el sentimiento de pertenencia a la comunidad y el contacto con la naturaleza: esto es exigible de pleno derecho si la oferta dice incluir calidad arquitectónica. Sólo con normativas o con medidas financieras no se va a solucionar la mala calidad de la vivienda. No es un problema exclusivamente económico o técnico. La vivienda es el escenario del encuentro primigenio entre el individuo, la sociedad y el medio ambiente. Quienes viven en un entorno armónico y bien integrado son mejores ciudadanos, esto está
demostrado científicamente así como lo contrario. Un reciente estudio, encargado por la Asociación Española de Fabricantes de Ladrillos, concluye que lo que más valoran los españoles a la hora de comprar una vivienda es la luz natural, mientras que la tranquilidad, el confort y el entorno le siguen como aspectos más valorados. Estos datos no dejan lugar a dudas: la gente pide arquitectura para sus casas y la arquitectura no los puede defraudar ni a ellos ni a la privilegiada naturaleza de Segovia. Es hora de construir para la vida y no sólo para el mercado, es el momento de rectificar. —— (*) Miguel Jaime es Dr. Arquitecto.