Buscando Un Valiente

  • November 2019
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Buscando un valiente Pablo Espidio Barragan Cita bíblica: 1 de Crónicas. 11:15 - 19 -- San Mt. 11:12 DAVID se había ganado el favor y la admiración de todo el pueblo de Israel con la hazaña que todos conocemos, vencer al gigante del ejército de los filisteos llamado Goliat con tan solo una onda y piedra en la mano. Cuando el huía por salvar su vida, dice la Biblia que huyó a un refugio (cueva) en Adullam, lugar donde se encontraba refugiado. El tenía hombres valerosos y la narración indica que eran 30 hombres valientes pero de esos 30 sobresalían 3 hombres. Tres varones que prefiero no dar sus nombres por una buena razón. La idea es que eran valientes, respetaban y admiraban tanto a David por que conocían la entrega de este hombre por su pueblo. Dice la Biblia, que un día David tuvo un "deseo" (repito un deseo). No era una necesidad en ese momento era tan solo un deseo "un poco de agua del pozo de bethlem" pero... ¿a quien se le ocurre querer agua precisamente de un pozo que se encuentra en una ciudad rodeada de soldados dispuestos a matar al que intente entrar o salir?. Parece un capricho o quizás una locura, pero para aquellos tres valientes (repito me reservo los nombres por alguna razón) este deseo era muy importante. Ellos sabían que su rey merecía eso que anhelaba, y ellos a costa de su propia vida se internaron en la ciudad repleta de soldados, quiero imaginarme todas las que tuvieron que pasar para conseguirle su agüita al rey. Regresaron quizás después de 2 o tal vez 3 o 4 horas, sudados, cansados de tanto correr o puede ser que con algunas heridas si es que se toparon con algunos soldados y tuvieron que luchar, pero el asunto es que ellos complacieron al rey con lo que el anhelaba. David al darse cuenta de lo que estos hombres habían hecho tan solo por satisfacerle un deseo, yo creo que se quedo callado, admirado, con la boca abierta pensando ¿cómo es posible que me quieran tanto que hasta la vida arriesgaron por darme tan solo este gusto? y dice la Biblia que no la quiso beber sino la ofreció a Jehová, porque esa agua no valía ni 100, ni 500, 1,000 pesos o más, esa agua valía la sangre (la vida) de esos tres valientes. Ahora medita un poco... Estos tres valientes estuvieron dispuestos a arriesgar su vida por un hombre (David) un rey... pero hombre al fin. YO TE PREGUNTO ¿que estas dispuesto a arriesgar por tu rey?... no un rey humano sino por el "REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES". Ellos estaban agradecidos con David por lo que el había hecho tiempo atrás por Israel, enfrentarse a aquel gigante imponente y dar la victoria a ese pueblo. ¿Acaso no ha hecho algo más grande el Rey nuestro dando su vida y muriendo en nuestro lugar en la cruz? Entonces porque no tratar de hacer lo que el quiere por insignificante que nos parezca su mandamiento o deseo, porque El si se merece lo mejor de cada uno de nosotros. No di los nombre de los tres valientes por esta razón... a mi me gustaría que uno de esos valientes se llamara Pablo como yo (pero que digo... ¿llamarse solamente? noooo... mas bien uno de esos valientes quiero ser yo). Ya hay uno, faltan dos ¿Quieres ser uno de esos valientes? ¿Quieres aun si fuera posible concederle " un deseo" a tu Salvador? Entonces recuerda esto: De los días de Juan el bautista hasta ahora, al reino de los cielos se hace fuerza y los valientes lo arrebatan

El Código del pastor de Jóvenes Alexander Mundaray R.

Un ministerio juvenil de impacto y de efecto requiere que sea basado en relaciones discipulares, no tendría sentido un ministerio donde los pastores y líderes de jóvenes solo se conozcan aéreamente, un ministerio fuerte se basa en relaciones de discipulados fuertes, Ser pastores requiere cualidades que inviten a los jóvenes a seguir un estilo de vida cristiano que supuestamente nosotros llevamos. A continuación varias de estas cualidades: 1. Ser como padres: El pastorear jóvenes implica el ver a estos como a hijos, saber sus necesidades y suplirlas, tu prioridad son ellos, por lo que tienes el deber de cuidarlos, protegerlos, aconsejarlos, formarlos, confrontarlos, entre otros atributos (asignaciones) que implica ser padre. Tu responsabilidad es prepararlos para enviarlos al trabajo del ministerio, (mayoría de edad) y que este, enfrente los retos más capacitado que tu cuando fuiste enviado. 2. Ser amigo (Juan 15:14-16.): No basta con suplir sus necesidades y con entrenarlos, si no te conocen tan bien como a un verdadero amigo, deben conocerte tan bien que más haya de que seas su autoridad espiritual, ellos puedan ver en ti al amigo, a quien está en la plataforma ministrando y predicando, pero a quien me le puedo acercar, abrirle mi corazón y mostrarle que hay en el. Los que saben que más haya que tu seas un pastor, tu eres su pastor.El joven debe sentirse con toda la confianza de contar contigo y la relación con cada uno de tus muchachos debe ser bilateral y privada. 3. Ser su modelo (1corintios 11:1): Deben ver en ti a alguien digno de seguir, una persona de fe y pasión por Dios y su obra, deben ver en ti integridad y humildad, sin tacha alguna y que corres hacia donde Dios te ha llamado. Ellos deben ver primeramente en ti, el reflejo de la luz de Cristo, alguien que tiene toda su vida dedicada a Dios y que como David, tiene su mismo corazón. 4. El Deber de confrontación: Los problemas pequeños al cabo de un tiempo, pueden convertirse en la peor pesadilla del desarrollo integral de los jóvenes y del ministerio. Tenemos que aprender a confrontar a los muchachos cuando tienen conductas anormales que le puedan hacer daño, cuando están afectados por pecados, malas decisiones tomadas y cada vez que estos estén en peligro de que cualquier cosa les tiente. La labor de prevención es importante para evitar desviaciones en el camino, son muchos los errores que se cometen por falta de prevención. Como pastores debemos meternos en su vida, si tomó una mala decisión decírselo claro, aunque les duela a los dos, pero nunca te quedes callado. No hagas énfasis tanto en el error, sino en la solución, ayudarle a superar sus errores, restáuralo. 5. Aprende a ver su potencial: Debes aprender a reconocer el ministerio al cual Dios lo llamo, ver su potencial te ayudará a identificar el área donde Dios lo quiere; tienes que verlo como un producto terminado, mostrarle lo que lleva dentro y ayudarle a desarrollarse. 6. Debes probarlo y reconocerlo (1 Timoteo 3:10.): En otras palabras examínalo, ve como actúa en su vida normal, donde el muchacho no se sienta que lo están vigilando o probando, sino que en su actuar natural, muestre su crecimiento, madurez y logros, para reconocerlo, afirmarlo por lo que es, reconocer sus logros y buscar oportunidades para asignarle mas responsabilidades (trabajo ministerial.). Cuando alcance algo por pequeño que sea, felicítalo y celebra sus logros como si fueran tuyos. 7. Debes trabajar para la afirmación del ministerio (Eclesiastés 2:18-19): Debes trabajar para un futuro, ellos son tus herederos en el servicio, por lo tanto, debes tener en cuenta que la visión que Dios te dio sobre el ministerio, es de ellos también y ellos la tienen en sus manos, lo que hagas por ellos ahora, será tu trabajo mañana en el ministerio cuando no estés.

En la primera parte hablamos sobre algunas cualidades que un pastor de jóvenes debe tomar en cuenta para un trabajo efectivo, lentes que nos harán ver el camino más claro. En esta parte continuaremos con varias actitudes y cualidades, que debemos aplicar a nuestras vidas y nos serán de instrumentos poderosos para un trabajo eficaz en el ministerio con los jóvenes. Estas cualidades son: 1. La madurez: La madures que tengamos determinará nuestro trabajo, que será de la salud espiritual de los que están bajo nuestra cobertura, hoy más que nunca necesitamos personas maduras en el ministerio juvenil. Cuando hablamos de madurez decimos que es: - Personalidad y carácter definido: El saber quien soy, y cuales son mis temores y cuales son mis defectos. El pastor que no conozca sus defectos y no luche contra ellos le será difícil lidiar con los defectos de otros. - Misión y visión: Saber que quieres y hacia donde te diriges, para que estas en el mundo. (¿Cuál es tu función?). Cuando Dios da un visión a un Hombre, le muestra el problema que viene a ser el por que de la visión, no hay visión sin que exista un por que. (un problema) (Eh 1.2-3.). Esta debes transmitirla a los que sirven contigo en el ministerio (tanto los que están bajo tu cobertura, como los que son tu cobertura espiritual.) (Neh 2.4-7, 2.17-20). Como mencionamos antes, tú eres un modelo que ellos ven y si eres inconstante, ellos serán inconstantes, por lo tanto la madurez no es importante, es vital. 2. Tu identidad está definida por tu llamado: Tu identidad es la que Dios te da, es la identidad de un pastor de jóvenes, no hay forma en que no pensemos y actuemos como un pastor. Tengamos titulo o no de pastor, es lo que somos, nadie te pude quitar esa condición. 3. Aprende a delegar (Deut 1.9-18, 1Tim 3.8-13): Aprende a delegar en otros, ya que un ministerio grande requiere muchos lideres. Por lo tanto, lo recomendable y lo más sano es que en quien delegues, sean personas que tengan una visión conectada a la tuya, con un corazón de siervos, personas de tu confianza, no neófitos, personas con cierto grado de madurez y con un espíritu de crecimiento espiritual progresivo, probados en fidelidad, compromiso y amor. 4. Debes estar abierto a nuevas estrategias (Jos cap. 6 al cap. 8): Debes estar abierto a los cambios en las estrategias, que Dios quiera hacer, no podemos poner un molde a Dios. 5. Aprende a escuchar (1 Sam 17.32-40): Debes aprender a escuchar hasta los más pequeños de tus discípulos, tu tienes que saber que estás pastoreando a un instrumento de Dios que trastornará un área que necesita ser impactada y probablemente sea el que te suceda en el ministerio, no tengas en poco a nadie, esta siempre abierto a la ministración y los consejos de los tuyos, ya que son las personas que Dios te puso como ayuda. 6. Ábrete a Dios (1 Tim 4.1-5, Neh 4.17-18): Toda ministración que Dios quiera hacer en tu equipo (ministerio) no debe encontrar obstáculo, pero debes saber siempre quien es el canal, muchos querrán ministrar a tu gente, pero tu como su pastor eres quien permite quien entra y sale del rebaño, debes tener de lo que suceda, esto te ahorra el tener que reparar destrucciones del diablo, en otras palabras has murallas, pon porteros y atalayas, aprende a discernir los espíritus. 7. El trabajo en equipo (Ecl 4.9-12) El trabajo en equipo con otros ministerios y dentro del mismo ministerio, hará que actúes con fuerza en el campo de batalla, para alcanzar metas comunes en pro del avance del reino de Dios ''Casa desunida no prospera''. Advertencia. El ministerio juvenil es el ministerio más difícil, te llevará tiempo y esfuerzo, tendrás que tener paciencia y firmeza, así que si no eres capaz de amarlos tanto para entregar tu vida por ellos, no te involucres a trabajar en este ministerio, por tu bien y el de ellos.

Familias Conflictivas Carlos I. Martínez Cuando se me asigno para escribir este artículo, inmediatamente mi mente me traslado a años atrás, recordaba como tratando de que fuéramos una familia nutritiva, se convertía en conflictiva, por una u otra razón. Haciendo un análisis de los trasfondos familiares en estos últimos tiempos, personalmente he llegado a la conclusión de que muchas familias aun viven bajo un vínculo de ignorancia espiritual y social. Hoy en día el machismo está invadiendo nuestra sociedad, aun dentro del cuerpo de Cristo, que es la iglesia, existen personas que defienden la superioridad natural del hombre sobre la mujer o que dan muestras de ello con su comportamiento. Este mismo pensamiento me traslada a un pasaje bíblico, cuando Jesús visito la casa de Marta y Maria, también hermanas de Lázaro, la Biblia no lo especifica, pero al parecer dichos hermanos eran todos solteros y como en muchos de los hogares las que se ocupan de los quehaceres de la casa son las mujeres. La Biblia dice que cuando Jesús llegó a la casa de esta familia, Marta le recibió, pero esta estaba afanada y turbada con muchos quehaceres, y por el gesto de expresión, parecía ser que también estaba molesta ya que su hermana Maria no le estaba ayudando; evidentemente lo que en muchos de los hogares aquí hacia falta la comunicación, ambas estaban molestas y no se hablaban. Marta con una forma agresiva y ruda le dijo a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude”. (Lc. 10:3842). Es triste ver como dentro de la misma familia exista rivalidad e incomunicación, en parte, es por eso mismo que surgen tantas rupturas entre padres e hijos. En muchas ocasiones necesitamos esperar que venga un problema para que entonces pueda ver un poco de comunicación y cercanía hacia Dios, podría usar como ejemplo algunos de los casos que han suscitado en mi propia familia, pero que mejor que seguir con el caso de Marta y Maria. Recordemos que en el capitulo diez de Lucas dichas hermanas no se comunicaban, tuvieron que utilizar a Jesús de intermediario, más adelante en el capitulo once del libro de Juan, la familia atravesaba momentos de crisis, su hermano Lázaro enfermaba, entonces tuvieron que hablarse, y no solo eso, se pusieron de acuerdo para lo que tenían que hacer. “Las hermanas entonces mandaron a decir a Jesús: Señor, mira, el que tú amas está enfermo”. (Jn. 11:3). Ahora se hablaron y se pusieron de acuerdo, pero no solo eso, Marta buscaba consolación en literaturas bíblicas, esto lo podemos comprobar cuando días después de la muerte de Lázaro, Marta se enteró que Jesús iba a consolarlas, ella salió a recibirle y le hablaba teológicamente. “Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, fue a su encuentro, pero María se quedó sentada en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. (Jn. 11:20-21). “Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le contesta: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final”. (Jn. 11:23-24). Podemos ver que tuvieron que pasar por momentos críticos para que pudieran comunicarse, pero en realidad, en nuestros tiempos ¿por qué tenemos que esperar a que se filtren los problemas a nuestras familias? El tiempo es hoy, no te culpes por el ayer, empieza a comunicar, a expresar, habla con tu esposa, con tus hijos, no esperes que el alcohol, las drogas o el mundo lo hagan por ti.

Usa lo que Dios te ha dado Rick Warren Dios merece lo mejor de ti. Él nos formó con un propósito y espera que explotes al máximo lo que te ha dado. Él no quiere que envidies ni te preocupes de las habilidades que no posees, sino que te enfoques y uses los talentos que te ha dado. Cuando intentas servir a Dios de maneras para las que no estás formado, es como meter un cubo a la fuerza dentro de un círculo, es frustrante y produce resultados limitados. También es una pérdida de tu tiempo, de tu talento y de tu energía. La mejor manera de vivir tu vida es sirviendo a Dios de acuerdo a tu forma, para lo cual debes descubrir tus dones, aprender a aceptarlos y a disfrutarlos de modo que puedas desarrollarlos a su máxima expresión. Descubre tu forma La Biblia dice: “No actúes desconsideradamente, sino trata de encontrar y hacer lo que sea que el Señor quiere que hagas” (Efesios 5:17, BAD). No dejes que otro día se te vaya. Comienza a encontrar y clarificar lo que Dios quiere que seas… y hazlo. Comienza evaluando tus dones y recursos. Tómate un tiempo, mira honestamente en lo que eres bueno y en lo que no lo eres. Haz una lista. Pregúntales a otras personas su opinión sincera. Diles que estás buscando la verdad y no cumplidos. Los dones espirituales y las habilidades naturales son siempre confirmados por otros. Si piensas que has sido dotado para ser maestro o cantante, y otra persona no está de acuerdo contigo, ¿qué crees? Si quieres saber si tienes el don de liderazgo, ¡pues mira sobre tus hombros! Si nadie te sigue, no eres un líder. Haz preguntas como estas: ¿Dónde he visto frutos en mi vida que otras personas puedan confirmarlos? ¿En qué he visto que soy exitoso? La evaluación de tus dones espirituales y los inventarios de tus habilidades pueden tener valor, pero son limitados en su utilidad. En primer lugar, están estandarizadas de manera que no cuentan dentro de tu singularidad. Segundo, no hay definición de los dones espirituales enlistados en la Biblia; de manera que cualquier definición es arbitraria y representa casi siempre un prejuicio denominacional. “Por cuanto nosotros mismos hemos sido moldeados en todas estas partes, excelentemente formadas (...) sigamos adelante y seamos aquello para lo que fuimos creados” (Romanos 12:5, PAR). La mejor manera de descubrir tus dones y habilidades es experimentando en las diferentes áreas de servicio. Yo pude haber tomado cientos de exámenes para determinar mis dones y habilidades cuando era joven, y nunca haber descubierto que recibí el don de la enseñanza ¡porque nunca enseñé! Sucedió solo después de que comencé a aceptar oportunidades para hablar que vi más resultados, recibí confirmación de otros, y me di cuenta de que “¡Dios me había dotado para que hiciera eso!” Muchos libros llegan a descubrir este proceso al revés. Enseñan: “Descubre tu don espiritual para que conozcas qué ministerio se supone que tienes”. Realmente esto opera de manera opuesta. Comienza sirviendo, experimenta en diferentes ministerios y descubrirás tus dones. Hasta que realmente no te involucres en el servicio, no sabrás para qué eres bueno. Tienes docenas de habilidades y dones escondidos que no sabes que los tienes, porque nunca los has puesto a prueba. Así que te exhorto a que hagas cosas que nunca antes has hecho. No importa cuán viejo seas, te

insto a que no dejes de experimentar. He conocido muchas personas que han descubierto talentos escondidos a sus setenta y ochenta años. Conocí a una corredora de noventa años que ganó una carrera de diez kilómetros, sin descubrir que disfrutaba correr ¡hasta que llegó a los setenta y ochos años de edad! No trates de encontrar tus dones antes de enrolarte a servir en algo. Simplemente, empieza a servir ya. Descubre tus dones involucrándote en el ministerio. Intenta enseñar, dirigir, organizar, tocar un instrumento o trabajar con los jóvenes. Hasta que realmente no te involucres en el servicio, no sabrás para qué eres bueno. Si no funciona, llámalo “experimento”, no fracaso. Eventualmente descubrirás para qué eres bueno. Considera las oportunidades y la personalidad. Pablo aconsejó: “Haz una exploración cuidadosa de quién eres y el trabajo que estás haciendo para que entonces te sumerjas en él” (Gálatas 6:4b, PAR). Otra vez, esto ayuda a recibir retroalimentación de quienes mejor te conocen. Pregúntate a ti mismo: ¿Qué es lo que realmente disfruto hacer? ¿Cuándo me siento vivo completamente? ¿qué es lo que hago cuando pierdo la noción del tiempo? ¿Me gusta la rutina o la variedad? ¿Prefiero servir en equipo o por mí mismo? ¿Soy introvertido o extrovertido? ¿Soy más pensador que perceptivo? ¿En qué disfruto más, compitiendo o cooperando? Examina tus antecedentes y extrae las lecciones que aprendiste. Revisa tu vida y piensa en cómo ha sido formada. Moisés les dijo a los israelitas: “Recuerden hoy lo que han aprendido acerca del Señor a través de sus experiencias con él” (Deuteronomio 11:2, PAR). Raras veces vemos el buen propósito de Dios en el dolor, el fracaso o la vergüenza mientras lo vivimos. Cuando Jesús le lavó los pies a Pedro, le dijo: “Tú no sabes ahora lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás” (Juan 13:7). Solo en retrospectiva entendemos cómo Dios usa los problemas para bien. Extraer las lecciones de tus experiencias toma tiempo. Te recomiendo que tomes un fin de semana completo para un retiro, y hagas una revisión de tu vida, en la que puedas hacer un alto para que veas cómo Dios ha trabajado en momentos decisivos en tu vida y consideres cómo quiere que uses esas lecciones para ayudar a otros.

La mentira Karina West (Fuente: LuisPalau.net) ¿Por qué mentimos y por qué las creemos? ¡Las mentiras destruyeron mi matrimonio! Como muchas mujeres, Victoria cree que ella podría haber perdonado una mentira inocente o aun una aventura amorosa. Para cuando descubrió el largo comportamiento engañoso que su esposo había utilizado para que ella no supiera la verdad sobre su estilo de vida, el daño ya estaba hecho. Si usted ha sido engañado por alguien en quien confiaba, sabe bien que las mentiras pueden socavar la credibilidad, puede desintegrar relaciones y corroer la confianza. Las mentiras nos quitan la inocencia, nos humillan y nos deshonran. Nos preguntamos si la persona que nos mintió alguna vez nos ha dicho la verdad. De modo que, ¿por qué decimos mentiras y por qué las creemos? ¿Es posible tener más discernimiento para saber en quién confiar y cuánto confiar, sin sospechar demasiado de la gente? Todos mienten, ¿o no? «E1 aspecto central de la mentira es que queremos ser como Dios, con el simple habla creó el universo», dice un estudioso. «De manera que al hablar creamos el mundo que queremos ver». Los estudios muestran que algunas personas mienten tan a menudo como comen, tres o cuatro mentirillas por día. Sea que las llamemos mentiras piadosas, declaraciones falsas, reservas mentales o evasivas, exageraciones o hipérboles, cuando lo que decimos no es la verdad, es una mentira. La palabra griega para hablar de verdad es aletheia, que significa no escondido. Mentir es esconder la verdad. Mentimos porque sinceramente creemos que es lo mejor que podemos hacer para nuestro beneficio en ese momento. Las mentiras son parte de la vida. Satanás, el padre de mentiras (Juan 8:44) en el Edén plantó las semillas del engaño. Diciendo una mentira escondida en una verdad, confundió a Eva sobre la única restricción que había puesto Dios para la vida en el Edén (Génesis 3:2-5). Seducida por el deseo de ser tan sabia como Dios, Eva actuó de acuerdo a lo que sabía no era cierto. Abraham le dijo una media verdad al rey Abimelec, afirmando que Sara, su esposa, era en realidad su hermana (Génesis 20:2). David ocultó su aventura amorosa con Betsabé y mató al esposo de la mujer (2 Samuel 11). Pedro negó que conocía a Jesús (Juan 18:25-26). Ananías mintió sobre la cantidad de dinero que había recibido por la venta de su propiedad (Hechos 5:1-11). Vivimos en un mundo de engaños. Las mentiras tienen influencia en la historia y persuaden a la gente. Algunos son campeones en cuanto a decirnos lo que queremos oír y lo que ellos quieren que creamos. Por ejemplo, en 1906 el Dr. Frederick A. Cook se hizo famoso al escalar el Monte McKinley, el pico más alto en América del Norte y tomar una fotografía en la cima. E1 descubrimiento de una fotografía original y sin recortes entre las pertenencias de Cook, muestra que Cook en realidad estaba en una falsa cumbre 5000 metros más abajo. Eso prueba definitivamente, por medio de la cámara de Cook, que él estaba mintiendo. La mentira está cobrando aceptación como una filosofía de vida. De acuerdo a Michael Josephson, presidente del Josephson Institute of Ethics, estamos mintiendo más. Él explica que la falta de sinceridad es un agujero cada vez más grande en nuestro ozono moral. Esta filosofa de vida la están recibiendo nuestros hijos. Como resultado, ellos también mienten más. Un estudio reciente muestra que el numero de estudiantes de la secundaria que mienten a sus padres aumentó a 92% en 1998, de haber sido 85% en 1986. Josephson advierte que aún no hemos sentido el impacto de lo que estudio enseña. Pronto esta generación pasará a ocupar cargos de liderazgo, empezará la actividad laboral, entrará al mundo político y al sistema educacional, y se convertirán en madres y padres. Van a ser policías, auditores bancarios, legisladores y mecánicos, dice. Si llevan al lugar de trabajo las mismas actitudes que se revelaron en el estudio, imagínense el estrago. Por qué mentimos La mentira es uno de los pecados que parece más serio cuando es otro el que miente. A nadie le agrada admitir que mintió. Sea que nos abstengamos de decir la verdad o que digamos una media verdad, a veces mentimos. Nuestras razones incluyen lo siguiente: Mentimos para preservar nuestro sentido de dignidad. Queremos parecer mejores de lo que somos porque queremos agradar a los demás. Exageramos las circunstancias para inflar nuestros egos o para esconder

nuestra vergüenza, temor y desilusiones. Tal vez sea demasiado vergonzoso o doloroso confrontar la verdad sobre otros o sobre nosotros mismos. Mentimos para evitar que nos descubran. Al decir medias verdades intentamos que nuestro cónyuge o nuestros padres no descubran una vida secreta, una aventura amorosa, gastos excesivos o drogadicción. Mentimos para obtener un beneficio financiero. Millares de personas pierden dinero como consecuencia de fraudes. Se manipulan las matemáticas al hacer el cálculo de impuestos a las ganancias. Compañías de seguros reciben falsas denuncias de siniestros. Se aumentan las ventas posicionando productos de la manera más favorable posible, a menudo prometiendo más de lo que pueden ofrecer. Los comercios exclusivos nos persuaden diciendo que tal o cual compra es exactamente lo que necesitamos. Las empresas de cigarrillos soplan humo en nuestros ojos, creando la ilusión de que esos héroes tan buen mozos que visten jeans ajustados y un sombrero chic son lo mejor, y que los cigarrillos no producen adicción. Un alto ejecutivo de una compañía electrónica en California, en forma regular recibe cartas fraudulentas por correo. «Nigerianos que se presentan como contratistas independientes nos piden papel con membrete y un cheque en blanco pues quieren usar la cuenta bancaria de nuestra firma para encauzar dinero, dice. Le hablan a nuestra codicia porque alegan que nos hará ganar mucho dinero. Además, uno quiere ayudar porque ellos alegan que su gobierno no permitirá que salgan los fondos a menos que una compañía de los Estados Unidos actúe como intermediaria». Por qué creemos las mentiras Si estuviéramos dentro de un campamento de prisioneros enemigo, sabríamos que la mayoría de lo que oímos o vimos en el mejor de los casos era propaganda, y en el peor de los casos era una mentira. Pero en un mundo de engaño, donde la gente da vuelta palabras para su propia ventaja, rara vez cuestionamos la veracidad o investigamos fuentes de información. Cuando estamos delante de alguien que conocemos, y de quien sospechamos está mintiendo, a menudo nos quedamos sin habla. ¿Por qué? La credulidad extrema y la vulnerabilidad personal asustan. No podemos creer que seamos capaces de ser inducidos a creer algo que no es cierto o que confiamos en una persona que no merecía nuestra confianza. No queremos admitir que nos pueden manipular. Nos resulta vergonzoso y doloroso confrontar nuestro potencial para la exageración y/o la maldad. La verdad revela nuestros propios secretos: mentiras que hemos dicho, las cosas que hemos hecho y las personas a quienes hemos herido. Para contemplar nuestro lado oscuro necesitamos una sinceridad despiadada, y más aún para admitirlo. La verdad que libera también lastima. Negar lo que ocurre parece más fácil. Nos agrada la otra persona y queremos creer lo que está diciendo. Queremos volver a nuestro trabajo, a nuestra familia, a nuestra vida. Nos tapamos con la frazada de la negación, y nos auto convencemos de que la persona mentirosa está haciendo lo suyo para solucionar su problema y que nosotros estamos obedeciendo el mandato bíblico al amar y confiar una vez más. Nos han enseñado a confiar. Enseñamos a nuestros hijos que es importante confiar. La confianza es el mejor regalo que un cónyuge le puede hacer al otro. En realidad, la confianza es algo crítico en toda relación, sea entre amigos, empleado / empleador, el presidente de un país y su pueblo, padre / hijo, marido / mujer. Cuando alguien no dice la y lo descubrimos, la relación se desintegra. Las mentiras corroen la confianza Los mentirosos cuentan con nuestra confianza. En primer lugar, triunfan al seducir nuestra confianza y luego al violar esa confianza. Después, asumen control penetrando en nuestra realidad y nos imponen la realidad de ellos. Nos dicen que lo que vemos, creemos, oímos y sentimos es falso. Y porque queremos creer, dejamos en suspenso nuestra incredulidad y creemos, una vez más. Las mentiras nos apartan de nuestra búsqueda de la verdad y desintegran nuestra integridad. E1 engaño es como una violación física pero invisible. En vez de ser un ataque físico, las mentiras atacan la mente y hacen impacto en el espíritu. En vez de perder la virginidad, uno pierde la inocencia. Uno ya nunca vuelve a ver al mentiroso como solía verlo. Si el mentiroso es alguien ante quien hemos desnudado nuestro cuerpo o nuestra alma, por ejemplo una relación marital, el dolor nos llega a inmovilizar. Uno comienza a dudar de uno mismo y comienza a cuestionarse en cuanto a los conceptos aprendidos sobre amar y confiar. Volviendo a confiar «Una mentira exitosa es una mentira doble; un error que debe corregirse es una carga más pesada que la verdad» dijo Dag Hammarskjold, ex secretario general de las Naciones Unidas. La sanidad de heridas mentales y espirituales no sucede de la noche a la mañana. Volver a tener confianza

es algo que cuesta. El mentiroso debe asumir responsabilidad y debe darse cuenta de que tiene ganarse la confianza. Y nosotros debemos hacer lo que muchos mentirosos no pueden hacer: Volver a la totalidad del ser a la luz de la verdad. Admitamos nuestro pecado. Si hemos sido deshonestos, disculparnos no es suficiente. Debemos dar la vuelta y caminar en dirección opuesta (Proverbios 4:24-27). Luego, hay que aceptar la gracia de Dios y lo que el dice sobre nosotros (Salmos 139). Perdonar a otros no significa justificar su comportamiento. Significa que renunciamos a nuestro derecho a vengarnos. Dios siempre nos llama —a nosotros y a quien nos lastimó— a que volvamos a Él (Jeremías 3:22). Restaurar nuestra propia integridad. Dejemos de recriminarnos porque confiamos en un mentiroso. La honestidad, el amor y la confianza son los mejores regalos que le podemos dar a otra persona. Estas cualidades del carácter nos hacen lo que somos en nuestro interior. Son cualidades que siguen el modelo de lo que le agrada a Dios (Colosenses 3:1-7). A medida que vivimos de acuerdo a los principios que sabemos que son verdad, recordemos: en territorio donde hay lobos, las palomas inocentes necesitan la astucia de serpientes (Mateo 10:16). Aprender de experiencias pasadas con el engaño. No todas las historias que escuchamos suenan como historias ciertas. No todas las personas leen el mismo libro de reglas y principios ni siguen la guía de nuestros principios éticos, morales y espirituales. Observemos los pasos de la gente, hacia donde se dirigen y no sólo lo que dicen. Notemos el mensaje detrás de las palabras. Seamos conscientes de las respuestas típicas de la gente cuando se la confronta con mentiras que han dicho. Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe a toda verdad (Juan 14:15 17). No podemos escapar de la realidad de que vivimos en un mundo de engaño. No podemos hacer que otros dejen de mentir. Pero si podemos convertirnos en personas que buscan la verdad y tienen discernimiento en cuanto en quién confiar y cuánto confiar. Podemos comenzar reconociendo cómo algunos distorsionan nuestra realidad y nos apartan de nuestra búsqueda de la verdad. Más importante aún, podemos comenzar nosotros mismos a hablar la verdad. DIFERENTES TIPOS DE MENTIRAS Las mentiras vienen en muchas formas, desde las falsedades intencionales hasta las mentiras piadosas que muchos sienten causan muy poco daño. Las mentiras pueden ser: Mentiras piadosas Admitámoslo. Cuando suena el teléfono en casa o en el trabajo, quien no ha susurrado: «Diles no estoy». Le escribimos a la tía Sara diciendo que nos gustó mucho el regalo de cumpleaños porque no queremos herir sus sentimientos, pero luego devolvemos el regalo al negocio donde lo compró. Disfrazamos nuestros sentimientos diciendo: «Estoy bien», cuando en realidad nos sentimos muy mal. Cuando minimizamos nuestro peso o exageramos la asistencia en la iglesia, estamos haciendo que la línea entre la verdad y una mentira sea muy borrosa. Decimos que estas mentiras son inocuas y las llamamos mentiras piadosas. Mentiras más serias El peligro de mentir es que cuanto más un mentiroso se sale con la suya, tanto más y mejor miente. Cuando distrae nuestra atención de la cuestión principal y dice: «Estás haciendo de una pulga un elefante. Olvidémonos de lo que paso», en realidad aprende a dejar de lado su propia responsabilidad. Nos hemos apartado de la cuestión central y nos preguntamos si somos nosotros los que tenemos problemas. El mentiroso ha evadido la cuestión. La mentira inocua crece y se convierte en otra mentira más nociva. Con el tiempo, mentir se vuelve un estilo de vida. Mentiras patológicas Los mentirosos habituales y compulsivos disfrutan la idea de que otros se unan a su juego. Ensimismados en la idea de ganar a cualquier precio, se vuelven adictos a su propio engaño. Estos mentirosos son encantadores y convincentes y usan toda su habilidad para agradar a los demás y para que los demás confíen en ellos. Pero que alguien nos agrade no equivale a que confiemos en esa persona y no podemos pasar por alto el hecho de que los mentirosos son confabuladores y no sienten remordimientos por lo que han hecho, ni se conduelen porque nos han herido. Los expertos dicen que estos mentirosos son los de la peor mentira: mentirse a sí mismos y distorsionar su propia realidad. Algunos mentirosos patológicos confiesan: «Las peores mentiras son las que me digo a mí mismo».

RESPUESTAS COMUNES PARA ENCUBRIR MENTIRAS Cuando a las personas se las confronta con sus mentiras, construyen cercos de conmoción emocional para mantenernos lejos, por ejemplo: Negación categórica. «Yo no..» Desacreditar a nuestro grupo de amigos para que mantengamos en secreto nuestras sospechas. «Tus amigos son chismosos». «¿Para qué decirle a tu familia, es algo nuestro?» «¿Puedo confiar en que mantengas esto entre nosotros dos?» Enojo. E1 enojo de la persona nos intimida, y habremos de ceder. E1 enojo nos hace desviar de la cuestión principal, de modo que olvidamos la verdadera cuestión. Cuando estamos enojados o estamos tratando con alguien enojado, no podemos pensar correctamente pero podemos estar muy cerca de la verdad. Culpa. «El / ella me hizo hacerlo». Justificar el comportamiento de manera arrogante. «Sí, es cierto, ¿Y qué? Hago lo que quiero. No soy responsable ante ti». Estas respuestas desafiantes nos sacuden y nos quitan nuestras defensas, de modo que aceptamos la perspectiva del otro. Minimizar la mentira al distraernos con otra mentira en cuanto a como percibimos las cosas. «¿Como podrías pensar eso de alguien a quien amas?» Ahora nos hemos alejado de la mentira y estamos preocupados con el sentimiento de rechazo, de dolor y consternación que experimenta el mentiroso, y empezamos a cuestionar los motivos que tuvo. Distorsionar nuestra capacidad para ver la verdad presentando la mentira como una media verdad. «La mujer del restaurante era mi secretaria. Estábamos hablando asuntos de negocios». Acusarnos de ser irracionales. «Estas loco/a... eres demasiado sensible... protestas por todo». Alegar que la mentira es un incidente aislado o la excepción a la regla. «Todos cometemos errores». «No exageres. Sencillamente me equivoqué en lo que hice». Esconderse tras un motivo honorable. «Si, tuve una relación pasajera con aquel tipo; pero cuando pensé en ti y en los niños y en nuestra relación, me prometí que terminaría todo con él». Hacernos sentir culpables si no perdonamos instantáneamente a pesar de la falta de remordimiento o de que el mentiroso no cambia su comportamiento. «Eres un/a santurrón/a». «¿Por qué no puedes perdonarme? » «¿Y tú eres cristiano/a». Karina West es escritora y conferencista y vive en California. Tomado de la revista Plain Truth (La Pura Verdad), usado con permiso.

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