Casa en ruinas Talca es una ciudad en ruinas, mi casa que no es mi casa también esta arruinada. Talca alguna vez debió ser una ciudad infernal, tal vez en la colonia ( si es que existía en ese entonces, desconozco el dato y me da paja buscarlo en internet) o en dictadura. Mi casa también fue alguna vez un laberinto infernal. Pienso esto desde mi minúscula pero bonita pieza del hotel plaza Cienfuegos en el centro talquino frente a un liceo en ruinas que dejo el último terremoto ya casi nueve años atrás. Mi casa que no es mi casa sino la que mi padre me prestó para radicarme tras mi terremoto personal, es una ruina. Ocupé una sola pieza, las demás están vacías, inhabitables. Las gente me mira como una bicho rare: mujer sola de más de cuarenta, casi cuarenta y cinco, tratando de vivir de una escueta beca para hacer investigación literaria, hoy de paso en talca a su primer congreso de literatura, yo encantada, pero todos saben que el la literatura no paga y mis hermanas, mi sobrina abogada que se casará con un ingeniero semi-millonario que ya le compró una casa con piscina, incluido mis sobrinos ninis (ni trabajan ni estudian) me miran con lástima. Mi papá no me mira en parte porque nunca me miró y en parte porque se está muriendo hace un par de meses de cáncer al esófago. La loca de la casa, la hippie cuarentona que hace deporte y lee como si tuviera veinte, la que no quiere trabajar en colegio y es profesora, que tiene dos quiltros negros insufribles y corrientes ¿a quién se le ocurre tener dos perros mal genios y feos y ponerles nombres de hijos, quererlos como hijos, extrañarlos como hijos sabiendo con certeza que por ser quiltros-negros-feos nadie los va a querer. Mi casa es una ruina, alguna vez fue un laberinto infernal, no soy capaz de recorrer ese laberinto ¿quién dijo que el tiempo cura todo? .
Adios Brasilia
Desde que llegué a Rancagua una ciudad como Talca pero minera y pujante, por lo mismo prepotente y tan pero tan pobre que lo único que tiene es dinero, llegué con la idea de partir, después del congreso literario donde todos aplaudieron a rabiar mi retórica subalterna recibí el balde de agua fría: pasantía en Brasilia no aceptada. Así en con esa frase lacónica mis idea de irme de esta casa que alguna vez fue un laberinto infernal quedó sepultada. Estoy pérdida con mi escueta beca, mi retórica subalterna, un artículo a medio hacer y mis perros-negros-feos-malhumorados que le mordieron el dedo a la vecina diabética. Mi papá se va muriendo cada día, ya no volverá a esta casa en ruinas, en la misma ruina en que nos dejó cuando se fue tras una mujer veinte años más joven. Nosotros sus hijos huérfanos de madre quedamos solos ya no en una casa infernal, sino en una en ruinas. Estoy atrapada en esa casa-ruina, ya no me espera Brasilia y su cálida gloria académica que justificaría mi existencia. Seguiré por no sé cuanto tiempo más siendo la tía-loca- sin casani auto-ni marido, solo con dos perros que le mordieron el dedo a la vecina diabética.
Sur profundo
EL sur no es bonito, tampoco lo es el norte dice el escritor Julian Herbert que también varó en Talca para el famoso congreso, pero claro el se refiere a México que tampoco es el norte sino el sur de estados unidos. El sur no es bonito aunque quiera parecerse a Miami, yo no conozco Miami y creo nunca lo conoceré, moriré clamando que me traigan la cabeza de Quentin Tarantino, como el personaje de Herbert del libro que tal vez algún día lea. El sur es profundo y es oscuro, cerrado y violento, y por sobretodo el arte no paga, solo paga el narcotráfico porque como dijo Herbert el narco cumplió el sueño bolivariano: ser el gran sujeto de la narrativa latinoamericana. Que gracioso es Herbert, que irónico es Herbert, que terriblemente irónico-certero- gracioso es este escritor mexicano que acabo de conocer en Talca. A todos los que queremos vivir de la literatura nos deberían encerrar en una pieza con un sicario para ver que chingada hacemos y si somos tan valientes para impugnar el sistema posmoderno-neoliberal delante de un cabrón loco dispuesto a cortarle la cabeza al mismo Tarantino.
Sur profundo II En la plaza de Talca los perros se comen a las palomas, en la plaza de Talca los perros no son buenos, ni nobles, ni tiernos, sino rabiosos y hambrientos, invisibles y callejeros. Algunas veces me he sentido como los perros de Talca: perra-rabiosa-hambrienta- callejera -invisible . La primera vez fue en esta casa arruinada donde ahora vivo, cuando aún no era una ruina o más bien solo comenzaba a serlo, porque antes era laberinto infernal. La primera vez fue para una navidad yo tenía once o doce años y acababa de quedar huérfana de madre, en esa casa laberinto deambulábamos tres niñas buscando algo que hacer, una vez encontramos un armario lleno de regalos, era víspera de navidad así que saltamos de alegría, nuestro padre nos tenía una sorpresa. El día de la víspera mi padre desapareció a las siete, también desaparecieron los regalos. Tres niñas esperando los regalos que no eran para ellas, eran para los hijos de la nueva mujer, para los sobrinos de la nueva mujer, para las hermanas de la nueva mujer, para la nueva mujer, pero no eran para ellas niñas-perrasrabiosas-hambrientas y callejera. Esa día creo que peleamos a muerte entre las tres: nos sacamos pedazos de piel, pedazos de pelo, pedazos de ojos, de dedos, de manos, de todo y después cada una corrió a esconderse en algún lugar de ese laberinto-casa-infernal. Ese día las tres pensamos que habíamos ganado la pelea, cada una se quedó con un pedacito de la otra, y ese día salió cada una por su lado a deambular por la vida, abandonando esa casa que ya era una ruina lamentable, llevándose un trocito de la otra. Amor El amor es una puercada, el amor no existe, el amor es la puta mentira más grande del sistema hegemónico patriarcal. Yo nunca encontré el amor, mis tres hermanas, cada cual a su manera tampoco. Una de ella se casó con un hombre sin brillo que la trata como nena, mi hermana antes brillaba como la más luminosa de las estrellas, ahora no brilla nada , al menos tiene un marido que la cuida y la trata como nena-boba. A la otra la han abandonado
varios esposos, se van con otras, siempre con otras, ella queda devastada, luego se rie y sale a buscar al siguiente. Yo en el amor soy como un rey midas invertido: todo lo que toco lo convierto en ruinas. Por ejemplo, hacer unos años conocí a un hombre mayor-casi ancianocon un cargo importante en una universidad de provincia, me enamoré o eso creí, nos íbamos a casar, celebramos con champagñe delante de su madre anciana y su hermana anciana también. Me dí cuenta en el acto que quedaría atrapada en ese mundo senil, en esa casa con olor a viejo y a vieja, en ese living lleno de pañitos tejidos a crochet, con muebles anticuados y feos. hui despavorida de esa casa-asilo, hui fuera de la ciudad y si hubiese podido me habría ido del país. Tiempo después supe de que lo destituyeron de su cargo académico: acoso sexual a una alumna veinteañera. Todo lo que tocó lo convierto en ruinas, tal rey midas al revés.
Rancagua no tiene mar Mi padre se está muriendo, esófago/cáncer/maldito/Nada que hacer. A veces hablamos, nunca hablamos mucho, para mi es un perfecto extraño, pero a veces hablamos del pasado, de su pasado, historias de su infancia pobre y terrible en el campo, del trabajo en la mina, brutal/terrible/ maldito trabajo. Me mira con pena, con la misma pena resignada de siempre, pero esa mirada tiene ahora una sombra de desamparo que no conocía. Supongo que es la certidumbre del final-irreversible-inapelable. A veces compartimos un café con leche por las tardes, antes comía pancito, ahora no quiere comer porque se ahoga, el doctor dice que así será de ahora en adelante, que llegará el momento en que ya no podrá comer. A veces, cuando compartimos ese café con leche (ahora sin pancito) me mira por unos breves segundos con una tristeza nueva-desamparada- desahuciada. Como si quisiera detener el tiempo. Yo no sólo quisiera detener el tiempo, quisiera tomar las manecillas del reloj y hacerlas girar en sentido contario, quisiera no tener cuarenta y cuatro años, quisiera no mirarme al espejo y ver a una mujer que envejece y que a la que veces no reconozco, quisiera volver a ser niña y que esa madre terrible no devorara a sus hijos, que no se hubiese muerto tan joven para poder preguntarle porque, aunque sea con un cafécito sin pan. Quisiera que mi padre no se hubiese ido a vivir otra vida dejándonos en el naufragio del abandono, quisiera tener más tiempo para reconstruir mis pedacitos, quisiera no estar en este pueblo-de-mierda conversando con un amigo de infancia, al que nunca pensé volver a ver, y tener que decirle: Alex, después de todo el mundo si era un lugar terrible. Por último, quisiera que mi padre no tuviera cáncer y pudiera comer pan con queso/palta/jamón o huevito, aunque me volviera a abandonar en esta misma casa-ruina-en-un-pueblo-demierda-sin-mar, desde donde ahora escribo estas letras tratando de exorcizar a la muerte que acecha, la muy cabrona. Por la chucha, Rancagua no tiene mar Y un día sofocante de verano en este pueblo-de mierda- sin-mar, el amor tocó a mi puerta el amor y el sexo- por cierto -tan alicaído desde hace tanto: ARRIENDO HABITACIÓN EN LINDA CASA, BUEN BARRIO. Por supuesto omití que la casa no era linda sino una ruina y a
mis perros negros que le mordieron el dedo a la vecina diabética los hice pasar por dulces cachorros. Después de entrevistarme con varios inquilinos, un día simplemente llegó. Él también era escombro, quebrado, arruinado, fracasado- supimos reconocernos de inmediato- el amor o el sexo -por cierto tan alicaído hace tanto- entre nosotros era inevitable. Se instaló en esa casa y con terror descubrí que desde el primer día comenzó a habitarla, a recoger escombros, a combatir la devastación. Con horror comencé a observar su lucha sin tregua, porque él estaba quebrado igual que yo, pero una extraña fuerza le hacia tener esperanzas. Me recordé a mi misma hace unos años. Con horror empecé a desearlo, a observarlo, a esperarlo y a sufrir anticipándome su pérdida. Y no me vengan con eso de que el amor hay que vivirlo, a otro perro con ese hueso: tras el amor, desecho, tras el amor, ruina; tras el amor la nada. El sexo tan alicaído por cierto hace tanto fue inevitable entre nosotros. Profundo sur. Quisiera pensar que nunca se irá y que se quedará para siempre entre mis brazos. Y quisiera pensar que el amor puede ser eterno y olvidar a las venezolanas bonitas y jóvenes que conoce como uber, y a la ex esposa colombiana que aún le pena y a la vida misma que amenaza con arrebatar-me-lo. Y quisiera creer que va a poblar-me a mí-deshabitada y ruinosa- por un largo p-a-r-a-s-i-e-m-p-r-e. Pero se bien que eso no es posible que todo dura ese instante-orgásmico y fugaz- en que viene a llenarme- poblarme- habitarme. Y un impulso -casi reflejo- me pide que le retenga, que lo haga mío, mío sólo mío. Hombre rico, hombre, tú tan hombre y por lo mismo tan fugaz que no puedo sino soltarte sin pensar en el día inevitable en que abandones está casa-ruina que te has empeñado en habitar.
Barcelona no me engañes La niña desde muy pequeña tenía un sueño, le habían contado que más allá de esa casalaberinto existía un mundo que ella pensaba debía conquistar. La niña creció imaginando otra vida, en otro lugar, muy lejos del encierro de esa casa-infierno. La niña cuando dejó de serlo tomó un avión decidida a nunca volver. Barcelona le prometió amor y le dio un marido catalán. Barcelona le prometió dinero y no se le dio a ella sino a su marido. Barcelona le prometió hijos y le dio un par de gatos que ella adoptó como tal. Barcelona le prometió felicidad y en cierto sentido se la entregó, hasta que el esposo catalán la abandonó. La niña entendió que de la ruina no se puede huir. Emigrante ,pero con residencia, el trabajo no le fue escaso, pero el dinero insuficiente para vivir en esa ciudad. La niña ya no era tan niña y a los hombres no les gustan las viejas, el amor se volvió esquivo también. La niña a veces se piensa cuando era pequeña y pensaba en emigrar, cuando vagaba por esa casa laberinto infernal, imaginándose toda reina: dinero, amor, felicidad. Barcelona no me engañes decía entonces la niña imaginándose ya en ese lugar. La niña es una de mis hermanas que partió un día pensando que nunca iba a regresar. Hoy sabe que Barcelona fue un lindo sueño con un amargo despertar.
Y si después de todo Rancagua si tenía mar