Clase Sobre La Dinamica De La Transferencia

  • November 2019
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Clase Para “Sobre la Dinamica de la Transferencia”. “Sobre la Dinamica de la transferencia” es el texto más teórico con respecto a la transferencia. Para introducir el tema se debe recordar que cualquier persona puede sentarse a escuchar los problemas de otros sin ninguna dificultad, pero lo que lo diferencia del terapeuta al terapeuta (y a su vez es su dificultad) es que en virtud del dispositivo psicoanalítico, este se convierte en el destinatario de toda la queja de su paciente y estas quejas y síntomas que se ponen en juego en el recorrido clínico, llevan el nombre de su terapeuta. A modo de ejemplo caben mencionar las angustias que empiezan a pasar los alumnos cuando comienzan a realizar su practica las cuales no las ven como transferencia y no logran visualizar que su confusión y su no saber que hacer no es otra cosa que la gran dificultad del terapeuta, el poder soportar el terapeuta. La transferencia, a diferencia de lo que se sabe hoy, originalmente se pensó ligada a lo que al paciente le ocurría, porque desde sus orígenes el modelo medico siempre ha puesto al especialista en un supralugar. Entonces cuando Freud descubre la transferencia se centra principalmente en lo que le pasa al paciente, se da cuenta que además de todo los problemas que presentaban las histéricas, en los albores del psicoanálisis, las pacientes con mucha frecuencia se enamoraban del terapeuta o establecían algún vinculo afectivo muy erotizado y eso entonces entrampaba y complicada aun mas la situación. Por lo tanto la transferencia en un primer momento estuvo centrada en el paciente y estuvo considerada como un hecho perjudicial para el tratamiento. A partir de lo anterior es cuando Freud se refiere a la transferencia como un “falso enlace”. Este era un falso enlace porque ya en esa época Freud se da cuenta que en ese estado de enamoramiento la paciente le adjudicaba a su terapeuta una serie de atributos que no necesariamente eran reflejo de la realidad sino más bien de la consecuencia del particular lugar simbólico que era puesto el médico por la paciente a partir del dispositivo analítico (ella habla y el escucha), por eso es un falso enlace porque en definitiva lo que Freud se da cuenta es que ella (la paciente) le entrega una carta a la persona equivocada, pero el contexto clínico analítico da las condiciones para que surja ese vinculo amoroso. La mayor dificultad del psicoanálisis no esta en aprender la teoría ni la técnica sino en soportar la transferencia. Freud ya desde muy temprano repara en que la transferencia tiene dos caras, no solo le ocurre al paciente sino que también le toca al terapeuta. En algún momento el propio Freud propone hablar de contra transferencia para referirse a ese lado de la transferencia que tocaba al analista e inmediatamente también en esta época inicial se refiere a ella como algo perjudicial para el tratamiento y por lo tanto va a poner nuevamente en un primer plano de importancia la necesidad del analisis personal y supervisión, requisitos fundamentales del psicoanálisis. Sin embargo Freud en poco tiempo desecha el termino contra transferencia porque el va a decir que su necesidad de ponerle un nombre distinto obedecía simplemente a tratar de tomar distancia respecto del fenómeno, del no querer reconocer que al el también le pasaban cosas que son del mismo tenor de las que le ocurren al paciente y por eso habría querido ponerle un nombre distinto, por ende luego decide nombrar como transferencia tanto a lo que le pasa paciente como lo que le pasa al analista dentro de el dispositivo analítico. Cuando a nosotros nos pasa algo con nuestro paciente estamos tan transferenciado como el. Y a su vez, la transferencia no solamente va a tener que ver con el amor idílico sino que también va tener otros alcances como el odio, el rencor, los

celos, agresiones, envidia, etc. Sin embargo ahora, Freud se dará cuenta que la transferencia lejos de ser un obstáculo para la cura resulta ser la condición de posibilidad de tratamiento, o sea sin la transferencia no se puede hacer nada. Otro progreso también en la manera en como se veía en un principio la transferencia y que Lacan lo pone en un primer plano, es que los psicoanalistas antiguos hablaban de que había que “interpretar la transferencia” cuando en rigor, mas que interpretar la transferencia, se trata de “interpretar en la transferencia” porque no podemos sustraernos de ella, lo único que podemos hacer es analizarla y en virtud de lo que el paciente nos produce a nosotros es que podemos entender mejor. Es decir uno va a poder saber mejor la lógica estructural que tenemos al frente en virtud de lo que reconocemos que nos produce, y es por esto que nos puede ayudar a dilucidar con mayor facilidad la claridad diagnostica. La transferencia no es simétrica a las emociones, muchas veces uno tiende a pensar que lo que nos pasa emocionalmente con nuestro paciente es la transferencia, pero si bien hay una relación la emocionalidad también hay algo en la transferencia que nos toca a nosotros y que no podemos reconocer en nuestra lectura personal y que tiene que ver con nuestra propia historia. Por otra parte, a propósito de esta recapitulación del concepto de transferencia y todo lo que pasa en el. Freud dirá sobre el enamoramiento en general que todo ser humano por efecto conjugado de sus disposiciones innatas y de los influjos que recibe en su infancia adquiere una especificidad determinada para el ejercicio de su vida amorosa, es decir para las condiciones de amor, Tanto las metas que habrá de fijarse como las características del vinculo a establecer están predeterminadas por el efecto conjugado de esos dos factores. O sea con esto queremos decir que nadie puede amar de una manera distinta de como aprendió a amar a lo largo de su vida. Esta situación da como resultado una suerte de cliché o sea una muletilla que es característica en su forma de relacionarse de una persona y que se repite siendo constante en transcurso de su vida, o por lo menos estable en el tiempo. Solo un sector de esas mociones determinantes de la vida amorosa a recorrido el pleno desarrollo psíquico, es decir, solo ese sector ha logrado dirigirse hacia la realidad objetiva disponible a la consciencia. La otra gran parte de las mociones libidinales ha sido apartada de la consciencia y solo tiene permitido desplegarse en algunas formaciones de lo inconscientes bajo la forma de fantasía, chiste, sueño, síntoma, etc. Entonces la primera gran conclusión de este recorrido de elementos seria que la transferencia opera entonces en una determinación inconsciente. Por lo tanto es enteramente comprensible que en todo los seres humanos normales o neuróticos opera este particular dispositivo, y esto se manifiesta en nuestras relaciones interpersonales. Entonces si esa disposición esta ahí palpitando y latente para expresarse en todas nuestras relaciones con los objetos en general no debe extrañarnos que en el dispositivo psicoanalítico también aquello se produzca y por lo tanto lo que va a pasar transferenciamente no es otra cosa sino una repetición de los mismos clichés y de los mismos modos habituales de vincularse. Por lo tanto y a modo de ejemplo, cuando el paciente cuenta lo que le ocurre y se queja de lo que le ocurre sobre la relación respecto a su relación con los hombres o con las mujeres pasa que en la misma relación entrega un mensaje a interpretar que puede ser completamente relevante para el diagnostico. Es decir en lo que ocurre en la transferencia podemos entender los particulares modos que tiene el paciente de amar. Las particularidades que definen la transferencia radican en la exaltación del lugar que el paciente le adjudica a su terapeuta. “El sabe lo que me pasa”, lo que genera la posibilidad de que aquello ocurra con mayor fuerza es la herramienta técnica del

silencio de la escucha, porque una vez que el paciente ha entendido que el silencio obedece a un recurso técnico entonces el paciente ya puede estar dispuesto a pagar para poder decir lo que no puede decir en ninguna parte. Lo que Lacan dice con respecto a lo ya mencionado anteriormente, el dice que “El habla de el sujeto supuesto a saber”. Estas son tres palabras que se ponen en juego en el dispositivo analítico a propósito de la transferencia y lo que él plantea es que lo que esta al origen de la transferencia que es que el paciente le adjudica al terapeuta (antes que cualquier otra cosa) la virtud del saber lo que le pasa. Sin embargo lo que va a decir Freud es que dentro del aspecto fundamentalmente inconsciente que tiene la transferencia, nos pone en una posición enigmática frente a ella, pero lo fundamental de este concepto es entender que tanto el paciente como el terapeuta no saben lo que les pasa, por eso hay una relación muy estrecha entre transferencia y resistencia. Es decir, la transferencia nos sale al paso como resistencia, es decir, antes de verla instalada como transferencia la vemos como resistencia. A partir de esta relación de la transferencia con la resistencia surge algo interesante y complejo. Una condición previa regular e indispensable de toda contracción de neurosis es el extrañamiento del sujeto con respecto a la realidad, es decir, el tipo se sustrae de la realidad efectiva porque le parece insoportable (Ej: paciente que no acepta que ha muerto su hijo), lo que produce que esta parte de sustraiga es el efecto que tiene sobre ella la represión. Por lo tanto lo que ocurre en ese estado es que la libido sustraída de esa porción de la realidad que quedo absolutamente excluida genera una “introversión de la libido”, y por lo tanto va a haber una suerte de primacía de sus fantasías (un reavivamiento de sus imagos infantiles) y de sus temores por sobre la realidad. Cuando en el curso del análisis estos imagos infantiles se pone en juego en la transferencia y el analista intenta hacer un tipo de interpretación, ahí lo que ocurre obviamente no es otra cosa que la resistencia, el sujeto sensibilizado no va a querer reconocer la interpretación puesta por el analista.

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