Andanzas En La Mitad Del Mundo

  • Uploaded by: Rolly Valdivia Chávez
  • 0
  • 0
  • December 2019
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Andanzas En La Mitad Del Mundo as PDF for free.

More details

  • Words: 1,216
  • Pages: 3
-MAS ARTICULOS-

ULTIMA EDICIÓN

Andanzas en la Mitad del Mundo

ECUADOR Nuestro enviado especial visita por segunda vez el país norteño y descubre que nos parecemos más de lo que queremos admitir. Texto y Fotos: Rolly Valdivia

Reciba nuestro Boletín Nombres:

e-m@il:

Enviar

Un peruano en Ecuador. Travesía en dos episodios, en diversos escenarios y con uno o varios finales felices. La acción se inicia en diciembre del 2000, cuando los renovados vientos de paz entre ambas naciones -¿hermanas?, ¿amigas?, ¿vecinas?- no terminaban de borrar las aprehensiones y recelos acumulados durante más de medio siglo de escaramuzas, conflictos y guerras no declaradas. La primera escena se desarrolla en las afueras del Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre, donde la incertidumbre y acaso la desconfianza del viajero recién llegado, comienzan a desvanecerse al descubrir una sonrisa francamente amistosa y al escuchar esas palabras sencillas que acompañaron el cálido apretón de manos que selló la bienvenida a Quito, la capital del país norteño. "No tendrás problemas por ser peruano. La pasarás bien", dijo el hombre de la sonrisa amistosa, intuyendo la velada inquietud del aprendiz de trotamundo que por primera vez salía de su país. Una tarde luminosa, empezamos a recorrer las calles coloniales o modernas, serranas y andinas de Quito (2,800 m.), una urbe protegida o amenazada por el volcán Guagua Pichincha. "¿Se parece al Perú?", pregunta entonces el anfitrión. Silencio en el escenario. El personaje no responde, hace mutis, quiere ver más de aquella ciudad fundada por Diego de Almagro el 15 de agosto de 1534 y declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1978.

Lazos de Sangre Pero fue en la Plaza Grande o de la Independencia -el centenario corazón de la capital- o acaso en el Mirador de Panecillo, sí, allí donde una enorme virgen alada reposa sobre el mundo, donde el recién llegado se olvidó de esas voces de mal agüero que le advertían "ten cuidado, en Ecuador nos tratan pésimo". Y casi se muere de la risa, cuando su acompañante le comenta que varios de sus amigos y hasta su pelada (novia), le habían dicho "los peruanos son malos", luego de comunicarles que viajaría al Cusco. No les hizo caso y viajó y se dio cuenta de que los

peruanos no eran malos, al menos no todos, al menos no tanto como creían sus panas (amigos). Y se divirtió y le gustó mucho y "volveré para encontrarme con un peruano malazo"... y ambos se mueren y matan de la risa, como antes -no hace mucho- sus compatriotas se morían o se mataban de verdad, en la línea de frontera. Se hace de noche. Se apagan las luces del escenario imaginario. Al volver a encenderse, se ve un cartelito amarillo donde se lee Latitud 0° y a varios extras que posan al ladito de esa línea amarilla que divide el planeta. El plano fotográfico incluye la imagen del inmenso monumento de 30 metros de altura, erigido para dejar en claro que en el Ecuador está la "Mitad del Mundo" (a 25 kilómetros de Quito). Antes del cierre del telón, los personajes se despiden en el atrio de la Basílica del Voto Nacional, un extraño templo gótico inaugurado en 1985 por el Papa Juan Pablo II. Un apretón de manos. Un adiós momentáneo. El viajero se queda solo. Saca una cámara, enfoca, dispara. Se retira por una avenida que no conoce. Vagabundea. Fin del primer acto.

Segundo acto Un peruano en Ecuador. Segunda parte. Seis años después. El clima de paz entre ambas naciones y el agradable recuerdo de la primera travesía generan un ambiente de confianza, tanto así que, luego de cruzar la frontera, el viajero se pone a cantar que ha "vuelto después de tanto tiempo", y hasta tiene ganas de pedir una bielita (cerveza) para conmemorar su retorno. Pero no hay tiempo. En este episodio las acciones son vertiginosas. El itinerario ignora a Quito y Guayaquil la poderosa ciudad portuaria-, para centrar la acción en las playas de Atacames, Súa, Same y la isla de Muisne (provincia de Esmeraldas, a 279 kilómetros de Quito), parte de la llamada Ruta del Sol, un circuito de mar y arena que comienza en el Guayas y termina muy cerca de Colombia. Días de relajo, de andar por Atacames -el balneario más concurrido de la provincia- de observar a los pescadores de Súa, de probar un cebichito sazonado con ketchup y salsa tabasco -qué horror-, de conversar con un quimboso vendedor de agüita de coco, de escaparse de esa morena fortachona que se gana la vida haciéndole trencitas a los bañistas y que ve en el peruano un cliente potencial. Cambios de escenografías. Del verdor de las playas de Esmeralda, la cuna de la cultura afroecuatoriana, a los dos mil 500 metros de altura de la feria sabatina de Otavalo (provincia de Imbabura, a 100 kilómetros de Quito), en la que los artesanos de los pueblos originarios kichwa otavalo y kichwa cayambi ofrecen textiles, ponchos y fajas, tapices y sombreros de paja toquilla, joyas y tallas de madera. Y de la espesura selvática de Mindo (provincia de Pichincha, a 80 kilómetros de Quito), con su flora y fauna infinita, su tarabita (oroya) que "vuela" sobre los árboles y sus siete cascadas que forman un santuario, a la geografía montañosa de Riobamba, "la Sultana de los Andes" (provincia de Chimborazo, 165 kilómetros distante de Quito), donde la cordillera es pródiga en cumbres atractivas.

La Nariz del Diablo En este punto de la historia, el protagonista se prepara para el desenlace. Otra vez se apagan las luces y, luego, aparece entre las sombras del amanecer, la vieja estación de Riobamba (2750 m). Hay movimiento, agitación, gente que se acerca a un tren todavía dormido, turistas que ignoran la comodidad de los vagones y se suben, se acomodan, se sientan como pueden en el techo. Un pitido. La locomotora avanza. Una señal anuncia que a 104 kilómetros está la "Nariz del Diablo", una extraña formación natural a la que muy pocos le prestarían atención si no se encontrara en uno de los tramos ferroviarios más espectaculares del planeta, una línea de rieles y durmientes que permiten admirar las variaciones paisajísticas de los Andes ecuatorianos.

La más bella del Ecuador Siete horas en el techo para no perderse ningún

detalle. Siete horas viendo "correr" la geografía ecuatoriana. El trayecto termina en San Pedro de Alausí (2,347 m), un pueblo con 200 casonas y edificios de singular valor histórico. Desde allí, la mayoría de pasajeros del tren se dirigen por vía terrestre a Cuenca (provincia de Azuay, a 310 kilómetros de Quito), la ciudad más bella del país. Ahora la trama se desarrolla en el Centro Histórico de Atenas del Ecuador (2,549 m), que por sus líneas coloniales y republicanas, sus casonas y templos, fuera declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1999; también en el Parque Nacional Cajas (33 kilómetros desde la ciudad), con sus más de 200 lagunas de origen glacial. La travesía está a punto de acabar, el protagonista se ubica en el centro de la escena contemplando las piedras incásicas del Castillo de Ingapirca, el mayor complejo arqueológico del país (a 72 kilómetros de Cuenca), entonces, recuerda la pregunta que le hicieron hace seis años: "¿se parece al Perú?". Sonríe. Cae el telón.

<< Regresar

Related Documents


More Documents from ""