Articulo 70 Manu Chao

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EDITORIAL

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DOMINGO 5 DE OCTUBRE DE 2008

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El Siglo de Torreón

| 7A

Consecuencias LUIS RUBIO a crisis financiera por la que atraviesa EUA surge de excesos fiscales, una política monetaria laxa y, sobre todo, gran disponibilidad de capital por los elevados precios del petróleo. Todo esto tuvo el efecto de incentivar el desarrollo de productos financieros que no diferenciaban el riesgo en el precio. Es decir, le cobraban tasas de interés muy similares a proyectos sólidos y a inversiones de alto riesgo. En la medida en que los proyectos más riesgosos, como las hipotecas llamadas “sub prime”, comenzaron a hacer agua, todo el resto se vino abajo como un castillo de naipes. La crisis no es producto del capitalismo salvaje ni del Estado interventor como argumentan tirios y troyanos. El sector financiero norteamericano se caracteriza por un sistema regulatorio extraordinariamente complejo que obliga a sus participantes a ceñirse a un conjunto de reglas muchas veces onerosas y arcaicas. En todo caso, aun un sistema regulatorio perfecto no puede prevenir todas las crisis porque los cambios tecnológicos y la creatividad humana tienden a generar nuevas circunstancias. De lo que no hay duda es que un mal sistema regulatorio puede causar crisis futuras y eso es lo que parece haber ocurrido aquí. Por eso la dicotomía relevante en este momento no es entre más mercado o más regulación sino en un sistema regulatorio apropiado. A nadie le debe quedar ni la menor duda de que esta crisis exhibe las vulnerabilidades del sistema financiero estadounidense. También ilustra la complejidad de la globalización, sobre todo

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A nadie le debe quedar ni la menor duda de que esta crisis exhibe las vulnerabilidades del sistema financiero estadounidense. También ilustra la complejidad de la globalización, sobre todo a través del llamado “empaquetamiento” de deudas y su venta a terceros alrededor del mundo. Un banco le otorga un crédito a una familia o empresa y luego divide ese crédito en pedacitos y se lo revende a una multiplicidad de aseguradoras, bancos y fondos de inversión. Lo que ocurrió aquí es que al final nadie sabe quién tiene qué riesgos en su balance y eso paraliza al sistema. a través del llamado “empaquetamiento” de deudas y su venta a terceros alrededor del mundo. Un banco le otorga un crédito a una familia o empresa y luego divide ese crédito en pedacitos y se lo revende a una multiplicidad de aseguradoras, bancos y fondos de inversión. Lo que ocurrió aquí es que al final nadie sabe quién tiene qué riesgos en su balance y eso paraliza al sistema. El caso de las hipotecas es ilustrativo. En un ejercicio populista, los legisladores estadounidenses obligaron a los bancos a que crearan hipotecas para gente de menores recursos (a las que luego se sumaron personas con un mal expediente crediticio y especuladores) que, por definición, tenían poca capacidad de pago. Así nacieron las hipotecas “sub prime”. Estas hipotecas inician con pagos muy bajos en los primeros años y luego, súbitamente, experimentan un ascenso vertiginoso. Como resulta obvio ahora, todo mundo estuvo contento en los primeros años, pero en el momento en que los pagos ascendieron todo cambió. Tan pronto comenzó a subir el pago men-

sual, los propietarios de esas casas simplemente las abandonaron, dejando un hoyo en los balances de todos los poseedores de esos créditos alrededor del mundo. Detrás de esta crisis yace una política populista y no necesariamente (o no sólo) un comportamiento impropio de actores del sector financiero, excepto su lógica avaricia. Iniciada la crisis, el Gobierno norteamericano comenzó a responder con celeridad, pero de manera casuística. Pronto resultó que se trataba de un problema sistémico que exigía una solución general e inmediata. Aunque el primer proyecto de solución fracasó en el Congreso, la fortaleza institucional de ese país se ha dejado ver paso a paso. El proyecto elaborado por el Tesoro se discutió hasta el cansancio, los críticos hicieron saber sus perspectivas y el Congreso fue procesando los detalles del plan, todo a plena luz del día. Así como se exhibieron las vulnerabilidades del sistema financiero, se pudieron apreciar las fortalezas políticas e institucionales: la capacidad de emprender acciones decisivas, corre-

gir el rumbo, sumar fuerzas y cooperar entre instituciones, partidos y entidades con objetivos e intereses disímbolos. Y todo eso a un mes de las elecciones. Como dijera Churchill, “los americanos invariablemente hacen lo correcto, después de haber agotado todas las alternativas”. La gran pregunta, con enormes implicaciones para nosotros, es cómo afectará esa crisis a la tasa de crecimiento de la economía y a la generación de empleo. La crisis es profunda e involucra montos exorbitantes de dinero, pero a diferencia de 1929, existen los mecanismos necesarios para lidiar con ella y así limitar el daño potencial. De hecho, la expectativa es que el Gobierno de ese país logre una utilidad sobre el dinero que emplee en este proceso de rescate. Si uno observa las bolsas, el mercado está diferenciando y discriminando entre empresas: no todo ha estado cayendo, lo que ya en sí dice mucho. Más allá de las fluctuaciones cotidianas, así sean brutales, el sistema está funcionando como debe. Los pesos y contrapesos que caracterizan a ese país están operando de manera transparente y efectiva. Lo crucial es restablecer la confianza entre los jugadores en el sistema financiero y esa es precisamente la prioridad de las autoridades: su objetivo es restablecer el flujo de financiamiento para no afectar más el desempeño de la economía real. Las autoridades mexicanas han insistido en que el impacto sobre México será menor y en eso están cumpliendo con la responsabilidad que les corresponde. Sin embargo, no hay manera de

La infiltración del narco en los procesos electorales

Integración JAVIER FUENTES DE LA PEÑA JESÚS CANTÚ

l crecimiento de la narcoviolencia y, particularmente, el surgimiento del narcoterrorismo incrementó la preocupación (al menos declarativamente) de los dirigentes de los partidos políticos y autoridades por evitar las infiltraciones de los cárteles de la droga en los futuros procesos electorales; las propuestas para lograrlo muestran la improvisación y el desconocimiento del tema por parte de los interesados y van desde responsabilizar de ello a las autoridades administrativas electorales hasta solicitar el involucramiento del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) para investigar a los candidatos a los puestos de elección popular. El tema es de la mayor importancia y hay que dividirlo en dos aspectos centrales: uno, los narcocandidatos; y dos, la legalidad de los recursos con los que los candidatos y los partidos financian sus campañas electorales, dentro de los cuáles el narcodinero es únicamente una de las fuentes de financiamiento. En cuanto a los narcocandidatos, el último de los escándalos lo difunde el periódico El Universal, en su edición del lunes pasado, donde el actual dirigente del Partido Social Demócrata, Jorge Díaz Cuervo, revela que en el proceso electoral de 2006, el Cisen recomendó a la dirigencia del entonces Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina, la exclusión de dos precandidatos porque tenía documentados sus nexos con el narcotráfico. Este hecho es gravísimo: el Cisen tiene documentados los nexos de dos personas con el narcotráfico, pero no procede a presentar una denuncia penal, sino que se limitó a responder la petición expresa de un partido político y como consecuencia de ello se les negó, a los dos investigados, el derecho previsto en el Artículo 35 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de: “Poder ser votado para todos los cargos de elección popular…”. Obviamente existe el riesgo de que el narcotráfico

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infiltre los más altos niveles de la política y, una de las vías, son las candidaturas a los puestos de elección popular. Sin embargo, esto no es razón para violar la Constitución y los más elementales derechos políticos de la ciudadanía mexicana. Hay que cerrarles el paso, pero la ruta tiene que ser la vía penal y, obviamente, tras una resolución judicial que los condene. Pero el problema es mayor por la vía de los recursos que fluyen a las campañas electorales, pues al menos hay dos flancos: primero, la gran cantidad de recursos que los partidos y los candidatos esconde a las autoridades electorales; y, segundo, la posibilidad real de que los financieros de las campañas detecten el origen ilícito de los recursos que reciben, dado que es evidente que las autoridades hacendarias y de procuración de justicia han sido incapaces de detectar y controlar a los cerebros financieros de las organizaciones criminales. En el primero de los flancos hay que aceptar como regla general, afortunadamente no exenta de excepciones, que partidos y candidatos ocultan una parte de los recursos que ingresan y gastan en las campañas electorales a las autoridades electorales, con el objetivo evidente de no rebasar los topes oficiales de gastos de campaña. Y, nuevamente, basta revisar los casos de Pemexgate y Amigos de Fox, para comprobarlo. Estos dos casos muestran claramente las dificultades que enfrenta la autoridad electoral para realizar sus labores de fiscalización y aunque hoy, la Unidad de Fiscalización tiene mayores atribuciones de las que tenía la entonces Comisión de Fiscalización, puesto que ya no le son aplicables el secreto financiero o fiscal, difícilmente podrá revisar todos los ingresos que se utilizan en una campaña electoral, si los partidos y/o candidatos no los incluyen en sus reportes o no se reciben denuncias precisas, pues es casi imposible detectar los montos que se destinan a los artícu-

los promocionales (camisetas, vasos, tazas, balones, etc.) o a la compra de diversos bienes (despensas, materiales de construcción, etc.) que se distribuyen entre la ciudadanía o la prestación de servicios a las comunidades. Por esta vía ingresan recursos de la delincuencia organizada, pero también de donadores no autorizados, que prefieren mantenerse en el anonimato, pero que igualmente exigen a los triunfadores cumplir su contraparte, es decir, aplicar políticas públicas que benefician sus intereses particulares. Respecto a la segunda vertiente, el problema todavía es mayor, pues hay que decirlo con todas las letras: existen delincuentes que se esconden tras la máscara de respetables y exitosos hombres de negocios, destacados ejecutivos o profesionistas independientes, que bien pueden acercarse a los partidos y/o candidatos para financiar sus campañas con dinero de origen ilícito, pero blanqueado en las llamadas lavadoras. Los candidatos y los partidos, ocupados en captar recursos para sus campañas, normalmente no cuestionan las intenciones de los donadores, sino simplemente los reciben, aunque saben de antemano que alguna factura tendrán que pagar si son los triunfadores en el proceso electoral. Precisamente por esta vía han logrado proliferar “legalmente” muchos de los denominados giros negros. El problema es mayúsculo y requiere atención, pero no improvisaciones y, sobre todo, no descargar en la autoridad electoral responsabilidades que las autoridades competentes (como las procuradurías, policías, jueces, hacienda, bancos, etc.), con mayores instrumentos a su alcance, no han podido resolver. Y también hay que tener cuidado que la situación de emergencia que hoy vive el país por el crecimiento de la inseguridad no sirva de pretexto para atentar contra el Estado de Derecho y violar los derechos políticos de la ciudadanía.

RELATOS DE ANDAR Y VER ERNESTO RAMOS COBO

Manu Chao sí es hermano. Existen personajes que condensan el latir de una época. Manu Chao es uno de ellos. Pertenece a la misma estirpe de Lennon. Quien con sus gafas redondas y ese traje blanco desenfadado, tranquilo, de la mano de Ono, resumía a cada paso de sombrero enorme la libertad existencialista de esas décadas ya perdidas. De la misma estirpe del Elvis. Quien con el copete al cielo y cintura de vértigo, tranquilo, modulaba la voz para despertarnos del letargo mundial en el que nos habíamos sumido, la guerra mundial, el Rock and Roll a la vuelta de la esquina. Así justamente le toca ahora gritar a alguien hermano. En estos tiempos. Nos toca gritar a todos lo que vayamos pudiendo. Porque sin duda esta época nuestra es fuerte. Es dura. Es de migraciones –de mutaciones. De ningún

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escrúpulo –de utilitarismo a ultranza. De desalmados. De un número que se resume en una estadística. De rascarse la espalda con las uñas propias, aunque todavía haya quien se chupe el dedo pensando que podrán cambiar las cosas. Es entonces cuando la voz de Manu Chao se convierte en imprescindible. La fotografía de cualquier deambular nocturno donde en la calle nos ignoran. Donde los hombres y los sueños y los individuos caminando como hormigas. De locutorios llenos, hablando a casa, lejana, tan sólo para escuchar su nombre. De ese hermano que se te murió en Ecuador, por ejemplo, sin que tú estuvieras. Y de todos nosotros. Nosotros que no sabemos dónde. Que no sabemos cuándo. Que no sabemos qué. De todos los solitarios con nuestra carga individual de sueños. Y ustedes hermano, el bueno

evadir algunas implicaciones evidentes. De hecho, si uno observa las expectativas de la población, ésta ya está tomando providencias: años de crisis le enseñaron a no esperar, sino anticipar las acciones, o errores, del Gobierno. Cualquiera que sea la disminución en el ritmo de actividad económica en EUA, ésta va a afectar tres variables clave para nosotros: las exportaciones, las remesas y los precios del petróleo. Además, el Gobierno ha sido omiso en los ambiciosos planes de inversión en infraestructura que tenía y ahora no encontrará el mismo número de inversionistas o capital para llevarlos a cabo. Es decir, por razones externas, pero también de incompetencia interna, es inevitable que México sufra como consecuencia. Con todo, esta crisis arroja dos lecciones clave. Una, que la ortodoxia fiscal y monetaria nos ha librado de un contagio mayúsculo, con consecuencias como las de 1995. En esto la labor de éste y los dos gobiernos anteriores debe ser ampliamente reconocida. La otra, que tenemos que transformar nuestra economía, sobre todo en materia energética, de infraestructura y fiscal para poder desarrollar un mercado interno que genere crecimiento con nuestros propios recursos. Tenemos que modernizar la economía para fomentar la competitividad de nuestras empresas. Esto no es algo nuevo o novedoso, pero es algo que llevamos años evadiendo. Además de limitar el potencial de crecimiento, mientras más tardemos en modernizar a nuestra economía, más vulnerables seremos. www.cidac.org

de Patricio y la buena de Andrea, haciendo su historia con todas las fuerzas. No deja de haber alrededor de todo un dejo de tristeza, y un dejo de nostalgia muy bello, rodeándolo todo. Pero así es hermano. Por suerte la novedad es que Manu Chao tocará hoy por la noche en el Foro Sol, en esta la región más transparente del aire. Y que vamos juntos. Se precisa entonces de inmediato cerrar estas líneas, porque ya es turno de terminar de hostigar la tarde junto a nuestras mujeres, unos tacos de marlín, por qué no, y algunas cuantas cervezas, sólo las necesarias para llegar tranquilo a la grada esperando que las luces se apaguen, sumiéndonos entonces en ese mundo de idas y vueltas –de transeúntes—que día a día y a costa de puyazos continuamos haciendo. http://ciudadalfabetos.blogspot.com

ara ser profeta no hace falta estar inmersos en profundas reflexiones que nos lleven hasta la inconciencia. No es necesario tampoco ingerir sustancias alucinógenas o consumir drogas que nos lleven hasta el delirio para ahí descubrir las imágenes de los días venideros. Si alguien pretende que la historia ubique su nombre junto al del gran Nostradamus, lo único que debe hacer es echar un vistazo más allá de las fronteras de su horizonte. Por ejemplo, si un campesino de Coscomates, ejido enclavado en la Sierra de Durango, quiere adivinar el futuro de su comunidad, basta que revise la historia de algunos ejidos del Estado de Zacatecas, los cuales han desaparecido por varias razones. En primer lugar, el poco apoyo al campo ha provocado un éxodo masivo de la población hacia los principales núcleos urbanos, quedando las tierras en el abandono. Estos ejidos han desaparecido también porque la miseria ha obligado a muchos jóvenes a arriesgar su vida cruzando el Río Bravo, y así buscar mejor fortuna en Estados Unidos. Al revisar este caso, el nativo de Coscomates podrá imaginar que tarde o temprano el ejido en el que vive tenderá a desaparecer, esfumándose también su oportunidad de llevar una vida digna en ese lugar. Los mexicanos vivimos una realidad muy cruda debido al cúmulo de rezagos provocados por un mal Gobierno. Desempleo, inseguridad, injusticias y desigualdad social, son una constante en nuestro país. ¿Qué hacer para salir de esta situación? La esperanza que vive en mí se niega cada día a morir pese al desfile de malas noticias al que estamos expuestos. “Afectará crisis de EU economía mexicana”, “Cierran empresas para emigrar a China”, “Viven millones de mexicanos en pobreza extrema”. Gracias a esa esperanza inmortal, me puse a hurgar en la historia exterior para ver qué podría pasarle a México en el futuro. En la actualidad, muy encima de las riñas y pataletas políticas que frenan nuestro desarrollo, flota el espíritu de la globalidad. Esa globalización ha hecho que algunos países se unan con la intención de cobrar mayor fuerza política y económica. De esta unión han nacido interesantes tratados internacionales, de los cuales encontramos el ejemplo más cercano en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Sin embargo, más allá de estos acuerdos con espíritu meramente comercial, surgió en el Viejo Continente la Unión Europea con la intención de generar un desarrollo más intenso de las actividades económicas, crear mayor estabilidad política, aumentar la calidad de vida y estrechar las relaciones entre los estados miembros. Hoy, la Unión Europea es una de las principales potencias económicas y políticas del mundo. Los países que la integran han conocido un rápido desarrollo. Esa comunidad de estados europeos seguramente servirá de modelo para nuevas uniones entre países, como por ejemplo, entre las naciones asiáticas o árabes. Quizá no nos toque vivirlo, pero en un futuro seguramente nacerá la Unión de Estados de América del Norte. Es cierto que México es un país mucho más atrasado que Estados Unidos y Canadá, pero también lo es Hungría con respecto a Alemania, y sin embargo, hace años este país fue aceptado como miembro de la Comunidad Europea. México cuenta con grandes ventajas estratégicas para Canadá y Estados Unidos. En primer lugar, está el capital energético. Como se sabe, un país poderoso es aquel que tiene el control sobre el petróleo y otras fuentes de energía. Pero la principal ventaja de México es el capital humano. Seguramente algún izquierdista pensará que estoy loco, pues de lograrse un acuerdo de esa naturaleza podría estar en riesgo nuestra soberanía. Sin embargo, los países que integran la Unión Europea son tan soberanos como el nuestro. Soñar no cuesta nada, y más cuando se sueñan cosas agradables. Nuestra salvación está en la integración, pero mientras se da una unión entre naciones, lo más importante ahora es lograr una integración entre los mexicanos. ¿Qué les parece, señores políticos, si ustedes nos ponen la muestra? [email protected]

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