A vuelo Rafael Peñaloza N. A vuelo, a trote, a nado o a lomo de carcoma; no importa cómo se viaje, siempre existirá la posibilidad de toparse con él. De pelaje amarillo y mirada clara, acorde con sus ojos, y llena, no puede ser confundido con un león cualquiera. Sabio, imponente, y a la vez sonriente, aparenta más ser un dragón ... es el rey de los leones. Cuando se encuentra cerca - uno, dos, tres - es fácil de reconocer - diez, once - escuchando cómo cuenta, cómo cuenta usando su grave voz - treinta, treintaiuno - consciente a todo momento del poder de su mente. Emanan, de su mano derecha, alientos; uno por cada una de sus garras. Alientos independientes, de conciertos cacofónicos y elasticidad insostenible, pero unidos siempre por una mano poderosa que los prensa en un bondadoso puño. A vuelo, a trote, a nado o a lomo de fenec; no importa cómo se viaje, jamás impedirá la retirada, mirando calmo, con la seguridad de quien sabe que jamás será olvidado.