Caperucita Roja

  • July 2020
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  • Words: 448
  • Pages: 1
"CUENTO DE CAPERUCITA ROJA CONTADO POR EL LOBO" El bosque era mi casa. Lo cuidaba y lo tenía bastante limpio. Un día de sol oí pasos detrás de mí. Di un salto para poder esconderme detrás de un árbol y vi a una niña, que venía por la senda con una cestita. Sospeché rápidamente de ella ya que vestía de forma estrafalaria, todo de rojo, con la cabeza cubierta, como si no quisiera ser reconocida. Por supuesto me detuve para ver quién era, a donde se dirigía y cosas por el estilo. Me dijo que iba a casa de su abuela para llevarle la comida. Me decidí por tanto a enseñarle a atravesar el bosque ya que así vestida era peligroso, llamaba mucho la atención. La dejé continuar pero me adelanté y llegué antes que ella a casa de su abuela. Cuando me encontré delante de aquella simpática anciana le expliqué la situación y se mostró de acuerdo en que su nieta necesitaba una buena lección. Nos pusimos de acuerdo para que ella saliese de la casa y no pasara hasta que yo no la llamase. Cuando llegó la pequeña, la invité a venir a mi habitación mientras que yo permanecía acostado en la cama como si fuese su abuelita. La pequeña vestida de blanco y rojo entró por la puerta y comentó algo poco simpático sobre mis grandes orejas. Ya me habían insultado antes y le respondí que, gracias a su tamaño, podía oírla mejor. A continuación arremetió contra mis "ojos saltones". Es fácil de imaginar lo que yo empezaba a sentir por aquella muchachita que parecía tan "angelical" pero que era bastante poco simpática. No obstante le respondí, haciendo de tripas corazón, que mis ojos saltones me servían para verla mejor. El insulto que me dijo a continuación me dolió muchísimo. Yo tengo, de nacimiento, unos dientes grandes. Esta niña hizo otro comentario insultante relativo a mis dientes. Si, ya sé, tendría que haber afrontado mejor la situación pero la verdad es que salté de la cama y le dije que mis dientes me servirían para comerla mejor. Ningún lobo, siendo sincero, se comería a una niña así, pero aquella loca empezó a correr por toda la casa burlándose de mí y yo la seguía de cerca, intentando inútilmente calmarla. Me quité el vestido de su abuela pero fue peor aún. La puerta se abrió de repente y apareció un guardabosque bastante alto con un hacha. Vi una ventana abierta y me escapé. Así acabó todo, pero la abuela no contó nunca mi versión de la historia. Poco después se corrió la voz de que yo era un mal tipo y nadie quería hablar ya conmigo.

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