Confesiones de un decimista gringo por Philip Pasmanick, “rumberomenor” Guaguancó es lo más sublime para el alma divertir. Se debiera de morir quien por bueno no lo estime. Canto para que se anime y que me ponga atención. Cantamos de corazón Acuden a la llamada: una rumba bien cantada siempre alegra el corazón. Aprendí esta canción al compás de las tumbadoras en el ritmo guaguancó. Mis amigos en el parque del Golden Gate la cantaban, allá por 1980, y algo del peculiar patrón de las rimas, simétrico pero irregular, me fascinó. Empecé a estudiar y apuntar estas canciones, estas viejas rumbas cubanas, y vi que una y otra vez el mismo patrón de rimas se perfilaba. Unos años después descubrí un libro cubano sobre Che Carballo, un dramaturgo campesino que escribía estrofas con las mismas características que estas rumbas cadenciosas. Y descubrí que las estrofas tenían un nombre: décima espinela, con una larga y noble historia literaria. Me dediqué a detectar más ejemplos entre las rumbas cantadas y grabadas, y a buscar más datos sobre la décima, pero poco hallaba, hasta que en 1995 gané una beca que me llevó a España y Cuba. En España encontré algunos recursos y artículos sobre un fenómeno aparentemente extinto, pero en Cuba topé con un tesoro de décimas y decimistas, de guateques y canturías, que me hizo ver que la décima era, por lo menos en Cuba, un fenomeno poderoso: vital, actual, y popular. Mis pesquisias me llevaron a conocer a María Teresa Linares (distinguidísima musicóloga y experta en punto cubano) Waldo Leiva (presidente del Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado) y el polifacético e inclasificable poeta Alexis Díaz Pimienta. Estos tres expertos, y un montón de poetas más, que pacientemente compartieron su arte conmigo, me llenaron de tanto entusiasmo que quedé marcado permanentemente: un decimadicto perdido, un decimaniático de atar. Escribí un estudio sobre la décima en la rumba, un tema que nadie había examinado dentro del ambiente guajirocéntrico cubano, y tuve la suerte de poder presentarlo en 2001 en el coloquio-festival cubano “La Cucalambeana”. Posteriormente pude participar in varios festivales internacionales en Málaga, México, Venezuela, y Cuba, donde empecé a cantar décimas y hasta improvisar. A la vez traje la décima a mi salón de clases en una escuela primaria bilingüe, y dentro de dos o tres años elaboré una modalidad de décima didáctica que he empleado con éxito. Inspirado por la gratitud que sentía y siento por los inumerables poetas, músicos, y estudiosos que me alentaron y que me brindaron su amistad y comprensión, en diciembre de 2006 monté una página en el internet para compartir con cualquiera algunos de los recursos que he creado o encontrado por allí. Mi sitio tiene: • siete videos originales (aproximademente una hora en total) • mis artículos, antologías, controversias, y narrativas
• links a sitios, foros interactivos, blogs, revistas, videos de décima • fotos y grabaciones de sonido El sitio se encuentra en la siguiente dirección: http://www.deciman.blogspot.com/ y les espera a todos los lectores de Bienmesabe. Pie de la foto: Pasmanick acompaña en sus garrafones de plástico a sus dos hijas en el festival de Villanueva de Tapia en 2006. Las presentó al público con la siguiente décima: Hoy les traigo sensación: algo nuevo y especial porque el arte decimal también vive en mi nación. La nueva generación he traído para aquí Yo tal vez les aburrí con mis décimas prolijas pero hoy cantarán mis hijas: mi Natalia y Noemí.