Calamaro - L.doc

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Un pequeño cúmulo de comentarios respecto de Cargar la suerte: “Verdades afiladas”: Indudablemente el hit. No está mal arrancar un gol arriba. La letra incluye una sentencia que dejará, si no tatuajes, alguna mención entre amantes: “Lo prohibido es una forma de vida”. “Tránsito lento”: Tiene algo de “Carnaval de Brasil” y “Prefiero dormir”. Pero, sobre todo, nuevos buenos caños. Supongo que es fundamentalmente por el cuidado de los arreglos en este tema que se asimiló Cargar la suerte a los discos de fin de milenio. Es cierto que hay un excelente diálogo entre la voz y las sección de bronce, especialmente a partir después del solo de saxo. “Cuarteles de invierno”: Gran guitarra y mejor arreglo de cuerdas y vientos. “Saco fuerzas y me voy al encuentro de mi destino” recuerda a Borges... refiriendo al Martín Fierro en “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”. El disco también se maneja por momentos con una tónica de payador (en el tema siguiente va a pedir “respeto” ante su presentación). Pero lo importante de este tema es que da inicio a las referencias a los amigos (“Me vuelvo echando de menos algunos amigos buenos”), una de las dos grandes temáticas del disco. “Diego Armando Canciones”: “A day in the life” of Brad. Esto es, de producción, austeridad, y los gajes y “lujos” de una vida de trabajo (exitoso). En cualquier caso, elige para trazar un paralelo con su figura de autor -artista: músico y poeta- al que la tiene atada, otro gran autor de frases memorables. ¿Será este el tema LANP? Por lo menos, aparece en primer plano la referencia a la mateada que fue incluida muchas veces para dar comienzo a sus palabras y a su defensa ante las injurias de los oficinistas. “Las rimas”: Hay una mezcla entre el Cuarteto de Nos y lo más light de Calle 13 que da un resultado un poco extraño en este disco. No creo del todo lo posmo-hiphopero. Supongo que esta es una de las letras que te gustaría haber retocado (no por su contenido, sino por el fraseo al que te obligó). “El amor en tiempos de Ibuprofeno tiene cobertura pero no tiene relleno” es, sin embargo, un gran verso. Más referencias cristológicas que denotan no una creencia sino una utilización estética y literaria de la religión. El final al que “quiere llegar” esta canción es también raro. Creo que este tema corta con una onda que se sostiene durante las anteriores canciones. “Siete vidas”: Aunque siento que este tema podría estar cantado por Iorio, tiene el groove de canciones como “Los chicos”. En canciones como estas Calamaro tiene una manera efectiva de llevar la melodía (que en vivo va a modificar). “Ahora soy torero y bandido” es la construcción del personaje actual del autor: el yo torero artista-maldito filiado -nuevamente- a su grupo de amigos. “Mi ranchera”: Aires de “El arriero”. Esta canción es una declaración del estado sentimental actual del cantor: “por inercia voy viviendo”. Nihilista, busca “olvidarte aunque no estés conmigo”… y, resignado, confiesa que “ya el amor está desierto”. Cuando no hay referencias a los amigos ni a la muerte, da la cara el artista romántico-nihilista semisexagenario y narra su actual experiencia del amor, algo agotada, y desde luego opuesta a la de hace veinte años. “Falso LV”:

Un rocanrol que dispara contra la “Alta suciedad”. Está bien incluir después de un tema como el anterior uno con bastante un estribillo… por lo menos, para no olvidar que estamos ante una producción de Calamaro. “Mi mafia”: Golpe a la corrección política, desde el vocabulario del nihilismo. Más referencias a “los bandidos” y a su particular “hermandad”. “Eso no se va a romper…”, por su parte, recuerda la melodía de la Marcha Peronista. Nuevamente, el amparo en un catálogo de amigos -“hermanos por elección”- que cierra con la celebración del compartir la mesa con “los bandidos”. “Adán rechaza”: Nuevamente planteándose una vida después de la vivida, apela a referencias bíblicas (el nombre de la canción, y la afirmación “Vale la pena la tentación”) para decir que le gustaría escribir sus mejores canciones para alegrar los corazones en el Cielo. Acá es cuando empezamos a darle forma a su reflexión sobre la muerte y sospechamos que se refiere a la muerte del artista. Por lo demás, “Una junta ‘de bueyes’ me dieron finalmente la razón...” podría ser una referencia al affaire con Cordera. “Prefiero robar tu atención que tu corazón” es una gran declaración de principios, efectiva y comprobable en estos días. “Egoístas”: También tiene aires de hit, y lo lleva bien bien la acústica y la lap steel. Así se llega a afirmar la “Perdón por mi egoísmo y falta de interés por los demás”, subjetividad a pleno. Amparado de vuelta en las referencias a Jesús, avisa que su actual amparo es “el destino del canto”. “Cañaveral” es una palabra hermosa, de paso, para cerrar los estribillos, que recupera el folklore argentino, pero que aparece reescrito como un “tango fatal”. A esto se suma el sonido del Sur… de los Estados Unidos. Uno de los temas más ricos y bonitos del disco. “Voy a volver”: Algunas versos tienen un estilo de “letra de exilio”, pero habla en verdad de “irse”, de “quedarse” y de “pertenecer” a la tierra… de la música. En un disco con tanta muerte, la imagen final es la de “poder, saber y querer conseguir por qué vivir”. Esta canción es la narración de sus idas y sus “regresos”, y de su dilema de ausencia/presencia en “la escena”. En una palabra, del triunfo del arte. Vemos entonces que en este disco habla, fundamentalmente, del problema de las distintas manifestaciones de la muerte sobre el artista. De hecho, presenta, ya en la portada, un Calamaro con manos de hueso, casi ‘encarnando’ a la Muerte. Además, el video de “Verdades afiladas” -una de las primeras cosas que conocimos del disco- cierra con la referencia a Taxi Driver en la cual su protagonista “se dispara” en la sien con su propia mano, matándose de manera ficticia (esta idea no es propia, sino de Zizek, que la expone en “La guía perversa de la ideología”) . También puede verse cómo la temática puebla las canciones. Por ejemplo, en la totalidad de la letra “Siete vidas”, y en versos como “hay que entrar a matar” (en “Egoístas”), e incluso “Mejor hubiera sido despedirte de mí con un balazo” (en “Mi ranchera”). El Indio Solari, su amigo, hizo lo propio en su último disco. Así, ante la soledad y la muerte aparecen, justamente, los amigos. En ese sentido, a un sujeto que evalúa el abandono del vivir se le ofrece la posibilidad del refugio en sus amigos “bandidos”, que más que dar muerte, le dan vida. Sin embargo, siguen siendo “los otros”, es decir, los que rodean al artista (los evangelios que rodean al nazareno). Vemos entonces que, en el caso de Calamaro, la muerte a la que se refiere es una muerte metafórica: no la del humano, sino la del artista que lleva en sí. ¿Habrá diferencia, o modo de separar ambas dimensiones? Para contestar nuestra pregunta, hace un nuevo disco y le hace “¡ole!” a la muerte del artista. Quedamos a la espera, entonces, de una presentación “en vivo” de este disco.

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