Cabrera Madrigal Alejandro Grupo: 1555 Noticia Finanzas
Crisis económica mundial Oportunidad ecológica global Por: Luis Manuel Guerra
Domingo 2 de Noviembre de 2008
Medidas.. Las turbulencias financieras no deben ahondar los problemas medioambientales.
Toda crisis viene acompañada de una oportunidad, dice el viejo proverbio chino. Todos hemos oído esta conseja y, sin embargo, querida, querido lector, cuando estamos en medio de una crisis, ya sea sentimental, de salud, de valores o económica, tendemos a creer las versiones más catastrofistas del futuro que nos depara. Así está sucediendo con la crisis económica mundial que explotó como una bomba en medio de nosotros en septiembre 15 con la quiebra de uno de los bancos de mayor renombre y prestigio a nivel mundial: Lehman Brothers. Ya desde junio del año pasado se presentaron negros nubarrones en el horizonte de la economía estadunidense, la más grande del mundo, con la crisis “sub-prime”, o sea la crisis de los créditos no buenos para la compra de vivienda. Esta fue una crisis anunciada con por lo menos dos años de anticipación, cuando se hizo evidente que los créditos para comprar casa en los Estados Unidos se estaban dando sin garantía alguna, con la expectativa de que el valor de esas casas iba a subir siempre y, por lo tanto, la deuda estaba garantizada con la plusvalía de la propiedad. No pasaba nada con los malos créditos, porque el valor de la propiedad, siempre creciente, garantizaba el valor de la deuda. ¿Qué pasaría si el valor de esas nuevas casas se ubicaba por debajo del valor de la deuda? Nadie lo pensó (más bien, nadie quiso pensarlo), hasta que bajaron por la sobreoferta de las mismas. En ese momento se soltó una avalancha de créditos no cubiertos al 100% con el valor de las casas, que había bajado significativamente. Hasta ahí se trataba de un problema inmobiliario estrictamente estadunidense. Se presentó así la primera de tres crisis concomitantes: la crisis hipotecaria. Como suele suceder en la vida, los males nunca vienen solos, e inmediatamente después de la crisis hipotecaria se desata un alza en el precio de otros bienes tangibles distintos a las casas, como son los granos (trigo, maíz, sorgo) y el petróleo, debido a que los inversionistas grandes (los fondos gigantescos de las pensiones de los jubilados estadunidenses y canadienses, entre otros) se salen del mercado inmobiliario estadunidense, que ya no era sano, y buscan invertir en mercados tangibles. Esto desata una espiral hacia arriba en los precios de estas commodities, creando a su vez una crisis alimentaria y de combustibles (el barril de petróleo llega a los 150 dólares): la crisis del petróleo. Al disminuir el poder adquisitivo de millones de estadunidenses por los altos precios de los alimentos y de la gasolina, la calefacción y el aire acondicionado, muchos bancos se enfrentan a una caída en la solvencia de sus clientes y empiezan a restringir los créditos, generando una espiral descendente en caída libre de las garantías que sustentaban sus operaciones. Se crea así la tercera crisis: la crisis financiera, que desemboca en la quiebra de bancos importantes en los Estados Unidos.
Cabrera Madrigal Alejandro Grupo: 1555 Noticia Finanzas Con estas quiebras, los inversionistas grandes huyeron entonces paradójicamente hacia un valor que consideraron seguro: los bonos del Tesoro de Estados Unidos, provocando la apreciación del dólar y causando un tsunami financiero en las bolsas de todo el mundo. Bueno, querida, querido lector, ésta no es una página financiera sino ecológica, y se preguntará qué tiene que ver todo este análisis con el medio ambiente. Pues tiene mucho que ver, porque desde el inicio de la primera crisis se empezó a hablar a nivel mundial de que el combate al calentamiento global se vería muy afectado por esta crisis económica, que ya no se contaría con los recursos ofrecidos por las naciones desarrolladas para transferir tecnología “suave”, eoloelécrica, fotovoltaica y fototérmica, biocombustibles, celdas de combustible, a los países emergentes.
Se preveía una disminución significativa en los estímulos económicos para la aplicación de estas energías alternas y, por lo tanto, un retraso peligroso en la puesta en marcha de las medidas para cumplir con los límites de reducción en la emisión de gases efecto invernadero previstos en el Protocolo de Kioto. Adicionalmente a la pérdida de empleos, de valor de las afores, de falta de créditos, se anunció un retroceso en las políticas ambientales globales. Se empezó a hablar de que al entrar la crisis económica por la puerta la ecología saltaría por la ventana, de que el cuidado del planeta tendría que esperar hasta que pasara la crisis. Pues es un buen síntoma de la madurez que hemos alcanzado como humanidad que la mayor parte de los líderes serios en el planeta, los europeos, japoneses, estadunidenses en estados individuales, que no su gobierno federal, han reafirmado su compromiso con la lucha global en contra del calentamiento global, la protección de la biodiversidad y la protección ecológica. Lo más alentador, querida, querido lector, es el avance que se está teniendo, y que sigue recibiendo apoyo económico, en el desarrollo de nuevas áreas de aplicación de conocimientos científicos en tres campos primordiales para salvar al planeta: la producción masiva y barata de hidrógeno a través de nuevos nanomateriales que producen hidrógeno a partir del agua a través de electrólisis catalizada con recubrimientos de zinc y fierro para su uso en el transporte y en la generación de energía eléctrica a partir de celdas de combustible. La captura masiva y barata de CO2 a través de algas genéticamente modificadas en los océanos del mundo. La producción masiva y barata de biocombustibles usando los esquilmos y rastrojos de la producción agrícola mundial a través de procesos de fermentación de tercera generación, sin poner en riesgo la producción de alimentos para consumo humano. Toda crisis viene acompañada de oportunidades. Yo estoy seguro que el ser humano, si deja a un lado sus pleitos torpes y primitivos, puede hacerle justicia a su característica de “sapiens”.