Revista de estudios de Europa sudoriental
nº 3 (2002)
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Página inicial Artículos RODRÍGUEZ, Roberto. Grecia, la cuna de la civilización
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europea Debates en la lista Balkan Futuro de la balcanología
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Ser o no ser balcánico
17-21
Límites de los Balcanes y límites de Europa
23-32
Transición española como modelo para Yugoslavia
33-47
Deporte e identidad nacional y estatal
49-63
Constitución y estatalidad en Bosnia
65-67
Grecia: El misterio del 17 de noviembre
69-70
Kósovo, Kosova, kosovar
71-78
Vivencias de Kósovo (II)
79-84
ISSN 1697- 2864
Sandzak
85-89
Participaron en los debates Sinan Alic, César Luis Díez, Estanislau Fons i Solé, Joaquín Garrigós, Javier López Parada, José-Miguel Palacios, Carolina Podesta, Roberto Rodríguez, Virtuts Sambró, Milos Solaja, Dalibor Soldatic, Francisco Veiga, Eduard de Vilar. .
Varios Reseña de libros
91-95
REDACCIÓN
Prof. Dr. Francisco Veiga Dr. José-Miguel Palacios
http://www.estudiosbalcanicos.org
Página inicial
Completado el número 3 de Balkan (Revista de Estudios de Europa Sudoriental) surgen diversas reflexiones. La primera es que, poco a poco la revista Balkan se va consolidando y a nuestra manera, como nosotros queremos. A buen seguro que no faltarán los críticos y los escépticos: carecemos todavía de artículos articulados, autores de renombre y mucho más diseño. Pero esto no nos preocupa, porque el proyecto, hay que insistir en ello, está yendo como deseamos. No tenemos medios económicos, ni equipos de redacción, todo es muy artesanal y vocacional. Y precisamente por ello, no hay una prisa especial, ni presiones u obligaciones. Echando un vistazo a lo que cuenta, que es el contenido, la paciente labor de agrupar las contribuciones a la lista Balkan arroja resultados muy interesantes. Se han recuperado y fijado ideas muy frescas, a veces fruto de la inspiración y otras producto sedimentado de años de trabajo y experiencia. En ocasiones se encuentran datos que en su momento llevó horas recoger; o noticias que casi pasaron desapercibidas y ya nadie recuerda dónde aparecieron. Por lo tanto, este número, como los anteriores de Balkan, contiene, ante todo, ideas, pistas, indicaciones. Material que casi siempre gana con el tiempo, que puede inspirar líneas de investigación o ensayo, que ilumina el presente desde el pasado. Esto nos llena de satisfacción porque uno de los objetivos de la revista es aportar calidad y no conveniencias. Rellenar por rellenar no es nuestro objetivo porque si tal estrategia cumple con los imperativos de la periodicidad en las revistas sobre papel, sólo aporta desinterés en las publicaciones virtuales, no sujetas a esa tiranía. Los Balcanes ya no son actualidad. Pero eso no nos preocupa: en realidad es motivo de satisfacción porque separa la paja del grano en un tema que siempre ha despertado demasiada emocionalidad, incluso entre los académicos. Por lo demás, en la lista Balkan siempre hemos evitado los temas trillados, pegados a la moda informativa. Ésa es otra de las ventajas de la virtualidad que contamos con aprovechar a fondo: no necesitamos vender, no hemos de amortizar gastos de distribución. Por eso podemos permitir el lujo de mantener una publicación que aspira a ser realmente académica.
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En este número, el lector podrá leer una reflexión del profesor Roberto Rodríguez Milán (Universidad de Patras, Grecia) sobre los mitos nacionales griegos. Dada su veteranía docente en ese país y su dominio de la cultura y la lengua helenas, el trabajo de Rodríguez Milán posee una solvencia muy apreciable en la balcanología española. En relación a los debates recogidos, el lector observará que hemos elaborado una especie de manifiesto de la balcanología en su nueva era “post-emocional”, una vez concluidos los conflictos que tantos ríos de tinta hicieron verter a lo largo de la pasada década. El debate sobre los límites de los Balcanes es un debate de gran actualidad, a partir del ya célebre libro de la búlgara María Todorova y cuando el Sudeste europeo comienza ya a pensar en el acceso o la candidatura a la UE, lo que incluye el destino de Turquía. Kosovo y Bosnia siguen constituyendo un problema específico y en la lista se dedicaron algunos debates a aspectos diversos de ambos protectorados. Lo que parece definitiva desarticulación del grupo terrorista griego 17 de Noviembre tuvo su acogida en este año y a partir de la noticia se hicieron algunos comentarios complementarios. Por último, conceptos más genéricos como la identidad nacional y la transición política volvieron a estar presentes en Balkan.
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Balkan (REES), 3 (2002)
Grecia: la cuna de la civilización europea1 Roberto Rodríguez
El objetivo de estas líneas es apuntar algunas de las ideas centrales del debate sobre el helenismo desde la perspectiva de la Grecia contemporánea. Hemos optado por ésta, dado que la perspectiva general occidental continúa siendo, en buena medida, la de las elites intelectuales europeas de la Ilustración; unas elites de cultura clásica que entre finales del siglo XVIII y principios del XIX redescubren Grecia en un rincón olvidado del Imperio Otomano y de hecho la "rehelenizan", contagiando su entusiasmo al resto de las elites occidentales -europeas, estadounidenses y de la diáspora griega-. Uno de los resultados más evidentes y trascendentales de esta visión es el movimiento filoheleno, cuyo símbolo es Lord Byron muriendo en Misolongui por la libertad de Grecia durante su Revolución independentista (1821-1830). Sin embargo, hay en la Europa de la época una corriente intelectual que adopta la postura opuesta, que afirma que los actuales pobladores de Grecia no son sino un producto abastardado de la historia, fundamentalmente eslavos que poco o nada pueden reclamar de la antigüedad y son además incapaces en el presente de dirigir su destino de forma cabal. De entre los intelectuales abanderados de esta idea destacaremos a Jacob Ph. Fallmerayer, entre otras cosas por ser el más detestado en Grecia, incluso hasta el presente (su Historia de la Península del Peloponeso durante la Edad Media (1830) no se publica hasta la década de 1980). Además de herir orgullos, la obra académica y científica de Fallmerayer tiene implícita una lectura geopolítica: el temor alemán a una expansión rusa por Europa oriental y balcánica para asistir a sus hermanos de raza -eslava- y credo -cristianismo ortodoxo-; la noción de la necesidad de un gobernante occidental para aquel pueblo semi-bárbaro. De hecho el siglo XX dará una muestra clara de la instrumentalización de que es susceptible la teoría de la eslavización, cuando la propaganda fascista de Mussolini la retome para justificar su agresión a Grecia a través de Albania en 1940.
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Conferencia pronunciada en el Club d'Amics de la Unesco, de Barcelona, el día 2 de mayo de 2002.
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RODRÍGUEZ, R. Grecia, la cuna de la civilización europea
Sin embargo, tanto los detractores como los partidarios de una Grecia moderna heredera directa de la antigua olvidan, a menudo deliberadamente, que la realidad griega es más compleja, dado que incluye un pasado bizantino, mantenido vigente precisamente por la institución que logra la persistencia de una cultura helénica y la generación de la identidad nacional moderna en función del factor religioso, esto es, la Iglesia ortodoxa griega. La reacción contra Fallmerayer y sus partidarios va a consistir en Grecia por un lado en un estudio en profundidad de la Edad Media bizantina, a fin de anular la teoría de la eslavización, y por el otro en una labor de síntesis que permita casar antigüedad clásica y era bizantina, vincular el puente hacia la Europa moderna con el factor esencial de la identidad nacional presente. El nombre que sobresale en esta labor es Constantinos Paparrigópulos, que a través de su Historia de la nación helénica (1850 y ss.) da el fundamento científico del neohelenismo cifrándolo en la continuidad ininterrumpida del helenismo desde la antigüedad hasta el presente. Por su parte, el período otomano sería una fase de “congelación” que habría privado a Grecia de su participación natural en las grandes convulsiones europeas (Renacimiento, Reforma, Ilustración, Revoluciones científica e industrial). La tesis de Paparrigópulos permite la gestación de la ideología oficial del estado, el Helenismo Cristiano, y del proyecto nacional griego, la Megali Idea o ideal de la Gran Grecia, durante un siglo (por lo menos). Es evidente que la Iglesia griega tiene desde el principio un papel de primer orden en el drama nacional y en la configuración de la ideología nacional. Una de las consecuencias de esta ideología que logra unir a estado y pueblo griegos es que el desarrollo social, económico e institucional queda subordinado a la realización del proyecto nacional-territorial de la política exterior. La otra consecuencia es que los constantes esfuerzos expansionistas chocan casi sistemáticamente con los intereses de las grandes potencias europeas, con los ejércitos otomanos y con los nacionalismos adyacentes, pese a lo cual el pequeño estado griego logra ciertas adquisiciones, de las que destacaremos, por su relevancia hasta el día de hoy, el Épiro y Macedonia en 1913. No obstante, la ideología nacional sufre con el Desastre de Asia Menor de 1922 un revés que la dejará prácticamente muerta durante cerca de treinta años. Citar el 98 español
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apenas nos aproxima al impacto que supone la derrota griega en los campos de Asia Menor ante los turcos en el momento en que la realización de la Megali Idea parece al alcance de la mano. En cualquier caso, destacar que Grecia queda confinada en las fronteras que tiene prácticamente en la actualidad; el mundo político (ya desgastado por el anterior Cisma Nacional que divide al país) sufre un proceso de descomposición vertiginosa que propicia el golpismo militar; la institución monárquica y la dinastía coronada sufren un descrédito que aun hoy es rastreable; el mundo social recibe los impactos de la derrota y del flujo enorme de refugiados procedentes de Asia Menor; a pesar del intercambio de poblaciones del que tal vez sea el primer ejercicio de limpieza étnica negociada en el siglo XX, Grecia y Turquía aceptan mantener minorías en zonas específicas (turcos en la Tracia occidental; griegos en Estambul). Si de algo sirve el desastre nacional es para aclarar el panorama étnico interior (las únicas minorías son la turca ya mencionada y la judía, que empieza a resaltar de forma inquietante), y para cambiar el equilibrio étnico de Macedonia a favor del elemento griego al instalar masivamente refugiados de Asia Menor en aquella zona. Ante este cambio de contexto, el Helenismo Cristiano vertebrador de la Grecia contemporánea parece quedarse sin objetivo, hasta que el KKE (Partido Comunista de Grecia) ofrece la clave con su discurso favorable a una independencia de Macedonia: el enemigo es el comunismo, ideología extranjera, eslava, atea y dispuesta a mutilar el territorio nacional, todo lo contrario de un griego ortodoxo. Desde posiciones liberalrepublicanas (Venizelos), pasando por el conservadurismo moderado (Canelópulos), hasta la extrema derecha golpista (Pángalos, Metaxás, la Junta de los coroneles), siempre con la contribución de la Iglesia y la adhesión de la monarquía y el factor extranjero cuando corresponda (Inglaterra, EE.UU.), el anticomunismo de estado es la forma que adopta el Helenismo Cristiano para enfrentarse a la amenaza a la integridad moral y, sobre todo, territorial de la nación. La instrumentalización de este anticomunismo permitirá, entre otras cosas, negar incluso la existencia de la guerra civil que sacude al país entre 1946 y 1949. El mundo surgido de dicho conflicto civil tiende, sin embargo, a olvidar una de las heridas abiertas del helenismo: Chipre, que se convierte en motivo de una "Megali Idea con sordina" a partir de los años 50. Diversos factores llevarán a un segundo Desastre en 1974, cuyas consecuencias para Grecia y Chipre no han dejado de ser noticia en nuestros días.
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En la actualidad el Helenismo Cristiano es materia escolar y discurso oficial, compartido por instituciones y ciudadanos. El apelativo que merece cualquier cuestionamiento de los axiomas nacionales es el de "traidor a la nación", como sabe más de un intelectual griego. Por otra parte, el mantenimiento de la ortodoxia ideológica a través del tiempo se ha enfrentado y/o ha producido problemas que todavía no han encontrado solución: un helenismo territorial frustrado (Chipre); unas relaciones exteriores inestables (con Albania por el Épiro y sus prolongaciones -inmigrantes-; la cuestión de Macedonia tras la desintegración de Yugoslavia; con Turquía por el Egeo, Chipre, etc; el recurso a la Ortodoxia y a la hermandad con Serbia en tal contexto, en claro enfrentamiento a las alianzas occidentales); cuestiones de carácter institucional, como la de la monarquía o las relaciones Estado-Iglesia. Paralelamente Grecia es miembro de la OTAN, la UE y se halla en la zona Euro, prepara los JJ.OO. del 2004: es un país muy europeo y occidental, pero con particularismos que responden a cuestiones del pasado que no han concluido y son, por tanto, realidades presentes a tener muy en cuenta al analizar y entender el país.
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Futuro de la balcanología Desde la caída de Slobodan Milosevic (octubre de 2000) se iba percibiendo un descenso general del interés público por lo que estaba ocurriendo en la antigua Yugoslavia y, en general, en los Balcanes. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 pasó a ser innegable que esta región había dejado de ocupar el centro de la atención internacional en beneficio de otras (Afganistán, Oriente Medio). Esta creciente marginalización del tema se reflejaba también en los debates de la lista, menos intensos que en años anteriores. Durante los meses de mayo y junio de 2002 discutimos qué futuro le esperaba a la balcanología como disciplina tras el final del periodo en que los temas balcánicos centraron el interés internacional.
4 Mayo 2002 José-Miguel Palacios
CEPS (el super think-tank de Bruselas, especializado en asuntos europeos) acaba de anunciar que su responsable de estudios balcánicos, Nicholas Whyte, acaba de dejar el equipo para incorporarse al International Crisis Group. Tras una década de extraordinario interés, ¿están los estudios balcánicos empezando a pasar de moda?
4 Mayo 2002 Francisco Veiga
Afortunadamente es así, aunque los indicios vienen de hace tiempo y básicamente se referían a retirada de ONG´s de la zona y sobre todo (lo que marca la "moda") caída del interés informativo desde el 11-S. Precisamente, rehíce el final de "La trampa balcánica" haciéndolo llegar hasta el atentado de las Torres Gemelas porque estaba muy claro que los Balcanes se iban a la trastienda del negocio informativo. El “afortunadamente” del comienzo necesita una breve explicación: el barullo que se generó durante los últimos 11 años en torno a los Balcanes contribuyó tanto a complicar las -9-
Futuro de la balcanología
situaciones de crisis que forzosamente llevó a generar malas soluciones y falsas promesas. Ahora que Occidente vuelve a mirar sus propios problemas es cuando se nos pueden poner los pelos de punta pues cuestiones que creíamos ingenuamente tan “normalizadas” resultan ahora verdaderos pantanos. Comenzando por el proceso de integración europea.
Una experiencia personal como botón de muestra. Desde hace unas semanas estoy trabajando en un capítulo para ese libro que quiere lanzar Ruth sobre nacionalismos y minorías. Personalmente, nunca me interesó mucho el intrincado abordaje teórico del asunto, pero, como es lógico, tuve que meterme en ello. La sopa de definiciones y categorizaciones poco convincentes me llevó a comparar con la situación en Europa occidental y entonces me topé con el asunto del pluralismo, multiculturalismo, inmigración, etc. (temas, estos sí, muy de moda) Y ahí fue el acabóse. Empiezas a leer contribuciones, debates, libros y artículos de unos y otros y lo que parecía un panorama claro resulta ser un saco de bombas. Entonces, por comparación piensas que en los Balcanes sí que son sencillas las cosas. Y más ahora, que por fin están pasando de moda.
4 Mayo 2002 Francisco Veiga
Una cosa es que los Balcanes pasen de moda para la gran prensa y el gran público, y que algunos se den de baja de BALKAN. Otra muy diferente es lanzarse a deshacer lo hecho. En los Balcanes, en general, y en BiH-Kósovo, en particular, se ha invertido mucho, no sólo en términos de dinero (que es muchísimo), sino también de influencia política, imagen internacional, etc. Por otra parte, parece que empieza a entenderse (a la fuerza ahorcan) que lo que se hace aquí repercute allá. Aunque parezca mentira, todavía hay gente por las altas esferas occidentales que piensa que lo que ocurre en Grecia, Moldavia o Chipre (pongamos por caso) no influye para nada en el resto de los Balcanes. Por lo tanto, imagino que la administración internacional se anda con cautela en Bosnia, porque si allí hay referéndum, también habría que hacerlo en Kósovo (¿y por qué no se hizo en Montenegro?) etc. Por lo tanto, “no news, good news”. Y así seguirá la cosa por un tiempo indefinido.
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19 Mayo 2002 José-Miguel Palacios
Hace un par de semanas, en un mensaje que apenas ha tenido eco en la lista, pero que seguro que nos ha hecho reflexionar a todos, recordaba que los Balcanes ya no están de moda. Sigue habiendo problemas, sigue existiendo una presencia internacional importante, continúa quedando mucho por hacer, pero lo que ocupa las primeras páginas de los periódicos, los titulares de los telediarios y las mentes de nuestros políticos ya no son las cuestiones balcánicas. Creo que nos encontramos en un momento clave para definir las futuras direcciones de desarrollo de esta disciplina, tanto en España como en muchos otros países occidentales, que hasta principios de los 90 habían dedicado al tema una atención tan sólo marginal. Algunas reflexiones: a) El mercado está saturado de datos básicos sobre la zona. No es que se sepa todo y se haya comprendido todo, sino que se ha agotado la capacidad de interesarse por estas cosas. A diferencia de lo que ocurría hace diez años, no existe "sed" de conocimientos sobre cuestiones balcánicas, ni vale ya cualquier cosa. b) Hay una masa importante de académicos, funcionarios y cooperantes humanitarios que durante más de una década ha tenido contacto con la zona (fundamentalmente, con la antigua Yugoslavia), ha aprendido cosas (en muchos casos, idiomas de la zona -en general, el serbocroata, en cualquiera de sus variedades-) y ha desarrollado un interés por los temas de allí. Es el detalle más positivo: a diferencia de lo que ocurría hasta hace diez años, ahora disponemos de una importante cantera. c) Habrá quien intente reorientar su carrera o sus intereses hacia espacios de mayor actualidad, aunque será más difícil que tras la caída de la URSS. Entonces se trató, más bien, de una reconversión de antiguos sovietólogos hacia un espacio próximo, políticamente conectado (excomunista) y culturalmente afín (eslavo). Por si fuera poco, el gran tema del
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Futuro de la balcanología
nacionalismo había sido una de las cuestiones estrella de los últimos años de la URSS. Me temo que a los balcanólogos de los noventa les va a resultar mucho más complicado transformarse en los arabólogos del siglo XXI (aunque alguno habrá que lo intente). En estas condiciones, creo que nuestra disciplina no está enferma de muerte, sino, por el contrario, puede hallarse en nuestro país en vísperas de un momento excepcionalmente bueno. Hay que identificar, por supuesto, cuáles van a ser los grandes temas que se van a discutir dentro de ella durante los próximos años. En ello estamos, pero no sólo nosotros, sino muchos otros colegas en toda Europa (¿quizá en todo el mundo?).
10 Junio 2002 Francisco Veiga
Bueno, pues yo sigo teniendo bastantes alumnos en Segundo y Tercer Ciclo, lo cual es alentador teniendo en cuenta que los ingresos decaen en toda la Facultad de Letras. Antes que nada, hemos de recordar que en RedIris hay listas sobre temas realmente abstrusos y aparentemente faltos de interés para el gran público (creo que hay una sobre la historia del eucaliptus) y tienen más participantes que la nuestra. Por otra parte, la mayoría de los que estamos en Balkan hemos hecho de las cuestiones balcánicas una forma de vida. Le dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo desde hace años. ¡Y algunos son de allí mismo! ¿Qué más puedo decir? Cuando pisé los Balcanes por primera vez, en 1976, aquello no le interesaba a nadie. Mi tesis doctoral, leída en 1987 era una rareza en el mundo académico español. Cuando comencé a dar clase, en 1983, ningún alumno sabía que existían Serbia, Croacia, Bosnia, etc. Me he pasado mucho años sin que mi trabajo esté de moda y creo que puedo asumir el regreso a la comodidad de la investigación seria y sin focos ni oropeles.
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11 Junio 2002 César Luis Díez
El tema del interés que puedan despertar los temas balcánicos me parece totalmente secundario en medio de un apasionante debate que podríamos plantear (y ya se ha hecho alguna "intentona") sobre la propia naturaleza de estos estudios y de los perfiles de investigación. Mi interés por esta zona empezó porque llegué aquí a trabajar como profesor de español. Mi perfil académico no es de politólogo, historiador o periodista, sino de lingüista. Mi primera toma de contacto con el apasionante mundo balcánico fue a través de la universidad yugoslava. Conocer bien ésta ha sido uno de mis intereses de los últimos años. Sin embargo, viviendo en medio de los acontecimientos que se sucedían aquí, también se despertó mi curiosidad por los temas históricos y políticos. Y tengo que agradecer a varias personas de esta lista su ayuda y “magisterio” en estas cuestiones. Ahora bien, por qué menciono todo esto: porque sinceramente creo que deberíamos entrar a “saco” (si es posible) en el debate de delimitar que es la “Balcanología” (tomando prestado un término nativo), o quizá preguntarnos, ¿cómo la vemos nosotros? En eso, yo estaría fundamentalmente de acuerdo en el como “una forma de vida” (Veiga dixit). Por cierto, sería interesantísimo (para mí, por lo menos) discutir lo que se entiende por “Balkanologija” en un país balcánico. A lo mejor vemos que es muy distinto a la perspectiva de fuera (algo parecido al tema del “Orientalismo”).
11 Junio 2002 Francisco Veiga
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Futuro de la balcanología
Bueno, César nos propone un difícil ejercicio porque la Balcanología, evidentemente, no existe. Si fuera así, existiría también la Europeología e incluso la Mundología. Personalmente entiendo que utilizamos el término más en broma que en serio o para cubrir la carencia de otro mejor. En fin, no creo que nadie se lleve ningún disgusto, como cuando de pequeños nos decían, finalmente, que los Reyes Magos no existían y resultaba que si, pero que eran nuestros papás. Tal como veo el asunto, entiendo que somos un grupo de personas que nos interesamos por aspectos diversos de la cultura de países diversos que conforman “los Balcanes”, aunque como ya habéis podido comprobar en esta lista, algunos de ellos tienen claras reticencias a la hora de definirse como “balcánicos”. Por lo tanto, una primera cuestión a considerar es que somos “de Letras”. No creo que exista una asociación de médicos, físicos o geólogos “balcanistas”, a no ser que alguien considere que existe una forma específicamente balcánica de entender la Medicina, la Física o la Geología, pongamos por caso. Ocurre que desde hace un tiempo trabajamos (cada cual en lo suyo) en unos países hasta hace diez años relativamente poco conocidos desde la mitad occidental del continente. De hecho, no creo que la última década haya servido para dar imágenes más precisas o reales de los países balcánicos y sus culturas. Bien: en un momento dado nos acercamos por allí, nos gustó aquello y comenzamos a darnos cuenta de que para entender cualquier cosa necesitábamos de la interdisciplinariedad. El historiador necesitaba de la Literatura, la Sociología, la Economía, de todo aquel dato que sirviera para entender el pasado. El filólogo, cómo no, precisaba entender las connotaciones políticas que concurrieron en la construcción de las lenguas, el peso de la Historia en la Literatura, las leyendas, la sociedad, la Sicología. El trabajador social se preguntaba qué podía explicar aquella situación que intentaba paliar: y rebuscaba en la Historia, la Antropología, la Sociología... Eso nos ha ido haciendo “balcanistas”: personas que utilizamos lo que tenemos a mano para responder a nuestras preguntas sobre esos países que tanto nos gustan o nos intrigan. Pero eso es expresión de carencias básicas: si existieran compendios analíticos o simplemente
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descriptivos (y realmente fiables, académicos) sobre los Balcanes, seríamos, simplemente, historiadores, filólogos, trabajadores sociales, diplomáticos, periodistas o lo que sea. En algunos casos la “balcanitis” ha sido tan seria que nos ha cambiado la vida. En esta lista existen varios ejemplos notables que yo conozca (aún hay bastantes desconocidos). Perdonad si me dejo alguno. Roberto Rodríguez Milán, por ejemplo, se fue a vivir a Atenas y parece que allí se quedará, hablando un excelente griego. Joaquín Garrigós dedica muchas horas y esfuerzos a la Literatura rumana fuera de su profesión, que me parece, no tiene nada que ver con la “Balcanología”. No sé si el mismo César regresará pronto a estas tierras, porque me da que Belgrado le ha robado el corazón, y ya que aguantó los bombardeos... Bien, a los que no conozco les animo a que prueben. Pero en todo caso, vuelvo a lo dicho: ni a Roberto, ni a Joaquín, ni a César, ni a Jose, ni a mí nos importa mucho que los Balcanes ocupen la primera plana. Casi mejor que no ¿verdad? Así nos quedaremos más a gusto con “nuestros” Balcanes.
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Ser o no ser balcánico Es una de las cuestiones que, de forma implícita o explícita, han estado siempre presentes en los debates de la lista. ¿Existe lo balcánico? Si existe, ¿se trata de un concepto inventado fuera e impuesto a los “balcánicos” o es un substrato cultural común en el que todos ellos pueden reconocerse. El año 2002 lo empezamos, precisamente, discutiendo esta cuestión.
16 Diciembre 2001 Joaquín Garrigós
Aunque Rumanía no despierte mucho interés en la lista, quizá porque los rumanos no se consideran balcánicos, calificativo que para ellos es casi un insulto, no obstante en las últimas semanas han aparecido algunas cosas en prensa y en librería que sí pueden interesar a algunos miembros de esta lista.
3 Enero 2002 Francisco Veiga
Siguiendo el hilo de un comentario de Joaquín Garrigós sobre el rechazo de algunos rumanos a considerarse balcánicos, recordemos que, como muy bien afirma Maria Todorova, casi ningún pueblo de la península se considera “balcánico”. ¡Ni siquiera los mismos griegos! De hecho, los únicos que lo admiten y lo exhiben con un cierto orgullo son los búlgaros, que han incorporado el apelativo “Balkan” a numerosas compañías, negocios y productos. Y sin embargo, el ciclo de conferencias organizadas en Bucarest por el Göthe Institut, en el que fui invitado a participar, se titulaba, genéricamente: “Rumanía y los Balcanes. Percepciones propias e imágenes en la Unión Europea”. En fin, cosas del “hecho diferencial europeo”, que implican pasarnos una parte del tiempo pensando qué somos y qué no somos, hasta aquí llegamos o nos quedamos.
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Ser o no ser balcánico
4 Enero 2002 Javier López Parada
En mi estancia en Kósovo también tuve ocasión de ver numerosos negocios que lucían el nombre de “Balkan”. No podría decir si esto es una demostración de orgullo balcánico o un simple apelativo geográfico. Para mí no es sorprendente que en una zona en la que la identidad étnica se ha constituido en base de identidades nacionales o nacionalistas, se rechace un apelativo que implica unidad, integración, que resalta lo que une a los diferentes pueblos. Los pueblos balcánicos están más dedicados a encontrar lo que les separa, lo que, según ellos, integra la identidad nacional de cada cual, que en resaltar lo que les une.
4 Enero 2002 Joaquín Garrigós
En el caso rumano, la idea de latinidad pesa mucho a la hora de aceptar o no el balcanismo. Esa idea les hizo gravitar desde la independencia en torno a Occidente, especialmente a Francia, hasta la ocupación del país por los rusos. En este sentido, Rumanía es una singularidad respecto a los países balcánicos, de matriz netamente eslava. Además, arguyen que incluso geográficamente no pertenecen a la península de los Balcanes, por lo que tampoco pueden ser considerados balcánicos desde ese punto de vista.
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4 Enero 2002 José-Miguel Palacios
Tengo la impresión de que en algunas partes de la antigua Yugoslavia (Serbia, Bosnia, Kósovo, Macedonia) no se trata exactamente de una negación de la identidad balcánica, sino de que se acepta el “balcanismo” como la parte negativa de su realidad (el “europeísmo” u “occidentalismo” sería la parte positiva). En la confrontación entre lo europeo y lo balcánico, esto último, aunque se considere negativo (o, más bien, “negativo”, entre comillas) no siempre es rechazado. A veces, por el contrario, se constituye en el último refugio, en el reducto final de la identidad propia, sobre todo cuando se ve amenazada por un proceso de modernización no necesariamente exitoso. Entonces, los Balcanes son vistos como una tierra de pasiones, violenta y misteriosa, con color, sabor, música. Es un estereotipo sobre el propio país para el cual seguro que podemos encontrar equivalentes en España., porque no es paralelo a nuestra eterna indecisión entre el “somos europeos” y el “que inventen ellos”, el Sancho Panza y el Quijote. Hay una canción muy popular de Bajaga (una de las megaestrellas del yugorock), escrita después de que empezaran las guerras, que creo que lo explica muy bien. La traducción sería: ESTO SON LOS BALCANES (Ovo je ovde Balkan) Esto son los Balcanes, un país de sueños Entre poderosas fuerzas del bien y del mal Aquí cualquiera puede ser enemigo y hermano Cada cincuenta años estalla una guerra.
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Ser o no ser balcánico
Este país lo construyeron Guerreros y poetas Y diversos dioses. Esto son los Balcanes, una flor fragante Completamente incomprensibles para todo el mundo Cualquiera puede ser amigo y hermano Cada cincuenta años estalla una guerra.
5 Enero 2002 Francisco Veiga
En 1947, al plan diseñado por los británicos para independizar su colonia india y repartir el territorio entre musulmanes e hindúes, se le denominó Operación Balcanes. Creo que es una anécdota significativa. El tema de las identidades balcánicas es un asunto ya muy trabajado, pero a pesar de ello persisten los tópicos de la cultura popular. En general los tiros van en la dirección que apunta José Miguel. Primero porque como bien demuestra Maria Todorova respaldada por varios centenares de libros, la imagen de “lo balcánico” con toda su carga peyorativa, es un invento occidental. ¿Quién quiere asumir ese tópico desastroso? A los búlgaros no les queda más remedio, dado que la cordillera balcánica está en el corazón de su territorio; los demás lo suelen utilizar cuando las cosas no funcionan. Entonces se encogen de hombros y dicen: “Ya está; es que somos balcánicos”. Los rumanos han huido de él insistiendo en el asunto de la latinidad o en la imagen de la “segunda Francia” (o al menos Bucarest como el “pequeño París”). A veces, como señala Joaquín Garrigós, en supuestas exclusiones geográficas más que discutibles. Los albaneses cultos te sacan el mito ilirio o la proximidad con Italia; los griegos las viejas historias del origen heleno de la europeidad; los croatas han llegado a “demostrar” que ni siquiera son de origen eslavo. Lógicamente, las guerras entre autores autóctonos para aseverar esto o aquello ocupan miles de volúmenes (muchas veces
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citando estudios alemanes, franceses, etc.) y se contrarrestan entre sí sin llegar a ninguna conclusión incontrovertible. De todas formas, existe “lo balcánico”, pero no se identifica con el mito occidental. Es una identidad poliédrica compuesta de cuestiones complejas y a veces sutiles relacionadas con la estructura política de los estrados, la importancia de la familia extensa e incluso, claro está, el compulsivo intervencionismo occidental en la zona. Uno de los autores contemporáneos que lo dibujan con más claridad es el griego Georgios Prevelakis, cuyo libro cité hace unos pocos días. Prque lo cierto es que no existe rincón del continente en el que se hayan producido tantas intervenciones y remodelaciones políticas promovidas por las grandes potencias. Contad y ya veréis. El asunto de la proverbial animadversión interétnica es otro tópico, muy similar a aquel que difundía la propaganda franquista (“los españoles son ingobernables y necesitan mano dura; si no, se matarán unos a otros”). De hecho ocurre al revés: no es nada extraño encontrar a lo largo y ancho de los Balcanes miles de personas con orígenes nacionales totalmente mezclados. A veces lo saben, otras lo ignoran, porque ya a su bisabuelo o tatarabuelo le obligaron a cambiar el apellido varias veces. De hecho, a comienzos de siglo XX había muchísimas personas que desconocían si eran búlgaros, griegos, arrumanos o qué. Justamente porque es difícil construir estados-nación occidentales sobre esa base, se insistió tanto en sacrosantas identidades inventadas o mistificadas. ¿Quién era griego en 1830? Hace unos días discutía este asunto con Roberto Rodríguez Milán. Una parte de la población ni lo sabía, otros eran albaneses que hablaban griego desde hacía generaciones; también había turcos en esa situación. No faltaban miles de eslavos integrados en el nuevo estado. ¿Solución? Cortar por lo sano y aplicar comunes denominadores: Es griego todo aquel que vive y trabaja en Grecia, habla griego y es de religión greco-ortodoxa. Cambios de apellido forzados, conversiones, deportaciones y sobre todo, mucha guerra perpetua contra el vecino (promovida, impulsada, reinventadas una y otra vez las viejas historias de la Historia) ayudaron a “construir” el ciudadano griego actual con todo el follón de la identidad religiosa en el DNI.
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Ser o no ser balcánico
Lo mismo está ocurriendo en Kósovo, claro está. De ahí el interés de las nuevas protoautoridades albanesas en deshacerse de cualquier microminoría nacional que enturbie la pureza de lo que se supone algún día será el nuevo estado-nación kosovar.
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Balkan (REES), 3 (2002)
Límites de los Balcanes y límites de Europa Si el tema anterior se refería a la “identidad balcánica” (su propia existencia, sus características, los países o pueblos a los que se extiende), este otro, que se discutió en la lista durante el mes de noviembre de 2002, exploraba las relaciones mutuas entre los balcánico y lo europeo. La construcción de una Europa, de cuyos límites tanto se hablaba por esas fechas, podría servir para superar los antagonismos seculares intrabalcánicos, para hacer que el nuevo orden regional surgido de las guerras de los años 90 resultara más fácilmente aceptable para la totalidad de sus habitantes. Se advertía también el peligro de que los Balcanes quedaran marginados del proceso, se incorporaran a él de manera indirecta, a través de estructuras de integración intermedias, o tardaran tanto tiempo en conseguir ser admitidos que volvieran mientras tanto a perder el tren de la modernidad.
9 Noviembre 2002 Francisco Veiga
Estoy cada vez más convencido de que en los análisis y reflexiones sobre los Balcanes deberíamos considerar una especie de “zona periférica” que en los últimos años ha cobrado creciente protagonismo. Para mí, este ámbito incluiría: Eslovenia-Moldavia-ChipreTurquía. Eso, como actores claros. La idea está recogida en la segunda edición de La trampa balcánica, pero estos días pasados, reflexionando sobre las elecciones turcas, creo haber dado con algunas claves interesantes, como la posible influencia de las estructuras políticas de ese país en Albania (y territorios albaneses). Una buena idea como tema de tesis ¿verdad?: “Reflejos de los mecanismos políticos turcos en los Balcanes, 1989-2002”. Por lo tanto, yo apostaría por “balcanizar” un poco más a Turquía, aun asumiendo que es un país con vertientes nada europeas (hacia Asia Central y Oriente Medio).
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Límites de los Balcanes y límites de Europa
10 Noviembre 2002 José-Miguel Palacios
reflexionando sobre las elecciones turcas creo haber dado con algunas claves interesantes, como la posible influencia de las estructuras políticas de ese país en Albania (y territorios albaneses). No es sorprendente. Albania formó parte de Turquía hasta una época muy tardía (1912-13), y alcanzó la independencia no en virtud de la existencia de un movimiento nacional maduro, que la reclamara, sino un poco por casualidad, para cuadrar el nuevo mapa político de los Balcanes tras las dos guerras balcánicas. Dada, además, la comunidad de religión y el aislamiento lingüístico albanés respecto a su entorno, no parece extraño que esta influencia turca resulte más fuerte que en otros países de la región. Por lo tanto, yo apostaría por “balcanizar” un poco más a Turquía, aun asumiendo que es un país con vertientes nada europeas (hacia Asia Central y Oriente Medio). Creo que tropezamos, una vez más, con la propia indefinición del concepto “Balcanes” (que se superpone a la indefinición del concepto “Europa”: parece que para Giscard d'Estaing hay que marcar ya los límites de lo que es Europa y que Turquía debería quedar fuera). ¿Son Turquía, Moldavia, Chipre, Eslovenia, países balcánicos, o son la periferia de los Balcanes? ¿Y qué son los Balcanes? (lo discutimos en este foro hace unos meses, y no llegamos a demasiadas conclusiones válidas; a efectos prácticos, en la lista seguimos un criterio registral: son balcánicos -susceptibles de ser tratados en balkan- los países incluidos en la siguiente relación...).
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Balkan (REES), 3 (2002)
16 Noviembre 2002 Francisco Veiga
Creo que tropezamos, una vez más, con la propia indefinición del concepto “Balcanes” (que se superpone a la indefinición del concepto “Europa”: parece que para Giscard d'Estaing hay que marcar ya los límites de lo que es Europa, y que Turquía debería quedar fuera). ¿Son Turquía, Moldavia, Chipre, Eslovenia, países balcánicos, o son la periferia de los Balcanes? ¿Y qué son los Balcanes? (lo discutimos en esta lista hace unos meses, y no llegamos a demasiadas conclusiones válidas; a efectos prácticos, en la lista seguimos un criterio registral: son balcánicos -susceptibles de ser tratados en balkan- los países incluidos en la siguiente lista...). Una cosa es que a los balcánicos les moleste admitir que lo son -debido a la carga injustamente peyorativa del término- y otra cosa es que no lo sean en un contexto razonablemente amplio. Siempre podemos relativizar sobre lo ya relativizado, pero creo que la única discusión implicaría a Rumania y más allá de eso no veo mucha polémica en casos como el de Albania, Grecia, Bulgaria (!) y las repúblicas ex-yugoslavas, a excepción de Eslovenia. ¿Qué más nos queda? A partir de ahí, insisto en que Turquía, Moldavia, Eslovenia y Chipre son atalayas “especiales” de los asuntos balcánicos. No estoy diciendo que sean mejores o peores que otras (París, Londres, Roma, Berlín, Viena, Moscú, Washington). Sólo que son especiales, que aportan una visión específica no accesible en otros lugares. No es sorprendente. Albania formó parte de Turquía hasta una época muy tardía (1912-13), y alcanzó la independencia no en virtud de la existencia de un movimiento nacional maduro, que la reclamara, sino un poco por casualidad, para cuadrar el nuevo mapa político de los Balcanes tras las dos guerras balcánicas. Dada, además, la comunidad de religión y el aislamiento lingüístico albanés respecto a su entorno no parece extraño que esta influencia turca resulte más fuerte que en otros países de la región. - 25 -
Límites de los Balcanes y límites de Europa
No mencioné el caso de Albania por su calidad de provincia del Imperio otomano. Albania se adelantó a la Turquía de Atatürk en la construcción de un estado laico (aunque fuera por poco tiempo y ese primer estado albanés resultara inicialmente caótico). A partir de ahí, lo que está poco explorado es la relación entre Turquía y Albania... pongamos de 1945 a 1990. Es decir, un periodo largo en el que Tirana y Ankara están una a cada lado del Telón de Acero y, sin embargo, en Turquía hay una evolución política específica. Y a eso añadamos los albaneses de Macedonia y los de Kósovo. Y a ello sumemos casos como los de Bosnia y Rumania. ¿Qué tal un AKP a la bosnia que desplazara al SDA y de paso unos partidos DC en RS y Herceg-Bosna que fueran la puerta para una coalición “interbosnia” realmente operativa, todo ello con el soporte de la Internacional DC? En definitiva: lo simpático del asunto es ese curioso juego de relativismos que parecen haber puesto de manifiesto las recientes elecciones turcas: un partido islamista que en realidad es producto de la política laica y a la política laica debería volver. Un paralelo interesante con los partidos de la DC europea (o americana). Pero a este lado occidental de los Balcanes nos resistimos a considerar el asunto. Parece que el fantasma de Huntington ha calado profundamente. Por si acaso, el que suscribe anuncia que se ha puesto a estudiar turco y que es muy interesante, aunque realmente complicado. Ahora más en serio: si tuviera algún cargo importante en Unió Democràtica de Catalunya, por ejemplo, estaría organizando un grupo de estudio sobre el AKP, enviando alguna delegación a Turquía, invitando a Erdogan o algún ideólogo del Partido de Justicia y el Desarrollo y etcétera. La semana pasada compré un libro editado por Nezar AlSayyad y Manuel Castells titulado: Muslim Europe or Euro-Islam y creo que ahí hay marro (como se dice por aquí). Un apunte sobe la idea de balcanizar Turquía: la siguiente ampliación de la UE podría incluir, precisamente, a los países balcánicos. Yo no he hablado de balcanizar Turquía como parte de la estrategia de la ampliación de la UE. La idea es que deberíamos estudiar más de cerca Turquía y sus productos políticos, antes de meter todo en el saco del fantasma fundamentalista. Sin estar con Giscard (y más con los avispados italianos), de momento Turquía aporta más problemas de los que - 26 -
Balkan (REES), 3 (2002)
soluciona. Lo que me llama la atención es que sólo exista la opción blanco-negro. ¿Por qué no se estudia en Bruselas alguna forma de “segundo espacio UE” con reglas especiales, transitorias o no, que podía ser también apropiado para Ucrania y Rusia?
16 Noviembre 2002 José-Miguel Palacios
Sin estar con Giscard (y más con los avispados italianos) de momento Turquía aporta más problemas de los que soluciona. Lo que me llama la atención es que sólo exista la opción blanco-negro. ¿Por qué no se estudia en Bruselas alguna forma de "segundo espacio UE" con reglas especiales, transitorias o no que podía ser también apropiado para Ucrania y Rusia? Parece en el proceso de construcción europea estamos llegando al momento de plantearnos los límites geográficos del experimento. No parece discutible que los Balcanes estarán dentro, pero es lo único más o menos claro en el espacio que rodeará a la UE después de que se hayan incorporado los 10 nuevos miembros. Más allá, nos adentramos en un mundo de incertidumbres: C
Antigua URSS: el gran problema es Rusia y, si no se plantea, es porque ella misma no ha decidido aún si quiere ser un país europeo más o algo más grande, orientado tanto hacia Europa como hacia el Pacífico y Asia Central (parece que, de momento, prefieren esta última opción). En estos momentos, se entiende que Rusia, Bielorrusia y Ucrania están incluidas en un mismo grupo, aunque nadie puede asegurar que ello sea así para siempre.
C
Oriente Medio: Turquía, desde luego; pero también Israel, Líbano y la futura Palestina.
Tanto en una zona como en la otra (no en la misma medida para todos estos países), la integración plena resulta bastante problemática, pero el que Europa se desentienda de ellas
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Límites de los Balcanes y límites de Europa
también puede ser contraproducente. ¿Puede estar la solución en crear una serie de “UE bis” para acoger a estos casos y conectarlos a nuestro proyecto de integración?
16 Noviembre 2002 Francisco Veiga
La CEE y la idea matriz del proceso de integración europea nació hace ya demasiado tiempo, cuando aún Europa era, en buena medida, un continente colonialista. A comienzos de nuestro siglo XXI, los años 50 del siglo XX quedan ya bastante lejos y con ellos planteamientos un tanto caducos de aquel entonces. Lo que llama más la atención es que diplomáticos, políticos y gobernantes sigan aferrados a esa dicotomía de lo “europeo-no europeo” que a veces adquiere calidades bizantinas (¿Tiene sexo lo europeo?). Yo creo que efectivamente, Turquía no es Europa. El hecho de haber intervenido en la historia del Viejo Continente no me parece suficiente. También los actuales marroquíes o los egipcios han tenido mucho que ver con Europa y sin embargo no creo que podamos pensar seriamente en ellos como "uno más" en nuestro continente. ¡Claro que más de un copto (y no tan copto) egipcio os dirá que su país es europeo! Y no estoy tomando la religión como un referente principal, al revés: a pesar de la religión musulmana, numéricamente tan importante entre nuestra actual ciudadanía multicultural, ni Turquía, ni Egipto ni Marruecos son europeos. Tampoco me parece que Israel lo sea, a pesar de que esté incluido en Eurovisión ;). En ese caso, los afrikaners serían también europeos; o los australianos. Pura y simplemente, los contextos geográficos, geopolíticos y sociales de todos ellos no son europeos. Dicho lo cual, no creo que eso deba ser visto como una maldición, un desdoro o un insulto. Y por supuesto, cara a la integración en la UE, el hecho de ser o no ser europeo no debería ser razón suficiente. La UE es un organismo dirigido por europeos desde Europa, pero eso no tiene por qué excluir a países del ámbito mediterráneo o del Asia Central.
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Balkan (REES), 3 (2002)
Lo que sí haría falta, y eso también vale para los candidatos balcánicos, es una mayor definición de los parámetros de integración. Algo que arrinconara los dobles raseros (tan patéticos en muchas ocasiones) que utilizamos. La corrupción no puede ser un parámetro a tomar en serio, porque hay estados y regiones de la UE (y no quiero mencionar nombres) en que los que abunda (disimulada y “redefinida”). La religión tampoco, porque en la Europa actual hay millones de musulmanes, aunque no exista una legislación comunitaria sobre la obtención de nacionalidades europeas. Si es la renta per cápita uno de los más importantes, que se diga claramente. De la misma forma, y ya que se están aplicando sobre la marcha condiciones “cautelares”, pues que se vaya trabajando en integraciones de varias velocidades o en acuerdos de integración flexible (o hasta temporal). Lo que resulta bastante irritante son los prejuicios, que a la hora de la verdad se ningunean; o los falsos condicionantes. Y sobre todo, la increíble opacidad informativa que hay sobre todo esto. Basta con que echéis un vistazo a la web Europa2: rebosante de megas que muchas veces son pura logorrea en “euroretórica”.
17 Noviembre 2002 César Luis Díez
Sobre le asunto de “europeidad”, “europeización” o “integración europea” de Turquía (reconozco mi excesiva pasión por la terminología), se me han ocurrido algunas reflexiones (quizá algo ingenuas). Sin lugar a dudas, Turquía -geográficamente- posee una parte europea y otra asiática (separadas por poco, pero separadas). La cuestión es si esta división sirve para explicar algo sobre su adscripción a un contexto geopolítico determinado (los Balcanes, por ejemplo). Si admitiéramos esto, la parte europea de Turquía (limítrofe con Bulgaria y Macedonia) sería una parte más de la península balcánica. El problema estaría entonces si eso se refleja de alguna en la vida política (turca o balcánica en general). Desde ese punto de vista, quizá, 2
http://europa.eu.int.
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Límites de los Balcanes y límites de Europa
se podrían rastrear diferencias en torno a dos puntos - Estambul y Ankara - que sirvieran de posible metáfora para dar cuenta de algunas diferencias bipolares (oriente / occidente, radicalismo / moderación); y, a una escala más pequeña, su pertenencia o no a la realidad balcánica. Una última cosa que poco tiene que ver con lo dicho hasta ahora pero que me interesa especialmente. Siguiendo con la polémica de la “ampliación”: ¿que ocurriría con Georgia? Allí nos encontraríamos con el problema del “Cáucaso”; de nuevo, un espacio geopolítico bastante determinado. Y, partiendo de esto, una nueva pregunta: ¿serían iguales los criterios empleados para definir “lo caucásico” y “lo balcánico”?; ¿podríamos con esta comparación delimitar mejor lo que es un espacio “geopolítico”?
17 Noviembre 2002 Roberto Rodríguez
Me llama la atención el presente debate sobre si Turquía es o deja de ser parte de Europa y, en consecuencia, si puede o no optar a la entrada en la UE. Y me llama la atención porque uno de los temas más candentes del momento gira en torno a la cuestión de Chipre -su posible reunificación y la forma en que accederá finalmente a la Unión- y parece que a nadie le importa si Chipre es o no europea. ¿Por dónde cogemos el tema para entender que Chipre es, en efecto, un “país” con toda la batería argumental para entrar en la UE? ¿Hay tal vez otros intereses de fondo para meter a la isla -o a una parte de ella- en la Unión? Si los hay, ¿no valdrían para Turquía? ¿Y en qué circunstancias?
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Balkan (REES), 3 (2002)
18 Noviembre 2002 Francisco Veiga
En relación a la posible adscripción a la UE de países como Chipre, Turquía, Georgia o Armenia, mi idea es que discutir su europeidad es una considerable pérdida de tiempo porque se trata de una polémica que ni se ha resuelto ni se resolverá. Y además, históricamente ya es tarde para terminarla. Lo mismo ocurre con Rusia. ¿Qué sentido tiene volver a la carga con lo de que Rusia es medio europea o medio asiática en una época en la que se piensa cada vez más en términos de globalización? Y lo de discutir si Turquía, Chipre, Georgia, Armenia e incluso Líbano, Israel, etc. tienen derecho al ingreso a la UE en base a su europeidad, se me antoja por completo innecesario. Con todo ello quiero decir que yo no vería en absoluto como algo negativo la integración en la UE de todos ellos (y alguno más) si realmente sus economías y estructuras sociales y políticas se acomodasen a la idea predominante en el proceso de integración europea. Eso no quiere decir que la integración tuviera que producirse de la misma manera, porque los contextos y entornos de Georgia, Israel, etc. son diferentes a los europeos y entre sí. Pero si queda claro que la UE es una “patente” europea, dirigida desde una capital europea y para beneficio de los europeos, ¿qué problema hay en que nuevos socios se integren en el club? ¿Es que tienen que ser blancos y cristianos? Está claro que meter a China o Brasil en la UE está fuera de lugar, pero los “candidatos” citados más arriba están situados en unos límites geográficos razonablemente cercanos (el Mediterráneo, el Cáucaso).
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Límites de los Balcanes y límites de Europa
30 Noviembre 2002 José-Miguel Palacios
En relación a la posible adscripción a la UE de países como Chipre, Turquía, Georgia o Armenia mi idea es que discutir su europeidad es una considerable pérdida de tiempo. Está abierto el debate de los límites de la construcción europea. Hace diez días, Prodi habló ante la eurocámara de la creación de un nuevo estatuto de países “amigos” de la UE, con la que compartirían todo (en particular, serían beneficiarios de fondos UE, tendrían acceso al mercado único, etc.) excepto las instituciones. Ya veremos si resulta atractivo para estos países el tener que aceptar unas normas que no contribuyen a aprobar, pero quizá lo más interesante es que no quedaba suficientemente claro qué países podrían ser incluidos en esa nueva categoría. En principio, parece que los de la ribera sur del Mediterráneo serían candidatos seguros. La mayor parte de la antigua URSS se sentiría, probablemente, bastante cómoda con este estatuto (al menos, durante los próximos años). El gran problema lo tenemos en los Balcanes (o en los “Balcanes ampliados”). Para aquéllos que querrían dejar fuera a Turquía, esta nueva figura es ideal. Lo que pasa es que políticamente va a haber problemas si queremos singularizar a los turcos. ¿Qué tal si hay otros países europeos que caen en el mismo grupo? ¿Qué tal si dejamos a Turquía fuera, no por musulmán, sino por balcánico, y desarrollamos la nueva figura de “país amigo” sobre la base del actual Pacto de Estabilidad? Dudo mucho que nadie tenga de momento ideas claras al respecto. En cualquier caso, llama la atención que Prodi mencionara los Balcanes -junto con Oriente Medio- como una de las áreas donde continuará el esfuerzo político europeo. ¿Es una mención completamente inocente, o se quiere dar a entender que, al menos de momento, los Balcanes pueden quedarse fuera? - 32 -
Balkan (REES), 3 (2002)
Transición española como modelo para Yugoslavia Una simple petición de bibliografía yugoslava sobre la transición española dio lugar a un intenso debate sobre el concepto de transición en los países balcánicos, así como acerca de la posible utilidad del uso de modelos extranjeros (en particular, españoles) para la explicación de los procesos políticos que en ellos se desarrollan. El debate tuvo lugar entre diciembre de 2001 y enero de 2002.
23 Diciembre 2001 José-Miguel Palacios
Un tema que para nosotros puede tener un cierto interés es el de la posible influencia de la transición española sobre los procesos de democratización ex-yugoslavos. A primera vista, parece que el interés fue muy pequeño y que apenas hay nada de valor publicado (y, desde luego, apenas nada durante la época de cambios políticos, a partir de 1987-89), pero es sólo una impresión personal que convendría documentar. Lo que me parece más interesante de lo que conozco es el artículo de Vesna Pusic “Mediteranski model za zalasku autoritarnih rezima”3. Cualquier sugerencia sería de gran ayuda.
24 Diciembre 2001 Dalibor Soldatic
Creo que el primero al que se le ocurrió la idea de pensar en la transición española como modelo para la yugoslava fue el propio presidente Kostunica. Por lo que sé, él lo ha declarado así al menos en dos oportunidades. Yo he sido de los que han tratado de explicar que difícilmente pueden hacerse comparaciones. Argumentos:
3
PUSIC, Vesna. “Mediteranski model na zalasku autoritarnih rezima”. Erasmus 20 (1997): 2-20.
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Transición española como modelo para Yugoslavia
1. La dictadura de Franco no se puede comparar con el régimen de Milosevic. Este último, aunque tuviera rasgos de autoritario y, en parte, de totalitarismo no fue dictadura. 2. Al final de su mandato, Milosevic reunió en las estructuras de poder a los dos partidos de izquierda, SPS y JUL y a los radicales del SRS. En España sólo existía la Falange, y todos los demás, de izquierda y de derecha, eran opuestos al sistema de Franco. En el momento en el que Franco desapareció, llegó el rey como figura central, mientras que los partidos podían entrar en el juego de la democracia. Aquí no sucede tal cosa. Kostunica no puede pretender representar el papel que tuvo el rey Juan Carlos. 3. El sistema económico español no tuvo que cambiar sustancialmente, aunque no dudo que hubiera muchos cambios en la práctica. Aquí debe cambiar el sistema de propiedad, que es la base del sistema económico, político y social (o lo ha sido), y también el comportamiento de todos los actores que participan en el juego económico. Como se aprecia ya a primera vista, la comparación supone una tarea harto difícil. Creo que resultaría más interesante tratar de ver en qué medida la transición española puede servir de ejemplo a la yugoslava. Yo, por ejemplo, no me canso de indicar a mis amigos e interlocutores que aquí nadie dice que una de las primeras victorias de la transición española fue hacer que todo español pagara los impuestos. Sentir el estado como suyo es una gran cosa. ¿Aquí? Lo dudo.
24 Diciembre 2001 José-Miguel Palacios
Me parece que es una tarea muy modesta y bastante realizable ver qué se escribió en la antigua Yugoslavia sobre el tema, y extraer unas primeras conclusiones. No se trataría de estudiar en qué medida la transición española pudo influir sobre las yugoslavas, sino pulsar qué eco tuvo. Hay tres momentos que me interesan de un modo particular:
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Balkan (REES), 3 (2002)
a) El momento en que tuvieron lugar los hechos: estudios o comentarios que daten de los años de la transición española, o de muy poco después. En aquel momento, en Yugoslavia no se planteaba el cambio de régimen, así que no espero encontrar nada que sugiriera que el caso español pudiera ser un “ejemplo”. Me consta que hay algunos estudios técnicos sobre la Constitución (¿también sobre el desarrollo regional?) y (aunque no lo sé) quizá podría haber también trabajos sobre la transición española que, de una manera muy indirecta, pudieran sugerir que algo parecido habría que hacer en Yugoslavia (algo así como Stranacki pluralizam, de Kostunica y Cavoski, con su apología de los partidos cívicos del periodo entre guerras). b) Los años de la transición ex-yugoslava (desde el 86-87 hasta el 90-91). Como es también la época en la que aparecen los estudios clásicos de transición a la democracia, yo esperaría encontrar ecos de estos estudios (en los que el caso español es considerado paradigmático) en la literatura científica yugoslava; quizá, también, alusiones directas a la transición española. En el momento en que la estructura del estado pasa a ser el gran problema, quizá se podrían encontrar artículos que trataran la solución española del problema regional. Me parece que apenas hay nada escrito en este sentido (yo no he encontrado absolutamente nada de cierto interés). c) Segunda mitad de los años 90. Creo que los regímenes de Milosevic o de Tudjman tenían muy poco que ver con el franquismo, así que las comparaciones directas resultarían muy forzadas. Paradójicamente, me parece que es la época en que las menciones parecen más frecuentes, aunque ello obedece, a mi modo de ver, a razones puramente prácticas: las comparaciones Franco-Tudjman, o Valle de los Caídos-Jasenovac, en Croacia; la regionalización, en Serbia. Me parece que el elemento clave sería que los países surgidos de la antigua Yugoslavia son ahora mucho más abiertos al exterior, mucho menos “no alineados”, de lo que eran hace 10-15 años, y que, por ello, la experiencia ajena tiene más peso como argumento. Resultaría más interesante tratar de ver en qué medida la transición española puede servir de ejemplo a la yugoslava. - 35 -
Transición española como modelo para Yugoslavia
Creo que en muy pequeña. Las diferencias que mencionas son clarísimas y muy importantes. Aunque, por supuesto, de un modo claramente mejorable, España funcionaba en 1975 como estado y como sistema económico. Lo único que había que cambiar urgentemente era el sistema político, y además podía presumirse que un cambio formal iba a funcionar y podría producir un cambio profundo en la forma de gobernar y en la relación entre poder y ciudadano. En Yugoslavia, además de que el problema, como señalas, es mucho más complejo, el cambio formal ya tuvo lugar en 1990, o sea, que esa medicina (la más fácilmente disponible) no podía volver a ser utilizada. Mi impresión es que la “integración europea” puede ser la medicina sustitutiva que provoque cambios profundos en Yugoslavia. Pero eso ya nos aleja mucho del modelo español, donde también hay integración europea, aunque “después” (en gran medida, “como consecuencia”) de los cambios.
24 Diciembre 2001 Dalibor Soldatic
Hablando de la transición quiero llamarte la atención es sobre unos artículos publicados por Branko Horvat en Croacia. En ellos, el profesor Horvat, con la minuciosidad que siempre le ha caracterizado, demuestra que ningún país balcánico podrá entrar en la UE antes de que pase un período mínimo de 20 años. Para ello, toma el ejemplo de España y de Portugal, muestra luego el caso de Turquía, analiza los requisitos económicos y monetarios de la UE y presenta los datos estadísticos de la situación de la economía croata, que anda más o menos por los mismos caminos que la serbia. En todo caso, lo de la Unión Europea es solamente un buen eslogan de propaganda electoral. Nada de eso vale aquí. En mi opinión, la única salida de los estados países balcánicos en este momento es la cooperación regional, a través, por ejemplo, del Pacto de Estabilidad para el Sudeste de Europa. Como región integrada tendremos una oportunidad ante la UE; de otra forma, será muy difícil. Puro cuento. Y puesto que mientras hablemos del presente seguimos con la vista en el pasado, contando los muertos desde la Segunda Guerra Mundial y antes, pasará algún tiempo antes de que se inicie la cooperación regional en el plano económico. Apenas se está iniciando, y sólo en parte, la cultural. - 36 -
Balkan (REES), 3 (2002)
9 Enero 2002 Francisco Veiga
Los que me conocen saben que tengo una opinión claramente escéptica sobre el tan manido asunto del modelo español frente a las transiciones de la Europa oriental, a no ser que estemos ante la tan gastada intentona política de vender el producto allí. Claro que es posible comparar la transición española y la yugoslava. Pero el intento me recuerda aquellos chistes de mi infancia del estilo: “¿Qué tienen en común un elefante y una mosca?”. Todo es comparable desde un punto de vista teórico, pero el resultado no es necesariamente realista. El año pasado, una alumna de doctorado que cursaba la asignatura de transición española (Yolanda Vara) intentó hacer para la mía un trabajo comparativo con el fenómeno en los países del Este. Aparte de saborear en carne propia las frustraciones típicas del intento, encontró muy escasa documentación, tanto bibliográfica como hemerográfica. Se habló mucho de la célebre comparación, pero a la hora de la verdad pocos tuvieron el valor de ponerse a escribir en serio sobre el asunto. En fin, creo que la misma discusión entre Palacios y Soldatic es muy clarificadora al respecto. Pero es que además le falta algo bastante importante y eso es el contexto histórico internacional. No es lo mismo una transición desde el autoritarismo a la democracia en un país de sistema capitalista en plena guerra fría y bando occidental, que una transición desde el autoritarismo a la democracia en una federación socialista desde los Balcanes, tras el final de la guerra fría, en plena euforia de integración europea y con los vecinos y potencias regionales que tienen cada uno. De hecho, me da la sensación de que el tema de las transiciones desde el autoritarismo a la democracia no debería tratarse en binomios comparativos, sino en contextos más amplios que trataran el modelo griego, el portugués, el ruso, etc.
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Transición española como modelo para Yugoslavia
12 Enero 2002 José-Miguel Palacios
¿Quién se atreve con la nueva ola de “desdemocratización”? Aunque hace tiempo que no está de moda citar a Fukuyama, la verdad es que la teoría de la transición se basaba en que los pueblos iban alcanzando un grado de perfección que les permitía vivir en democracia, estado final. Pero, ¿qué ocurre cuando un gobierno democrático no funciona, no es capaz de resolver los problemas del país? En los últimos dos años tenemos varios ejemplos, tanto en Balcanes como, sobre todo, en Iberoamérica. ¿Quién se atreve a estudiarlos en desde el punto de vista de la transición política?
12 Enero 2002 Francisco Veiga
En primer lugar, habría que revisar, o al menos perfilar un poco más eso de que el destino final de la transición es terminar en una democracia de modelo puramente occidental. Eso es lo que se viene postulando en las cancillerías occidentales desde 1989, y por eso a la que se convocan las primeras elecciones y no hay muertos ni violencia en ellas, se considera que ya está todo hecho. Pero ahí tienes a Kósovo. Cuando se organizaron las elecciones, los intervencionistas y halcones varios se frotaban las manos: ahí está la prueba de lo bien que se hizo todo: Kósovo ya es “normal”. Pero Rugova sigue en dique seco. La pregunta, turbadora, es: ¿Y si algunas de esas transiciones terminan en regímenes autoritarios sobre una base de sistema capitalista? Eso es lo que pasó en el periodo de entreguerras con casi toda Europa oriental, pero parece que nadie lo tiene en cuenta. Segundo: sigo insistiendo en que Grecia y Portugal proveen de modelos de transición que no consideramos. A veces porque no los conocemos bien; otras porque no queremos conocerlos. Pero sus bases republicanas quizá sean más adecuadas como referente comparativo con respecto a los nuevos regímenes del Este.
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Balkan (REES), 3 (2002)
En tercer lugar, hay actores que parecen ocupar puestos secundarios en los estudios al uso. Corregidme si me equivoco, pero ¿no creéis que el papel de los sindicatos anda un tanto olvidado?
12 Enero 2002 Virtuts Sambró
Yo sólo he leído y estudiado las constituciones yugoslavas predemocráticas y, con toda sinceridad, creo que podemos aprender aún hoy algo de ellas. Por supuesto que no estoy a favor de los autoritarismos, vengan de donde vengan, pero en lo que se refiere a la descentralización del poder, la constitución del estado español de 1978 no llega a la altura de las yugoslavas, que incluso añaden la posibilidad de la autodeterminación y secesión. Claro, ahora me caerán encima todos los contrarios al tema y quizá se me tilde con atributos poco amables con el nombre y la procedencia que tengo, pero lo cierto es que le guste o no al estado español éste es plurinacional (o escoged el termino que menos os duela) y la constitución del 78 parece contradecirse sobre ese punto si se la lee despacio. Podría buscar temas menos escabrosos. Por ejemplo, la defensa de la familia, incluyendo entre los derechos de ésta el divorcio. Aquí se tuvo que hacer con ley aparte y mil disturbios. ¿Recordáis?. O el derecho a la maternidad de las mujeres (bajas, aborto, etc.). Podéis bombardearme en contra a gusto, pues no soy nadie, pero no siempre lo que viene del Este al Oeste es malo. Y tomando de refilón la discusión anterior sobre “lo balcánico”: no todo lo que proviene de los Balcanes (en los cuales tengo amigos que son más bien hermanos) es barbarie. Ya que estamos en época de revisionismos (la mayoría nefastos) ¿por qué no releemos esas constituciones y revisamos su contenido antes de lanzarlo por la borda?
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Transición española como modelo para Yugoslavia
12 Enero 2002 José-Miguel Palacios
Djindjic escribía en Jugoslavija kao nedovrsena drzava que el sistema dejó de funcionar a causa del “consentimiento atribuido” por los actores políticos (las oligarquías nacionales) a los ciudadanos “en virtud de su nombre” (si se quiere, de su identidad étniconacional), y al hecho de que estos ciudadanos, en su gran mayoría, actuaran según las élites esperaban de ellos. Aunque no sea habitual empezar una réplica con un “catálogo de acuerdos”, no me queda más remedio que hacerlo así. Porque, al igual que Virtuts, creo que: C
hay cosas que aprender de las constituciones yugoslavas predemocráticas
C
no siempre lo que viene del Este es malo
C
no todo lo que proviene de los Balcanes es barbarie
C
en los Balcanes tengo amigos (más bien, hermanos)
Si entramos en el tema de fondo del federalismo yugoslavo, con su derecho de autodeterminación, incluida la secesión, difiero de Virtuts en que la “descentralización” tenga que ser considerada necesariamente positiva, y la “centralización”, intrínsecamente negativa, o de que suponga algún tipo de superioridad para un sistema político el tener formalmente reconocido el derecho de autodeterminación. No se puede negar que la existencia de un estado puede tener un valor identitario, pero me parece que en estos momentos, ante todo y sobre todo, tendríamos que justificarla como un servicio que se presta a los ciudadanos. En el límite, puede existir una aceptación muy notable de un estado al que no se está unido por lazos identitarios (los portorriqueños respecto a los Estados Unidos, Pablo de Tarso respecto al Imperio Romano), y una muy débil respecto a un estado que sea expresión de la propia identidad étnica (¿Albania, quizá?). En esta línea, el problema con el federalismo yugoslavo “modelo 74” me parece que era doble:
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Balkan (REES), 3 (2002)
C
no funcionaba: se demostró en la práctica que el sistema no era capaz de articular una voluntad política común que promoviera los cambios necesarios cuando éstos parecieron ser imprescindibles;
C
no era de verdad: funcionó, más o menos, mientras servía de cobertura formal al poder de la Liga de los Comunistas, y ésta se encontraba en las manos nada federales del Presidente Tito.
Un último apunte sobre el concepto de nación. Se ha hablado largo y tendido de él, y nuestros queridos Balcanes han proporcionado abundante material para estas discusiones. Discusiones, por cierto, que han resultado y resultan estériles en la mayor parte de los casos. Estamos muy lejos de alcanzar un consenso mínimo sobre lo que es nación, qué la caracteriza y qué puede pretender, así que todas nuestras discusiones acaban siendo infructuosas por no apoyarse en una base terminológica común. Creo, además, que estas discusiones “nacionales” no son tan necesarias. Al final, lo que muy a menudo se pretende es que, una vez que se deja sentada la existencia de una cierta “nación”, se le pueda aplicar la regla del “derecho de las naciones a la autodeterminación” y, por lo tanto, resulte legítimo aspirar a la independencia estatal o a una amplia autonomía (+incentivos por no romper formalmente la unidad estatal). ¿No sería más fructífero saltarse “la nación” e ir directamente al paso final: “una comunidad humana que pretende la independencia”? Además de introducir una mayor claridad conceptual en el debate, el prescindir de la “nación” nos permitiría evitar los procesos de “construcción nacional”, que en la práctica se suelen traducir en una violencia considerable (no necesariamente física) sobre la identidad cultural de muchas personas.
13 Enero 2002 Virtuts Sambró
¿No sería bueno repasar los bastantes (no diría muchos) escritos que se hicieron entre los 70 y 80 del pasado siglo sobre la entonces llamada “tercera vía” (por ejemplo, un gran - 41 -
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defensor fue mi paisano Lluïs Mª Xirinacs, conocido por sus largas huelgas de hambre) y que en muchos aspectos siguen esa idea de salvar lo positivo de todo, buscar un nuevo enfoque y recuperar a protagonistas de diversos planos de escena?. Esos estudios se fueron apagando con la caída del muro y el coro de “mea culpa” de los partidos de izquierdas (en especial, de los comunistas).
13 Enero 2002 José-Miguel Palacios
¿No es la tercera vía en extremo dependiente de la existencia y viabilidad de una segunda? Hemos visto cómo todos los intentos serios de terceras vías (la autogestión yugoslava, el no alineamiento, la “plataforma marxista” de Buzgalin en el PCUS, etc.) desaparecieron con el sistema socialista internacional. De hecho, ha sido frecuente durante los 90 restar importancia a estos intentos de “terceras vías” y calificarlos, simplemente, de “variantes” de las dos vías principales. Como sabemos, en la literatura politológica de los países de la antigua Yugoslavia es muy común identificar “en lo fundamental” el régimen socialista yugoslavo con los regímenes del socialismo real.
Como indicaba Veiga, estamos lejos de poder testimoniar la universalización del modelo occidental de democracia (hay, incluso, indicios que parecen sugerir el comienzo de una “contraola”). No estoy seguro, sin embargo, de que las variantes que están surgiendo puedan, en rigor, identificarse con lo que en tiempos fue la “tercera vía”.
13 Enero 2002 Francisco Veiga
Allá por 1990 me hice amigo del entonces embajador español en Bucarest, Antonio Núñez García-Saúco. En uno de los viajes que por entonces hacía por frecuencia a Rumania, el
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embajador me sorprendió con una curiosa petición: ¿podría hablar con Jordi Pujol y sugerirle algún tipo de acción catalana en Rumania? El diplomático apuntó, por ejemplo, a organizar un hermanamiento entre ciudades: Timisoara-Barcelona, por ejemplo. La idea era buscar algún canal para atraer el interés catalán hacia Rumania, porque, según el embajador, “en Madrid no se enteraban”; es decir, el interés del gobierno de entonces por ese país era muy escaso. Llegados aquí hay que recordar que Antonio Nuñez García-Saúco se había entusiasmado con Rumania. Había vivido la truculenta revolución de 1989 y las convulsiones políticas posteriores, se había hecho muy amigo del primer ministro Petre Roman y quería aprovechar para impulsar el interés español por ese país. A tal efecto, había imaginado diversas acciones, algunas más fantasiosas, otras más realistas, que no terminaban de dar sus frutos. De ahí su interés por la “alternativa catalana”. De regreso a Barcelona intenté cumplir su encargo. Pero mis contactos sólo me procuraron una entrevista con otro Pujol, el que por entonces era portavoz de la Presidencia de la Generalitat, sobrino del Honorable (¿Se llamaba Antoni Pujol? No recuerdo). El resultado de la entrevista fue desalentador. En parte porque la estrategia fue mal escogida: para hermanar a Barcelona con Timisoara el camino hubiera sido irse a la acera de enfrente, es decir, al Ayuntamiento. Pero claro, el embajador deseaba algo menos “municipalista”. En fin, en la Generalitat me recibieron muy cortésmente, pero no vieron claro lo de Rumania. A ellos les interesaban países “más europeos”, como Hungría, por ejemplo. La revolución rumana de 1989 había dejado tras de sí una imagen más bien penosa o dudosa. En la conversación que mantuvimos, insté a mi interlocutor a que la Generalitat hiciera un esfuerzo por exportar el “modelo catalán”, pero tampoco lo veían claro. El asunto era tanto más penoso cuanto por entonces aún coleaba el asunto del “modelo lituano” y el “modelo esloveno” y a mí me parecía absurda esa insistencia en inspiraciones exteriores (por otra parte, más emocionales que reales) cuando Cataluña podía exportar su propia experiencia y además era algo real, que podía tener aplicaciones concretas en diversas zonas de los Balcanes y Europa Central.
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Con la panorámica que da la distancia temporal, ahora veo que fui ingenuo. Difícilmente se podía aspirar a exportar un modelo en el que realmente no creía ni el mismo Pujol. Entramos ahora en el proceloso mar de la política local, de la que me declaro desconocedor profundo, pero me da la sensación de que por entonces, dentro y fuera de la Generalitat, se estaba a la espera de acontecimientos, y lo que a mí me parecía un modelo concluido y depurado, era en realidad una estación más hacia... lo que viniera. Por otra parte, era pronto todavía, “no tocaba”. Hace unos días, un grupo de intelectuales rumanos y húngaros de Transilvania volvió a insistir en el modelo de semifederalización autonómica de Rumania: Transilvania, Banato, Oltenia, Muntenia, Moldavia, Bucovina. Aún así, la idea ha vuelto a despertar gran escándalo en aquel país. Por lo tanto, la vía autonómica catalana poco eco podría haber tenido en 1991. Si me he extendido tanto en esta anécdota es porque uno de los grandes problemas de la exportación de modelos occidentales es que no siempre sus autores o protagonistas pueden explicarlos, dudan de ellos, etc. En realidad se saca la conclusión de que existió un modelo mucho tiempo después que dejara de ser operativo. Lo mismo ocurrió con el modelo español y hasta, si queréis, con “modelos” más rudos, como el de los radicales vascos. Y no sólo ocurre aquí: ¿pero de verdad creen los mismos teóricos británicos en su “tercera vía”? Nunca quedó bien definida; de hecho, el fascismo de los años veinte fue calificado a veces de “tercera vía” entre el socialismo y el capitalismo. Creo que los occidentales en conjunto deberíamos ser más humildes. En todo caso, se pueden exportar piezas de nuestros modelos para situaciones concretas. El griego Elefterios Kofos anduvo inspirándose en las autonomías españolas para diseñar una salida a la crisis de Kósovo, en 1997-98. Se puede estudiar el papel de los sindicatos en la transición española, como ya apunté; o de algunos partidos en concreto. Por ejemplo, se puede abogar por la recuperación de partidos moderados y modernizados que representen una lejana afinidad con los regímenes “de los que se sale”. En la política española se notó la ausencia de un partido de derecha más o menos moderada durante la transición; recordaréis qué desastre era AP en los años ochenta. Lo mismo pasa en los Balcanes, donde los partidos socialistas son criticados por no tener fuerza para lograr la necesaria ruptura con los mecanismos socioeconómicos del pasado y la derecha es un desastre.
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En ese sentido, la idea de democracia liberal parlamentaria como objetivo es el mejor modelo posible, pero ¿cuál es la vía correcta para llegar a un sistema que no sólo requiere la convocatoria de unas elecciones, sino todo un sistema socioeconómico de base que muchos países balcánicos están lejos de conseguir? No seamos ingenuos: las democracias occidentales lo son porque se sustentan en sistemas políticos que a la vez representan a basamentos económicos y estructuras sociales muy concretas. Las democracias liberales parlamentarias más reputadas fueron durante mucho tiempo las anglosajonas porque se edificaron sobre unos condicionantes socioeconómicos hechos a medida. En tal sentido, para muchos países la aplicación de ese modelo occidental es todo un lujo.
18 Enero 2002 Francisco Veiga
La semana pasada dejé colgando una especie de disertación sobre modelos de transición y como veo que nadie ha seguido con éste u otro tema, aprovecho para rematarlo. Mi idea era que debíamos considerar dos formas de ver el asunto; en el mensaje anterior hablé de los “modelos nuestros”. Ahora le toca a “modelos suyos”. Recuerdo que poco antes de que la OTAN se lanzara a bombardear Yugoslavia se organizó una mesa redonda en mi Facultad y un estudiante de segundo ciclo nos deleitó con un delirante paralelismo, paso a paso, entre la dictadura fascista italiana en los primeros años veinte y el régimen de Milosevic. El hombre, quizás en su afán de demostrar su conocimiento de la lección que le habían dado días antes, se lució emparejando 1921 y 1986, 1922 y 1987, etc. En definitiva, nos dio a todos los presentes una lección sobre lo que NO debe ser el análisis historiográfico. La anécdota viene a cuento de esa manía que tenemos en Occidente de meter los fenómenos políticos de otros países y continentes en nuestros sacos y moldes. Si no caben, se adaptan a golpes hasta que entren y “encajen”. Por mi parte, la idea que tengo de la fenomenología política en Europa Oriental y más precisamente en los Balcanes es precisamente la contraria: no todo es comparable, no todo es asimilable. Y no se debe al “espíritu de los pueblos” o al famoso cisma de Oriente ni a - 45 -
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nada por el estilo. Es que la evolución de las sociedades o de la economía, la posición geoestratégica y hasta la simple geografía a palo seco han determinado una manera de construir el estado. Por ejemplo: ¿Cómo no va a ser especial un país como Grecia, con más de 3.000 islas que defender? En el debate Palacios-Soldatic se situaba la dictadura de Milosevic como punto de partida de la transición serbia. Sin embargo, poco tuvo que ver el régimen de Milosevic con el de Franco. De acuerdo que en Serbia se vivieron unos años de autoritarismo, corrupción y todo lo que se quiera. Pero ¿dictadura? ¿Acaso estaban prohibidos los partidos políticos? Precisamente el gran problema residía en que muchos de esos partidos de oposición eran más nacionalistas que el SPS en el poder. Y el régimen cayó por causa de unas elecciones. ¿Qué hubiera pasado si tras salir del “periodo azul” Franco se hubiera decidido a permitir un sistema multipartidista, por controlado que éste fuera? Yo creo que el régimen de Milosevic está por estudiar, aunque ya existan excelentes monografías, como la de Thompson. Y con él, otros regímenes similares, antes y después en la Historia ¿Acaso Milosevic no es asimilable a un Pildsuski o a un Horthy? En ninguno de los dos casos se llegó a instaurar una dictadura, ni en Polonia ni en Hungría. De acuerdo con que el régimen de libertades era muy limitado, votar era difícil, algún político podía recibir una paliza o acabar en la cárcel. Pero ni siquiera a finales de los años treinta se disolvieron parlamentos ni se prohibieron partidos. Llama la atención ¿no? Una cosa es no saber explicar qué ocurría y por qué; otra muy diferente es olvidar o ignorar este tipo de casos. Por lo tanto, ¿se puede hablar del “proceso de congelación de la democracia” como modelo específico de Europa oriental? Yo creo que sí y me temo que volveremos a ver nuevas muestras de ello: democracias que sólo formalmente lo son, privadas de sustancia interior, meras fachadas. Pero que se mantienen como tales, que pueden no derivar hacia dictaduras o que si lo hacen pueden conservar la estructura de los partidos en la sombra y hasta los líderes políticos son dejados en libertad o incluso utilizados como consejeros o intermediarios (caso de la dictadura de Antonescu, en Rumania, durante la Segunda Guerra Mundial).
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Lo mismo es aplicable a partidos específicos del Este (los agraristas de los años veinte, por ejemplo). Creo que deberíamos hacer un esfuerzo por identificar y estudiar tales modelos con los menores prejuicios posibles. Caso contrario, no entenderemos qué ocurre, hacia dónde van esos países, a fuerza de utilizar estereotipos huecos: democracia, dictadura, fascismo, mafias, etc. No estoy diciendo que todo ello constituya un universo politológico muy distante del nuestro, pero tampoco es lo mismo. Con el tiempo lo será, conforme esos países se vayan integrando en la UE. Pero de momento los historiadores y politólogos tenemos trabajo para rato.
19 Enero 2002 José-Miguel Palacios
Yo también estoy profundamente de acuerdo con que se ha abusado de los "modelos", de intentar comparar lo difícilmente comparable, y de exportar lo difícilmente exportable. Recordaréis que hace unos años hubo una agria polémica sobre este tema entre Valerie Bunce, por una parte, que defendía que las comparaciones fuera de una región/época concretas eran muy peligrosas, y Phillip Schmitter/Terry Karl, entusiastas partidarios de utilizar los “modelos del sur” para “entender el este”. Aunque la propia Valerie no niega la validez de las comparaciones “fuera de contexto”, creo que su argumento alertando de sus peligros es bastante sólido. Algo que a veces se pierde de vista es que desde 1989 ha llovido mucho y han ocurrido muchas cosas en Europa del Este (incluidos los Balcanes): C
En su evolución, estos estados han seguido caminos divergentes (aunque agrupables en varias tendencias generales). C
En aquéllos donde no se ha llegado a una democracia consolidada (es decir, en los candidatos a beneficiarse de nuestros modelos) se han creado regímenes híbridos, - 47 -
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que en todos los casos son, al menos, “democracias electorales”. El que las respectivas oposiciones (es su derecho) los califiquen de “autoritarios” no nos puede permitir ignorar las profundas diferencias que los separan de los antiguos regímenes autoritarios del sur (Paco mencionaba algunas de ellas). Un enfoque formal (elecciones libres, constitución, formación de órganos característicos de democracia parlamentaria), que tanto éxito tuvo en el sur, puede que resultara muy poco práctico para conseguir la transformación de los regímenes híbridos del este.
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Deporte e identidad nacional y estatal El 21 de agosto de 2002 se enfrentaron en Sarajevo, por primera vez en la historia, las selecciones de fútbol de Bosnia-Hercegovina y de Yugoslavia. Por desgracia, se registraron incidentes entre las aficiones de ambos equipos y con la Policía. Dos conocidos periodistas bosnios, Sinan Alic (bosniaco de Tuzla) y Milos Solaja (serbio de Banja Luka), tuvieron la amabilidad de exponer ante la lista sus análisis de lo ocurrido. Otros contertulios se sumaron al debate, en el que acabó suscitándose la cuestión, ya discutida con anterioridad, de la propia viabilidad de Bosnia-Hercegovina como estado independiente.
28 Agosto 2002 Sinan Alic
Mucho antes de que en Yugoslavia se disparara y cayeran las primeras víctimas, en los terrenos de fútbol de Split, Belgrado, Sarajevo y Zagreb asistimos al ensayo general de los enfrentamientos bélicos que vendrían más tarde. Los grupos de hinchas se transformaron en hordas guerreras y no para insultar al enemigo (verbalmente, gritando “Gitanos, gitanos” a los jugadores del Estrella Roja o del Partizan en Zagreb o Split, o “Ustase, ustase” a los del Dinamo o Hajduk en Belgrado o Nis), sino para agredirlo físicamente, para causarle el mayor dolor posible, para destruirlo. Por este motivo a finales de los años ochenta las gradas de los estadios y las calles de las ciudades se transformaron en anfiteatros de gladiadores. Esto fue sólo el principio. “Las hordas del mal” (hinchas del Sarajevo), “Los enterradores” (Partizan, de Belgrado), los “Fukare” (Tuzla), los “Delije” (Estrella Roja, de Belgrado) y otros grupos de hinchas se adaptaron muy rápidamente a la nueva situación de guerra. Por supuesto, Arkan [por entonces, presidente de las peñas del Estrella Roja] es la mejor ilustración de cómo la maquinaria de los hinchas, alimentada con el odio nacional hacia los otros, se mantiene con éxito bajo control político y se manipula con finalidades políticas a corto plazo hasta el momento en que ya no es posible meter de nuevo al genio en la - 49 -
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botella y hay que dejarlo salir. ¿Quiénes fueron los llamados “combatientes de fin de semana” en el territorio de la antigua Yugoslavia durante los años 1991-1994? Simplemente, esa gente que en los campos de fútbol había aprendido a odiar al enemigo. Al igual que los encuentros de fútbol de antes de la guerra eran una representación de los movimientos políticos y sociales en el país, también en estos momentos se puede hablar de “verdes praderas” sobre las que se pueden verificar de la mejor forma la relaciones políticas en un país o región. La prueba de Sarajevo confirmó el hecho evidente, sobre el que habían llamado la atención analistas serios, de que ni siquiera siete años después de Dayton Bosnia-Hercegovina es un estado único, ya que sus ciudadanos, hinchas procedentes de “Sarajevo Serbio” o de Pale, animan a Yugoslavia y dan vivas a Radovan Karadzic, mientras que el “bando opuesto” insiste en su orientación islámica gritando “Allah akbar”, silba mientras se entona “Hej Sloveni” [himno nacional de Yugoslavia, tanto de la anterior como de la actual] y grita “cetnici, cetnici”. Volviendo al partido. Sabiendo todo eso de antemano, organizarlo fue una locura. Puedo asegurar que la celebración de un encuentro futbolístico en tal coyuntura política representa un acto de diletantismo político que bordea el sinsentido. El único efecto de este partido, además de que los bosnios se convencieran de que juegan al fútbol peor que los yugoslavos, es el hecho innegable de que ha dado un impulso concreto a una mayor homogeneización nacional y división interna dentro de BiH. En otras palabras, la esencia del problema político que el juego de pelota en Kosevo [principal estadio de Sarajevo; en él juega el FK Sarajevo, uno de los dos grandes rivales de la capital bosnia] sacó a la superficie no son las malas relaciones entre Yugoslavia y Bosnia-Hercegovina. La esencia del problema está en las malas relaciones dentro de BiH. Es verdad que esa noche hubo también en Kosevo pequeños grupos de hinchas de Yugoslavia. Sin embargo, la mayoría de los que daban vivas a Karadzic era de BosniaHercegovina. Y ello, porque en Bosnia aún no existe un estado. En ella hay dos entidades, enfrentadas entre sí. De no haber estado SFOR, los guerreros de las gradas de Kosevo de nuevo se habrían aposentado en las trincheras cuya línea cementó Dayton.
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Para terminar, algo de fútbol. Creo que es un deporte en el que se concentra la energía negativa de un pueblo, una nación, un estado. Lo que ocurre en el fútbol difícilmente se ve en otros deportes ni, por supuesto, en otras actividades sociales. La noche anterior al encuentro de Sarajevo se inauguró en Tuzla la bienal internacional de dibujo y gráfico en la que participaban 16 pintores de Yugoslavia. Delante de la galería, entre otras, ondeaba también la bandera yugoslava. Según la lógica del fútbol, los trabajos de los autores yugoslavos tendrían que haber sido destruidos, y la bandera quemada. Nada de ello ocurrió.
3 Septiembre 2002 José-Miguel Palacios
Hace unos días trajimos a la lista los incidentes registrados con motivo de la celebración en Sarajevo del primer encuentro internacional de fútbol entre Bosnia-Hercegovina y Yugoslavia. Quizá alguno de vosotros tenga algo más interesante que compartir, pero he encontrado curiosa la discusión sobre el tema en la página oficial del grupo de hinchas “Las hordas del mal”, de Sarajevo. Algunas conclusiones: a) La práctica totalidad de las intervenciones de parte de bosniacos eran incendiarias en la forma y en el fondo (no creo que sea políticamente significativo: los hinchas extremos son bastante más radicales que el ciudadano medio, aquí y allí). b) Casi todos los comentarios incendiarios eran posteriores al partido (surge la sospecha estamos hablando de hinchas futbolísticos- de que no se lo hubieran tomado tan mal de haber ganado). c) El único mensaje razonable era el final de la discusión, enviado por un señor de Belgrado (tampoco me parece demasiado significativo: el belgradense que se pasa la vida visitando webs de otras repúblicas exyugoslavas y buscando cualquier medio de comunicarse con los antiguos compatriotas pertenece a una minoría más moderada e ilustrada que la media de la población).
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En cualquier caso, y a pesar del último comentario, no puedo resistir la tentación de transcribiros el mensaje de ese belgradense:
Un saludo desde Belgrado a la ciudad del burek y los cevapi. Aquí se siguió con interés el encuentro entre vosotros y nosotros. Kosevo es un estadio muy bonito, aunque a mí Grbavica me resulta más simpático4. Siempre existió el paralelismo entre Partizan, Zeljeznicar y Hajduk5. Veo que os estáis peleando y es algo que queda feo. Si un extranjero lee estas conversaciones concluiría que todos nos odiamos, aunque no sea verdad... se odian sólo algunos... De la gente mayor que o bien ha estado en Sarajevo o hizo allí su servicio militar (al Ejército Popular Yugoslavo) ninguno tiene nada ni contra los musulmanes ni contra la ciudad. Sólo tienen buenas palabras para ellos y para ella. Es algo que me gusta escuchar. Y ahora, tengo que leer cosas bien distintas. Lamento que en esta ocasión los serbios provocaran en Kosevo dando vivas a Radovan Karadzic, pero de la misma manera no veo claro por qué ondeaban en Kosevo la bandera de Turquía y otras banderas musulmanas. Sé que se derramó sangre, pero queda muy feo andar a palos por los foros de discusión. ¿Para qué sirve? En las imágenes se veían también con claridad las preciosas chicas de Sarajevo, así como las banderas de algunos equipos (Estrella Roja). No todos los serbios son como los que estuvieron en Kosevo. Aquéllos eran extremistas. Entre nosotros, también hay gente normal.
4
Es el estadio del Zeljeznicar, segundo equipo de Sarajevo; tradicionalmente, Grbavica ha sido un barrio de mayoría serbia. Nota de JMP. 5
Es decir, entre los segundos equipos de Belgrado, de Sarajevo y de Croacia. El autor del mensaje es un osado, porque lo envía a la página de las “Hordas del mal”, hinchas del Sarajevo, eterno rival del Zeljeznicar.
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3 Septiembre 2002 Dalibor Soldatic
Creo que no vale la pena fiarse mucho a los hinchas. Salvo el caso de claras manipulaciones políticas con esos grupos, se trata de gente con coeficiente intelectual bajo que manifiesta de modo bestial su pasión por un equipo. Los tenemos en todas partes. El ejemplo seguido por todos los países europeos ha sido Inglaterra, la cuna del fútbol, pero también del hincha bestial, borracho, propenso a pelear con cualquier motivo. No olvidemos la trágica final de la Copa de Europa entre los representantes de dos países civilizados (Inglaterra e Italia) en la capital de otro país civilizado (Bélgica). Por consiguiente, no creo mucho en la existencia de una clara conciencia política o nacional en esas masas. Sus reacciones son primitivas y de nivel bestial. En el caso de la ex Yugoslavia se distinguían particularmente varios grupos. Estrella Roja de Belgrado tenía los “Delije”, una palabra que en serbio significaba originalmente “soldado del ejército turco” y posteriormente, en forma figurada, pasó a significar “héroe”. En los estadios de todo el país solían gritarles “gitanos”, en lo que pretendía ser una ofensa a la nación serbia como inferior. Los “Delije” asimilaron muchos elementos del nacionalismo serbio como gesto de reto a las autoridades comunistas del régimen en poder. El otro equipo de Belgrado, el Partizan, tiene a los “Grobari” (enterradores), por el color blanco y negro de sus camisetas. Dinamo de Zagreb tiene a los “Bad Blue Boys”,conocidos también por su propensión a la violencia. Recordemos tan sólo los incidentes en Zagreb en el famoso partido Dinamo-Estrella Roja, que no llegó a jugarse a causa de los incidentes en el estadio de Maksimir. Aunque todo parece indicar que los disturbios fueron provocados por hinchas “teledirigidos”, es ésta una hipótesis que nunca se podrá probar. Lo curioso del caso es que al salir del estadio los “Bad blue boys”, siguieron con los desórdenes, quemaron automóviles y tranvías, y destrozaron escaparates que nada tenían que ver con el Estrella Roja o con los serbios, aunque de eso no se habló. Sin embargo esos mismos hinchas se convirtieron en oposición a Tudjman - 53 -
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cuando cambió el nombre al equipo por el de “Croacia” (previamente “Gradjanski”, si mal no recuerdo) y le silbaron cada vez que fue al estadio. Hajduk tuvo su “torcida”, que ya tenía una tradicional propensión a la violencia. Habrá que recordar los famosos incidentes en la “riva” de Split cuando los hinchas echaron al mar automóviles matriculados en Belgrado y destrozaron los autobuses de la compañía aérea JAT por llevar placas de la capital. En este caso se da un hecho curioso: su nacionalismo era muy apasionado cuando se jugaba contra el Estrella Roja de Belgrado, y mucho menos si se trataba del Partizan, por no decir que prácticamente no existía en el caso del OFK de Belgrado. Ya no recuerdo los nombres de los hinchas organizados del Rijeka, del Sarajevo, el Zeljeznicar o el Velez de Mostar. Lo importante es observar que el fenómeno data de los últimos decenios, que los grupos fueron creándose siguiendo el ejemplo inglés, que inicialmente fueron organizados por los mismos clubes y que muchas veces siguen aún bajo su patrocinio, aunque en la mayoría de los casos ya no los controlen plenamente. De ahí sólo hay un paso a que la policía haya tenido que tratar con ellos y alcanzar ciertos acuerdos, lo que abre el camino a la manipulación política de cualquier signo. Creo que lo que sucedió en Sarajevo fue precisamente eso, una serie de provocaciones . Puesto que muchos de los que participamos en la lista sabemos cómo se organizan los grandes eventos, resulta obvio que alguien falló en el asunto, bien por falta de experiencia y de previsión, bien intencionadamente. Creer que después de todo lo que sucedió en esta zona puede organizarse un partido de fútbol entre Yugoslavia y BiH en Sarajevo sin que broten pasiones indeseables e incidentes es de ingenuos. Había que prepararse para ello y evitarlo. Todos sabemos que en una parte y en la otra hay animales que buscan revanchas históricas, pero los que quieren mirar hacia el futuro deben ser más precavidos. Si los pescadores eslovenos y croatas están al borde del conflicto por la disputa sobre las aguas territoriales en la bahía de Piran, si todavía no se han llegado a establecer sobre bases sólidas y permanentes las relaciones económicas entre las distintas repúblicas de la ex-
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Yugoslavia, si estamos lejos de integraciones deseables e inevitables en los Balcanes6, si sigue habiendo tantas otras cosas sin resolver, entonces lo ocurrido en Sarajevo no debe sorprendernos.
7 Septiembre 2002 Milos Solaja
El partido de fútbol entre las selecciones de BiH y Yugoslavia muestra una vez más, sólo que de forma mucho más clara, toda la complejidad de la realidad de Bosnia-Hercegovina y de la región en que se encuentra. Es verdad que resulta muy difícil definir ese concepto de región en la Europa Suroriental de nuestros días. En un sentido se refiere al espacio de la antigua Yugoslavia; en otro, a los llamados “Balcanes occidentales” (antigua Yugoslavia sin Eslovenia); en un tercero, a todos los Balcanes, o incluso al espacio íntegro de Europa Suroriental, incluyendo a veces a Turquía y en cualquier caso a Chipre. Todas estas relaciones son muy complejas a causa de los específico de los vínculos y relaciones históricas y tradicionales, de la influencia de las grandes potencias, y de la realidad política o las circunstancias y relaciones económicas. La región está de acuerdo sólo en un punto: en que quiere integrarse en Europa. Con todo, la mayor parte de los países cree que lo hará en beneficio propio, sin deseo de trabajar en las integraciones regionales que deberían preceder a las europeas. En esta realidad de la Europa Suroriental, pero en especial en el espacio de la antigua Yugoslavia, cualquier acontecimiento tiene un peso especial, sobre todo si es de masas. En consecuencia, el deporte, como expresión de pasiones y de emociones, pero también como reflejo de circunstancias sociales y sociológicas de difícil control, representa aquí sobre todo una expresión de la realidad de la que forma parte; una realidad que, de cierta medida, él mismo contribuye a formar. 6
Un ejemplo es que todavía no se logra organizar en forma representativa ni siquiera la Liga Adriática de baloncesto, con la participación de los mejores clubes de las antiguas repúblicas yugoslavas, precisamente por temor a incidentes entre los hinchas. Nota de Dalibor Soldatic.
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Por lo demás, no olvidemos que uno de los sucesos más significativos durante la desintegración de la RSFY fue precisamente un partido de fútbol entre el Estrella Roja y el Dinamo, en Zagreb en 1990. El encuentro puso de manifiesto muchas de las causas que condujeron a la desintegración de la RSFY, y sus consecuencias duran hasta nuestros días. Desde entonces, en el espacio de la antigua Yugoslavia la dimensión política nacional está mucho más acentuada que la deportiva. Este aspecto del deporte no sólo se destaca en los enfrentamientos directos, sino que prácticamente cualquier éxito en competiciones deportivas se mide como un logro nacional o estatal. Visto de esta forma, el encuentro de las selecciones de fútbol de BiH y Yugoslavia no es nada nuevo ni especial. De hecho, se le ha dado mucha más importancia de la que en el terreno deportivo tiene. EL DEPORTE EN BiH El problema del deporte en Bosnia-Hercegovina está lejos de resolverse. Aunque una tras otra las distintas federaciones consiguen ponerse de acuerdo (o “ponerse de acuerdo”) sobre la organización interna de algunas competiciones, para la reestructuración del deporte en BiH hay que recordar que en el acuerdo de paz de Dayton el deporte no se menciona en absoluto, lo que conduce a interpretaciones distintas: a) Los bosniacos (musulmanes) consideran que el deporte es una expresión del estado y que debe ser competencia estatal, sobre la base del principio de “un estado, una federación, una selección”. b) Los croatas querrían conservar Herceg-Bosna a efectos deportivos, pero no tienen ninguna base jurídica para ello, ya que tal forma de autogobierno estatal fue suprimida, por lo que los fundamentos jurídico-estatales son o la Federación de BiH (como entidad), o BiH. c) Los serbios de la República Srpska creen que les está permitido organizar por sí mismos su propio deporte, incluyendo federaciones, competiciones nacionales y selecciones. Para
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ello se apoyan en distintos ejemplos, en especial futbolísticos: Gran Bretaña y sus cuatro selecciones; las Islas Feroe y Groenlandia, que forman parte de Dinamarca, etc. En Bosnia-Hercegovina los federativos actúan de forma parecida a los políticos, que, bajo la presión de la comunidad internacional aceptan incluso aquello a lo que jamás se hubieran decidido por sí solos. En líneas generales, los representantes de la República Srpska aceptaron que las federaciones se organicen a nivel de Bosnia-Hercegovina, según la curiosa fórmula de 2/3 de representantes de la Federación de BiH en todos los órganos (dos pueblos contar uno) y 1/3 de la República Srpska. Intentan que se mantengan también las federaciones de las entidades como parte de su autonomía, y la organización independiente de las competiciones dentro de su propio territorio. Los principios sobre los que se basa la toma de decisiones en todas las federaciones son los siguientes: •
Paridad de representación (mismo número de representantes de todos los pueblos).
•
Consenso en la toma de decisiones, de forma que los representantes de dos pueblos no pueden decidir contra la opinión del tercero.
•
Rotación en la elección de cargos: el representante de cada pueblo tiene un tiempo definido durante el que se encuentra en un puesto determinado.
El sistema de competición se organiza de forma que en la primera temporada las tres federaciones de cada deporte organizan la Primera División, mientras que el resto de las divisiones quedan dentro de las entidades. Por supuesto, el mayor interés se concentra en los deportes de equipo, que son en los Balcanes los más populares y atraen al mayor público. En Bosnia-Hercegovina se plantea la cuestión de cómo consideran a las selecciones cada uno de los tres pueblos que forman el estado. Para los bosniacos-musulmanes las selecciones son una importante expresión de la soberanía nacional y de la integridad de BiH. Los serbios y croatas apoyan a las selecciones de sus respectivas “madres-patria”. En esto no cambia nada el que las federaciones se pongan de acuerdo sobre la posibilidad de
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formar selecciones de BiH y sobre la designación de entrenadores: los corazones del público permanecen en los centros nacionales de Zagreb y Belgrado. Para que la ironía del destino sea aún mayor, la realidad tiene también su aspecto cómico: los clubes serbios y croatas se llevan a los mejores talentos, que juegan luego en los equipos nacionales, mientras que los jugadores “de segunda” se quedan jugando en BiH. Con ello se satisfacen dos cosas: una es que se mejora la calidad del equipo nacional al que se apoya; la segunda es que se muestra lealtad hacia el estado en el que de hecho se vive. Los jugadores internacionales resultan beneficiados tanto en un caso como en el otro, ya que consiguen un precio superior en el mercado. Es algo que dijo en una conversación informal tras una reunión uno de los directivos de la federación de balonmano de Herceg-Bosna (que existió hasta el 24 de agosto de 2002). A causa de todo esto, los encuentros de las secciones de la antigua Yugoslavia son seguidos con particular atención por parte del público, tanto deportivo como político, en especial cuando en determinados deportes la fuerza y la calidad son similares. Éste es el caso de Yugoslavia y Croacia en baloncesto; de Yugoslavia, Croacia y Eslovenia en balonmano, etc. El fútbol es, con todo, algo especial, por ser el deporte más de masas y porque todos creen que pueden derrotar “al otro”. Yugoslavia es un rival particularmente importante. PARTIDOS DE FÚTBOL ENTRE BiH Y YUGOSLAVIA BiH y Yugoslavia jugaron el año pasado dos partidos en un torneo en la India. Uno terminó en empate y el otro, con la victoria de Yugoslavia. Fue entonces cuando se acordó este encuentro amistoso en Sarajevo. Por qué se organizó un partido de alto riesgo en un periodo tan característicamente preelectoral, es algo que, probablemente, saben sólo los organizadores, que tendrían también en cuenta las condiciones del partido. Queda por responder la gran cuestión de si supieron valorar todos los aspectos del encuentro. El partido pudo haber formado parte del acercamiento general entre BiH y Yugoslavia, algo que en los últimos tiempos es muy evidente en los terrenos de la economía, la cultura y otros. Por eso surge la cuestión de si todo lo que ocurrió con ocasión del partido no habrá estado motivado por las recientes relaciones entre BiH y Yugoslavia, que están aumentando
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a pesar de la demanda de la República de BiH (aún durante la guerra) contra Yugoslavia ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. En cualquier caso, incluso el análisis más superficial indicaba que era un partido de gran riesgo, no sobre el terreno, sino más bien fuera de él. Todo lo que ocurrió en las gradas y alrededor de ellas, tanto durante el partido como después de él, confirmó por completo los temores que existían al respecto. Después del partido, que se disputó con absoluta corrección y terminó con la victoria de Yugoslavia, considerablemente más fuerte, se oyó que había habido amagos de enfrentamientos entre los hinchas de uno y otro equipo, que se intentó levantar barricadas e incluso que hubo aficionados de BiH que intentaron pasar a la parte de las gradas donde se encontraban los seguidores de Yugoslavia. Estos últimos habían llegado de Yugoslavia, pero también de la República Srpska, en la que prácticamente todos los serbios apoyan por completo las selecciones nacionales yugoslavas. La culminación comenzó durante la interpretación del himno nacional yugoslavo “Hej Sloveni”, que lo era también del antiguo estado común. Aunque los serbios consideran “Boze pravde” como su signo de identidad nacional, continúan considerando “Hej Sloveni” como el símbolo del estado de Yugoslavia, en el que vive la mayoría de los serbios. Los serbios de Yugoslavia y de la República Srpska son un mismo pueblo, y así se sienten y por ello rechazan cualquier ataque de otros al estado yugoslavo. Los silbidos masivos del público de Sarajevo durante la interpretación del himno fueron considerados por ello como una terrible ofensa por parte de los serbios, y con ello se calentó ya el ambiente del choque. A la gente le irritó de manera especial el que 12 años atrás, en el mismo estadio un público similar se pusiera de pie y entonara con orgullo el mismo himno, con un texto consagrado a la unidad paneslava, antes del partido Yugoslavia-Noruega, así como varias veces con anterioridad. Por ello, a todos los presentes les irritó de manera especial que se gritara más tarde “Allah akbar” (Alá es grande), principal consigna religiosa del islam. Todos los pueblos, excepto los serbios, dicen que consideran la antigua Yugoslavia como una cárcel, algo que ofende los sentimientos de los serbios. Cuando es cuestión de los bosniacos-
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musulmanes, que precisamente en ese estado alcanzaron su afirmación nacional hasta ser considerados pueblo/nación, esta ofensa tiene aún una mayor importancia. El partido y la interpretación del himno dieron motivo a todo lo que ocurrió después. Por lo demás, es algo que se pudo apreciar en los comentarios del locutor de la televisión pública común de BiH (PBS BiH), que dijo que era “especialmente importante para la selección de BiH vencer a Yugoslavia”. Este servicio público no fue posible formarlo por consenso de las entidades y de otros factores en la vida mediática de BiH, sino que surgió por decisión de los anteriores Altos Representantes Carlos Westendorp y Wolfgang Petritsch, que el último día de su mandato impuso la ley sobre el PBS a causa de la imposibilidad de que se alcanzara una solución por medio del consenso. En sentido deportivo, las relaciones quedan claramente evidenciadas por lo que ocurrió en una reunión en Tuzla, 1998, cuando en el campeonato del mundo jugaron Yugoslavia y Holanda. Mientras ganaba Yugoslavia estaban entusiasmados los serbios; cuando empató Holanda, y después ganó, estalló el entusiasmo de todos los demás (probablemente, croatas y bosniacos). O el ejemplo de la final del campeonato europeo de baloncesto YugoslaviaTurquía, que muestra que la mayoría en Banja Luka iba con Yugoslavia, y en Sarajevo, con Turquía; o el que en los encuentros que enfrentan a los dos países en cualquier deporte, la mayoría de los croatas de BiH apoyen a Croacia. Es cierto que no hay que olvidar que este partido ha tenido lugar en un momento muy especial, a menos de dos meses de las elecciones en toda BiH. Éstas son las primeras elecciones en las que han de elegirse parlamentos y otros órganos para un periodo de cuatro años, y los primeros días de campaña preelectoral indican la estabilidad de las opciones políticas nacionales, que son en BiH excepcionalmente fuertes desde el comienzo de la crisis en la antigua Yugoslavia. Por ello, todo lo que ocurrió durante el partido y después de él tiene su efecto sobre las políticas nacionalistas de algunas fuerzas que, en todos los bandos, tienen ambiciones en los próximos comicios. Incluso el mencionado comentarista del PBS BiH se implicó en ello cuando al ver la alegría en las gradas tras el primer gol de Yugoslavia dijo que “quizá no es bueno que hayan venido aficionados de la República Srpska, de Pale” y que “en las gradas hay también aficionados de la RS que continúan
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animando a Yugoslavia” y que “pasará mucho tiempo antes de que los aficionados de la RS apoyen a BiH”. Este comentario irritó de manera especial a la opinión pública en la República Srpska, ya que en la selección de BiH no había ni un solo jugador de la RS. Aunque estaban Nenad Miskovic, que juega en el Partizan, y algún otro serbio, la opinión pública de la RS no los considera representantes de su entidad. Por lo demás, el representante de la República Srpska, ministro de integración europea y actual presidente del Consejo de Ministros de BiH, Dragan Mikerevic, declaró que en tales partidos va con Yugoslavia. El candidato del Partido del Progreso Democrático (Mladen Ivanic) al puesto de miembro de la Presidencia colectiva, Branko Dokic, fue especialmente duro con los medios de comunicación de Sarajevo, que aprovecharon el partido para revivir antiguos ataques contra Yugoslavia, por la agresión y otros motivos. Debe decirse también que en la conducta de los hinchas yugoslavos no hubo demasiada corrección, que con canciones sobre el Comandante del ejército real en el interior durante la Segunda Guerra Mundial, el jefe de los cetnici Draza Mihajlovic y con otros textos de mal gusto provocaron y calentaron el ambiente, pero lo que más impactó a la opinión pública de la RS fue el que en el estadio de Kosevo esa noche se gritara “Allah akbar” y prácticamente desde ese momento podían ya esperarse los enfrentamientos. Aunque la seguridad del partido la garantizaban 250 policías, acabó llegándose a un ataque abierto contra los aficionados de Yugoslavia. El partido era de alto riesgo en los aspectos políticos y de seguridad, aunque no era únicamente un problema de carácter policial. Unos 250 policías, por lo que se ve, no fueron suficientes para evitar por completo una acción planeada de antemano, ya que los aficionados yugoslavos se encontraron ante barricadas que resulta difícil creer que habían surgido de manera espontánea. Por último, hay que decir que este partido ha evidenciado que las heridas producidas por la desintegración de la antigua Yugoslavia, incluyendo la guerra en Bosnia-Hercegovina, son aún recientes y pueden abrirse de nuevo. Siete años después de la firma del acuerdo de paz de Dayton, los representantes de la comunidad internacional continúan sin comprender, o no quieren comprender, que en esta zona se necesita muy poco para que estallen las - 61 -
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pasiones y todo el proceso político se dirija en una sentido no deseado. En el deporte es difícil limitar la expresión de emociones, tanto en el terreno de juego como fuera de él, y por ello a veces es precisamente el deporte el instrumento más preciso para medir la realidad social. Y cuando parece que los políticos de Bosnia-Hercegovina han dado algún paso adelante, quizá más empujados por los deseos e intereses de la comunidad internacional que por sus propios deseos y capacidades, para cambiar la realidad, ocurre algo que así que hace que se dé marcha atrás. Por ello es muy pertinente una cuestión con ocasión del partido BiH-Yugoslavia: ¿por qué tantos jóvenes en ambos bandos participaron en los enfrentamientos siete años después de la firma de la paz?; ¿tienen ya una opinión formada sobre BiH que sea difícil de cambiar? Una segunda cuestión es si esto se refiere sólo a los que asistieron al partido o si refleja la mentalidad de los que crecieron durante la crisis en la antigua Yugoslavia y durante la guerra en BiH. Una tercera cuestión es qué mueve a aquéllos que hablan de avances en BiH, análisis reales o las necesidades de los funcionarios de la comunidad internacional a todos los niveles, que justifican su trabajo y las misiones que les han sido asignadas en BiH. En qué sentido irán futuros análisis es algo que de momento no se puede aventurar, aunque la expresión final será la que decidan los representantes de la comunidad internacional. Lo más probable es que los medios de comunicación guarden silencio e intenten que partidos como éste se olviden lo antes posible. Los representantes del club de fútbol “Borac” de Banja Luka ya han declarado que a los partidos en la Federación de BiH no viajarán con sus hinchas. ¿Es esto una solución?
13 Septiembre 2002 José-Miguel Palacios
Estas últimas semanas hemos distribuido varios mensajes sobre identidad nacional/estatal en la antigua Yugoslavia y su manifestación a través del deporte. El centro de nuestro análisis fue el partido de fútbol celebrado en Sarajevo entre las selecciones de BiH y de Yugoslavia, que se saldó con incidentes entre ambas aficiones. La hinchada de Yugoslavia, en su mayor parte, no estaba compuesta por ciudadanos yugoslavos, sino por serbios ciudadanos de Bosnia-Hercegovina. - 62 -
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Pocos días después tenía lugar el campeonato del mundo de baloncesto, y en las ciudades serbobosnias, con Banja Luka a la cabeza, se celebraban como propias las victorias de los plavi. Parece ser que estas demostraciones tan claras de que la población serbobosnia se siente, en general, mucho más yugoslava que bosnia son causa de embarazo para muchos funcionarios internacionales. No sé si de manera consciente o inconsciente, en BiH se ha puesto en práctica estos últimos años un intento de fraccionar la identidad serbia y de construir una identidad “bosnia” que comprendiese a serbios, croatas y bosniacos (musulmanes). Creo que el modelo claro fue el seguido en relación con Austria tras la II GM: la culpa fue de los alemanes; si no sois alemanes, no sois culpables, sino víctimas. En BiH podemos reconocer elementos similares: el mito de la agresión contra BiH, realizada por Yugoslavia y por yugoslavos, no por unos bosnios contra otros bosnios. A esto se añadirían ventajas comparativas (unos con sanciones, otros sin sanciones; los yugoslavos necesitan visado para entrar en Croacia, los serbobosnios, no) y acciones de presión sobre los líderes que podrían sostener una plataforma distinta. Es evidente que, al menos de momento, no ha funcionado. La pregunta que se plantea es: ¿para que BiH exista es necesario que exista también una identidad bosnia, aceptada por la gran mayoría de la población? ¿La persistencia de las identidades yugoslava, serbia o croata como primera definición de cada persona supone un problema grave para el funcionamiento del estado bosnio? ¿La construcción estatal bosnia puede basarse en la consolidación de una “identidad común” a todos sus habitantes, aunque sea secundaria, menos fuerte que la identidad primaria, nacional? ¿Cómo afectará a todo este mosaico de identidades el proceso de integración europea?
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Constitución y estatalidad en Bosnia El evolución política de Bosnia y, en particular, la funcionalidad del estado en la forma en que surgió de los Acuerdos de Dayton es un tema recurrente en los debates de la lista Balkan. A mediados de 2002 se empezaba a hablar de la necesidad de reformar la Constitución del país, que forma parte del propio Tratado de Paz, como única forma de poner un poco de orden y racionalidad en una estructura estatal que no termina de consolidarse, a pesar de los años de presencia internacional y de la ayuda económica recibida.
Virtuts Sambró introdujo una discusión que fue muy corta, aunque tendría más tarde algunos ecos de gran interés. Muy relacionada con ella está, precisamente, la que se ha publicado en las páginas anteriores de esta revista (pg. 49-63): “Deporte e identidad nacional y estatal”.
4 Mayo 2002 Virtuts Sambró
¿Sabéis que el representante de la Comunidad Internacional para Bosnia-Hercegovina, Wolfgang Petritsch, está haciendo una remodelación de la “Constitución Bosnia”? He leído algo, pero todavía no tengo muy claros algunos puntos. Por eso no he escrito antes, pero lo que sí es evidente es que se trata de un retoque para dejarlo todo como está; algo más enredado, si es posible: es su línea. Por cierto, que lo quiere hacer aprobar a todas las fuerzas políticas bosnias (federativas y serborrepublicanas) y no se sale con la suya ni por reunión conjunta general, ni parcial, ni por conversaciones bilaterales uno a uno. Otro “por cierto”: ¿no sería más “occidental y democrático” hacer un referendum? ¿O es que los bosnio-hercegovinos son tan “brutalmente balcánicos” que no podemos arriesgarnos los “civilizados occidentales” a respetar su voluntad? Recordemos que la actual “Constitución” es un producto “made in Dayton” sin consulta a los afectados.
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4 Mayo 2002 José-Miguel Palacios
"por cierto" ¿no sería más "occidental y democrático" hacer un referendum? La experiencia de los años noventa muestra que los referendos en la región no sólo no resolvieron ningún problema político, sino que contribuyeron a exacerbarlos. Para que un referendum funcione, parece que hay que solucionar antes toda una serie de cuestiones previas, como: C
Engarce del referendum (y de la cuestión que se va a someter a referendum) en el sistema constitucional del país. Si no existe ese engarce, habrá fuerzas políticas que no lo acepten y se sientan legitimadas para ignorar sus resultados y “romper la baraja”.
C
¿Quién tiene derecho a votar en el referendum?
C
¿Qué participación y qué mayoría son necesarias para que la pregunta se considere aprobada?
C
En los referendos sobre cuestiones territoriales (la práctica totalidad de los que se celebraron en la ex-YU, y, por supuesto, cualquiera que se pudiera celebrar en BiH sobre su estatuto y orden constitucional) hay que delimitar claramente si los resultados se contabilizarán únicamente en el conjunto, o también por zonas (digamos, si en toda BiH gana la opción de estado único e independiente, pero en Hercegovina oriental, lindante con Croacia, gana la de división del país y unión de esa región al estado vecino). Esta segunda forma fue la que se empleó en los plebiscitos de demarcación fronteriza organizados entre las dos Guerras Mundiales.
Habitualmente, las diversas partes enfrentadas sostendrán posiciones opuestas sobre cada uno de estos puntos, ya que todos ellos afectan decisivamente al resultado previsible. El referendum sólo servirá para algo (bueno) si ha sido precedido por un diálogo político serio en el curso del cual se hayan consensuado las “reglas del juego”. En ausencia de este
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diálogo, de este consenso, el referendum es simplemente un arma de guerra política y ayudará a desestabilizar aún más la situación. Es lo que pasó en todas las partes de la antigua Yugoslavia. ¿los bosnio-hercegovinos son tan “brutalmente balcánicos” que no podemos arriesgarnos los “civilizados occidentales” a respetar su voluntad? Recordemos que la actual “constitución” es un producto “made in Dayton” sin consulta a los afectados. En BiH no existe consenso ni siquiera sobre la existencia del país como estado independiente. A partir de ahí, pensar que se puede alcanzar cualquier consenso políticamente más sofisticado (sobre la estructura interna, sobre las reglas del juego políticas o económicas) parece muy difícil. A falta de ese mínimo acuerdo, tendríamos que ser de nuevo los occidentales quienes impusiéramos las “reglas de la reforma constitucional”, y según cuáles fueran esas reglas quedaría predeterminado el resultado posible. Si, por ejemplo, se permite que se empiece discutiendo el problema de la estatalidad, se admite que la RS organice un referendum sobre su estatuto y cada uno de los cantones de la Federación el suyo propio tendríamos en pocas semanas a la República Srpska en Yugoslavia, y a los cantones de Livno y Ribera del Sava en Croacia (con el problema abierto del cantón de HercegovinaNeretva). Si se transforma la Cámara de Representantes de BiH en Asamblea Constituyente, sin restricciones nacionales en la toma de decisiones, y su propuesta de reforma se somete a referendum en todo el país, tendríamos una BiH sin entidades y bastante centralizada. ¿Es cualquiera de esas alternativas aceptable para nosotros? ¿Y para ellos?
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Grecia: El misterio del 17 de noviembre La antigua Yugoslavia se diferenció notablemente de otros países comunistas del Este de Europa por el liberalismo considerablemente mayor de su régimen. Esto se tradujo en que fenómenos muy característicos de esos Estados, como son el de los disidentes o el de la emigración política, apenas se dieran, o se dieran de forma muy particular, entre los yugoslavos. Por iniciativa del Profesor Veiga, durante la segunda quincena de 2001 debatimos la cuestión de los exilios balcánicos, partiendo de la observación de la “anomalía yugoslava”.
6 Julio 2002 Francisco Veiga
Ha tenido lugar un acontecimiento histórico: la policía griega ha logrado detener a un miembro del grupo “17 de Noviembre”. El hecho tuvo lugar el pasado sábado 29 de junio, y la noticia la publicaron algunos diarios de por aquí el jueves 4 de julio. Al parecer, se produjo una explosión ante las taquillas de la naviera Hellas Flying Tolphing, en El Pireo, y la policía descubrió a un hombre de mediana edad al que, presumiblemente, le había explotado una bomba. Se trataba de Savas Xiros, de 40 años, hijo de un sacerdote ortodoxo y pintor de iconos. Como seguramente muchos sabréis, la policía griega no ha logrado detener ni a uno solo de los militantes del “17 de Noviembre” en 27 años y eso que el grupo atentó contra varios objetivos de consideración, como el agregado militar británico en Atenas o el jefe local de la CIA, hasta completar un total de 22 asesinatos. Como circunstancia curiosa, la compañera sentimental de ese extraño Savas Xiros, es una española.
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Grecia: El misterio del 17 de noviembre
7 Julio 2002 Roberto Rodríguez
Poco puedo añadir a lo que ya indica Veiga y sin duda ya se publica en la prensa española. Tan sólo un par de comentarios. En primer lugar, para los más “acostumbrados” a la actividad de determinadas organizaciones, señalar que resulta curioso el presunto atentado que planeaba perpetrar S. Xyrós, presunto (insisto en el adjetivo, muy usual por otra parte en nuestra prensa) miembro de la organización terrorista griega 17N: la bomba que planeaba colocar le estalló en las manos, y él ni siquiera murió, a pesar de los daños importantes que le ha producido; no parece, pues, una bomba de atentado muy “profesional” (por no mencionar los materiales y el tipo de artefacto, que son de lo más rudimentario). En segundo lugar, la existencia de una española en el círculo personal de Xyrós hizo contener la respiración durante unas horas, por las implicaciones que podría tener y que creo innecesario precisar. En tercer lugar, una observación de carácter histórico: tras la guerra civil griega en 1947 y hasta principios de los años 80, los servicios de seguridad del estado griego tenían unos archivos de control de la población que rivalizaban con los de los servicios secretos más reputados de algunos países del antiguo bloque del Este. Estos archivos conocieron una revisión y ampliación a fondo durante los años de la dictadura de los coroneles (19671974). ¿Cómo es posible que durante 27 años fuera imposible encontrar a absolutamente nadie conectado con 17N? ¿Tal vez habría que revaluar el comentario del conocido terrorista internacional Carlos, el Chacal, cuando interrogado sobre 17N tras su detención, sólo dijo: “Pregúntenle a (Constantino) Caramanlís”?
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Kósovo, Kosova, kosovar Una “fiesta kosovar”, que se iba a organizar en España en honor de un grupo de albaneses kosovares, provocó una polémica bastante larga en la que se mezclaron argumentos lingüísticos y políticos. A través de ella, todos tomamos conciencia de que en la antigua Yugoslavia el uso de una denominación o de otra es, en muchos casos, nada casual, sino una opción calculada al servicio de un programa nacional.
22 Marzo 2002 Javier López Parada
El mensaje sobre la “fiesta kosovar” me parece una buena ocasión para una pequeña reflexión sobre el uso de las palabras cuando hablamos de los Balcanes. El mensaje original me imagino que habrá sido distribuido entre un grupo más o menos amplio de personas y grupos que, al ver "kosovar", han identificado de forma casi automática, como nos enseñaron la OTAN, la CNN y toda la propaganda occidental, ese kosovar con los “simpáticos” albaneses de Kósovo, como en el texto se concreta. En el mundo, lamentablemente, una buena parte de la población de Kósovo, tan arraigada generacionalmente en el territorio como los albaneses, ha dejado de ser kosovar. En Kósovo viven desde hace muchas generaciones: C
Albaneses
C
Ashkali (gitanos)
C
Eslavos musulmanes (conocidos como bosníacos)
C
Serbios
C
Turcos
C
Y estoy seguro de que me olvido de algún grupo étnico.
La política de limpieza étnica desarrollada en los últimos años por los grupos albaneses en Kósovo, Presevo, Bujanovac, Macedonia, etc... ha partido, como es habitual en los
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Kósovo, Kosova, kosovar
Balcanes, de la mutación sibilina del significado de las palabras. Es costumbre en los nacionalismos. De repente, serbio deja de ser el ciudadano de Serbia para ser el miembro de la “etnia” serbia. Y, de pronto, kosovares dejan de ser los ciudadanos de la provincia de Kósovo para convertirse en los albaneses de Kósovo. Debemos ser conscientes de la carga de violencia que lleva aparejado este uso exclusivista y xenófobo del lenguaje. Que, por cierto, tiene una doble funcionalidad. Porque durante el registro de población en el territorio, me opuse sin efecto a que se registrase y se diese derecho a voto a albaneses de Albania, Macedonia y otros territorios balcánicos que se encontraban en Kósovo, bien porque las condiciones de vida se preveían mejores que en otras partes de los Balcanes, bien porque habían acudido a unirse al UÇK. Curiosamente, estos albano-albaneses o albano-macedonios, en este uso perverso del lenguaje, son kosovares, mientras los eslavos musulmanes son “bosniacos”. Por cierto, ¿alguno ha oído hablar de serbo-kosovares?
22 Marzo 2002 Estanislau Fons i Solé
Aunque comparto en parte los comentarios de Javier López Parada, creo que la fiesta organizada puede etiquetarse como “kosovar” aunque no participen miembros de grupos no albaneses. El programa de cooperación del IJLV con la Universidad de Pristina está abierto a todos los miembros de esta Universidad, aunque debe ser fácilmente comprensible que la integración de otros grupos en una delegación de estudiantes que nos visita no es factible (quiero pensar que “de momento”). Ello no impide etiquetar la fiesta como “kosovar”, como un sueco no dudaría en etiquetar de “española” una fiesta en honor de universitarios vallisoletanos que les visitaran, por más que no hubiera estudiantes murcianos (o, quizá, gitanos de Valladolid, si lo prefieres).
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Yo sí he oído hablar de serbokosovares; quizá es una rareza, pero sí. Y tengo buenas relaciones con algunos de ellos... aunque en este momento no viven en Kósovo, sino en Banja Luka.
22 Marzo 2002 Javier López Parada
Cuando preguntaba si alguno había oído hablar de serbokosovares, mi pregunta tenía un contenido lingüístico. Observo que el término kosovar se reserva para una comunidad, mientras que para denominar a los serbokosovares se habla de “los serbios de Kósovo”, evitando la utilización del gentilicio y negando lingüísticamente su vinculación con el territorio, o, cuando menos, estableciendo dos tipos de vinculación: fuerte para los “albanokosovares” y débil para los “serbios de Kósovo”. Por lo demás, los serbokosovares existen. En la región en la que trabajaba, al menos dos municipios tenían población mayoritariamente serbia (Strpce y Novo Brdo); en Kosovska Kamenica, según creo, existía un equilibrio. Otra cosa es que, como viven encerrados en sus guetos, no se les vea. Pero es toda una impresión atravesar poblaciones como Partes o Gracanica (uso el estándar “informático” de UNMIK, que suprime los caracteres especiales).
22 Marzo 2002 Carolina Podesta
A propósito del comentario de Javier López Parada, recuerdo un día que fui a cubrir una protesta albanokosovar en “Presevo”. Coloco entre Presevo entre comillas porque en realidad ésta es sólo una de las tres municipalidades del sur de Serbia (Medvedja, Bujanovac y Presevo) y, por tanto, no pertenece a la provincia de Kósovo. Por ende, el término de albanokosovar para alguien nacido en Presevo es incorrecto.
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Sin embargo, los albaneses del lugar ya se consideran kosovares y hace unos pocos días a propósito de la firma del nuevo Estado de Serbia y Montenegro - los representantes albaneses del sur de Serbia abogaron explícitamente por la anexión de las municipalidades sureñas a la provincia de Kósovo. Unos periodistas serbios que trabajan para cadenas internacionales y yo como única extranjera estábamos conversando en el centro cultural de Presevo con el activo alcalde de la ciudad, Riza Halimi, y con el director de cultura, Behljulj Nasufi. También estaban presentes otras personas que confeccionaban las consignas que enarbolarían en pancartas en la protesta del día posterior. Halimi y compañía querían carteles en idioma albanés, serbio y también inglés. Estaban ensayando consignas similares a las publicitarias, pero tenían serias dudas. Por ende, nosotros tres comenzamos a ayudarlos y, como ellos no sabían prácticamente el idioma inglés, estos dos periodistas serbios tradujeron todos los pedidos como ¡más libertad para los albanokosovares! ¡elecciones ya! etc... Al otro día, en la protesta, fue extraño ver todas aquellas pancartas redactadas en gran parte por estos periodistas y además traducidas al inglés. Mientras las leía les pregunté a uno de estos chicos, “ellos son albanokosovares, ¿y tú?”. El respondió que jamás podría definirse como serbio-kosovar. Que era suficiente con la primera palabra. En Macedonia es diferente y bastante más peligroso. Porque la misma prensa internacional suele diferenciar a los albano-macedonios de los eslavo-macedonios. De alguna manera parece estar dando por sentado la coexistencia de grupos étnicos incapaces de absorberse dentro de un Estado común que todavía está definiendo quién será verdaderamente su dueño.
23 Marzo 2002 José-Miguel Palacios
No me parece que el uso del término “kosovar” sea una práctica neutral. Kosovar es una palabra albanesa, que significa “natural o habitante de Kósovo”. En serbocroata, existe una
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palabra equivalente, “kosovac”. En castellano, lo normal sería que no utilizáramos ni una palabra ni la otra, sino que acuñáramos una propia, de acuerdo con la lógica interna de nuestro idioma (podría ser “kosovés”), o que dijéramos, simplemente, “de Kósovo”. El uso del término “kosovar” tiene un alcance político evidente: equivale a señalar que el territorio es intrínsecamente albanés, y que la propia esencia de Kósovo está ligada a lo albanés. En general, los serbios de Kósovo rechazan ser llamados kosovares y hablan de sí mismos como “kosovski Srbi” (serbios kosoveses). Una clarificación del alcance de ambos términos nos lo puede dar el diccionario albanésserbocroata publicado en 1981 en Pristina por el Instituto de Albanología. En su página 456 indica como traducción de la palabra (albanesa) “kosovar” el término (serbio) “kosovac”. En Serbia, no obstante, se dan ciertos casos de utilización de “kosovar” referido a la totalidad de los naturales o habitantes de Kósovo: C
En el lenguaje oficial de la Yugoslavia socialista se impuso a partir de finales de los años 70 este uso, por insistencia del liderazgo (mayoritariamente albanés) de la Provincia Autónoma de Kósovo, en particular de Fadil Hoxha.
C
En la actualidad, se encuentra ese uso en medios de comunicación que beben de fuentes occidentales, o en círculos inclinados (políticamente) a aceptar todo lo que les llega de nosotros.
En ambos casos se trata de un uso minoritario, más referido a medios oficiales que al lenguaje de la calle. P.S. El lenguaje ha sido también un arma de guerra en la antigua Yugoslavia. No es, pues, de extrañar, que entre los demás hablantes de lo que solíamos llamar serbocroata (croatas, bosniacos musulmanes) se prefiera el término “kosovar” y se utilice ampliamente.
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Kósovo, Kosova, kosovar
26 Mayo 2002 César Luis Díez
Me gustaría sacar el tema del término “Kosova”, que ha aparecido últimamente en algunos de los mensajes. ¿Por qué utilizarlo en lugar de “Kósovo”?
27 Mayo 2002 Francisco Veiga
El asunto de Kósovo-Kosova está muy relacionado con la moda del “compromiso militante limitado”. Hay gente empeñada en marcar diferencias artificiosas: si eres pro-albanés, escribes “Kosova”, si te decantas por los serbios (?) te quedas con “Kósovo”. Por supuesto, es un planteamiento bastante simplista. En albanés, el nominativo es Kosovë; el genitivo es Kosovës (Republika e Kosovës) y el complemento directo es Kosova. Por lo tanto los "kosovA-res" lo declinan sistemáticamente en complemento directo. ¿Son conscientes de ello? Yo creo que sería más propio, ya puestos, escribirlo en nominativo (Kosovë). Suena más albanés y todo. Pero es que, además, Kósovo es un toponímico serbio derivado de “kos”, esto es, “mirlo” (encaja, ¿no?). De ahí que por mucho que lo “albanicemos” sigue siendo lo que es.
28 Mayo 2002 Eduard de Vilar
Sobre el tema de Kosova-Kósovo, decir que, si bien Francisco Veiga tiene razón en sus argumentos, a veces las cosas son más sencillas. ¿Cómo llamarle a un país cuando no hay una definición en la propia lengua? (Me refiero a catalán o castellano, ya que cuando
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diferentes organizaciones nos pusimos a trabajar con Kosov@ ninguna denominación aparecía en los diccionarios...eso era en mi caso en 1997). Kosova pareció lo más apropiado, ya que el 90% de la población así llamaba al territorio donde vivía. Personalmente, considero Kosov@, con a y o superpuestas, mi favorita, ya que incluye a serbios, bosniacos (o eslavos musulmanes), albaneses, turcos y demás.
28 Mayo 2002 José-Miguel Palacios
Me parece que en 1999 hacía muchos años que en la prensa española y, en menor escala, en publicaciones científicas, se venía escribiendo (y mucho) sobre ese territorio y en la práctica totalidad de las ocasiones se utilizaba el término Kósovo. En este contexto, la opción por Kosova no es neutral. Al suplantar un término ya arraigado supone la alineación con una de las partes en una cuestión que es esencialmente conflictiva.
29 Mayo 2002 Francisco Veiga
El problema de Kósovo comenzó a sonar en la prensa occidental desde 1989, por no hablar de 1981. En todos los medias se le denominó siempre “Kósovo”; lo mismo se puede decir de las enciclopedias, que dedicaban los apartados correspondientes a “Kósovo” desde mucho antes de 1997. Eso por no hablar de libros y más libros, como el de Noel Malcolm, bastante pro-albanés y que desde el mismo título se refiere a “Kósovo”. Entonces llega la guerra de 1998-99 y, vaya casualidad, algunos comienzan a utilizar “Kosova”. Actualmente, esa práctica ha decaído bastante. La gran mayoría de los periódicos utilizan “Kósovo”. Curiosamente, entre los que continúan con lo de “Kosova” se encuentran los boletines de Radio Free Europe; será por lo de la pertinaz amistad americano-albanesa. Kosova pareció lo más apropiado, ya que el 90% de la población así llamaba al territorio donde vivía. - 77 -
Kósovo, Kosova, kosovar
Siguiendo ese argumento deberíamos decir “Shqipëria” y no “Albania”, dado que el 100% de sus habitantes así la denominan. Y nada de Finlandia: Suomi; lo mismo es válido para Alemania, que en realidad debería ser Deutschland. ¿Por qué no es así? Porque existen unas convenciones lingüísticas; y como tales, son manipulables. A este lado de los Balcanes, por ejemplo, todos sabemos que utilizar Euzkadi, Euskadi, País Vasco o Vascongadas, en determinados contextos, puede implicar un determinado posicionamiento político.
29 Mayo 2002 Dalibor Soldatic
Creo que tenemos que plantear el tema de Kósovo desde el punto de vista lingüístico y dejar al margen los argumentos políticos. Se supone, si no me equivoco, que Kosovo Polje es en serbio el “Campo de los mirlos” y que de allí viene la denominación de Kósovo a toda la región aunque lo correcto es llamar la provincia Kósovo y Metohija. Metohija etimológicamente significa "tierra bajo propiedad de la Iglesia" y, en líneas generales, cubría la parte serbia de la provincia. Con el tiempo a muchos les convino olvidar la denominación de Metohija. Pero de allí a utilizar la denominación de Kosova creo que se va cometiendo un error.
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Vivencias de Kósovo (II) Algunos de los miembros de la lista Balkan cuentan con una experiencia personal muy valiosa de trabajo en zonas de conflicto dentro de los Balcanes. Siguiendo una línea empezada el año anterior, a lo largo de 2002 Javier López Parada y Estanislau Fons nos trasladaron sus vivencias de Kósovo, sobre un fondo de desesperanza por las enormes dificultades con que se enfrenta esa sociedad para superar los años de conflicto y guerra, curar heridas y volver el rostro hacia el futuro.
5 Enero 2002 Javier López Parada
La experiencia directa de la situación en el Kósovo de postguerra (postcrisis en el lenguaje oficial), en general llevaba a los que trabajábamos allí a un cambio radical de visión, desde esa perspectiva oficial del serbio malo a una profunda desconfianza hacia los albaneses de Kósovo. El recelo entre los que trabajábamos “in the field” y los que lo hacían en el nivel central era brutal. Kouchner, para la mayoría de nosotros, era sencillamente un proalbanés.
El choque que producía la situación era tan brutal que recuerdo que en una comida en Madrid en el verano del 2000, Mira Milosevic me llegó a preguntar si era proserbio. Y yo estaba sencillamente relatando hechos. Durante los periodos en los que ejercí de administrador municipal pude también conocer de primara mano el proceso de nacimiento del UÇPMB. En las reuniones de administradores de la región (Gnjilane), con frontera con Presevo, pudimos ir observando el proceso de provocación de los radicales albanokosovares que pretendían conseguir la puesta en marcha de una limpieza étnica contra los albaneses en la zona para conseguir una actuación multinacional que permitiera incorporar al protectorado el “Kósovo oriental”. Abandoné la provincia en octubre del 2000. Posteriormente, he mantenido contacto con algunos compañeros que permanecían, y permanecen, en el terreno. Los mensajes durante
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Vivencias de Kósovo (II)
la época más dura de la crisis macedonia, que ya existía mientras yo trabajaba allí, y que pude observar desde el puesto privilegiado de Kaçanik, el municipio en el que se encontraban los dos únicos pasos fronterizos entonces abiertos con Macedonia, eran bastante escalofriantes (alfas es la forma en “clave” en que nos referíamos a los albaneses):
“Here we live with constant fear holding a bible in one hand and a UN laisser passer in the other. The clashes in MAcedonia became very worrisome last week. Most of the villages in Kacanik bordering the FYROM could easily heasr the shooting emanating from next door. Over 500 refugees flocked in from the FYROM in Macedonia and over 3000 went to Viti and Gjlan. It is rumored that the Imam of Kacanik as well as the Deputy President of Kacanik Municipal Assembly the notorius Xhabir Xharku accompanied by 100 UCK fighters and many others went to fight in Macedonia. The Imam is apparently wounded ....Allah Akbar. The Kacanik Municipal Assembly issued a statement to the media accusing the FYROM of not being inclusive and of inflicting violence against the Albanians. I told the President that their action constituted a breach of resolution 1244 and could jeoipardize the future status of Kosovo. During the assembly meeting the Deputy President Xharku threatened the safety of all UNMIK and KFOR personnel operating in Kósovo whose governemnets were allegedly supporting the FYROM meaning Russia, Ukraine and Bulgaria. But now more countries have come to the rescue of Macedonia and it seems the rebels were flushed out of Tetovo. One thing for sure the honemoon with KFOR is over . Alfas are now despising openly the ones who rescued them yesterday, very soon I will have to help them to burn US flags on the streets , this will be a survival scheme of course ‘a la Cabiri’”. “Dear Javier, As you might have heard from Emmanuel, after those MF alphas started attacking Macedinians I felt a BIT worried about my wife and decided to evacuate her before things get worse. So I have taken an emergency vacation and left for Unpakistan. It appeared to be really difficult to cross the border with Macedonia, when macedonians closed it (the border) for civilians. It took us two days totally to cross it. And to be honest it happened only with a very very kind help from my fellows - Russian border police. I found out that
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a sub-station commander in Globocica was born just 14 km from the place where I was born. So you will easily understand what happened after... It is hard to believe, but the real fighting in Tetovo erupted two days after we passed it on our way to Skopje! I consider us to be very lucky”. La estrategia, en todas partes, la misma. Crear espacios étnicamente puros de población exclusivamente albanesa. Durante mi estancia en Kósovo, un territorio en el que la violencia llegaba al extremo de que el Administrador de Vitina llegó a pedir a KFOR una relajación del toque de queda porque “en dos días no han matado a nadie en el municipio”, se produjeron actos de violencia de albaneses contra serbios, gitanos, “bosnios”, contra la KFOR rusa en Kosovska Mitrovica... y algún acto de violencia de serbios contra albaneses. Y... asesinatos de albaneses por albaneses por haber comprado propiedades a serbios (traidores por haber “dado dinero” a los serbios). a represión de los actos de violencia étnica perpetrada por albaneses resultó prácticamente imposible por chocar con la oposición de nuestros “aliados” albaneses, de todos los partidos albaneses en la JIA.
22 Marzo 2002 Estanislau Fons i Solé
La situación de las minorías en Kósovo es grave, y es muy irritante que las agresiones que sufren sean recibidas por los albaneses girando la mirada a otro lado; no me convence el argumento que usan, que “es un problema de orden público, y debe ser quien tiene la policía, es decir, la UNMIK, quien lo resuelva”. Además, dudo que una policía albanokosovar tuviera más interés que la UNMIK en proteger las minorías. Pero el proceso es muy lento: negar que la mayoría albanesa ha vivido una década de opresión sería negar la realidad. Si nos fijamos en la Universidad, es muy evidente que el período de exclusión que sufrieron los albaneses (1991-99) ha dejado muy maltrecha la institución. Profesores a punto de jubilarse, con conocimientos nada actualizados, - 81 -
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comparten tareas con jóvenes con poco bagaje teórico y menos bagaje práctico. Los edificios existen, aunque el mantenimiento ha sido escaso; el equipamiento, las fuentes de información, etc., existen menos. ¿Hay que negarles el pan y la sal porque otros (o, incluso, algunos entre los universitarios) estén oprimiendo a la minoría serbia y las demás? Con todo, el estilo balcánico se impone. Como en la portada de un conocido disco de Supertramp, uno puede tomar el sol encima de un vertedero al tiempo que se pregunta: “Crisis? What crisis?”. Hasta hace poco, se reservaban despachos para los profesores serbios, por si decidían volver a la Universidad. Igual hacían los serbios con los despachos de los profesores albaneses en los 1990s. Pura corrección política para puertas afuera, puesto que no había condiciones para que tuvieran lugar, ni antes uno, ni ahora otro, gesto de acercamiento. Desde mi corta (quizá ya no tan corta) experiencia, creo que no forma parte del bagaje argumental de los balcánicos el reconocer las propias responsabilidades sobre los desastres que ha vivido la región. Eso tan caro al presidente del Gobierno español, que cuando le acusan de hacer algo mal contraataca sistemáticamente con un “¡y tú más!”, parece estar muy arraigado en los pueblos de la ex-Yugoslavia. ¿Hace falta dar ejemplos de gran resonancia pública? ¿Qué tal los croatas defendiendo a sus criminales de guerra? ¿O los serbios intentando juzgar a Milosevic por fraude económico, cual Al Capone, o protegiendo a Karadzic? ¿La UÇK como grupo armado de liberación o como grupo terrorista? Cada día creo menos en los grupos y más en los individuos. Me carga oír que “los serbios, esto” o “los albaneses, lo otro”; ¿no es un signo racista meterlos a todos en el mismo saco, como lo es llamar ladrones a los magrebíes porque se ha encontrado a cuatro de ellos robando? Sin embargo, creo que no hacer un esfuerzo por ver la realidad alrededor de uno (o, peor aún, hacer un esfuerzo por no verla) es intelectualmente deshonesto, y en los asuntos balcánicos (durante los conflictos, abiertos o latentes) los casos de intelectuales locales realmente honestos han sido demasiado excepcionales; demasiado escasas las condenas a las agresiones que se han infligido, sin ponerles coletillas (“vale, está mal hacer matanzas de gente, pero no debemos olvidar que éstos, en tiempos...”); demasiado descorazonador que los conflictos se solucionen sin voluntad de pactos (que implican
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concesiones mutuas), sólo por presiones externas, por satisfacción suficiente de las propias aspiraciones tras los hechos de armas o, casi, por aburrimiento de los contendientes. En este contexto, no es tan extraño que cualquiera de los grupos saque provecho de una coyuntura internacional favorable, que les permita avanzar unos palmos más en su carrera en favor de sus propios intereses, que como globos en contacto dentro de una caja cerrada, significa que si uno se hincha más debe comprimirse el de al lado. Aquello sigue siendo una olla a presión, aunque de momento las espitas están abiertas y no hay riesgo de explosión. Creo que la única solución con visos de duradera será la paulatina asociación o integración en estructuras superiores (como la UE, aunque no las tengo todas cuando veo Berlusconis o Haiders en el poder), que fijen otras reglas del juego. Espero vivir lo bastante para verlo.
22 Marzo 2002 Javier López Parada
En cuanto a la nueva limpieza étnica, es cierto que Naciones Unidas no puede eludir su responsabilidad. No por el funcionamiento de la policía, sino por el establecimiento de estructuras judiciales y administrativas “etnicizadas”. Las estructuras judiciales han sido denunciadas por organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos, que las han llegado a considerar instrumentos de legalización de la limpieza étnica. Todo esto no supone negar la opresión de los albaneses en el periodo 89-99. Aunque sí constatar que el territorio está sujeto a periódicas “vueltas de tortilla”. Porque si se habla con serbokosovares sobre el periodo anterior al 89, también se puede encontrar la queja por la opresión que sufrían a manos de los albanokosovares. Un territorio y dos “programas nacionales”. Parece que, según de donde sople el viento, se lleva adelante uno u otro programa, sin que en ningún caso exista interés (ni en el territorio ni en la comunidad internacional) por llevar adelante un programa integrador de todos los grupos étnicos.
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Vivencias de Kósovo (II)
6 Mayo 2002 Francisco Veiga
Remito un interesante reportaje publicado ayer mismo por BBC sobre la increíble vigencia de la gjakmarrje o venganza de sangre en el Norte guego de Albania.
7 Mayo 2002 Javier López Parada
Increíble, sí. Aunque en septiembre del 2000 tuve contacto directo con la gjakmarrya en Kaçanik, Kósovo, por lo que la vigencia de la institución en zonas mas o menos desprovistas de instituciones estatales fuertes parece seguir garantizada.
7 Mayo 2002 Francisco Veiga
Bueno, es una mezcla de varias cosas: el auge de negocios ilegales que no hacen aconsejable acudir a la policía o las instancias judiciales para resolver cuentas pendientes, la recuperación del “orgullo guego” en Kósovo y Norte de Albania, la implantación de la gjakmarrja entre las colonias de albaneses en el extranjero, la abundancia de armas desde 1997. En todo caso yo me quedé bastante sorprendido cuando el escritor Nesad Tozaj (bastante famoso en Albania y Francia) me comentó en Tirana que su obra novelística giraba en torno a la venganza de sangre que era “la tragedia del país”. Por otra parte, la reaparición de la gjakmarrja indica también la fuerza con la que se ha recuperado la estructura clánica de la sociedad norteña, a pesar de que los interlocutores albaneses lo nieguen o se hagan los “suecos” cuando hablas con ellos de estas cosas. - 84 -
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Sandzak En un año en que los temas de Bosnia y de Kósovo centraron gran parte de los debates en la lista Balkan, era casi inevitable que, tarde o temprano, la cuestión del Sandzak se acercara a nuestros intereses. Los mensajes que intercambiamos sobre el tema evidenciaron más nuestro interés por la región y por sus particularidades históricas y étnicas, que un conocimiento profundo de su realidad actual. Como suele ocurrir en la propia política, abordamos la cuestión con diversas perspectivas (bosnia, serbia, kosovesa, montenegrina), pero siempre desde fuera.
24 Mayo 2002 Eduard de Vilar
Respecto a las minorías de Serbia, los eslavos musulmanes se llaman a sí mismos Bosníacos (“Bosnjaks”, eslavos musulmanes de BiH), que es una denominación diferente a la de bosnios (naturales de Bosnia, sea cual sea su origen étnico). La mayoría de población del Sandzak así se considera e incluso llegar a considerar “madre patria” a Bosnia y a toda la franja musulmana (que llega a incluir parte de Kosova como un mismo territorio nacional). Para más información, decir que existe en Kosova un Partido Bosníaco de Acción Democrática (BSDAK), que se presento en las municipales de hace dos años y que es una “rama indirecta” del SDA del ex-dirigente de BiH Izetbegovic.
26 Mayo 2002 Virtuts Sambró
No entro a discutir si es buena o no esta actitud del Sandzak, pero no es de extrañar. El Sandzak formó parte de Bosnia desde la Edad Media (si no recuerdo mal, desde el reinado de Tvrko I Kotromanic) hasta el vilayato turco de la “Constitución” de 1867. La ocupación austro-húngara, aprovechando el Congreso de Berlín de 1878, puso la frontera de Bosnia - 85 -
Sandzak
en el Drina, como era hasta la guerra de 1992-1995 (hoy dudosa, con la Republika Srpska vigente). En el periodo de entre guerras (la primera Yugoslavia ), se dividió el país entre diferentes zonas sin control directo bosnio: las banovinas del Vrbas, del Drina,.... Es de agradecer que a los musulmanes bosnios no se les haya ocurrido reivindicar la zona y montar otro conflicto, pero no es de extrañar que el SDA juegue su papel en Kosova, aunque no le auguro ningún porvenir. A todo lo dicho añadiría que las constantes masacres y deportaciones (inducidas o directas) de los serbios contra la gente del Sandzak desde la segunda mitad del s. XIX y durante todo el siglo XX no es que favorezcan una postura favorable a quedarse quietos.
27 Mayo 2002 Francisco Veiga
En el año 94 pasé unos días en Novi Pazar invitado por uno de los teóricos locales del SDA y editor de la revista “Sandzak”. Volví cargado de libros y revistas y mi impresión sobre lo que podríamos llamar el “hecho diferencial sandzaki” es que no se les puede englobar tan alegremente bajo la denominación de “bosníacos”. Una parte de la población puede autodefinirse así, pero no toda, y además olvidamos que el Sandkaz también engloba el Norte de Montenegro, de donde han salido los votos más proserbios (o profederales y hasta pro-Milosevic) de esa república. Tampoco los bosníacos de Sarajevo, por ejemplo, me parecen tan dispuestos a denominar bosníacos a los sandzakis. Por lo tanto, y dada la complejidad del asunto, yo los llamaría “sandzakis”, no sea que los chetniks nos acusen de contribuir a la “Diagonal Verde”, los sarajevitas nos tomen por un clan sandzaki peligrosamente descontrolado, o los de Djukanovic nos llamen antimontenegrinos.
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28 Mayo 2002 José-Miguel Palacios
El Sandzak formó parte de Bosnia desde la Edad Media (si no recuerdo mal desde el reinado de Tvrko I Kotromanic) Aunque los nacionalistas de todo pelaje, que han hecho tanto mal a los pueblos exyugoslavos, se hayan empeñado en lo contrario, me parece que este tipo de argumentos históricos tienen un valor muy pequeño. Con los movimientos de población tan considerables (y relativamente recientes) que ha habido en la zona, ¿qué importancia puede tener si unas montañas estaban incluidas o no en el reino de Tvrtko hace seiscientos años? Es de agradecer que a los musulmanes bosnios no se les haya ocurrido reivindicar la zona y montar otro conflicto Nadie es tan inocente y nadie tan culpable en esa parte del mundo. SDA nació como partido de los Musulmanes (era el nombre que entonces se daban) en toda Yugoslavia, incluido el Sandzak. Ljajic, el actual Ministro yugoslavo de confesiones y minorías étnicas, fue uno de los fundadores del SDA en Sarajevo. Y a lo largo de los años, el liderazgo de Novi Pazar ha adaptado su política a lo que el liderazgo de Sarajevo consideraba más conveniente para la nación ahora denominada bosniaca. Casualmente, en Sarajevo se pensó que le convenía más la defensa de las fronteras republicanas que la unión de todas las zonas de mayoría Musulmana. Por cierto, que esa unión es técnicamente complicada. En el Sandzak serbio tienen mayoría Musulmana las tres comunas sudorientales (Sjenica, Tutin y Novi Pazar), pero cuentan con amplia mayoría serbia las dos occidentales (Prijepolje y Novi Varos), lindantes con Bosnia. Igual es la situación en el Sandzak montenegrino.
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Sandzak
28 Mayo 2002 José-Miguel Palacios
Sobre el tema del Sandzak apuntar que desde 1994 la autodenominación bosniacos se ha ido popularizando, si bien (que este es otro tema) es cierto que hay un cierto rechazo de los bosnios respecto a los sandzakis. Es interesante que los sanyaqueses tengan muy mala imagen en Sarajevo, donde mucha gente los ve como mafiosos. Por cierto, que el dialecto del Sandzak es diferente de los que se hablan en Bosnia, incluso en las zonas orientales, próximas al Drina. En Sarajevo se cuenta como gracia la forma de hablar de Ejup Ganic (oriundo del Sandzak), al que le costaba Dios y ayuda hablar “ijekavski” y que, en cuanto se descuidaba, ekavizaba su pronunciación.
29 Mayo 2002 Francisco Veiga
Hace ya mucho tiempo que no se habla de manifestaciones autonomistas o nacionalistas en el Sandzak. Y desde luego, nada parecido a las de 1992 ó 1993. Me temo que la vertiente bosníaca del porcentaje “x” de sandzakis de Serbia está en horas más bien bajas. El tema de las elecciones recordar que en las ultimas en Montenegro hubo llamamiento al boicot y solo voto un porcentaje reducido del partido homologo de Milosevic en Montenegro. Si en el Sandzak montenegrino hubo mas votantes podría haber sido debido por una parte al aislamiento informativo (en las áreas rurales normalmente solo se tenia acceso a los medios del régimen) o por otra al miedo a - 88 -
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la independencia de Montenegro que partiría el Sandzak en dos o provocaría una nueva guerra. Es un tema que está por estudiar. Desde luego el asunto del aislamiento informativo no convence porque Montenegro es muy pequeño y en una hora y pico o dos de carretera recorres la distancia entre Zabljak y Podgorica, por ejemplo.Yo estuve en el Norte de la república durante las elecciones de septiembre del 2000 y con una amiga periodista hicimos algunas encuestas. Era innegable el pro-yugoslavismo de la población en esas zonas; recuerdo que en algunos colegios electorales se comenzó a votar a las 8 de la mañana, lógicamente en contra del boicot. En parte debido al abandono en que tiene sumido Podgorica al Norte del país. Poco antes de las elecciones se hizo un cierto esfuerzo por mejorar algunas infraestructuras, pero fueron gestos aislados que sonaban a electoralismo. Por lo demás, entre los sandazkis hay una actitud de rechazo hacia los respectivos estados dominantes que sirve para reforzar el hecho diferencial propio, aunque de una manera curiosamente contradictoria. En Sandzak Norte es patente el rechazo de Serbia, y de ahí y teniendo en cuenta la emigración hacia Bosnia, las actitudes pro-bosníacas. En el Sandzak Sur hay una sentimiento de descontento hacia Montenegro, y por ello se muestran más profederales o pro-serbios. De todas formas es más una opinión personal que una conclusión, porque el tema del Sandzak en su conjunto es bastante complejo.
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Reseña de libros Actores y modelos: una visión sobre la política en Serbia bajo Milosevic PAVLOVIC, Dusan. Akteri i modeli. Ogledi o politici u Srbiji pod Milosevicem (Actores y modelos: una visión sobre la política en Serbia bajo Milosevic). Belgrado: Rec, 2000. 21 Enero 2002 César Luis Díez
Se trata de un libro que recoge una serie de artículos publicados en distintas revistas yugoslavas por el politólogo Dusan Pavlovic durante el periodo 1994-2000. Como el propio autor dice en el prólogo se trata de una serie de reflexiones (teóricas) en torno a una pregunta central: ¿Por qué en Serbia no existió la democracia bajo (el régimen) de Milosevic?. Además otro de los objetivos del autor (según se menciona también en el prólogo) es conseguir en los próximos años desarrollar un estudio sistemático del régimen de Slobodan Milosevic. La trampa balcánica VEIGA, Francisco. La trampa balcánica. 2ª ed. Barcelona: Grijalbo, 2002. 21 Febrero 2002 Francisco Veiga
Acaba de publicarse la reedición de mi libro La trampa balcánica. Es una versión muy ampliada y renovada de la primera edición, que ya databa de 1995 (terminada de redactar en septiembre de 1994). Desde entonces han ocurrido muchas cosas en los Balcanes y sólo añadirlas y analizarlas me llevó todo un año de trabajo. Además, he perfilado ideas, he puesto nuevos ejemplos y el libro ha ganado considerablemente. El resultado es un tomo de 671 páginas (incluyendo índices) en rústica. Dado que lo hice llegar hasta el pasado 11 de septiembre, no creo que en el futuro haya más añadidos. Lo que pase a partir de ahora sería tema para otro libro.
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Reseña de libros
La grave transgresión. De alto secreto a máxima seguridad TOMLINSON, Richard. La grave transgresión. De alto secreto a máxima seguridad. Barcelona: Eds. Península, 2002. 22 Abril 2002 Francisco Veiga
Acaba de aparecer en castellano el libro de Richard Tomlinson La grave transgresión. Como seguramente sabréis, son las memorias de un polémico desertor del M16, el servicio de inteligencia exterior británico, que en su momento levantaron bastante polvareda. El libro no tendría mayor interés para Balkan si no fuera porque relata en un par de capítulos las actividades de los espías británicos en Serbia, Albania, Macedonia y Bosnia durante los años 90. No esperéis grandes cosas, al margen de temas de procedimiento que tienen su gracia: sabréis, por ejemplo, qué es un informe CX, una “estación caja de zapatos” o cómo se lo monta el M16 para rescatar a un agente en caso de apuro. También habla Tomlinson de un supuesto plan británico para asesinar a Milosevic y de la financiación del Partido Conservador británico por los serbios de Bosnia (la verdad es que los conservadores se pringaron incluso con los albaneses, que ya es decir). Lo demás, más o menos, son cosas conocidas, como el uso y abuso de los puestos de observadores OSCE por los servicios de inteligencia occidentales, lo bien que lo hacen los alemanes y la tendencia de los mandos de estos servicios a pactar “estaciones” con los gobiernos locales, que luego les dan lo que les quieren dar. Tomlinson pretende aportar veracidad y “tensión” a su relato plagándolo de terminología profesional y muchas abreviaturas y siglas: IONEC, H/BAP, H/SECT, MODA/SO, C/CEE, FCO, ODA, AA, SAF, Box 4, y mil y una más. No existe una lista al principio o final del libro, por lo que hay que leérselo desde el comienzo o andar pasando páginas de un lado para otro, a fin de saber de qué va el asunto. Bastante enervante. Pero lo peor de todo es la horrorosa traducción, que además es la contraprueba de que la editorial cuenta con muy deficiente servicio de corrección de estilo. Los libros de temáticas especializadas deben ser supervisados por profesionales. Al de Tomlinson, por ejemplo, le hubiera venido bien que le echara un vistazo un militar. Así quedaría claro que en inglés un NCO es un simple
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“suboficial”, un “lance caporal” no es exactamente un “cabo lancero” y un APC es un vehículo blindado para transporte de personal. Como mínimo el lector se hubiera ahorrado un puñado de siglas. Pero también hay fallos sintácticos y de vocabulario normal y corriente. Me temo que las malas traducciones están proliferando. Para terminar: como otros libros similares escritos en primera persona por agentes secretos desertores o con problemas en sus servicios, todo aquello que explican hay que tomarlo con la necesaria distancia. El objetivo primordial de las memorias es la excusa o la justificación, por lo que el autor se manifiesta como un tipo simpático, inteligente y, como no, un pedazo de pan. Alianza no santa: Grecia y la Serbia de Milosevic MICHAS, Takis. Unholy Alliance: Greece and Milosevic's Serbia. Texas A&M University Press, 2001. 17 Junio 2002 Roberto Rodríguez
Tan sólo unas líneas para comunicaros algo que seguramente algunos de vosotros ya sabéis: la publicación del libro de Takis Michas Unholy Alliance: Greece and Milosevic's Serbia. El título no lo dice todo, pero sí por dónde van los tiros.
10 Julio 2002 Francisco Veiga
Con respecto al libro de Takis Michas que hace algunas semanas mencionaba Roberto, no era ajeno a los foros de noticias sobre Balcanes, que lo mencionaban y reseñaban de vez en cuando. Tuvo una cierta resonancia. Pero la sensación que me daba era la de un planteamiento un tanto distorsionado, si se puede decir así. Hablar de una “alianza” entre Grecia y la Serbia de Milosevic me parece bastante exagerado. Si lo aceptamos también se podría escribir algún libro sobre la “alianza” italo-serbia e incluso franco-serbia (!?), es decir, sobre los conatos de “connivencia” entre las potencias mediterráneas y Belgrado. En
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Reseña de libros
fin, no quiero caer en la provocación pero me parece que el libro de Michas va por ahí. De todas formas intentaré hacerme con él en cuanto pueda y hablaremos más en serio. Más sobre Cioran LIICEANU, Gabriel. E.M. Cioran. Itinerarios de una vida. Los continentes del insomnio. Entrevista con E. M. Cioran. Valencia: Debats, 1995. 15 Agosto 2002 Francisco Veiga
Supongo que más de uno tiene en sus estanterías lo que yo denomino el “libro gafe”; desaparece cuando lo necesitas, reaparece meses después, vuelve a perderse... Lo mismo me ocurrió a mí con el que os comentaré ahora. Lo vi en el quiosco de la Facultad, pero el dependiente no sabía el precio, tardé varios días en que lo averiguara, luego lo perdí en casa, y tras varios meses descolocado reapareció hace unos días. Se trata de un librito del rumano Gabriel Liiceanu sobre el filósofo E.M. Cioran. Lo publicó la valenciana Editorial Debats en 1995, pero se vendía con la revista del mismo nombre, de ahí la confusión con el precio. El título da una idea de la doble estructura de la obra. La primera parte es un breve trabajo biográfico sobre Cioran bastante bien hecho, con ayuda de fuentes de primera mano, como la correspondencia del filósofo a su hermano Aurel, a sus padres y a otros personajes. De todas formas, a mí me parece muy jugosa la segunda parte. Cioran era muy esquivo y apenas concedió entrevistas en su vida. Además, esta vez el entrevistador es un buen conocedor del panorama cultural rumano y sabe sacarle partido. Para mí, uno de los mejores momentos es el retrato que hace del profesor Nae Ionescu, maestro de toda una generación de pensadores rumanos. Me parece muy ajustado y a la vez divertido. Constantin Noica también tiene su lugar y, sobre todo, su gran amigo Petre Tutea. Hay asimismo referencias variadas a los pensadores franceses de los cincuenta, pero uno de los momentos más curiosos es cuando nos habla de su fascinación por España (él tan escéptico y distante hacia todo):
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Cioran: Voy a decirle una cosa: en realidad yo estaba hecho para España, para la lengua española. No le ocultaré que lo que yo realmente quería era irme a España. Antes de la guerra presenté incluso una solicitud de beca en ese sentido. Liiceanu: ¡Dios mío!¿También una beca para España? Cioran: Sí, sí, no se sorprenda. Yo era un fanático de Santa Teresa de Ávila. Y sigo siéndolo. Era una pasión casi enfermiza. Le profesaba un verdadero culto. También me gustaba como escritora; el exceso, sobre todo, me fascinaba en ella. Un exceso que tenía su origen en esa locura tan particular, inconfundible, propia de España. Dos meses antes de que estallara la guerra civil, solicité una beca en la embajada. Naturalmente, no recibí respuesta alguna. En realidad yo no quería ir a Paris. España... estaba hechizado por ese país. Había leído toda la obra de Unamuno... y mi única satisfacción, después de la guerra, fue conocer España. Considero este viaje como el más impresionante y el más bello que he hecho en toda mi vida. En fin, una joyita muy curiosa y por desgracia, difícil de encontrar. Pero al menos sabemos que existe. Cioran, Eliade, Ionesco LAIGNEL, Alexandra. Lavastine: Cioran, Eliade, Ionesco (l'oubli du fascisme) . París: Presses Universitaires de France, 2002. 23 Noviembre 2002 Lista Balkan
En relación con el debate que mantuvimos en la lista hace dos años sobre el pasado fascista de Eliade, querríamos señalaros el artículo de Rafael Conte que aparece en Babelia (El País) del sábado 23-11-2002, bajo el título “La escritura como expiación”. En él se comenta la reciente aparición en Francia de un estudio sobre las veleidades fascistas de los tres intelectuales rumanos más conocidos del exilio: Cioran, Eliade y Ionesco.
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Reseña de libros
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