Bol 129 Pag 18 Y 19

  • November 2019
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  • Words: 1,540
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podemos llegar con nuestra ayuda, en que están siempre muy lejos los más necesitados, sin darnos cuenta de que demasiadas veces están junto a nosotros. Perdónanos por ello, Señor, y haznos mejores. Danos la fuerza suficiente para que bajo esta túnica que hoy vestimos y a cara descubierta cada día, sepamos proclamarnos verdaderos seguidores de tu Fe, de tu Amor y de tus enseñanzas, que sepamos siempre en nuestra vida ser ejemplo de cristiano y cristianismo. Que sepamos defender de verdad a los más débiles, tender la mano a todo aquel que la necesite. Haz, Jesús Mío de las Penas, que sepamos hacer oír tu Voz a través de las nuestras con toda tu fortaleza pero también sin violencias, que sepamos intentar enseñar al que no sabe, dar buen consejo a quien creamos que lo necesite, hacer comprender su error al que lo cometa, perdonar, como Tú nos enseñaste, las injurias e insultos, acudir a consolar a quien sufre, comprender y sufrir con amor los defectos ajenos, rogar a Dios por los vivos y los muertos… Perdónanos, Señor, y haznos mejores, entendiendo que junto a esas obras de Caridad que ningún sacrificio económico ni físico conllevan también nos enseñaste que hay que visitar y que cuidar a los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al peregrino, vestir al desnudo, redimir al cautivo y enterrar a los muertos. Eso nos pediste, Jesús, cuando en la última Cena nos diste el nuevo Mandamiento de que nos amásemos los unos a los otros como Tú nos habías amado. Eso fue lo que nos enseñaste y es lo que queremos hacer por siempre de aquí en adelante, para encontrarte siempre a Ti en todos los enfermos, pobres y marginados para ayudarles como si a Ti mismo te ayudáramos. Eso queremos darte, Padre Nuestro, si Tú nos das la suficiente fortaleza para ello, porque sabemos que sólo así podemos conseguirlo. Eso deseamos darte y eso te vienen diciendo quienes debajo del paso te ayudan a caminar sobre la tierra postrado. Qué plegaria tan hermosa, asido a trabajadera, la que reza el costalero cuando se asoma a la puerta y el capataz le susurra: poco a poco, que ya llega el momento de encontrarnos con esta gente que espera ver al mismísimo Dios, Jesús Nuestro de las Penas, pasearse por sus calles, por sus plazas, sus aceras, llenando el viento de aromas, entre la luz de sus velas, 18

LAS PENAS

mecido entre las plegarias que todo el pueblo le reza, aceptando sus piropos, sufriendo ante alguna queja de aquel que no se sintió consolado en su tristeza, sonriente ante las gracias por una cuestión resuelta, entre rezos silenciosos de aquellos que lo consuelan cuando le ven como está, caído su cuerpo a tierra. Y a todos los llevas tú, costalero, con tu fuerza, con tu entrega ilusionada, con ese amor que es tu esencia. Poco a poco, costalero, poco a poco, que ya llega el momento de encontrarnos con esta gente que espera ver al mismísimo Dios, Jesús Nuestro de las Penas. Detrás de Ti, Señor, tus penitentes, cirineos del siglo XXI que cargados con su cruz sueñan que alivian el peso de la tuya mientras saben que Tú abrazas tu madero para hacer más llevadera la que la vida ha supuesto para ellos. Es amor Jesús para aliviar tus Penas, oración hecha esfuerzo que te entregan, petición de perdón por sus ofensas, darte sin pedir nada porque todo de Ti esperan, ofrecerte sus vidas aunque sean tan imperfectas esperando confiados que la haga mejor tu Fuerza. Es Jesús, y Tú lo sabes, una verdadera ofrenda de mejorar cada día para alcanzar tus promesas. Ahora, la senda marcada por el color oscuro de la cera de quienes precedían a Cristo ha comenzado a blanquearse con su albo color puro y limpio como el corazón inmaculado de la Virgen, Madre Nuestra de los Dolores, bajo palio, altar dispuesto por sus priostes, adornado con esmero y lleno de blancas flores. Hay sentimientos distintos porque Ella es nuestra Madre y es diferente la forma que tenemos los cofrades de postrarnos a sus pies, de pedirle y de rezarle, de contarle nuestras cosas y alguna gracia rogarle, de venir a agradecerle que aquél día nos escuchase, de saber que nos entiende siempre mucho más que nadie porque no olvidamos nunca que si vamos a buscarle encontraremos que es Medianera de la Gracia y Madre de Dios y mía, Consuelo del afligido, Faro de Luz que nos guía, que es Virgen pobre y humilde y es obediente y sencilla, del Señor Madre y Esclava, Luz que el mismo sol envidia, de hermosura manantial, Sin Pecado Concebida, que es de Virtudes Compendio, que la coronan estrellas por ser la Mejor Nacida, que está Llena de Bondad y es Nuestra Gran Alegría, Honor del género humano que nos cubre de Clemencia, Abogada de la Gracia y Esplendor de Nuestra Iglesia, que es Socorro de este pueblo y su Piedad nos dispensa. Junio 2008

Madre y Señora del Cielo, de Dolores sin igual porque hasta por nombre los lleva y que pese a ello es Reina que nos da la Paz, de Misericordia Plena, de Caridad Soberana, y que fue Asunta al Cielo para derramar su Gracia sobre aquellos que en la tierra como su Madre la aclaman y la adoran por ser Virgen Concebida Inmaculada.Así la queremos todos. Por eso los cirios ahora son color inmaculado, por eso las flores son de color blanco en el palio para que entre unos y otros sean más leves sus quebrantos, por mucho que como Madre no pueda cesar su llanto, que son muchos los Dolores en su pecho atravesados, que esas manos extendidas están queriendo alargarse para retener la vida de un Jesús Martirizado que ha sufrido otra caída; que esas manos extendidas son las manos de una Madre a la que se va la vida, a la que quiebra el dolor de ver cómo se termina esa historia que empezó cuando se sintió bendita al germinar en su vientre el Amor que ahora culmina; que esas manos extendidas ya no tienen más sentido, porque ahora están vacías y antes tenían a ese Hijo para el que alegre vivía, que lo llevó nueve meses muy protegido en su seno hasta traerlo a la vida y ahora le dicen que ha muerto. Por eso Ella va implorando mientras que llora en silencio y sus manos extendidas son Dolor de Madre inmenso. Un Dolor que le da nombre y comparte con otras muchas mujeres que el mismo dolor sufrieron, porque como cada año siempre faltan nazarenos que tras pasar por el mundo se fueron hacia su encuentro, dejándonos el dolor de no poder ahora verlos formando en la cofradía mientras que cruza este Templo, aunque sé que están aquí, escuchándonos y viéndonos, con su cirio bien erguido, cargando con su madero, trabajando bajo el paso que otros fueron presidiendo o sosteniendo un cirial envuelto en humos de incienso. Todos estamos aquí, incluso los que se fueron, porque están en la memoria y acogidos en su Seno, porque sobre el mismo paso todos ocupan su puesto, acompañando a su Virgen, y nadie podrá encontrar nunca nazarenos más Junio 2008

callados, pueblo más enmudecido... ni jamás mayor encanto, que esta Virgen de Dolores entre las flores llorando mientras mira en sus varales a un chaval que va jugando, que quiso salir con Ella y apenas se había estrenado cuando Ella decidió llevarle siempre en sus brazos. Y cuando llegas a mí, ¿qué puedo decirte, Madre?, ¿qué palabras emplear o qué oración rezarte?, ¿cómo acabar con el nudo que apenas me deja hablarte?, ¿cómo quieres que te diga que no he de dejar de amarte? Que quiero ser siempre tuyo por tus Dolores calmarte, que te ruego, Virgen Mía, ayuda por consolarte, que quiero acercarme a Ti y en tus brazos estrecharme, rezar postrado a tus pies y mi vida confiarte. Mientras tanto, está llegando a su final la Estación de Penitencia a esta Santa Iglesia Catedral de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de los Dolores, que poco a poco emprende su regreso hasta su iglesia con ese sentimiento que va mucho más allá del puro signo cultural o de continuación de tradiciones para convertirse en manifestación y ejemplo religioso con su recogimiento, que es oración y pública demostración de fe, de cristianismo viejo y nuevo mantenido a través de los siglos desde el comienzo al final de su cortejo que cierra una imagen de la Virgen que nos trae a todos a los labios, en voz alta o en silencio, una oración: Dios te Salve María, Virgen Mía de los Dolores, Reina y Madre tan llena de Resplandores y de Gracia Plena, el Señor, Nuestro Padre Jesús de las Penas, es Contigo, Bendita Tú eres, porque Dios así lo quiso, entre todas las mujeres porque había de ser también bendito el fruto de tu Vientre, Cristo Jesús. Por eso, Santa María, Madre de Dios y de los hombres, te pido que ruegues por nosotros, tan débiles y pecadores, ahora y en la hora en que haya de llegarnos nuestra muerte. Amén.

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