Alas Y Caminos

  • November 2019
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Alas y camino tienes / alas de papel que no serán de papel / camino de tinta que no será de tinta / alas y caminos de un ensayo / corazón y memoria de una historia / que será parte de la historia verdadera / por lo que ahora me (auto)invito a escribir y contar sobre nuestra América / la de los latinos / y de quienes están con Latinoamérica / para ser su pensamiento, su voz y su palabra / pero no el silencio cómplice de callar / sino hablar de las aspiraciones de nuestros pueblos / desde nuestras letras / y las limitaciones que impone / la realidad circundante / o de nuestras propias posibilidades de pensar y actuar por la sociedad de nuestros sueños. Propuesta emancipatoria latinoamericana I. Alas y arrastrados La libertad y el caminar van de la mano. Juegan a ser gemelos, se unen cuando hay objetivos claros. Se piensan uno a uno y se juegan el todo por el todo. Hay emociones inmersas y expresiones de descontento y necesidades cada vez más urgentes en estas nuevas sociedades latinoamericanas. Algunos van rastreando, gruñendo y babeando el aire. Se arrastran por mantener el poder. Se deslizan y se acercan a lo de siempre, al juego semidinámico del poder de herencias ancestrales. Alas supuestas relaciones del manejar, de instruir, de manipular. Se juntan esos pocos y ruedan alas sociedades como siempre, con el objetivo claro de su trascender, ya sea en lo empresarial o en lo gubernamental. Ya en el piso, de lodo, fangoso, asfaltado, riguroso o árido, levantan la vista y ven alas oportunidades de volar. Miran que muchos también intentan volar y les cortan las alas inmediatamente, “La historia aún no es para volar”, dicen desesperanzando a quienes optan por cambiar las cosas, a aquellos que nos identificamos con el honor de ser los de abajo, los de siempre y que nos propusimos imaginar y caminar volando. Que nos unió el descontento y que soñaremos para imaginar un futuro mejor para los niños del mañana. Educando y sin incertidumbre. Hemos conocido a muchos en la historia de la historia que han querido dotar de alas a todos. Pero siempre el gobierno y sus instrumentos apelan por mutilar sus ilusiones. Ponen en cada esquina a un gendarme y alimentan personas para contrarrestar alas oportunidades que la historia da alas necesidades y alas mayorías. Diciendo que el presente es el destino y maravillan a los intelectuales con el brillo del signo de dólares. Hay algunos que se resisten, mantienen la ética y suman alas de siempre con su humilde opinión, con el fuerte grito del Somos. Cómo se ha recorrido ese camino en la senda de esta nuestra América, ¿sobrará algún día historia para nosotros en sus estratégicos sistemas de enseñanza, en sus parámetros de adquisición de recursos humanos? Es mucho el camino de sangres que se ha caminado en este destino que no quisimos. Cuando casi retorcemos ese destino y creemos que ya es hora, llega como iluminado un nuevo cortador de alas de siempre, con las tijeras de la misma historia y la educación selectiva. También hemos aceptado el presente y lo hemos tratado de querer, de mecerlo en los brazos, de amamantarlo. Cuando nos dijeron que había que aceptar nuestro ser y partir desde allí para construir una nueva sociedad, nos quedamos estancados en la misma ilusión que el hoy nos ponía enfrente. Esa supuesta apariencia nos dejó con el ojo cuadrado. Nos menospreciaron como Tercer Mundo mientras los del Primer imponían parámetros culturales, supuestos valores democráticos y sistemas de adquisición para ser como ellos, sólo como ellos. Muchos se han esforzado por resolver nuestra identidad. Identidades que se han forjado y fortalecido a lo largo de nuestra historia. No es un nosotros de cerrazón. Es un lazo fuerte, ontológico, de solidaridad, que apela a la igualdad. En un proyecto de colectividades, naciones, de regiones, de humanidad. Ya lo dijeron, Somos iguales por la simple y sencilla razón de ser diferentes. Por lo pronto, los movimientos sociales reclaman democracia, libertad y justicia. Son los reclamos que nos hermanan. Desde las voces de los migrantes en los Estados Unidos hasta las prostitutas hartas hay un motivo de organización, la desigualdad. No es querer que haya prostitutas sino que ya no las queremos, es un deber de estas sociedades, pero ya existen, son de nosotros y hay que cambiar. Las identidades cambian y transforman. Esa necesidad de sobrevivencia, con sus respectivos intereses, hace que nos organicemos. Esa presión histórica de ser siempre los excluidos nos hacer soñar. Nos hace construir un mundo diferente. Parece que las alas latinoamericanas crecen cada cien años. Es hasta contradictorio, las diferentes formas de organización en nuestra América, movimientos sociales, políticos y de variables índoles queremos alas. Mientras que los del poder, desde allá, arriba, se arrastran por no perder la altura. Lo curioso es que los que piden democracia, libertad y justicia lo exigen para todos, Para todos todo. II. Ciempiés y voladores Los excluidos de Elfriede Jelinek son los mismos miserables de Almodóvar. Son los locales que se han hecho globales. Teóricamente podríamos debatir esto. Pero este no es el punto. Tal vez adelante en alguna digresión lo hagamos. Por lo pronto está la propuesta de escuchar ese nosotros en varios pisos, en igualdad con los otros. Como una pirámide que se ha invertido y se ha aplastado para quedar una pirámide cuadrada. En lo horizontal. Sabemos que la democracia, la historia de la democracia se remonta a la imposición de sistemas políticos que anteceden a Montesquieu, Rousseau, Locke. Estos hombres dotados de saber democrático dieron las bases para poner un supuesto orden a estos países que estaban totalmente atrasados en lo jurídico y lo político. Mientras estábamos cortos en democracia se seguía saqueando las riquezas del Nuevo Mundo. Seguían manteniendo una apuesta por saber quién era el mejor imperio. Destruyendo imperios y resonando en los mares los más impíos valores de hurto. Se impusieron instituciones desprovistas de realidad y nos dieron a escoger entre su realidad o su realidad. Económica, política, social, racialmente dieron los puntos a tejer sobre el mismo tejido que habían hecho sobre las pirámides, sobre los símbolos de ancestros. Quedando los de siempre miserables y excluidos. Dieron a los indígenas un espacio en las montañas, en las selvas, en lo más recóndito. Lo civilizado quedó para los del dinero, para los cleptocráticos. Me parece que suena a panfleto, tal vez. Pero esa subjetividad alterna de los que no tenemos trabajo, de los mantenidos y de los más, está acabando con el miedo sistemático que ha orientado nuestros quehaceres. Tal vez sin querer nos han dotado de una identidad discursiva e impulsado a usar tinta y sangre. Que nos quedamos en los setentas. No. Creo que nos quedamos en el siglo XVI. En ese tiempo desprovisto de felicidades. De indios y caciques, virreyes, colonialismo, imperios. Ahora sólo se antepone el delicado neologismo del neo. Ahora se llama neoliberalismo, neocolonialismo, noimperilaismo. Y eso sin mencionar las semánticas posmodernas de querer tirar la poca razón que nos ha quedado como defensa para los infortunios del destino compuesto y batido con sangres y muertes de latinoamericanos. Los discursos ensayísticos nos pusieron en alerta. Martí y Bolívar fueron hombres de “tinta y sangre”, como lo dice Roger Bartra. Dotaron con el discurso de una identidad, que se evaporaba por los mares, en contraposición a las instalaciones europeas, una ontología desprovista de espíritu. Nos dijeron que teníamos que atrapar esa identidad que ahora se dice Pasó de moda. Ese discurso ya es del pasado. “Cómo es posible que los jóvenes piensen en la Patria, en la nación”. El sentido discursivo ha cambiado, hay otro nivel, “el metadiscurso es la neta”. “Lean las nuevas propuestas, lo kitch, lo posmo, escriban utilizando el lenguaje lo menos posible, ahorren palabras, revuelvan, rebelen las ideas, sean rebeldes contra esa razón putrefacta que nos dio tres guerras mundiales”, dicen los nuevos discursos. Y qué hacemos frente a ello. ¿Inmutarnos? Hay crear las bases para una solución. Una propuesta en conjunto. Movimientos sociales, colectivos sociales, políticos, culturales. Revisar el sentido de nación, el de patria, lo colectivo, autonomía, sociedad, pueblo. Resemantizando, sí, pero con un sentido y un horizonte bien fijo. Con justicia, con equidad, con solidaridad entre los pueblos y naciones de nuestra Patria Grande. Aquella que Bolívar vio unida en lo político y económico. Aquella que Martí empujó a la cultura. Cómo recuerdo esa frase, Que más felicidad que ver a nuestra América sin un sólo niño sin saber leer, qué más pediría sino que se enseñaran todas las palabras y no tener que recurrir al diccionario, dice Martí. No sé, parece que esas palabras son más necesarias que nunca. Esos discursos tienen una vigencia y no han sido tomados en cuenta por los del poder. No importa. La razón está de este lado. Hay que darle prioridad a la razón, la razón acaba con la fuerza. Hay que arar en el mar, hay que inventar o erramos. Los ciempiés vuelan y los voladores se arrastran. Los movimientos sociales toman alas y caminan soñando despiertos. El poder, arriba, se arrastra por mantenerse. Los de cien pies, los de dignidad, pretenden mundos justos. Los poquitos que tienen la mayoría de los recursos en su poder están marcando las pautas para que a los de abajo les crezcan las alas. Con muchos pies se camina mejor, tal vez hasta se pueda volar, es cuestión de imaginarlo, de construirlo. IV. Los movimientos de ciempiés Los acercamientos teóricos sobre los movimientos sociales se dividieron en dos, en tres y luego en cuatro, por lo menos. Primero los que dicen que hay que hacer el análisis entre las Políticas Públicas y los Movimientos Sociales, entre lo político y lo social. Así estos paladines de la escuela norteamericana tejen los discursos en las academias de América Latina. Hacen hincapié de que la “acción colectiva” es propiciada por la mala distribución de políticas sociales. Entendiendo esto como la falta de viviendas, la carencia de educación, el simple y característico modo de vivir en las azoteas y la falta de democracia. Empero, los distintos movimientos sociales, aquellos de necesidades, que solicitan vida digna, dicen los teóricos, son los que ayudan al Estado a hacerse democrático. Es que quizá el Estado no puede estar en todo y necesita despertadores. Los ciempiés atribuyen al Estado una carencia de atenciones básicas. Pero, en nuestros países, hay un factor que los identifica, el sentido de la historia. Ese sentido que atraviesa al ser Humano. La historia de América Latina contribuye a desmentir a los supuestos visionarios teóricos sobre los actores sociales de estas tierras. Nos dice que si miramos atrás hay una enorme participación propia para que exista la igualdad y la libertad. Ya en este inicio de siglo las miradas cuadradas se asoman para hacer nebuloso el futuro. En estos tiempos los intelectuales más ilustres tiñen los caminos y sus herramientas de trabajo son los marcos que ellos mismos crean. No olvidemos que hay intelectuales que están con los que tenemos menos. Con los que somos más. Que mantienen una ética reconocida e inapelable. Intelectuales que buscan libertad e igualdad. En el ámbito académico se manifiestan muchas posiciones sobre la identidad y los movimientos sociales. Hay desde los que se aferran a la visión estática y de revuelta de los movimientos sociales. “Sólo son revuelta, no hay transformaciones de la sociedad en su conjunto”. Hay otras posiciones como son aquellos que proponen la teoría de los Nuevos Movimientos Sociales. Plantean y describen los nuevos escenarios políticos y geoeconómicos en donde se desenvuelven y desarrollan los actores sociales. Así, la América Latina es tierra fértil para que surjan estos movimientos sociales. No podemos dejar fuera el debate sobre la sociedad civil. Aquella que Gramsci, en la cárcel había pronunciado. Echemos un vistazo a la historia de los movimientos sociales y encontremos los puntos de coincidencia entre los cien ciempiés latinoamericanos. Miremos un momento los pies que marcharon, corrieron y tropezaron con las milicias nacionales o estadounidenses.

V. Mirando hacia abajo de la historia Hace unos meses, en Playa del Carmen, después de la muerte de una de las mujeres más queridas del mundo, surgió un texto de reconocimiento del EZLN hacia la Comandanta Ramona. El Subcomandante Marcos recordaba los primeros días en la Selva Lacandona. Esa selva que da de comer a los indígenas y que también fue cuna de uno de los movimientos más consecuentes de estos tiempos. Recordaba que la Comandanta era quien guiaba su paso. Ella chaparrita y descalza, entre el lodo y el fango, entre charcos caminaba con paso firme y sin equivocarse jamás en el rumbo correcto para llegar al destino previsto entre veredas formadas al andar, las pisadas se sumergían como queriéndose enterrar. Mientras caminaban también subían. Cuando subían el Subcomandante volteaba a ver todo lo que se había recorrido. Todo lo que se había caminado. En una de esas volteadas se dio cuanta que sus pisadas no se enterraban, mientras que las de los pies descalzos de la Comandanta Ramona se hundían aún en tierra firme y dura. Siendo que las botas pesaban cerca de dos kilos, y aquel hombre era de mayor estatura y complexión que la pequeña mujer que llevaba la vanguardia, pues ella conocía la selva y los caminos, no se marcaban ni en el fango. Éste preguntó a la Comandanta el por qué no se hundían las pisadas de aquél hombre. La Comandanta sólo respondió que siempre había sido así. Tiempo después, ya encendida la fogata para espantar a los mosquitos que ahuyentan a los intrusos con sus ansias sanguinarias, platicando con el Viejo Antonio, el Sucomandante Marcos preguntó por las pisadas de Ramona. El viejo Antonio comentó que al principio de la construcción del mundo los dioses se preocuparon porque los primeros pobladores de la tierra tuvieran guías que les mostraran siempre el camino adecuado. Por lo que hicieron entonces a hombres y a mujeres gigantes de varios metros de altura que sirvieran de guías y que al caminar por la tierra los habitantes los pudieran ver sin dificultad y los pudieran seguir. Fue así como los pequeños pobladores chaparritos y morenos, como siempre han sido los primeros habitantes de estas tierras, seguían a aquellos gigantes que los dioses les habían mandado y a los cuales podían ver a kilómetros de distancia. Al paso del tiempo sucedió que el gran tamaño de esos hombres y mujeres, elegidos por los dioses para ser la guía de los pueblos, comenzó a provocar la envidia de los pobladores que eran muy pequeños. Se armó una sublevación de los habitantes protestando que cómo era posible que ellos fueran tan chiquitos y existieran seres tan altos. Fue entonces como los dioses tomaron de nuevo cartas en el asunto y decidieron que para evitar las confrontaciones y las envidias necesitaban que todo fuera parejo. Es decir, que todos tuvieran el mismo tamaño. Entonces lo que hicieron fue cortar a los guías en pedacitos para hacerlos de la misma estatura que el resto de los pobladores. Así fue como todos los habitantes tenían el mismo tamaño con la diferencia que entre ellos había unos seres que seguían siendo los guías y los gigantes. De corta estatura pero con la sabiduría y el gran peso de un gigante. El viejo Antonio explicó a Marcos que la forma de diferenciar a estos enviados de los dioses del resto de los mortales era que los gigantes dejaban huella. Ya que, aunque su apariencia era como la de los demás, sobre las plantas de sus pies cargaban todo el peso de los que son destinados a guiar a su pueblo, de los destinados a dejar huella en la vida, de los que van al frente poniéndolo todo por la defensa de su gente. El Viejo Antonio le dijo al Subcomandante que si alguna vez necesitaba conocer si se puede confiar en alguien, si se le puede seguir, se fijara si deja huella al caminar. Si lo hace puedes seguirlo, le confió. Es así como Marcos entendió del porqué Ramona deja huellas al caminar. Ella era una gigante. Pero la historia no termina ahí. Sucede que los dioses se enfrentaron con otro problema. Les preocupaba lo que sucedería al morir uno de los gigantes. Porque aunque pequeños en su complexión no podrían enterrarlos como a lo demás debido al gran peso que tenían debido a su grandeza. Si intentaran sepultarlos como al común de los habitantes su cajón no se podría sostener en su lugar ya que se hundiría en la tierra cada vez más hasta desaparecer. Fue entonces cuando, explicó Marcos en Playa del Carmen, los dioses encontraron la solución para el entierro a la muerte de los gigantes, de los guías, de quienes están destinados por los dioses para entregar su vida por la causa de su pueblo, de los hombres y mujeres de mente y corazón grandes. La solución era enterrarlos debajo de una Ceiba. Es así como desde el principio del mundo la Ceiba es el sitio destinado para el descanso de los gigantes que guían los pasos de los pueblos. Ésta los envuelve con sus raíces y crece inmensamente junto con la grandeza del gigante. Es así como hay que mirar siempre hacia abajo para ver quiénes son los gigantes que la historia no ha visto. Hay que ver las pisadas de esos gigantes de nuestra América.

VI. Actores sociales en América Latina Tatiana Coll en su libro América Latina en el filo del siglo XX. Entre la catástrofe y los sueños: los nuevos actores sociales, hace una reflexión sobre los actores sociales en América Latina. Sugiere que al hacer cualquier reflexión o abordar cualquier proceso de orden social o político, además de mirar las condiciones históricas y su enfoque endógeno, se debe tener en cuenta las condiciones externas ya que tienen un peso determinante en el análisis. Sabemos que los intereses de los Estados Unidos hacia América Latina siempre han tenido una carga de dependencia. No son casuales las diferentes invasiones militares en este territorio. Tampoco son casualidad los tratados comerciales bilaterales con diferentes países de la región. Desde el monroísmo hasta los dictados del señor Bush, los Estados Unidos han mantenido políticas de dependencia de América Latina hacia ellos. El sentido de su integración económica vislumbrada en el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), sigue teniendo un claro interés en que América Latina siga dependiendo del comercio y aranceles de los cielos para los productos latinoamericanos. El ejemplo de los organismos internacionales y los supuestos acuerdos de las cumbres mundiales y regionales determinan las intenciones hacia América Latina. Sólo en la Cumbre del Plata cinco países optaron por no alinearse al ALCA. Fue un revés que sufrieron los Estados Unidos. En esta globalización, estos factores no pueden pasarse por alto. En estas globalizaciones esos factores, supuestamente exógenos, son de mucha importancia para ver el seguimiento de los actores sociales en América Latina. Al entrar a la mitad de este siglo, entre tantas tiranías y miles de muertes, de doctrinas de seguridad nacional, de imperialismo y guerras mundiales, todas las formas de lucha en nuestra América eran posibles. Ahora entre democracias, todas las revoluciones armadas parecen imposibles. Y si recordamos que los objetivos de los ciempiés latinoamericanos no se han hecho realidad, nos referimos a la democracia, justicia, equidad, igualdad, también nos viene a la mente al señor Castañeda, que dice que esas utopías de los sesenta y setentas han quedado atrás y no tienen cabida en estos tiempo democráticos. Buen revés recibió cuando en le 94 surge el EZLN, aunque ya había vendido miles de ejemplares de su Fin de la Utopía, los compradores no tuvieron forma de que les regresaran su dinero. Uno de los actores, armados, que precisamente no encontró lo que buscaba, fue el movimiento sandinista. Los factores externos los rebasaron y se involucraron en el juego de la democracia liberal. Esos factores les hizo perder imaginación pero el reto es recuperarla. Las guerrillas de los setentas, los sesentas y los grupos organizados que estaban en contra de las dictaduras de Trujillo en República Dominicana, de Videla en Argentina, de Pinochet en Chile y de todas las dictaduras constitucionales o unipersonales, tienen en su dimensión práctica e ideológica un factor identitario que los une en la historia. Es un factor que bien podemos relacionarlo con lo que Tatiana Coll menciona arriba. El factor de imperialismo y la carga de nacionalismo de los actores sociales emergentes fueron decisivos para tomar las armas y luchar en contra de las tiranías. La región sigue siendo la sirvienta, nuestra América está al servicio de las necesidades ajenas siendo fuente y reserva de petróleo, hierro, cobre, frutas y carnes, materias primas con las que los países ricos ganan más que lo que ganan los países latinoamericanos ganan produciéndolos, dice Galeano. En un visionario libro, que no futurístico, El pentagonismo sustituto del imperialismo, Juan Bosch, se intenta hacer una reflexión sobre las sociedades que él llama pentagonizadas. El sentido de conquista militar de territorios para su subsecuente explotación económica, está presente en el Pentágono, símbolo militar y de intervenciones. Símbolo de escuelas para dictadores latinoamericanos. Este sustituto del imperialismo es el defensor del capitalismo. Este libro fue escrito en los años sesenta y no se ha tomado mucho en cuenta. Pero lo que nos hizo traer este libro al ensayo fue hacer notar los factores externos que hacen posible la organización de los Nuevos Movimientos Sociales. VII. Una mira al presente y al futuro Cohen y Arato, Habermmas y Touraine, subrayan la importancia de los fenómenos de la sociedad civil a la cual identifican como el campo en el que los movimientos sociales contemporáneos persiguen sus objetivos. Estos movimientos tienden a ignorar al Estado y tejen sus formas organizativas y de relación con otros movimientos sociales. En la visión de Castells, ellos tejen su red en el sistema global. Además de mantener mediante la resistencia sus formas organizativas que les dan una identidad propia, que aún cambiando, mantienen ciertas raíces en su ser. Estos actores crean, primero, una identidad de resistencia, mientras que van tejiendo una propuesta utópica de mundo, de vida y de cotidianidad. Lo que podría llamarse identidad de resistencia está presente en movimientos que van desde los kataristas en Bolivia hasta el mismo EZLN aquí en México. Sin embargo, esas mismas resistencias y los factores exógenos son el motor de un proyecto que se va gestando conforme se va caminando. Es decir, en palabras de Eduardo Galeano, las utopías sirven para caminar. Pero cuando se va construyendo el camino que han de andar los llamados Nuevos Movimientos Sociales, también van tejiendo una nueva identidad. Una identidad que está relacionada con formas de ver mundos y con las relaciones entre el tejido social de lo local y la globalización. Al regreso de los estudiosos en Europa, después de haber sido influidos por los filósofos y sociólogos que difundían las teorías sobre los Nuevos Movimientos Sociales y que rebasaban las teorías marxistas, está el caso de Touraine, el enfoque se fue difundiendo en la región al grado que hay entre el debate una fuerte hostilidad entre los teóricos influidos por los Nuevos Movimientos Sociales y los teóricos estadounidenses que llaman a su teoría Estructuras de Oportunidades Políticas en donde destacan Sydney Tarrow, Charles Tilly, Doug McAdam, John McCarthy y Mayer Zaid. Hay algunos que han intentando acercar estas dos posiciones sin lograr éxito y sólo repulsión entre ambos actores teóricos. A algunos teóricos les resultó adecuado meter en la caja a los movimientos latinoamericanos. Algunos eran adecuados para cualquiera de las teorías y si era necesario les cortaban los pies o lo que les sobrara. Mientras que por un lado se intenta tejer la teoría, los movimientos sociales, históricamente, fueron determinando su campo de acción y sus objetivos. Algunos se

enfrentaban a las instituciones del Estado mientras otros pedían al mismo Estado condiciones de bienestar y desarrollo. Pero la mayoría de movimientos en América Latina comienzan a hilvanar los hilos de una nueva Sociedad Civil. Queremos decir con esto que mientras existan las utopías y los proyectos de construcción de mundos, habrá movimientos por todos lados. Siempre teniendo en cuenta la solidaridad entre movimientos, pueblos y naciones. Feministas, zapatistas, CONAIE, Frentes, Obreros, Campesinos, todos los actores que hay en América Latina pueden unirse en un proyecto utópico para una nueva sociedad. Así el debate entre nuevos o viejos movimientos sociales quedará rebasado por la práctica y el proyecto de unidad. Podremos unirnos todos. Respetando diferencias, aceptando diversidades, dejando de lado protagonismo y elites piramidales. Los llamados Nuevos Movimientos sociales podrán basar su identidad en la diversidad. No como los viejos movimientos que se mantenían homogéneos y basaban su estructura y organización en un orden ideológico. Hoy día la diversidad es al que les da identidad y les permite constituirse como tales, el reconocimiento de la diversidad, que no de la igualdad y la homogeneidad, es lo que los caracteriza. Con lo anterior podríamos asomarnos a lo que la región tiene cómo destino. No se trata, por supuesto, de destinarnos a la incertidumbre o al orden social del siglo XVII, en donde se decía que nacimos destinados a nuestras condiciones de pobreza o exclusión por el simple hecho de nacer ahí. Se trata de rebasar el carácter darwiniano y saber que los países latinoamericanos podemos construir mediante la movilización social una vida más justa y más feliz. Pues ya lo decía Octavio Paz en una cita, en un libro de Abelardo Villegas: “...en mi utopía política no todos somos felices pero, al menos, todos somos responsables”, y la intención no es descontextualizar esta cita que en el libro es mucho más amplia, pero que nos da un claro ejemplo de lo que podría llegar a ser una vida llena de felicidad y compromiso. Por eso creo que ahora ya hay que pensar a futuro y construir una sociedad llena de sueños, de tomar la soga de la tensión entre padecimiento y anhelo, esto no quiere decir que deje de existir tensión sino que la tomemos y jalemos de ella para salir del mar de la exclusividad. Y creo que la frase de Paz mejoraría si fuera que La utopía de todo Latinoamericano es que todos somos felices por el hecho de que todos somos responsables. Coger alas y crear caminos. Juan Escalante BIBLIOGRAFÍA

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