José Luis Ortiz y Maria Juliana Castaño: Conociendo nuestra identidad… Nuestra identidad es la percepción subjetiva e individual que tenemos de nosotros mismos, es la misma consciencia de nuestra existencia. Durante nuestra vida, todas nuestras experiencias van construyendo poco a poco la personalidad, la conducta y por último nuestra identidad, y todo comienza cuando el niño tiene una consciencia de otros como de si mismo en el mundo, y se reconoce en el papel que representa en la sociedad. Mientras nos integramos con los demás estamos sujetos a sus criticas y formas de ver el mundo a tal punto que terminamos creyéndonos su percepción de lo que somos, así, muchas veces nos identificamos con lo que otros creen de nosotros, con lo que dicen e incluso nos dejamos modificar el propósito de vida por la presión social y presión familiar, sobre todo la de nuestros padres y /o hermanos. Esto es mas grave aun cuando se es hijo menor, y se esta desprovisto de ese carácter en el cual reconocemos quienes somos, muchos sin saber que rumbo dar a su vida, terminan por entregárselo a otros que están tanto o más perdidos que ellos mismos, y entonces vemos a jóvenes caer en alcoholismo, drogadicción, inmoralidad, o erróneamente y aparentemente mas inocente en la visión de otros de lo que debemos ser, muchos estudian por estar con sus amigos porque no encuentran su identidad. Pero para arreglar este problema de identidad es necesario reconocerse fuera de la contaminación que otros han querido poner en nosotros queriendo controlar nuestra vida a su acomodo y ventaja. Fuera del enfoque personal de nuestra identidad, también cada uno reconoce que tiene un papel en la colectividad, como hermano, como hijo, como estudiante, como empleado, como mayor de edad, y un sin numero de programas que vivimos para encajar en la sociedad. Pero hay que recordar que esta sociedad no es el sistema que debe controlarnos porque… Gálatas 3:28 Y a no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús Nuestra identidad en Cristo debe generarnos la consciencia de que somos sus hijos y además creyentes en Dios, su diseño para nosotros es perfecto; sin embargo, la sociedad ha modificado el diseño y lo ha adulterado para parecer poderosos e importantes, pero cada uno tiene una identidad, una función, unos sueños que Dios puso en nosotros, unas metas, unos dones que nos dio desde antes de venir al mundo. Efesios 4:8 Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. 1 Pedro 2:9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable 1 Juan 4:5 …4Hijos míos, vosotros sois de Dios y los habéis vencido, porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo. 5Ellos son del mundo; por eso hablan de parte del mundo, y el mundo los oye. 6Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error. El mismo señor Jesucristo en Juan 17 ora por sus hijos, por la iglesia, como parte de si mismo, uno con él como su cuerpo, para que el Padre nos guarde del mal, no que nos quite del mundo, aunque no somos del mundo, somos una sola unidad con Dios, para que veamos su gloria con ÉL y su amor permanezca en nosotros. Nuestra identidad en Dios no es como la del mundo, de la gente que quiere parecer perfecta, aparentar riqueza, tener poder sobre otros que quieren pisotear, manipular, que elucubran cosas en contra de otros con tal de estar por encima de ellos, sino que Mateo 20:26, como hijos de Dios debemos servir a los demás, Dios así nos busca, humildes y obedientes, aun así, esto no significa que el mundo pueda pisotearnos. Aunque lo intenten ya que el carnal persigue al espiritual,
debemos ser conscientes que Dios nos dio un espíritu de poder, para servir a los demás y para hacer justicia. 2 Timoteo 1:7-9 En nuestro entorno, ya sea en la universidad el trabajo o diversos ambientes en los cuales se desarrolla nuestra vida, los demás nos criticaran por no seguir su ejemplo, por no reunirnos a hablar lo malo, por no ir con ellos a hacer lo malo, la gente quiere absorber a los demás, pero un hijo de Dios debe tener carácter para reconocer su verdadera identidad. Y aunque somos miembros de una iglesia, también somos miembros de la sociedad aunque no le pertenezcamos, por ello debemos marcar la pauta para los demás, siendo los primeros en demostrar que los hijos de Dios exaltan su nombre con todo lo que hacen, pero para ello es necesario barrer el alma de todos los malos comentarios, ejemplos y conductas que nos han podido encadenar nuestra mentalidad a la miseria, la mediocridad, la inmoralidad, pero sobre todo la inseguridad, ya que esta nos limita como hijos de Dios. Muchos jóvenes creen que no tienen valor, pero desconocen que Dios los amó desde antes de venir al mundo, el Señor Jesús pago por ellos, derramó su sangre, les dio dones, y aun cuando mucho no han tenido la familia como apoyo, tienen familia en Cristo. Por ignorar su valor como creación de Dios e hijos, eligen mas sus amistades buscando aprobación de los demás cuando la única que deben buscar es la de Dios, les falta estándares a la hoja de escoger quienes los acompañan, y se rodean de gente que solo les roba la vida, la paz y la comunión con Dios. Otros quieren ser dominantes, controlar a otros, influir en los demás, pero este diseño no es lo que Dios quiere para nosotros, él quiere que reflejemos su imagen y semejanza a donde vamos, ser dominante no es controlarlo todo, sino tener dominio propio, pero el mundo a tergiversado su significado queriendo imponer líderes. Otros muchos se saltan las reglas pensando que llegan a lugares que otros no han llegado, se dejan vencer de su orgullo y terminan en situaciones vergonzosas viendo se humillados por su imprudencia. Pero la mayoría comparte una gran falla, y es que permiten que los malos comentarios, ejemplos y consejos de otros controlen su vida, suele pasar que cuando hay alguien imponente en un grupo social las personas de carácter más débil se dejan subordinar, pero esto es un error si la subordinación no viene de parte de Dios sino de la fuerza de un hombre. Hay que ser valientes para impedir que las maldiciones que, por envidia o rabia, enojo, ira, o inseguridad otras personas nos lanzan nos lleguen a afectar. Sobre todo, al ser cristianos e hijos de Dios las personas probaran continuamente si somos congruentes con ello, si somos justos, si respetamos a los demás. Por ello hay que poner limites y mantenernos en un ambiente que nos facilite la comunión con Dios a pesar de los ambientes de pecado alrededor nuestro, no podemos compararnos a los que no tienen la luz, porque como Hijos de Dios, tenemos un espíritu mas glorioso, en Dios, en Cristo. Cada uno de nosotros trae consigo un montón de dones de parte de Dios, algunos son habilidades, sabiduría, destreza, y en general pueden tener muchas formas, otro tipo de dones son los propósitos de vida que cada uno trae consigo, pero ninguna de esas cosas importa si no se orientan a dar la gloria a Dios, pero para que esto suceda, debemos descubrir que quiere Dios de nosotros, muchas veces insistimos mucho en cierta empresa o deseo que tenemos, pero no todos nuestros deseos tienen el mismo tiempo, o no todos son correctos ante Dios, ya que no todos podemos ser ojos, o pies, o manos, todos tenemos un propósito distinto, que, sin duda alguna nos es revelado por el Espíritu Santo, y corroborado por otros, sin embargo para ejecutarlo Dios tiene los tiempos adecuados por ello apresurarse seria lo peor para nosotros. Dios no necesita ayuda para moldearnos, solo debemos permitirle humildemente que nos moldee, conforme a su voluntad. El servicio a Dios representándole ante otros correctamente y la obediencia, forma en nosotros el
carácter de Cristo, y su mente en nosotros. Así descubrimos nuestro identidad y propósito divino en Dios.