Articulo Jose Alvarez. Mexico Corregido Listo 23-10-15.docx

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. APRENDIZAJE DEL ADULTO, UN ENFOQUE ANDRAGÒGICO DESDE LA HEUTAGOGÌA José Enrique Álvarez Solano* RESUMEN La temática se basa en la premisa de que la Andragogía constituye la metodología acorde para el desarrollo del proceso de enseñanza y aprendizaje del participante adulto, lo cual conlleva a diferenciar el proceso educativo basado en principios pedagógicos diseñados para niños en un escenario cerrado, y el escenario de educación superior de postgrado que implica actividades intra y extra muros universitarios, lo cual requiere de otros métodos de enseñanza y aprendizaje que consideren los intereses y capacidades de los participantes adultos. El sustento teórico se basa en las teorías de Adam y Knowles. A este respecto se determina que la Andragogía es la ciencia y el arte que estando inmersa en la educación permanente se desarrolla a través de una praxis fundamentada en los principios de participación y horizontalidad, cuyo proceso, al ser orientado con características sinérgicas por el facilitador del aprendizaje, permite incrementar el pensamiento, la autogestión, la calidad de vida y la creatividad del participante adulto, con el propósito de proporcionarle una oportunidad para que logre su autorrealización. En ese mismo sentido se visualiza la Heutagogía como una disciplina que permite al adulto dentro de un contexto andragógico, autodirigir y determinar el momento y el escenario para lograr su aprendizaje, enfatizando su accionar en la autodidáctica. El artículo se elaboró con un enfoque Cualitativo, dentro del Paradigma Interpretativo con una visión Hermenéutica, con la cual se pretendió reflexionar sobre el acto educativo antropogógico que implica instruir y educar permanentemente al hombre en cualquier período de su desarrollo y en función de su vida social y natural. Palabras Clave: Andragogía, Antropogogía, Adulto, Enseñanza y Aprendizaje; Heutagogía.

* Licenciado en Educación, mención Orientación. Abogado. Especialista en Andragogía. Especialista en Gerencia Educativa. Magister en Andragogía. Magister en Educación Especial. Doctor en Ciencias de la Educación. Profesor Titular, Dedicación Exclusiva. Adscrito al Departamento de Ciencias Pedagógicas. Coordinador del Consejo de Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Carabobo. Venezuela. [email protected]) (jalvarez1@uc_educ.ve)Universidad de Carabobo. Valencia, Estado Carabobo, Venezuela

ADULT LEARNING, ANDRAGOGIC FOCUS SINCE HEUTAGOGÌA. ABSTRACT The theme is based on the premise that the Andragogy is consistent methodology for the development of the teaching and learning of adult participant, leading to differentiate the educational process based on pedagogical principles designed for children in a closed setting, and stage higher education graduate activities involving intra and extra university walls, which requires other methods of teaching and learning to consider the interests and abilities of adult participants. The theoretical support is based on the theories of Adam and Knowles. In this respect it is determined that the Andragogy is the science and art that being immersed in lifelong learning takes place through a practice based on the principles of participation and horizontality, which process, being oriented with synergistic characteristics by the facilitator of learning, can enhance thinking, self-management, quality of life and creativity of the adult participant, in order to provide an opportunity to achieve self-realization. In the same vein the Heutagogía is displayed as a discipline that allows the adult in a andragogic context, auto steer and determine the time and stage to achieve their learning, emphasizing their actions in self-education. The article was prepared with a qualitative approach, within the interpretive paradigm with a Hermeneutics vision, which was intended to reflect on the antropogógico educational act that involves instructing and permanently educate man in any period of its development and in terms of their social life and natural. Keywords: Andragogy, Antropogogía, Adult, Teaching and Learning; and Heutagogía.

INTRODUCCIÒN Mundialmente la educación está siendo considerada como un proceso global, dialógico, dirigido a generar cambios conductuales y procesos significativos que comprenden el sentido de la vida del ser humano; cuya meta es formar al hombre desde muy temprana edad a través de toda su existencia, atendiendo a las etapas de su desarrollo evolutivo, considerando su naturaleza, motivaciones, intereses, necesidades y potencialidades que lo identifican como individuo gregario. A este respecto, las características que indican los intereses, el desarrollo intelectual y las experiencias son las que establecen marcadas diferencias entre los niños, jóvenes, adolescentes y adultos que ameritan tratamiento educativo adecuado en cada etapa, por tal razón, la educación debe ser metodológica, adecuada al nivel y modalidad educativa, en donde sus objetivos o competencias apunten al desarrollo integral del individuo y a la

formación de un hombre capaz de involucrarse activa y conscientemente en la búsqueda de soluciones a los problemas de la comunidad, de las instituciones y de la sociedad en general. En la construcción del aprendizaje del adulto, éste debe ser asistido mediante un proceso que facilite el propósito a través de la expresión de sus experiencias como un punto de referencia para llegar a la comprensión, y encaminar así una auténtica transformación social a partir de la operatividad del entramado educativo del individuo adulto, con la finalidad de expandir sus conocimientos y por ende ampliarlos, con miras a mejorar sus herramientas de aprendizaje, e incorporarlo al desarrollo social y cultural de su comunidad, región y del país. Educar al individuo en su etapa adulta estableciendo la manera o estrategia más efectiva ha sido y seguirá siendo una preocupación de los investigadores y docentes, entre los cuales se pueden mencionar aquellos que han tenido un lugar privilegiado en la historia del nacimiento y desarrollo de la Andragogía como ciencia de la educación del adulto, tales como: Malcoml Knowles (1974) en Norteamérica, Félix Adam (1979) en Venezuela y Adolfo Alcalá ( 1980) en Venezuela, entre otros; quienes a través de sus estudios e investigaciones han formulado ideas, conceptos y hasta propuestas relacionadas de una manera u otra con la teoría y la praxis del proceso de construcción del aprendizaje del adulto. En ese sentido, Avanzini (1997) acota que el adulto es un concepto que tiene más fragilidad de lo que el sentido común o la literatura harían creer. Así mismo refiere que lejos de poseer esta solidez esperada, el adulto es por lo contrario un personaje susceptible de las más grandes evoluciones, cambios o mutaciones, así como de las mayores resistencias. Desde esta perspectiva, Adam (1990) plantea dentro de la idea de la Andragogía que es necesario conocer la conceptualización de la Antropogogía definida como la ciencia y el arte de instruir y educar permanentemente al hombre en cualquier período de su desarrollo psico-biológico y en función de su vida natural, ergológica y social. A este respecto Benne (1992), (citado en Adam, 1994) plantea la Antropogogía no como una ciencia sino como una estrategia para la supervivencia del ser humano, además señala que los miembros de una sociedad que está en proceso de aprendizaje debe tener la información y el conocimiento que sea más válido para lograr sus objetivos.

En términos generales, considerando los autores citados, la Antropogogía se puede definir como las formas y maneras de facilitar el aprendizaje de personas de todas las edades, consolidando un modo de vida adecuado a su entorno social. En ese sentido, la Andragogía constituye esa metodología ideal para el desarrollo del proceso de enseñanza y aprendizaje en el contexto educativo formal y no formal del aprendiz adulto, lo cual conlleva a diferenciarla del proceso educativo basado en la ciencia pedagógica, donde, por supuesto, requiere de otros métodos de enseñanza y aprendizaje que considere los intereses y capacidades de los participantes adultos como elementos generadores de motivación hacia el aprendizaje continuo, y asumirla como una actitud de vida que va más allá del hogar, la escuela y la sociedad. Actualmente la práctica docente para los adultos se ha circunscrito a la utilización de una metodología orientada fundamentalmente en los principios de la educación sistemática regular, la cual luce inadecuada para el logro de principios y objetivos de la educación de adultos que se centra fundamentalmente en considerar al hombre como un individuo que se desarrolla integrado a una comunidad, con características propias, conductas diferenciadas con un caudal de actitudes que heredan y se manifiestan objetivamente, donde el participante es reconocido como un ente social, cuyos esfuerzos individuales benefician el conjunto del conglomerado humano como unidad de la sociedad, el cual tiene capacidad de aprender, desaprender y reaprender continuamente. Desde esta perspectiva, los estudiantes adultos por el hecho de estar inmersos en un mundo social, laboral y familiar, donde predominan intereses, características y expectativas propias plenamente diferenciadas; es por este motivo que en sus orientaciones hacia la construcción de su aprendizaje, requieren muchas veces ser guiados o tutorados por facilitadores formados de acuerdo a diseños curriculares y perfiles que contengan la orientación metodológica para este nivel y que a la vez diseñen y apliquen estrategias metodológicas adecuadas al momento etáreo, y que por ende conlleven hacia la participación y autogestión del aprendizaje adulto, ya que en ellos subyace el compromiso, el interés, la responsabilidad y el conocimiento experiencial. En este sentido, es importante resaltar, sin caer en contradicciones, que desde la visión de la heutagogía, el aprendiz adulto no requiere de un docente que dirija el aprendizaje, por el contrario, el adulto es capaz, a través de su carga de conocimientos previos y experiencias, además de su motivación personal, para auto dirigir su aprendizaje. Sin embargo, no descarta la ayuda y colaboración de un acompañante durante los procesos de enseñanza y aprendizaje, pero sin depender de él. Respecto a esa arista, es preciso resaltar que la Heutagogía se refiere al aprendizaje auto determinado. Es un concepto que fue introducido en Australia por Steward Hase y Cris Kenyon (2000), y ha sido incorporado a los conceptos andragógicos refiriéndose a los aspectos de aprender a aprender, descubriendo las mejores y más efectiva maneras de aprender propio de cada individuo en la autodirección del aprendizaje basado en la

autoconfianza. Todos esos elementos planteados y que de una manera u otra afectan el proceso del aprendizaje en el adulto, propicia que diferentes estudiosos expresen la necesidad de que los educadores de adultos se capaciten en este tipo de proceso que requiere construir el aprendizaje en el adulto, para asistir la participación individual y colectiva, con capacidad para evaluar, autoevaluar y coevaluar en los grupos que participan en dicho proceso de aprendizaje continuo. Dicha capacitación docente fundamentalmente debe orientarse a facilitar más que a educar en el proceso de acompañamiento, con base en el contexto social y las características, intereses y necesidades del participante, no circunscribiéndose única y exclusivamente al salón de clases y al desarrollo de los contenidos programáticos de un pensum de estudios determinado, más bien, permitiendo que ellos mismos diseñen mallas curriculares y programas de cursos que deseen y se sientan preparados para incorporarlos a su formación profesional. A este respecto, Adám (1990), expresa que siendo los principios andragógicos aplicables a la educación del adulto, se le confiere a la Andragogía la obligación de estudiar su realidad y determinar las normas adecuadas para dirigir su proceso educativo. Tales aseveraciones del autor citado evidencian la misión de la Andragogía, la cual permite orientarse más que a la transmisión de un cúmulo de información, al estudio del contexto, características, motivación, disposición y necesidad de aprendizaje del adulto, para conformar una serie de normas, métodos, técnicas y procedimientos dirigidos a optimizar el proceso de enseñanza y aprendizaje. Desde este escenario se visualiza entonces el problema existente en el desarrollo del proceso educativo de los estudiantes o participantes adultos, donde el participante es asistido en el proceso de construcción de su aprendizaje por personal docente que muchas veces carece de la formación teórica acerca de lo concerniente a la educación de adultos y que desconoce las formas adecuadas de la aplicación de los principios, técnicas, estrategias y metodologías andragógicas, lo que trae como consecuencia que se diseñen y apliquen estrategias basadas en principios netamente pedagógicos, las cuales son diseñadas pensando en el proceso de enseñanza y aprendizaje de los niños y adolescentes. Además, el facilitador de educación de adultos debe poseer dominio de la técnica de evaluación de los aprendizajes, dentro de los principios que le son característicos a la educación de adultos, promoviendo el sentido de responsabilidad de estos, lo cual conllevará a un auto aprendizaje efectivo y al desarrollo de la capacidad crítica del participante, lo que redundará en un proceso educativo exitoso y de calidad. Desde este punto de vista, los docentes o facilitadores de educación de adultos, erróneamente pueden actuar bajo la concepción de la pedagogía tradicional utilizada en la modalidad de educación básica, media superior y superior tradicional convencional, puesto que de caer en ese error, estarían encaminando su praxis educativa a la formación

académica en el aula, transmitiendo conocimientos, dirigiendo, controlando y evaluando únicamente en clases presenciales; restando importancia a aspectos de interés que desarrollan en el participante de este nivel la capacidad de discernir, reflexionar y criticar en concordancia con su motivación de logro hacia la meta establecida. Tal situación evidencia la necesidad de estudiar con detenimiento el caso, con la intención de analizar los procesos de enseñanza y aprendizaje en el nivel de educación universitaria superior (postgrado), y en aquellas instituciones que se encargan de educar al adulto en forma sistemática, con el propósito de generar conclusiones y recomendaciones que se constituyan en alternativas educativas que permitan que los docentes se motiven hacia la adquisición de conocimientos, tendentes a conducir los procesos de autoaprendizaje de los adultos a partir del dominio de las estrategias andragógicas, desde un enfoque heutagógico, para satisfacer las necesidades de los participantes adultos, generando iniciativas capaces de aprovechar sus experiencias y propiciar el autoaprendizaje

DESARROLLO DE ACUERDO A TÉCNICAS Y MÉTODOS. La investigación se elaboró desde un enfoque Cualitativo, bajo un Paradigma Interpretativo a través del Método Hermenéutico, tomando como base teórica los postulados de Malcoml Knowles y Félix Adam, además de las aportaciones de Alcalá y Lindeman sobre la Andragogía como ciencia. De la misma manera se revisaron los aportes de Steward y Kenyon sobre la Heutagogía complementado por los escritos de Yturralde. Todo ello con la finalidad de presentar una reflexión sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje que se ejecuta al pretender propiciar el desarrollo del hombre en su etapa de adultez. LA EDUCACIÓN DE ADULTOS COMO PROCESO. La educación de adultos se puede concebir como un proceso por el cual los participantes adquieren conciencia de sus experiencias más importantes como herramientas de aprendizaje, y este reconocimiento de la importancia los debe conducir a la evaluación. A este respecto, Knowles (1980), expresa: “La educación de adultos se concibe como una nueva técnica de aprendizaje, una técnica esencial, tanto para los graduados universitarios como para los trabajadores manuales no letrados. Es un proceso que sirve para que los aprendices adultos cobren conciencia de sus experiencias y las evalúen. Una de las distinciones principales entre la educación para adultos y la educación convencional radica en el proceso del aprendizaje mismo. En una clase para adultos, la experiencia del aprendiz cuenta tanto como el conocimiento del profesor. Ambos son intercambiables, reflejando una autoridad compartida”. (Knowles, 1980)

De acuerdo a lo planteado por los autores citados, el proceso para la enseñanza del adulto está fundamentado en la experiencia previa y el interés en el objeto de estudio. En ese sentido, han surgido esfuerzos por reunir conceptos, ideas y resultados aislados de las investigaciones sobre el aprendizaje de los adultos, en una estructura integrada, sin embargo, estos esfuerzos eran más bien descripciones de conceptos y principios que no llegaron a conformar marcos teóricos exhaustivos ni coherentes, surgiendo la necesidad de un concepto integrador y diferenciador de la educación de adultos. En los enfoques teóricos que se vinculan con la educación de adultos se encuentran posiciones diversas; definiéndose líneas entre los que comparten la proposición andragógica como una respuesta a la educación propia para adultos y los que la consideran tan sólo una simple denominación. Entre quienes aceptan la primera, se encuentra Adams (1991), quien señala que los principios pedagógicos son inaplicables en la educación del adulto, dada la marcada diferencia entre éste y el niño o adolescente por lo que se requiere de un tratamiento adecuado que tome en cuenta las características inherentes al sujeto. Esta afirmación sostenida por el autor citado plantea que los métodos utilizados en el proceso de orientación del aprendizaje deben tomar en consideración los intereses y motivaciones que mueven a los adultos a adquirir nuevos conocimientos y habilidades que les son vitales en su desenvolvimiento ergológico y social. Además, todo método que se utiliza debe propiciar la horizontalidad en el proceso de enseñanza y aprendizaje que involucre las expectativas tanto del facilitador como del participante. Expresa el mismo autor que la experiencia es otro factor a considerar en el proceso de aprendizaje y enseñanza, pues siendo ésta el producto resultante de vivir, de confrontar situaciones y practicar los conocimientos teóricos, marca una gran diferencia con el proceso de enseñanza y aprendizaje del niño o adolescente a quienes se les proporciona experiencias para desarrollar habilidades, destrezas, hábitos y capacidades válidas para la vida adulta. En el mismo orden de ideas, de acuerdo a las teorías propuestas por Adam (1994), señala que: “Los niños requieren para su educación de un maestro que los enseñe, mientras que los adultos apenas necesitan de quienes faciliten sus aprendizajes mediante orientaciones claras y definidas. Además, el modelo pedagógico, caracterizado por la verticalidad, centra toda actividad en la adquisición de contenidos; en cambio el modelo andragógico se caracteriza por la horizontalidad, donde el acto de enseñar no existe, ya que en la vida adulta el que facilita u orienta el proceso es un participante más en el proceso global del aprendizaje permanente” (Adam, 1994).

Según la posición del autor citado, entre la educación de los niños y la educación del adulto existe una gran diferencia representada por la verticalidad en una y la horizontalidad en la otra. Otra posición es la presentada por Knowles (1992) quien

inicialmente define la Andragogía como el arte y la ciencia de ayudar a los adultos a aprender, y la pedagogía como el arte y la ciencia de enseñar a los niños, y añade el autor citado, que el proceso de maduración puede comenzar en una edad temprana en la vida del niño, y a medida que él madura va adquiriendo las características de adulto; comienza a acumular experiencias que tienen un gran valor para el aprendizaje; empieza a prepararse para desempeñar roles sociales, y por lo tanto, experimenta momentos aptos para el aprendizaje, similares a los de los adultos. Del mismo modo concluye Knowles, afirmando que la Andragogía es simplemente otro modelo de supuestos acerca de los educandos para ser usado junto con el modelo pedagógico, con el cual se proporcionan dos modelos alternativos para comprobar los supuestos, en cuanto a situaciones particulares. Esta posición del autor citado, conlleva a deducir que la Andragogía y la pedagogía son dos teorías complementarias. En opinión del investigador, lo planteado por el autor citado coloca la ciencia Andragógica en una posición ecléptica, quedando a juicio de cada facilitador la construcción de estrategias acordes con las dos ciencias. Esta posición como especialista es que ambas ciencias son marcadamente diferentes, a la vez que permite reconocer enormemente el papel de la Pedagogía en la conducción de la enseñanza en los niños, y el de la Andragogía en la facilitación de los aprendizajes en el adulto, esto por las características propias que cada uno posee - el niño y el adulto. Desde este punto de vista, Díaz (1981) resalta que existen marcadas diferencias entre la Pedagogía y la Andragogía que se pueden visualizar en el proceso. Mientras que en la pedagogía se desarrolla el de Enseñanza y Aprendizaje, en la Andragogía se utiliza el proceso de orientación del aprendizaje. Sin embargo, aunque no es la intención de basar este artículo en las diferencias de las dos ciencias, es pertinente destacar algunas. De igual manera, Castro (1990), al referirse al adulto que facilita el proceso de orientación del aprendizaje de otros adultos, expresa que El andragogo es un educador que, conociendo al adulto que aprende, es capaz de crear ambientes educativos propicios para el aprendizaje. En su Acepción más amplia, el andragogo es el ser de la relación de ayuda educativa al adulto. De acuerdo con el expuesto por autor citado, se ratifica la necesidad de generar estrategias y métodos exclusivos para la enseñanza y el aprendizaje del adulto. En ese mismo sentido, Villegas (2013) expresa que el hecho andragógico es un proceso variado y complejo, por lo tanto es necesario que en la facilitación del aprendizaje del adulto el Facilitador, además de conocer una amplia variedad de recursos, estrategias y métodos debe ser capaz de aplicar aquellos que sean considerados más apropiados a los adultos comprometidos en una situación de aprendizaje determinada. Es así como se

justifica la necesidad de generar nuevas estrategias y readaptar las ya existentes a las necesidades e intereses de los adultos en proceso de formación.

FUNDAMENTOS DEL APRENDIZAJE ADULTO. El medio cultural de un individuo con sus complejidades existencialistas estructura la selectividad de las percepciones y evaluaciones de sus experiencias. Desde esta perspectiva no se habla de un acto de aprendizaje, sino de una situación de aprendizaje y de las fuerzas que actúan en él; es decir, el individuo incluye en su selectividad sus propósitos y necesidades, además de las exigencias de su cultura y de su aprendizaje previo. A este respecto, la Andragogía, considera el aprendizaje como un proceso esencialmente social. Según Natale (2003), establece que para aprender, un individuo debe actuar en relación con otros, para esta razón, la preparación para el trabajo en grupos y la interacción mediante la discusión constituyen elementos de gran importancia. De igual manera, el mismo autor citado expresa que las diferencias individuales son cruciales en esta teoría, y considera que cada individuo tiene una secuencia única de experiencias y, por ende, selecciona diferentes estímulos a los cuales responder, y organiza sus respuestas de modo diferente a los otros individuos. En ese sentido, la experiencia es fundamental en el aprendizaje, y la misma se produce en gran parte como respuesta a las necesidades y metas básica de motivación y se amplía por el interés tanto como por la práctica. En este orden de ideas, el aprendizaje de los adultos se fundamenta en varias teorías impregnadas de los diversos enfoques o corrientes educativas. Dentro de estos se puede citar el enfoque aprendizaje cognoscitivo, siendo importante mencionar a Bruner (1984); quien destaca la importancia del por descubrimiento, y el aprendizaje de conceptos. Para Bruner (Ob. Cit) el aprendizaje es inductivo y se llega a él por descubrimiento, agrega que si la superioridad intelectual del hombre es la mayor de sus aptitudes, también es un hecho que lo que le es más personal en lo que ha descubierto por sí mismo. En otro sentido, está el enfoque del aprendizaje significativo planteado por Ausubel (1989), quien no rechaza el aprendizaje por descubrimiento, pero le da más importancia al aprendizaje significativo. Este hecho que sostiene que la esencia del proceso de aprendizaje significativo reside en que las ideas expresadas simbólicamente son relacionadas de manera no arbitraria y sustancial, y no al pie de la letra, con lo que el alumno ya sabe. De acuerdo con Ausubel, el aprendizaje significativo presupone que el alumno manifieste una actitud de aprendizaje significativo; es decir, una disposición para relacionar sustancial y no arbitrariamente el nuevo material con su estructura cognoscitiva, como que el material que aprende es potencialmente significativo para él. Al respecto planteó que el aprendizaje significativo: en última instancia depende obviamente de dos factores principales que intervienen en el establecimiento de este tipo de relación, es decir, tanto de

la naturaleza del material que se va a aprender cómo de la naturaleza de la estructura cognoscitiva del alumno en particular. (Ausubel, 1998). De acuerdo a lo expuesto por el autor citado, en este proceso educativo la significatividad potencial del material de aprendizaje varía no sólo con los antecedentes educativos, sino con factores como la edad, ocupación y pertenencia a una clase social y cultural determinada, lo cual influye en el participante adulto en la medida que afecte su entorno socio cultural y la satisfacción de sus diversas necesidades. PRINCIPIOS ANDRAGÓGICOS. La praxis u operatividad de la educación de adultos se fundamenta en los principios andragógicos de la horizontalidad, participación y autogestión. De acuerdo a Adam (1990), ambos principios en los procesos de aprendizaje del adulto definen un contexto de relaciones entre los que facilitan el aprendizaje y quien o quienes lo realizan. Además, refiere que la ausencia de uno de estos principios rompe individual o colectivamente el equilibrio psíquico y la relación social que caracteriza las fases sistemáticas del comportamiento reflexivo, critico y creador del aprendizaje andragógico. Según Adam (Ob. Cit) el principio de horizontalidad debe entenderse como una relación entre iguales, como una relación compartida de actitudes, de responsabilidades y de compromisos hacia logros y resultados exitosos. De la misma manera se interpreta de sus planteamientos que las características elementales de la horizontalidad andragógica se refieren fundamentalmente al hecho de que deben estar presentes tanto en el facilitador como en el participante en iguales condiciones –cualidad-, al poseer ambos la adultez y la experiencia, no así, niveles cuantificables –cantidad- de desarrollo o de conductas observables. Estas dos características adultez y experiencias determinan que los procesos educativos, en cualquier etapa de la vida adulta, se organicen tomando en cuenta la madurez, necesidades e intereses que le son propios. En ese mismo orden de ideas, considerando los aportes del autor citado sobre la organización de los aprendizajes, se hace necesario establecer los rasgos más resaltantes del adulto, los cuales determinan la calidad del proceso educativo, y estos son, según Cross (1991), los siguientes:

“(a) La autonomía vital. (b) El tener concepto de sí mismo como capaz de autodirigirse. (c) Juega un papel social, toma de decisiones y asume responsabilidades desde el punto de vista económico y cívico. (d) Forma parte de la población económicamente activa y cumple una función productiva. (e)Actúa independientemente en sus múltiples manifestaciones de la vida. (f) La inteligencia sustituye las reacciones instintivas-emotivas”.

Además de estas características más o menos universales, el adulto de hoy se presenta como altamente autosuficiente y conflictivo, cuestionador de la sociedad, la ciencia y la tecnología, rechazador de la actitud paternalista, dinámico, buscador de una cualidad de vida humanizada con fuertes exigencias de que se le respete su posibilidad de crecer como persona y se le acepte como crítico, racional y creativo. El principio de Horizontalidad es pues, una acción reciproca en la que ambas partes pueden extraer resultados provechosos; es el intercambio de roles y desempeños de funciones en la cual el facilitador y el participante aprenden la mejor forma de dar y recibir, basada en el respeto mutuo, la comprensión y el entendimiento en un clima de libertad, permisión, madurez y sincera comunicación. De la misma manera, se habla del principio de participación, el cual se debe entender, según Adam (1990) como la acción de tomar decisiones en conjunto o tomar parte con otros en la ejecución de una tarea determinada. Siguiendo al mismo autor citado, la participación es el acto de compartir algo, es un dar y recibir, involucrarse en un proyecto común. Es buscar explicaciones a los indicios de temor, desconfianza, incomunicación, competencia, es revisar con frecuencia las metas, adaptarlas o cambiarlas. En ese sentido, implica oír sugestiones, compartir liderazgo, tomar en cuenta las necesidades, motivaciones y capacidades personales; finalmente, es generar ideas y soluciones a las situaciones que se viven y a los problemas planteados. De acuerdo a lo planteado por el autor citado anteriormente, esto significa que el rol del participante adulto en el proceso de aprendizaje va más allá de ser un simple receptor y repetidor de conocimientos. De acuerdo a Aker (2007), La participación conlleva el análisis crítico de cualquier problemática que afecte significativamente el contexto vital, es decir, la participación debe caracterizarse por una actitud crítica permanente al aporte de soluciones constructivas. Según Allen (2006), La participación estimula el razonamiento, el análisis de ideas, el mejoramiento o reformulación de propuestas, lo cual lo conmina a aceptar o rechazar de manera argumentada toda formulación o hipótesis. La participación andragógica también conlleva el respeto a las opiniones, pensamientos o criterios que se pueda emitir con relación a cualquier planteamiento relacionado o inmerso en el comportamiento individual. En ese sentido, de la participación andragógica surge el principio de evidencia, el aprender a aprender, develándose éste como una metodología del aprendizaje creador y como un instrumento para el autoaprendizaje. Supone el desarrollo de la capacidad para la utilización de métodos y técnicas que permitan construir conocimientos, lo cual tiende a desarrollar la responsabilidad y la autoformación. Este conocimiento debe aplicarse en la solución de los problemas reales; es aprender a hacer, actuar en y sobre la realidad.

RASGOS GENERALES EN EL APRENDIZAJE DEL ADULTO El medio cultural de un individuo con sus complejidades existencialistas estructura la selectividad de las percepciones y evaluaciones de sus experiencias. Desde esta perspectiva no se habla de un acto de aprendizaje, sino de una situación de aprendizaje y de las fuerzas que actúan en él; es decir, el individuo incluye en su selectividad sus propósitos y necesidades, además de las exigencias de su cultura y de su aprendizaje previo. A este respecto, la andragogía, considera el aprendizaje como un proceso esencialmente social. Según Pratt (2003), establece que Para aprender, un individuo debe actuar en relación con otros, para esta razón, la preparación para el trabajo en grupos y la interacción mediante la discusión constituyen elementos de gran importancia. De igual manera, el mismo autor citado expresa que las diferencias individuales son cruciales en esta teoría, y considera que cada individuo tiene una secuencia única de experiencias y, por ende, selecciona diferentes estímulos a los cuales responder, y organiza sus respuestas de modo diferente a los otros individuos. De acuerdo a Márquez (2008), la experiencia es fundamental en el aprendizaje, y expresa que la misma se produce en gran parte como respuesta a las necesidades y metas básica de motivación y se amplía por el interés tanto como por la práctica, que no es sinónimo de repetición. Para el autor citado, la práctica consiste en modificar cada intento sucesivo de aprender algo y no en repetir el mismo acto con exactitud. En este orden de ideas, el aprendizaje de los adultos se fundamenta en diversas teorías impregnadas de los diversos enfoques o corrientes educativas. Dentro de estos se puede citar el enfoque cognoscitivo, siendo importante mencionar a Bruner (1984); quien destaca la importancia del aprendizaje por descubrimiento, y el aprendizaje de conceptos. Para Bruner (Ob. Cit) el aprendizaje es inductivo y se llega a él por descubrimiento, agrega, que si la superioridad intelectual del hombre es la mayor de sus aptitudes, también es un hecho que lo que le es más personal en lo que ha descubierto por sí mismo. En ese sentido, existe en el proceso andragógico, un rasgo específico entendido como la relación orientación aprendizaje, la cual, según Briceño (2012), está caracterizado por darse en un plano horizontal, amplio, flexible, no formal, autodirigido con fijación de objetivos por negociación mutua y con diseños de aprendizaje mediante contratos y proyectos de aprendizaje. Además, acota el autor citado que debe ser en un clima confiable, respetuoso, participativo donde el diagnóstico de necesidades se realiza por mutua valoración y donde la evaluación se visualice mediante evidencias reunidas por el aprendiz, y validada por sus compañeros y facilitadores. El plano horizontal en la relación facilitador-participante se visualiza desde el momento en que el proceso de enseñanza o aprendizaje comienza a emerger y el respeto por el otro y la igualdad entre pares envuelve a los actores.

LA HEUTAGOGÍA COMO DISCIPLINA ANDRAGÓGICA Heutagogía se refiere a un aprendizaje auto determinado o auto dirigido, busca descubrir en el individuo adulto sus mejores maneras de aprender basándose en la autoconfianza. De acuerdo a diversos estudiosos en esa disciplina, la heutagogía se presenta como una mirada más profunda hacia los autodidactas frente a los novedosos cambios tecnológicos, los cuales representan mayores oportunidades para crear y facilitar los aprendizajes. En ese sentido, desde el autoaprendizaje es más factible la deconstrucción y construcción de los aprendizajes. Etimológicamente la palabra heutagogía deriva de una formación irregular de las palabras griegas heurista y ago, que significa guiar los descubrimientos, los hallazgos. De acuerdo a Rojas (2013), la Heutagogía, es el aprendizaje verdaderamente autodirigido y autodeterminado desde la perspectiva del intercambio de conocimientos, donde el alumno es quien determina qué y cómo el aprendizaje debe ocurrir. Según la autora citada, este tipo de aprendizaje anima a los actores a la reflexión personal, la interacción con los demás y el reconocimiento de las experiencias personales. Parafraseando a la misma autora citada, con ello se considera la necesidad de acelerar la asimilación de conocimientos y habilidades en una época donde el cambio social y la comunicación tienen un ritmo rápido. Este es un concepto que reconoce la experiencia diaria como fuente de conocimiento e incorpora la auto-dirección con un enfoque en las experiencias de aprendizaje. La Heutagogía definida por Stewart Hase (2007), se refiere al estudio del aprendizaje auto-determinado, bajo los conceptos de la autonomía y la libertad, los valores de elección y autodirección. Para Yturralde (2012), la heutagogía nos permite un enfoque a la capacidad de los individuos de aprender a aprender desde la investigación para el saber y la puesta en marcha desde la praxis en el hacer. De acuerdo a el autor citado, significa una mirada de un empirismo estructurado con resultados superiores fundamentados en el constructivismo, la cual sin lugar a dudas, cuenta, según el mismo autor, con la presencia de la esencia de la antropogogía como educación permanente y el eventual apoyo de facilitadores del proceso de aprendizajes o mentores, como los llama el autor citado. A este respecto, Adam (1991), define Antropogogía como la ciencia y el arte de instruir y educar permanentemente al hombre en cualquier periodo de su desarrollo psico biológico y en función de su vida natural y social.

La Heutagogía propicia la búsqueda de una relación entre el facilitador y el participante adulto, donde no sea el maestro quien decida qué, cuándo, cómo y dónde debe el participante ejecutar su proceso de aprendizaje y el desarrollo de las capacidades propias de cada persona. No obstante ser un propósito, ha sido uno de los escollos que ha debido superar el acto educativo del adulto. Desde la perspectiva de la Andragogía se visualiza la relación de horizontalidad, de igualdad, y en ese sentido surge esa actitud que debe aprehender el adulto, que se puede definir como heutagogía, que no es otra cosa en palabras de Rojas (2007), que la capacidad de asumir el control efectivo de su aprendizaje, basado el mismo en el desarrollo de habilidades y el uso de un entorno de aprendizaje direccionado hacia el crecimiento personal, profesional y social, sin ignorar el potencial de información, interacción y conocimientos que posee individualmente cada aprendiz adulto. En ese sentido, la heutagogía propicia ambientes de aprendizaje basados en la confianza, generando ámbitos de autonomía, permitiendo que el aprendiz adulto direccione sus intereses y metas, considerado al maestro como un mediador de los aprendizajes, con quien compartirá criterios, acuerdos y dilucida desacuerdos, generando un verdadero y significativo proceso epistemológico, tal como lo establece la Andragogía. Desde esa visión ontológica, la heutagogía en un proceso andragógico, coadyuva a la auto transformación del aprendiz adulto, incorporando y considerando las nuevas tecnologías de información y comunicación, lo que proporciona un aprendizaje idiosincrático, pues valora las experiencias personales y las necesidades de asimilación rápida de los nuevos conocimientos y competencias que ocupan. CONCLUSIONES DESDE LA HERMENÉUTICA. Partiendo de que el adulto es un ser que ha alcanzado pleno desarrollo en el plano biológico, psíquico, ergológico y social, y cuya naturaleza difiere, indiscutiblemente del niño y del adolescente, es innegable entonces, la existencia del hecho andragógico, tan concreto y verdadero como el hecho pedagógico. En ambos hechos, pedagógico y andragógico, intervienen factores como son los de tipo biológicos, históricos, antropológicos, psicológicos y sociales; pero en el hecho andragógico se encuentra, además de esos, a otros como son los ecológicos, económicos y jurídicos que condicionan la vida del hombre que en la sociedad tiene deberes y obligaciones de diversa índole. Desde el punto de vista de su madurez, el adulto como sujeto de educación, en palabras de Urbina y otros (2008), está inmerso en un determinado ambiente físico y social, con necesidades claramente definidas. Su desarrollo antropométrico, anatómico y fisiológico se ha estructurado, conformando una morfología determinada, que es ella su individualidad. Además, es dueño de su inteligencia, de acciones hechas a voluntad,

emociones, conciencia, inconsciencia, moral y ética. Por ello es que los autores estudiados señalan que posee dinamismos psíquicos aptos para reaccionar ante estímulos intrínsecos o extrínsecos, los cuales estimulan permanentemente su conducta. En ese sentido, sus diferencias individuales de personalidad se manifiestan en su conducta en la vida familiar, en el trabajo y en las relaciones con sus semejantes. El proceso andragógico, de acuerdo a Piña (2014) se explica como la relación orientación aprendizaje, caracterizado por realizarse en un plano horizontal, amplio, flexible, no formal, autodirigido con fijación de objetivos por negociación mutua y con diseños de aprendizaje mediante contratos y proyectos de aprendizaje. De igual manera agrega Alvarez (2014), el aprendizaje adulto se realiza en un clima confiable, respetuoso, participativo, donde el diagnóstico de necesidades se realiza por mutua valoración y donde la evaluación se gestiona mediante evidencias reunidas por el participante, validada por sí mismo, por sus compañeros y facilitadores. El hecho andragógico para robustecer su cuerpo de doctrinas y responder a los verdaderos objetivos educacionales del adulto, como base de sustentación, necesita la ayuda de otras ciencias de la conducta y el comportamiento humano, lo que la hace transdisciplinaria, por lo que le proporcionan datos y experiencia de gran valor para conducir en forma acertada este importante proceso. Es así como la psicología diferencial, social y la ecología son fundamentales para orientar el comportamiento del individuo y su forma de aprender. La sociología y las ciencias económicas, auxiliadas por la psicología, brindan una extraordinaria contribución al desarrollo de la Andragogía porque de ella deriva la metodología andragógica. En ese sentido, en la actividad andragógica, tanto el participante como el facilitador son considerados sólo como adultos con experiencias, igualados en el proceso dinámico de la sociedad. Esta confrontación de experiencias dentro del proceso, conduce al adulto a una racionalización de los contenidos que aprende, y a los cuales le imprime de manera particular ciertos matices relevantes y muy significativos para satisfacer sus necesidades e intereses. Además, es importante reflexionar desde el punto de vista heutagógico ya que esta disciplina que se mueve dentro de la Andragogía permite visualizar la capacidad que tienen los adultos de aprender a aprender de una manera autodeterminada, haciendo énfasis en los autodidáctas y en su praxis desde los entornos formales y no formales. La heutagogia permite entonces, ser incorporada a estrategias de aprendizaje o enseñanza enfocadas hacia aprendices adultos que desean aprender algo que les gusta o le conviene y no sea obligatorio para ellos.

Finalmente es propicio presentar en las conclusiones los aportes de Yturralde, quien expresa que: "Andragogía es al adulto, como Pedagogía al Niño". El niño se somete al sistema, el adulto busca el conocimiento para su aplicación inmediata que le permita redituar en el menor tiempo, existiendo la clara conciencia de buscar ser más competitivo en la actividad que el individuo realice, más aún si el proceso de aprendizaje es patrocinado por una organización que espera mejorar su posición competitiva, mejorando sus competencias laborales, entendiendo como competencias al conjunto de conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes orientadas a un desempeño superior en su entorno laboral, que incluyen tareas, actividades y responsabilidades, que contribuyen al logro de los objetivos clave buscados.”(Yturralde, 2012)

En ese sentido, el papel que juega el participante adulto en este tipo de aprendizaje, es diferente y se visibiliza con una mayor posibilidad que el de ser un receptor pasivo, tomador de apuntes, conformista, memorista repetidor de los conocimientos recibidos por un maestro. La Andragogía, la heutagogía y la antropogogía, permite una visión y un análisis crítico de las situaciones de aprendizaje que se pudieran presentar, a través del aporte de soluciones efectivas y la posibilidad de auto direccionar y auto transformar su propio aprendizaje. La Andragogía vista desde la heutagogía implica un proceso continuo de excelencia, el cual conlleva el propósito final de proveer un mejor nivel de vida personal y laboral del aprendiz como Socio del Aprendizaje. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Adam, Félix. (1977). Algunos Enfoques Sobre Andragogía. Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Caracas, Venezuela. Adam, F. (1990). Andragogía, Ciencia de la Educación de Adultos. Segunda Edición. Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Caracas- Venezuela. Adam, F. (1991). Estrategias Metodológicas del Aprendizaje. ANAEA EFIEA. Caracas Venezuela. Adam, F. (1994). La Teoría Sinérgica en y el Aprendizaje del Adulto. Revista de Andragogía. Año 1 N° 1 INSTIA. Caracas UNESR. Venezuela.

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