CARTA A UN SUICIDA A ti que has decidido privarte de la existencia te pido escuches estas palabras: ¿te has puesto a pensar algún día que significa tu vida?, seguramente, en estos momentos me llevaras por una de las mil puertas que conducen a un solo cuarto en el que podré leer: “La vida me resulta insoportablemente dolorosa”, si, tienes razón, la vida a unos mas a otros menos nos resulta dolorosa, el dolor es un ingrediente inevitable de la vida, pero también es cierto que el dolor significa algo: para una madre el dolor del parto es el precio a pagar por un hijo, el dolor de la renuncia es la moneda que muchos hombres santos y sabios han pagado por su sabiduría y su paz interna, el dolor instruye, el dolor nos acicatea para vencer la inercia del camino fácil, el dolor es el resultado inevitable de elegir el camino equivocado, donde pagarle a la vida es lo justo, es de hombres. Una de las grandes diferencias que existe entre un suicida y un hombre que fallece luchando, es que el suicida jamás pudo decirle a la vida: me cobraste alto, pero te pague. ¡Levántate!, ¡Pelea!, no importa si crees que la vida no te ha dado nada, ¡ dale tu a la vida!, nadie te puede privar de ese privilegio, recuerda que el amor es la única semilla que crece dando, si has sido un mal hombre: paga, siéntete orgulloso de hacerlo, recuerda, que ninguno somos monedita de oro. Toda vida tiene sentido y es sin duda una oportunidad de amar, de aprender, de crecer, de pagar, de servir. Si lo has perdido todo quizás te sirvan estas palabras de Ma. Luisa Bombay: “...Puede que la verdadera felicidad este en la convicción de que se ha perdido irremediablemente la felicidad. Entonces empezamos a movernos por la vida sin esperanzas ni miedos, capaces de gozar por fin todos los pequeños goces, que son los mas perdurables.”. Reflexiona, ¿Por qué antes de intentar privarte de la existencia no le demuestras tu orgullo a la vida y te aguantas hasta el final? Así nadie te quitara el gusto de decir: VIDA ESTAMOS A MANO.
Gilberto Rivera Carrillo