CIENCIAS AUXILIARES DE LA HISTORIA Las ciencias auxiliares de la historia son aquellas disciplinas que el historiador utiliza como herramientas, para validar la autenticidad e integridad de hechos, reliquias, documentos y otros hallazgos con algún valor histórico. Algunos prefieren llamarlas disciplinas auxiliares, ya que técnicamente al denominarlas ciencias auxiliares, no se estaría haciendo justicia de su valor como ciencias completas en sí mismas. Dejando los tecnicismos de lado, se consideran las siguientes disciplinas al momento de estudiar hechos y hallazgos históricos: La arqueología, la diplomática, la epigrafía, la genealogía, la heráldica, la numismática, la paleografía, y la sigilografía, entre otras. Por supuesto que además se utilizan como auxiliares los principios de las ciencias formales, como la lógica y las matemáticas, los de las ciencias naturales, como la astronomía, la biología, la física, la química y la geología, y los de las ciencias sociales, como la psicología, la sociología, la economía y la demografía. Lo que ocurre con las disciplinas mencionadas en la primera lista, es que estas tienen aplicaciones específicas para la historia, y su relación es directa. La arqueología, uno de los campos de la antropología, estudia a las diferentes culturas de la humanidad analizando los hallazgos materiales en conjunto con datos pertinentes del medioambiente directamente relacionado. Busca explicar los orígenes y el desarrollo de la cultura y comportamientos humanos. La diplomática estudia específicamente documentos, para determinar su autenticidad y validez. Para estos fines se considera el lenguaje, la escritura, y el estilo del texto para llegar a conclusiones sobre la época y el autor del documento. La epigrafía busca descifrar las anotaciones o inscripciones realizadas en materiales como piedras (recordemos la piedra rosetta en Egipto), huesos y madera. La idea es poder obtener información de estas inscripciones, aunque no siempre es fácil si el hallazgo pertenece a alguna cultura de la cual no se tiene mucho conocimiento. El proceso de descifrar una anotación en algunos casos puede tomar años enteros. La genealogía, considerada como otra de las ciencias auxiliares de la historia, estudia el pedigrí o árbol familiar de un individuo. Para esto se estudian los nombres y relaciones entre los parientes vivos y muertos, en base a documentos y evidencias de características varias, para poder armar el famoso árbol genealógico. La heráldica estudia los escudos de armas, los cuales eran portados por los guerreros en la época en donde se utilizaban las armaduras; nace de la necesidad de identificar a los contrincantes en las batallas. Es de gran utilidad ya que históricamente, se da la transmisión de la simbología presente en los escudos (lo que hoy en día entenderíamos como el logotipo o marca), a través de varias generaciones.
La numismática es el estudio científico de las monedas, medallas y medallones, los cuales tienen materiales y símbolos característicos que se prestan para análisis. A través de esta disciplina se busca establecer las características de los pueblos y personas que las usaron, no sólo desde el punto de vista económico. La paleografía estudia los escritos de la antigüedad, similarmente a lo que hacen algunas ciencias auxiliares de la historia mencionadas anteriormente. La diferencia es que la última abarca a todas las anteriores, y además estudia otro tipo de documentos y tiene funciones más amplias. La sigilografía estudia los sellos presentes en documentos de importancia histórica. Relacionada con la heráldica, esta busca obtener información social y legal a partir de estos sellos a partir de los signos o figuras estampadas. Como hemos podido ver, las ciencias auxiliares de la historia están estrechamente relacionadas entre sí, y es difícil a veces el determinar donde termina una y comienza la otra. Son extremadamente específicas y de ahí su utilidad para el historiador, que aplicara las metodologías más apropiadas de cada una para sus fines. Las disciplinas auxiliares de la historia son aquellos campos de estudio que ofrecen fuentes documentales al historiador. Se trata de una terminología anticuada, ya que cada una de estas disciplinas tiene carácter autónomo y unas metodologías muy diferenciadas frente a la historia; en la actualidad suelen ser agrupadas este grupo de ciencias y artes bajo el título de ciencias y técnicas historiográficas. Mediante las distintas disciplinas auxiliares, el historiador analiza los diversos materiales, documentos y reliquias en general, originales de un determinado momento histórico, que se conservan en la actualidad y permiten al estudioso extraer, ordenar y analizar nueva información. Es usual que el historiador no esté familiarizado con todas ellas, por lo que debe recurrir a las conclusiones de especialistas en la disciplina de que se trate. Incluso en el caso de que esté capacitado para hacerlo él mismo, en ese punto de su investigación deberá seguir los métodos de esa ciencia o técnica, y aplicar seguidamente los de la historiografía para la inclusión de esos resultados en su investigación. Algunas de estas disciplinas constituyen aplicaciones especializadas de ciencias autónomas por sí mismas, como la filología, la química, la botánica o la zoología; otras, en cambio, nacen para el estudio de realidades específicas que varían con el tiempo, por lo que son ayudas imprescindibles para la datación y análisis de las fuentes, como es el caso de la Paleografía, la cronología, la diplomática, etc.; otras, las menos, nacen en función de los materiales que el historiador puede analizar, normalmente suelen ser disciplinas comparadas o cronológicas, como la historia del derecho, la historia del arte, etc. Aun siendo en la actualidad una ciencia autónoma, como las citadas anteriormente, la arqueología nació entre las disciplinas auxiliares de la Historia en el sentido de subordinadas a esta. Según la clasificación expuesta, pueden considerarse como disciplinas auxiliares de la historia: