ABORIGENES DE LA ARGENTINA
INDIOS El término tuvo un origen equívoco, porque nació por la creencia europea de que el continente descubierto por CRISTÓBAL COLÓN, que luego denominaron América, era en realidad la India y comenzaron a llamar “indios” a los aborígenes de estas tierras. El término no pudo ser desterrado ya nunca más y en la República Argentina, todavía suele utilizarse el término “indio” para referirse genérica e indiferenciadamente a los pueblos originarios, amerindios, sin mezcla de sangre europea. Diversos estudios e instituciones señalan como discriminatoria la tendencia a denominar a los pueblos originarios de América, con el término “indio”, por lo que será aceptable, referirse a ellos como “indígena”, “aborigen” o “nativo”. DEL CHACO AUSTRAL Este grupo de aborígenes de origen pámpido-patagónico, hacia fines del siglo XVI ocupó la región del “Gran Chaco”, en territorios de Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil, que van desde los ríos Paraná y Paraguay hasta los primeros faldeos de la Cordillera de Los Andes y desde el río Pilcomayo hasta el río Salado. Se denomina “Chaco Austral”, por oposición al “Chaco Boreal” o paraguayo y su nombre proviene del quichua, donde chaco significa “cacería” o “lugar propicio para la caza”. En la República Argentina se instalaron en el norte del Chaco, provincia de Formosa, norte de Santa Fe, noreste de Santiago del Estero y parte oriental de Salta. Pertenecían a él dos grandes familias: los “guaycurúes” y los “matacos”.
GUAYCURÚES (O GUAYKURÚES) A la llegada de los españoles, los pueblos guaicurúes estaban concentrados en la región al oeste del río Paraguay entre los ríos Bermejo y Pilcomayo (actual provincia de Formosa) y en menor medida en las áreas adyacentes a esos ríos. En su momento de máxima extensión habitaron los territorios entre Corumbá en el Mato Grosso del Sur (Brasil) en el norte pasando por el Chaco Boreal hasta la ciudad de Santa Fe al sur y desde el río Paraguay hasta las estribaciones andinas del departamento de Tarija en Bolivia, incluyendo a las provincias argentinas de Formosa, Chaco, este de Salta, norte de Santiago del
Estero y norte de Santa Fe. La incorporación del caballo dio impulso a su expansión territorial. En diciembre de 1609 los jesuitas Roque González de Santa Cruz y Vicente Grifi se internaron en el Chaco Boreal entre los ríos Confuso y Pilcomayo y en 1610 fundaron con guaicurúes la reducción de Nuestra Señora María de los Reyes en el lugar llamado Yasocá. La reducción de Guazutinguá fue fundada por el jesuita Pedro Romero cerca del estero Patiño, siendo abandonada en 1626. A mediados del siglo XVIII los jesuitas crearon diversas misiones entre los guaicurúes, entre ellas: San Javier, Concepción, San Fernando, San Ignacio de Ledesma, Rosario de Timbó y San Pedro. Tras la disolución de esta orden, la misión fue continuada por los franciscanos en 1768. Los Guaicurues ocupaban el sur de los territorios hoy del Chaco, mientras que la otra gran nación, los “Matacos”, poblaban el norte, lindando ya con la actual Bolivia Estaba integrada por los ”abipones”, “agaces”, “caingás” y los “tobas” como familias principales. Sus lenguas, aunque particulares a cada grupo, eran mayormente muy afines entre sí. Se estima que al llegar los españoles a América, habitaban estas tierras cerca de 150.000 guaycurúes. El nombre de guaicurúes tuvo su origen en el apelativo ofensivo dado por los “guaraníes” a una parte de los “mbayaes” del Paraguay, que después se amplió a todo el conjunto y aun hoy, entre los guaraní-parlantes, la palabra “guaykurú”, tiene un significado que se traduce proximadamente por “bárbaro” o “salvaje” y pese al origen insultante de la palabra guaicurú entre los guaraníes, los antropólogos de principios del siglo XX y sobre todo los lingüistas, han conservado este término para clasificar a los pámpidos chaquenses y septentrionales. Eran de hábitos nómades que se dedicaban fundamentalmente a la caza de pecaríes, zorros, tapires, ñandúes y nutrias; a la pesca con redes y arpón y a la recolección de miel, algarroba, higos de tuna, raíces comestibles, cogollos de palmeras y langostas. Sabían hilar fibras de “caraguatá” con las que trenzaban y tejían “al crochet”, bolsas y redes. Debido a influencias andinas y amazónicas, algunos grupos de ellos, aprendieron a cultivar mandioca y calabazas, a modelar alfarería, a tejer en un rústico telar y a fabricar cestas. Su vestimenta consistía en un manto de pieles cosidas que pintaban y se ataban a la cintura, vinchas y abarcas de cuero (calzado rústico hecho con cuero crudo que cubre solamente la planta de los pies y se ata con tiras del mismo material). Se tatuaban la cara y se adornaban con plumas atadas a la cabeza y en los tobillos, collares de chaquiras (cuentas, abalorios, conchas, etc.) y tarugos de madera perforando el pabellón y el lóbulo de sus orejas. Para guerrear,
se armaban con arco y flechas con puntas de madera dura, con lanzas y macanas. Vivían en chozas cupulares hechas con ramas y paja o junto a “paravientos” de esteras. Se embriagaban y fumaban tabaco en pipas de madera. Les gustaba bailar al compás de tambores y sonajas fabricadas con calabaza o con pezuñas de ciervo o implemente, acompañándose con una monótona cantilena. Sepultaban a sus muertos con todos sus efectos personales y pertenencias.
PUEBLO GUAICURÚ DE SANTIAGO DEL ESTERO En las últimas décadas del siglo XX indígenas guaicurúes del departamento Juan Felipe Ibarra de la provincia de Santiago del Estero comenzaron a organizarse para restablecer su identidad cultural logrando que el Registro Nacional de Comunidades Indígenas (Re.Na.C.I.) le otorgara personería jurídica a la Comunidad Indígena Guaycurú del Lote 4 Pozo del Toba y a la Comunidad Indígena Guaycurú del Lote 5 El Colorado, el 1 y el 19 de diciembre de 2008, respectivamente. Estas comunidades se registraron como guaicurúes, diferenciándose de sus vecinos mocovíes de la provincia del Chaco.