Comunicación química en el perro (olfateo) Aún no se sabe gran cosa sobre el olfateo, salvo su gran importancia en el perro. Existen dos tipos de mensajes químicos utilizados por el perro: por una parte las sustancias que sintetiza él mismo y, por otra, las que recupera de su entorno. • Las secreciones de la piel. Varias zonas del cuerpo del perro parecen implicadas en la síntesis de sustancias que tienen una función en la comunicación. La piel, las glándulas sebáceas y sudoríparas segregan diferentes sustancias entre las cuales hay algunas que podrían facilitar el reconocimiento entre individuos. Algunas de estas glándulas parecen especialmente implicadas y son sistemáticamente exploradas durante los contactos entre perros. Sucede lo mismo con los cojinetes plantarios o con la piel de los espacios interdigitales que podrían ser responsables de los mensajes químicos depositados durante el raspado del suelo por parte de los dominantes que expulsan a un intruso. • Las secreciones anales. Otras secreciones son mejor conocidas, especialmente las de las glándulas anexas al ano y los sacos anales, que transmiten informaciones depositadas en las heces durante comportamientos de eliminación voluntarios (información de orden jerárquico probablemente), pero también las feromonas de alarma durante defecaciones por miedo. Este fenómeno es bien conocido por los veterinarios que saben que, cuando un perro ha experimentado un ataque de pánico durante un examen, los perros que atiende después, alertados por lo que huelen en la consulta, se comportan de manera mucho más tensa. Las glándulas anexas al ano también desempeñan una función en el reconocimiento individual y además son sistemáticamente exploradas durante los encuentros. Parece que ciertas infecciones, de las cuales las glándulas del ano son el foco, pueden modificar hasta tal punto la composición química de su secreción que se pueden llegar a provocar peleas entre perros habitualmente amistosos. • La orina. Constituye un importante vehículo de feromonas que informan sobre la especie, el sexo, la categoría jerárquica y la receptividad sexual del emisor. La orina nunca es un marcador territorial: un depósito de orina no impide el paso sino que reclama una respuesta, como cualquier propietario de un perro macho ha podido comprobar. Por último, la mucosa del pene, la de la vaina, la de la vulva o la de la vagina son productoras de feromonas, de las cuales buena parte se difunde por la orina. Estas sustancias suelen actuar solas, pero en ocasiones su emisión se asocia a mensajes visuales. El hecho de orinar levantando la pata es un sistema más complejo de lo que parece: asocia el mensaje químico con una señal visual (la mancha de orina a cierta altura) y una postura (levantar la pata lo más alto posible cuando se es dominante). La función visual de levantar la pata queda probada por una curiosa observación: cuando se mira a una jauría de perros por la noche, se observa que los machos dominantes suelen orinar echados, en tanto de día lo hacen levantando muy alto la pata, a la vista de todos. • Los mensajes olfativos del entorno. Además de estos mensajes químicos producidos por diferentes glándulas, el perro también utiliza mensajes olfativos que recoge en su entorno. ¿Quién no ha visto alguna vez a un perro frotándose en una carroña, un cagajón o un charco de orina) Ahora bien, se comprueba muy rápidamente que el perro no se frota por casualidad sobre el objeto de su elección, sino que intenta impregnar la parte posterior de sus orejas, su grupa, la base de su cuello. Se trata de zonas exploradas sistemáticamente durante los encuentros entre congéneres. Existen diferentes hipótesis, sin embargo, ninguna de ellas se puede comprobar debido al escaso conocimiento que se
tiene del «alfabeto químico» de los perros. Sin embargo, lo más plausible es que los perros se impregnen de sustancias susceptibles de reforzar sus oportunidades de ser percibidos como dominantes. Bibliografía: Información extraída de ‘Larousse del perro’