A la templanza paciencia Por Fabio Carballo Y en la ciencia templanza; y en la templanza paciencia; y en la paciencia temor de Dios 2 Pedro 1: 6 La palabra templanza es descrita en el diccionario de la real academia de lengua como moderación, sobriedad y continencia. Entendemos a una persona templada como una persona que se contiene, que se queda rígida o en la misma posición ante alguna situación en particular. Déjeme contarle algo que me pasó en estos días: fui al médico y él estaba enojado. Él me dijo no llegue tarde, ¡no debe de llegar tarde! Pero, no era la hora de mi cita, las 12: 40 m. Yo había llegado antes de eso. Yo podía haberle dicho, que le pasa, ¿no ve la hora que es? Me tocó controlarme, al final el hombre fue muy amable conmigo. Yo me contuve. Bueno, yo le añadí a esa templanza paciencia. La templanza es el primer aguante, pero no el segundo. Por eso hay que añadirle paciencia. Cuando uno como creyente es tentado a hacer algo incorrecto, uno necesita paciencia para esperar que las cosas cambien. ¿Cómo añadirle paciencia a la templanza? 1. Ore que Dios no lo meta en la tentación
Lo primero que tengo para decirle es que si está en una situación de soportar algo, de esperar, de querer que pase algo, que haya un cambio, una salida a un problema o cualquier cosa por el estilo, debes de estar recordando y diciéndole a Dios las palabras del “Padre nuestro”. Usted recuerda el Padre nuestro, busquémoslo en Lucas 11: 2-4. Y no nos metas en tentación. Note que esa frase es muy diciente, es decirle al Padre Dios que no nos meta en la tentación, esto es, decirle a Dios que nos libre de las tentaciones, de situaciones de tentación y Dios lo hará. Dios nos libra de situaciones que serán tentadoras para nosotros. El mundo está lleno de tentaciones y Dios nos está librando de ellas a cada rato. Cuando uno está aburrido y triste, decepcionado de una persona, de un negocio, de la misma familia, pues uno está a punto de hacer algo que sabe que no lo debe de hacer. Por ejemplo alguien en una situación de desesperación pide ayuda a la familia, pero la misma familia le da la espalda, entonces está a punto de aceptar lo que no debe. Debe de pedirle a Dios que no lo meta en tentación. Esa situación que se iba a presentar, pero que usted pensaba sería una tentación se desbarató, ese viaje a tal lugar donde le iban a proponer tal negocio, donde se iba a encontrar con cierta persona, donde tendría que mentir, donde tendría que estar sólo mucho tiempo, pero no se dio, es por la oración de pedirle a Dios que no lo meta en la tentación. Ese almuerzo de trabajo, esa salida a comer, esos planes que se dañaron, es porque Dios no lo mete en la tentación. Algunas veces usted puede pensar: esa es una situación muy tentadora, pero no se da, es porque Dios no lo mete en tentación. Y cuando estas aburrido, deprimido esperando que algo pase y no pasa (templanza) y ya no quiere esperar más y dice, bueno ya no más, ahora voy a ir y cometer este pecado y entonces va
y no puede. Todo porque Dios no me quería meter en la tentación, se le añadía a la templanza paciencia. Bueno pídale a Dios que no lo meta en la tentación y verá los frutos, Dios le responderá y le añadirá a su templanza paciencia. 2 Pedro 2: 9, “Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos […]”
2. Ore que Dios lo cambie primero a usted Romanos 2: 21, “Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? [...]”
Muchas veces el problema de nuestra impaciencia es que la gente no cambia, ya la templanza no está en soportar la tentación, el pecado, sino en soportar a los otros. El profesor quiere dejar de enseñar porque “esos muchachos no quieren nada”, el pastor renuncia a su obra porque “a esa gente lo que le gusta es el pecado, son unos sinvergüenzas y ya”, el esposo deja a la esposa porque “ella es una fiera y ya no me trata como al principio”, la esposa deja al esposo porque “él lo único que quiere es que yo cocine y que si trabajo le dé la plata a él”, el empleado deja la empresa porque “el jefe es un gritón y no me ha ayudado en nada”. Mucho de lo que aprendemos es de esas circunstancias tan duras. Ahora déjeme darle esta ilustración: Un hombre dijo: “Cuando era joven mi oración a Dios era: ʻSeñor, ayúdame a cambiar el mundoʼ. A medida que fui adulto y entendí que no había cambiado a nadie y menos al mundo, mi oración fue: ʻSeñor, ayúdame a cambiar a los que me rodean, a los más cercanosʼ. Ahora que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que he sido. Mi oración es la siguiente: ʻSeñor dame la gracia de cambiarme a mí mismoʼ. Si hubiera orado de ese modo desde el principio de mi vida, quizá hubiera podido cambiar un poco al mundo”. Usted está pensado en como cambiar a sus hijos, a su iglesia, a su familia, a sus cercanos, a su municipio, pero porque no empieza por lo primero, cambie usted mismo. Usted sabe que tiene que cambiar, pues entonces empiece. Quiere añadir paciencia a su templanza, número uno: ore a Dios que no lo meta en tentación, número dos orea a Dios que lo cambie primero a usted. 3. Medite sobre lo malo de su decisión
Lam 3: 40. “Escudriñemos nuestros caminos y busquemos y volvámonos a Jehová”. Si usted empieza a reflexionar constantemente sobre su vida y acciones le puedo asegurar que podrá ir añadiendo paciencia a su continencia, a su templanza, a su dominio propio. Escúcheme la reflexión, la meditación en lo que es su vida y en lo que quiere para su vida le añadirá paciencia, podrá seguir soportando hasta el momento que Dios le muestre alguna cosa clara para hacer. ¿De dónde viene, en muchas ocasiones, el pecado? De decisiones que no se pensaron: “yo me fui para ese baile, pero no pensé que iba a terminar acostado con esa mujer”, “él me invitó a salir y terminamos en un hotel”, “cuando la vi me llené de ira y no me contuve”, “no pude quedarme callado”. Muchos pecados vienen de un cuerpo que actúa sin pensar. Por eso, medite sobre sus caminos,
sobre lo que ha pasado y lo que puede pasar. ¿Qué podría pasar si acepta esa invitación que les están haciendo ahora mismo? ¿Qué puede pasar si decide aceptarle a ese hombre o a esa mujer ese trago? ¿Qué se viene para sus hijos, si hoy no va a amanecer a su casa? ¿Qué se viene para su vida si acepta hacer ese chantaje? ¿Qué pasará con sus buenas relaciones si cuenta lo que le confesaron en secreto? ¿Podrá usted destruir un matrimonio si habla más de la cuenta? Muchos de nuestros pecados vienen de un cuerpo que actuó sin dejar pensar a la mente. Medite muy bien sobre sus caminos, eso le ayudará a añadirle a su templanza paciencia. Quiere añadir a su templanza paciencia, número uno, ore a Dios que no lo meta en tentación; número dos, ore a Dios que lo cambie primero a usted; número tres, medite sobre lo que va a hacer. 4. Recuerde que si aguanta llegará una recompensa Santiago 1: 12, “Bienaventurado el varón que sufre tentación; porque después que fuere probado, recibirá la
corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”. Revelación 2: 10, “No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He aquí, el diablo ha de arrojar algunos de vosotros a la cárcel, para que seáis probados; y tendréis tribulación de diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Parecen dos cosas diferentes, porque en una está hablando de algo en nuestra vida y en la otra de algo después de la muerte, pero mirándolo más detenidamente son lo mismo, son vida, algo para vivir. Probablemente una mejor forma de vida, una bendición económica o sentimental o espiritual o algo así, una especial corona. Pensando en esta promesa de Dios, que dice “el Señor ha prometido” me encontré con el Salmo 21: 1-7. Esto es lo más cerca a esta promesa de la corona de vida, son bendiciones que vienen. Yo siempre pienso eso, cuando me llega una tentación yo pienso, ¿cuál será el premio por esto?, Señor necesito los uniformes de los niños, Señor tengo ganas de ir a comer a un restaurante, etc. Viene la bendición, sólo tengo que pasar la prueba, eso le añade a mi templanza paciencia. Quiere añadirle a su templanza paciencia, número uno, pídale al Señor que no lo meta en tentación, número dos ore que Dios le cambie primero a usted, número tres, medite sobre lo malo de su decisión, sobre sus caminos, número cuatro recuerde que superando esa prueba recibirá una bendición y es mejor recibir esa bendición, para después no tener que regresar al camino.